Reflexión 154- Juan Pablo II y el Desarrollo Integral

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

 

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio,  Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en, Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

 

SER Y TENER

 

En nuestro estudio de la D.S.I. sobre el desarrollo integral de los pueblos, en la reflexión anterior repasamos las diferecias entre SER y TENER, basados en el pensamiento de Juan Pablo II. Recordemos de qué se trata.

 

Vimos que cuando se habla de TENER, -como ideal de la vida: tener dinero, tierras, joyas…- entonces se hace referencia a poseer bienes materiales, valores económicos. Si se afirma que el desarrollo se consigue cuando se progresa económicamente, se reduce el desarrollo a sólo la dimensión económica. Los pueblos considerados desarrollados porque poseen abundantes bienes materiales, no son necesariamente pueblos desarrolados, según el concepto integral del desarrollo. Uno puede TENER muchos bienes materiales y sin embargo sentirse insatisfecho; puede sentir que le falta algo que no se consigue con bienes materiales. Llegar al desarrollo integral, total, implicaría también estar por lo menos en un proceso de maduración intelectual y espiritual que conduzca a la plenitud.  La plenitud, -es cierto,- no se consigue sino en la eternidad. Inquieto estará nuetro corazón hasta cuando descanse en Dios.

 

Y es que los bienes materiales son sólo instrumentos, no son fines,  no son el objetivo de nuestra existencia; claro que son necesarios en cierta medida, no es que los bienes materiales sean inútiles o despreciables, pero solos no son suficientes para lograr la felicidad. No basta tener bienes materiales para alcanzar la plenitud a la que aspira el ser humano.

 

El proceso de desarrollo

 

Para su desarrollo la persona humana necesita  ciertos bienes que le ayudan en su maduración; ciertos bienes que no son sólo bienes materiales (Véase la reflexión anterior). Según el  pensamiento de los psicólogos, el desarrollo humano es un proceso ascendente que, en su nivel inferior empieza con la satisfacción de las necesidades fisiológicas básicas, como el hambre y la sed, seguida de la necesidad de seguridad, de la satisfacción de necesidades sociales como el ser aceptados y estimados por los demás, el sentirnos parte de una comunidad, de una familia, de un grupo. En el proceso del desarrollo de la persona, en su proceso de maduración, se requiere también que la persona se acepte, se quiera, porque encuentra en sí valores que la hacen digna. A eso se llama autoestima. En la medida en que va  consiguiendo la satisfacción de esas necesidades, la persona humana va madurando, se va sintiendo más segura,  más contenta  y con vigor para seguir esforzándose por su desarrollo.

 

 

Concepción cristiana del hombre y autoestima

 

 

En ninguna concepción de la persona humana podemos encontrar mejores argumentos para la autoestima, que en la concepción cristiana del hombre; pues por la revelación sabemos que somos, nada menos que imágenes  de Dios y que somos tan queridos por Él, que nos entregó a su Hijo para rescatarnos, para redimirnos. Más aún, el Hijo de Dios se hizo uno de nosotros. Como lo repite bellamente la Constitución pastoral Gaudium et spes, del segundo Concilio Vaticano, en el N° 22 y cita a Heb 4,15: Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado.   

 

Definitivamente la persona humana tiene muchos motivos para sentir que es valiosa,  empezando porque Dios la ama y la acepta como es.

 

Sobre el valor del ser humano hay en los documentos de la D.S.I.  ideas expresadas de modo sencillo, pero insuperable. Por ejemplo, el documento de Puebla nos enseña, que la comprensión del ser humano sólo desde el punto de vista económico, biológico, síquico, es sólo parcial, porque no se puede comprender al ser humano ignorando su origen en Dios Creador (Puebla 1,9). El ser humano no es sólo química, no es sólo biología, no es sólo cuerpo; está dotado de alma o espíritu y es capaz de relacionarse no sólo con los demás seres humanos, sino también con Dios.

 

 

Jesucristo, el hombre del plan original

 

 

La verdad completa sobre el hombre, no la podemos encontrar sólo en los libros de las ciencia naturales; nos la enseña la persona de Jesucristo; si logramos penetrar algo en quién es Él, – Dios y hombre perfecto,- obtendremos el mejor conocimiento de la persona humana. Con el Hijo de Dios encarnado se hizo realidad el plan original de Dios. Juan Pablo II, en su encíclica Redemptor hominis (1), dice:

 

A través de la Encarnación, Dios ha dado a la vida humana la dimensión que quería dar al hombre  desde sus comienzos.

 

En Cristo y por Cristo, Dios se ha revelado plenamente a la humanidad, se ha acercado definitivamente a ella y, al mismo tiempo,  en Cristo y por Cristo, el hombre ha conseguido plenamente conciencia de su dignidad, de su elevación, del valor trascendental de la propia humanidad, del sentido de su existencia. (11).

 

 

Misión de la Iglesia en el conocimiento de Jesucristo

 

¿Cómo podemos conocer a Jesucristo, y en Él al ideal de la persona humana? Precisamente  la misión de la Iglesia a través del tiempo es  revelar a Cristo al mundo, ayudar a todo hombre a que se encuentre a sí mismo en él (Redemptor hominis, 11).

 

 La presencia de la Iglesia en la sociedad debería significar la presencia de Jesucristo. Como la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo y a su vez el Pueblo de Dios, comunidad de hombres con sus virtudes y sus defectos, son  plenamente aplicables estas palabras de la misma encíclica Redemptor hominis, en el N° 13:

 

Jesucristo se hace en cierto modo nuevamente presente, a pesar de todas sus aparentes ausencias, a pesar de todas las limitaciones de la presencia o de la actividad institucional de la Iglesia.

 

 

Estando la Iglesia presente ¿puede estar ausente Dios?

 

 

A veces nos escandalizamos porque la Iglesia presenta, en la vida de sus miembros, una imagen tan limitada, tan imperfecta, de Jesucristo, que pareciera el Señor estar ausente. Y nosotros somos parte de la Iglesia… Eso es especialmente aplicable cuando olvidamos que, si el Amor no está presente, Jesucristo no está presente. Como se canta en la antífona del Jueves Santo,  Ubi caritas et amor Deus ibi est, Donde hay caridad y amor allí esta Dios.

 

 

Volvamos al tema del proceso del desarrollo de la persona humana.

 

Decíamos que hay necesidades del ser humano que se satisfacen con TENER; por ejemplo, además de satisfacer las necesidades fisiológicas de alimentos, de bebida, de oxígeno, necesitamos tener seguridad de que no nos harán daño, requerimos estabilidad en nuestro hogar y en el trabajo,  necesitamos TENER protección.

 

Las  necesidades para desarrollarnos como personas no llegan sólo hasta allí. No es suficiente tener cubiertas las necesidades fisiológicas, y sentirnos protegidos. Cuando nos miramos a  nosotros mismos, necesitamos encontrar que en nosotros hay valores, dones, que nos hacen valiosos, necesitamos reconocer que tenemos dignidad, que  somos dignos de respeto.

 

Todos esos bienes, materiales unos e inmateriales otros, que se requieren en el proceso de desarrollo, se pueden obtener, se pueden llegar a TENER. Para muchos hoy no es difíl conseguir esos bienes en un ambiente propicio y gracias a los avances de la técnica y de las comunicaciones, que nos informan dónde y cómo conseguirlos. Pero tenerlos no garantiza que lleguemos, como personas, a conseguir la plenitud de nuestro desarrollo; no garantiza que lleguemos a SER lo que Dios en sus planes quiere para nosotros.     

 

 

SER, en la escala del desarrollo humano

 

 

El peldaño más alto en la escala del desarrollo humano, es precisamente llegar a SER todo lo que uno puede ser. Es alcanzar la plenitud del potencial del que Dios nos dotó. Es la realización completa del plan de Dios en nosotros.

La reflexión que hemos hecho sobre el desarrollo de la persona humana, nos da a entender que no es suficiente un desarrollo que considere sólo los bienes materiales. Una persona puede tener todos esos bienes y sentirse insatisfecho. Hay bienes superiores que se deben adquirir, para realizar completo el plan divino: valores intelectuales, morales, espirituales, sobrenaturales. Con ellos se alcanza la cultura, la educación, la vida social ordenada, orientada por la ética y desde lo alto por el Espíritu Santo que la nutre con su gracia.

 

 

En el desarrollo, la moral y la ética quedaron rezagadas

 

Juan Pablo II en la encíclica Redemptor hominis (15), enseña que

El progreso de la técnica y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo, que está marcado por el dominio de la técnica, exigen un desarrollo proporcional de la moral y de la ética. Añade el Papa que esto último parece, por desgracia, haberse quedado atrás.

El Santo Padre observa que

 

(…) este progreso, por lo demás tan maravilloso en el que es difícil no descubrir también auténticos signos de la grandeza del hombre que nos han sido revelados en sus gérmenes creativos en las páginas del Libro del Génesis, (en la descripción de la creación), no puede menos de engendrar múltiples inquietudes.

 

¿Hace el progreso mejor al hombre?

 

Y Juan Pablo II, en esta su primera encíclica, Redemptor hominis (Redentor del hombre) nos ofrece una valiosa reflexión que viene muy bien, para comprender su pensamiento sobre el desarrollo. De los números 15 y 16 tomo estas palabras que describen sus inquietudes sobre un desarrollo que no comprenda al ser humano de manera integral, total:

 

La primera inquietud se refiere a la cuestión esencial y fundamental: ¿este progreso, cuyo autor y fautor (animador) es el hombre, hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos sus aspectos, «más humana»?; ¿la hace más «digna del hombre»? No puede dudarse de que, bajos muchos aspectos, la haga así. No obstante esta pregunta vuelve a plantearse obstinadamente por lo que se refiere a lo verdaderamente esencial: si el hombre, en cuanto hombre, en el contexto de este progreso, se hace de veras mejor, es decir, más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los demás, particularmente a los más necesitados y a los más débiles, más disponible a dar y prestar ayuda a todos.

 

Nobel de medicina 2009

 

El anuncio de los merecedores del premio Nobel de medicina, y también de química, cobra especial importancia en estos días y hace pertinente  la inquietud de Juan Pablo II sobre si el progreso hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos sus aspectos, más humana, más «digna del hombre. Y, como el Papa afirma,  No puede dudarse de que, bajos muchos aspectos, la haga así.

Los nombres de los 3 ganadores del premio Nobel 2009, en medicina, son Elizabeth Blackburn, Carol Greider y Jack Szostak. Los comentarios de la prensa internacional dicen que Sus descubrimientos  han añadido una nueva dimensión a nuestra comprensión de la célula, arrojando luz sobre los mecanismos de la enfermedad, estimulando el desarrollo del potencial de las nuevas terapias.[1]Añaden que los trabajos de estos científicos afectan tanto al proceso del envejecimiento como del cáncer.

 

Telomerasa: la enzima de la juventud

 

“La enzima telomerasa es un mecanismo básico para la vida”, explica María Blasco, directora de Oncología Molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), (en Madrid, España) y especialista en este mismo campo. “No hay vida sin telomerasa, porque (esta enzima) se encarga de mantener a la célula joven. Pero al mismo tiempo, esto que no es malo por sí mismo, también le permite mantener joven a una célula mutada, como lo son las tumorales”[2], las del cáncer.

 

 

De manera que estos descubrimientos, sin duda ayudan a comprender mejor la constitución y el funcionamiento de la célula y quizás ayuden a prevenir o curar el cáncer.

 

 

 

Sin duda el envejecimiento es un tema siempre actual. Cuando uno se va acercando a la condición de viejo, busca el modo de conservarse “joven de espíritu” y procura sacar el mejor provecho,  de los años que siente que ahora se van más rápido. La medicina ha logrado añadir años a la supervivencia y hay quienes quisieran no morir, siempre y cuando se puedan conservar con buena salud. Como cristianos decimos, “Señor, cuando Tú quieras” y si muere un ser querido, procuramos hacer nuestras las palabras finales de Gabriel y Galán en el poema, dedicado a la memoria de su esposa:

Pero yo ya sé hablar como mi madre
y digo como ella
cuando la vida se le puso triste:
«¡Dios lo ha querido así! ¡Bendito sea!»

 

La vida es un paso, no el final del camino

¿Qué tiene esto que ver con el desarrollo, el tema de nuestras reflexiones? Tiene que ver mucho. El ser humano y los pueblos avanzan por la vida buscando la plenitud. Los no creyentes se empeñan en conseguirla en los bienes materiales, en la salud y el disfrute de la vida. Los creyentes sabemos que nuestra vida en la tierra es un paso hacia la verdadera vida, en la eternidad, aunque comprendemos también, que Dios nos encargó una tarea en este mundo: quiere que su  Reino lo empecemos a construir desde acá y nos da los medios para hacerlo.

 

 

Sucede sin embargo algo triste: el Creador nos encargó el cuidado de la naturaleza y la destruimos, nos encomendó a nuestros hermanos y los ignoramos, también tenemos encomendado el cuidado de nuestra salud y a veces la descuidamos.

 

 

Lo que dice el genetista Emilio Yunis

 

El doctor Emilio Junis, médico genetista colombiano, en su libro La búsqueda de la inmortalidad, tiene unas consideraciones que vienen muy al caso en este momento  y nos pueden ayudar en nuestras reflexiones. Dice:

 

 

El gran salto, (…) está en prolongar la vida con salud, retardar y hasta desterrar el envejecimiento, preservar el vigor de la juventud que es el equivalente a no envejecer. En este empeño dos grandes corrientes están en escena, una / que de nuevo cuenta con la publicidad a toda hora, apuntalada por los grandes intereses económicos en juego, que hace gala de cirugías cosméticas en la cara, senos, glúteos, en cualquier zona corporal, con el uso de drogas milagrosas como el Prozac, o la hormona del crecimiento, los Kh3 que no desaparecen, (el Kh3 es uno de los medicamentos anti-edad más populares del mundo) / ni los embriones han perdido sus cualidades milagrosas, y los anabólicos que complementan la acción de los gimnasios y las pesas / para para mantener una constitución atlética- es el mundo de Mr y Miss América / medido por el desarrollo muscular-, y de otra parte, la búsqueda científica, de la cual se apropian también los medios informativos y los grandes medios económicos / para hacer de ella el mayor negocio. Por otra parte, desde hace quince o veinte años, la nueva biología del envejecimiento / se ha constituido en el campo más activo en la ciencia. Combina todos los métodos de investigación y terapéutica de la biología y la genética modernas, y busca la inmortalidad / a través de lo que podría llamarse rejuvenecimiento perpetuo.[3]

 

¿Adelantos que aumentan el desequilibrio social?  

 

Sobre esa búsqueda de cómo aumentar la esperanza de vida, la longevidad y al mismo tiempo permanecer saludable y joven, el doctor Yunis se hace una pregunta que tiene mucho que ver con lo social. Si los adelantos científicos permitieran aumentar la edad permaneciendo sanos, ¿Para quienes será ese futuro?  No se refiere a quiénes vivirán entonces, por el tiempo que haya trascurrido, sino que pregunta concretamente:

 

 

¿en un mundo con tanta desigualdad, ¿para quiénes serán esos beneficios?(…) será para los países ricos y, en esos países, para la población que económicamente lo tiene todo, tanto que puede auspiciar y esperar estos resultados; en los países pobres, para la pequeña fracción de la elite rica de la población.

Más adelante el doctor Yunis afirma que:

 

 

El aumento de la esperanza de vida, la búsqueda y,  si lo alcanzan, el logro de la inmortalidad, serán otro factor que aumente el desequilibrio social, la concentración de la salud y el bienestar en pocas personas, y ahonde la desigualdad. El acceso a las tecnologías que prologan la vida / será otro derecho fundamental prohibido para la mayoría de la población, será otro de tantos problemas por resolver en un mundo que, en torno a uno de los ideales de la democracia, el derecho a la igualdad, lo viola sin posibilidades de redención, antes (…) lo profundiza.

No nos escandelicemos porque nos planteen problemas que nos obligan a pensar y a pensar en cristiano. Tengamos presentes  casos como el de la malaria o paludismo. Según wikipedia,

 

La malaria causa (…)  aproximadamente 2-3 millones de muertes anuales[, lo que representa una muerte cada 15 segundos. La gran mayoría de los casos ocurre en niños menores de 5 años; las mujeres embarazadas son también especialmente vulnerables. A pesar de los esfuerzos por reducir la transmisión e incrementar el tratamiento, ha habido muy poco cambio / en las zonas que se encuentran en riesgo de la enfermedad desde 1992. De hecho, si la prevalencia de la malaria continúa en su curso de permanente aumento, la tasa de mortalidad puede duplicarse en los próximos veinte años. Las estadísticas precisas se desconocen porque muchos casos ocurren en áreas rurales, donde las personas no tienen acceso a hospitales o a recursos / para garantizar cuidados de salud. Como consecuencia, la mayoría de los casos permanece indocumentada.

No sería justo decir que no se hace nada por la salud, porque hay entidades como la Organización Mundial de la Salud que se dedica a buscar soluciones a los graves problemas que en esa materia  aquejan, especialmente a los países pobres. La OMS se ha planteado sus objetivos del milenio así:

       

Tenemos que entender los Objetivos de Desarrollo del Milenio como una expresión abreviada de algunos de los resultados más importantes que debe obtener el desarrollo, a saber:

  • Reducción de la mortalidad materna asociada al parto;
  • Aumento de la supervivencia infantil durante los primeros años de vida;
  • Lucha contra la catástrofe que conlleva el VIH/SIDA;
  • Garantía de acceso a los medicamentos que salvan vidas;
  • Mejoramiento de la salud en todas sus formas, contribución ésta muy importante para la reducción de la pobreza.

Cuando pensamos en los millones de personas que padecen hambre, en los millones de personas que mueren de paludismo, en las que sufren de tuberculosis, -que no se ha erradicado todavía,- en los niños que mueren de desnutrición, de diarrea porque no tienen agua potable, necesariamernte nos tenemos que preguntar, si es justo que se emplee tanto dinero en investigar cómo alargar la vida de los ancianos de los países llamados desarrollados, cuando millones de niños en África y en nuestros países, no alcanzan ni siquiera a gozar de la niñez…

 

Hoy nos detuvimos a pensar en el planteamiento de Juan Pablo II en su encíclica Redemptor hominis; se pregunta el Santo Padre si el progreso de la técnica y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos sus aspectos, «más humana»? ¿la hace más «digna del hombre»?

Creo que a todos Juan Pablo II nos dejó pensativos…

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Estos tres científicos son los decubridores de los telómeros y la enzima telomerasa.

[2] WEB, Nobel medicina 2009, octubre 6

[3] Cf Emilio Yunis Turbay, “La búsqueda de la inmortalidad”, Editorial Bruna,  2006,

Reflexión 153 – Caritas in veritate (XI)

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguiente frecuencias                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio,  Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en, Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

 

Juzgar el desarrollo desde la fe

 

Hemos seguido el pensamiento que sobre el desarrollo de los pueblos, presenta Juan Pablo II en la encíclica La preocupación social de la Iglesia (Sollicitudo rei socialis). Recordemos que para su análisis, él utiliza la metodología VER-JUZGAR-ACTUAR. Después del primer paso, VER, la semana pasada comenzamos a estudiar el segundo: JUZGAR.

El objetivo del  primer paso, VER, es examinar en detalle una situación para comprenderla En las reflexiones anteriores estudiamos cómo veía Juan Pablo II la situación del desarrollo de los pueblos a los 20 años de la encíclica Populorum progressio, de Pablo VI, que trata también sobre el mismo tema. Después de tener  claridad sobre ella, en el paso JUZGAR el Santo Padre va a hacer un juicio sobre esa realidad.

Fue el aspecto moral, el que movió al Papa a abordar el tema del desarrollo. No  hace de él un juicio técnico, económico, sino que va a considerar el estado del desarrollo de los pueblos en sus  dimensiones ética y religiosa. El juicio de la realidad que hace Juan Pablo II en su dimensión ética, como su nombre lo indica se basa en la moral natural; que eso es la ética. Desde la perspectiva religiosa, es decir, desde la fe, el Santo Padre tiene como criterio el Evangelio: se examina si la situación de que se trata está de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio; en qué sí está de acuerdo y en qué no y qué tan lejos está la situación, del ideal evangélico. 

 

La Iglesia propone lo que posee como propio: una visión global del hombre y de la humanidad

 

El Santo Padre afirma de manera clara,  que la Iglesia no propone sistemas o programas económicos y políticos, ni manifiesta preferencias por unos o por otros, con tal de que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida(…) Como la Iglesia “es experta en humanidad”;[1] viviendo en la historia, ella debe “escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio”, como dice la constitución pastoral Gaudium et spes (Gozo y esperanza), del Vaticano II ( N° 4). Juan Pablo II comparte las mismas razones de Pablo VI / para abordar el tema del desarrollo: la Iglesia sufre al ver que el ser humano no satisface sus mejores aspiraciones  y desea ayudarle a conseguir su pleno desarrollo, porque ella propone lo que posee como propio: una visión global del hombre y de la humanidad (Populorum progressio, 13). Es decir, la Iglesia tiene la visión del Creador que Jesucristo nos transmitió.

 

Juan Pablo II nos enseña bellamente la visión del ser humano según el Creador, en la encíclica  Redemptor hominis:

El hombre tal como ha sido «querido» por Dios, tal como Él lo ha «elegido» eternamente, llamado, destinado a la gracia y a la gloria, tal es precisamente «cada» hombre, el hombre «más concreto», el «más real»; éste es el hombre, en toda la plenitud del misterio, del que se ha hecho partícipe en Jesucristo, misterio del cual se hace partícipe cada uno de los cuatro mil millones de hombres vivientes sobre nuestro planeta, desde el momento en que es concebido en el seno de la madre (13).

¿Por qué la Iglesia propone su punto de vista sobre el desarrollo?

 

En Sollicitudo rei socialis (41) Juan Pablo II explica  por qué la Iglesia propone su punto de vista sobre el desarrollo:

(…) la Iglesia tiene una palabra que decir, tanto hoy como hace veinte años, así como en el futuro, sobre la naturaleza, condiciones, exigencias y finalidades del verdadero desarrollo y sobre los obstáculos que se oponen a él. Al hacerlo así, cumple su misión evangelizadora, ya que da su primera contribución a la solución del problema urgente del desarrollo / cuando proclama la verdad sobre Cristo, sobre sí misma y sobre el hombre, aplicándola a una situación concreta. [2]

 

Vimos la semana pasada que la categoría propia, en la que se ubica  la D.S.I. no es técnica ni política. Juan Pablo II en el mismo N° 41 de Sollicitudo rei socialis nos explica lo que la Iglesia pretende con su D.S.:

 

Su objetivo principal es interpretar esas realidades (la situación social), examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana. Por tanto, (su doctrina social) no pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teología y especialmente de la teología moral.

 

 

La doble vocación del ser humano

 

 

Si alguien se pregunta qué tiene que ver el desarrollo con el Evangelio, Juan Pablo II le responde que el ser humano tiene una vocación trascendente y también una vocación terrena, de manera que  en ninguna parte mejor que en el Evangelio puede encontrar cómo orientar su conducta, de acuerdo con su doble vocación: terrena y trascendente. Y es que  el desarrollo, si se considera sólo desde el punto de vista económico, material, no es suficiente para satisfacer las aspiraciones del ser humano. La D.S.I. considera, por eso, el desarrollo integral, que abarca la totalidad de la persona humana.

 

Juan Pablo II juzga la realidad del desarrollo desde la dimensión ética, racional, y también tiene en cuenta la perspectiva religiosa, teológica; la  dimensión religiosa del ser humano no se puede omitir porque se haría una reflexión incompleta, al no tener en cuenta la totalidad del ser humano. Mal haría la Iglesia si dejara las enseñanzas de Jesucristo a un lado, para ofrecer su contribución sobre lo que debe ser el desarrollo de las personas y de los pueblos.

 

El humanismo ateo y su inadecuada concepción del hombre

 

 

Sugiero leer el discurso con que Juan Pablo II inauguró la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Puebla, México, el 28 de enero de 1979, en particular el N° 1,9 en que expone la Verdad sobre el hombre. Cita allí el Papa el N° 22, de la constitución pastoral Gaudium et spes, donde el Concilio toca “el fondo del problema” de la inadecuada concepción del hombre en nuestra civilización, debida al humanismo ateo. Dice la Gaudium et spes que, “El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado”. Nos ayudaría también mucho, leer la encíclica Redemptor hominis, El Redentor del hombre, que empieza con las palabras: EL REDENTOR DEL HOMBRE, Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia. Recordemos que esta encíclica Redemptor hominis, la publicó Juan Pablo II el 4 de marzo de 1979,  al comienzo de su pontificado.

 

Si queremos argumentos que expliquen por qué la Iglesia tiene interés en opinar sobre el desarrollo nos vendría bien leer la Redemptor hominis. Extractemos siquiera unas líneas de allí. Después de recordar que Jesucristo es nuestro camino “hacia la casa del Padre” como leemos en Jn 14, 1ss, Juan Pablo II afirma, en el N° 13:

 

En este camino que conduce de Cristo al hombre, en este camino por el que Cristo se une a todo hombre, la Iglesia no puede ser detenida por nadie. Esta es la exigencia del bien temporal y del bien eterno del hombre. La Iglesia, en consideración de Cristo y en razón del misterio, que constituye la vida de la Iglesia misma, no puede permanecer insensible a todo lo que sirve al verdadero bien del hombre, como tampoco puede permanecer indiferente a lo que lo amenaza.

 

(…) se trata (…) del hombre en toda su verdad, en su plena dimensión. No se trata del hombre « abstracto » sino real, del hombre « concreto », « histórico ». Se trata de «cada» hombre, porque cada uno ha sido comprendido en el misterio de la Redención y con cada uno se ha unido Cristo, para siempre, por medio de este ministerio. Todo hombre viene al mundo concebido en el seno materno, naciendo de madre / y es precisamente por razón del misterio de la Redención por lo que es confiado a la solicitud de la Iglesia. Tal solicitud afecta al hombre entero y está centrada sobre él de manera del todo particular. El objeto de esta premura es el hombre en su única e irrepetible realidad humana, en la que permanece intacta la imagen y semejanza con Dios mismo (Gen 1, 27).

 

La época del antropocentrismo es la de más hondas angustias del hombre respecto de su identidad y su destino

 

Afirma Juan Pablo II en el discurso de Puebla, que la nuestra es la época en que más se ha escrito y hablado sobre el hombre, la época de los humanismos y del antropocentrismo (e.d. la época en que se pone al ser humano como el centro del universo),  y sin embargo es la época de las más hondas angustias del hombre respecto de su identidad y su destino.

 

Algunas afirmaciones más de Juan Pablo II en Puebla, en cuanto a la verdad sobre el hombre:

 

-La Iglesia posee, gracias al Evangelio, la verdad sobre el hombre.

-La afirmación primordial de esta antropología  (de la visión cristiana de la persona humana) es la del hombre como imagen de Dios, irreductible a una simple parcela de la naturaleza… (Es decir que por ser el hombre imagen de Dios, no se puede reducir a sólo su naturaleza material)

Cita el Papa a San Ireneo, quien afirma: La gloria del hombre es Dios, pero el receptáculo de toda acción de Dios, de su sabiduría, de su poder, es el hombre. [3]

(La) verdad completa sobre el ser humano constituye el fundamento de la enseñanza social de la Iglesia, así como es la base de la verdadera liberación. A la luz de esta verdad, no es el hombre un ser sometido a los procesos económicos o políticos, sino que esos procesos están ordenados al hombre y sometidos a él.

 

Para conocer al hombre verdadero,  hay que conocer a Dios

 

La Iglesia conoce el «sentido del hombre» gracias a la Revelación divina. «Para conocer al hombre, el hombre verdadero, el hombre integral, hay que conocer a Dios», decía Pablo VI, citando luego a Santa Catalina de Siena, que en una oración expresaba la misma idea: «En la naturaleza divina, deidad eterna, conoceré la naturaleza mía». Esta cita de Pablo VI es de su homilía en la última sesión pública del Concilio Vaticano II, el 7 de diciembre de 1969.

De manera que no es posible llegar a una comprensión completa del hombre, si no se tiene en cuenta su origen en el Creador. No es posible conocer al ser humano completo, integral, si se desconoce a Dios.

 

Proclamar la Verdad sobre el hombre, que la Iglesia recibió de su maestro Jesucristo

Las siguientes palabras de Juan Pablo II en el citado discurso en Puebla, nos ayudan a comprender por qué tiene perfecto sentido la visión del desarrollo desde el Evangelio:

 

Frente a otros tantos humanismos, frecuentemente cerrados en una visión del hombre estrictamente económica, biológica o síquica, la Iglesia tiene el derecho y el deber de proclamar la Verdad sobre el hombre, que ella recibió de su maestro Jesucristo. (1, 9, Pg 24)

 

Como vimos la semana pasada, nos dijo el Papa que un desarrollo, concebido simplemente como la acumulación de bienes y servicios, es un enfoque parcial, pues no considera al ser humano en su totalidad. La mera acumulación de bienes materiales No conduce a la felicidad.

 

 

El SER y el TENER

 

 

Nos viene bien recordar  aquí la reflexión de Juan Pablo II sobre el ser y el tener. Nos enseña el Papa que  

 

El  mal no consiste en el « tener » como tal, sino en el poseer que no respeta la calidad y la ordenada jerarquía de los bienes que se tienen. Calidad y jerarquía que derivan de la subordinación de los bienes y de su disponibilidad al «ser» del hombre y a su verdadera vocación.

 

(…) Cuando (…) un Pastor de la Iglesia anuncia con claridad y sin ambigüedades la Verdad sobre el hombre, revelada por aquel mismo que “conocía lo que en el hombre había” (Jn 2,25), debe animarlo la seguridad de estar prestando el mejor servicio al ser humano.

 

Aprendimos que hay personas que poseen muchos bienes materiales pero que no llegan verdaderamente a «ser», porque, por una inversión de la jerarquía de los valores, se encuentran impedidos por el culto del «tener». Otros en cambio, no consiguen realizar su vocación humana fundamental, al carecer de los bienes indispensables.

 

De manera que algunos no logran la plenitud como seres humanos, porque toda su vida gira alrededor de los bienes materiales. Y hay otros muchos que ni siquiera tienen lo indispensable para vivir de acuerdo con su dignidad.

 

Repasemos la diferencia entre  tener y  ser, como Juan Pablo II la presenta. El tener se identifica con los bienes materiales, con los valores económicos, pero esos bienes no se pueden entender como fines, como el objetivo de la vida. Hay personas que tienen como el fin de su vida, que piensan y viven, sólo para conseguir dinero. Piensan que si tienen logran su plenitud.

 

Los bienes materiales son sólo instrumentos, no son fines, son necesarios en cierta medida, no es que sean inútiles o despreciables, pero solos no son suficientes para lograr la felicidad. No basta tener bienes materiales para alcanzar la plenitud a la que aspira el ser humano.

 

El ser de la persona tiene que ver con sus aspiraciones más hondas, con el fin para el cual existe. Es distinto ser alguien a tener algo. Ser es algo interno, parte constitutiva de uno. Lo que se tiene es algo externo. Por eso cuando una persona muere se va con lo que ES y no con lo que TIENE.

 

Con el ser de la persona, con su vocación, tiene que ver su dignidad y sus derechos personales, sociales, económicos y políticos, por lo tanto tiene también que ver con su libertad. Ampliemos algo estas ideas del desarrollo integral, total.

 

 

El ser humano se encuentra siempre en un proceso de desarrollo, de maduración

 

 

Los psicólogos se han ocupado de estudiar las prioridades en el desarrollo de las personas. El ser humano se encuentra siempre en un proceso de desarrollo, de maduración, y para alcanzar su pleno desarrollo es necesaria su acción personal; no puede cruzarse de brazos y esperar que su desarrollo completo llegue, como maduran las frutas. El ser humano necesita poner de su parte y también necesita a los demás, que le pueden ayudar a alcanzar su desarrollo. Los padres y los educadores ocupan un lugar principalísimo. Algunas personas con quienes interactúa, infortunadamente también pueden dificultar y en cierta medida hasta impedir que alcance el desarrollo.

 

 

Primer escalón: las necesidades fisiológicas

 

 

Si las necesidades del ser humano en el proceso de desarrollo se organizan en forma de una escalera (como lo hace Maslow en su pirámide), las necesidades que ocupan el primer peldaño, el inferior, son las necesidades materiales, las que se satisfacen cuando se poseen y se utilizan;  son entre otras las necesidades de alimento, de bebida, de oxígeno, de salud, de un techo. Necesitamos TENER los bienes que satisfacen nuestras necesidades primarias, empezando por las necesidades fisiológicas. Quedan satisfechas si tenemos alimento, bebida, aire, etc.

 

 

Segundo escalón: la necesidad de seguridad

 

 

En un segundo escalón en el proceso de desarrollo, está la necesidad de seguridad, que consiste en estar libre de heridas físicas y emocionales, en la estabilidad en el hogar, en el trabajo, en tener protección frente a los que nos pueden hacer daño / a nosotros como personas o a lo que poseemos.

 

Tercero: las necesidades sociales

 

 

El tercer escalón en el proceso de desarrollo lo forman necesidades sociales: el ser aceptados y estimados por los demás, el sentirnos parte de una comunidad, de una familia, de un grupo. En eso interviene nuestro comportamiento; lo que hacemos para ganarnos la aceptación de los demás.

 

Cuarto: la autoestima

 

 

Un paso adelante, el 4° escalón en las necesidades de desarrollo, es la necesidad de autoestima. La persona humana necesita sentir que es valiosa, necesita quererse. Tiene muchos motivos para sentir que es valiosa,  empezando porque Dios la ama y la acepta como es. Como dicen por ahí, a uno Dios no lo ama por lo que uno es sino por lo que Él es: Dios es Amor. Nos ama tanto que nos hizo a imagen suya. Las pruebas de que Dios nos ama son innumerables, empezando por llamarnos a la vida, a la fe y basta mirar el día anterior, para darnos cuenta de lo mucho que tenemos que agradecerle  todos los días.

 

Las necesidades anteriores, las fisiológicas, las de seguridad, las necesidades sociales, la de autoestima,  tienen que ver con el TENER. Tenerlas produce bienestar.

 

 

El escalón más alto: llegar a ser todo lo que uno puede llegar a SER

El peldaño más alto en la escala de nuestro desarrollo es llegar a SER todo lo que uno puede ser. Es alcanzar la plenitud del potencial del que Dios nos dotó. Es la realización completa del plan de Dios en nosotros. Como vemos, ese paso final sólo se dará cuando lleguemos a gozar de Dios, pero tenemos que cumplir parte de la tarea acá en la tierra. En esa tarea se necesita, primero la gracia de Dios; además nuestro esfuerzo personal y también una mano de los demás. No es posible que lleguemos a la plenitud solos. Los demás intervienen para bien o para mal y nosotros intervenimos en el desarrollo integral de los demás, para bien o para mal.

 

Al escalón más alto es muy difícil llegar si no se satisfacen las necesidades materiales. Algunos piensan que antes de subir al escalón siguiente, se tienen que satisfacer las necesidades del escalón anterior. Yo creo que hay que ir trabajando en todos los frentes. Uno puede sufrir privaciones materiales y ser, sin embargo un ser humano admirable. Es posible TENER poco y sin embargo SER mucho.

 

Es de gran importancia tener trabajo, alimento, salud, respeto de parte de los demás. Sin una sociedad justa y que sepa amar y servir, el desarrollo es imposible. ¿Cómo puede desarrollar todo su potencial la persona que pasa hambre, que padece de desnutrición? Y es medio planeta el que sufre de ese mal. Los países que han llegado al máximo del TENER no se pueden considerar desarrollados si fallan en la solidaridad y en el amor. Les sobran bienes materiales,  pero carecen de lo más importante. Las siguientes palabras de la encíclica Redemptor hominis, en el N° 10, nos pueden aclarar estas ideas:

 El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente. Por esto precisamente, Cristo Redentor (…), revela plenamente el hombre al mismo hombre. Tal es —si se puede expresar así— la dimensión humana del misterio de la Redención. En esta dimensión el hombre vuelve a encontrar la grandeza, la dignidad y el valor propios de su humanidad.

Qué buena introducción nos hace Juan Pablo II a las encíclicas Dios es amor y Caridad en la verdad.

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com

 

 


[1] Pablo VI, Discurso a la ONU, 5,10,1965

[2] Cf discurso de apertura de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano (28 denero de 1979): AAS 71 (1979) 71, Pg. 189-196, PUEBLA, Pg 17.

 

[3] San Ireneo, Tratado contra las herejías, L. III, 20, 2-3

Reflexión 152 – Caritas in veritate (X)

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio, Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en, Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

 

No hay mejoría en las diferencias ricos-pobres

Hemos venido recorriendo la encíclica Sollicitudo rei socialis (La preocupación social de la Iglesia), con la cual Juan Pablo II celebró el vigésimo aniversario de la encíclica Populorum progressio, de Pablo VI. Ahora, cuando Benedicto XVI nos ofrece su encíclica social Caritas in veritate (Caridad en la verdad), en el cuadrágesimo aniversario de la misma encíclica de Pablo VI sobre el desarrollo de los pueblos, recorrer la Sollicitudo rei socialis nos ayudará a comprender mejor lo que, acerca del desarrollo integral, ha pasado en el mundo en estos 20 y luego 40 años. Es de esperar que así podremos entender mejor la nueva encíclica de Benedicto XVI y el pensamiento de la Iglesia sobre el desarrollo.

Juan Pablo II siguió en su encíclica Sollicitudo rei socialis el método VER-JUZGAR-ACTUAR. Ya estudiamos el primer paso, VER, que consiste en describir la realidad. Es una presentación objetiva, un retrato de la realidad. ¿Cuál es el panorama que, sobre el desarrollo, describe Juan Pablo II? La primera observación que nos presenta el Papa es que, la diferencia entre pueblos ricos y pueblos pobres no ha mejorado, sino que se ha agravado en los 20 años siguientes a la encíclica de Pablo VI.

 

Interdependencia: lo que sucede a algunos afecta a los demás

En el estudio de la realidad, Juan Pablo II encuentra que un hecho que se debe analizar, es la interdependencia existente, la dependencia entre los pueblos. Los países no se pueden encerrar en sí mismos; los nuevos sistemas de transporte y de comunicaciones no lo permiten; más bien los acerca y les facilita estar en permanente contacto. Consecuencia de la interdependencia de las naciones es que, lo que sucede a algunos afecta a los demás y por eso el desarrollo o es de todos o no es de ninguno; consecuencia de la interdependencia es también, que la solidaridad se hace indispensable. Veremos que Benedicto XVI en Caritas in veritate (La caridad en la verdad), afirma que la solidaridad consiste en primer lugar en que todos se sientan responsables de todos; de manera que la responsabilidad no se puede descargar toda en el Estado ni en otros países, ni solo en los organismos internacionales. Esa carga hay que repartirla entre todos.

Otro hecho muy claro presentado por Juan Pablo II, es que el desarrollo integral de todos y para todos, no se ha conseguido ni bajo el marxismo ni bajo el capitalismo liberal, y cabe por eso la pregunta, si no se ha llegado ya al límite de lo que pueden ofrecer los sistemas económicos capitalista y socialista, y si por lo tanto, es necesaria una transformación desde los fundamentos mismos de esas teorías. Los teóricos de la economía y de la política tendrían que pensar en otros caminos, ante el fracaso del capitalismo y del marxismo.

El tercer punto que Juan Pablo II plantea en su presentación de la realidad, a los 20 años de la publicación de Populorum progressio, es la necesidad de analizar las causas políticas de las diferencias entre pueblos ricos y pobres. Hasta entonces, la política internacional se caracterizaba por el conflicto entre los bloques Oriente-Occidente. Oriente compuesto por países con gobiernos marxistas-leninistas y occidente, más heterogéneo, agrupaba a los países opuestos al marxismo leninismo, no pocos de ellos de culturas más acordes con el pensamiento judeo cristiano o para los que, por razones geográficas o económicas, era más ventajoso alinearse con el bloque occidental. Como vimos en ninguno de los dos bloques tuvo éxito la lucha contra la pobreza. El marxismo leninismo colapsó. Tampoco mejoró de modo apreciable la situación de pobreza en los regímenes capitalistas. Hasta aquí llegamos en VER la realidad. El decorado cambia ahora.[1]

Hay mayor conciencia de la propia dignidad y de los derechos humanos

 

Recordemos antes de continuar con el segundo paso: JUZGAR, que en el N° 26, todavía en el paso VER, la encíclica señala los aspectos positivos de la situación. Nos dice que No todo es malo. Entre los aspectos buenos señala Juan Pablo II la mayor conciencia de la gente de su propia dignidad y la preocupación por el respeto de los derechos humanos. Esta preocupación no se refiere sólo al respeto a las personas como individuos, sino también al respeto de las naciones y de los pueblos, con el patrimonio de su propia identidad cultural.

Ya habíamos mencionado la conciencia cada vez mayor de la interdependencia, que implica la aceptación de que las naciones tienen un destino común y que el bien al que todos aspiramos / sólo se consigue con el esfuerzo de todos.

 

La paz no se reduce a una ausencia de guerra

 

Juan Pablo II encuentra además, como señal positiva, la inquietud por el respeto por la vida, a pesar de las tentaciones por destruirla con el aborto y la eutanasia. Junto con la preocupación por el respeto de la vida, el Papa señala la preocupación por la paz, de la cual se entiende que es indivisible: o es de todos o no es de nadie. Y añade: Una paz que exige, cada vez más, el respeto de la justicia y, por consiguiente la distribución equitativa de los frutos del verdadero desarrollo. Sin duda Juan Pablo se refería a las palabras de Pablo VI en el N° 76 de Populorum progressio, donde dice que: El desarrollo es el nuevo nombre de la paz. Leamos ese N° 76:

Las diferencias económicas, sociales y culturales demasiado grandes entre los pueblos, provocan tensiones y discordias, y ponen la paz en peligro. Como Nos dijimos a los Padres Conciliares a la vuelta de nuestro viaje de paz a la ONU, «la condición de los pueblos en vía de desarrollo debe ser el objeto de nuestra consideración, o mejor aún, nuestra caridad con los pobres que hay en el mundo —y estos son legiones infinitas— debe ser más atenta, más activa, más generosa».[2] Combatir la miseria y luchar contra la injusticia, es promover, a la par que el mayor bienestar, el progreso humano y espiritual de todos, y por consiguiente el bien común de la humanidad. La paz no se reduce a una ausencia de guerra, fruto del equilibrio siempre precario de las fuerzas. La paz se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hombres.[3]

Los recursos disponibles son limitados

Otro aspecto positivo de la época, señalado por Juan Pablo II, es la conciencia de que los recursos disponibles son limitados, de la necesidad de respetar la integridad y los ritmos de la naturaleza y tenerlos en cuenta en la programación del desarrollo.

Vamos ahora a dar el siguiente paso: JUZGAR. Juan Pablo II expondrá los elementos en los que basará su juicio de la realidad que en ese momento vivía el mundo. Hay que determinar qué se entiende por auténtico desarrollo, el desarrollo ideal que se debería buscar, y por lo tanto, definir el marco en el cual se va a juzgar la situación de desarrollo del mundo. En la 5ª parte de la encíclica se presentará el veredicto sobre la situación mundial, en relación con el desarrollo auténtico: veremos qué tan cerca o qué tan lejos de él se encuentra.

El punto de partida de Juan Pablo II para el juicio sobre la realidad en su encíclica es la preocupación moral que en el mundo va surgiendo sobre el tema del desarrollo. En el N° 26 de Sollicitudo rei socialis, en el cual señala el Papa los aspectos positivos de la situación,- como vimos hace un momento,- comenta que los valores positivos mencionados revelan una nueva preocupación moral, sobre todo en orden a los grandes problemas humanos, como son el desarrollo y la paz. Esa realidad, dice Juan Pablo II, lo mueve a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del desarrollo de los pueblos, de acuerdo con la encíclica Popularum progressio.

El desarrollo desde las dimensiones ética y teológica

 

De manera que es el aspecto moral el que mueve al Papa a abordar el tema del desarrollo. Y lo abordará en la dimensión ética, no en el aspecto técnico. Así expresa Juan Pablo su pensamiento, en el N° 41:

La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer al problema del subdesarrollo en cuanto tal, como ya afirmó el Papa Pablo VI, en su Encíclica.

[4] En efecto, no propone sistemas o programas económicos y políticos, ni manifiesta preferencias por unos o por otros, con tal de que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida, y ella goce del espacio necesario para ejercer su ministerio en el mundo. Pero la Iglesia es «experta en humanidad»,[5] y esto la mueve a extender necesariamente su misión religiosa a los diversos campos en que los hombres y mujeres desarrollan sus actividades, en busca de la felicidad, aunque siempre relativa, que es posible en este mundo, de acuerdo con su dignidad de personas.


Siguiendo a mis predecesores, he de repetir que el desarrollo para que sea auténtico, es decir, conforme a la dignidad del hombre y de los pueblos, no puede ser reducido solamente a un problema «técnico». Si se le reduce a esto, se le despoja de su verdadero contenido y se traiciona al hombre y a los pueblos, a cuyo servicio debe ponerse.

Por esto la Iglesia tiene una palabra que decir, tanto hoy como hace veinte años, así como en el futuro, sobre la naturaleza, condiciones, exigencias y finalidades del verdadero desarrollo y sobre los obstáculos que se oponen a él. Al hacerlo así, cumple su misión evangelizadora, ya que da su primera contribución a la solución del problema urgente del desarrollo cuando proclama la verdad sobre Cristo, sobre sí misma y sobre el hombre, aplicándola a una situación concreta.[6]

A este fin la Iglesia utiliza como instrumento su doctrina social. En la difícil coyuntura actual, para favorecer tanto el planteamiento correcto de los problemas / como sus mejores soluciones, podrá ayudar mucho un conocimiento más exacto y una difusión más amplia del «conjunto de principios de reflexión, de criterios de juicio y de directrices de acción» propuestos por su enseñanza.[7]

Se observará así inmediatamente, que las cuestiones que afrontamos son ante todo morales; y que ni el análisis del problema del desarrollo como tal, ni los medios para superar las presentes dificultades pueden prescindir de esta dimensión esencial.

La doctrina social de la Iglesia no es, pues, una «tercera vía» entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista, y ni siquiera una posible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas radicalmente, sino que tiene una categoría propia.

Examinar la conformidad o diferencia de la realidad con lo que el Evangelio enseña

Cuál esa categoría propia de la Iglesia lo explica el Papa enseguida. Es muy importante que la tengamos en cuenta. Dice en el mismo N° 41:

Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana. Por tanto, no pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teología y especialmente de la teología moral.

De manera que el juicio de la realidad lo hará Juan Pablo II no sólo desde la dimensión ética, racional, sino también desde la perspectiva religiosa, teológica, pues la Iglesia debe cumplir con su misión evangelizadora – añade el Papa que, al hacerlo así, (juzgar la realidad no sólo desde la dimensión ética, sino también desde la perspectiva religiosa, del Evangelio,) la Iglesia cumple su misión evangelizadora, y da su primera contribución a la solución del problema urgente del desarrollo / cuando proclama la verdad sobre Cristo, sobre sí misma y sobre el hombre

En el N° 28 de Sollicitudo rei socialis ofrece Juan Pablo II una crítica a la concepción de carácter puramente económico o “economicista” del desarrollo, que lo pone como una mera acumulación de bienes y servicios, como si en eso pudiera consistir la felicidad humana. [8]

Nos dice el Papa que ese enfoque es parcial, pues no tiene en cuenta a la totalidad del ser humano. Oigamos las palabras de Juan Pablo II:

(…) hoy se comprende mejor que la mera acumulación de bienes y servicios, incluso en favor de una mayoría, no basta para proporcionar la felicidad humana. Ni, por consiguiente, la disponibilidad de múltiples beneficios reales, aportados en los tiempos recientes por la ciencia y la técnica, incluida la informática, traen consigo la liberación de cualquier forma de esclavitud. Al contrario, la experiencia de los últimos años demuestra que si toda esta considerable masa de recursos y potencialidades, puestas a disposición del hombre, no es regida por un objetivo moral y por una orientación que vaya dirigida al verdadero bien del género humano, se vuelve fácilmente contra él para oprimirlo.

Nos dijo el Papa que un desarrollo concebido simplemente como la acumulación de bienes y servicios es un enfoque parcial, pues no considera al ser humano en su totalidad. La mera acumulación de bienes materiales no conduce a la felicidad.

En este punto quisiera hacer otra consideración. Así como es incorrecta la actitud de veneración de los bienes materiales como único objetivo de la vida, tampoco es buena la actitud que se observa a veces en algunos, y que pareciera herencia de la lucha de clases, propia del comunismo. Piensan algunos que el tener bienes es malo, que el que tiene bienes es malo. Se discrimina como malo al que tiene algunos bienes. Es una actitud de resentimiento, como si todo el que tiene más que uno fuera el culpable de nuestra posición de menos afortunados. Es importante enterarse de lo que Juan Pablo II dice en Sollicitudo rei socialis sobre el tener.

La necesidad de “tener” para poder “ser”

Del libro Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, del P. Ildefonso Camacho, de la facultad de teología de Granada, España tomo el siguiente párrafo:

Juan Pablo II huye de una contraposición simplista y excluyente entre “ser y tener”. Reconoce la necesidad de “tener”, de poseer ciertos bienes materiales. Y se felicita de que la sociedad moderna pueda disponer, en términos generales, de tantos recursos materiales. Pero deplora la mala distribución de los mismos, y sus cosecuencias tanto sobre los que tienen poco como sobre los que tienen mucho. Para poder “ser”, para estar en condiciones de alcanzar cierta plenitud personal, es preciso disponer de un nivel mínimo de medios materiales: la tragedia de los pueblos subdesarrollados reside en que carecen de este mínimo idispensable. Pero la abundancia del “tener” y el ansia insaciable de acumular acaban por converirse también en obstáculo insuperable para el “ser”: esa es en cambio, la tragedia de los pueblos superdesarrollados.[9]

En las siguientes palabras de Juan Pablo II, en el N° 28 de Sollicitudo rei socialis, encontramos la explicación de cuándo el tener se convierte en un mal:

El mal no consiste en el « tener » como tal, sino en el poseer que no respeta la calidad y la ordenada jerarquía de los bienes que se tienen. Calidad y jerarquía que derivan de la subordinación de los bienes y de su disponibilidad al «ser» del hombre y a su verdadera vocación.

(…) están aquéllos —los pocos que poseen mucho— que no llegan verdaderamente a «ser», porque, por una inversión de la jerarquía de los valores, se encuentran impedidos por el culto del «tener»; y están los otros —los muchos que poseen poco o nada— los cuales no consiguen realizar su vocación humana fundamental al carecer de los bienes indispensables.

El “ser” de la persona tiene que ver con las aspiraciones más hondas de la persona, con el fin para el cual existe

Veamos la diferencia entre el tener y el ser, como Juan Pablo II los presenta. El tener se identifica con los bienes materiales, con los valores económicos; de manera que los bienes materiales tienen sólo el valor de instrumentos, no de fines. De ahí que los bienes materiales sean necesarios, pero son insuficientes. No basta tener bienes materiales, para alcanzar la felicidad, la plenitud a la que aspira el ser humano. El ser de la persona tiene que ver con las aspiraciones más hondas, con el fin para el cual existe. El ser de la persona, su vocación, tiene que ver con su dignidad y sus derechos personales, sociales, económicos y políticos, por lo tanto tiene también que ver con su libertad.

Vamos a dejar aquí por hoy. Si Dios quiere, continuaremos la semana entrante estudiando, ya desde la perspectiva religiosa o teológica, en qué consiste el auténtico desarrollo de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, y por lo tanto también, en qué consiste el auténtico desarrollo de los pueblos.

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Cf Ildefonso Camacho, S.J., opus cit.

[2] AAS 57 (1965) 896

[3] Juan XXIII, Pacem in terris, (11 de abril 1963): AAS 55, 301

[4] Populorum progressio, 87

[5] Ibidem 13

[6] Cf discurso de apertura de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano (28 denero de 1979): AAS 71 (1979) 71, Pg. 189-196, PUEBLA, Pg 17.

[7] Congregación para la Doctrina de la Fe, instrucción sobre libertad cristiana y liberación . Libertatis conscientia (14 de mayo 1971) 4: AAS 63 (1971) p 403s.

[8] Cf Ildefonso Camacho, opus cit., Pag. 509

[9] Cf Ildefonso Camacho, S.J., opus cit., Pg. 509

Reflexión 151 – Caritas in veritate (IX)

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450. Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio,  Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en, Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

 

VER: REALIDAD A LOS 20 AÑOS DE POPULORUM PROGRESSIO

 

Es muy oportuno recorrer  la encíclica de Juan Pablo II, – Sollicitudo Rei socialis, – que analiza la situación del desarrollo de los pueblos a los 20 años de la encíclica de Pablo VI, como introducción a nuestro estudio de Caritas in veritate (La caridad en la verdad), – la encíclica social de Benedicto XVI, – publicada para conmemorar, esta vez, los 40 años de la misma encíclica Populorum progressio.

Vimos ya el diagnóstico al que llegó Juan Pablo sobre la realidad del mundo cuando publicó su encíclica. Si aplicamos ese análisis a nuestra época, encontramos que algunas cosas se han agravado, otras continúan con algunas modificaciones pero no siempre para bien. Veamos:

a-   Encontró Juan Pablo II, que las diferencias entre los pobres y los ricos se han agravado.

b-   Un hecho que se debe tener en cuenta en el análisis de esa situación, es la interdependencia de los pueblos, que influye en el desarrollo. (Hoy diríamos que un hecho de nuestro tiempo que hay que tener en cuenta en el análisis de la realidad, es la  globalización).

c-   Es necesario analizar las causas políticas de las diferencias entre pueblos ricos y pobres. En esa época era necesario tener en cuenta en el análisis, la confrontación del mundo entre dos bloques: OrienteOccidente. Recordemos que Juan Pablo II vivió esa situación en su país, Polonia, y conoció la de sus vecinos, dominados por dictaduras comunistas.

 

De la confrontación entre Oriente y Occidente resultó una división geográfica, marcada por fronteras ideológicas, división que se transformó en la llamada Guerra Fría. Se podría decir que Oriente estaba formado por un grupo de países cuyos gobiernos se decían marxistas-leninistas. Suele decirse que el bloque de Occidente lo formaban países que se oponían a esa ideología. Sin embargo, esa definición de Occidente, (los países que se oponían al marxismo-leninismo), basada sólo en los aspectos económicos y políticos, no es completa, pues mientras el marxismo leninismo tiene una concepción del hombre que niega lo trascendente, – y que en los países donde dominaba era la ideología oficial y obligatoria, – los países de Occidente también tenían una concepción de la persona humana que, aunque en la ideología capitalista comparten el materialismo de de los países del bloque oriental, sin embargo, la concepción del ser humano en un buen grupo de países de occidente, tenía y tiene como fuente, por lo menos elementos de las culturas griega, romana y judeo-cristiana, que respetan a la persona humana, dotada no sólo de cuerpo sino también de alma o espíritu, y capaz de una relación con Dios.[1]

Los países respetuosos de esa concepción del hombre, deberían regirse por valores distintos a los que enmarcan la ideología marxista-leninista. Si los países de Occidente son fieles a su herencia judeo-cristiana, se deberían regir por valores como la justicia y el derecho sobre la fuerza; la razón sobre la arbitrariedad. En los países cristianos el amor al prójimo debería ser su máxima ley. 

  

La falta de vivienda, señal de cuán lejos estamos del desarrollo

 

Volvamos al primer punto considerado por Juan Pablo II en su análisis de la realidad: las señales claras del deterioro de las diferencias entre ricos y pobres. Entre esas señales el Papa cita  La falta de vivienda, de la cual dice en su encíclica que es un problema  (…) digno de ser considerado como signo o síntesis de toda una serie de insuficiencias económicas, sociales, culturales o simplemente humanas; y, teniendo en cuenta la extensión del fenómeno, no debería ser difícil convencerse de cuan lejos estamos del auténtico desarrollo de los pueblos.

 

Todos dependemos de todos

 

El segundo elemento de la realidad señalado por Juan Pablo II, es el de la interdependencia de las naciones, que ahora podemos equiparar al fenómeno de la globalización, por el cual  / cada vez más todos dependemos de todos. Juan Pablo II observa que esa interdepedencia conduce a que el destino de la humanidad sea cada vez más un destino común y que por lo tanto, a la larga, – en sus palabras, – el desarrollo es para todos o no es para nadie.

Una consecuencia de la interdependencia de las naciones es, por lo tanto, que para el desarrollo integral, la solidaridad se hace indispensable, y como dice Benedicto XVI en Caritas in veritate (La caridad en la verdad),  La solidaridad consiste en primer lugar / en que todos se sientan responsables de todos; de manera que la responsabilidad no se puede descargar toda en el Estado. Esa carga hay que repartirla entre todos.

 

Fracaso del marxismo y del capitalismo

 

 

Dice también Juan Pablo II, que como es patente, el desarrollo integral de todos y para todos, no se ha conseguido ni bajo el marxismo ni bajo el capitalismo liberal, y se pregunta, como nos preguntamos nosotros en la actual crisis económica del mundo, si no se ha llegado ya al límite de lo que pueden ofrecer los sistemas económicos capitalista y socialista, y si no es necesaria una transformación desde los fundamentos mismos de esas teorías. Los teóricos de la economía y de la política tendrían que pensar en otros caminos ante el fracaso del capitalismo y del marxismo.

Tengamos presente que los sistemas marxista y capitalista comparten en común su materialismo y la subordinación de la persona humana a la economía, al capital. La persona humana queda subordinada a las exigencias de la planificación económica, en el marxismo, y al lucro, – a la ganancia,- en el capitalismo. Ninguno de los dos sistemas se orienta hacia el desarrollo integral, del ser humano total, pues sólo tienen en cuenta las necesidades que puede satisfacer la economía e ignoran sus necesidades y posiblidades en  lo intelectual, lo espiritual, lo sobrenatural.

 

La escalada militar

 

Sobre la división del hemisferio norte en dos bloques: oriente-occidente, dijimos que la confrontación ideológica se transformó en la llamada guerra fría. Juan Pablo II observa en su análisis de la realidad, que una consecuencia grave de la contraposición de ideologías, en los países del hemisferio norte, fue que el afán de dominio condujo a la escalada militar. El mundo vivió en ascuas, temiendo los horrores de una guerra nuclear. Cada uno de los bloques y de los países que los conformaban, trató de armarse mejor que el otro.

Hoy vamos a detenernos para reflexionar sobre las implicaciones negativas que la división del mundo del hemisferio norte, en bloques ideológicos, políticos y militares, acarreó a los países del hemisferio sur, nosotros, los países en vías de desarrollo.

Los efectos de la división de los países del hemisferio norte en dos bloques, Oriente-Occidente, se sintieron en los países del llamado tercer mundo, en el terreno ideológico, en lo económico, en lo político y en lo militar.[2]

 

¿Qué es el tercer mundo?

Una pequeña digresión: ¿de dónde resultó el nombre de países del tercer mundo? ¿No eran acaso sólo dos mundos: el de las potencias de ambos bloques en conflicto, que se suponía eran los que habían alcanzado el desarrollo económico, y el otro, el mundo de los países en vías de desarrollo?

 

Ese mundo bipolar, Oriente-Occidente, encabezado por las dos superpotencias Moscú-Washington, tuvo modificaciones con el paso del tiempo. El poderío de Moscú se amplió con la formación, en 1949, del bloque chino-soviético que muchos consideraron duradero y hasta monolítico. A pesar de la ideología marxista leninista, que compartían los gobiernos de la Unión Soviética y China,  en menos de quince años China y la Unión Soviética se convirteron en rivales. El gobierno de China comenzó entonces a hablar de tres mundos: el primero, de las dos superpotencias, el segundo, de otros países desarrollados industrializados; y el tercero, de los demás.[3] 

El pensamiento materialista de los dos bloques, Oriente-Occidente se propagó por los países del tercer mundo. Cada bloque trató de extender su dominio ideológico, utilizando las corrientes políticas de la región y no raras veces por medios violentos. Los países del sur, por sus necesidades económicas, se vieron obligados, (en palabras del Juan Pablo II), a convertirse en piezas  de un mecanismo y de un engranaje gigantesco. Esa situación tuvo implicaciones en el desarrollo de nuestros países, como podemos comprender en las siguientes palabras de Juan Pablo II en el N° 22 de Solicitudo rei socialis:

Los Países subdesarrollados, en vez de transformarse en Naciones autónomas, preocupadas de su propia marcha hacia la justa participación en los bienes y servicios destinados a todos, se convierten en piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco.

 

El “divorcio” de Pekín-Moscú

 

Las diferencias ideológicas entre los bloques Oriente-Occidente sufrieron modificaciones que debemos considerar. Las rivalidades  entre Pekín y Moscú tuvieron efectos en América Latina: los partidos comunistas en nuestros países optaron por una u otra orientación: línea Moscú o línea Pekín. Se fundaron entonces movimientos comunistas diversos que se separaron del partido comunista oficial, que siguió fiel a las orientaciones de Moscú. Con el tiempo, en Colombia se han vuelto a fusionar, por lo menos formalmente, uniéndose a otros partidos o movimentos, con diversos nombres como, primero a la llamada Unión Patriótica y ahora al Polo Democrático Alternativo.

 

Marxismo y capitalismo: un desarrollo limitado a lo económico

 

En el campo ideológico, tanto el capitalismo como el marxismo parten de una concepción del ser humano recortada, insuficiente. La concepción materialista de la persona humana conduce a  una concepción del desarrollo mismo, de los hombres y de los pueblos, acorde con su materialismo.  Para el marxismo y el capitalismo liberal sólo cuenta el desarrollo material. Sobre esa base no es posible construir un desarrollo integral. Como observa la encíclica Sollicitudo rei socialis (La preocupación social de la Iglesia), en el N° 33:

Hoy, quizá más que antes, se percibe con mayor claridad la contradicción intrínseca de un desarrollo limitado sólo a lo económico. Este tipo de desarrollo subordina fácilmente la persona humana y sus necesidades más profundas a las exigencias de la planificación económica o de la ganancia exclusiva.

 

Cuando menciona la ganancia exclusiva, el Papa se refiere al sistema capitalista, que tiene como “dogma” el lucro, y la mención de las exigencias de la planificación económica, se refiere al sistema colectivista del marxismo. Los dos sistemas tienen una concepción sesgada de la persona humana, en la cual sólo cuenta la dimensión económica y por eso el desarrollo se limita a la producción de bienes económicos y se da prioridad a la ganancia privada, en el capitalismo, y a la ganancia pública en el colectivismo marxista. Por eso a éste último lo llaman capitalismo de Estado.

Juan Pablo II critica a las grandes potencias en Sollicitudo rei socialis; y es que como hemos visto, la rivalidad entre esos dos bloques se extendió a todo el mundo; los demás países se vieron obligados a adherir a uno u otro bloque; algunos por conveniencia geográfica, otros fueron obligados por las necesidades de su economía, por las exigencias del mercado o porque ideológicamente sus gobiernos simpatizaban más con un bloque que con otro.

 

 

La revolución cubana y la crisis de los misiles

 

El triunfo de la revolución cubana afectó a la región, que por lo menos por su ubicación geográfica, estaba más con el bloque de Washington. La política de apoyo del gobierno marxista-leninista de Cuba a los grupos guerrilleros en América Latina y su actitud beligerante condujo a que en 1962, la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores excluyera al gobierno de la Habana de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Cuando la Unión Soviética pretendió instalar misiles en Cuba, y puso a la humanidad en una grave crisis, en la que se temió podría provocar una catástrofe nuclear,- por una paradoja de esas que  suceden en la política, – las negociaciones entre los EE.UU. y la Unión Soviética abrieron una importante etapa de diálogo entre Moscú y Washington.

 

Cuando se prefieren las armas al desarrollo

 

Sigamos nuestra consideración de las consecuencias del militarismo. Cuando los países dedican su esfuerzo a cuidarse de los otros, el esfuerzo militar absorbe los recursos económicos que se deberían dedicar al propio desarrollo y al desarrollo solidario de los países más atrasados.

Juan Pablo II fue duro con los dos bloques, de Oriente y Occidente,  por su indiferencia con los países pobres a los que debían prestar atención. En el N° 23 de Solicitudo rei socialis  (La preocupación social de la Iglesia), dice el Santo Padre:

La afirmación de la Encíclica Populorum Progressio, de que los recursos destinados a la producción de armas deben ser empleados en aliviar la miseria de las poblaciones necesitadas (54), hace más urgente el llamado a superar la contraposición entre los dos bloques.

Hoy, en la práctica, tales recursos sirven para asegurar que cada uno de los dos bloques pueda prevalecer sobre el otro, y garantizar así la propia seguridad. Esta distorsión, que es un vicio de origen, dificulta a aquellas Naciones que, desde un punto de vista histórico, económico y político tienen la posibilidad de ejercer un liderazgo, al cumplir adecuadamente su deber de solidaridad en favor de los pueblos que aspiran a su pleno desarrollo.

Es oportuno afirmar aquí —y no debe parecer esto una exageración— que un papel de liderazgo entre las Naciones se puede justificar solamente con la posibilidad y la voluntad de contribuir, de manera más amplia y generosa, al bien común de todos.

Una Nación que cediese, más o menos conscientemente, a la tentación de cerrarse en sí misma, olvidando la responsabilidad que le confiere una cierta superioridad en el concierto de las Naciones, faltaría gravemente a un preciso deber ético. Esto es fácilmente reconocible en la contingencia histórica, en la que los creyentes entrevén las disposiciones de la divina Providencia que se sirve de las Naciones para la realización de sus planes, pero que también « hace vanos los proyectos de los pueblos » (cf. Sal 33 (32) 10).

Cuando Occidente parece inclinarse a unas formas de aislamiento creciente y egoísta, y Oriente, a su vez, parece ignorar por motivos discutibles su deber de cooperación para aliviar la miseria de los pueblos, uno se encuentra no sólo ante una traición de las legítimas esperanzas de la humanidad con consecuencias imprevisibles, sino ante una defección verdadera y propia respecto de una obligación moral.

 

El armamentismo insensato en América del Sur

Si consideramos la absurda situación a que nos están llevando en América del Sur, los países que dedican ingentes esfuerzos económicos para armarse con aviones de guerra, cohetes, submarinos y tanques, en una región que tiene dificultades internas, pero no confrontaciones militares con otros países; en una región pobre, donde un gran número de sus habitantes padece hambre y tiene necesidades enormes de vivienda, de educación y de atención de su salud, podemos concluir que esos gobernantes están bloqueando la realización de los planes de Dios, que les dio las riquezas materiales que poseen sus países, para que los administren con sabiduría, para que los ordenen al verdadero bien del hombre. [4]

A estas tragedias, que se podrían evitar, lleva la pretensión de quitar a Dios de en medio y de cambiarlo por figuras humanas engañosas  que administran con insensatez, como si al final no tuvieran que dar cuenta de su administración.[5]

 

Benedicto XVI, en El poder de Dios, esperanza nuestra, tiene esta reflexión que viene al caso:

(…) vivimos en un mundo creado por Dios con arreglo a unas pautas racionales; él nos confió ese mundo para que conozcamos con nuestro entendimiento los pensamientos del suyo y aprendamos a administrar, ordenar, configurar su creación a partir de ellos.[6]

 

América Latina es la región más inequitativa del mundo

 

Según un informe de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), Latinoamérica es la región más desigual, más inequitativa del mundo. En América Latina hay 230 millones de personas pobres y 110 millones que son indigentes. Sobre los dos países que más dinero están gastando en armamento, el informe de la CEPAL cuenta a Venezuela entre los casos más graves de pobreza. En ese país junto con Bolivia, Ecuador, Paraguay, y Perú, (…) los índices de indigencia tenderían a aumentar por efecto combinado de la caída en los ingresos de los estratos más desfavorecidos y por aumentos de la brecha de desigualdad.

 

Brasil no cumplirá la meta

 

Sobre el Brasil, el mismo informe dice que disminuirá la extrema pobreza a un ritmo más lento y no logrará cumplir con la meta comprometida con la ONU, de reducir la pobreza extrema en 50% antes de año 2015.[7] Las llamadas “favelas”, son el símbolo de la pobreza en el Brasil; se trata de viviendas extremadamente pobres, en donde no cuentan sus habitantes con los servicios básicos esenciales: no tienen agua corriente, ni luz eléctrica. En Río de Janeiro es muy conocida la favela llamada Rocinha, habitada por trabajadores pobres, indigentes y delincuentes, que lo convierten en un lugar casi inaccesible para la policía. Pero ese país puede gastar miles de millones de dólares en la compra de aviones de guerra y submarinos.

 

La situación de pobreza en Colombia

 

Si nos preguntamos sobre la situación de Colombia, sabemos que también nuestro país es inequitativo; sin embargo, según el citado informe de la CEPAL, Colombia, sería uno de los 7 países de la región, que junto con Argentina, Chile, Honduras, Panamá, República Dominicana y Uruguay, estarían en condiciones de reducir en 50 por ciento la extrema pobreza, antes de 2015. Ignoro si luego de la crisis económica esto será todavía posible.

Terminemos hoy recordando los datos sobre pobreza e indigencia en Colombia que habíamos comentado en una reflexión anterior (Reflexión 147, agosto 27, 2009).

Según información de la Misión de expertos que realizó el estudio, la pobreza  descendió de 53,7% en 2002 a 46 % en 2008. Parece un avance importante, pero que el 46%  de los habitantes de Colombia vivían en pobreza el año 2008, significa que había 20 millones doscientas mil personas pobres. Si Bogotá tiene 8 millones de habitantes, el número de pobres en Colombia es igual, aproximadamente, a 2 veces y media los habitantes de Bogotá.

 

Si es doloroso que tantos compatriotas vivan en pobreza, la situación de los que viven en indigencia es aún más triste; según ese mismo estudio, en el año 2008, 7 milllones novecientos mil colombianos vivían en pobreza extrema. Aproximadamente el número de habitantes de Bogotá.

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Sobre esta reflexión Cf Dr. José Carlos Brandi Aleixo, S.J., Visión de la Realidad Mundial y su influencia en América Latina. Aportes de la D.S.I., en: Memorias del 1er Congreso Latinoamericano de la D.S.I., Santiago de Chile, octubre 14-19 de 1991

[2] Cf Ildefonso Camacho, opus cit. Pg. 505ss

[3] Cf José Carlos Brandi Aleixo, S.J., opus cit  

[4] Cf Christifideles laici, 14 y Lumen gentium, 36

[5] Cf Lc 16, 1-13

[6] Cf Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, ORAR, Planeta Testimonio, Pg 20

[7] WEB, UNIVISIÓN.com, 17 de agosto, 2009, La pobreza en América Latina. Cf ibíd., Las favelas de Río de Janeiro

Reflexión 150 – Caritas in veritate (VIII)

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio, Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en, Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

¿Por qué han empeorado las diferencias entre pueblos ricos y pobres?

 

 

En la reflexión anterior comenzamos un rápido recorrido de Sollicitudo rei socialis, la encíclica de Juan Pablo II publicada como homenaje al “histórico” documento Populorum progressio, de Pablo VI. Este volver a la época de Juan Pablo II nos permitirá comprender mejor la D.S.I. en Caritas in veritate, la encíclica social de Benedicto XVI, que continúa la renovación de las enseñanzas sociales de la Iglesia según lo exigen las nuevas circunstancias.

 

Dijimos que el objetivo de la encíclica Sollicitudo rei socialis, de Juan Pablo II, es de carácter ético y doctrinal y que el Santo Padre continuó la reflexión de Pablo VI sobre el desarrollo, porque se podía verificar que la situación de grandes diferencias entre los pueblos ricos y los pobres, en vez de mejorar habían empeorado y era conveniente analizar las causas del deterioro. Algo parecido sucede ahora cuando Benedicto XVI escribe Caritas in veritate. La situación no es mejor; de hecho el mundo está en una crisis económica, como no se registraba desde los años 30. Son, sin embargo otras las circunstancias.

 

 

Hechos para tener en cuenta en el análisis de las diferencias

 

Recordemos el resultado del diagnóstico al que llega Juan Pablo II, luego de estudiar la realidad en el momento en que escribió Sollicitudo rei socialis:

 

a. Las diferencias entre los pobres y los ricos se han agravado.

 

b. Un hecho que se debe tener en cuenta en el análisis de esa situación es la interdependencia de los pueblos. (Hoy diríamos que un hecho de nuestro tiempo que hay que tener en cuenta es la globalización).

 

c. Es necesario analizar las causas políticas de las diferencias entre pueblos ricos y pobres: la división del mundo en dos bloques: oriente-occidente. Juan Pablo II vivió esa situación en su país, Polonia, y la de sus vecinos, dominados por dictaduras comunistas.

 

 

El subdesarrollo no es solamente económico

 

Anota el Papa que no sólo los indicadores económicos y sociales eran prueba del deterioro en el desarrollo de los pueblos, sino que se presentaban otras formas de pobreza, como la limitación o negación de los derechos humanos. El subdesarrollo no es solamente económico sino también simplemente humano, cultural, por ejemplo el analfabetismo y las limitaciones políticas, como la falta de libertad.

 

Entre los indicadores económicos negativos señala Juan Pablo II: la crisis de la vivienda, el desempleo y subempleo, la deuda externa, los millones de refugiados. Aunque al final del capítulo 3° de Sollicitudo rei socialis, se mencionan algunos signos de esperanza, el panorama presentado en la encíclica es bastante pesimista. Los signos positivos que se enumeran se refieren, no tanto a que se presenten mejores condiciones de vida, sino a una mejoría en la actitud de la gente: una viva preocupación por el respeto a los derechos humanos, el convencimiento de la necesidad de una radical interdependencia, acompañada de la solidaridad necesaria, pues la felicidad no se obtiene sin el esfuerzo y empeño de todos sin excepción. (N° 26 )

 

La situación actual del mundo nos indica que tenía razón Juan Pablo II: el panorama actual tampoco es alentador.

 

 

El Evangelio como criterio orientador en la administración del mundo

Es de particular interés recordar el análisis que Juan Pablo II hacía de la situación del desarrollo de los pueblos hace 20 años. Puede asombrar la claridad de la visión del Papa en el momento en que escribió Sollicitudo rei socialis, visión aplicable a su época y con los obvios cambios, visión también en alguna forma aplicable a nuestro tiempo. Al mismo tiempo es triste darnos cuenta de que la humanidad no parece querer aceptar el mensaje del Evangelio, para aplicarlo como criterio orientador en la administración del mundo que el Creador le entregó. La humanidad quiere seguir sus propios caminos, dominados por el egoísmo y la ambición, con resultados que siguen siendo negativos para el bien común. Hay hoy un perverso empeño en poner todos los obstáculos al Evangelio.

 

 

Violación de los derechos humanos de los grupos, pueblos y naciones

Vimos la semana pasada que de acuerdo con Juan Pablo II, no sólo los indicadores económicos y sociales señalaban el deterioro en el desarrollo de los pueblos, sino que se presentaban otras formas de pobreza, como la limitación o la negación de los derechos humanos. El Papa nos hacía caer en la cuenta de que el subdesarrollo no es solamente económico sino también cultural, político y simplemente humano. Se refería a la violación de los derechos humanos, no solo de las personas individualmente consideradas, sino violación a los derechos humanos de los grupos, de los pueblos y de las naciones (SRS 15c y 21c).

 

Se preguntaba Juan Pablo II si la triste realidad de hoy no será, al menos en parte, el resultado de una concepción demasiado limitada, es decir, prevalentemente económica, del desarrollo.

La Iglesia insiste,- lo vuelve a hacer Benedicto XVI en Caritas in veritate, – que el desarrollo no es auténtico desarrollo, si no es integral, es decir, si no tiene en cuenta al ser humano completo y limita sus aspiraciones de desarrollo a la acumulación de bienes materiales. El materialismo es inhumano: priva a la persona humana de su valor más precioso: el ser imagen de Dios.

 

 

Limitar al ser humano a lo material atenta contra la economía

El pretender como fin del desarrollo de las personas y de los pueblos, sólo la posesión y crecimiento de bienes materiales, ignorando al ser humano íntegral, que tiene como fin una vida superior, – no solo comer, beber, reproducirse y morir, -que por su naturaleza trascendente, también tiene necesidades y potencialidades de crecimiento intelectuales, espirituales, sobrenaturales, y que se debe orientar por valores morales, éticos,- esa concepción de un ser humano limitado a lo material, no sólo atenta contra la dignidad de la persona humana, que es más que materia deleznable,- sino que atenta contra la misma economía, como lo demuestran las sucesivas crisis del mundo.[1]

Pablo VI en Populorum progressio, en el N° 42 nos explica la concepción del humanismo desde la fe. Leamos unas líneas:

 

Es un humanismo pleno el que hay que promover. ¿Qué quiere decir esto/ sino el desarrollo integral de todo hombre y de todos los hombres? Un humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios, que es la fuente de ellos, podría aparentemente triunfar. Ciertamente el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero «al fin y al cabo, sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano». No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre a lo Absoluto, en el reconocimiento de una vocación, que da la idea verdadera de la vida humana. Lejos de ser norma última de los valores, el hombre no se realiza a sí mismo si no es superándose. Según la tan acertada expresión de Pascal: «el hombre supera infinitamente al hombre»

El amor corazón de la D.S.I.

Benedicto XVI en Caritas in veritate nos enseña que el amor es el corazón de la doctrina de la Iglesia sobre la justicia y la sociedad. Nuestro origen en Dios y nuestra unión como familia humana deben guiar tanto nuestras relaciones individuales con nuestra familia, amigos y grupos a los que pertenecemos, como nuestras relaciones consideradas en la sociedad y en las esferas económicas y políticas. En el N° 2 de Caritas in veritate dice Benedicto XVI:

La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40). Ella da verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. Para la Iglesia —aleccionada por el Evangelio—, la caridad es todo porque, como enseña San Juan (cf. 1 Jn 4,8.16) y como he recordado en mi primera Carta encíclica «Dios es caridad» (Deus caritas est): todo proviene de la caridad de Dios, todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza.

Un hecho condicionante: la interdependencia

Volvamos a Sollicitudo rei socialis. Juan Pablo II, como vimos, describe primero la oscura situación del mundo. En un segundo paso presenta como un hecho que condiciona ese proceso de deterioro del mundo, la interdependencia de los pueblos (SRS, 26). Esa interdependencia,- que continúa ahora en el proceso de globalización,- se manifiesta en las relaciones económicas internacionales, en la apertura económica hacia las demás naciones, la reducción de la distancias gracias a los modernos medios de transporte, la facilidad en las comunicaciones y la importancia que han tomado las organizaciones y estructuras supranacionales, como la Banca multilateral.

 

Recordemos que la Banca Multilateral está compuesta por todos los Bancos internacionalres de Desarrollo como el Banco Interamericano de Desarrollo-BID, el Banco Mundial, en nuestro medio, la Corporación Andina de Fomento, entre otros. Se supone que la función principal de esa banca es apoyar el desarrollo en países emergentes, mediante el otorgamiento de préstamos y la asistencia técnica.

 

Con interdependencia, un destino común

La interdependencia entre todas las naciones, debido a las relaciones estrechas entre ellas, no es que sea mala en sí misma, sino que, según Juan Pablo II, una de sus consecuencias es que el destino de la humanidad sea cada vez más común. Y añade que si esa interdependencia se separa de las exigencias éticas, las consecuencias son funestas para los más débiles. (SRS 17) Y es bien interesante la visión de Juan Pablo II, cuando añade en la misma encíclica Sollicitudo rei socialis:

Más aún: esta interdependencia, por una especie de dinámica interior, y bajo el empuje de mecanismos que no pueden dejar de ser calificados de perversos, provoca efectos negativos hasta en los países ricos. Precisamente dentro de estos países se encuentran, aunque en menor medida, las manifestaciones más específicas del subdesarrollo. De suerte que debería ser una cosa sabida/ que el desarrollo o se convierte en un hecho común a todas las partes del mundo, o sufre un proceso de retroceso aun en las zonas marcadas por un constante progreso. Fenómeno este particularmente indicador de la naturaleza del auténtico desarrollo: o participan de él todas las naciones del mundo / o no será tal ciertamente.

El desarrollo o es de todos o no es de ninguno

Entre los indicadores específicos del subdesarrollo, que afectan de modo creciente también a los países desarrollados, hay dos particularmente reveladores de una situación dramática. En primer lugar, la crisis de la vivienda. En el Año Internacional de las personas sin techo, querido por la Organización de las Naciones Unidas, la atención se dirigía a los millones de seres humanos carentes de una vivienda adecuada o hasta sin vivienda alguna, con el fin de despertar la conciencia de todos y de encontrar una solución a este grave problema, que comporta consecuencias negativas a nivel individual, familiar y social.[2]

La falta de viviendas se verifica a nivel universal y se debe, en parte, al fenómeno siempre creciente de la urbanización.[3] Hasta los mismos pueblos más desarrollados presentan el triste espectáculo de individuos y familias que se esfuerzan literalmente por sobrevivir, sin techo o con uno tan precario que es como si no se tuviera.

 

La falta de vivienda: síntesis de toda una serie de insuficiencias económicas

La falta de vivienda, que es un problema en sí mismo bastante grave, es digno de ser considerado como signo o síntesis de toda una serie de insuficiencias económicas, sociales, culturales o simplemente humanas; y, teniendo en cuenta la extensión del fenómeno, no debería ser difícil convencerse de cuan lejos estamos del auténtico desarrollo de los pueblos.

Tengamos presente que, una de las causas de la actual profunda crisis económica y financiera en los EE.UU. fue el manejo no ético de los préstamos de vivienda. El deseo imperioso de poseer un techo volcó a un inmenso número de familias a comprometerse con préstamos impagables, promovidos por las entidades de crédito. La falta de vivienda, si es más grave en los países en vías de desarrollo, tampoco se ha resuelto en los países ricos.

La actual crisis demuestra que Juan Pablo II tenía razón en su apreciación de que la interdependencia, – la globalización podemos decir hoy, – si se aparta de las exigencias éticas, atenta contra la misma economía mundial.

Ya se insinuaba en el análisis que de la situación hizo Sollicitudo rei socialis, el interrogante que en la crisis actual nos hacemos todos: si no se ha llegado ya al límite de los actuales sistemas económicos capitalista y socialista, y si no es necesaria una transformación desde los fundamentos mismos de esas teorías.[4] Juan Pablo II había intuído que a la larga, el desarrollo es para todos o no es para nadie, y es patente que no se ha conseguido ni bajo el marxismo ni bajo el capitalismo liberal.

La solidaridad consiste en que todos se sientan responsables de todos

 

 

Continuemos con el análisis de la situación que Juan Pablo II hace en Sollicitudo rei socialis. Una consecuencia de la interdependencia de las naciones es que hace indispensable la solidaridad. El llamamiento a la solidaridad es quizás el mensaje central de Juan Pablo II en Sollicitudo rei socialis. Benedicto XVI cuando, en el capítulo tercero de Caritas in veritate, trata sobre Fraternidad, Desarrollo Económico y Sociedad Civil, dice que La solidaridad consiste en primer lugar en que todos se sientan responsables de todos; por lo tanto no se la puede dejar solamente en manos del Estado (N° 38). Ya veremos cómo Benedicto XVI da importancia al sentido del don, de la gratuidad, concepto desconocido en el ambiente mercantil, en el cual el único principio es el lucro. Es común el dicho: “A uno no le regalan nada”, o también: “A mí nadie me ha regalado nada”.

Todos somos responsables de todos. Lo que importa y significa el concepto cristiano del don, del dar gratis. Pensamientos bien importantes que hay que desarrollar más adelante.

Los bloques político-militares oriente-occidente raíz de los males del hemisferio sur

Continuemos con Sollicitudo rei socialis. Después del análisis sobre la interdependencia de las naciones y de sus consecuencias, Juan Pablo II analiza las causas políticas de las diferencias entre pueblos ricos y pobres. El Papa señala que el cuadro político de los dos bloques: Oriente-Occidente, inspirado el uno en el sistema colectivista marxista y el otro en los principios del capitalismo liberal, – ese cuadro de la división en dos bloques -es la raíz última de los problemas del hemisferio sur.[5]

De manera que las diferencias políticas entre oriente y occidente tenían consecuencias negativas en el hemisferio sur, es decir en nuestras naciones. Y es que las naciones del sur quedamos bajo la influencia de uno de los dos bloques. Algunos gobiernos escogieron uno u otro bloque; a otros les tocó por su situación geográfica y todavía a otros, los obligaron por la fuerza. El dinero que se debería haber empleado en el desarrollo se empleó en la carrera armamentista, la propaganda, el adoctrinamiento.

Repetimos la triste historia

Pensemos en la situación de Colombia hoy, cuando sus vecinos se están devolviendo al socialismo, y el presidente de Venezuela trata de aislarnos con la manipulación del comercio entre los dos países. Los más perjudicados son los trabajadores que viven del comercio entre nuestros países.

Las consecuencias negativas de la contraposición de bloques políticos no se originan en que libremente se escoja uno u otro sistema de organización de la sociedad, sino en la pretensión de presentarse cada sistema como el único aceptable, y en tratar de imponer a los demás por la fuerza y a cualquier precio, la voluntad de sus dirigentes. SRS en el N° 37 explica esa posición como un mal moral, fruto de muchos pecados, como la sed de poder, que llevan a una estructura de pecado.

Diversas ideologías, diversas visiones del ser humano

Las posiciones políticas contradictorias (marxismo-capitalismo) no afectan solamente a los sistemas de gobierno; como se originan en ideologías diversas, que tienen visiones distintas del ser humano, de su libertad y de su misión en la sociedad,[6] afectan a toda la organización social.

Esas maneras diversas de entender al hombre y a la sociedad conducen no sólo a sistemas políticos distintos, sino también a modelos económicos diversos, que incluyen formas contrapuestas, entre otras, de la organización del trabajo y de las estructuras de la propiedad.

Se sacrifica a la persona en beneficio de la economía

Debemos tener en cuenta que los sistemas marxista y capitalista comparten en común su materialismo y la subordinación de la persona humana a la economía, al capital. La persona humana queda subordinada a las exigencias de la planificación económica, en el marxismo y al lucro, en el capitalismo. Un desarrollo orientado por esas ideologías no es un desarrollo integral, pues se tiene en cuenta solamente el desarrollo de la dimensión económica; en ellas el hombre queda al servicio de la economía y no la economía al servicio del hombre. Se sacrifica a la persona en beneficio de la economía. Se maltrata al ser humano, se le exigen sacrificios injustos, en favor de una economía que para nada lo favorece.

La carrera armamentista

Una consecuencia grave de la contraposición de ideologías, en los países del hemisferio norte, fue que el afán de dominio condujo a la escalada militar. El mundo vivió en ascuas, temiendo los horrores de una guerra nuclear. Cada uno de los bloques y de los países que los conformaban, trató de armarse mejor que el otro. Dice Juan Pablo II en el N° 20, de Sollicitudo rei socialis:

Es inevitable que la contraposición ideológica, al desarrollar sistemas y centros antagónicos de poder, con sus formas de propaganda y de doctrina, se convirtiera en una creciente contraposición militar, dando origen a dos bloques de potencias armadas, cada uno desconfiado y temeroso del prevalecer ajeno.

A su vez, las relaciones internacionales no podían dejar de resentir los efectos de esta «lógica de los bloques » y de sus respectivas « esferas de influencia». Nacida al final de la segunda guerra mundial, la tensión entre ambos bloques ha dominado los cuarenta años sucesivos, asumiendo unas veces el carácter de « guerra fría », otras de «guerra por poder» mediante la instrumentalización de conflictos locales, o bien teniendo el ánimo angustiado y en suspenso ante la amenaza de una guerra abierta y total.

Si en el momento actual tal peligro parece que es más remoto, aun sin haber desaparecido completamente, y si se ha llegado a un primer acuerdo sobre las destrucción de cierto tipo de armamento nuclear, la existencia y la contraposición de bloques no deja de ser todavía un hecho real y preocupante, que sigue condicionando el panorama mundial.

Los países pequeños repiten los errores de los grandes

Preocupa que la historia parece repetirse: la memoria del ser humano es frágil y tiende a repetir los mismos errores. Se vuelve a hablar ahora, también en nuestros países pobres, de potencias nucleares, de gastar en aviones, tanques y buques de guerra lo que se debería emplear en satisfacer el hambre, la falta de vivienda, la educación, la salud.[7]

Cuando Juan Pablo II escribió Sollicitudo rei socialis, aparecía una luz de esperanza: Gorbachov dejaba ver en su libro Perestroika. Un mensaje a Rusia y al mundo entero, que era posible un comienzo de distensión. La economía de Rusia, sofocada por los gastos militares y la ineficacia administrativa, llevó a ese país a una situación insostenible que cambió su historia. Voy a leer unas líneas del mencionado libro de Gorbachov, donde expone su cambio de actitud. Dice:

(…) me gustaría dejar bien claro que, aunque nosotros, los soviéticos, estamos a favor del socialismo ( y ya he explicado por qué), no pretendemos imponer nuestras opiniones a nadie. Que cada cual tome sus propias decisiones; ya se encargará la historia de ponerlo todo en su lugar (33-34)[8]


[1] Cf WEB Caritas in veritate, en el actual debate filosófico-social, entrevista con el filósofo Rodrigo Guerra López Véase también: “Visión cristiana del hombre y del desarrollo, http://www.instituto-social-leonxiii.org/articulos/pdf/2009TeresaCompte.pdf

[2] La Santa Sede se asoció a la celebración de ese Año Internacional con el documento de la Pontificia Comisión Justicia y Paz: ¿Qué has hecho tú de tu hermano sin techo? La Iglesia ante la crisis de la vivienda (27 de diciembre, 1987). En 1982 la ONU designó a 1987 como el Año Internacional de las personas sin hogar.

[3] Cf Pablo VI, Octogesima adveniens, 8-9

[4] Cf Ildefonso Camacho, opus cit Pg. 501

[5] Ildefonso Camacho, opus cit., Pg. 501ss

[6] Sobre estas ideas véase Sollicitudo rei socialis, 20f y Octogesima adveniens 26-36.

[7] En estos días,- septiembre 2009, – el presidente de Brasil, Lula da Silva, adelanta negociaciones con Francia, para adquirir aviones de combate, submarinos , helicópteros de transporte militar y el casco de un submarino que Brasil pretende transformar en nuclear. Las transacciones se calculan en 5.000 millones de euros, Portafolio, 8 de septiembre, 2009, 18. Chaves, presidente de Venezuela, visita a Rusia para continuar sus negociaciones armamantistas. Ya estuvo en Irán y Libia estrechando su amistad revolucionaria con esos líderes, que no son pacifistas.

[8] Citado por Ildefonso Camacho, opus cit., nota 18, Pg 504

Reflexión 149 Caritas in veritate (VII)

 

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio,  Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en, Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

 

 

Del Vaticano II al Sínodo de 1974

 

 

En el estudio de los antecedentes históricos de la encíclica social de Benedicto XVI Caritas in veritate, hemos recorrido ya el camino desde la constitución pastoral Gaudium et spes, del segundo Concilio Vaticano, hasta los documentos de los Sínodos de los Obispos de 1971 y 1974, en el pontificado de Pablo VI, a quien hemos reconocido como un Papa muy comprometido con los pobres, defensor y vocero de los pueblos sin voz en los grandes foros internacionales.

 

 

Vayamos ahora a Populorum progressio

 

 

Vayamos ahora a Populorum progressio, la encíclica de Pablo VI sobre el desarrollo de los pueblos. Precisamente en la celebración de los 40 años de la publicación de esta encíclica Benedicto XVI ha  entregado al mundo la encíclica Caridad en la verdad, que es una luz en medio de la oscuridad de la crisis económica y financiera del mundo.

 

Habíamos dicho que la orientación de Populorum progressio se puede resumir en tres palabras, que son: urgencia, acción y solidaridad. Las tres palabras se refieren a un desarrollo económico integral y solidario, que se requiere con urgencia y que hay que buscarlo de manera activa y solidaria: es urgente y requiere acción de todos, solidaria.

 

Encontramos también ya en la encíclica de Pablo VI una clara  decisión de optar por la defensa de los pueblos más atrasados de la tierra que como dijimos, convierte al Papa en su vocero y defensor. No es extraño que de allí en adelante la Iglesia declare repetidamente, como lo hizo en Aparecida y antes en Puebla y Santo Domingo, su opción preferencial por los pobres.

 

Tengamos presente que cuando Populorum progressio habla de solidaridad se refiere al desarrollo integral solidario. El contenido de esta encíclica se divide en dos partes, de acuerdo con las dos dimensiones del auténtico desarrollo, que debe ser: integral y solidario. Las dos dimensiones deben ir juntas. Por eso en los números 43-44, Pablo VI dice que el desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad.

 

En el desarrollo, la connotación integral se refiere al desarrollo que debe darse en la persona humana completa, no sólo en lo material, sino teniendo en cuenta su ser trascendente, y que el desarrollo debe ser solidario se refiere a un esfuerzo conjunto de toda la humanidad para garantizar el desarrollo a través de las relaciones (económicas y sociales) entre los pueblos, esfuerzo (…) donde la principal responsabilidad corresponde a los pueblos más favorecidos.

 

 

Pueblos de primera y de segunda categoría

 

Con solidaridad hay que trabajar para que termine esa discriminatoria clasificación en pueblos desarrollados y subdesarrollados, pueblos ricos y pueblos pobres, en una palabra, pueblos de primera y de segunda categoría. La globalización, tan mencionada ahora, debería orientarse hacia la consecución de una globalización, en el sentido de una comunidad universal, la unión de  todos los pueblos en igualdad de condiciones de desarrollo.

 

No podemos olvidar que Juan Pablo II celebró los 20 años de Populorum progressio con su encíclica Sollicitudo rei socialis (La preocupación social de la Iglesia). Si tratamos de poner en contexto la encíclica Caritas in veritate, sería imperdonable pasar por alto la encíclica de Juan Pablo II. Es un paso adelante en el desarrollo de la D.S.I. Si nos detenemos en Sollicitudo rei socialis, abarcamos igualmente a Populorum progressio, por eso vamos a pasar directamente a Sollicitudo rei socialis, de Juan Pablo II.

 

 

¿Cómo se preparó Sollicitudo rei socialis?

 

La encíclica Sollicitudo rei socialis fue objeto de un cuidadoso estudio previo y tuvo aportes de varios especialistas en los temas que trata. Se comenzó con una consulta del Pontificio Consejo Justicia y Paz a las Conferencias Episcopales de toda la Iglesia, con motivo del aniversario de la encíclica Populorum progressio. De las respuestas de los obispos se elaboró un catálogo de problemas del mundo y de su estudio se encargó a algunos expertos. Citan los historiadores de la encíclica, en particular al jesuita francés Jean-Ives Calvez y al sacerdote polaco Tadeusz Styczen.[1]

 

Debemos saber que un documento tan importante como una encíclica lo prepara la Iglesia con mucho esmero. El Papa cuenta con muy buenos asesores, conocedores de los temas que va a tratar. Es que el Espíritu Santo quiere que pongamos los seres humanos nuestra parte, que hagamos el esfuerzo. Él está allí para inspirar y apoyar, pero no es del modo de actuar Dios, asumir todo el trabajo. Para eso dotó al ser humano de inteligencia, de talentos que debe usar y de cuyo uso tendrá que dar cuenta.

 

 

San Ignacio de Loyola

Ingenuamente providencialista y concienzudamente racional

 

Sobre el papel de la persona humana en las obras apostólicas,  San Ignacio de Loyola proponía como norma la que él practicaba: confiar en Dios como si todo dependiera de Él  y poner los medios humanos como si todo dependiera de nosotros. De él dice un autor que era ingenuamente providencialista y concienzudamente racional.[2]

 

 

En la redacción de Sollicitudo rei socialis tomaron parte, además de Juan Pablo II, quien personalmente escribió algunas partes de su puño y letra y revisó y corrigió todo, el vicepresidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, – el argentino Monseñor Jorge Mejía, – los ya nombrados padres Calvez y Styczen, el dominico P. Carlos Soria y antes de su publicación revisaron el texto algunos cardenales, entre otros el entonces Cardenal Ratzinger. El proceso de la concienzuda  preparación de Sollicitudo rei socialis retrasó un poco su publicación, que se quería coincidiera con el vigésimo aniversario de Populorum progressio. Como recordamos, la encíclica de Pablo VI se publicó en 1967 y la de Juan Pablo II en 1988.

 

 

Recorranos, someramente, el contenido de Sollicitudo rei socialis. Esta presentación nos puede ser muy útil para comprender luego en su contexto la encíclica Caritas in veritate.

 

Continuidad y renovación de la D.S.I.=validez

 

Juan Pablo II empieza por explicar en la introducción, que su encíclica tiene dos objetivos: conmemorar el 20 aniversario de Populorum progressio y afirmar la continuidad y al mismo tiempo la renovación de la D.S.I., con lo cual se destaca su perenne validez.

 

El contenido de Sollicitudo rei socialis lo explica Juan Pablo II anotando que el mundo, que vive en perpetua aceleración, ha sufrido notables cambios desde Populorum progressio y por eso es necesario continuar la reflexión sobre la dimensión moral del desarrollo y el alcance mundial de sus problemas.  Podemos darnos cuenta de que estas anotaciones son aplicables también a Caritas in veritate: los continuos cambios en el mundo, con nuevos problemas, que hacen necesaria la necesidad de una nueva reflexión sobre la dimensión moral, ética, de los problemas del desarrollo.

 

Podemos ver en esta primera parte de Sollicitudo rei socialis (La preocupación social de la Iglesia) que se asume la metodología de VER-JUZGAR-ACTUAR: se presenta en los capítulo 3° a 6° una visión de la situación del mundo en el tema del desarrollo. En el capítulo 3° se trata, en particular, sobre las causas políticas de los problemas del desarrollo; recordemos que el mundo se encontraba entonces dividido en los bloques oriente-occidente. Después de la presentación del panorama mundial sigue en el proceso el paso llamado JUZGAR esa realidad con una reflexión ética y cristiana  (cc. 4° y 5°, hasta el N° 38). En el tercer paso, ACTUAR, se proponen las líneas de acción (capítulo 5° desde el N° 39 y el cap. 6°) El capítulo final (7°) termina con una breve conclusión.

 

En esta breve síntesis del orden de presentación de Sollicitudo rei socialis observamos que luego del comprender la realidad del mundo en el tema del desarrollo se hace un juicio moral de la solución, no un juicio sobre lo acertado de las soluciones técnicas. La orientación de toda la D.S.I. es ética y religiosa; se tratan los problemas del mundo desde la fe y desde  la moral natural. Ese es el juicio en el 2° paso, -JUZGAR,- después de VER. En ACTUAR, en esta encíclica Sollicitudo rei socialis no se pretende ofrecer soluciones de orden técnico, sino orientaciones sobre el camino por el que deben dirigirse los esfuerzos, de acuerdo con el Evangelio. Claro que al estudiar la situación del mundo es necesario tener en cuenta terrenos de la economía y de la política o se estaría fuera de la realidad de que se trata. En el caso de Juan Pablo II un elemento nuevo es la consideración de la dimensión internacional de la D.S.I. Las exigencias de la D.S.I. en el campo internacional. [3]

 

 

Los tres niveles de discurso en Sollicitudo rei socialis

 

En el desarrollo de esta encíclica se pueden observar tres niveles de discurso: el primero lo podemos llamar reflexión sociopolítica, en el primer paso, VER; en él se utilizan los métodos de las ciencias sociales para interpretar las crecientes diferencias entre naciones ricas y pobres. Esas interpretaciones fueron especialmente criticadas en los respectivos medios, cuando en la encíclica se rechazan el capitalismo liberal y el colectivismo marxista.

 

No es, sin embargo, el sociopolítico el tema esencial de la encíclica; es necesario tenerlo en cuenta para tener claridad sobre la situación del mundo, pero el objetivo esencial de Sollicitudo rei socialis es ofrecer una reflexión ética y cristiana sobre la realidad económica.

 

Miremos a qué se refiere esto de las reflexiones ética y cristiana que se pueden observar en la encíclica de Juan Pablo II. [4]

 

La reflexión ética pertenece al ámbito de la ética natural. Recordemos que la ética natural busca fundamentos no religiosos, para diferenciar lo bueno de lo malo. Pensaron los estudiosos de la ética, que es conveniente buscar razones para que, cada persona individualmente, pudiera encontrar razones no religiosas para obrar bien, pues esas razones o fundamentos, en la distinción entre el bien y el mal, deben ser útiles también a los no creyentes. Sucede sin embargo, que las personas vivimos en comunidad, en sociedad y

 

una persona puede obrar de forma impecable, con la mejor voluntad y la mejor intención, y encontrarse con que los resultados de su actuación son catastróficos. Y no sólo porque las consecuencias de nuestras acciones no siempre están en nuestras manos, sino también porque nuestras decisiones se unen a las de otros y el resultado final es el de la «acción colectiva», y no el de la acción individual.[5]

Un ejemplo claro de una decisión individual de la cual resultan consecuencias que afectan a la comunidad para bien o para mal, es la decisión del voto. En las elecciones cada ciudadano escoge libremente y según su conciencia por quién debe votar, pero ese voto individual se suma a los de todos los demás. Mi decisión permite la elección de buenos  o malos candidatos, que ayuden o pongan obstáculos al logro del bien común.

 

 

¿Conviene sustituir la ética individual por la ética social?

 

Sugieren algunos que se debería sustituir la ética individual por la ética social. Quizás que eso sea adecuado cuando se trata de comportamientos políticos, económicos, sociales, que tienen necesariamente implicaciones en las organizaciones de todo tipo y en la comunidad en general, pero la buena intención personal, la honradez, la lealtad y la credibilidad, en las personas individualmente consideradas, siguen siendo indispensables para vivir, todos, una vida verdaderamente humana.[6]  Nuestros principios, actitudes, valores, en fin, nuestra conducta personal, nuestro modo de vivir, deja una marca en la comunidad, que por nosotros es mejor o peor.

 

Al reflexionar sobre el desarrollo integral de los pueblos podemos concluir que la ética importante es la ética social, pues se trata de comportamientos que tienen implicaciones de inmensas consecuencias en la sociedad; por ejemplo nos podemos preguntar con toda razón ¿qué es una sociedad justa?, sin embargo el que una sociedad sea o no justa se fundamenta en las decisiones y comportamientos de personas individuales. Por eso la ética social no puede sustituir a la ética individual sino complementarla.

 

¿Por qué Juan Pablo II dedica un espacio en su encíclica Sollicitudo rei socialis, no sólo a una reflexión cristiana, desde la visión de la fe, sino también desde la ética natural?

 

 

La ética natural y la moral cristiana

 

Juan Pablo II distingue claramente los dos pensamientos, el de la ética natural y el de la moral cristiana, en su encíclica. Esto es claro en el N° 38ª, por ejemplo, en donde expone la necesidad de la “conversión” (concepto cristiano), y en los números  38f y 40ab el sentido de la solidaridad, como virtud cristiana que se entrega al bien común.

 

Juan Pablo II no dedicó esta encíclica solo a los católicos. Recordemos que se dirige también a todos los hombres de buena voluntad. El Papa quería que los cristianos conociéramos muy bien el punto de vista del Evangelio en estos temas sociales, para garantizar la presencia del pensamiento del Evangelio en la sociedad; veía Juan Pablo II la importancia de que los católicos tuviéramos elementos que nos permitieran dialogar con los no creyentes, para lo cual es muy importante conocer sus puntos de vista y sus principios éticos.

 

Juan Pablo II quería pronunciar una palabra claramente cristiana sobre la realidad del desarrollo injusto en los países pobres y al mismo tiempo presentar reflexiones de una ética natural. No es raro que en el mismo tema pase de la ética natural a una reflexión de carácter cristiano. Por ejemplo en el N° 36 pasa del análisis sociopolítico de una sociedad dividida en bloques, presididos por ideologías dominadas por distintas formas de imperialismo, a referirse a las estructuras de pecado; califica a ese mundo, dividido en bloques, de estar sometido a estructuras de pecado. 

 

Es muy interesante observar que la crisis mundial actual ya la preveía Juan Pablo II en su análisis de la situación de hace 20 años, en su análisis del subdesarrollo.

 

 

El objetivo último de  Sollicitudo rei socialis es ético y doctrinal

 

Es verdad que Juan Pablo II quería con su encíclica rendir un homenaje al “histórico” documento Populorum progressio, pero el objetivo último de ella es ético y doctrinal. Como decíamos antes, la orientación doctrinal y ética de Sollicitudo rei socialis, reafirma también la continuidad y constante renovación de la D.S.I. Este doble objetivo lo declara en el N° 4d:

 

La presente reflexión tiene la finalidad de subrayar, con la ayuda de la investigación teológica sobre la realidad contemporánea, la necesidad de una concepción más rica y más diferenciada del desarrollo, según las propuestas de la encíclica; y de indicar algunas formas de llevarla a la práctica.

Es necesario tener presente que el objetivo de la encíclica Sollicitudo rei socialis, de Juan Pablo II, es de carácter ético y doctrinal. ¿Por qué el Papa continúa esa reflexión, después del histórico documento Populorum progressio? Porque después de publicada la encíclica de Pablo VI, se puede verificar que la situación en vez de mejorar ha empeorado y conviene analizar las causas del deterioro. Algo parecido sucede ahora cuando Benedicto XVI escribe Caritas in veritate. Han cambiado algunas condiciones, pero no para mejorar el desarrollo. La encíclica de Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, ofrece este resultado del diagnóstico al que llega luego de estudiar la realidad contemporánea:

 

 

a-    Las diferencias entre los pobres y los ricos se han agravado

 

b-    Un hecho que se debe tener en cuenta en esta situación es la interdependencia de los pueblos. (Hoy diríamos las consecuencias de la globalización).

 

c-    Es necesario analizar las causas políticas, es decir la división del mundo en los dos bloques oriente-occidente. Juan Pablo II vivía esa situación con especial conocimiento de su país, Polonia, y la de sus vecinos dominados por dictaduras comunistas.

 

 

Diferencias, interdependencia y causas políticas del deterioro

 

Veamos cómo se tratan esos tres elementos en la encíclica de Juan Pablo II.

No hay dudas de que las distancias entre los países ricos y los pobres se han agravado. Los datos fríos, estadísticos y sociológicos, lo demuestran. Las diferencias crecientes son patentes no sólo entre los bloques oriente-occidente, sino entre el hemisferio norte y el sur. Ha habido esfuerzos de las Naciones Unidas por mejorar las cosas, pero no han sido suficientes. Las esperanzas de mejoría, que todavía se abrigaban en los años sesenta, se han perdido. Y es que no sólo los indicadores económicos y sociales  señalan el deterioro en el desarrollo de los pueblos, sino que se presentan otras formas de pobreza, como la limitación o negación de los derechos humanos. El subdesarrollo no es solamente económico sino también cultural, político y simplemente humano.

 

Estas consideraciones nos traen necesariamente a nuestra época, cuando en algunos países se pretende limitar, – luego llegarán a negar,- derechos humanos como la libertad religiosa, el derecho a participar libremente en la vida política, la libertad de expresión, de asociación y de participar en la creación de empresas en las actividades  económicas. Cuando Juan Pablo II hacía ese análisis se vivían las dictaduras. En nuestro mundo contemporáneo algunos países parecen empeñados en regresar al pasado que dejó tantas tristezas.

 

 

Es increíble que España, que nos trajera la fe, quiere volverse atea y los católicos se vean obligados a movilizar a sus connnacionales, por medido de Facebook, a la campaña Sí al Crucifijo“, en oposición al retiro de los símbolos religiosos de los colegios y edificios públicos, medida anunciada por el Ministro de Justicia, Francisco Caamaño.

 

 

Aunque al final del capítulo 3° de Sollicitudo rei socialis, se presentan algunos signos de esperanza, el panorama presentado en la encíclica es bastante pesimista.

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Cf Ildefonso Camacho, S,J., Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, Pgs. 496ss

[2] Cf José Ignacio Tellechea Idígoras, Ignacio de Loyola, solo y a pie, Ediciones Sígueme, Pg. 403

[3] En toda esta reflexión he seguido las orientaciones del citado libro: Ildefonso Camacho, S,J., Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica.

[4] Esta reflexión está basada en  Adela Cortina, El quehacer ético, guía para la educación moral, AULA XXI, Santillana. 

[5] Cf Adela Cortina, opus cit.

[6] Ibidem

Reflexión 148 – Caritas in veritate (VI)

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio,  Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en, Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

 

¿Por qué la Iglesia es repetitiva?

 

Hemos dedicado varias reflexiones a conocer el pensamiento social de la Iglesia sobre el desarrollo integral, como introducción al estudio de la encíclica Caritas in veritate, de Benedicto XVI. Esta nueva encíclica continúa con el tema del desarrollo. Vimos ya cómo el Concilio Vaticano II en la Constitución Pastoral Gaudium et spes manifestó su preocupación por la creciente desigualdad entre los países ricos y los que viven en  pobreza. Vimos también que Pablo VI nos legó mensajes de gran importancia en la actualización de la D.S.I.: las encíclicas Populorum progressio, en el año 1967, que precisamente trata sobre el desarrollo de los pueblos y Octogesima adveniens en 1971, en la celebración de los 80 años de la Rerum novarum de León XIII.

 

Hemos comprendido así la continuidad de la doctrina social de la Iglesia, que desde hace mucho tiempo insiste en temas sociales que tiene que repetir, profundizar y ampliar, porque parece que el mundo no los hubiera escuchado o no los quisiera entender. En las encíclicas sociales encontramos temas que se repiten de distinta manera, de acuerdo con la situación del mundo en el momento en que se escriben. La justicia y la caridad, por ejemplo son temas recurrentes. Para que la Iglesia cambie su discurso social, el mundo tendría que cambiar, no dejarse dominar por la codicia, el egoísmo y la indiferencia y practicar de verdad la justicia y el amor y hacer así innecesaria la insistencia en esos temas.  Mientras tanto necesitamos que esos temas nos los recuerden con frecuencia.

 

Pobreza  e indigencia en Colombia

 

Algunos datos nos pueden ayudar a cambiar de mentalidad indiferente sobre la pobreza de nuestros hermanos.

 

El lunes 24 de agosto el Departamento Nacional de Planeación publicó los datos sobre la pobreza en Colombia en el año 2008. (Cf El Tiempo, Bogotá, 25 de agosto 2009, 1-8, WEB Portafolio).[1]

Es tan grande el problema de la pobreza en nuestro país, que el titular más destacado en la primera página del diario El Tiempo el martes 25 (2009) fue: Pobres en Colombia se redujeron a 46%. Según información de la Misión de expertos que realizó el estudio, la pobreza  descendió de 53,7% en 2002 a 46 % en 2008. Parece un avance importante, pero que el 46%  de los habitantes de Colombia vivían en pobreza el año 2008 significa que había 20 millones doscientas mil personas pobres. Si Bogotá tiene 8 millones de habitantes, el número de pobres en Colombia es igual, aproximadamente, a 2 veces y media los habitantes de Bogotá.

 

No hablemos de índices de pobreza, pensemos en número de seres humanos pobres

 

Si es doloroso que tantos compatriotas vivan en pobreza, la situación de los que viven en indigencia es aún más triste; según ese mismo estudio, en el año 2008, 7 milllones novecientos mil colombianos vivían en pobreza extrema. Aproximadamente el número de habitantes de Bogotá.

 

 ¿Cuál es la diferencia entre vivir en pobreza y vivir en pobreza extrema? Según los criterios de Planeación Nacional para medir la pobreza y la indigencia, se considera pobres a los miembros de un hogar de cuatro personas, si las cuatro tienen que vivir con un ingreso inferior a 1’086.000. Esto significa que cada una debe vivir con 271.500 pesos mensuales, que equivale a 9.050 pesos diarios.

 Y, ¿quiénes son indigentes? Los hogares de cuatro personas con ingreso por debajo de 468.000 pesos. Recordemos que este año 2009 el salario mínimo es en Colombia de 497.000 pesos, a los cuales se suman 59.300 pesos de auxilio de transporte, para un total de 556.300 pesos. Son indigentes los miembros de un hogar de cuatro personas en el cual, entre los cuatro reciben menos de 468.000 pesos mensuales, es decir que se deben sostener con 117.000 pesos mensuales por persona o 3.900 pesos diarios. Casi 8 millones de hermanos nuestros viven en Colombia con 3.900 pesos diarios.

 

 

El problema de la desigualdad no existe sólo entre países ricos y pobres

Es importante que consideremos los datos sobre la pobreza en Colombia, porque el estudiar las encíclicas sobre el desarrollo de los pueblos, no nos puede dejar olvidar que el problema de desigualdad, entre los que viven en la abundancia y los pobres no es sólo una situación entre países ricos y pobres, sino que internamente, en cada país, incluyendo el nuestro, se presenta el fenómenos de la desigualdad que debe corregirse en justicia. La información de Planeación Nacional dice que la desigualdad, si se comparan los años 2005 y 2008, aumentó ligeramente el año pasado.

 

El tema del desarrollo integral de los pueblos en caridad y verdad como fue el tema de la encíclica Populorum progressio, de Pablo VI  cobra especial importancia en esta época en que todo el mundo, incluyendo a los países más desarrollados, es víctima de una crisis económica y financiera. En esta época, tan desarrollada en tecnología, el Papa Benedicto XVI nos va a dar una lección, no sobre el manejo técnico de la economía, sino sobre el manejo ético de la economía.

 

 

Las causas de la crisis son más de orden ético que técnico

 

Según los entendidos, las causas de la actual crisis son más de naturaleza ética, que de naturaleza técnica. Por eso, como seguramente veremos, la desconfianza de los usuarios en los sistemas financieros y de los mercados agravó la crisis. La desconfianza en alguien indica que hay una zona oscura que se teme sea manejada sin integridad, sin honradez, sin justicia, sin ajustarse a las reglas. Las crisis pueden empezar por detalles pequeños de falta de transparencia y van creciendo si no se toman medidas claras y a tiempo. “El que no es fiel en lo poco…” (Lc 16,10)

Hemos escrito antes sobre algunos de los aportes de Pablo VI a la D.S.I. Nos vamos a detener en otros aportes de Pablo VI, distintos de sus encíclicas sociales Populorum progressio, del año 1967 y Octogesima adveniens de 1971. Se trata de aportes que no siempre se tienen en cuenta cuando se mencionan los documentos sociales, pero que no se pueden ignorar. 

 

Los documentos sociales de los Sínodos de 1971 y 1974

 

Entre las contribuciones de Pablo VI a la D.S.I. se cuentan, entre otros, los documentos finales de los Sínodos de los obispos celebrados en 1971 y 1974, cuyo contenido social salta a la vista con solo una rápida mirada a su contenido.[2] Examinemos primero el documento del Sínodo de 1971.

 

En la introducción se plantea como punto de partida del documento,  el clamor de los que padecen injusticia, y nos enseña que la acción a favor de la justicia es una dimensión constitutiva de la evangelización. Esto nos ayuda a aclarar los fines de la doctrina social, que están íntimamente ligados a la salvación y por lo tanto a la evangelización. La acción a favor de la justicia es parte de la evangelización. En la evangelización no se puede omitir, entonces, la acción a favor de la justicia. La doctrina social y su práctica no se pueden desligar de la evangelización. Como discípulos y misioneros no podemos olvidar esa afirmación.

 

 

La crisis de la solidaridad mundial

 

La primera parte del documento final del sínodo de los obispos de 1971 lleva como título: La Justicia y la Sociedad Mundial. Trata allí sobre la crisis de la solidaridad universal, el derecho al desarrollo, las injusticias sin voz y  la necesidad del diálogo como la mejor forma de mediación. Tengamos presente esta idea cuando leamos la encíclica Caritas in veritate: la crisis de la solidaridad mundial, la crisis de la justicia en la sociedad mundial.

 

Profundidad y exigencias del mensaje evangélico

 

La parte segunda del documento del Sínodo de 1971, trata sobre el anuncio del Evangelio y la Misión de la Iglesia. Nos dice allí que la situación actual del mundo nos invita a volver al mensaje evangélico  para descubrir su sentido profundo y sus exigencias. Añade que la Iglesia tiene como misión dar testimonio de la experiencia de amor y justicia contenida en el Evangelio, y que, aunque la Iglesia no ofrece soluciones concretas, sus miembros nos debemos comprometer en la búsqueda del bien común en todos los campos.

 

También ahora necesitamos volver al mensaje evangélico para descubrir su sentido profundo y sus exigencias. No es suficiente exaltar la belleza y profundidad del mensaje de Jesús; tenemos que descubrir y aceptar sus exigencias y con la gracia de Dios, responder a ellas con el testimonio de nuestra vida. No hay mejor libro de evangelización que el testimonio evangélico de nuestra vida. Estas ideas empatan con el desarrollo de la tercera parte del documento final del Sínodo de los obispos, de 1971.

 

Educar para la justicia

 

El tema de la tercera parte del documento es la práctica de la justicia. Trata allí temas que siguen teniendo enorme actualidad; se refiere a la importancia del testimonio de justicia, de los cristianos.  Examina allí la justicia dentro de la Iglesia: el respeto de los derechos, la participación de la mujer y de los laicos en general, la libertad de expresión y de pensamiento y el uso de los bienes materiales, en la Iglesia. Otro punto muy importane sobre la práctica de la justicia que trata este documento final del sínodo de los obispos de 1971, es la educación para la justicia. Un tema muy importante para padres de familia y maestros: educar para la justicia. ¿Cómo podemos cumplir con el deber de educar para la justicia?

 

 

La resurrección de Jesús da sentido a los esfuerzos humanos

 

La cuarta y última parte es de esperanza: nos recuerda el Sínodo que la resurrección de Jesús da sentido a los esfuerzos humanos. No siempre tenemos en cuenta en nuestra vida cristiana personal y de la sociedad, el significado invaluable de la resurrección de Jesús, que da sentido a toda nuestra vida, a los pacientes esfuerzos que demandan los momentos de dolor y de angustia, como también al júbilo y gozo en los momentos en que todo marcha bien.

Después del documento que recogió el pensamiento del Sínodo de los obispos de 1971, debemos mencionar que el siguiente Sínodo, el de 1974, amplió y profundizó el tema de la evangelización y la justicia social. En ese sínodo de 1974 se trató sobre el progreso humano y la salvación cristiana. Como vemos por el tema, tiene que ver con el desarrollo, – el progreso humano, -como Populorum progressio y ahora Caritas in veritate. El desarrollo, considerado desde el punto de vista humano, y la salvación. Qué enfoque tan interesante.

 

Desarrollo y salvación

 

Al tratar sobre el progreso humano se presentaban, en la década de los años 70, discusiones que se originaron en que algunos enfocaban el mensaje del Evangelio en una sola dirección y no de manera integral. Entendían algunos la evangelización como algo meramente espiritual y religioso, cuyo objetivo es liberar al hombre del pecado; otros  en cambio pensaban que el Evangelio, por lo menos en el mundo actual, tiene como única meta el progreso humano. No tenían en cuenta esas dos corrientes que el desarrollo tiene que ser integral: tomar al ser humano en su vida espiritual, sobrenatural y también en su vida terrena.

 

El cristianismo entiende al ser humano de manera integral. Hay que salvar a todo el hombre, no a un ser humano sin carne ni piel. Esa es la antropología cristiana, – la que interpreta al ser humano según nuestra fe, – vivimos aquí, en la tierra, pero nuestro destino es la eternidad, es el Reino de Dios y el camino para llegar allá es el que nos enseña el Evangelio.

 

El progreso del ser humano, creado a imagen de Dios, no es un progreso real si sólo se busca el progreso terrenal, pero tampoco se puede ignorar al ser humano que vive en la tierra y tiene  necesidades materiales.

 

El Ser humano como Dios lo quiere

 

El Sínodo de 1971 trató el tema de la salvación y el progreso humano, en el sentido de que todo el mensaje evangélico  va junto con el progreso del ser humano.  No debemos separar el progreso humano de la evangelización, como si no tuvieran nada qué ver. La fe cristiana exige que la sociedad se construya según el designio de Dios. ¿Dónde encontramos el modo de realizar el diseño de Dios? En Jesús, el hombre perfecto, que es el camino, la verdad y la vida; y a Jesús lo encontramos en su Palabra, en el Evangelio. Allí encontramos al hombre como Dios lo quiere.

 

Viene al caso una frase de Lacordaire: “En Italia he visto a los italianos, en Alemania a los alemanes, en Francia a los franceses; al hombre lo he visto en el Evangelio.”

No se puede pensar en un progreso humano que sea contrario al designio, al plan de Dios. El modelo perfecto de ejecución del plan de Dios se realizó en Jesucristo, Dios y hombre. En la tierra vivió como hombre: sintió hambre, sed, cansancio, trabajó para sostenerse y contribuir con su trabajo al bienestar de otros. Pensó en el hambre de los demás: por eso multiplicó los panes y los peces y preparó el pescado a los Apóstoles que regresaban luego de una dura faena de pesca, como narra San Juan en ese bello pasaje de Jesús Resucitado, a orillas del mar de Galilea (Jn 21).

 

A Jesús lo vieron sus vecinos como un ser humano común y corriente casi toda su vida. Así quiso  que lo conocieran las personas que vivieron con él en su pueblo: simplemente como el hijo de María, como el hijo de José, como el carpintero. Por eso quedaron perplejos cuando, en el comienzo de su vida pública se presentó en la sinagoga de Nazaret, ya no más como otro de los habitantes del pueblo, sino como el Mesías anunciado (Lc 4, 16-23).

 

El Hijo del hombre se identificó con los que sufren

 

De tal manera se identificó Jesús con nosotros, humanos, que en la parábola del juicio final (Mt 25,31-46), llamándose el Hijo del hombre, se identifica con los hambrientos, los sedientos, los enfermos, los encarcelados, en fin con todos los que sufren en el mundo, y advierte que el comportamiento que tengamos con ellos es como si hubiera sido con Él.[3]

 

En su Vida de Jesús, el autor François Mauriac, tiene una bellísima descripción de los últimos días de Jesús en su taller, antes de empezar su vida pública. Quiero compartir con ustedes algunas líneas:

 

 

Últimos días de la vida escondida. El obrero ha dejado de ser obrero: rehusa todos los encargos y el taller adquiere un aspecto de abandono (…) Hasta aquella hora, el Dios se había aniquilado hasta tal punto en el hombre  que su propia madre, iniciada (…) en el misterio, lo olvidaba y descansaba del peso de tan abrumador conocimiento: era su hijo, como todos los hijos, a quien ella besaba en la frente, al que contemplaba mientras dormía; un joven cuya túnica remendaba: se ganaba su pan, se sentaba a la mesa para comer y hablaba con los vecinos…[4]

 

El modelo del ser humano como Dios lo quiere es Jesucristo Dios-Hombre

 

La síntesis perfecta de Jesucristo, Hombre-Dios, se produjo en su muerte y resurrección: murió como ser humano, resucitó como Dios.

 

El desarrollo que Dios quiere del hombre es un desarrollo integral: de su espíritu y de su intelecto, de su alma y de su cuerpo. Quiere Dios que empecemos la construcción del Reino aquí, en esta vida. El modelo es Jesús, Dios y Hombre. Si por el pecado original el ser humano perdió tanto de la belleza que Dios le había comunicado, Él quiere la redención, la reconstrucción del ser humano como fue diseñado, como el Creador lo vio terminado en el paraíso: “Vio Dios todo cuanto había hecho, y he aquí que estaba muy bien.” (Gen 1,31)  Los seres humanos somos parte de la naturaleza creada por Dios, de la cual San Juan de la Cruz dijo bellamente que el Creador

…yéndolos mirando – con sola su figura – vestidos los dejó de su hermosura.

El comentarista de San Juan de la Cruz interpreta que el Creador (…) no solamente les comunicó el ser y gracias naturales mirándolas, (…) mas también con sola esta figura de su Hijo las dejó vestidas de su hermosura, comunicándoles el ser natural; lo cual fue cuando se hizo hombre, ensalzándole en hermosura de Dios, y a todas las criaturas en él, por haberse unido con la naturaleza de todas ellas  en el hombre…[5]

 

Recordemos algo más del P. Lacordaire, considerado en su época el mejor predicador de Francia: consideraba el dominico, que el cristianismo debe brindar felicidad a los hombres, paz a las naciones y progreso a la humanidad, que la libertad que Cristo trajo al mundo es para la igualdad y la fraternidad.[6]

 

Lo social de Evangelii nuntiandi

 

El Papa tomó un año, después del Sínodo de 1974, para presentar a la Iglesia el documento final de esa reunión, que recogió los frutos de la preparación del Sínodo y de las reflexiones de los obispos. Ese documento lo publicó el Santo Padre, con el nombre de Evangelii nuntiandi. Es un documento que no siempre se cita como documento social, pero que se debe tratar como tal; en los tres primeros capítulos trata sobre la evangelización y la promoción humana. 

 

 

A lo largo de todo el documento se analiza la situación del mundo. Es clara allí la sensibilidad de Pablo VI ante la persona humana de nuestro tiempo y su profundidad teológica. Como mencionamos antes, existía confusión entre algunos católicos sobre la orientación que debía tener su actividad apostólica; algunos pretendían dirigir la evangelización a sólo un aspecto del ser humano, el de su vida terrena, su vida en la sociedad; pensaban que debían dirigir su actividad sólo a la solución de los problemas de injusticia que aquejaban y aquejan al mundo. Pablo VI nos enseñó en Evangelii nuntiandi qué es evangelizar, el contenido, los medios, el espíritu de la evangelización y sus destinatarios. Como vemos Evangelii nuntiandi lo deberíamos leer, releer y meditar todos los que en alguna forma trabajamos en grupos apostólicos.

 

 

Ante la pregunta sobre cómo articular en el mensaje evangelizador  la salvación y la promoción, – el desarrollo humano, – Evangelii nuntiandi enseña que lo esencial es la revelación de Dios como Padre; mediante esa revelación se nos ofrece la salvación en Cristo, de manera gratuita, como un don de la gracia y de la misericordia de Dios (EN 27). Esta salvación es trascendente, lo cual quiere decir que no se completa en este mundo sino más allá del tiempo y de la historia. Esas características de la salvación, de ser gratuita y trascedente, constituyen lo esencial de la salvación.

 

El desarrollo humano no es ajeno a la salvación

 

Entonces, ¿no queda lugar a la acción del hombre y a sus necesidades terrenas? ¿Es acaso el desarrolllo humano ajeno a la salvación, a la evangelización? No. Voy a leer la respuesta a esta inquietud, en el N° 29 de Evangelii nuntiandi:

La evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece/ entre el evangelio y la vida concreta, personal y social, del hombre.

De manera que entre el evangelio y la persona humana hay un diálogo permanente; si interrumpimos ese diálogo lo hacemos con daño para el ser humano. Sigue así Evangelii nuntiandi 

 

 

Precisamente por eso la evangelización lleva siempre un mensaje explícito, adaptado a las diversas situaciones y constantemente actualizado, sobre los derechos y deberes de toda persona humana, sobre la vida familiar, sin la cual apenas es posible el progreso personal, sobre la vida comunitaria de la sociedad, sobre la vida internacional, la paz, la justicia, el desarrollo; un mensaje, especialmente vigoroso en nuestros días, sobre la liberación.

 

Lazos que unen la evangelización y la promoción humana

 

En el N° 31 de Evangelii nuntiandi nos explica Pablo VI que

 

Entre evangelización y promoción humana – desarrollo, liberación – existen lazos muy fuertes. Vículos de orden antropológico, (es decir que se relacionan con el ser humano en cuanto a su origen, su naturaleza, su destino) porque, el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos. Lazos de orden  teológico, ya que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la redención, que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a las que hay que combatir, y de justicia, que hay que restaurar. Vínculos de orden eminentemente evangélico, como es el de la caridad; en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el auténtico crecimiento del hombre? (EN 31)

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Según El Tiempo este estudio fue realizado por una Misión de Expertos, de la cual hicieron parte El Departamento Nacional de Planeación (DNP) y el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

[2] Las reflexiones sobre  los aportes de los Sínodos de 1971 y 1974  a la D.S.I. las hago con base en el libro Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, por el P. Ildefonso Camacho, S.J., Editorial San Pablo, 3° ed.

[3] Cf Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, Planeta, Pg.380s

[4] François Mauriac, Obras Completas, José Janés Editor, Barcelona, 1954, Pgs 36s

[5] Poesías completas de San Juan de la Cruz y comentarios en prosa a los poemas mayores, Aguilar, 1977

[6] WEB,  WIKIPEDIA, Lacordaire

 

Reflexión 147 – Caritas in veritate (V)

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio,  Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en, Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

 

Caritas in veritate un paso  adelante en la doctrica católica sobre el desarrollo

 

 

Estamos preparando el camino, reflexionando sobre los antecedentes de la encíclica Caritas in veritate y aclarando algunos términos para comprenderla mejor. El ver los antecedentes de este documento de Benedicto XVI nos ayuda a comprender que la Iglesia no acaba de llegar con el Evangelio al campo social. Hace mucho tiempo está allí presente; sin embargo, el estudio de su doctrina no se difunde lo suficiente y por lo tanto se desconoce.

 

 

Recordemos que la nueva encíclica de Benedicto XVI conmemora los 40 años de Populorum progressio, la encíclica de Pablo VI que trata sobre el desarrollo integral y solidario de los pueblos; Caritas in veritate versa sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad. Por sólo el título de los dos documentos nos damos cuenta de que, sin duda, la encíclica de Benedicto XVI continúa en la línea del Vaticano II y de Pablo VI; podemos estar seguros de que amplía y profundiza esta doctrina de la Iglesia sobre el desarrollo integral y solidario, en la caridad y en la verdad, como se entiende desde el Evangelio.

 

 

La continuidad que existe en la doctrina social sobre el desarrollo, desde el Vaticano II y luego Pablo VI y Juan Pablo II, nos hace pensar, que debemos repasar el contexto histórico de Populorum progressio.

 

Preocupación de la Iglesia por el sufrimiento de los más pobres

 

 

Ya en el segundo Concilio Vaticano la Iglesia manifestó claramante su preocupación por el sufrimiento de los pueblos más pobres y, en particular en la Constitución Pastoral Gaudium et spes, llama la atención sobre el crecimiento progresivo de las desigualdades sociales.

 

 

Dijo el Concilio algo que sigue teniendo una gran importancia hoy;  que para corregir el desequilibrio entre los pueblos ricos, – que viven en la opulencia, – y los pobres que permanecen en una situación indigna de la persona humana, es necesaria una reforma de las estructuras y un cambio de mentalidad y de los hábitos de vida. Añadió el Concilio que el desarrollo económico debe ser al servicio y bajo el control del hombre y no un desarrollo económico al servicio y bajo el control de unas cuantas personas o de algunos grupos (G et s, 65).

 

 

Fijémonos que ya el Vaticano II mencionó la necesidad de la reforma de las estructuras y de un cambio de mentalidad y de los hábitos de vida, para corregir los desequilibrios entre los pueblos ricos y los pobres. Con una mentalidad de codicia, con unos hábitos de vida, de satisfacción inmediata de la comodidad y de los deseos de consumo, no estamos ni estaremos dispuestos a una reforma de las estructuras.

 

¿Estamos dispuestos a ceder algo de nuestra coomodidad?

 

 

Se requiere un cambio de mentalidad y de los hábitos de vida. Deberíamos preguntarnos qué tan dispuestos estamos a ceder algo de nuestra comodidad, en beneficio de nuestros hermanos más pobres, para que tengan siquiera lo indispensable para vivir una vida digna. La respuesta no puede ser en el sentido de cuánta limosna estamos dispuestos a dar, sino qué tan dispuestos estamos a cambiar nuestros hábitos de comodidad, en beneficio de los que no tienen ni siquiera alimento suficiente, ni techo, ni salud. No vamos a cambiar esos hábitos sin un cambio de mentalidad, sin una conversión. Si cambiamos de mentalidad y estamos dispuestos a renunciar en algo a nuestra comodidad, estaremos mejor preparados para aceptar las reformas de las estructuras, que sean necesarias en la sociedad.

 

 

En estos días, conversando con una psicóloga colombiana que trabaja con los inmigrantes del norte de África, en la región de Marsella, en Francia y está de visita a su familia, al ver la situación de pobreza de muchos compatriotas, me decía que algo que tenemos que cambiar en nuestro país, es la indiferencia ante el sufrimiento de los demás, en particular, la indiferencia ante el sufrimiento de los pobres. Sí, parte de nuestro cambio de mentalidad, de nuestra conversión, tiene que empezar por derrotar la indiferencia que hay en nosotros. Eso implica amor al prójimo, implica caridad; para alcanzar este cambio necesitamos ayuda de Dios.

 

Reformar las estructuras

 

 

 La iglesia repite de distintas maneras que hay necesidad de reformar  las estructuras.

 

 

Para no dejar cabos sueltos, comprendamos ¿qué es eso de las estructuras? Se menciona con mucha frecuencia, especialmente cuando se aprueban nuevas leyes, que hay que reformar las estructuras, que el cambio que se hizo no fue estructural sino sólo de maquillaje. ¿A qué se refieren? Conviene por eso que nos detengamos en ese término: estructuras. Sin entrar en profundidades, – para eso necesitaríamos la ayuda de un sociólogo, – detengámonos lo suficiente para comprender ese término en la D.S.I.

 

 

Si es un marxista el que explica el significado de estructuras, se estará refiriendo sin duda a lo que los marxistas consideran elementos esenciales de la sociedad: a  las clases sociales que, según esa ideología, están en permanente conflicto, porque buscan objetivos distintos, irreconciliables, objetivos que no se pueden compartir y por eso la única solución es la lucha de clases. Claman que la solución es la revolución. Como no es la marxista la única manera de entender lo que son las estructuras de la sociedad, intentemos otra explicación.[1]

 

La sociedad es como un organismo vivo

 

 

 

La sociedad se puede considerar como un organismo vivo, compuesto por varios sistemas, relacionados unos con otros, cuyas partes, cuyos órganos,- por ejemplo en el organismo humano, -se diferencian entre sí y se pueden separar. Por cierto al cuerpo humano lo tomó San Pablo como ejemplo, para explicar la unión de los cristianos con su cabeza que es Cristo y la relación de unos miembros con otros. De forma parecida, la sociedad está conformada por componentes que desempeñan distintas funciones. En el ser humano, todas las funciones de sus órganos son necesarias en mayor o menor grado, para que ese organismo funcione bien, para que goce de buena salud;  algunos de esos componentes son esenciales para que el organismo viva. El doctor Julio Durán decía en uno de sus programas de Salud de Dios, salud del hombre, que si tenemos el corazón muerto estamos muertos, igualmente estamos muertos si los pulmones se mueren o el cerebro. No podemos vivir sin corazón, pero sí sin un brazo o una pierna.

 

 

Quizás nos serviría también el ejemplo de una orquesta: está conformada por diversidad de instrumentos; algunos son grupos de instrumentos, por ejemplo las cuerdas, que son los violines, violas, chelos y contrabajos y así otros grupos de instrumentos; cada instrumento o cada grupo de instrumentos interpreta su parte y si tocan bien y de manera coordinada, el resultado será una bella pieza musical.

Como sucede con el organismo humano, también en la sociedad  sus elementos realizan tareas distintas, pero funcionan relacionados unos con otros. En el organismo humano el sistema nervioso, el cardiovascular, el sistema respiratorio, tienen a su cargo funciones distintas, pero todos necesitan de todos para que el organismo siga vivo y funcione correctamente. A veces hay que intervenir con medicamentos o aun con cirugía si un sistema no funciona bien.

 

 

Hay choques de trenes cuando se pierde la armonía

 

 

 

Los componentes de la estructura social también están organizados en grupos. Mencionemos algunos: en una sociedad ordenada hay unos elementos que conforman la estructura de la autoridad; en nuestro sistema democrático la autoridad tiene tres ramas: la ejecutiva, la legislativa y la jurisdiccional; cada una tiene funciones específicas, pero, aunque de modo independiente, deben trabajar en armonía, porque el objetivo de las tres es el bien común. Cuando se pierde la armonía se presentan los enfrentamientos que en Colombia llamamos choques de trenes.

 

 

Podemos hablar entonces de la estructura de la autoridad. La estructura y la forma de funcionamiento de una sociedad democrática son distintas a las de una dictadura. En una dictadura la autoridad está absolutamente centralizada; no hay independencia de las distintas ramas del poder. Si en una democracia, en una república, dejan de funcionar las tres ramas de modo independiente, pero coordinadas en búsqueda del bien común y toda la autoridad se centra en un solo poder, podemos decir que esa democracia muere, la república muere.

 

 

Además de las autoridades en una sociedad democrática están los demás ciudadanos, todos los ciudadanos que tienen libertad de  organizarse en lo que podríamos llamar subsistemas. Los ciudadanos somos beneficiarios, tenemos derechos, y también  deberes que cumplir para que se logre el bien común. De manera que en la sociedad, además de los órganos que dirigen, están los ciudadanos, que se organizan para  velar y trabajar por el bien de la sociedad: el ejército y la policía, los educadores, los trabajadores organizados, los gremios de empresarios, las asociaciones de profesionales de distintos oficios y disciplinas, los artistas, los medios de comunicación, los comerciantes, los creyentes, etc. Todos son elementos de la estructura que da forma a la sociedad. Entre los elementos que conforman la estructura de la sociedad nombramos a los creyentes; me refiero a todos los creyentes, no solo a los miembros de la Iglesia Católica. De todos modos, la Iglesia Católica es un elemento muy importante en la composición de nuestra sociedad.

 

 

La estructura de nuestra casa que es la sociedad

 

Veamos otro ejemplo, para que acabemos de comprender eso de las estructuras: si en un lote se acumulan sin orden los elementos necesarios para construir una casa: ladrillos, cemento, arena, hierro, tejas, pintura, etc., no podemos decir que esos elementos conforman una estructura. Cuando con esos mismos elementos unidos, de acuerdo con unos planos, se ha construido una casa o un edificio, podemos pensar en su estructura. Esos elementos se han organizado, de manera que con los ladrillos, el cemento, la arena, se han levantado las paredes, sobre ellas se han fundido planchas o se han puesto vigas para sostener el techo. Esos componentes tienen distintas funciones: las paredes dividen los espacios para diversos usos, dejan lugar para las puertas y ventanas y algo muy importante: con la ayuda de las vigas sostienen el techo.

Cuando la Iglesia declara que es necesaria una reforma de las estructuras, ¿se refiere a que se requiere una cirugía reparadora o una reforma de elementos que componen nuestra casa, que es la sociedad? Sí de eso se trata.

 

 

Para el marxismo, que todo lo ve solo con ojos materialistas, la economía ocupa el lugar fundamental en la estructura de la sociedad. Lo demás viene por añadidura. Para el marxismo el sistema económico es una superestructura sobre la cual se levantan las demás estructuras: la social y la judicial. La estructura económica, para el marxismo, está formada por las relaciones entre las personas, los objetos y las fuerzas que se emplean para producir bienes. Toda la sociedad gira alrededor de la producción de bienes. La estructura judicial está compuesta por las normas que regulan la conducta de las personas. Y finalmente, las estructuras sociales se refieren a los sistemas de propiedad, de relaciones laborales, de educación, de salud, etc.

 

 

Las estructuras según el marxismo

 

Según el marxismo, el uso de la propiedad es el eje de la estructura social y según esa ideología, la propiedad es del estado; no es permitida la propiedad privada. Podemos entender, por eso, para dónde van los gobiernos que se dedican a estatizar todos los bienes que tienen que ver con la  producción; no sólo las industrias productoras de bienes materiales, sino también de bienes culturales, intelectuales, religiosos. Lo estamos viendo en los gobiernos de algunos países vecinos, que están acabando con los medios de comunicación privados y se arrogan el dominio de la educación que usan como instrumento de adoctrinamiento para que desde niños los ciudadanos adhieran a su ideología. Inclusive en el manejo de la religión se han entrometido: en China por ejemplo, fundaron una Iglesia católica oficial, independiente de Roma, pero no del gobierno civil. No tratan ellos de volver más libre a la persona humana, sino al contrario, de controlar aun su pensamiento.

 

 

Reformas en los sistemas económico y financiero

Esos cambios revolucionarios no pueden ser la reforma de las estructuras de que nos habla la D.S.I. Pero, como la Iglesia habla de la injusticia, de la inequidad, de la distancia creciente entre pueblos ricos y pueblos pobres, que viven en condiciones indignas de la persona humana, sin duda exhorta la Iglesia a reformas en las estructuras conformadas por los sistemas económicos, los sistemas financieros nacionales e internacionales (estos últimos manejan también el crédito a los países pobres). Sin duda la Iglesia se refiere también a reformas del sistema educativo, de las normas que regulan las relaciones laborales y por lo tanto de las leyes que ordenan el derecho al trabajo y, al salario justo. Se refiere sin duda también, a los derechos de la familia, célula vital de la sociedad, se refiere a las reformas necesarias en los organismos del Estado, infestados ahora por la corrupción, en fin se refiere a reformas necesarias para que todos los ciudadanos puedan gozar equitativamente de los mismos derechos, participar sin discriminación y con libertad en la vida social, económica, política y religiosa.

 

 

Unos países necesitan reformas más profundas en unos sistemas que en otros. La pobreza, sin duda debería comprometer a todos los países a la reforma del sistema  económico, respetando la libertad, defendiendo y promoviendo la justicia y la equidad. El sistema económico tiene que ver con la alimentación, con la salud, la educación, la vivienda. No es lo económico lo único importante, pero ¿cómo esperar de quienes viven en la miseria, que no tienen techo, ni trabajo y por lo tanto ni cómo obtener el alimento diario para su familia, – cómo esperar de ellos, – el mismo comportamiento de los que viven con holgura, sin afanes?

 

 

¿Reformas dentro de la Iglesia?

La Iglesia misma, al hacer un examen de conciencia, reconoce que ella también necesita la conversión, también requiere reformar sus estructuras. Los invito a leer en el documento final de Aparecida, el N° 100, que enumera algunas de las sombras de la Iglesia. Comienza así la enumeración de aspectos que necesitan mejorar: A pesar de los aspectos positivos que nos alegran en la esperanza, notamos sombras… Menciona allí que el crecimiento de la Iglesia no ha ido a la par con el crecimiento de la población. Menciona las infidelidades a la doctrina, a la moral y a la comunión, nuestras débiles vivencias de opción preferencial por los pobres, recaídas secularizantes en la vida consagrada, debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la Iglesia católica.

 

 

Una sombra: el escaso acompañamiento a los laicos

 

Reconoce también Aparecida como una sombra, el escaso acompañamiento dado a los fieles laicos en sus tareas de servicio a la sociedad; reconoce la falta de  una evangelización con nuevos métodos y expresiones… etc. A este propósito, yo me pregunto si, por ej., en el Congreso y demás organismos del Estado, no hace falta un mayor acompañamiento de la Iglesia, -acompañamiento espiritual, evangelizador, – para los que se declaran católicos y,  por ignorancia o debilidad humana, no son coherentes con su fe en el desempeño de sus funciones. No es una tarea fácil, pero sin duda la relación con los fieles laicos se debe revisar; un mayor reconocimiento del papel de los fieles laicos es necesario, para que todos nos sintamos parte de la Iglesia y no sólo apéndices de ella; que el acompañamiento a los fieles laicos que sirven a la sociedad no sea escaso, como lo califica Aparecida. Quizás es ese uno de los campos donde más se requieren nuevos métodos y expresiones de Evangelización. Quizás es esa una reforma necesaria y que toca a la Iglesia.

 

En las reformas que se propone la Iglesia en su propia estructura, hay un gran énfasis en vivir una vida fiel al Evangelio. Es que la Iglesia funcionará bien, en servicio de la sociedad, si cumple con su razón de ser, con el fin para el cual fue fundada y si se ciñe al Evangelio en toda su vida, en todas sus actividades.

 

 

La Iglesia en el mundo: ¿lo conoce? ¿lo comprende?

Un interrogante que la Iglesia se abrió desde el Vaticano II es si está suficientemente abierta al mundo, si lo conoce, si lo comprende y actúa de acuerdo con sus necesidades, de allí que haya tomado tanta fuerza en la Iglesia la metodología de VER-JUZGAR-ACTUAR. VER se refiere a examinar las circunstancias, las situaciones, para conocerlas bien. JUZGAR es  considerar esas situaciones a la luz del Evangelio: preguntarnos si están lejos de él, – y ACTUAR es obrar en la pastoral de acuerdo con los resultados de ese poceso: VER-JUZGAR-ACTUAR, para contribuir al desarrollo de la sociedad según los planes de Dios.

 

Desarrollo integral en Juan XXIII, Vaticano II, Pablo VI

 

 

Cerremos el largo paréntesis y retomemos el camino con los antecedentes de la encíclica Caritas in veritate.Creo que ya sabemos de qué nos hablan cuando mencionan reforma de estructuras.

 

Recordamos antes, que el Concilio Vaticano II en su Constitución Pastoral Gaudium et spes, dedicada a las relaciones de la Iglesia con el mundo, manifestó claramente su preocupación por el sufrimiento de los pueblos más pobres, llamó la atención sobre el progresivo aumento de las desigualdades sociales y para corregir el desequilibrio entre los pueblos ricos, que viven en la opulencia y los pobres, que permanecen en una situación indigna de la persona humana, declaró que es necesaria una reforma de las estructuras y un cambio de mentalidad y de los hábitos de vida.

 

Pablo VI continuó con la orientación que imprimió Juan XXIII a la Iglesia: culminó su obra inmensa del Segundo Concilio Vaticano y además nos legó mensajes de gran importancia en la actualización de la D.S.I.: las encíclicas Populorum progressio, en el año 1967 y Octogesima adveniens en 1971. Ésta última en la celebración de los 80 años de la Rerum novarum de León XIII.

 

 

¿Por qué en nuestra reflexión introductoria sobre la encíclica Caritas in veritate damos esta mirada atrás? Por una parte porque así  comprendemos la continuidad de la doctrina social de la Iglesia, que viene desde hace mucho tiempo insistiendo en temas doctrinales sociales que se necesita repetir, profundizar y ampliar, porque parece que el mundo no los hubiera escuchado o no los quisiera entender. En las encíclicas sociales encontramos muchos temas que se repiten de distinta manera, enfocados siempre a la situación del mundo en el momento en que se presentan. La justicia y el amor, por ejemplo son temas recurrentes. Para que la Iglesia cambiara esencialmente su discurso, el mundo tendría que cambiar, no dejarse dominar por la codicia, el egoísmo y la indiferencia y practicar de verdad la justicia y el amor. Mientras tanto necesitamos que esos temas nos los recuerden de manera permanente.

 

 

Hemos visto, entonces, que la encíclica Caritas in vertitate no es el primer documento social de la Iglesia que trata sobre el desarrollo integral de los pueblos. Por lo menos desde el Vaticano II, en la Constitución Gaudium et spes, se abrió el camino a este tema que sigue siendo importante en este siglo XXI, tan avanzado en tecnología pero tan inequitativo en el desarrollo.

 

 

Por esta razón vamos a detenernos en otros aportes de Pablo VI, además de sus encíclicas sociales; aportes que no siempre se tienen en cuenta cuando se mencionan los documentos sociales, pero que no se pueden ignorar. 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Cf Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, AGUILAR, volumen 4, Pg 539- 602

Reflexión 146 – Caritas in veritate (IV)

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio,  Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en, Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

 

 

El lenguaje de Caritas in veritate

 

Hicimos en la reflexión 144, una aproximación a la encíclica social de Benedicto XVI Caritas in veritate, Caridad en la verdad; reflexionamos sobre algunas ideas generales que nos ayudaran a comprender la orientación de la encíclica; nos referimos en particular al significado de caridad y de verdad en el N.T. y al objetivo del documento, según el mismo Santo Padre.

 

Vamos a continuar ahora el estudio de la encíclica. Consideraremos cada una de las partes de este documento de Benedicto XVI y leeremos algunos segmentos del texto, cuando sea necesario para su mejor comprensión. Espero que después de estudiarla de esta manera podamos aprovechar mejor la lectura de la encíclica completa. Entre los enlaces de este blog encuentran el texto completo.

 

Esta encíclica ha sido recibida con mucha expectativa y entusiasmo, aunque, como es un documento denso en ideas filosóficas y teológicas, no será fácil comprenderla bien a quienes  manejen sólo los lenguajes seculares de disciplinas como la economía o la política.

 

Caritas in veritate nos enseña la doctrina social según el Evangelio

 

Si estamos interesados en comprender la encíclica Caritas in veritate no deberíamos ocuparnos de ella, tratando sólo de obtener una comprensión intelectual; necesitamos una actitud que nos ayude a penetrar en el sentido evangélico de la D.S.I. De este modo la D.S. dejará una marca en nuestra vida y en nuestra forma de pensar. Si deja una marca en nuestra vida y en nuestra forma de pensar, estaremos en el camino del cambio interior, y podremos cumplir con el mandato de ser luz.

 

¿Qué tiene que ver el mandato de ser luz con la doctrina social? En  Mt. 5,16, el Señor nos exhorta a que seamos luz. Ser luz no es saber muchas cosas para nuestro propio uso, no es tener un bombillo intelectual encendido en nuestro cerebro, para satisfacción personal. Eso sería encender la luz y meterla en un cajón o ponerla debajo de un cubo. Nos exhorta allí, el Evangelio, a que nuestra luz brille delante de los hombres, es decir que, si recibimos la luz, si comprendemos la doctrina, obremos delante de los demás de acuerdo con ella, y así  seamos una invitación a que los demás glorifiquen también con su vida al Padre que está en los cielos.

 

El fin de estudiar el Evangelio no puede ser que nos gloriemos de saber mucho ni de obrar bien, porque nada bueno tenemos que no sea obra  de Dios, sino que al ver la luz, es decir al ver nuestras buenas obras, los demás glorifiquen al Padre. Lo importante no es dominar los contenidos de las encíclicas sociales, saber mucha teoría, sino vivirla.

 

Como fruto del estudio de la encíclica Caritas in veritate, que nos enseña la doctrina social según el Evangelio, debemos llegar a convertirnos en discípulos misioneros que anuncian el Reino de Dios para la transformación de la realidad de nuestros pueblos.

 

 

En el contexto de Populorum Progressio

 

 

El Santo Padre presenta su encíclica para conmemorar los 40 años de la Populorum progressio que Pablo VI ofreció al mundo en 1967. Caritas in veritate salió sólo este año 2009 porque la crisis económica mundial demoró un poco su publicación: era necesario tener en cuenta las nuevas circunstancias en el contenido del documento. La Iglesia, como hemos visto, tiene que ofrecer respuestas desde la fe, a las necesidades cambiantes de la sociedad.

 

Recordar el contexto histórico nos ayudará a comprender la encíclica; volvamos nuestro pensamiento al momento en que Pablo VI enriqueció a la D.S.I. con su encíclica Populorum progressio, sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos.[1]

 

Ya en el Concilio Vaticano II se manifestó explícitamente la preocupación de la Iglesia por el sufrimiento de los pueblos menos desarrollados económicamente, situación que iba en progresivo deterioro. Aunque el Concilio no alcanzó a tratar en detalle la doctrina de la Iglesia sobre el desarrollo integral y solidario, sin embargo en el capítulo III de la segunda parte de Gaudium et spes se trata sobre la vida económica y social, y el Concilio llama la atención sobre, cómo se presenta en el mundo un aumento de las desigualdades sociales, en vez de una disminución (63).

 

Es necesaria una reforma de las estructuras y un cambio de mentalidad y de los hábitos de la vida

 

Dice la Constitución pastoral Gaudium et spes, – sobre la Iglesia en el mundo actual, – que frente a los desequilibrios entre pueblos que viven, unos en la opulencia y otros que permanecen en una situación indigna de la persona humana, es necesaria una reforma de las estructuras y un cambio de mentalidad y de los hábitos de la vida. Habla entonces el Concilio de un desarrollo económico al servicio y bajo el control del hombre, y no un desarrollo económico al servicio y bajo el control de unas cuantas personas o de algunos grupos (65). La Gaudium et spes clama que deben desaparecer las enormes desigualdades sociales (66).

 

Presencia de Juan XXIII en la Doctrina Social

 

La constitución Gaudium et spes fue promulgada por Pablo VI el 7 de diciembre de 1965, es decir año y medio después de la muerte de Juan XXIII. Imposible no hacer mención de Juan XXIII en este momento.

 

El tan amado Papa Beato Juan XXIII, que se ganó la simpatía de todo el mundo, de la gente común y de los poderosos del mundo, y cuya imagen siempre sonriente recordamos, – aparecía con sus brazos extendidos para abrazar al mundo, como dijo Juan Pablo II en la homilía, el día de su beatificación, – ese gran Pontífice, dejó como herencia nada menos que el Concilio Vaticano II, una página fresca en la historia de la Iglesia: los cristianos fuimos llamados a proclamar el Evangelio con renovado vigor y con una mayor atención a los signos de los tiempos. 

 

Juan XXIII había abierto una nueva era de esperanza para el cristianismo y para toda la humanidad.[2] Había gobernado a la Iglesia menos de 5 años (desde el 28 de octubre de 1958  hasta el 3 de junio de 1963), pero su herencia fue enorme. Entre el legado social de Juan XXIII debemos tener en cuenta nada menos que el Concilio y las encíclicas Pacem in terris (Paz en la tierra) y Mater et Magistra, la que empieza con las palabras Madre y Maestra de los pueblos, la Iglesia católica, a la cual llama columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3,15)

 

Pablo VI: el Papa brillante, espiritual y humilde

 

 

No era sencilla la tarea que debía asumir el nuevo Papa, Pablo VI, elegido el 21 de junio de 1963, después de Juan XXIII. En su primer mensaje al mundo, Pablo VI, con decisión se comprometió a continuar la obra de Juan XXIII, y a fe que lo hizo. Terminó con éxito la obra inmensa del Concilio Vaticano II y sólo eso sería suficiente para dejar su huella en la historia de la Iglesia. A la imagen de Pablo VI le hizo daño una prensa poco amable y tuvo el impacto de quienes querían compararlo con la personalidad de Juan XXIII. Algo parecido a lo que sucede hoy con Benedicto XVI y su antecesor Juan Pablo II.

 

Los que conocieron de cerca a Pablo VI, lo describen como un hombre intelectualmente brillante, profundamente espiritual, humilde, reservado y amable. Un hombre de “infinita cortesía”.

 

En el campo social, Pablo VI no sólo dejó como legado su profundo pensamiento, en las dos magistrales encíclicas sociales Populorum progressio (1967), Octogesima adveniens (1971) y su exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, sino que debemos recordar que fue el primer Papa en dirigirse a las Naciones Unidas, con un bien recibido discurso, en 1965. Su deseo de continuar el diálogo abierto con el mundo, como lo inició Juan XXIII, llevó a Pablo VI a visitar los 5 continentes.[3]

 

Esta somera semblanza de Pablo VI, merecedor de mucho más,  nos ayuda a comprender el ambiente cuando se publicó la Populorum progressio, la gran encíclica social. Pablo VI había ya comprobado su amor por la causa de los menos favorecidos cuando fue arzobispo de Milán. Él tomó posesión de esa sede arzobispal el 5 de enero de 1955 y muy pronto se ganó el título de “arzobispo de los trabajadores”. El nuevo arzobispo revitalizó la arquidiócesis, predicó el mensaje social del Evangelio, trabajó para reconquistar a la clase trabajadora, promovió la educación católica de todos los niveles y apoyó a la prensa católica. El impacto en Milán fue tan grande que atrajo la atención mundial. El Cardenal Giovanni Battista Montini, como era el nombre de Pablo VI, respondió con entusiasmo a la convocatoria al Concilio Vaticano II por Juan XXIII y fue nombrado miembro de la Comisión  Preparatoria  Central y de la Comisión Técnica Organizacional.

 

 

La tarea social de Pablo VI

 

 

Pablo VI asumió como tarea social, a la cual consagraría su vida, la  comenzada por el Vaticano II. En la Constitución Pastoral Gaudium et spes, alcanzó el Concilio a  por lo menos plantear con claridad la injusticia social en el mundo, y la necesidad de una respuesta doctrinal de la Iglesia, al desafío de un mundo dividido por la participación inequitativa del desarrollo económico.

 

En 1967 no se vislumbraba solución a esa injusticia; al contrario, se agravaba, a pesar de intentos fallidos como los que proponía el comunismo o insuficientes como las experiencias de apoyo a los pueblos menos desarrollados, que el presidente Kennedy intentó con la Alianza para el progreso para América Latina y el Cuerpo de Paz.

 

Se basaban esos experimentos en una corriente económica, que sostenía que los pueblos menos desarrollados podrían alcanzar su crecimiento con sólo activar los factores que podían iniciar el despegue. Como el empujón a un carro varado para que arranque…[4]

 

Esa teoría impulsó programas como la Alianza por el progreso. Pensaban entonces que, con esa cooperación, los pueblos continuarían su carrera en dirección ascendente; pero a los pocos años se vio que las diferencias entre los pueblos ricos y los pobres aumentaban, no disminuían. Los autores de esos intentos de mejorar la situación de injusticia, con ayudas y buena voluntad,  quizás ni siquiera conocieron la observación del Concilio Vaticano II en la Constitución Gaudium et spes, en el sentido de que era necesaria una reforma de las estructuras y un cambio de mentalidad y de los hábitos de la vida.  La asistencia técnica no era suficiente, si no iba acompañada del cambio de las estructuras injustas y el cambio de mentalidad. Esos cambios los seguimos echando de menos. A mi manera de ver, es allí donde se comprueba que sin el cambio del corazón, que los creyentes llamamos conversión, no se podrá lograr que reine la justicia.

 

 

En la década de los años 60

 

 

En los años 60, esa era la situación de los pueblos, que la Iglesia, por su misión, debía atender de modo preferente. Las causas de que las diferencias entre los pueblos ricos y los pobres fueran cada vez mayores, las enfocaban y se siguen enfocando, desde el punto técnico, no desde la necesidad del cambio de mentalidad y de los hábitos de vida, que  eran entonces y son ahora,  los hábitos del consumismo.

 

 No había globalización económica, en ese tiempo, pero ya las economías eran cada vez más interdependientes y eso implica competencia. Los países del tercer mundo no estaban preparados para competir con los grandes. Sin la industrialización de los países del tercer mundo, como la que ya habían logrado los países poderosos, los países menos desarrollados tendían a empobrecerse cada vez más, frente a esos países grandes a los que sólo les podían ofrecer materias primas. Las materias primas que vendían las volverían a comprar  luego,  a un costo mucho mayor, porque las recibirían transformadas en productos manufacturados en los países industrializados. El mayor valor que obtenían esas materias primas en su transformación quedaba en poder de los países ricos.

 

Un agravante ocurría y ocurre ahora: los precios de las materias primas no crecen o crecen mucho menos que los de los productos terminados, quizás con excepción del precio fluctuante del petróleo, mientras que los precios de las manufacturas están en constante alza: ello significa que los países tercermundistas cada vez tienen que entregar mayores cantidades de su riqueza real  para obtener una misma cantidad de bienes a cambio.

 

El valor de un “jeep” frente a un saco de café

 

Esta situación la explicó en las Naciones Unidas, cuando era presidente, Carlos Lleras Restrepo, con un ejemplo. Según él, en 1954 el precio de un “jeep” de importación era, (en Colombia), de 1.367 dólares, es decir el equivalente a 14 sacos de café colombiano; en 1969 dicho vehículo valía ya 2.264 dólares, o sea menos del doble, pero dicho precio equivalía ahora a 43 sacos de café (más del triple).[5]

 

A esta situación de inferioridad de los países no industrializados, frente a las grandes potencias industrializadas, hay que agregar el trato de que son objeto, de parte de las entidades financieras que, aparentemente, invierten en beneficio de los países pobres para contribuir a su industrialización, pero en realidad, más que considerar las necesidades reales de los pueblos que dicen beneficiar, lo que buscan es una alta rentabilidad  en beneficio propio.

 

Una nueva Populorum progressio

 

 

Ustedes me dirán que eso sigue sucediendo y tienen toda la razón. Por eso hacía falta una Populorum progressio actualizada, que no es otra que Caritas in veritate.

 

Para continuar nuestra preparación para una mejor comprensión de Caritas in veritate empecemos a recordar el contenido de su antecesora Populorum progressio, hasta donde alcancemos hoy y continuaremos en la próxima entrega, Dios mediante.

 

Tengamos presente que la Populorum progressio está en la misma línea de la Gaudium et spes. La encíclica de Pablo VI profundiza lo que en la Constitución del Vaticano II se alcanzó a esbozar sobre el desarrollo integral y solidario. Además la encíclica descenderá a lo práctico. No basta desarrollar en teoría, la doctrina; hay que concretarla en lo práctico. Por eso la Populorum progressio dice en el N° 1:

 

El desarrollo de los pueblos y muy especialmente el de aquellos que se esfuerzan por escapar del hambre, de la miseria, de las enfermedades endémicas, de la ignorancia; que buscan una más amplia participación en los frutos de la civilización, una valoración más activa de sus cualidades humanas; que se orientan con decisión hacia el pleno desarrollo, es observado por la Iglesia con atención. Apenas terminado el segundo Concilio Vaticano, una renovada toma de conciencia de las exigencias del mensaje evangélico obliga a la Iglesia a ponerse al servicio de los hombres, para ayudarles a captar todas las dimensiones de este grave problema y convencerlos de la urgencia de una acción solidaria en este cambio decisivo de la historia de la humanidad.

 

Con este objetivo en mente, Pablo VI trata de sensibilizar al mundo frente a un problema social concreto y de convencerlo de la necesidad de una acción solidaria. En el N° 5 dice: dirigimos a todos este llamamiento solemne para una acción concreta a favor del desarrollo solidario de la humanidad.

 

 

Tres palabras resumen la orientación de Populorum progressio

 

 

Podemos decir que las tres palabras que resumen la orientación de Populorum progressio son: urgencia, acción, solidaridad. Las tres con referencia a un desarrollo económico integral y solidario. Recordémoslas a ver si Caritas in veritate las repite, en alguna forma.

 

Hay otra novedad en Populorum progressio, el Papa no aparece neutral ante la situación social del mundo, como quizás se podría pensar de los documentos sociales de sus antecesores, que pueden aparecer como árbitros neutrales ante los problemas de la sociedad industrial. Los tiempos han cambiado, el Evangelio refrescó a la Iglesia. En Populorum progressio hay una clara opción en defensa de los pueblos más atrasados de la tierra que convierten al Papa en su vocero y defensor. No es extraño que de allí en adelante la Iglesia repita, como lo repitió en Puebla y Santo Domingo y lo hizo de nuevo en Aparecida, su opción preferencial por los pobres.[6]

 

Cuando se habla de solidaridad en la Iglesia, se refiere al desarrollo solidario. La encíclica se divide claramente en dos partes, de acuerdo con las dos dimensiones del auténtico desarrollo: integral y solidario. Las dos dimensiones deben ir juntas. Por eso en los números 43-44, Pablo VI dice que el desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad.

 

El desarrollo integral se refiere al desarrollo humano, que debe darse en la persona humana completa, no sólo en lo material, y el desarrollo solidario se refiere al esfuerzo conjunto de toda la humanidad para garantizar el desarrollo a través de las relaciones (económicas y sociales) entre los pueblos, esfuerzo (…) donde la principal responsabilidad corresponde a los pueblos más favorecidos.[7]

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a:

reflexionesdsi@gmail.com

 


[1] Me guiaré por el libro citado varias veces, del P. Ildefonso Camacho, S.J., Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, San Pablo, Pgs. 369ss)

[2] Cf Homilía de Juan Pablo II en la beatificación de Juan XXIII, el domingo 3 de septiembre de 2000

[3] Los principales datos sobre Pablo VI están tomados de su biografía en WEB del Vaticano.

[4] Esa teoría de las etapas del desarrollo era defendida por W. Rostov en Etapas del crecimiento económico, traducción al español en Fondo de Cultura Económica, México 1961.

[5] Tomado de Ildefonso Camacho, Doctrina social de la Iglesdia, una aproximación histórica, 3° ed., San Pablo, Pg. 372. Véase allí nota 7.

[6] Cf Aparecida 128, 397, 398, 399, Sto. Domingo 50, Puebla 382, 707, 733, 769, 1134, 1267

[7] Cf Ildefonso Camacho, opus cit., Pg 375

Reflexión 145 Comentarios a Caritas in veritate (III)

 

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María de Colombia, los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como algunas encíclicas, la Constitución Gaudium et Spes, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en , Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

 

 

¿El Papa en el papel de economista?

 

Vamos a continuar el estudio de la encíclica Caritas in veritate, Caridad en la verdad, de Benedicto VI.

¿Por qué el Papa se dirige al mundo para tratar sobre un tema económico, como es el de la actual crisis mundial? ¿Es posible decir algo desde la fe, sobre la crisis económica y financiera por la que atraviesa el mundo? Algunos pueden pensar que el campo de la economía no tiene nada qué ver con la fe;  que ese es un campo sólo para los sabios de la economía, que la Iglesia no tiene por qué opinar en esas materias, como se les ocurre a algunos, a propósito de la política; pero como la crisis económica afecta a las personas, claro que el pensamiernto cristiano tiene qué decir.

 

No tendría mucho sentido que el Santo Padre se dirigiera al mundo, en su papel de Pastor universal, para dictar una lección de economía. No pretende dar una lección de economía la nueva encíclica de Benedicto XVI. Podríamos decir más bien, que es una lección sobre cómo, en el manejo de la economía, no se pueden ignorar ni la ética ni el bien común. Nos recuerda también el Papa, como nos lo enseñó Pablo VI en su encíclica Populorum progressio,  que quienes están llamados a colaborar en la construcción del verdadero progreso del ser humano, – como es el caso de los economistas, – deben tener en cuenta que la  vocación del hombre es superior a buscar solamente la riqueza material. Veremos que los valores del Evangelio, como el amor y la solidaridad, son una valiosísima contribución al verdadero desarrollo de las personas y de los pueblos.

 

 

¿Cuál es el tema de Caritas in veritate?

 

De acuerdo con el título de la encíclica, el tema que el Santo Padre Benedicto XVI trata es el desarrollo humano integral en la caridad y la verdad. Ya el mismo título nos explica que no se trata del desarrollo económico, en el sentido de sólo crecimiento material, según el enfoque de los que olvidan la vocación trascendente del ser humano, como si su fin último fuera tener más y más. El enfoque del desarrollo, entendido sólo como crecimiento económico, se convierte más bien en un obstáculo para el crecimiento del ser y se opone a la verdadera grandeza, dice Pablo VI, quien añade que la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral (Populorum progressio, 19). Interesante idea: la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral.

 

Cuando la avaricia es el motor del desarrollo

 

Si el objetivo del desarrollo es sólo tener más, crecer en bienes materiales, la avaricia se convierte en su principal o quizás su único motor. La D.S.I. promueve en cambio el desarrollo integral, el de toda la persona, no sólo en lo material. Sobre el tema del desarrollo integral de los pueblos, Pablo VI  presentó al mundo su encíclica Populorum progressio en 1967.

 

El desarrollo integral tiene que ver con la fe. Veamos lo que nos dice el Papa sobre el papel de Jesucristo en el desarrollo. Dice Benedicto XVI en el N° 8 de Caritas in veritate, que Pablo VI 

 

Al publicar en 1967 la Encíclica Populorum progressio (…)  ha iluminado el gran tema del desarrollo de los pueblos con el esplendor de la verdad y la luz suave de la caridad de Cristo. Ha afirmado que el anuncio de Cristo es el primero y principal factor de desarrollo   y nos ha dejado la consigna de caminar por la vía del desarrollo con todo nuestro corazón y con toda nuestra inteligencia,  es decir, con el ardor de la caridad y la sabiduría de la verdad. La verdad originaria del amor de Dios, (es decir la verdad del amor de Dios, que existe desde el principio), (amor)  que se nos ha dado gratuitamente, es lo que abre nuestra vida al don y hace posible esperar en un «desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres», en el tránsito «de condiciones menos humanas a condiciones más humanas», que se obtiene venciendo las dificultades que inevitablemente se encuentran a lo largo del camino.

 

La gente sola, amargada y triste

 

Visto desde la fe cristiana, el desarrolllo integral consiste en el tránsito de todo el hombre y de todos los hombres, de condiciones menos humanas a condiciones más humanas.  La calidad de las condiciones humanas de vida no depende sólo de tener más o menos bienes materiales. No depende sólo de eso. Hay, por ejemplo, gente con abundancia de bienes materiales y una pobre calidad de vida en sus relaciones, personales y con la comunidad. Es gente que se encierra en sí misma, en cuya vida no hay lugar sino para sus propios intereses, y que aunque sea rica en bienes materiales acaba sola, amargada y triste.

 

Aunque seguramente tendremos que volver a él, no resisto la atracción de todo el N° 20 de la Populorum progressio que Benedicto XVI cita allí, en el N° 8. Dice Pablo VI:

 

Si para llevar a cabo el desarrollo se necesitan técnicos, cada vez en mayor número, para este mismo desarrollo se exige más todavía pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, el cual permita al hombre moderno hallarse a sí mismo, asumiendo los valores superiores del amor, de la amistad, de la oración y de la contemplación. Así podrá realizar, en toda su plenitud, el verdadero desarrollo, que es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas.

Es muy interesante la frase de Benedicto XVI donde dice que Pablo VI nos dejó la consigna de caminar por la vía del desarrollo con todo nuestro corazón y con toda nuestra inteligencia, es decir, con el ardor de la caridad y la sabiduría de la verdad.

 

En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio progreso

 

Tenemos la consigna de caminar por la vía del desarrollo. Pablo VI en la misma Populorum progressio, en los N° 15 y 16, nos pone de presente que tenemos una vocación al desarrollo, que En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio progreso. Nos aclara, eso sí, que el desarrollo al que estamos llamados no se reduce al simple crecimiento económico. Y Benedicto XVI añade, como acabamos de leer, que tenemos que caminar por la vía del desarrollo con todo nuestro corazón y con toda nuestra inteligencia, es decir, que el esfuerzo por nuestro propio desarrollo lo debemos hacer con el ardor de la caridad y la sabiduría de la verdad.

 

Caridad y sabiduría; es decir que no son suficientes sólo los conocimientos técnicos, para que se produzca el tránsito de la sociedad de condiciones menos humanas a condiciones más humanas. Si no hay corazón, si no hay caridad y verdad, el desarrollo se desviará por los caminos estrechos del egoísmo y la codicia, que se orientan a: primero yo, segundo yo, y que los demás se las arreglen como puedan.

 

Para cumplir  su misión,- que es la salvación,- la Iglesia necesita estar en permanente diálogo con el mundo, para orientarlo, y todos, como individuos, necesitamos su ayuda. Y así como necesitamos la orientación del Magisterio de la Iglesia, también en el camino necesitamos la compañía de la comunidad cristiana; necesitamos su mano para apoyarnos cuando dudamos, para levantarnos cuando caemos.

 

La Iglesia y el cambio de las estructuras

En el marco de la sabiduría de la verdad y el ardor de la caridad está contenida la D.S.I. La doctrina es la luz, es la respuesta desde la fe, a las inquietudes de la vida en sociedad de cada época. La vida en sociedad no es otra cosa que nuestra vida de relaciones con los demás, encuadrada dentro de las estructuras e instituciones  que conforman la sociedad en la cual vivimos. Los cristianos tenemos que iluminar con la luz del Evangelio esas estructuras e instituciones de la sociedad.

 

Las estructuras económicas no determinan del todo la calidad de vida y el crecimiento, pero sí influyen en alto grado. Por eso hay que mirar la sociedad desde la fe y no sólo desde lo técnico, en lo que tiene que ver con lo económico. Lo material, lo económico, pueden ser instrumentos para nuestra salvación o para nuestra perdición. El Reino lo empezamos a construir en este  mundo, transformando las estructuras de la sociedad  para que se acomoden a los planes de Dios.

 

La D.S. es el resultado de la reflexión que, desde la fe, se hace sobre la realidad social que está en permanente cambio, para contribuir al  desarrollo integral de esa realidad. Si los creyentes conservamos la sensibilidad suficiente para percibir lo nuevo de cada situación histórica, si estamos atentos a los signos de los tiempos, evitaremos que la D.S. se vaya anquilosando y no tenga respuestas a los interrogantes que angustian a la humanidad.[1] 

 

Como Jesucristo es la piedra angular de la Doctrina de la Iglesia, y Jesucristo, Hijo de Dios, es la Verdad, es sabiduría eterna siempre actual, si lo fundamental de la doctrina social está de acuerdo con  la Escritura, la Palabra de Dios, la doctrina no tiene que cambiar. Se va actualizando su aplicación a las circunstancias nuevas, sin tocar sus principios. Es papel de la Iglesia estar atenta a los signos de los tiempos y sacar de su tesoro, de sus principios, de sus fundamentos, cosas nuevas y antiguas, según la necesidad.  Los fundamentos, los principios de la Escritura son inamovibles.

 

 

Los laicos católicos y la misión secular de la Iglesia

La D.S.I. no es sólo para algunos que se consagran al apostolado social. La D.S.I. no nos sustrae de nuestras obligaciones como ciudadanos del mundo; al contrario, nos urge que cumplamos con nuestros deberes. La doctrina social implica responsabilidades relativas a la construcción, la organización y el funcionamiento de la sociedad en que vivimos: obligaciones políticas, económicas, administrativas, es decir, de naturaleza secular, que pertenecen a los fieles laicos. Por eso los laicos necesitamos la orientación de la Iglesia para cumplir con nuestra misión.

Como nos lo explicaron el Concilio Vaticano II, especialmente en la Gaudium et spes, y Juan Pablo II en la exhortación apostólica Christifideles laici, sobre la misión y vocación de los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo, las responsabilidades de naturaleza secular competen a los laicos de modo peculiar (es decir propio), en razón de la condición secular de su estado de vida y de la índole secular de su vocación.[2]

El Vaticano II y Juan Pablo II nos dicen que en el cumplimiento de esas  responsabilidades, los laicos ponen en práctica la enseñanza social y cumplen la misión secular de la Iglesia.[3] Tengamos presente ese concepto de la misión secular de la Iglesia. Los laicos no deberíamos olvidar esa obligación nuestra, de cumplir la misión secular de la Iglesia. A veces lo esperamos todo de la Jerarquía  y se nos olvida nuestra misión. Representamos a la Iglesia en la vida secular: en las obligaciones políticas, económicas, administrativas, que son de naturaleza secular. Esas obligaciones son muy importantes en la vida pública, y también en nuestra vida privada.

Cuando intervenimos en la vida secular de nuestro país, de nuestra ciudad, de nuestro barrio, debemos tener en cuenta que nuestra misión como laicos es ordenar lo creado al verdadero bien del hombre. Esta frase, ordenar lo creado al verdadero bien del hombre que es de Juan Pablo II en Christifideles laici, (Los fieles laicos) en el N° 14, está de acuerdo con la doctrina de la Constitución Lumen Gentium,  en el N° 36.

 

Nuestro papel en la ciudad terrena

Que la misión del laico, en lo referente a sus actividades como ciudadano, es ordenar lo creado al verdadero bien del hombre, resume muy bien nuestro papel de ciudadanos de la ciudad terrena; por esa razón, cuando  considera el fin de la economía, el economista católico  no puede ignorar su orientación a ordenar al verdadero bien del hombre. El verdadero bien del hombre no se encuentra sólo en el consumo de bienes materiales.

 Para que seamos consecuentes, debemos ser cuidadosos también en el cumplimiento de nuestros deberes ciudadanos personales, como son el pago de las obligaciones laborales y el de los impuestos. Vale la pena incluir alli, igualmente, el cumplimiento de normas como las de tránsito, que se ordenan al bien común. Es impresionante el número de víctimas mortales en accidentes de tránsito. Frente al timón se olvidan los deberes ciudadanos; el conductor se siente dueño del mundo. En todas nuestras actividades seculares, que permiten la vida ordenada en sociedad, los creyentes debemos dar ejemplo.

 

La incoherencia en la política

 

Ojalá los políticos católicos tuvieran en cuenta sus responsabilidades sociales, especialmente los legisladores. Yo no entiendo, por eso, cómo en el Congreso se aprueban leyes como las laborales en perjuicio de los trabajadores o las del aborto, de la eutanasia y últimamente la de la promoción de la esterilización masculina y femenina, por medio de la ley que eleva a política pública la prestación gratuita de esos procedimientos. Por cierto esta última ley la objetó el gobierno. Yo no sé si el senador Samuel Arrieta, autor del proyecto, sea católico, pero si no lo es, la aprobación de esa ley necesitó, sin duda, los votos de senadores que se declaran católicos.  A eso es a lo que se llama incoherencia.

En la aprobación de esa clase de leyes  sólo se tiene en cuenta el beneficio económico, y en el caso de las leyes laborales, sólo se tuvo en cuenta el beneficio económico de las empresas y patronos y se ignoró el perjuicio de los trabajadores.

 

Otra vez El Tiempo

 

El segundo editorial de El Tiempo, de Bogotá, el pasado martes 28 de julio, fue en defensa de la esterilización masculina y femenina, apoyándose especialmente en argumentos económicos. Como el gobierno se basó en el argumento de los altos costos para objetar la ley, El Tiempo respondió con estas palabras en su editorial:

Las vasectomías y las ligaduras son mecanismos quirúrgicos de control de natalidad que generan  otros ahorros por vía del menor  número de niños en un hogar. El Gobierno parece ignorar la amplia documentación económica que establece fuertes vínculos entre el desarrollo económico y las tendencias demográficas.[4]

Veremos en su momento, lo que el Papa observa sobre las tendencias demográficas y la economía, en la encíclica Caritas in veritate.

Como vemos, hay razones suficientes para que el Papa, en su nueva encíclica, oriente al mundo sobre la crisis económica y se dirija no sólo a los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos católicos sino también a todos los hombres de buena voluntad.

Repasemos algunas ideas más sobre la caridad y la verdad, que tocamos en la reflexión pasada:

Dijimos primero que, la nueva encíclica de Benedicto XVI nos demuestra que es posible y es necesario, responder desde el pensamiento cristiano, a la crisis mundial de la economía.

 

Un mundo desarrollado ¿con la mitad de su población en la pobreza?

Decíamos que no es posible conseguir el desarrollo verdadero, integral, del ser humano, sin aceptar y vivir los principios del Evangelio. Como desarrollo integral han entendido los sumos pontífices, de modo particular desde la Populorum progressio, de Pablo VI, el desarrollo que tiene en cuenta a toda la persona humana y a todos los seres humanos; todo el ser humano, con su vocación trascendente; porque el hombre no se desarrolla de verdad si únicamente tiene en cuenta su progreso material. Entendemos también los cristianos que no hay desarrollo, si no cobija a todos los seres humanos. El mundo del siglo XXI no es un mundo desarrrollado, cuando la mitad de su población vive en pobreza.

Las escuelas neoliberales, que han dominado la orientación del mundo actual, se basan en el individualismo y en la técnica. Lo social, el bien común, los pasan a un segundo plano. Como consecuencia, su campo de visión se estrecha al considerar casi exclusivamente los deseos e intereses del individuo y no el bien común. A los expertos y defensores de la economía neoliberal el individualismo les acorta la vista; a pesar de sus habilidades económicas, matemáticas y financieras, parece que para comprender que el mercado es la gente, se les cerrara  el entendimiento.

 

Una economía de mercado basada sólo en modelos teóricos

 

Los economistas que son sólo técnicos, en las soluciones que proponen no piensan en cómo afectan esas soluciones a las personas, y en consecuencia, cómo reaccionan las personas afectadas, sino que prestan atención sólo a verificar si sus soluciones corresponden a sus modelos teóricos y si están de acuerdo con las leyes de las matemáticas y del mercado, como ellos entienden el mercado.

 

Esa visión limitada puede ser consecuencia de su formación académica. Sería más grave, si los teóricos de la economía individualista no tuvieran interés en el desarrollo integral de todos, por una posición ideológica o una actitud personal frente a la vida. Sería triste que tuvieran una orientación egoísta, de desinterés por los demás. Sería doloroso que en su teoría económica y del mercado, sólo les interesara conseguir la masa crítica de consumidores, es decir los suficientes consumidores para que unas minorías dominantes consigan el lucro que desean, así sea a costa de los demás, que pueden ser los menos favorecidos.

 

Para que no desviemos nuestras expectativas de la encíclica,  tengamos presente que no vamos a estudiar un tratado, escrito por un experto en economía, sino por un experto en el mensaje de la Palabra de Dios, como cabeza de la Iglesia, experto en humanidad. Recordemos que el Santo Padre no pretende ofrecer soluciones técnicas en la crisis económica y financiera mundial.

Ya veremos cómo Benedicto XVI puede hablar con autoridad a los economistas desde el Evangelio, sin pretender ofrecer soluciones técnicas. Especialmente los responsables de las políticas públicas y empresariales, pueden encontrar en Caritas in veritate una profunda inspiración para responder adecuadamente a los desafíos éticos, culturales y sociales que encierra su responsabilidad. [5]

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a:

reflexionesdsi@gmail.com


[1] Cf  Ildefonso Camacho, S.J. Doctrina Social de la Iglesia, una aproximación histórica, 3ª ed., San Pablo, Pg. 19

 

[2] Cf. Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 15: AAS 81 (1989) 413; Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 31: AAS 57 (1965) 37.

[3] Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 43: AAS 58 (1966) 1061-1064; Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 81: AAS 59 (1967) 296-297.

[4] El Tiempo, Bogotá, 28 de julio 2009, 1-14. Ligaduras y vasectomías

[5] Cf Cardenal Tracisio Bertone , en discurso sobre Caritas in veritate en la sala capitular de la biblioteca del senado italiano, 28 de julio, 2009