Reflexión 223 La existencia de Dios Agosto 4,2011

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Solución a los problemas del alzhéimer y del párkinson

Antes de seguir nuestro estudio de Caritas in veritate, Caridad en la verdad, voy a hacer un paréntesis hoy, para comentar con ustedes una reflexión que me he hecho en estos días, a propósito de una entrevista que publicaron en el diario El Tiempo y transmitió la cadena de TV Citytv, con el doctor Rodolfo Llinás, ese médico, científico compatriota nuestro, del que los colombianos nos sentimos muy orgullosos por sus aportes, especialmente a la neurología. Comentó en esa entrevista, que no está lejos de encontrar la solución farmacológica del párkinson y del alzheimer, esas enfermedades a las que todos los mayores tememos. Dice el doctor Llinás que en el caso del alzheimer, las células nerviosas no mueren, sino que las conexiones se retraen y eso puede tener un remedio en la farmacología. Ojalá, su remedio sea una realidad. Sería un descubrimiento digno del premio Nobel de medicina. Hay que esperar.

Este asunto que vamos a ver ahora hay que tratarlo cuando está en el ambiente, mientras la tinta del periódico está fresca…


La fe llega a donde no puede llegar la inteligencia humana sola


Al doctor Llinás lo estimamos mucho. Que Dios lo ilumine para que su descubrimiento para la curación del alzhéimer y de la enfermedad de párkinson ayude a muchas familias. ¿Saben qué me apesadumbra, en medio de la expectativa que genera su anuncio?  Que el doctor Llinás confirmó en esa entrevista que es ateo. Ya en otra oportunidad lo había hecho  saber. Es triste que la inteligencia humana, que nos es comunicada con la dignidad de ser creados a imagen de Dios, sabiduría infinita, -esa inteligencia humana, – no sea suficiente para llegar a los niveles altísimos a donde lleva la fe. Son dos campos muy distintos. La inteligencia humana puede llegar a las profundidades de la biología o del espacio estelar, que desentraña la ciencia humana, pero la fe vuela mucho más alto, a las alturas de la divinidad. Para volar hasta allá no se necesita demasiada inteligencia humana. Dios comunica sus verdades sin tener en cuenta la perfección del cerebro. Precisamente revela sus verdades a los sencillos y humildes. Recordemos aquellas palabras de Jesús en Mt 11, 25s y Lc 10,21s.


En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.


La fe en Dios no es una ciencia que se pueda estudiar

El que era entonces el cardenal Ratzinger, – hoy Benedicto XVI, -en su libro Dios y el Mundo[1] dice que la fe en Dios no es una ciencia que se pueda estudiar, como la química o las matemáticas, sino que sigue siendo fe. Aunque posee una estructura racional (…) No es simplemente un oscuro asunto cualquiera del que me fío (Me fío de alguien, de Dios). Me proporciona claridad de juicio. Y existen bastantes razones juiciosas para entregarse a ella. Sin embargo, jamás se convierte en pura ciencia.

Los creyentes debemos tener claro que Dios nos regaló la fe. Tenemos que vivir agradecidos de ese don inapreciable, la perla preciosa (Mt 13,44s). En algún momento difícil de mi vida comenté a un amigo, que gracias a la fe, saldría adelante, y él, que no es creyente, me dijo que me envidiaba, porque él no tenía fe.


Tenemos la fe, por gracia de Dios. Muy sabia es la respuesta del pequeño catecismo que estudiamos de niños: “Sois cristiano? Sí, por la gracia de Dios”. No podemos hacer nada sin que Dios nos dé el primer impulso.

Dios es tan parecido a los hombres…

Hay una afirmación del doctor Llinás en la citada entrevista, que puede preocupar a algunos. Dijo:

Tengo un problema con Dios: se parece tanto a los hombres, que yo casi creo que es inventado por los hombres”(El Tiempo, domingo 31 de julio de 2011, sección Debes saber, 13).

No sabe el doctor Llinás que si Dios se parece a los hombres es precisamente porque Dios nos hizo a su imagen, no al contrario; no hicimos los hombres a un Dios parecido a nosotros; Dios hizo al ser humano parecido a Él. Los creyentes sabemos que además, Dios se hizo hombre en Jesucristo y al conocerlo a través de su Evangelio nos permitió dar una mirada a la intimidad de Dios mismo.[2]

“La culpa es de Dios que no me dio fe”

Enseguida dice el doctor Llinás, que él nació sin fe y se pregunta: ¿Y la culpa es de quién?” Y responde: “Pues de Dios, que no me dio fe. Y añade: Y así me defendí desde chiquito.” No cree en Dios, pero la culpa de que él no tenga fe se la atribuye a ese ser en quien no cree. Como complicado, ¿verdad? Parece que en el fondo hay una semilla de fe.

Aquí es donde las personas de fe tenemos que comprender que ese regalo inmenso de la fe lo tenemos que cuidar, cultivar, regar, como un arbolito que se puede marchitar. Tenemos que conocer mejor en qué consiste ese don de Dios. Que un científico tan conocido y estimado confiese que no cree en Dios, puede poner a tambalear la fe de algunos. Pongamos de nuestra parte para ayudarles y para ayudarnos.

En el mismo libro Dios y el mundo, que cité antes, el Cardenal Ratzinger afirma que como la fe exige toda la existencia, la voluntad, el amor, el desprendimiento, también necesita superar siempre el mero conocimiento, la pura demostración. Por ello también puedo vivir siempre lejos de la fe y hallar razones para refutarla (…) Basta  con analizar el enorme sufrimiento existente en el mundo (…) este debate supone una lucha de la persona consigo misma y con Dios que perdurará hasta los albores del fin de la historia.

Virtudes humanas y virtudes divinas

Como el conocido científico colombiano doctor Rodolfo Llinás volvió a confirmar sus dificultades con la fe, queremos aprovechar la oportunidad para revisar dónde estamos nosotros, creyentes. Vamos a repasar algunas ideas básicas. Sin duda este repaso nos ayudará a afianzar también lo que aprendemos de la DSI. Siguiendo ese librito del Cardenal Martini, Las virtudes del cristiano que vigila, recorramos lo que es la fe, por qué creer y cuáles son las dificultades de la fe.

Hay virtudes humanas muy importantes, que hacen de quien las posee, una persona muy apreciada. Así la prudencia; el prudente es tenido en alta estima en cualquier comunidad, el justo, el que practica la justicia, es destacado entre todos, lo mismo que el que posee la virtud de la fortaleza. Esas son virtudes que alaban también los escritores paganos antiguos: Sócrates, Aristóteles, Platón. La sabiduría pagana reconoció y destacó esas virtudes. San Ambrosio habló de esas virtudes apoyándose en los escritos del orador romano Cicerón. Por ser virtudes humanas, también los paganos las pueden alcanzar.

Hay en cambio tres virtudes que están necesariamente unidas a la revelación, que son sobrenaturales: se trata de las virtudes que  comunica directamente Dios y son la fe, la esperanza y la caridad. Son virtudes divinas, porque es Dios el que las hace posibles, quien nos ofrece la gracia de creer, esperar y amar. Esas virtudes son la vida divina en nosotros, la respuesta  que el Espíritu Santo suscita en nosotros frente a la palabra de Dios (Martini opus cit., Pg. 77). Tengamos presente esa última afirmación: las virtudes sobrenaturales: la fe, la esperanza y la caridad son la respuesta que el Espíritu Santo suscita, es decir, despierta, motiva en nosotros.

La virtud que suscita en nosotros el acto de creer

Vamos a reflexionar sólo sobre la virtud de la fe, la que suscita en nosotros el acto de creer. Es importante ser conscientes de esta realidad: mientras nosotros solos, los seres humanos, podemos tener la disposición de ser prudentes y justos, no podemos ser creyentes, si Dios no toma la iniciativa, de modo gratuito y libre, de infundirnos la fe. Entender esto es importante, para valorar la afirmación del doctor Llinás, según la cual, Dios tiene la culpa de que él no tenga fe, porque según dice, Dios no se la dio, y para que podamos comprender esta inquietud y responderla.

¿Qué es creer?

Empecemos por recordar que creer no es aceptar dogmas. Creer es decir sí a Dios que se nos revela, se nos presenta y nos habla. Dios habla de muchas maneras, no sólo presentándose en persona o por medio de un mensajero, como sucedió con María en la Anunciación. La Sagrada Escritura tiene ejemplos bellísimos de personas que dieron el sí a Dios. En el Génesis quisiera destacar dos momentos en la vocación de Abraham: uno, en lo que llaman la teofanía de Abraham, en el capítulo 18, cuando se le presentó Dios a la entrada de su tienda en la misteriosa forma de tres personajes y nos dice el libro sagrado que Tan pronto como (Abraham) los vio corrió a su encuentro, se postró en tierra y dijo: Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego no pases de largo junto a tu siervo (Gen 18,2s). Recordemos esa petición de Abraham: no pases de largo Otros no tienen la disposición de recibir la visita de Dios y preferirían que pasara de largo. Hay visitas dolorosas, por ejemplo la enfermedad, la pérdida de un ser querido. Otro sí, de Abraham a Dios, fue cuando le ordenó sacrificar  a su hijo, Isaac, en Gen 22.

Podríamos citar también el sí de Moisés cuando Dios lo envió a liberar a su pueblo, a Egipto, en Ex 3, lo mismo que la disposición de Samuel, en 1Sm 3, que respondió a la llamada del Señor: Habla, Señor, que tu siervo escucha. Y cómo olvidar el sí de María: Heme aquí, soy la esclava del Señor, hágase en mí según lo que me has dicho (Lc 1, 38).

Si Dios nos hablara en persona…

Podemos pensar que esos ejemplos no se aplican en nuestro caso, en el mundo actual. Por cierto en la entrevista al Dr. Llinás por CityTV tuvo una afirmación por lo menos curiosa. Dijo que él no se ha encontrado con Dios, no lo ha visto. En los ejemplos del A.T. el sí de esas personas se refiere a distintas acciones de Dios que llama, que libera, que invita. No conocemos casos, igual que el Dr. Llinás, en que Dios nos hable así, directamente, ahora. Podríamos pensar que si Dios se nos apareciera en persona, no tendríamos argumentos para no escuchar su llamada. Bueno, quién sabe… los Apóstoles estuvieron con el Señor en persona y dudaron y fallaron. Pero hubo en ellos esa actitud de los discípulos de Emaús que no se cerraron del todo; como Abraham al Señor, también los dos discípulos dijeron al personaje que los acompañaba: Quédate con nosotros, que ya es tarde.(Lc 24, 28s) Es decir: No pases de largo…

Dios habla de muchas maneras y tenemos la libertad de responder o no, de decirle sí, de decirle no, de pedirle que pase de largo.

Dios llama a la puerta de todos

¿Cómo es eso de que Dios tiene la culpa de que nuestro sabio el doctor Llinás no tenga fe? Podemos estar seguros de que Dios toca a la puerta de todos. Dios habla de muchas maneras, pero el ser humano es libre de oír y responder, de abrir la puerta o de no abrirla. Las palabras del Señor en Apocalipsis 3,20 nos deben hacer pensar: Mira que estoy a la puerta y llamo¸ si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa…

Entonces, si Dios habla de distintas maneras, ¿qué impide que se reconozcan sus señales, que no se oigan sus voces? Hace poco escuchamos en la Eucaristía del domingo la Parábola del Sembrador. San Mateo comprendió bien la enorme importancia que el Señor dio a esa catequesis,  porque a esta parábola le dedicó bastante espacio. En el capítulo 13, Mateo, narra primero el ejemplo, que es corto y empieza:

Salió el sembrador a sembrar

“El sembrador salió a sembrar y mientras sembraba, unos granos cayeron a lo largo del camino: vinieron las aves y se los comieron, otros cayeron en terreno pedregoso, con muy poca tierra, y brotaron enseguida, pues no había profundidad, pero apenas salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron. Otros cayeron en medio de cardos: éstos crecieron y los ahogaron. Otros granos, finalmente, cayeron en buenas tierra y produjeron cosecha, unos ciento, otros el sesenta y otros el treinte por uno. El que tenga oídos, que escuche.”

Los discípulos pidieron al Señor que les explicara el significado de la parábola; sin duda ustedes recuerdan la explicación, de manera que solamente volvamos con la explicación de la palabra que cae en tierra buena: el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la entiende: éste sí que da fruto y produce un ciento, otro sesenta, otro treinta.

En nuestros países cristianos, todos hemos tenido la oportunidad de escuchar la palabra de Dios; claro que no siempre la semilla cayó en tierra buena, en algunos casos cayó en un ambiente poco propicio para la fe, le faltó regadío, cuidado y el  eco de esa palabra se fue diluyendo y se perdió.

La cizaña crece mientras dormimos

La  siguiente parábola nos viene muy bien,porque nos explica lo que también puede suceder: es la parábola de la cizaña en Mt 13, 24-30:

Jesús les propuso otra parábola: “Aquí tienen una figura del Reino de los Cielos. Un hombre sembró buena semilla en su campo, pero mientras la gente estaba durmiendo, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando el trigo creció y empezó a echar espigas,apareció también la cizaña.

Hay pues, diversas condiciones para la semilla de la fe. La Palabra de Dios llega de distintas maneras, no es reconocida como señal de Dios o se marchita o la ahoga la maleza.

El doctor Llinás dice que desde chiquito defendió su falta de fe con la afirmación de que Dios no se la dio, de manera que no es su culpa no tenerla, es de Dios.Esta situación nos pone frente a un hecho: no nos podemos cansar de dar gracias a Dios por la gracia de la fe y tenemos que cuidarla, para que el medio no la disminuya, no la apague, porque nos podemos quedar a oscuras.

¿Cómo llega la fe a los sabios?

Ya oímos que el Señor revela estas maravillas a los sencillos. ¿También esta luz superior llega a los sabios de la tierra, a los científicos? Sin duda; Dios no los discrimina y les da la misma oportunidad de los demás. Ya en otra ocasión mencionamos a algunos de los muchos científicos creyentes. Hoy traigamos un caso de nuestros días.

El doctor Francis S. Collins escribió un interesante libro titulado en inglés The Language of God, El Lenguaje Dios, (¿Cómo habla Dios?, título de la edición española) en el cual da testimonio de cómo llegó a la fe, después de haber sido ateo. ¿Quién es el Doctor Collins? Es uno de los más importantes científicos del mundo. El doctor William Phillips, premio Nobel de física, escribió que todo el que sostiene que la religión no se puede reconciliar con el conocimiento científico, todo el que piense que la ciencia moderna hiere la fe religiosa en el corazón, todo el que tenga interés en esta cuestión crucial, debería leer este libro.[3]

Evidencia científica de la presencia de Dios en el mundo

El doctor Collins presenta evidencia científica de que Dios no solamente está presente en el mundo, sino que obra activamente. Dios habló al doctor Collins en el lenguaje de la ciencia biológica. Allí encontró él el mensaje de Dios. El Doctor Collins fue el director del proyecto internacional del Genoma Humano, en el que trabajó por más de diez años. Descubrió que el genoma humano está conformado por todo el DNA de nuestra especie, el código hereditario de la vida. Todos los seres humanos recibimos y transmitimos nuestra herencia orgánica en los genes.

El mapa más maravilloso producido por la humanidad

Cuenta el doctor Collins en la introducción de su libro, que el presidente Clinton anunció al mundo este descubrimiento con estas palabras con las que él, el científico, estaba de acuerdo:

 Sin duda, este es el mapa más importante, el más maravilloso mapa producido por la humanidad. Luego dio el salto de la perspectiva científica a la espiritual, con estas palabras: Hoy estamos aprendiendo el lenguaje en el que Dios creó la vida. Quedamos aún más atónitos por la complejidad, la belleza y maravilla del don de Dios más divino y sagrado. Es decir, el don de la vida, don de Dios.

Un admirable logro científico y una

ocasión de adoración a Dios

 

El científico y el líder político mundial anunciaron un descubrimiento histórico de la biología y la medicina en conexión con Dios. Dice Collins que la experiencia de encontrar la secuencia del genoma humano y descubrir el más notable de todos los escritos fue tanto un admirable logro científico como una ocasión de adoración a Dios.

Los científicos tienen en la naturaleza que estudian un libro abierto con el mensaje Dios. Ahora bien, hay científicos que quieren leer ese mensaje y otros que no. Hay quienes tienen oídos para oír y no oyen, ojos para ver y no ven. Los distraen muchas preocupaciones e intereses y no logran concentrarseen lo realmente importante.

Una respuesta a Stephen Hawking

El conocido astrofísico británico Stephen Hawking, expresó su opinión de que no existe otra vida luego de la terrena y que la creencia de su existencia se motiva en nuestro miedo a la muerte. Gonzalo Echeverri Uruburu escribió en “Lecturas”, de El Tiempo, Bogotá, Agosto 2011, un interesante comentario, que tituló El ‘cuento de la otra vida’ y del cual quiero rescatar algunas ideas que, por lo menos aparentemente podemos compartir:

Esta idea, por supuesto, (de la no existencia de otra vida) no es una revelación genial; es lo mismo que muchos han dicho desde hace centenares de años y es, además, lo más obvio: ¿cómo puede existir alguna actividad consciente después de que el cerebro se ha destruido? Pero el respeto casi supersticioso que en nuestra cultura generan las creencias de los científicos hace que muchos incrédulos se froten las manos creyendo que la ciencia ha demostrado que no existe la supuesta vida post mórtem. Se olvidan que las opiniones de un científico valen tanto como las de cualquier otro en temas que no conoce y que la historia de la ciencia registra graves errores de brillantes científicos. Lavoisier no creía en los meteoritos porque “en el cielo no hay piedras”, y Rutheford, uno de los fundadores de la teoría atómica, no creía posible liberar la energía del átomo. Los ejemplos son innumerables y demuestran que, aun en casos de su competencia, los científicos, por ilustres que sean, se equivocan constantemente y lo hacen con no disimulado dogmatismo.

…….

Todas las ciencias se basan en comprobaciones indirectas y en vacilantes hipótesis. Nadie ha visto las últimas partículas subatómicas ni lo que existe en el interior de un agujero negro, tan estudiado por Hawking, en el cual todas las leyes de la física colapsan en lo que llaman una singularidad. Si hay energías incorpóreas y si hay al menos 11 dimensiones según la llamada teoría M, que como explica Hawking en “El gran diseño”, su último libro, ¿por qué es irracional la creencia de que una energía incorpórea pase a otra dimensión? Ya lo había dicho, maravillado ante la complejidad del mundo, Bohr: “Solo una teoría suficientemente extraña puede ser cierta”.

“Hay muchos interrogantes, pero ante todo dos cosas deben considerarse: primera, que nuestra mente es fundamentalmente una estructura de energía e información que se vale del cerebro para expresarse en tres dimensiones, lo mismo que el hardware sirve de soporte material a los programas, pero estos pueden subsistir como tales sin dicho soporte; como expresó Fred A. Wolfe,  destacado físico teórico: “La mente no está en el cerebro, el cerebro no está en la mente” y segundo, que existen, como se ha mencionado, varias dimensiones que eventualmente podrían albergar dicha estructura de energía e información después de que ésta deje de operar en nuestra realidad tridimensional. Recordemos que uno de los grandes sabios creadores de la física cuántica, Erwin Schrodinger, se atrevió a decir: “La ciencia en su etapa actual sugiere que la mente es indestructible por obra del tiempo”. Al morir, Hawking posiblemente podrá comprobar con sorpresa, que su mente se encuentra en otra dimensión o tal vez en una singularidad metafísica.

La respuesta vale para Llinás

 

El problema de los no creyentes es que sólo aceptan la realidad material, la que ellos pueden medir, pesar, investigar con medios igualmente físicos. Por eso el doctor Llinás piensa que una vez destruido el cerebro, la conciencia del ser humano desaparece. ¿Por qué no puede existir otra realidad que no necesite soportes físicos? Esto afirma Llinás:

-¿Qué diferencia el cerebro del ser humano del resto de los animales?

-La diferencia más importante es la arquitectura del sistema y el número de elementos especializados en elaboraciones abstractas (lenguaje, ciencia, filosofía, política, arte etc.)

-¿Dónde vive entonces la conciencia? ¿Puede haber conciencia sin realidad?

-La conciencia vive en el cerebro del mismo modo que el movimiento vive en los músculos. ¿En qué músculo? En todos, y en la interacción entre ellos. De modo similar puedo contestarle a la pregunta relacionada con el cerebro. He de decirle que sin realidad no hay conciencia, si definimos como realidad el mundo que nos rodea. Sin este mundo de la realidad el cerebro no existiría pues es parte de ella. La conciencia puede existir sin que el mundo externo module la actividad cerebral por medio de los sentidos, como cuando elucubramos, recordamos o soñamos, lo que no requiere necesariamente una entrada sensorial.

(http://www.elcultural.es//version_papel/CIENCIA/6326/Rodolfo_Llinas/)

Me llama la atención que en su respuesta, el doctor Linás parece dejar la posibilidad de que exista otra realidad que él no conoce, pues  la condiciona, cuando dice:  “si definimos como realidad el mundo que nos rodea”La realidad sobrenatural, espiritual, la conocemos y aceptamos por la fe aunque con los sentidos no la hayamos experimentado, Él no la conoce.

 

 sobrenatural

1. Joseph Ratzinger, Dios y el mundo, Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, Pg 26s

[2] Cf Benedicto XVI, después del Ángelus, en la fiesta de la Santísima Trinidad, 11 de junio, 2006, ZENIT  Org.

[3] En sus primeras páginas, The Language of God, A Scientist Presents Evidence for Belief, Free Press, ofrece una serie de testimonios de científicos sobre el valor del libro. La edición española se titula: ¿Cómo habla Dios?, La evidencia científica de la fe, 4a edición, Ediciones Temas de Hoy, Editorial Planeta Colombiana S.A.

Reflexión 222 Caritas in veritate N° 46-47 Julio 28 2011

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Las normas morales naturales se deben extender a todas las actividades humanas

En la reflexión anterior estudiamos la segunda parte del N° 45 de Caritas in veritate, Caridad en la verdad, la encíclica social de Benedicto XVI. Amplía el Papa, en la segunda parte del N° 45, su explicación sobre la necesidad de la ética en la economía y afirma que la DSI hace un valioso aporte al sistema moral o ético, al explicar que la dignidad de la persona humana se fundamenta en  ser creada a imagen de Dios. Del origen de la dignidad de la persona humana se desprende que las normas morales naturales   se deben extender a todas las actividades humanas, es decir a toda la vida de la sociedad; por lo tanto también a la economía, que es una actividad humana.

La ética y las organizaciones con y sin ánimo de lucro

El N° 46 de la encíclica Caridad en la verdad y el siguiente se refieren a las diversas formas de empresas, con y sin ánimo de lucro. Toda empresa debe ser ética, de manera que en este contexto, no hay diferencia entre organizaciones destinadas a obtener un beneficio económico, es decir, las creadas con el fin de obtener ganancias o lucro y las organizaciones sin ánimo de lucro. Las unas y las otras se deben regir por las normas éticas. Todos los negocios se deben manejar con apego a la ética. Para justificar manejos oscuros, a veces se escucha la frase: es que esto es un negocio, como si en una actividad, por ser un negocio, estuviera permitido el juego sucio. No está permitido; hay que jugar limpio, ser honrado, siempre. El lucro es lícito, pero no las trampas para conseguirlo.

Las empresas que utilizan el lucro para obras sociales

Nos dice la encíclica Caritas in veritate, que surge en esta época un nuevo sector de empresas, muy amplio, que no excluye el beneficio económico, pero que utiliza ese beneficio como un medio para alcanzar objetivos sociales y humanitarios, con lo cual se busca la humanización del mercado y de la sociedad.

De esa diversa clase de organizaciones que dedican sus ganancias a objetivos sociales, conocemos algunos ejemplos en Colombia. Hay emisoras que se sostienen con publicidad y las ganancias se utilizan para apoyar obras pastorales. Si no ha cambiado su razón de ser, así era la Fundación Social, con sus empresas la Caja Social y Colmena, que ahora son Bancos. La Fundación Social destinaba todas sus utilidades a obras sociales. La Compañía de Jesús entregó esa Fundación a los laicos y no se sabe que éstos hayan cambiado la razón de ser de la Fundación.

La Fundación Carvajal

Parecida en cuanto a sus objetivos, no en su sistema de funcionamiento, es la Fundación Carvajal. La Fundación social es una organización propietaria de empresas. La Fundación Carvajal es una organización dedicada al desarrollo de programas y proyectos  que promuevan el bienestar humano y social apoyada por la empresa Carvajal S.A.. La historia de esa fundación es interesante: los propietarios de esa empresa, cedieron un porcentaje de su propiedad  para la creación de la Fundación que se convirtió en dueña, en parte, de la empresa comercial Carvajal S.A. La Fundación dedica las ganancias que consigue a obras sociales y humanitarias.

Ese tipo de organizaciones necesita encontrar un marco jurídico y fiscal adecuado que las apoye y proteja en todos los países.

Leamos el texto mismo del N° 46 de la encíclica:

Respecto al tema de la relación entre empresa y ética, así como de la evolución que está teniendo el sistema productivo, parece que la distinción hasta ahora más difundida entre empresas destinadas al beneficio (profit) y organizaciones sin ánimo de lucro (non profit) ya no refleja plenamente la realidad, ni es capaz de orientar eficazmente el futuro. En estos últimos decenios, ha ido surgiendo una amplia zona intermedia entre los dos tipos de empresas. Esa zona intermedia está compuesta por empresas tradicionales que, sin embargo, suscriben pactos de ayuda a países atrasados; por fundaciones promovidas por empresas concretas; por grupos de empresas que tienen objetivos de utilidad social; por el amplio mundo de agentes de la llamada economía civil y de comunión.

No se trata sólo de un «tercer sector», sino de una nueva y amplia realidad compuesta, que implica al sector privado y público y que no excluye el beneficio, pero lo considera instrumento para objetivos humanos y sociales. Que estas empresas distribuyan más o menos los beneficios, o que adopten una u otra configuración jurídica prevista por la ley, es secundario respecto a su disponibilidad para concebir la ganancia como un instrumento para alcanzar objetivos de humanización del mercado y de la sociedad. Es de desear que estas nuevas formas de empresa encuentren en todos los países también un marco jurídico y fiscal adecuado. Así, sin restar importancia y utilidad económica y social a las formas tradicionales de empresa, hacen evolucionar el sistema hacia una asunción más clara y plena de los deberes por parte de los agentes económicos. Y no sólo esto. La misma pluralidad de las formas institucionales de empresa es lo que promueve un mercado más cívico y al mismo tiempo más competitivo.

Cooperación internacional y transparencia

La segunda parte de este N° 47 la dedica la encíclica a tratar sobre la cooperación internacional y la transparencia que se debe exigir a los organismos internacionales en el manejo de los recursos. A veces se emplea demasiado dinero en el mantenimiento de la burocracia, disminuyendo así los recursos que se deberían utilizar en el desarrollo de los programas que se supone intentan implementar.

Subsidiaridad y responsabilidad

Insiste la encíclica en que los programas de desarrollo se deben enfocar en la persona humana, que debe ser el centro del desarrollo; esos programas de desarrollo deben promover la subsidiaridad y la responsabilidad, se debe involucrar a las personas que afecten, deben ser flexibles, adaptarse a sus circunstancias y beneficiar sus vidas diarias.

Como siempre lo hace, aquí encontramos la permanente defensa de la persona humana en la DSI. Los programas de desarrollo no deben tener como objetivo favorecer a un ente abstracto, al país, sino a las personas. La construcción de vivienda, por ejemplo, debe tener en cuenta la dignidad de las personas. Puede que las posibilidades exijan que se construyan viviendas pequeñas, pero tienen que ser humanas, nunca ratoneras, como a veces sucede, aun en ciudades como Bogotá. Las obras de infraestructura deben favorecer a las personas y no hacerles daño.

¿Y qué es eso de la subsidiaridad?

El principio de subsidiaridad lo encontramos explicado en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia del N 185 al 188. Es ésta una buena oportunidad para que aclaremos su significado. Leamos lo que dice ese excelente libro que es el Compendio de la DSI:

185 La subsidiaridad está entre las directrices más constantes y características de la doctrina social de la Iglesia, presente desde la primera gran encíclica social (Rerum Novarum). Es imposible promover la dignidad de la persona si no se cuidan la familia, los grupos, las asociaciones, las realidades territoriales locales, en definitiva, aquellas expresiones agregativas de tipo económico, social, cultural, deportivo, recreativo, profesional, político, a las que las personas dan vida espontáneamente y que hacen posible su efectivo crecimiento social (Catecismo 1882). Es éste el ámbito de la sociedad civil, entendida como el conjunto de las relaciones entre individuos y entre sociedades intermedias, que se realizan en forma originaria y gracias a la « subjetividad creativa del ciudadano ».[1] La red de estas relaciones forma el tejido social y constituye la base de una verdadera comunidad de personas, haciendo posible el reconocimiento de formas más elevadas de sociabilidad. (Centesimus annus, 49)

En el N° 187, con palabras de la encíclica Quadragesimo anno, de Pío XI, el Compendio de la DSI explica en qué consiste el principio de subsidiaridad y advierte que es un principio importantísimo de la filosofía social. Dice:

« Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyendo un grave perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos ».

Actitud de ayuda, de subsidio. No invadir ni absorber

El principio de subsidiaridad sostiene que las sociedades de orden superior deben ponerse en actitud de ayuda, de subsidio, por lo tanto de apoyo, de promoción del desarrollo en su relación con las sociedades menores. No invadir su campo de acción. Un ejemplo puede ser, que el Concejo municipal no asuma lo que las Juntas de Acción Comunal pueden realizar, pero esté dispuesto a ayudarles, a promoverlas, a favorecer su desarrollo. Así de lo demás: el Congreso no debe hacer lo que pueden hacer las entidades menores, el Estado no debe hacer lo que corresponde a la familia. Esto es claro y muy importante ahora, cuando hay gobiernos que pretenden asumir la educación de los hijos, quitándoles ese derecho y deber a los padres de familia. Dice el Compendio:

De este modo, los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente las funciones que les competen, sin deber cederlas injustamente a otras agregaciones sociales de nivel superior, de las que terminarían por ser absorbidos y sustituidos y por ver negada, en definitiva, su dignidad propia y su espacio vital.

A la subsidiaridad entendida en sentido positivo, como ayuda económica, institucional, legislativa, ofrecida a las entidades sociales más pequeñas, corresponde una serie de implicaciones en negativo, que imponen al Estado abstenerse de cuanto restringiría, de hecho, el espacio vital de las células menores y esenciales de la sociedad. Su iniciativa, libertad y responsabilidad, no deben ser suplantadas.

Composición del tejido social

Un término que se utiliza mucho ahora es el de tejido social. ¿A qué se refieren los que hablan del tejido social? Las palabras que leímos del Catecismo nos lo explican: dice que el tejido social está formado por la red de relaciones entre las diversas asociaciones de tipo económico, social, cultural, deportivo, recreativo, profesional, político, a las que las personas dan vida espontáneamente y que hacen posible su efectivo crecimiento social. Todos formamos parte de ese tejido social, un tejido de relaciones.

Centralidad de la persona humana

Después de entender en qué consiste el principio de subsidiaridad, leamos lo que nos dice Caridad en la verdad en  la primera parte del N° 47:

La potenciación de los diversos tipos de empresas y, en particular, de las que son capaces de concebir el beneficio como un instrumento para conseguir objetivos de humanización del mercado y de la sociedad, hay que llevarla a cabo incluso en países excluidos o marginados de los circuitos de la economía global, donde es muy importante proceder con proyectos de subsidiaridad convenientemente diseñados y gestionados, que tiendan a promover los derechos, pero previendo siempre que se asuman también las correspondientes responsabilidades.

En las iniciativas para el desarrollo debe quedar a salvo el principio de la centralidad de la persona humana, que es quien debe asumirse en primer lugar el deber del desarrollo. Lo que interesa principalmente es la mejora de las condiciones de vida de las personas concretas de una cierta región, para que puedan satisfacer aquellos deberes que la indigencia no les permite observar actualmente.

La preocupación nunca puede ser una actitud abstracta. Los programas de desarrollo, para poder adaptarse a las situaciones concretas, han de ser flexibles; y las personas que se beneficien deben implicarse directamente en su planificación y convertirse en protagonistas de su realización. También es necesario aplicar los criterios de progresión y acompañamiento —incluido el seguimiento de los resultados—, porque no hay recetas universalmente válidas. Mucho depende de la gestión concreta de las intervenciones. «Constructores de su propio desarrollo, los pueblos son los primeros responsables de él. Pero no lo realizarán en el aislamiento» (Populorum progressio, 77).

Hoy, con la consolidación del proceso de progresiva integración del planeta, esta exhortación de Pablo VI es más válida todavía. Las dinámicas de inclusión no tienen nada de mecánico. Las soluciones se han de ajustar a la vida de los pueblos y de las personas concretas, basándose en una valoración prudencial de cada situación. Al lado de los macroproyectos son necesarios los microproyectos y, sobre todo, es necesaria la movilización efectiva de todos los sujetos de la sociedad civil, tanto de las personas jurídicas como de las personas físicas.

Somos responsables de nuestro desarrollo

Tengamos presente que la encíclica se dirige a todos, también a nosotros, no solo a los gobiernos y a las empresas. Todos los ciudadanos tenemos lecciones en la encíclica. Cuando Pablo VI dice en Populorum progressio, que «Constructores de su propio desarrollo, los pueblos son los primeros responsables de él. », los pueblos están constituidos por personas, por individuos y si los individuos no nos movemos, no colaboramos, no habrá  un pueblo  que funcione.

Cooperación internacional

La última parte del N° 47 de Caritas in veritate se refiere a la cooperación internacional, como comentamos antes. Terminemos hoy con la lectura del texto mismo, que no necesita más explicación.

La cooperación internacional necesita personas que participen en el proceso del desarrollo económico y humano, mediante la solidaridad de la presencia, el acompañamiento, la formación y el respeto. Desde este punto de vista, los propios organismos internacionales deberían preguntarse sobre la eficacia real de sus aparatos burocráticos y administrativos, frecuentemente demasiado costosos. A veces, el destinatario de las ayudas resulta útil para quien lo ayuda y, así, los pobres sirven para mantener costosos organismos burocráticos, que destinan a la propia conservación un porcentaje demasiado elevado de esos recursos que deberían ser destinados al desarrollo. A este respecto, cabría desear que los organismos internacionales y las organizaciones no gubernamentales se esforzaran por una transparencia total, informando a los donantes y a la opinión pública sobre la proporción de los fondos recibidos que se destina a programas de cooperación, sobre el verdadero contenido de dichos programas y, en fin, sobre la distribución de los gastos de la institución misma.


[1] Juan Pablo II, Carta encic. Sollicitudo rei socialis, 15; Pío XI carta encic. Quadragesimo anno, Juan XXIII, Carta encic. Mater et magistra; Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 65; Congregación para la Docrina de la Fe, Instr. Libertatis Conscientia,73; Juan Pablo II, Carta encic., Centesimus annus, 48; Catecismo, 1883-1885.

Reflexión 221 Caritas in veritate N° 45b Julio 21 2011


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¿Por qué es necesaria la ética en la economía?

En el programa anterior comentamos la primera parte del N° 45 de Caridad en la verdad, Caritas in veritate, la encíclica social de Benedicto XVI, con la cual la Iglesia presenta su aporte a la sociedad en la actual, persistente, crisis económica y financiera por la que atraviesa el mundo.

La necesidad de la ética en la economía es el eje central de ese número 45 de Caridad en la verdad. La palabra ética se utiliza con frecuencia de manera equivocada y la ética necesaria en los negocios no consiste solamente en no robar ni en no engañar. Como lo entiende Jack Welch, expresidente de General Electric, considerado el mejor gerente del mundo en el siglo XX, la integridad es un requisito indispensable para entrar al juego de los negocios. En sus palabras, la integridad es sólo la boleta de entrada al partido, de modo que quien no sea íntegro no debe ser admitido al juego. Infortunadamente la crisis económica en los EE.UU. fue provocada por altos ejecutivos que nunca debieron ser admitidos al juego de los negocios, porque no eran íntegros; es decir, no les debieron dar boleta para entrar al juego.

La experiencia de la crisis financiera en los países más poderosos y la crisis de corrupción en todas partes y que infectó también de manera tan grave a nuestro país, demuestra que nuestra sociedad está enferma porque olvidó los valores tradicionales, los que practicaron y nos enseñaron nuestros padres y abuelos.

La falta de sinceridad para no incomodar al poderoso

Hay también elementos de la ética que no parecieran fundamentales y quizás por eso se ignoran, pero las consecuencias de su olvido causan daño; eso sucede por ejemplo con la falta de sinceridad. Se calla cuando se debiera hablar, no sólo con el fin de engañar, lo cual es claramente no ético, sino por temor a veces, y por comodidad, para no incomodar a los que tienen el poder; entonces éstos se sienten con las manos libres de hacer lo que les conviene a ellos, así sea en perjuicio del bien común.

Lo de fondo sobre el comportamiento ético radica en que debe ser, como lo dice Benedicto XVI, amigo de la persona. En la segunda parte del N° 45, que vamos a considerer ahora, el Papa amplía este pensamiento.

Los equívocos sobre lo que es ético

Terminó el Papa la primera parte del N° 45 con la advertencia sobre el uso incorrecto del término “ético”, cuando se lo hace abarcar también contenidos completamente distintos, hasta el punto de hacer pasar por éticas decisiones y opciones contrarias a la justicia y al verdadero bien del hombre (45). ¿Por qué esos equívocos? Responde el Papa que mucho depende del sistema moral de referencia. Es decir que, cuando el sistema moral sobre el que uno basa su comportamiento en los negocios no es el sistema moral cristiano que se  basa en el bien de las personas,  -no solo en mi propio bien individual,- sino que baso mi comportamiento, por ejemplo, en el sistema utilitarista individualista, entoces consideraré ético todo lo que sea en mi propio beneficio e ignoraré el bien común y el perjucio al vecino que pudiera ocasionar ese comportamiento.

Segunda parte del N° 45 de Caritas in veritate

En efecto, mucho depende del sistema moral de referencia. Sobre este aspecto, la doctrina social de la Iglesia ofrece una aportación específica, que se funda en la creación del hombre «a imagen de Dios» (Gn 1,27), algo que comporta la inviolable dignidad de la persona humana, así como el valor trascendente de las normas morales naturales. Una ética económica que prescinda de estos dos pilares correría el peligro de perder inevitablemente su propio significado y prestarse así a ser instrumentalizada; más concretamente, correría el riesgo de amoldarse a los sistemas económico-financieros existentes, en vez de corregir sus disfunciones. Además, podría acabar incluso justificando la financiación de proyectos no éticos. Es necesario, pues, no recurrir a la palabra «ética» de una manera ideológicamente discriminatoria, dando a entender que no serían éticas las iniciativas no etiquetadas formalmente con esa cualificación. Conviene esforzarse —la observación aquí es esencial— no sólo para que surjan sectores o segmentos «éticos» de la economía o de las finanzas, sino para que toda la economía y las finanzas sean éticas y lo sean no por una etiqueta externa, sino por el respeto de exigencias intrínsecas de su propia naturaleza. A este respecto, la doctrina social de la Iglesia habla con claridad, recordando que la economía, en todas sus ramas, es un sector de la actividad humana[1].

La dignidad de la persona humana

Tratemos de grabar algunas afirmaciones claves de la encíclica en lo que acabamos de leer, para que las tengamos en cuenta en nuestra vida.

Al sistema moral que nos debe guiar  a los cristianos, la doctrina social de la Iglesia le aporta un fundamento esencial: a la pregunta ¿por qué es digna de respeto la persona humana? los cristianos respondemos: porque es imagen de Dios. En eso se fundamenta su dignidad.

Su quisiéramos ahondar en esta verdad, en lo que significa ser hombre, ser persona humana, creada a imagen de Dios, ncesitaríamos una serie  programas, pero tampoco podemos pasar por encima sin una breve reflexión sobre la dignidad de la persona humana.

Nos dice el Papa que la DSI aporta al sistema moral, a la ética, un fundamento esencial: la creación del ser humano a imagen de Dios, como nos lo enseña la Palabra en el capítulo 1° del libro del Génesis.

Una manera sencilla de repasar lo que nos enseña la doctrina es acudir al Catecismo de la Iglesia Católica. En el primer artículo del Credo, que es el resumen de nuestra fe, en el N° 355 y siguientes del catecismo encontramos suficiente información. Veamos:

Nos explica el catecismo que la persona humana ocupa un lugar único en la creación. Está hecho a imagen de Dios; en su propia naturaleza humana une el mundo espiritual y el mundo material; es creado hombre y mujer y Dios lo estableció en la Amistad con Él. ¿Por qué nos creó Dios así, creaturas dotadas tan maravillosamente? Por amor, no hay más explicaciones. Como escogió a Israel como su pueblo. Así se lo dijo a Moisés, no los escogió porque fuera un pueblo que se distinguiera entre los demás. Lo escogió porque Él, Dios, lo amó. Dios se enamoró de Israel a pesar de todos sus defectos y lo escogió. En el caso del ser humano, lo hizo a semejanza del Amor, porque Dios es amor. Si el Creador es amor, nosotros somos, ¿qué podremos decir, unos amorcitos? Es común decir de algunas personas que se consideran buenas, especialmente buenas, que son un amor.

Santa Catalina de Siena dice:

«¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo della Divina providenza, 13).

Maravillas que ignoramos u olvidamos

El ser creados a imagen y semejanza de Dios nos dota de muchas cosas sovaliosas que tristeemente muchos olvidan o ignoran. En el N° 356 dice el Catecismo que de todas las creaturas visibles solo la persona humana es capaz de conocer y amar a su Creador (Gaudium et spes, 12,3), es laúnica criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma ( Gaudium et spes, 24,3). La única criatura sobre la tierra, capaz de conocer a Dios. Se envidia a los muy dotados intelectualmente, porque pueden saber muchas cosas. Nosotros,  los seres humanos, somos las únicas criaturas, además de los ángeles, que podemos conocer a Dios. 

¡Qué regalo grande recibimos los creyentes, ser capaces de conocer a Dios! Y además, lo podemos amar. Tenemos la capacidad de amarlo. Por esas dotes únicas, tenemos otro regalo maravilloso: estamos llamados a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin hemos sido creados los seres humanos y esta es la razón fundamental de nuestra dignidad.

En estos días mi familia vio partir a la casa del Padre a personas muy queridas, y el hijo y hermano de dos de ellas, – por cierto, es médico, – nos dijo en la clínica, “como creyentes nos deberíamos alegrar de que ellas hayan alcanzado la felicidad a donde todos queremos llegar”. Precisamente la gente más amada es la más llorada, no porque alcance ya la vida de Dios, sino porque no seguimos contando con su amor acá, en lo que llamamos el Valle de lágrimas. Un día volveremos a estar juntos en la vida de Dios.

El ser humano es alguien, una persona. No es algo, no es una cosa

Nos dedicamos a ahondar en el significado de que el ser creados a imagen de Dios nos confiere a los seres humanos una gran dignidad, superior a la dignidad de las demás criaturas sobre la tierra.

En el N° 357 el catecismo nos explica algo más; nos explica que

Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.

No nos detenemos mucho pensar en estas verdades y en lo mucho que significan: somos alguien, no algo. No somos cosas, no nos pueden tratar como si fuéramos cosas y tampoco nosotros podemos tratar a los demás como cosas. Tienen muchas implicaciones en la vida diaria estas verdades. En nuestro comportamiento no siempre somos coherentes con lo que creemos.

Más dones maravillosos

Más dones maravillosos: sólo los seres humanos pueden conocerse, sólo las personas podemos ser dueñas de nosotros, sólo nosotros tenemos voluntad, somos libres, a nosotros no nos gobiernan necesariamente los instintos. Sólo los seres humanos pueden conocerse: los animales no tienen capacidad para reflexionar, para conocerse.

La capacidad de entrar en comunión con los demás, de amarnos, de formar una familia y una comunidad son propias de los seres humanos. Y algo grandioso: somos llamados por la gracia, a una alianza con nuestro Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en lugar nuestro. Todo eso es por gracia, estos regalos maravillosos parten de Dios y con su ayuda estamos en capacidad de darle un sí, de recibirlos. El ser humano también puede decirle no, puede decirle que por ahora no. Ese don de la libertad existe, pero el Señor sigue a la puerta y llama, como dice en el Apocalipsis 3,20. Sigue diciendo que si alguien abre, él entra…

En palabras de San Juan Crisóstomo

En el N° 358 el catecismo trae esta bella consideración de San Juan Crisóstomo:

«¿Cuál es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su derecha» (San Juan Crisóstomo, Sermones in Genesim, 2,1: PG 54, 587D – 588A).

Sólo comprendemos al ser humano en la persona de Jesucristo

Podemos terminar esta consideración sobre la dignidad de la persona humana con esta afirmación de la Constitución Pastoral Gaudium et spes, que bien nos podría llevar varios programas:

“Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22,1)

El misterio de todo lo que es el hombre solo lo comprendemos en  Jesucristo. Él es la revelación del Amor de Dios que se hizo uno como nosotros, padeció, murió y resucitó para darnos nueva vida.

Trascendencia de las normas morales

Después de explicarnos Benedicto XVI en su encíclica Caridad en la verdad el aporte de la DSI a la concepción de la ética, de la moral, con la explicación de la dignidad de la persona humana,  que es algo que comporta la inviolabilidad de la persona humana, añade que además comporta el valor trascendente de las normas morales naturales. Aquí el valor trascendente de las normas morales significa que las normas morales deben extenderse, deben impregnar la vida social toda y por lo tanto también la economía, porque es una actividad humana. La trascendencia, la extension de las normas morales a toda la actividad humana se desprende de la dignidad de la persona humana. Son los pilares de todo sistema ético o moral.

Completa el Papa su idea con esta afirmación:

Una ética económica que prescinda de estos dos pilares correría el peligro de perder inevitablemente su propio significado y prestarse así a ser instrumentalizada; más concretamente, correría el riesgo de amoldarse a los sistemas económico-financieros existentes, en vez de corregir sus disfunciones.

Las actividades que el ser humano realice no pueden buscar el mal. La economía, que es una actividad humana, no la pueden convertir en un instrumento no ético. Si los sistemas económicos actuales tienen consecuencias negativas para una gran parte de la humanidad, quienes los manejan, los utilizan, los enseñan, deben buscar cómo corregir ese mal funcionamiento.

Terminemos el programa de hoy repitiendo la lectura de las últimas frases del N° 45:

Conviene esforzarse —la observación aquí es esencial— no sólo para que surjan sectores o segmentos «éticos» de la economía o de las finanzas, sino para que toda la economía y las finanzas sean éticas y lo sean no por una etiqueta externa, sino por el respeto de exigencias intrínsecas de su propia naturaleza. A este respecto, la doctrina social de la Iglesia habla con claridad, recordando que la economía, en todas sus ramas, es un sector de la actividad humana[4].


[1] Cf Pablo VI Populorum progressio, 14, Centesimus annus 32

[2] Cf Gaudium et spes, 12,3

[3] Ibidem 24,3

[4] Cf Pablo VI Populorum progressio,

Reflexión 220 Caritas in veritate Nº 45 Julio 7 20011

 

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Actualizar la Doctrina Social

Continuemos el estudio del capítulo 4º de Caritas in veritate, Caridad en la verdad, la encíclica social de Benedicto XVI. Como habíamos comentado, este documento que preparó Benedicto XVI para conmemorar el 40º aniversario de la publicación de la encíclica Populorum progressio, de Pablo VI, sobre el desarrollo integral de los pueblos, debió esperar unos meses, porque Benedicto XVI quería rendir un homenaje y honrar la memoria de Pablo VI, siguiendo la ruta que su antecesor había trazado y que consistió en actualizar la DSI. Así lo hizo Juan Pablo II con su encíclica Sollicitudo rei socialis, la Preocupación social de la Iglesia.

Actualizar la DSI significaba responder a los problemas sociales de nuestra época y los 40 años de Populorum progressio coincidieron con la crisis económica y financiera del mundo, crisis que no ha terminado aún. Caritas in veritate, Caridad en la verdad, es el aporte de la Iglesia a la sociedad en este momento de crisis, un aporte basado en que la Iglesia ve el problema social desde el Evangelio y puede con autoridad presentar al mundo soluciones con la sabiduría que ofrece el Evangelio, fundamento de su DS.

El esplendor de la verdad y la suave luz de la caridad de Cristo

Nos dice el Santo Padre en el Nº 8 de Caridad en la verdad, que Pablo VI ha iluminado el gran tema del desarrollo de los pueblos con el esplendor de la verdad y la suave luz de la caridad de Cristo. Benedicto XVI continuando el camino coherente de la DSI, toma la caridad como la vía maestra, así la llama en el Nº 2, y la une a la verdad, – Caridad en la verdad, – porque, añade que Se ha de buscar, encontrar y expresar la verdad en la  «economía» de la caridad, pero, a su vez, se ha de entender, valorar y practicar la caridad a la luz de la verdad.

La verdad es fundamental en la DSI, con ella se combate la corrupción y como lo han dado a conocer los expertos,   precisamente el que las entidades financieras escondieran la verdad  fue una de las causas de la crisis económica.

La ética de la cual nos va a hablar Benedicto VI en el Nº 45, es el respeto a la verdad, porque sin verdad no se puede entender tampoco la caridad. Nos dice claramente el Papa que su doctrina social, es la contribución de la Iglesia a la sociedad para el desarrollo de los pueblos y la verdad tiene especial importancia hoy, en un contexto social y cultural, que con frecuencia relativiza la verdad, bien desentendiéndose de ella, bien rechazándola.

Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo

De  la verdad dice también Benedicto XVI en el mismo Nº 45 de Caridad en la verdad,  que Sólo en la verdad resplandece la caridad y puede ser vivida
auténticamente.
Y afirma que La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Explica  también el Papa en el Nº 2 de Caridad en la verdad por qué La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad; dice: Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en
un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad.

La caridad que se pretende practicar sin verdad explica, aunque claro, no justifica, desde fallas menos graves, en la vida diaria, hasta crímenes de activistas sociales que abrazan las armas y asesinan e incendian y pretenden que lo hacen por la gente. Profundo error de quien pretende amar sin
verdad.

¿Qué nos enseña Benedicto en el Nº 45?

Antes de leer el texto del Nº 45, de la encíclica Caridad en la verdad, resumamos lo que vamos a encontrar allí. Nos dice el Papa que se nota un creciente interés por la ética de los negocios, pero que no siempre se entiende lo mismo, cuando se afirma que algo es o no es “ético” y se puede abusar de la palabra. Benedicto XVI aclara su punto de vista, que es el de la DSI: reclama que la actividad económica se guíe por una ética centrada en la gente. Ya hemos considerado que la economía no se puede centrar únicamente en el lucro; si la actividad económica no respeta los derechos y dignidad de la gente falla en algo fundamental.

Entendamos la ética cristiana

Afirma el Papa en Caridad en la verdad, en el Nº 45, que la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento. Como se utiliza mucho el término “ético”, hay que saber entenderlo. Entendamos la ética cristiana: la DSI se fundamenta en la creación del ser humano a imagen de Dios, y eso implica la inviolable dignidad de la persona humana y la trascendencia de las normas morales naturales, de manera que necesitamos no sólamente que haya sectores de la economía que se manejen con ética sino que toda la economía sea ética, que la ética impregne, sature, toda la economía, no solo alguna parte de ella. La economía es para el hombre, para el ser humano. No se da una economía en abstracto, de modelos de
papel, que sea inocua a las personas.

Leamos ahora la primera parte del Nº 45 de Caridad en la verdad

Responder a las exigencias morales más profundas de la persona tiene también importantes efectos beneficiosos en el plano económico. En efecto, la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona. Hoy se habla mucho de ética en el campo económico, bancario y empresarial. Surgen centros de estudio y programas formativos de business ethics; se difunde en el mundo desarrollado el sistema de certificaciones éticas, siguiendo la línea del movimiento de ideas nacido en torno a la responsabilidad social de la empresa.


Los bancos proponen cuentas y fondos de inversión llamados «éticos». Se desarrolla una «finanza ética», sobre todo mediante el microcrédito y, más en general, la microfinanciación. Dichos procesos son apreciados y merecen un amplio apoyo. Sus efectos positivos llegan incluso a las áreas menos desarrolladas de la tierra. Conviene, sin embargo, elaborar un criterio de discernimiento válido, pues se nota un cierto abuso del adjetivo «ético» que, usado de manera genérica, puede abarcar también contenidos completamente distintos, hasta el punto de hacer pasar por éticas decisiones y opciones contrarias a la justicia y al verdadero bien del hombre.

Abuso del adjetivo «ético»

Nos dice el Papa que hoy se habla mucho de ética en el campo de la economía, y nos previene que conviene tener criterio, porque hay cierto abuso del adjetivo «ético» que, usado de manera genérica, puede abarcar también contenidos completamente distintos, hasta el punto de hacer pasar por éticas decisiones y opciones contrarias a la justicia y al verdadero bien del hombre. Puede suceder lo que ha ocurrido en el campo de los fármacos. Hace unos años se hablaba de drogas éticas, dándoles ese calificativo a las medicinas que se suponía se vendían únicamente con receta médica, para distinguirlas de las medicinas de venta libre, las que llaman over the counter, (sobre el mostrador), que son las que venden libremente en las  farmacias. A las medicinas éticas no se les podía hacer publicidad. Ahora, se ha reducido el número de medicinas a las que se pueda aplicar ese
concepto de éticas, porque a casi todas les hacen publicidad de todo tipo y los brujos tienen especial libertad de hacer propaganda a sus productos,  esa
libertad de uso de los medios de comunicación que les ha dado, se supone, nuestra Constitución del 91. La Constitución de muchas libertades y  derechos y de pocos deberes.

Lo “Ético” es algo distinto. El diccinario de la Academia define ético como algo relativo o perteneciente a la ética y su segunda acepción es Recto,
conforme a la moral
.

No identificar el éxito con ganar dinero

Hay economistas y personas de negocios, que tienen su mente claramente orientada a ganar, pero a ganar siendo éticos,  ganar guardando las reglas de la moral. Uno de ellos, que fue considerado el gerente de más éxito en el siglo XX, fue el señor Jack Welch, 40 años al frente de General Electric, quien no identifica el éxito con ganar dinero. Para él ganar es sinónimo de triunfar. Para él el éxito era su objetivo, pero dice en su libro Winning, “Ganar” :

(…) ganar es fabuloso. No hace falta recordar que se debe triunfar con juego limpio y según las reglas. Es una premisa indispensable. Las empresas y las personas que no compiten honradamente no merecen triunfar; por fortuna los minuciosos procesos internos de las empresas y los organismos de regulación del Estado suelen descubrir y echar a la calle a quienes no respetan las normas (Winning, Pg.17)[1].
Según esto, Welch piensa que ser ético es ser honrado y puede ser verdad si se entiende que ser honrado es obrar con rectitud. La experiencia dolorosa de la crisis mundial y el triste caso de nuestro país, nos enseña sin embargo, que cuando falla la ética, a veces también se contaminan los procesos internos, es decir la auditoría  interna y así se vuelve ineficaz, lo mismo que son ineficaces los organismos de control del Estado, cuando se infectan también.

La integridad es sólo la boleta de entrada al partido

Jack Welch pone una premisa para que una organización se blinde contra la corrupción, cuando comenta sobre los valores que las empresas suelen declarar como propios: es común que las empresas digan que son valores fundantes suyos la integridad, la excelencia, la calidad de sus productos o
servicios, el respeto a sus clientes. Welch afirma:
¡Toda empresa decente adopta estas premisas! Con franqueza, la integridad es solo la boleta de entrada al partido. No debería permitirse el acceso a la cancha a quien no lo lleve en la sangre.

Tiene  razón,  y agreguemos que no basta la declaración pública de los valores si luego no se cumplen y son los directivos los primeros que fallan.

Una de las razones por las que se aplica la palabra “ética” a muchas cosas, es  que no hay claridad sobre todo lo que abarca una conducta ética. Me llamó la atención que cuando el mejor gerente del siglo XX, Jack Welch, analizó por qué  el éxito de la economía china, opinó que quizás una de sus fortalezas es su ética del trabajo. ¿Saben qué llamó ética del trabajo de los chinos? Su entrega, que yo considero exagerada, al trabajo. Puso de ejemplo una ejecutiva que conoció en una visita a ese país. Así la presenta como ejemplo de ética del trabajo:

Considérese la ejecutiva (…), que me atendió como anfitriona durante la visita de una semana a Shanghay y Pekín. Me dijo que estaba en el despacho de las siete de la mañana a las seis de la noche, que después iba a casa a cenar y estar con su esposo y su hijo hasta las ocho, y más tarde regresaba al trabajo hasta la medianoche.[2]

La persona y la familia están en prioritaria consideración

Si la ética se practica en toda su extension, la persona y la familia están en primera consideración. También en nuestro medio, en muchas empresas se considera una virtud el dedicarse al trabajo, sacrificando el tiempo que debería ser sagrado para la familia. Y muchos tienen que hacerlo para conservar el puesto.

Tuve un excelente jefe en alguna de las empresas en que trabajé. Dedicaba demasiado tiempo al trabajo, inclusive los fines de semana y desempeñaba un cargo muy importante en la empresa. El trato con él era de jefe y colaborador, pero a la vez era mi mejor amigo y podía hablar con él con sinceridad; por eso un día me atreví a decirle: “Alberto, así se llamaba, – ya murió, – tú trabajas demasiado. No te das tiempo para tí, para tu familia… Él me contestó: “Yo considero que lo más importante de mi vida son: Dios, mi familia y mi trabajo”. Sus prioridades estaban bien definidas, pero en la práctica había un fallo.

La sinceridad como valor importante para el éxito

Es interesante que el citado Jack Welch opine que uno de los valores muy importantes para el éxito de una empresa es la sinceridad. Vale la pena escuchar lo que él, considerado el major gerente del siglo XX dice: Siempre he sido un ferviente defensor de la sinceridad (…) Sin embargo, desde mi
jubilación he advertido que infravaloré su rareza (…).
Es un problema grave. La falta de sinceridad impide que las ideas inteligentes, la acción rápida y las buenas personas aporten todo el potencial que poseen. Es letal. Si se es sincero (aunque nunca se consigue plenamente), todo funciona mejor y más rápido. Cuando hablo de «falta de sinceridad»  no me refiero a una falta de honradez malintencionada, sino a que demasiadas personas
no se expresan (con demasiada frecuencia y de formas instintiva) con franqueza. No se comunican claramente ni sugieren ideas para estimular un verdadero debate. No se abren. Por el contrario, se guardan los comentarios o las críticas. Cierran la boca para hacer que otros se sientan mejor o evitar el conflicto y endulzan las malas noticias a fin de cubrir apariencias. Se guardan las cosas para ellos, acumulando información.
En
eso consiste la falta de sinceridad, pero impregna casi todos los aspectos de los negocios.[3]

Por qué la gente no es sincera daría tema para una larga discusión. Welch trata de hacerlo acudiendo al pensamiento de psicólogos y de filósofos. Una respuesta que suele darse es que la gente no es sincera por comodidad. Si se es sincero puede surgir malestar en la otra persona y puede quitarle a uno su confianza. Si se es sincero con el jefe en algo que a él le resulte incómodo, las consecuencias pueden ser peores. En muchos casos no se es sincero
porque se piensa que de eso no se sigue nada bueno, de manera que no vale la pena el riesgo…La otra persona, si no le dicen lo que él no quiere escuchar, se siente más cómoda, porque así lo dejan con las manos libres. También sería interesante otra discusión: las ventajas para la organización, de que la gente sea sincera, y lo que la organización pierde, por la falta de sinceridad.

La ética que se espera de los negocios, como vemos, no consiste sólo en no robar ni en no engañar.


[1] Jack Welch con Susy Welch, WINNING (GANAR), Vergara, Grupo Zeta, 2005

[2] Jack Welch, opus cit., Pg. 359

[3] Ibidem Pg. 37ss

Reflexión 219 Caritas in veritate Nº44-45 Junio 30 2011

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La Fundación Konrad Adenauer en acción

En la entrega anterior reflexionamos sobre la incidencia que en el desarrollo de los pueblos tiene el crecimiento demográfico, tema que trata la encíclica Caridad en la verdad en el Nº 44 del capítulo 4º,  titulado Desarrollo de los pueblos, derechos y deberes, ambiente. Hicimos también una corta presentación del foro organizado por la Fundación alemana Konrad Adenauer, sobre la encíclica Caritas in veritate, con la participación de cualificados panelistas, economistas y politicos, a quienes impactó positivamente esta encíclica, que es un nuevo aporte de la Iglesia Católica al desarrollo de los pueblos. La Fundación Konrad Adenauer está  desarrollando esa clase de actividades, para que no pase con la encíclica Caridad en la verdad, lo que desafortunadamente sucede con muchos documentos importantes de la Iglesia: cuando se publican se habla de ellos, se alaban, pero en poco tiempo se convierten en un libro más de la biblioteca que de vez en cuando se cita, a veces sin mayor desarrollo. La de esa fundación es una labor apostolica de  laicos, digna de encomio.

La Iglesia y su doctrina de paternidad y maternidad resposables

En la reflexión anterior, que trató sobre el crecimiento demográfico y su incidencia en el desarrollo, comentamos la crisis de nacimientos en Europa; nos referimos a la doctrina de la Iglesia sobre la paternidad y maternidad responsables, de lo cual trataron en profundidad Pablo VI y Juan Pablo II; vimos cómo la Iglesia no pasa por alto la consideración de las condiciones económicas y sociales en la decisión que toman los padres, sobre el número de hijos. Para la doctrina católica, se trata de una decisión tan seria, que la Constitución Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II advierte: Este juicio, en último término, deben formarlo ante Dios los esposos personalmente. Y como vimos, Pablo VI añade en la encíclica sobre la Vida Humana, Humanae vitae, que la paternidad responsable se pone en práctica, tanto cuando se decide tener una familia numerosa, como cuando la decisión es evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido.

Leamos la segunda y última parte del Nº 44 de Caridad en la verdad, que trata sobre el crecimiento demográfico. Dice así:

La apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica. Grandes naciones han podido salir de la miseria gracias también al gran número y a la capacidad de sus habitantes. Al contrario, naciones en un tiempo florecientes pasan ahora por una fase de incertidumbre, y en algún caso de decadencia, precisamente a causa del bajo índice de natalidad, un problema crucial para las sociedades de mayor bienestar. La disminución de los nacimientos, a veces por debajo del llamado «índice de reemplazo generacional», pone en crisis incluso a los sistemas de asistencia social, aumenta los costes, merma la reserva del ahorro y, consiguientemente, los recursos financieros necesarios para las inversiones, reduce la disponibilidad de trabajadores cualificados y disminuye la reserva de «cerebros» a los que recurrir para las necesidades de la nación. Además, las familias pequeñas, o muy pequeñas a veces, corren el riesgo de empobrecer las relaciones sociales y de no asegurar formas eficaces de solidaridad. Son situaciones que presentan síntomas de escasa confianza en el futuro y de fatiga moral. Por eso, se convierte en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. En esta perspectiva, los estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad[1], haciéndose cargo también de sus problemas económicos y fiscales, en el respeto de su naturaleza relacional.

Unos breves comentarios. Nos dice a encíclica que La disminución de los nacimientos, a veces por debajo del llamado «índice de reemplazo generacional», pone en crisis incluso a los sistemas de asistencia social, aumenta los costes, merma la reserva del ahorro y, consiguientemente, los recursos financieros necesarios para las inversiones, reduce la disponibilidad de trabajadores cualificados y disminuye la reserva de «cerebros» a los que recurrir para las necesidades de la nación.

Cuando los nacimientos disminuyen tanto, que los nuevos nacimientos no son suficientes para reemplazar a los que mueren, sucede lo obvio: la población empieza a disminuir. En España por ejemplo, hay pueblos enteros desocupados, por dos razones, por la emigración a las grandes ciudades, y por la disminución de los nacimientos. España necesita importar mano de obra.

En España, crecimiento negativo desde 2030

La siguiente información  nos pone en perspectiva. Desde 1976, con la disminución de los nacimientos disminuyó el crecimiento de la población española, de manera que prevén un crecimiento negativo desde el 2030. Como España ha permitido la llegada de inmigrantes desde finales de los noventa, se ha producido, a pesar de la disminución de los nacimientos, el aumento del número de habitantes de ese país, de forma que no había sucedido anteriormente en la historia de España. Ese crecimiento, que todavía es bajo, se debe a los hogares de los inmigrantes, sus nuevos residentes, que tienen más hijos. Ese problema no es propio sólo de España.

La siguiente información que tomé del diario argentino La Nación nos ayuda a comprender la importancia de esa situación. Corroborando la realidad del problema que de la disminución de la población surge a las naciones de ingresos más altos, esas naciones en un tiempo florecientes pasan ahora por una fase de incertidumbre crucial para las sociedades de mayor bienestar. Dice el diario que

De prolongarse esta situación, a mediados del siglo actual se llegaría a un punto crítico. Si bien la reducción de nacimientos se observa de modo generalizado en el mundo -aun en los países en vías de desarrollo-, en la Unión Europea y, particularmente, en Alemania, ese proceso se torna muy agudo.

Es citado, al respecto, el caso extremo de Cottbus, ciudad ahora de 105.000 habitantes y ubicada al sur de Berlín, cuya población ha ido decreciendo por el éxodo de los jóvenes y la declinación de los nacimientos. Durante una década en dicha ciudad no hubo alumbramientos. Como consecuencia, ciertas actividades esenciales y el mantenimiento de ciertos servicios han tenido que ser limitados. Eso ha ocurrido, por ejemplo, con la construcción de viviendas, los servicios educativos y la provisión de agua corriente. De ahí que, para mantener la infraestructura de dichos servicios, se haya convertido en ciudad subsidiada.

Ese cuadro se está extendiendo a regiones de Europa antes muy prolíficas, como lo fueron el sur de Italia o el norte de España. Según los datos del Centro Estadístico de la Unión Europea, el año último hubo más defunciones que nacimientos en el 43% de las 211 regiones en que se subdivide el territorio de los países que la componen. Se comprende así la inquietud de quienes miran al futuro y comprueban la disminución demográfica y el envejecimiento de la sociedad.

¿Qué sucede en Colombia?

Nos hemos detenido en las consideraciones del Santo Padre sobre el crecimiento demográfico y el desarrollo integral de los pueblos. Ante la situación de los países de Europa que sufren una constante disminución de su población, podemos preguntarnos: ¿Es importante esta información en nuestro país? En Europa se preveía esta situación desde la segunda mitad del siglo pasado. En Colombia ya no se encuentran familias numerosas, pero no parece preocupante la disminución.

Que en los países de Europa disminuyan los nacimientos puede favorecer la inmigración desde países con problemas económicos, como sucede con la menor dificultad para los suramericanos de emigrar a España, para los turcos que han emigrado en números considerables a Alemania, los africanos a Francia. Claro que los emigrantes tienen que sufrir la adaptación a nuevas costumbres, el cambio de idioma, con frecuencia tolerar un trato discriminatorio, además del sufrimiento por dejar a su países con todo lo que quieren. No olvidemos que por la crisis económica en España, ya no se consiguen fácilmente puestos de trabajo y  no pocos compatriotas han emprendido el regreso. El diario La Nación añade la siguiente consideración:

En este sentido, Europa ha recurrido a la aceptación de cuotas de inmigrantes turcos y africanos para poder cubrir los puestos de trabajo, por lo común no calificados, que iban quedando vacantes. Inversamente, ha crecido la franja de población de 60 o más años, con el consecuente acrecentamiento de las cargas de asistencia y seguridad social. Sin embargo, tanto en cuanto concierne a la interrupción del crecimiento demográfico como al descenso del (índice de fertilidad) IF, no se han podido establecer causas precisas. Lo cierto es que en medio siglo se ha producido una verdadera transición demográfica, que significa el paso de un estado de elevada mortalidad y natalidad a un estado en que una y otra se encuentran en baja.

¿Y qué sucede en Francia?

Es interesante el dato que La Nación ofrece sobre lo que, al contrario de España, sucede en Francia, donde desde hace varios años, los gobiernos resolvieron, animar con subsidios, a las familias a tener más de un hijo, y eso como política de Estado.

Una de las excepciones a esa regla casi invariable se está dando en Francia. Tal como fue informado en LA NACION de ayer (27 de junio), ese país tiene un IF de 1,90 -sólo es superado por el de Irlanda, que llega a 1,97- y el año último su tasa de natalidad registró un aumento del 5%. Derivación previsible del hecho de que sucesivos gobiernos coincidieron en considerar que alentar la natalidad era -es- una política de Estado.

¿Por qué disminuye la natalidad?

Habría que analizar las causas de la general disminución de la natalidad  en el mudo, que son varias y diversas. Habría que considerar entre otras causas, la nueva situación de la mujer, quien ya no se dedica exclusivamente al cuidado de los hijos y a los trabajos domésticos, el que las parejas contraen ahora matrimonio más tarde, los mayores costos en  la educación y en la vivienda. Creo que además han cambiado las actitudes frente a la vida: nuestros padres estaban más dispuestos al sacrificio, a las privaciones, daban especial importancia a los valores de la familia, al calor familiar, a la solidaridad, en una palabra, al amor familiar que es incondicional y desinteresado. Una de las situaciones que tendrán que sufrir los ancianos en el futuro, cada vez más, es la soledad. El diario argentino La Nación señala la importancia de un valor que está de acuerdo con los valores cristianos:

En su fondo están comprometidas ciertas formas de vida fundamentales para la supervivencia de la sociedad: la valoración de la maternidad y la paternidad como modos prioritarios de realización humana en el seno de la familia.

El ser padre o madre no siempre se considera ahora una manera de realización humana. Y añade  el diario algo que sucede con ciertas campañas que también promueven en nuestro país:

Mientras Europa se preocupa por la disminución de la natalidad, nuestro gobierno anuncia un plan de reparto gratuito de anticonceptivos para impedir los embarazos no deseados y favorecer la planificación familiar. Toda una paradoja.

Ante esta situación ¿qué propone la DSI?

Volvamos a leer unas líneas del Nº 44 ya:

Son situaciones que presentan síntomas de escasa confianza en el futuro y de fatiga moral. Por eso, se convierte en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. En esta perspectiva, los estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad[2], haciéndose cargo también de sus problemas económicos y fiscales, en el respeto de su naturaleza relacional.

En este párrafo, la encíclica resume en alguna forma, la doctrina católica sobre la familia, que los padres y esposos católicos deberíamos conocer; de seguro una vez conocida en su maravillosa profundidad, amaríamos más nuestra vocación y estaríamos mejor preparados para defenderla.

Valores de la familia

El Concilio Vaticano II, en su decreto sobre el apostolado de los seglares, llamado Apostolicam actuositatem[3],  dedica el Nº 11 a la familia. No me resisto a leer algo de él:

11. Habiendo establecido el Creador del mundo la sociedad conyugal como principio y fundamento de la sociedad humana, convirtiéndola por su gracia en sacramento grande… en Cristo y en la Iglesia (Cf. Ef., 5,32), el apostolado de los cónyuges y de las familias tiene una importancia trascendental tanto para la Iglesia como para la sociedad civil.

Los cónyuges cristianos son mutuamente para sí, para sus hijos y demás familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Ellos son para sus hijos los primeros predicadores de la fe y los primeros educadores; los forman con su palabra y con su ejemplo para la vida cristiana y apostólica, los ayudan con mucha prudencia en la elección de su vocación y cultivan con todo esmero la vocación sagrada cuando la descubren en los hijos.

Frente a las permanentes incursiones para debilitar a la familia, desde muchos frentes, utilizando los medios de comunicación, tenemos que estar bien fundamentados en nuestros argumentos de defensa de un valor tan preciado como lo es la familia.

El Papa en Caritas in veritate deja claro que las familias deben ser defendidas y promovidas por el estado. Leamos esas líneas de nuevo; dice que por ser la familia célula primordial y vital de la sociedad, el Estado se debe hacer cargo también de sus problemas económicos y fiscales, en el respeto de su naturaleza relacional. No se trata de quitar a los padres sus obligaciones, sino de hacerles llevaderas las cargas, por su naturaleza relacional, es decir, porque por su misma naturaleza, de las familias depende en gran medida la salud moral, del que llaman el tejido social, – de las familias depende que las relaciones entre la gente, – sean sanas y conduzcan al verdadero desarrollo integral.

La semana entrante, Dios mediante, continuaremos con el Nº 45 de Caritas in veritate, donde el Papa nos enseña que

Responder a las exigencias morales más profundas de la persona tiene también importantes efectos beneficiosos en el plano económico. En efecto, la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona.


[1] Cf Conv. Ecum. Vati. II, Decret.Apostolican actuositatem, sobre el apostolado de los laicos, 11.

[2] Cf Conv. Ecum. Vati. II, Decret. Apostolican actuositatem, sobre el apostolado de los laicos, 11.

[3] Cf Vaticano II Documentos, BAC Minor, Madrid 1967, dice allí el Concilio en la introducción que el propósito del Concilio con ese decreto es “intensificar el diamismo apostólico del Pueblo de Dios, es específica y absolutamente necesaria en la misión de la Iglesia.


Reflexión 218 Caritas in veritate Nº 44, Junio 23 2011

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El foro de la Fundación Konrad Adenauer sobre Caritas in veritate

El martes pasado, 21 de junio tuve la oportunidad de asistir a un foro sobre la encíclica Caridad en la verdad, Caritas in veritate, organizado por la fundación alemana Konrad Adenauer. Muy buena la calidad de los panelistas invitados: el Nuncio Apostólico, Monseñor Aldo Cavalli presentó una síntesis excelente de las ideas más importantes de esta profunda encíclica social. Sobre lo que es la DSI dijo que es una mirada desde el Evangelio, de los problemas sociales. Difícil decir más en menos palabras. Sobre la Caridad, idea central de la encíclica, nos explicó que la caridad consiste en darnos a los demás, asumiéndolos, es decir, amar a los demás asumiéndolos como son, con lo que eso significa de comprensión de su realidad, de su situación, es decir, de su sufrimiento o de su alegría. Sobre la Verdad, la otrapalabra clave de Caritas inveritate, el señor Nuncio la explicó como conocer la realidad y así amar dentro de la realidad, es decir, en el mundo de hoy. De manera que no busquemos solucionesde ayer a los problemas de hoy. Eso explica la importancia de conocer nuestra realidad de hoy, con las cargas que lleva de nuestra historia. Este enfoque está perfectamente de acuerdo con la metodología que ha asumido la Iglesia de VER la realidad, estudiarla, entenderla, para así JUZGAR cuan cerca o lejos está del ideal del
Evangelio y luego ACTUAR correctamente en la acción pastoral, apostólica.

También el Nuncio destacó la importancia de comprender que todos tenemos derechos y deberes y cómo el que es fuerte tiene el deber de sostener al débil para que pueda luego seguir solo. No se trata de sostener indefinidamente a alguien. Mencionó aquí la solidaridad y la subsidiaridad .
Otro panelista fue el Senador Juan Mario Laserna, quien es también un importante economista.  De él me llamó la atención su  aceptación de que la teoría económica capitalista es lo opuesto a Caritas in veritate, porque busca la construcción de un proyecto egoísta. Se vio en su análisis  un estudio serio, a fondo, de la encíclica  con criterio de economista católico.

Un tercer panelista fue el Dr. Roberto Steiner, director de Fedesarrollo, quien comenzó comentando que él había estudiado en un colegio católico y que sufría la angustia de un economista con formación católica. Es una confesión interesante. Esa angustia la manifestó, como veremos, en loque pasó con su intervención. Fue crítico del desempeño de la economía de nuestro país, del que dijo que la solidaridad no se practica con los más pobres. Afirmó que la política pública no está diseñada para favorecer a los más pobres, que la política pública nuestra es para que los pobres sobrevivan. Y que la Constitución del 91 está llena de la declaración de Derechos y de pocos Deberes. Ahora que se alaba tanto la Constitución del 91, es hacernos caer en la cuenta de que no es perfecta…

El reto de Caritas in veritate a políticos y economistas

Yo pienso que la del Dr. Steiner fue también la manifestación de una seria reflexión, luego de leer con atención la encíclica Caridad en la verdad. Su angustia de economista de pensamiento liberal con formación católica salió a flote, en su respuesta a algunas preguntas de la audiencia, al final del foro. Se presentó a los economistas y políticos participantes, el reto de Caritas in veritate de reflexionar sobre la necesidad de mejorar el modelo capitalista, porque, a juzgar por los resultados, es un fracaso, como lo fue el modelo comunista. No se puede juzgar de exitoso un modelo de manejo de la economía, cuando la mitad del mundo  vive en pobreza.

La reacción del Dr. Steiner fue defender el modelo capitalista por sus resultados en China y la India, donde ha conseguido sacar a muchos de la pobreza y confesar que no debería haber hecho algunas de las afirmaciones que formuló en su presentación. Que en China y la India, – los países con más habitantes del planeta, -pues cada uno suma más de mil millones de habitantes,- hayan logrado, con el modelo económico capitalista, sacar de la
pobreza a un numeroso grupo de personas, no se puede negar. Pero sí hay que preguntarse,  como uno de los pilares a sus exportaciones, que compiten con precios bajos, que son posibles por los salarios muy bajos de sus trabajadores? Quizás también allá lo que ha conseguido el capitalismo chino es, que un buen número de pobres sobreviva y no más. Como no se trataba de una discusión, solamente se oyó la respuesta de los panelistas. Pero a mí me dejó la satisfacción de que gracias a la Fundación Adenauer, la DSI llegó a algunos economistas y políticos y les suscitó inquietudes. Yo espero que
a los economista y políticos católicos que estudien la encíclica, les siga inquietando la pregunta sobre la necesidad de reformar el capitalismo. Lo que
queda por hacer es mucho.

Teología y Teoría Económica

Otro panelista fue el Dr. Peter Weiss, parlamentario demócrata cristiano de Alemania. Es un parlamentario de formación católica, quien estudio Teología en las universidades de Friburgo y Tubinga. Me llamó la atención su énfasis en la necesidad de difundir la DSI en la educación universitaria. Nos contó que en la Universidad de Friburgo, las facultades de teología y de economía se unieron para ofrecer un curso sobre la DSI en la encíclica Caridad en la verdad. Me enteré de que en Colombia, la  nueva Universidad de San Agustín ofrece o va a ofrecer, por lo menos una especialización de la facultad de economía, en DSI. Sé que en la Javeriana hubo un foro de la facultad de teología sobre Caritas in veritate. Lo óptimo sería que las facultades católicas de economía ofrecieran la carrera con la visión católica y una excelente ayuda sería Caritas in veritate. La teología tiene mucho que ofrecer a los economistas católicos.

Finalmente, fue también   panelista Monseñor Héctor Fabio Henao, Director del secretariado nacional de Pastoral Social, de la Conferencia
Episcopal, experimentado apóstol social, que dirige la atención de la Iglesia a los pobres, a las víctimas de la violencia y de los desastres naturales. Con
honda compresión de la DSI, terminó su intervención diciendo que lo cierto es que si no está Dios presente, lo problemas sociales no tienen solución. Es lo que
Caridad en la verdad nos enseña de principio a fin. Como hemos visto en nuestras reflexiones, si no se inyecta Evangelio a la economía y a la política, no hay soluciones valederas.

El crecimiento demográfico y el desarrollo

La semana pasada empezamos a estudiar el Nº 44 de Caridad en la verdad, Caritas in veritate, la encíclica de Benedicto XVI que nos pone a pensar con el Evangelio, sobre el buen manejo de los bienes terrenos, de los que somos administradores y no dueños absolutos. Como esta encíclica se publicó en el cuadragésimo aniversario de Populorum progressio, la encíclica de Pablo VI sobre el desarrollo de los pueblos, Benedicto XVI no podía eludir
el tema del impacto del aumento de la población en el desarrollo. Repasemos lo que vimos en el programa anterior.

El Papa sostiene con serios argumentos, que el crecimiento demográfico no es causa del subdesarrollo. Para los países de ingresos altos, es muy cómodo endilgar la causa del subdesarrollo a las familias numerosas del mundo no desarrollado económicamente. Los remedios que no solo sugieren, sino que patrocinan, son secar las fuentes de vida por la esterilización y el aborto. Si nacen menos hijos en las familias pobres, los países más fuertes van a sentir menos la exigencia de  solidaridad, a la que su consciencia los obliga y se sentirán libres de usar los bienes que Dios les da como les plazca. En China han llegado hasta el extremo de prohibir tener más de un hijo que, además, no debe ser mujer.

La crisis de nacimientos en Europa

En Europa la disminución de la natalidad es un signo de crisis seria con consecuencias graves para los cada vez menos jóvenes a quienes sí se permita llegar a la vida. Tendrán esos jóvenes que sostener a los cada vez más  numerosos ancianos, para quienes no hay ni habrá trabajo y el Estado deberá atender por lo menos sus necesidades básicas, ante la incapacidad del sistema de pensiones. Los ancianos van a sufrir en soledad, más que ahora.

La encíclica Caritas in veritate no pretende que las familias se llenen de hijos que no puedan sostener ni educar. Esa es una presentación mentirosa. La Iglesia habla siempre de paternidad responsable. Si los padres son conscientes de su obligación de una procreación responsable y viven de acuerdo con ella en su familia, nos dice el Papa que se evitarán las políticas impuestas por el Estado, de planificación forzada de la natalidad. Este es un derecho de la familia, no es competencia del Estado. Cuando la Iglesia promueve el desarrollo, como hemos visto promueve el desarrollo integral, es decir del ser humano integral, completo. Como la familia es la célula central, primordial, de la sociedad y la sexualidad es un elemento integral de su desarrollo, no puede dejar de tratarse en un documento tan importante de la Iglesia, como la encíclica Caridad en la verdad.

Es una lástima que a un tema tan importante no se le trate siempre con profundidad y con el enfoque cristiano de lo que es el ser humano. Juan Pablo II le dio gran importancia a dar a conocer la doctrina de la Iglesia sobre este tema; le dedicó 129 catequesis semanales al tema de Teología del Cuerpo, sobre el amor, la sexualidad humana y el matrimonio. Fue un tiempo largo, esas catequesis sobre la Teología del Cuerpo las ofreció entre septiembre de 1979 y noviembre de 1984.

La tarea de los cristianos no es insistir en el rigorismo que aleja de la fe ni transigir con el erotismo y el hedonismo de nuestro tiempo. Es descubrir la sexualidad en su sentido humano, como Dios Creador la ideó y nos la enseña el Evangelio. Lo que hace falta es un redescubrimiento del Evangelio (la buena y gozosa noticia) de Dios sobre el amor conyugal, la sexualidad humana y la vida que surge del matrimonio, es decir, de la familia[1] .

Radio María tiene personas que presentan estos temas con solvencia y claridad, como la doctora Esther Lucía Durán de Wahanick y son muy valiosos los conceptos médicos del Dr. Julio Durán Casas, médico gineco obstetra,cuando toca el tema en sus programas de los lunes a las 10:30 p.m.

Poeta, Filósofo y Pontífice

Les recomiendo también un excelente programa en EWTN, el canal de TV que suelen llamar de la Madre Angélica; allí  ofrecen en estos días un rograma llamado Poeta, Filósofo y Pontífice, en el cual están explicando las catequesis sobre la Teología del Cuerpo, de Juan Pablo II. De la  programación del canal EWTN tomo la siguiente información:

El legado del Papa Juan Pablo II hunde sus raíces en
una visión integral del hombre entendido en su naturaleza de persona humana.
Karla Boy, guatemalteca experta en orientación familiar, nos brinda una
aproximación al pensamiento de Karol Wojtyla en sus facetas de POETA, FILOSOFO
Y PONTIFICE.

El programa dura 30 minutos; la conductora es excelente, muy bien preparada, lo hace con claridad y dominio del tema desde el punto de vista filosófico y conoce muy bien la doctrina de Juan Pablo II. En el siguiente horario para Colombia se puede sintonizar el programa POETA, FILOSOFO Y PONTIFICE:

Domingos a las 2:00 p.m, los Martes a la 1:00 p.m., los Jueves
a las 5:00 p.m. y los Viernes 11:30 p.m. Los interesados en leer las
catequesis
Teología del
Cuerpo
, las encuentran en
internet en las páginas del Vaticano. También en internet está la programación
de EWTN.

Paternidad y maternidad responsables

La catequesis de Juan Pablo II, del miércoles 1 de agosto de 1984, trató precisamente-sobre “paternidad y maternidad responsables”. Leamos
por lo menos algunas líneas que nos ayuden a entender lo que la Iglesia nos enseña sobre lo que son la paternidad y maternidad responsables.

El texto conciliar (de la Constitución Gaudium et spes dice así:
“…Cuando se trata, (…) de conjugar el amor conyugal con la responsable
transmisión de la vida, la índole moral de la conducta no depende solamente de
la sincera intención y apreciación de los motivos, sino que debe determinarse
con criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos,
criterios que mantienen íntegro el sentido de la mutua entrega y de la humana
procreación, entretejidos con el amor verdadero; esto es imposible sin cultivar
sinceramente la virtud de la castidad conyugal” (Gaudium
et spes
, 51).

Más adelante explica el Papa lo que significa que los cónyuges “con responsabilidad humana y cristiana cumplirán su misión con dócil reverencia
hacia Dios”,
como enseña Gaudium et spes, 50. Eso quiere decir explica Juan Pablo II, que los cónyuges:

“De común acuerdo y común esfuerzo, se formarán un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien de los hijos, ya nacidos o todavía por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del estado de vida,  tanto materiales como espirituales; y, finalmente, teniendo en cuenta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia” (Gaudium et spes, 50).

Y aquí añade el Papa:

Nos enseña Juan Pablo II que “los esposos cristianos sean conscientes de que no pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia, la cual ha de ajustarse a la ley divina misma y nos hace caer en la cuenta de que los elementos constitutivos de la paternidad y maternidad responsables son el juicio maduro de la conciencia personal en su relación con la ley divina, auténticamente interpretada por el Magisterio de la Iglesia.

Condiciones económicas y paternidad responsable

No omite la Iglesia la consideración de las condiciones económicas y sociales en la decisión que toman los padres, de tener o no un hijo. Citando la encíclica Humanae vitae, de la Vida Humana, (Nº 10) de Pablo VI, dice Juan Pablo II:

Se sigue de ello que en la concepción de la “paternidad responsable” está contenida la disposición no solamente a evitar “un nuevo nacimiento”, sino también a hacer crecer la familia según los criterios de la prudencia.

En resumen, la decisión sobre tener o no un hijo no puede ser tomada por sólo un capricho. Los esposos deben tomar la decisión con responsabilidad humana y cristiana. En cada familia las circunstancias que se deben tener pueden ser diversas,  no  solamente económicas, pueden ser de salud, pueden ser materiales y espirituales.

Nos dice el Papa que los esposos se formarán un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien de los hijos, ya nacidos o todavía por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del estado de vida, tanto materiales como espirituales; y, finalmente, teniendo en cuenta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia. Se trata de una decisión tan seria, que la Constitución Gaudium et spes, del Concilio Vaticano advierte: Este juicio, en último término, deben formarlo ante Dios los esposos personalmente. Y como vimos, Pablo VI añade en la encíclica sobre la Vida Humana, Humanae vitae, que la paternidad responsable se pone en práctica, tanto cuando se decide tener una familia numerosa, como cuando la decisión es evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido.


[1]
http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/490/2475/articulo.php?id=29693

 

=

Reflexión 217-Caritas in veritate Nº43-44, Junio 16,2011

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Repasemos la reflexión anterior

Vamos a continuar el estudio del Nº  44, en el capítulo 4º de la encíclica Caridad en la verdad, titulado Desarrollo de los pueblos, Derechos y Deberes,
Ambiente
. La semana pasada reflexionamos sobre el primer número de este capítulo. Hagamos un ràpido repaso. Vimos que aunque en la sociedad se habla más de derechos que de deberes, los derechos y los deberes deben ir siempre juntos. Comprendimos que los derechos tienen límites y no nos conceden licencia para hacer con ellos lo que queramos. Aprendimos que precisamente los deberes refuerzan los derechos al defenderlos y promoverlos. Nos quedó claro también, que la solidaridad humana impone deberes, de manera que los países económicamente poderosos no pueden ignorar las necesidades urgentes de otros pueblos, que constituyen  derechos fundametales, como son el acceso a la alimentación y al agua, por ejemplo. Los países económicamente poderosos, antes que gastar sus recursos en caprichos o bienes superfluos, deben acudir primero a colaborar en la satisfacción de las necesidades fundamentales de los pobres del mundo. Porque es verdad que ellos tienen derecho a poseer y disfrutar de
sus bienes, pero los derechos se fundan en principios éticos y no pueden defender esos derechos, por encima de los derechos fundamentales de los demás. Lo mismo que decimos de los derechos de los países de altos ingresos es aplicable, en sus debidas proporciones, a los derechos de las personas, a nuestros derechos, de acuerdo con nuestras posibilidades.

Los Derechos Humanos no se fundamentan en la ONU

Aprendimos también la semana pasada qué significa que los derechos humanos se fundamenten en la naturaleza humana y que no existen porque
los conceda la voluntad de los legisladores o gobernantes. Cuando la ONU proclamó los derechos humanos, lo que hizo fue reconocer su obligatoriedad
universal; no fue esa organización la que los concedió. A ellos tienen derecho las personas por ser personas humanas, es decir, por su naturaleza humana, no porque una autoridad los reconozca.

El Bien Común Universal

También nos enseñó el Papa, siguiendo a Juan XXIII en su encíclica Pacem in terris, Paz en la tierra,el concepto de biencomún universal.  Generalmente nos referimos al bien común en asuntos locales y nacionales, pero ya en 1963, el Beato Juan XXIII llamó  la atención sobre la interdependencia de los Estados en lo social, lo politico y lo económico, de manera que (…) la prosperidad o el progreso de cada país son en parte efecto y en parte causa de la prosperidad y del progreso de los demás pueblos (Pacem in terris, 131). Por eso debemos cuidar del bien común universal, que el mismo Papa Juan XXIII define comoel que afecta a toda la familia humana.

El Desarrollo entendido en cristiano

Otro punto muyinteresante en que se nos insiste en la encíclica y vimos la semana pasada, fue en el significado de desarrollo, entendido en cristiano, es decir según nos enseña la fe. Vimos que cuando se habla de desarrollo, – si se hace teniendo en cuenta la fe católica, – tenemos que tener en cuenta dos elementos esenciales: que se trata 1. del desarrollo del ser humanoy 2. en el mundo. El ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios; no es solomaterial y si se busca un desarrollo integral, no se puede pretender solamentesu desarrollo material, porque el ser humano es tambien espiritual y tiene un destino sobrenatural. Si se buscara solo un desarrollo material, se buscaría entonces un desarrollo recortado, incompleto, de solo una parte del ser humano.

El mundo no es la hacienda de los países ricos

En segundo lugar, se trata del desarrollo de la persona humana en este mundo material que Dios nos dio para que lo administremos para todos, para que lo hagamos crecer y mejorar para bien de todos. No es el mundo, la hacienda de propiedad, únicamente, de los países más avanzados.

De manera que para comprender las enseñanzas sociales de la Iglesia, hay temas fundamentales que debemos tener en cuenta, y el primero es el enfoque de fe. Sin Dios de por medio, no puede haber desarrollo integral de los pueblos.

Los creyentes entendemos al ser humano de manera diferente a como lo entienden los no creyentes. Para nosotros el ser humano es la obra cumbre
del mayor artista posible: del Creador de las maravillas del universo. A esta obra cumbre la dotó Dios de capacidad de amar, no  sólo de sentir, porque Dios es Amor y somos hecho a su imagen. Renunciar al amor es por eso una monstruosidad; eso es la violencia;  a ninguna otra creatura sino a la persona humana la dotó el Creador de inteligencia, no sólo de instinto. Por eso el ser humano tiene la capacidad, si la usa bien, de administrar el mundo. A la persona humana así diseñada, la preparó para que un día pudiera recibir a la Segunda Persona de la Trinidad, que se encarnaría en ella y así el Dios invisible se haría, en alguna forma, visible a nuestros ojos.

El modo cristiano de concebir al ser humano completo

No podemos equivocarnos, pensando que el único desarrollo por el que debemos esforzarnos es el desarrollo material. Hay que buscarlo, claro, y por eso es importante el crecimiento económico, pero no es suficiente si no alcanza a todos y si no es parte de un crecimiento integral, que tenga en cuenta al ser humano espiritual, intelectual, moral. Cuando se habla de antropología cristiana nos referimos al modo de concebir al ser humano  completo,
con un destino sobrenatural, que no termina en polvo y que es capaz de relacionarse con el Ser Absoluto, su Creador y Señor.

Desarrollo y crecimiento de la población

Continuemos ahora con el Nº 44, que se refiere a los problema relacionados con el crecimientodemográfico, es decir con el crecimiento de la población mundial. Veamos de qué se trata: cuando se habla de derechos, a veces se utiliza un lenguaje no claro sobre los problemas que tienen que ver con el crecimiento de la población. La apertura responsable a la vida es un rico recurso social y económico que debemos defender contra las políticas estatales restrictivas. Se llega a extremos, como en China, donde las mujeres no tienen prácticamente derecho a nacer.

El Papa sostiene con serios argumentos que el crecimiento demográfico no es causa del subdesarrollo. Los países de más altos ingresos tienen menor mortalidad infantil, pero los altos índices de disminución de la natalidad, son signo de una crisis grave (la población mundial dentro de algunos años tendrá una distribución diferente: si la restricción de la natalidad continúa, ¿Francia será de los franceses, España de los españoles, los EE.UU. de los anglosajones? ¿Qué pensar de los problemas migratorios de los países de más altos ingresos?). Y habrá una pequeña población de jóvenes para  sostener a una mayor de ancianos.

Procreación responsable

Nos dice la encíclica Caridad en la verdad que la procreación responsable evita la sexualidad como simple y única fuente de placer y al ser responsable, evita que se regule con políticas obligatorias de planificación de la natalidad. Enseña también el Papa que la procreación es competencia primordial de la familia; no es ese un campo en el que la autoridad se pueda arrogar el derecho de decidir. Hay una afirmación audaz: nos dice Caritas in veritate, Caridad en la verdad, que una apertura moralmente responsible a la vida es una riqueza social y económica. Finalmente advierte que los estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad e integralidad de la familia.[1] Leamos la primera parte del Nº 44 de la encíclica Caridad en la verdad.

La concepción de los derechos y de los deberes respecto al desarrollo, debe tener también en cuenta los problemas relacionados con el crecimiento demográfico. Es un aspecto muy importante del verdadero desarrollo, porque afecta a los valores irrenunciables de la vida y de la familia[2]. No es
correcto considerar el aumento de población como la primera causa del subdesarrollo, incluso desde el punto de vista económico: baste pensar, por un  lado, en la notable disminución de la mortalidad infantil y el aumento de la    edad media que se produce en los países económicamente desarrollados y, por otra, en los signos de crisis que se perciben en la sociedades en las que se constata una preocupante disminución de la natalidad. Obviamente, se ha de seguir prestando la debida atención a una procreación responsable que, por lo demás, es una contribución efectiva al desarrollo humano integral. La Iglesia, que se interesa por el verdadero desarrollo del hombre, exhorta a éste a que respete los valores humanos también en el ejercicio de la sexualidad: ésta no puede quedar reducida a un mero hecho hedonista y lúdico, del mismo modo que la educación sexual no se puede limitar a una instrucción técnica, con la única  preocupación de proteger a los interesados de eventuales contagios o del «riesgo» de          procrear. Esto equivaldría a empobrecer y descuidar el significado profundo de la sexualidad, que debe ser en cambio reconocido y asumido con
responsabilidad por la persona y la comunidad. En efecto, la responsabilidad  evita tanto que se considere la sexualidad como una simple fuente de placer, como que se regule con políticas de planificación forzada de la natalidad. Enambos casos se trata de concepciones y políticas materialistas, en las que las personas acaban padeciendo diversas formas de violencia. Frente a todo esto, se debe resaltar la competencia primordial que en este campo tienen las familias[3] respecto del Estado y sus políticas restrictivas, así como una adecuada educación de los padres.

¿Los países ricos han medido las consecuencias de
sus políticas demográficas?

Sin duda los problemas del crecimiento demográfico no se pueden ignorar. Tampoco se puede tomar sin más, el camino fácil de solucionarlos con la decisión tajante  de disminuir los nacimientos, sin asumir el criterio rector, de la sexualidad  responsable. Ese camino lo han tomado especialmente algunos países de altos ingresos. ¿Las consecuencias las han medido?

No olvidemos que el desarrollo que nuestra fe promueve y acepta, es el desarrollo integral, que considera a la persona humana en todas sus  dimensiones, no sólo en la satisfacción de sus necesidades materiales. El Santo Padre habló poco tiempo después de la publicación de Caridad en la verdad y de la reunión de los poderosos del mundo llamados el G8, el año 2009. Se refirió el Papa a que las soluciones de los problemas de la
humanidad no son sólo técnicas. Leamos unas líneas de esa intervención del Santo Padre, que nos ayudan en nuestra reflexión:

Y a el gran pontífice Pablo VI, en la encíclica “Populorum progressio” reconoció e indicó la perspectiva mundial de la cuestión social, (…) que en nuestra época se ha convertido en una cuestión radicalmente antropológica, ya que implica la forma de concebir al ser humano puesto cada vez más en las manos del hombre a través de las biotecnologías modernas.
Las soluciones a los problemas actuales de la humanidad no pueden ser exclusivamente técnicas – subrayó el Santo Padre-, sino que deben tener en
cuenta todas las exigencias de la persona, que está dotada de cuerpo y alma, y por lo tanto deben tener también en cuenta a su Creador. El  absolutismo de la técnica, que encuentra su máxima expresión en algunas prácticas contrarias a la vida, podría dibujar oscuros escenarios para el futuro de la humanidad. Los actos que no respetan la verdadera dignidad de la persona, aunque su motivo parezca ser una elección de amor, son en realidad el fruto de una “concepción material y mecanicista de la vida humana” que reduce el amor sin verdad a un “envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente”.[4]

Concepción materialista y mecanicista de la vida

De la vida humana tienen una concepción materialista y mecanicista los que ven en ella sólo masas en movimiento,  regidas desde su inicio únicamente por fuerzas físico químicas; no aceptan la intervención de Dios, sino que consideran la vida sólo como un proceso físico químico. Ni siquiera aceptan la voluntad humana en la dirección de las acciones. Éstas ocurren necesariamente, como una reacción química, si se dan las condiciones. El amor no cabe en una concepción así del ser humano, máquina.

El Papa nos dice que Se convierte en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de
la familia cristiana y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y dignidad de la persona
.

Los problemas que para el desarrollo puede significar el crecimiento demográfico, nos hacen reflexionar sobre la posición  frente a la vida, que necesariamente tenemos que plantear desde el punto de vista cristiano: ¿qué es la vida, para la persona de fe? ¿qué es la persona humana en el mundo?
¿cuál es su papel? ¿cuál es su destino? En resumen, la vida en sociedad, para nosotros los creyentes tiene que plantearse necesariamente teniendo en cuenta la antropología cristiana, es decir la concepción cristiana del hombre, que no es sino la respuesta de qué es la persona humana y para qué existe.

Cuando hablamos de desarrollo, en cristiano, hablamos del derecho y a la vez deber, de la persona humana, del  perfeccionamiento de su ser,
en todas sus dimensiones, no sólo en las materiales, no sólo en las biológicas, sino también en sus dimensiones espirituales, intelectuales,  sobrenaturales. Dios  dotó de tantas maravillas al ser humano, que no podemos reducir su identidad a lo solo biológico. Cuando hablamos de sexualidad no podemos reducirla a sólo su dimensión biológica, porque se trata de la sexualidad humana. Cuando hablamos de desarrollo hablamos del don de la vida, destinada a desarrollarse en libertad, sin violencia externa; perfeccionarse y llegar a ser lo que está destinado a ser: una persona humana en toda su plenitud, destinada a utilizar sus atributos en su perfeccionamiento y en el perfeccionamiento del mundo, en camino a la vida plena con Dios en la eternidad.

La semana entrante, Dios mediante, veremos el último párrafo del Nº 44, que trata sobre la apertura moralmente responsable a la vida como una riqueza social y económica.


[1] Cf Resumen
de
Caritas in veritate, Center of Concern, traducido por www.instituto-social-leon xiii.org

[2] Cf Populorum progressio, 36,37
[3] Cf. Ibid., 36-37

[4] VIS (Vatican information service), 090713 (460)

Reflexión 216-Caritas in veritate Nº43, Junio 9, 2011

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Desarrollo de los pueblos, derechos y deberes, ambiente

Vamos a empezar el estudio del capítulo 4º  de la encíclica Caridad en la verdad, Caritas in veritate, de Benedicto XVI. Este capítulo lleva por título Desarrollo de los pueblos, derechos y deberes, ambiente.[1]

Antes de leer el texto mismo, veamos de qué se trata. En este número, Benedicto XVI nos llama la atención sobre cómo los derechos y los deberes van juntos. Se habla mucho de derechos y poco de deberes. Los deberes señalan los límites que tienen los derechos, de manera que nuestros derechos no nos dan licencia abierta para hacer todo lo que queramos, tienen sus límites. Veremos cómo los deberes a su vez refuerzan los derechos, al asumir su defensa y promoverlos.

La solidaridad humana impone deberes

El Nº 43 nos dice además, que la solidaridad humana impone deberes. A veces, personas de los países opulentos, los países  muy desarrollados materialmente, y también algunos en nuestros países menos desarrollados, defienden con énfasis su derecho a tener o gastar su dinero en ciertas cosas superfluas, sin caer en cuenta de que mientras ellos gastan en cosas completamente innecesarias, mucha gente de otros pueblos carece aun de lo indispensable. ¿Han visto fotos de ciertos palacios en los países petroleros del medio oriente, por ejemplo? Sin llegar a tan monumentales extravagancias, es muy común escuchar, aquí en nuestro país, a gente que afirma: yo puedo hacer con mis cosas, con mi dinero lo que quiera. No es tan cierto eso…Tenemos libertad en el uso de nuestras cosas, pero no tenemos una libertad ilimitada.

Al defender nuestros derechos no podemos ignorar a las demás personas con quienes nos relacionamos

Esas actitudes, de ignorar derechos fundamentales de otros, mientras se defiende el derecho a gozar de lo baladí, convierten los derechos más bien, en una manera de justificar la satisfacción de deseos triviales, banales, como si los derechos no se debieran fundar en principios éticos. Es decir que, al defender nuestros derechos, no podemos ignorar a las demás personas con quienes nos relacionamos. No debemos reivindicar nuestros derechos por encima de los derechos fundamentales de los demás.

Veamos un ejemplo: la imposibilidad, para un gran número de  personas, de hacer efectivos sus derechos, – de verdad fundamentales, – como son el acceso al alimento y al agua, supone que por solidaridad, deben tener un límite ciertos derechos que reclaman en los países desarrollados, y que pueden ser, como acabamos de ver, apenas la manera de justificar la satisfacción de deseos sin importancia. Si uno se priva de algo innecesario para que otros puedan alimentarse o acceder a agua potable, de verdad vale la pena.

Los derechos se fundamentan en la naturaleza humana, no en la voluntad de legisladores

Algo esencial de tener en cuenta: los derechos se fundamentan en la naturaleza humana, no en leyes o en constituciones hechas por políticos y juristas que se basan en ideologías e intereses que hoy están en boga y mañana son sustituidos por otros. Hoy, basados en la Constitución, se defienden libertades de conductas que hasta hace poco parecían imposibles de pensar, como el crimen del aborto, que algunos piensan tener el derecho de practicar.

Cuando se olvida que los derechos se deben fundamentar en la naturaleza humana, todo se vuelve posible. Y es que, todos los días vemos que las constituciones no sólo son escritas  de acuerdo con ideologías que no siempre se fundan en la naturaleza humana, sino que luego son interpretadas de acuerdo con los intereses de los juristas que en el momento tienen mayoría y asumen funciones de legisladores. Es su voluntad la que se vuelve fundamento de los derechos. Eso lo defienden los promotores de lo que llaman el nuevo constitucionalismo. Esos “sabios”,  en instituciones como nuestra Corte Constitucional, no se limitan a interpretar lo que dice la Constitución, sino que la amplían y terminan asumiendo funciones de asambleas constitucionales permanentes que dirigen el destino de la sociedad según su pensamiento político.

Vamos a las palabras de Benedicto XVI. Esto dice la primera parte del Nº 43:

«La solidaridad universal, que es un hecho y un beneficio para todos, es también un deber»[2]

(Leamos de nuevo esa afirmación: «La solidaridad universal, que es un hecho y un beneficio para todos, es también un deber». Son palabras tomadas de Pablo VI en Populorum progressio, en el Nº 17. Allí Pablo VI habla bellamente del desarrollo de la familia humana, que empieza en el desarrollo individual de cada persona, pero como integrante de la familia completa que es la sociedad. Es que si viéramos, si viviéramos nuestra pertenencia a la humanidad como la pertenencia a nuestra familia, los demás tendrían para nosotros un significado en el que no cabría la indiferencia. Seríamos solidarios siempre. Uno no es indiferente ante las necesidades y sufrimientos de los hermanos). Sigamos con el texto de la encíclica en el Nº 43:

En la actualidad, muchos pretenden pensar que no deben nada a nadie, si no es a sí mismos. Piensan que sólo son titulares de derechos y con frecuencia les cuesta madurar en su responsabilidad respecto al desarrollo integral propio y ajeno. Por ello, es importante urgir una nueva reflexión sobre los deberes que los derechos presuponen, y sin los cuales éstos se convierten en algo arbitrario[3]. Hoy se da una profunda contradicción. Mientras, por un lado, se reivindican presuntos derechos, de carácter arbitrario y superfluo, con la pretensión de que las estructuras públicas los reconozcan y promuevan, por otro, hay derechos elementales y fundamentales que se ignoran y violan en gran parte de la humanidad[4].

El Bien Común Universal

Benedicto XVI tiene en cuenta aquí que Juan XXIII, en su encíclica Pacem in terris, Paz en la tierra, se había adelantado a su tiempo, pues ante un mundo que se hacía cada vez más interdependiente y global (…), ya en 1963 sugirió que el concepto de bien común debía formularse con una perspectiva mundial. Para ser correcto, debía referirse al concepto de « bien común universal » (Pacem in terris, IV: l.c., 292). Sigamos con la lectura de la encìclica Caridad en la verdad, en el Nº 43:

y al vicio, (se defiende el derecho a la trasgresión y al vicio) en las sociedades opulentas, y la carencia de comida, agua potable, instrucción básica o cuidados sanitarios elementales en

La exacerbación de los derechos conduce al olvido de los deberes

Se aprecia con frecuencia una relación entre la reivindicación del derecho a lo superfluo, e incluso a la transgresión ciertas regiones del mundo subdesarrollado y también en la periferia de las grandes ciudades. Dicha relación consiste en que los derechos individuales, desvinculados de un conjunto de deberes que les dé un sentido profundo, se desquician y dan lugar a una espiral de exigencias prácticamente ilimitada y carente de criterios. La exacerbación de los derechos conduce al olvido de los deberes. Los deberes delimitan los derechos porque remiten a un marco antropológico y ético en cuya verdad se insertan también los derechos y así dejan de ser arbitrarios.

(Que los derechos nos remiten a un marco antropológico quiere decir que los derechos nos hacen caer en la cuenta de que los derechos se originan en la naturaleza humana, que los derechos se pueden reclamar si tienen fundamento en la naturaleza del ser humano, – y que nos remitan a un marco ético, significa que los derechos que se reclaman se deben guiar por normas sobre lo que es correcto o no en el comportamiento humano. De manera que cuando se reclama un derecho hay que examinar si ese pretendido derecho está de acuerdo con la naturaleza humana y con la ética). Sigue Benedicto XVI:

Por este motivo, los deberes refuerzan los derechos y reclaman que se los defienda y promueva como un compromiso al servicio del bien. En cambio, si los derechos del hombre se fundamentan sólo en las deliberaciones de una asamblea de ciudadanos, pueden ser cambiados en cualquier momento y, consiguientemente, se relaja en la conciencia común el deber de respetarlos y tratar de conseguirlos. Los gobiernos y los organismos internacionales pueden olvidar entonces la objetividad y la cualidad de «no disponibles» de los derechos. Cuando esto sucede, se pone en peligro el verdadero desarrollo de los pueblos[5].

Comportamientos como éstos comprometen la autoridad moral de los organismos internacionales, sobre todo a los ojos de los países más necesitados de desarrollo. En efecto, éstos exigen que la comunidad internacional asuma como un deber ayudarles a ser «artífices de su destino»[6], es decir, a que asuman a su vez deberes. Compartir los deberes recíprocos moviliza mucho más que la mera reivindicación de derechos.

Los Derechos Humanos se fundan en la naturaleza humana y no en la autoridad de la ONU

De nuevo aquí Benedicto XVI acude a las enseñanzas del Beato Juan Pablo II en su mensaje en la Jornada Mundial de la Paz en 2007, en donde fija un criterio muy importante sobre el valor de la declaración de los Derechos del Hombre por la ONU, que se deben basar en la naturaleza humana y no en la autoridad de la Organización de las Naciones Unidas. Estas palabras nos aclaran  también el valor de los derechos fudamentales aprobados en nuestra Constitución, que se deben basar en la naturaleza humana y no en los criterios cambiantes de los constituyentes o de los magistrados de la Corte. Dice allí Juan Pablo II sobre la Declaración de los derechos humanos por la ONU:

Se considera dicha Declaración como una forma de compromiso moral asumido por la humanidad entera. Esto manifiesta una profunda verdad sobre todo si se entienden los derechos descritos en la Declaración no simplemente como fundados en la decisión de la asamblea que los ha aprobado, sino en la naturaleza misma del hombre y en su dignidad inalienable de persona creada por Dios. Por tanto, es importante que los Organismos internacionales no pierdan de vista el fundamento natural de los derechos del hombre. Eso los pondría a salvo del riesgo, por desgracia siempre al acecho, de ir cayendo hacia una interpretación meramente positivista de los mismos. Si esto ocurriera, los Organismos internacionales perderían la autoridad necesaria para desempeñar el papel de defensores de los derechos fundamentales de la persona y de los pueblos, que es la justificación principal de su propia existencia y actuación.

Hacer demasiado énfasis en los derechos se puede convertir en un permanente reclamo de derechos a satisfacer los gustos, en países materialmente desarrollados, aun a costa de los derechos fundamentals en países no desarrollados. Ya comprendimos que la imposibilidad de acceder a derechos fundamentals como al agua y a la alimentación, implica la solidaridad del mundo desarrollado, aun con la generosa  renuncia a derechos dudosos, en materias que no son necesarias. Finalmente, vimos que los derechos se fundamentan en la naturaleza humana y no en que los conceda o no la autoridad humana.

Desarrollo según la fe

Cuando se habla de desarrollo, – si se hace teniendo en cuenta la fe católica, – tenemos que tener en cuenta dos elementos esenciales: que se trata del desarrollo del ser humano, en el mundo. El ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios; no es solo material y no se puede pretender su desarrollo solamente material. Se buscaría entonces un desarrollo recortado, incompleto, de solo una parte, del ser humano. En segundo lugar, se trata del desarrollo de la persona humana en este mundo que Dios nos dio para que lo administremos para todos, que lo hacemos crecer y mejorar para bien de todos. No es el mundo la  hacienda de propiedad únicamente de los países más avanzados.

Para comprender las enseñanzas sociales de la Iglesia, hay temas fundamentales que debemos tener en cuenta, y el primero es el enfoque de fe. Sin Dios de por medio, no puede haber desarrollo integral de los pueblos.

La doctora María Teresa Compte Grau, profesora en el Instituto Social León XIII, en España,  escribió un interesante estudio sobre humanism cristiano, que nos puede ayuda a comprender esta  profunda encíclica Caridad en la verdad, de Benedicto XVI en este punto del desarrollo integral (Cf www.instituto-social-leonxiii.org).

Antropología Cristiana y la del no creyente

El Concilio Vaticano II afirmó que la Iglesia es experta en humanidad. A la Iglesia le interesa todo lo que tiene que ver con la persona humana.  Cuando se considera al ser humano, hay posiciones encontradas: la del antropólogo cristiano y en contraste, la del centrado únicamente en el ser humano independiente, que se considera dueño absoluto de sí mismo. Entienden estos científicos al ser humano como si no tuviera nada que ver con su Creador. Y desafortunadamente vivimos un mundo que camina progresivamente hacia esa independencia, dando la espalda a Dios. No comprenden que es precisamente el ser creados a imagen y semejanza de Dios, nuestro más alto título de nobleza. Este ateísmo que se defiende sin pudor, niega toda depedencia de la persona humana respecto de Dios. Ya nos lo había prevenido el Concilio Vaticano II, en Gaudium et spes, en el Nº 20.[7]

Por su parte, Benedicto XVI, en el Nº 29 de Caridad en la verdad, trata este punto del ateísmo práctico muy claramente. Aunque ya esto lo estudiamos en su momento, será de gran ayuda terminar hoy con la lectura de parte de sus palabras:

la promoción programada de la indiferencia religiosa o del ateísmo práctico por parte de muchos países contrasta con las necesidades del desarrollo de los pueblos, sustrayéndoles bienes espirituales y humanos. Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente y alimenta su anhelo constitutivo de «ser más». El ser humano no es un átomo perdido en un universo casual[8], sino una criatura de Dios, a quien Él ha querido dar un alma inmortal y al que ha amado desde siempre. Si el hombre fuera fruto sólo del azar o la necesidad, o si tuviera que reducir sus aspiraciones al horizonte angosto de las situaciones en que vive, si todo fuera únicamente historia y cultura, y el hombre no tuviera una naturaleza destinada a transcenderse en una vida sobrenatural, podría hablarse de incremento o de evolución, pero no de desarrollo. Cuando el Estado promueve, enseña, o incluso impone formas de ateísmo práctico, priva a sus ciudadanos de la fuerza moral y espiritual indispensable para comprometerse en el desarrollo humano integral y les impide avanzar con renovado dinamismo en su compromiso en favor de una respuesta humana más generosa al amor divino[9]. Y también se da el caso de que países económicamente desarrollados o emergentes exporten a los países pobres, en el contexto de sus relaciones culturales, comerciales y políticas, esta visión restringida de la persona y su destino. Éste es el daño que el «superdesarrollo»[10] produce al desarrollo auténtico, cuando va acompañado por el «subdesarrollo moral»[11].

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[1] Para muchos de estos comentarios me baso entre otros documentos, en la guía de discusión de la encíclica preparada por Faith and Justice, editor@faithdoingjustice.com.au y   el resumen de la misma encíclica publicado en español por el Instituto Social León XIII, http:/www.instituto-social-leonxiii.org  y  que ellos traducen del inglés de Précis of the Encyclical Letter Caritas in veritate, Center of Concern www.coc.org

[2] Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 17

[3] Cf Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2003, 5

[4] Cf ibidem

[5] Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2007, 13

[6] Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 65

[7]  En su columa en El Tiempo (martes 7 de junio, 2011, Pg. 31)), titulada La eutanasia, Sergio Muñoz Bata escribió: Respecto al derecho de las personas a disponer de su propia vida existe un desacuerdo fundamental aun entre las más altas autoridades religiosas. Para el papa Benedicto XVI, “el aborto y la eutanasia son pecados tan graves que la Iglesia no admite la diversidad de opiniones entre los católicos, que sí tolera cuando se discute, por ejemplo, si se justifica moralmente matar en una guerra o en el caso de la pena de muerte”. (Aunque el autor menciona esa afirmación entre comillas, no cita a nadie y la otra “alta” autoridad religiosa que cita, contraria a la católica, es únicamente la del Lamai Lama…Termina su columna con esta frase: Nadie tiene el derecho de decirme lo que yo debo hacer con mi persona.

[8] Cf Homilía durante la Santa Misa e la explanada de “Isling” de Ratisbona (12 sept. 2006) L’Osservatore Romano, 22 de septiembre 2006, Pg 9s

[9] Deus caritas est, 1

[10] Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 28

[11] Pablo VI, Populorum progressio,19

Reflexión 215, Caritas in veritate N° 42, Junio 2,2011

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En la globalización, partícipes del poder creador de Dios

Hoy vamos a estudiar el N° 42 de Caridad en la verdad, la encíclica social de Benedicto XVI. Es el último número del capítulo tercero.

Continuamente oímos mencionar la globalización y es que se trata un hecho palpable, no de una teoría. Vivimos en un mundo globalizado, en un mundo que, por los avances en las comunicaciones y en los sistemas de transporte, se volvió un mundo pequeño; por eso hablan de la aldea global. Eso tiene muchas implicaciones: podemos hablar con nuestros familiares y amigos que están lejos, así sea al otro lado del mar, en cualquier momento. Y los podemos ver, en la pantalla del computador. Les podemos escribir y nuestra correspondencia no tiene que viajar en un vehículo terrestre ni en avión ni en buque, sino que de modo casi instantáneo se transmite a un satélite y desde allí lo toma un computador y nuestro corresponsal lo lee y si desea lo imprime. De eso y de mucho más es capaz el ingenio humano que, por ser hecho a imagen de Dios participa, aunque sea de modo limitado, de su inteligencia y de su poder creador.

Las comunicaciones y el transporte moderno acercan a las personas y a los pueblos y les hacen posible compartir sus recursos de todo orden. No siempre lo hacen, pero es posible.  La encíclica Caridad en la verdad nos ofrece una guía invaluable para encontrar respuestas a las preguntas de índole social y económica que los gobernantes, los políticos, los economistas se deben hacer sobre cómo administrar esta inmensa aldea global.

Como hemos visto antes, Dios quiere un mundo desarrollado, quiere que el ser humano progrese y que, perfeccionándose con el uso de la multiplicidad de recursos, que su amor puso a nuestra disposición en la tierra y perfeccionando así nuestro mundo,la persona humana camine hacia la perfección definitiva, cuando viva en la eternidad la vida de Dios. Por eso cada uno de nosotros es un colaborador de Dios Creador, cuando utiliza sus habilidades en beneficio de los demás. Es un desperdicio utilizar nuestros recursos sólo en beneficio nuestro. Entre todos formamos una cadena sin fin; lo que hacemos bien o mal redunda en bien o en mal de nuestra aldea global, en bien o en mal de nuestra sociedad.

¿Qué nos dice Benedicto XVI sobre la globalización?

¿Qué es esa realidad que vivimos actualmente y en la cual actuamos para bien o para mal? Los economistas y los políticos suelen ver la globalización, como ven la economía, como un asunto sólo técnico en el que no tiene nada que decir la religión. El Papa les ha hecho caer en la cuenta de que el manejo de la economía y de la política se realiza mediante acciones humanas y por lo tanto la ética tiene mucho qué decir. La ética es la disciplina que nos orienta sobre el bien o el mal de nuestras acciones. La economía no es algo abstracto, que se refiera sólo al manejo eficiente de los recursos y al progreso material. Se trata de algo con implicaciones esencialmente morales. Que el manejo de los recursos sea acertado, no sólo depende de conocimientos técnicos de sus administradores, sino de la orientación de esos administradores en beneficio o en perjuicio de los seres humanos. Un administrador, y todos lo somos en alguna medida, no sólo debe ser honesto, sino justo y más aún, debe actuar con caridad y verdad.

La globalización ha de entenderse ciertamente como un proceso socioeconómico, pero no es ésta su única dimensión 

Leamos el N° 42 de Caridad en la verdad, Caritas in veritate, por partes y lo vamos comentando enseguida:

A veces se perciben actitudes fatalistas ante la globalización, como si las dinámicas que la producen procedieran de fuerzas anónimas e impersonales o de estructuras independientes de la voluntad humana[1]. A este respecto, es bueno recordar que la globalización ha de entenderse ciertamente como un proceso socioeconómico, pero no es ésta su única dimensión. Tras este proceso más visible hay realmente una humanidad cada vez más interrelacionada; hay personas y pueblos para los que el proceso debe ser de utilidad y desarrollo[2], gracias a que tanto los individuos como la colectividad asumen sus respectivas responsabilidades.

La globalización no es producto de la fatalidad, de fuerzas desconocidas; es producto de la  actividad humana, libre, de sus actividades en búsqueda del desarrollo. De manera que los seres humanos, autores de la globalización, la pueden orientar, la pueden dirigir.

 Sucede que generalmente, cuando se habla de la globalización, se piensa sobre ella, únicamente como si se tratara de un proceso socioeconómico, como si las fuerzas que intervienen fueran sólo las económicas y las relaciones sociales, las que conformamos todos los seres humanos por nuestro trabajo, nuestras amistades, nuestro parentesco, los negocios, en fin por la vida.

El Papa nos llama la atención: la globalización no sólo tiene una dimensión material; no sólo tiene que ver con el desarrollo económico, con el dinero, porque la globalización es producto del ingenio humano y el ser humano no es sólo material, es también intelectual y espiritual. Si pretendemos que la globalización se utilice para conseguir un desarrollo integral para todos, ese desarrollo tiene que considerar a las personas humanas completas, no sólo en su cuerpo sino en todo su ser. No se trata solo de un desarrollo biológico de la persona, sino también de un desarrollo intelectual, psicológico y espiritual. Si las personas se desarrollan sólo en su cuerpo, sabemos bien la clase de individuos que tendríamos. No hace falta describirlos con sus dimensiones físicas y su fuerza. Cómo sería su pensamiento, su capacidad de razonar, de discernir, de relacionarse con los demás. Si se busca en la gente un desarrollo físico e intelectual pero se omite el desarrollo espiritual y el psicológico, tenemos ejemplos de personas que no respetan a los demás, que utilizan sus capacidades y recursos sólo para ellos y llega a producir desastres como el holocausto y el terrorismo.

La ciudad de Dios sin barreras

Si consideramos la globalización como una oportunidad de desarrollo, debemos verla como un regalo más a la humanidad que tiene una vocación  y por lo tanto un deber de trabajar por su desarrollo, por su perfección, en camino hacia la patria perfecta, un día.

En el N° 7 de Caridad en la verdad, Benedicto XVI nos dice que la acción del hombre sobre la tierra, cuando está inspirada en la caridad, contribuye a la edificación de esa ciudad universal de Dios  hacia la cual avanza la historia de la familia humana. En una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él, han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir a la comunidad de los pueblos y naciones[3], dando así forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras.

Entendemos ya cómo debemos entender los creyentes, el fenómeno de la globalización. Si se maneja no sólo como un fenómeno económico y de comunicaciones, sino como la realización paulatina de la ciudad de Dios, una ciudad universal que se debe desarrollar según los planes del Creador, una ciudad de hermanos, que caminamos juntos cumpliendo con nuestra misión de perfeccionar la tierra y así caminar hacia la vida perfecta y sin fin en la eternidad; si entendemos y manejamos así la globalización, la vida será distinta, en paz, en justicia, en verdad y en amor, en verdadero desarrollo.

La superación de las fronteras y la cultura

Entre los aspectos que hacen posible la globalización, el cultural ocupa un lugar muy importante. Al respecto nos enseña Benedicto XVI en Caridad en la verdad:

La superación de las fronteras no es sólo un hecho material, sino también cultural, en sus causas y en sus efectos. Cuando se entiende la globalización de manera determinista, se pierden los criterios para valorarla y orientarla. Es una realidad humana y puede ser fruto de diversas corrientes culturales que han de ser sometidas a un discernimiento. La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. Por tanto, hay que esforzarse incesantemente para favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria.

La globalización no ha sido posible solamente por la transformación de las comunicaciones y de los medios de transporte. Sin duda eso la  ha facilitado enormemente. Entre las causas de la globalización nos dice el Papa que debemos también tener cuenta que las culturas han hecho posible superar las fronteras. Es interesante esta observación, porque podría uno pensar que la actitud defensiva por encerrarse en la propia cultura puede ser más bien una talanquera para la globalización. Todo depende de cómo se enfrente la globalización; si la vemos como un daño, como algo que sucede a pesar nuestro o si la aceptamos como una oportunidad de crecimiento, de hacer realidad la unidad de la familia humana, que queremos como una comunidad, la del Creador y Padre nuestro. Entonces veremos a los demás, no como un peligro sino como alguien de nuestra gran familia, con quienes podemos compartir lo que tenemos de herencia cultural y de quienes podemos recibir valores que nos enriquecen.

La globalización no es, a priori, ni buena ni mala. Será lo que la gente haga de ella 

Si continuamos la lectura del N° 42 de Caridad en la verdad, encontramos enseguida una presentación de la globalización de claridad meridiana. No necesita explicación. Dice:

A pesar de algunos aspectos estructurales innegables, pero que no se deben absolutizar, «la globalización no es, a priori, ni buena ni mala. Será lo que la gente haga de ella»[4]. Debemos ser sus protagonistas, no las víctimas, procediendo razonablemente, guiados por la caridad y la verdad. Oponerse ciegamente a la globalización sería una actitud errónea, preconcebida, que acabaría por ignorar un proceso que tiene también aspectos positivos, con el riesgo de perder una gran ocasión para aprovechar las múltiples oportunidades de desarrollo que ofrece. El proceso de globalización, adecuadamente entendido y gestionado, ofrece la posibilidad de una gran redistribución de la riqueza a escala planetaria como nunca se ha visto antes; pero, si se gestiona mal, puede incrementar la pobreza y la desigualdad, contagiando además con una crisis a todo el mundo. Es necesario corregir las disfunciones, a veces graves, que causan nuevas divisiones entre los pueblos y en su interior, de modo que la redistribución de la riqueza no comporte una redistribución de la pobreza, e incluso la acentúe, como podría hacernos temer también una mala gestión de la situación actual. Durante mucho tiempo se ha pensado que los pueblos pobres deberían permanecer anclados en un estadio de desarrollo preestablecido o contentarse con la filantropía de los pueblos desarrollados. Pablo VI se pronunció contra esta mentalidad en la Populorum progressio.

Quisiera resaltar estas palabras del Papa:   Debemos ser sus protagonistas, no las víctimas, procediendo razonablemente, guiados por la caridad y la verdad. Oponerse ciegamente a la globalización sería una actitud errónea, preconcebida, que acabaría por ignorar un proceso que tiene también aspectos positivos, con el riesgo de perder una gran ocasión para aprovechar las múltiples oportunidades de desarrollo que ofrece.

¿Cómo evitar las fallas de la globalización?

A continuación Benedicto XVI anota las fallas que ha tenido la globalización y cómo se debería orientar:

Los recursos materiales disponibles para sacar a estos pueblos de la miseria son hoy potencialmente mayores que antes, pero se han servido de ellos principalmente los países desarrollados, que han podido aprovechar mejor la liberalización de los movimientos de capitales y de trabajo. Por tanto, la difusión de ámbitos de bienestar en el mundo no debería ser obstaculizada con proyectos egoístas, proteccionistas o dictados por intereses particulares.

Cando los países olvidan que son parte de la aldea global y de manera egoísta se dedican sólo a su parcela, a sus intereses, el bienestar general encuentra obstáculos y el desarrollo se hace posible sólo para algunos, precisamente para los países que han alcanzado ya un mayor desarrollo. Los países emergentes, los que surgen de abajo, si se tienen en cuenta, pueden ayudar a manejar mejor la crisis mundial. Sigue así la encíclica Caridad en la verdad:

 En efecto, la participación de países emergentes o en vías de desarrollo permite hoy gestionar mejor la crisis. La transición que el proceso de globalización comporta, conlleva grandes dificultades y peligros, que sólo se podrán superar si se toma conciencia del espíritu antropológico y ético que en el fondo impulsa la globalización hacia metas de humanización solidaria. Desgraciadamente, este espíritu se ve con frecuencia marginado y entendido desde perspectivas ético-culturales de carácter individualista y utilitarista. La globalización es un fenómeno multidimensional y polivalente, que exige ser comprendido en la diversidad y en la unidad de todas sus dimensiones, incluida la teológica. Esto consentirá vivir y orientar la globalización de la humanidad en términos de relacionalidad, comunión y participación.

Cómo obrar para que la globalización sea un beneficio

Inyectar cristianismo a la globalización

El mundo no acaba de superar la crisis económica, y parecería extraño, pero nuestros países no fueron protagonistas en la crisis y parece ser que en Europa y los EE.UU. se ha sentido esa crisis con mayor rigor. Quizás entonces el Papa tiene razón cuando dice que la participación de países emergentes o en vías de desarrollo permite hoy gestionar mejor la crisis. Nos enseña también Benedicto XVI que el proceso de globalización comporta grandes dificultades y peligros, que sólo se podrán superar si se toma conciencia del espíritu antropológico y ético que en el fondo impulsa la globalización hacia metas de humanización solidaria. La manera de orientar la globalización para que con ella se consiga una humanización solidaria del mundo, es que nos tratemos como miembros de una gran familia humana, es tomar conciencia de que, con una visión cristiana del ser humano, – eso es la antropología cristiana, – nos despeguemos de esa actitud individualista en que cada uno busca sólo lo que es bueno para él y se vea, más bien, sienta y actúe, como un miembro más de la comunidad que tiene como principio y valor de su vida la comunión y participación. No es otra cosa que inyectar de cristianismo a la globalización.

Así terminamos el capítulo 3° de Caridad en la verdad, la encíclica de Benedicto XVI. Dios mediante, dentro de una semana continuaremos con el estudio del capítulo 4° que  lleva por título Desarrollo de los pueblos, Derechos y Deberes, Ambiente.

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50 años de la Mater et magistra, del Beato Juan XXIII

Estamos conmemorando el 50° aniversario de la encíclica Mater et Magistra, del beato Juan XXIII. En Roma se celebró con este motivo, un congreso internacional. Benedicto XVI pronunció un discurso a los participantes y fueron muy interesantes sus observaciones sobre los puntos doctrinales que se relacionan entre Mater et magistra, la Iglesia Madre y Maestra, la encíclica de Juan XXIII y su encíclica Caridad en la verdad. Como hemos visto en estas charlas, la DSI guarda una perfecta coherencia a lo largo del tiempo, a medida que la Iglesia va respondiendo a las necesidades de la humanidad. El final de su discurso es una exhortación a una nueva evangelización de lo social. La podemos tomar como dirigida a nosotros también:

En un mundo, no pocas veces replegado sobre sí mismo, sin esperanza, la Iglesia espera que vosotros seáis levadura, sembradores incansables del pensamiento verdadero y responsable y de generosa proyección social, sostenidos por el amor pleno de verdad que habita en Jesucristo, el Verbo de Dios hecho hombre

Que el Señor nos ayude a ser levadura, sembradores incansables de la verdad del Evangelio.


[1] Cf. Congregación para la doctrina de la fe, Instr. Libertatis conscientia, sobre la libertad cristiana y la liberación, 74

[2] Cf Juan Pablo II, Entrevista al periódico “La Croix”, 20 de agosto de 1997.

[3] Cf Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris (11 abril 1963), AAS 55 (1963) 268-270

[4] Juan Pablo II, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales (27 abril 2001): AAS 93 (2001), 598-601