Reflexión 154- Juan Pablo II y el Desarrollo Integral

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

 

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio,  Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en, Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

 

SER Y TENER

 

En nuestro estudio de la D.S.I. sobre el desarrollo integral de los pueblos, en la reflexión anterior repasamos las diferecias entre SER y TENER, basados en el pensamiento de Juan Pablo II. Recordemos de qué se trata.

 

Vimos que cuando se habla de TENER, -como ideal de la vida: tener dinero, tierras, joyas…- entonces se hace referencia a poseer bienes materiales, valores económicos. Si se afirma que el desarrollo se consigue cuando se progresa económicamente, se reduce el desarrollo a sólo la dimensión económica. Los pueblos considerados desarrollados porque poseen abundantes bienes materiales, no son necesariamente pueblos desarrolados, según el concepto integral del desarrollo. Uno puede TENER muchos bienes materiales y sin embargo sentirse insatisfecho; puede sentir que le falta algo que no se consigue con bienes materiales. Llegar al desarrollo integral, total, implicaría también estar por lo menos en un proceso de maduración intelectual y espiritual que conduzca a la plenitud.  La plenitud, -es cierto,- no se consigue sino en la eternidad. Inquieto estará nuetro corazón hasta cuando descanse en Dios.

 

Y es que los bienes materiales son sólo instrumentos, no son fines,  no son el objetivo de nuestra existencia; claro que son necesarios en cierta medida, no es que los bienes materiales sean inútiles o despreciables, pero solos no son suficientes para lograr la felicidad. No basta tener bienes materiales para alcanzar la plenitud a la que aspira el ser humano.

 

El proceso de desarrollo

 

Para su desarrollo la persona humana necesita  ciertos bienes que le ayudan en su maduración; ciertos bienes que no son sólo bienes materiales (Véase la reflexión anterior). Según el  pensamiento de los psicólogos, el desarrollo humano es un proceso ascendente que, en su nivel inferior empieza con la satisfacción de las necesidades fisiológicas básicas, como el hambre y la sed, seguida de la necesidad de seguridad, de la satisfacción de necesidades sociales como el ser aceptados y estimados por los demás, el sentirnos parte de una comunidad, de una familia, de un grupo. En el proceso del desarrollo de la persona, en su proceso de maduración, se requiere también que la persona se acepte, se quiera, porque encuentra en sí valores que la hacen digna. A eso se llama autoestima. En la medida en que va  consiguiendo la satisfacción de esas necesidades, la persona humana va madurando, se va sintiendo más segura,  más contenta  y con vigor para seguir esforzándose por su desarrollo.

 

 

Concepción cristiana del hombre y autoestima

 

 

En ninguna concepción de la persona humana podemos encontrar mejores argumentos para la autoestima, que en la concepción cristiana del hombre; pues por la revelación sabemos que somos, nada menos que imágenes  de Dios y que somos tan queridos por Él, que nos entregó a su Hijo para rescatarnos, para redimirnos. Más aún, el Hijo de Dios se hizo uno de nosotros. Como lo repite bellamente la Constitución pastoral Gaudium et spes, del segundo Concilio Vaticano, en el N° 22 y cita a Heb 4,15: Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado.   

 

Definitivamente la persona humana tiene muchos motivos para sentir que es valiosa,  empezando porque Dios la ama y la acepta como es.

 

Sobre el valor del ser humano hay en los documentos de la D.S.I.  ideas expresadas de modo sencillo, pero insuperable. Por ejemplo, el documento de Puebla nos enseña, que la comprensión del ser humano sólo desde el punto de vista económico, biológico, síquico, es sólo parcial, porque no se puede comprender al ser humano ignorando su origen en Dios Creador (Puebla 1,9). El ser humano no es sólo química, no es sólo biología, no es sólo cuerpo; está dotado de alma o espíritu y es capaz de relacionarse no sólo con los demás seres humanos, sino también con Dios.

 

 

Jesucristo, el hombre del plan original

 

 

La verdad completa sobre el hombre, no la podemos encontrar sólo en los libros de las ciencia naturales; nos la enseña la persona de Jesucristo; si logramos penetrar algo en quién es Él, – Dios y hombre perfecto,- obtendremos el mejor conocimiento de la persona humana. Con el Hijo de Dios encarnado se hizo realidad el plan original de Dios. Juan Pablo II, en su encíclica Redemptor hominis (1), dice:

 

A través de la Encarnación, Dios ha dado a la vida humana la dimensión que quería dar al hombre  desde sus comienzos.

 

En Cristo y por Cristo, Dios se ha revelado plenamente a la humanidad, se ha acercado definitivamente a ella y, al mismo tiempo,  en Cristo y por Cristo, el hombre ha conseguido plenamente conciencia de su dignidad, de su elevación, del valor trascendental de la propia humanidad, del sentido de su existencia. (11).

 

 

Misión de la Iglesia en el conocimiento de Jesucristo

 

¿Cómo podemos conocer a Jesucristo, y en Él al ideal de la persona humana? Precisamente  la misión de la Iglesia a través del tiempo es  revelar a Cristo al mundo, ayudar a todo hombre a que se encuentre a sí mismo en él (Redemptor hominis, 11).

 

 La presencia de la Iglesia en la sociedad debería significar la presencia de Jesucristo. Como la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo y a su vez el Pueblo de Dios, comunidad de hombres con sus virtudes y sus defectos, son  plenamente aplicables estas palabras de la misma encíclica Redemptor hominis, en el N° 13:

 

Jesucristo se hace en cierto modo nuevamente presente, a pesar de todas sus aparentes ausencias, a pesar de todas las limitaciones de la presencia o de la actividad institucional de la Iglesia.

 

 

Estando la Iglesia presente ¿puede estar ausente Dios?

 

 

A veces nos escandalizamos porque la Iglesia presenta, en la vida de sus miembros, una imagen tan limitada, tan imperfecta, de Jesucristo, que pareciera el Señor estar ausente. Y nosotros somos parte de la Iglesia… Eso es especialmente aplicable cuando olvidamos que, si el Amor no está presente, Jesucristo no está presente. Como se canta en la antífona del Jueves Santo,  Ubi caritas et amor Deus ibi est, Donde hay caridad y amor allí esta Dios.

 

 

Volvamos al tema del proceso del desarrollo de la persona humana.

 

Decíamos que hay necesidades del ser humano que se satisfacen con TENER; por ejemplo, además de satisfacer las necesidades fisiológicas de alimentos, de bebida, de oxígeno, necesitamos tener seguridad de que no nos harán daño, requerimos estabilidad en nuestro hogar y en el trabajo,  necesitamos TENER protección.

 

Las  necesidades para desarrollarnos como personas no llegan sólo hasta allí. No es suficiente tener cubiertas las necesidades fisiológicas, y sentirnos protegidos. Cuando nos miramos a  nosotros mismos, necesitamos encontrar que en nosotros hay valores, dones, que nos hacen valiosos, necesitamos reconocer que tenemos dignidad, que  somos dignos de respeto.

 

Todos esos bienes, materiales unos e inmateriales otros, que se requieren en el proceso de desarrollo, se pueden obtener, se pueden llegar a TENER. Para muchos hoy no es difíl conseguir esos bienes en un ambiente propicio y gracias a los avances de la técnica y de las comunicaciones, que nos informan dónde y cómo conseguirlos. Pero tenerlos no garantiza que lleguemos, como personas, a conseguir la plenitud de nuestro desarrollo; no garantiza que lleguemos a SER lo que Dios en sus planes quiere para nosotros.     

 

 

SER, en la escala del desarrollo humano

 

 

El peldaño más alto en la escala del desarrollo humano, es precisamente llegar a SER todo lo que uno puede ser. Es alcanzar la plenitud del potencial del que Dios nos dotó. Es la realización completa del plan de Dios en nosotros.

La reflexión que hemos hecho sobre el desarrollo de la persona humana, nos da a entender que no es suficiente un desarrollo que considere sólo los bienes materiales. Una persona puede tener todos esos bienes y sentirse insatisfecho. Hay bienes superiores que se deben adquirir, para realizar completo el plan divino: valores intelectuales, morales, espirituales, sobrenaturales. Con ellos se alcanza la cultura, la educación, la vida social ordenada, orientada por la ética y desde lo alto por el Espíritu Santo que la nutre con su gracia.

 

 

En el desarrollo, la moral y la ética quedaron rezagadas

 

Juan Pablo II en la encíclica Redemptor hominis (15), enseña que

El progreso de la técnica y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo, que está marcado por el dominio de la técnica, exigen un desarrollo proporcional de la moral y de la ética. Añade el Papa que esto último parece, por desgracia, haberse quedado atrás.

El Santo Padre observa que

 

(…) este progreso, por lo demás tan maravilloso en el que es difícil no descubrir también auténticos signos de la grandeza del hombre que nos han sido revelados en sus gérmenes creativos en las páginas del Libro del Génesis, (en la descripción de la creación), no puede menos de engendrar múltiples inquietudes.

 

¿Hace el progreso mejor al hombre?

 

Y Juan Pablo II, en esta su primera encíclica, Redemptor hominis (Redentor del hombre) nos ofrece una valiosa reflexión que viene muy bien, para comprender su pensamiento sobre el desarrollo. De los números 15 y 16 tomo estas palabras que describen sus inquietudes sobre un desarrollo que no comprenda al ser humano de manera integral, total:

 

La primera inquietud se refiere a la cuestión esencial y fundamental: ¿este progreso, cuyo autor y fautor (animador) es el hombre, hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos sus aspectos, «más humana»?; ¿la hace más «digna del hombre»? No puede dudarse de que, bajos muchos aspectos, la haga así. No obstante esta pregunta vuelve a plantearse obstinadamente por lo que se refiere a lo verdaderamente esencial: si el hombre, en cuanto hombre, en el contexto de este progreso, se hace de veras mejor, es decir, más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los demás, particularmente a los más necesitados y a los más débiles, más disponible a dar y prestar ayuda a todos.

 

Nobel de medicina 2009

 

El anuncio de los merecedores del premio Nobel de medicina, y también de química, cobra especial importancia en estos días y hace pertinente  la inquietud de Juan Pablo II sobre si el progreso hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos sus aspectos, más humana, más «digna del hombre. Y, como el Papa afirma,  No puede dudarse de que, bajos muchos aspectos, la haga así.

Los nombres de los 3 ganadores del premio Nobel 2009, en medicina, son Elizabeth Blackburn, Carol Greider y Jack Szostak. Los comentarios de la prensa internacional dicen que Sus descubrimientos  han añadido una nueva dimensión a nuestra comprensión de la célula, arrojando luz sobre los mecanismos de la enfermedad, estimulando el desarrollo del potencial de las nuevas terapias.[1]Añaden que los trabajos de estos científicos afectan tanto al proceso del envejecimiento como del cáncer.

 

Telomerasa: la enzima de la juventud

 

“La enzima telomerasa es un mecanismo básico para la vida”, explica María Blasco, directora de Oncología Molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), (en Madrid, España) y especialista en este mismo campo. “No hay vida sin telomerasa, porque (esta enzima) se encarga de mantener a la célula joven. Pero al mismo tiempo, esto que no es malo por sí mismo, también le permite mantener joven a una célula mutada, como lo son las tumorales”[2], las del cáncer.

 

 

De manera que estos descubrimientos, sin duda ayudan a comprender mejor la constitución y el funcionamiento de la célula y quizás ayuden a prevenir o curar el cáncer.

 

 

 

Sin duda el envejecimiento es un tema siempre actual. Cuando uno se va acercando a la condición de viejo, busca el modo de conservarse “joven de espíritu” y procura sacar el mejor provecho,  de los años que siente que ahora se van más rápido. La medicina ha logrado añadir años a la supervivencia y hay quienes quisieran no morir, siempre y cuando se puedan conservar con buena salud. Como cristianos decimos, “Señor, cuando Tú quieras” y si muere un ser querido, procuramos hacer nuestras las palabras finales de Gabriel y Galán en el poema, dedicado a la memoria de su esposa:

Pero yo ya sé hablar como mi madre
y digo como ella
cuando la vida se le puso triste:
«¡Dios lo ha querido así! ¡Bendito sea!»

 

La vida es un paso, no el final del camino

¿Qué tiene esto que ver con el desarrollo, el tema de nuestras reflexiones? Tiene que ver mucho. El ser humano y los pueblos avanzan por la vida buscando la plenitud. Los no creyentes se empeñan en conseguirla en los bienes materiales, en la salud y el disfrute de la vida. Los creyentes sabemos que nuestra vida en la tierra es un paso hacia la verdadera vida, en la eternidad, aunque comprendemos también, que Dios nos encargó una tarea en este mundo: quiere que su  Reino lo empecemos a construir desde acá y nos da los medios para hacerlo.

 

 

Sucede sin embargo algo triste: el Creador nos encargó el cuidado de la naturaleza y la destruimos, nos encomendó a nuestros hermanos y los ignoramos, también tenemos encomendado el cuidado de nuestra salud y a veces la descuidamos.

 

 

Lo que dice el genetista Emilio Yunis

 

El doctor Emilio Junis, médico genetista colombiano, en su libro La búsqueda de la inmortalidad, tiene unas consideraciones que vienen muy al caso en este momento  y nos pueden ayudar en nuestras reflexiones. Dice:

 

 

El gran salto, (…) está en prolongar la vida con salud, retardar y hasta desterrar el envejecimiento, preservar el vigor de la juventud que es el equivalente a no envejecer. En este empeño dos grandes corrientes están en escena, una / que de nuevo cuenta con la publicidad a toda hora, apuntalada por los grandes intereses económicos en juego, que hace gala de cirugías cosméticas en la cara, senos, glúteos, en cualquier zona corporal, con el uso de drogas milagrosas como el Prozac, o la hormona del crecimiento, los Kh3 que no desaparecen, (el Kh3 es uno de los medicamentos anti-edad más populares del mundo) / ni los embriones han perdido sus cualidades milagrosas, y los anabólicos que complementan la acción de los gimnasios y las pesas / para para mantener una constitución atlética- es el mundo de Mr y Miss América / medido por el desarrollo muscular-, y de otra parte, la búsqueda científica, de la cual se apropian también los medios informativos y los grandes medios económicos / para hacer de ella el mayor negocio. Por otra parte, desde hace quince o veinte años, la nueva biología del envejecimiento / se ha constituido en el campo más activo en la ciencia. Combina todos los métodos de investigación y terapéutica de la biología y la genética modernas, y busca la inmortalidad / a través de lo que podría llamarse rejuvenecimiento perpetuo.[3]

 

¿Adelantos que aumentan el desequilibrio social?  

 

Sobre esa búsqueda de cómo aumentar la esperanza de vida, la longevidad y al mismo tiempo permanecer saludable y joven, el doctor Yunis se hace una pregunta que tiene mucho que ver con lo social. Si los adelantos científicos permitieran aumentar la edad permaneciendo sanos, ¿Para quienes será ese futuro?  No se refiere a quiénes vivirán entonces, por el tiempo que haya trascurrido, sino que pregunta concretamente:

 

 

¿en un mundo con tanta desigualdad, ¿para quiénes serán esos beneficios?(…) será para los países ricos y, en esos países, para la población que económicamente lo tiene todo, tanto que puede auspiciar y esperar estos resultados; en los países pobres, para la pequeña fracción de la elite rica de la población.

Más adelante el doctor Yunis afirma que:

 

 

El aumento de la esperanza de vida, la búsqueda y,  si lo alcanzan, el logro de la inmortalidad, serán otro factor que aumente el desequilibrio social, la concentración de la salud y el bienestar en pocas personas, y ahonde la desigualdad. El acceso a las tecnologías que prologan la vida / será otro derecho fundamental prohibido para la mayoría de la población, será otro de tantos problemas por resolver en un mundo que, en torno a uno de los ideales de la democracia, el derecho a la igualdad, lo viola sin posibilidades de redención, antes (…) lo profundiza.

No nos escandelicemos porque nos planteen problemas que nos obligan a pensar y a pensar en cristiano. Tengamos presentes  casos como el de la malaria o paludismo. Según wikipedia,

 

La malaria causa (…)  aproximadamente 2-3 millones de muertes anuales[, lo que representa una muerte cada 15 segundos. La gran mayoría de los casos ocurre en niños menores de 5 años; las mujeres embarazadas son también especialmente vulnerables. A pesar de los esfuerzos por reducir la transmisión e incrementar el tratamiento, ha habido muy poco cambio / en las zonas que se encuentran en riesgo de la enfermedad desde 1992. De hecho, si la prevalencia de la malaria continúa en su curso de permanente aumento, la tasa de mortalidad puede duplicarse en los próximos veinte años. Las estadísticas precisas se desconocen porque muchos casos ocurren en áreas rurales, donde las personas no tienen acceso a hospitales o a recursos / para garantizar cuidados de salud. Como consecuencia, la mayoría de los casos permanece indocumentada.

No sería justo decir que no se hace nada por la salud, porque hay entidades como la Organización Mundial de la Salud que se dedica a buscar soluciones a los graves problemas que en esa materia  aquejan, especialmente a los países pobres. La OMS se ha planteado sus objetivos del milenio así:

       

Tenemos que entender los Objetivos de Desarrollo del Milenio como una expresión abreviada de algunos de los resultados más importantes que debe obtener el desarrollo, a saber:

  • Reducción de la mortalidad materna asociada al parto;
  • Aumento de la supervivencia infantil durante los primeros años de vida;
  • Lucha contra la catástrofe que conlleva el VIH/SIDA;
  • Garantía de acceso a los medicamentos que salvan vidas;
  • Mejoramiento de la salud en todas sus formas, contribución ésta muy importante para la reducción de la pobreza.

Cuando pensamos en los millones de personas que padecen hambre, en los millones de personas que mueren de paludismo, en las que sufren de tuberculosis, -que no se ha erradicado todavía,- en los niños que mueren de desnutrición, de diarrea porque no tienen agua potable, necesariamernte nos tenemos que preguntar, si es justo que se emplee tanto dinero en investigar cómo alargar la vida de los ancianos de los países llamados desarrollados, cuando millones de niños en África y en nuestros países, no alcanzan ni siquiera a gozar de la niñez…

 

Hoy nos detuvimos a pensar en el planteamiento de Juan Pablo II en su encíclica Redemptor hominis; se pregunta el Santo Padre si el progreso de la técnica y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos sus aspectos, «más humana»? ¿la hace más «digna del hombre»?

Creo que a todos Juan Pablo II nos dejó pensativos…

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Estos tres científicos son los decubridores de los telómeros y la enzima telomerasa.

[2] WEB, Nobel medicina 2009, octubre 6

[3] Cf Emilio Yunis Turbay, “La búsqueda de la inmortalidad”, Editorial Bruna,  2006,