Reflexión 194 – Caritas in veritate N° 29-33 (Charla 31)

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Noviembre 18 de 2010

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La vida y su relación con el desarrollo

Continuemos el resumen del capítulo segundo de Caritas in veritate, Caridad en la verdad, de la encíclica de Benedicto XVI; capítulo que dedica al tema de El desarrollo humano en nuestro tiempo. En el programa pasado llegamos hasta el N° 28, que Caritas in veritate dedica al tema de la vida y su relación con el desarrollo. El Santo Padre dice que la pobreza provoca altos índices de mortalidad y que las legislaciones contrarias a la vida, que están muy extendidas en los países económicamente desarrollados, en vez de promover y defender la vida, condicionan las costumbres y la práctica con la difusión de una mentalidad antinatalista, mentalidad que tratan de transmitir a otros estados como si esa actitud anti vida fuera un progreso cultural.

Ahora se condena a los creyentes a la muerte civil en la vida de la sociedad

La actitud anti vida la vivimos en el modo como justifican el aborto y el control natal por medio de la esterilización en nuestros medios de comunicación. El anterior Ministro de Protección Social hizo pública su vasectomía, con el argumento de que quería dar ejemplo a los jóvenes de lo que deben hacer. Es común que algunos personajes de los medios de comunicación presenten a la Iglesia como retrógrada porque condena el asesinato de bebés no nacidos. La cultura anti vida es para muchos lo moderno, lo aceptado hoy. Por eso es conveniente que nos recuerden la entereza de los mártires que a lo largo de la Iglesia han estado firmes en la defensa de la fe a pesar del peligro de perder la vida. Ahora las tácticas han cambiado; aunque en algunos países todavía asesinan cristianos, como ha sucedido en Irak en estos días, generalmente no nos amenazan con la pérdida de la vida por confesar nuestra fe, pero sí con la muerte civil en la vida de la sociedad, con el ridículo por pertenecer, según los nuevos verdugos, a una Iglesia que se quedó anclada en el pasado. Y algunos católicos tragan el anzuelo y no reniegan de su fe públicamente, pero sí lo hacen en la práctica.

14 dificultades para el desarrollo humano

Repasemos los problemas de nuestro tiempo que, según los expone Benedicto XVI en el capítulo segundo de Caritas in veritate, dificultan el desarrollo humano integral. En el programa anterior alcanzamos a ver 13 de los problemas que impiden el desarrollo y enunciamos el 14, sobre el del respeto a la vida. Demos un rápido recorrido a esos problemas, para que los tengamos presentes. Nos dice el Santo Padre que son dificultades muy variadas las que hacen que la situación del desarrollo sea muy compleja y al recorrerlos entendemos que de verdad se trata de problemas de diversos campos. Veamos:

1. Los manejos especulativos de las entidades financieras, que fueron las principales causantes de la crisis económica en los EE.UU.

2. Las migraciones en gran escala a otros países en búsqueda de la atención que no se recibe en los propios países.

3. La explotación inadecuada de los recursos naturales.

4. La aparición de los nuevos pobres que necesitan la solidaridad de los demás, mientras una minoría goza de la superabundancia de la economía del consumismo.

5. La corrupción y la ilegalidad.

6. El irrespeto a los derechos de los trabajadores.

7. El desvío de los fondos de ayudas internacionales sin respetar la voluntad de los donantes.

8. La excesiva protección de la propiedad intelectual, especialmente en el campo de la salud.

9. Las normas culturales que impiden el desarrollo porque inducen al relativismo, a un diálogo intercultural inauténtico con pérdida del sentido profundo de las culturas de las diferentes naciones.

10. El hambre persiste en el mundo a pesar de los adelantos técnicos, porque la sola técnica, sin ética ni fraternidad no garantiza el desarrollo integral.

11. La globalización nos acerca más físicamente, pero también transmite a los demás países las consecuencias negativas del mal manejo de la economía de los países más influyentes.

12. La crisis de la seguridad social, agravada por los nuevos sistemas de contratación laboral.

13. No se tiene en cuenta que el primer capital que los países y las organizaciones deben valorar es la persona humana como autor, centro y fin de la vida económica y social.

No se respeta la vida

El decimocuarto problema tratado por Benedicto XVI es el del respeto a la vida. Nos dice Benedicto XVI en Caritas in veritate, en el N° 28, que

La situación de pobreza no sólo provoca todavía en muchas zonas un alto índice de mortalidad infantil, sino que en varias partes del mundo persisten prácticas de control demográfico por parte de los gobiernos, que con frecuencia difunden la contracepción y llegan incluso a imponer también el aborto. En los países económicamente más desarrollados, las legislaciones contrarias a la vida están muy extendidas y han condicionado ya las costumbres y la praxis, contribuyendo a difundir una mentalidad antinatalista, que muchas veces se trata de transmitir también a otros estados como si fuera un progreso cultural.

Algunas organizaciones no gubernamentales, además, difunden el aborto, promoviendo a veces en los países pobres la adopción de la práctica de la esterilización, incluso en mujeres a quienes no se pide su consentimiento. Por añadidura, existe la sospecha fundada de que, en ocasiones, las ayudas al desarrollo se condicionan a determinadas políticas sanitarias que implican de hecho la imposición de un fuerte control de la natalidad. Preocupan también tanto las legislaciones que aceptan la eutanasia como las presiones de grupos nacionales e internacionales que reivindican su reconocimiento jurídico.

La vida desde la perspectiva cristiana

La vida desde la perspectiva cristiana se ve como un regalo, una contribución al desarrollo de los pueblos. Estas son las palabras del Caritas in veritate:

La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social[1]. La acogida de la vida forja las energías morales y capacita para la ayuda recíproca. Fomentando la apertura a la vida, los pueblos ricos pueden comprender mejor las necesidades de los que son pobres, evitar el empleo de ingentes recursos económicos e intelectuales para satisfacer deseos egoístas entre los propios ciudadanos y promover, por el contrario, buenas actuaciones en la perspectiva de una producción moralmente sana y solidaria, en el respeto del derecho fundamental de cada pueblo y cada persona a la vida.

¿Incide negativamente en el desarrollo la negación de la libertad religiosa?

En este capítulo segundo de Caritas in veritate, que estudiamos ahora, en el cual plantea Benedicto XVI la visión del desarrollo en nuestro tiempo, desde la perspectiva de la DSI, nos dice en el N° 29, que hay otro aspecto lesivo al desarrollo y es la negación de la libertad religiosa. Menciona el Papa no solo los conflictos que se producen en el mundo por motivos religiosos, en los cuales la religión es a veces solo una fachada para ocultar razones de otro tipo como el afán de poder y riqueza, sino la violencia motivada por el fundamentalismo que distrae recursos que de otro modo tendrían usos pacíficos. Menciona igualmente el Papa la promoción de la indiferencia religiosa o del ateísmo práctico, que también obstruye el desarrollo al privar a los pueblos de los recursos espirituales y humanos en el esfuerzo por erradicar la pobreza y conseguir el desarrollo humano integral. A los no creyentes no los mueven, frente a la pobreza, los argumentos basados en el Evangelio, como la fraternidad, la dignidad de la persona humana por ser creados a imagen de Dios, nuestro Padre; se apoyan en solo argumentos racionales o en normas humanas, como pueden ser disposiciones de las Naciones Unidas y las normas humanas no son permanentes; cambian según la ideología dominante.

Ateísmo, agnosticismo, ateísmo práctico

El ateísmo es la negación de la existencia de Dios, en teoría o en la práctica. Las formas de ateísmo son múltiples y van, desde una tolerante indiferencia hasta una oposición militante. Los que se llaman agnósticos sostienen que no es posible conocer nada de Dios ni de la vida futura, son escépticos en materia religiosa. Son ateos en la práctica[2], en su modo de vida.

Dimensión interdisciplinaria de la Doctrina Social de la Iglesia

En los N° 30 y 31 nos enseña el Papa que ante la complejidad de los problemas que dificultan el desarrollo, las diferentes disciplinas del saber humano deben colaborar en una interdisciplinariedad ordenada. El desarrollo humano integral no es solo un asunto técnico, un asunto que se pueda tratar y resolver completamente desde la economía, porque es un asunto que tiene también una dimensión moral y espiritual, de manera que es indispensable un enfoque interdisciplinario. La evaluación moral y la investigación científica deben ir de la mano[3], animadas por la caridad. Citando palabras de la encíclica Centesimus annus,(N° 59) la encíclica de Juan Pablo II en el centenario de Rerum novarum, Benedicto XVI afirma que la DSI tiene una importante dimensión interdisciplinaria y puede por eso desempeñar una función de eficacia extraordinaria.

Recordemos que los principios permanentes de la DSI, son la expresión de la verdad íntegra sobre el hombre, conocida a través de la fe y de la razón.[4] Cuando estudiamos la naturaleza de la DSI, aprendimos que es Un conocimiento iluminado por la fe, en diálogo cordial con todos los saberes, un mensaje no solo para los hijos de la Iglesia sino para toda la humanidad.[5]

Recordemos las palabras de Juan Pablo II en Centesimus annus (59), que cita Benedicto XVI sobre la interdisciplinariedad de la DSI:

La doctrina social de la Iglesia se sirve de todas las aportaciones cognoscitivas, provenientes de cualquier saber, y tiene una importante dimensión interdisciplinar: « Para encarnar cada vez mejor, en contextos sociales económicos y políticos distintos, y continuamente cambiantes, la única verdad sobre el hombre, esta doctrina entra en diálogo con las diversas disciplinas que se ocupan del hombre, [e] incorpora sus aportaciones ». La doctrina social se vale de las contribuciones de significado de la filosofía e igualmente de las aportaciones descriptivas de las ciencias humanas.

Cuando se trata del desarrollo humano integral es claro que para que se dé un desarrollo integral, es decir que tenga en cuenta todas las dimensiones de la persona humana, el enfoque no puede ser sólo desde el punto de vista económico.

Leamos unas líneas del N° 31 de Caritas in veritate, que nos explican lo que sucede si se enfoca el desarrollo humano solo desde la dimensión económica, es decir desde la dimensión material del ser humano:

La DSI Permite a la fe, a la teología, a la metafísica y a las ciencias encontrar su lugar dentro de una colaboración al servicio del hombre. La doctrina social de la Iglesia ejerce especialmente en esto su dimensión sapiencial. Pablo VI vio con claridad que una de las causas del subdesarrollo es una falta de sabiduría, de reflexión, de pensamiento capaz de elaborar una síntesis orientadora[6], y que requiere «una clara visión de todos los aspectos económicos, sociales, culturales y espirituales»[7]. La excesiva sectorización del saber[8], el cerrarse de las ciencias humanas a la metafísica[9], las dificultades del diálogo entre las ciencias y la teología, no sólo dañan el desarrollo del saber, sino también el desarrollo de los pueblos, pues, cuando eso ocurre, se obstaculiza la visión de todo el bien del hombre en las diferentes dimensiones que lo caracterizan. Es indispensable «ampliar nuestro concepto de razón y de su uso»[10] para conseguir ponderar adecuadamente todos los términos de la cuestión del desarrollo y de la solución de los problemas socioeconómicos.

El desarollo humano integral tiene una dimensión moral y espiritual

Nos enseña el Papa en los N° 30 y 31 de Caritas in veritate que la complejidad de los problemas del desarrollo obliga a que las diferentes disciplinas del saber humano colaboren en su solución, porque el desarrollo humano integral no es solo un asunto técnico, un asunto que se pueda tratar y resolver completamente desde la economía, porque es un asunto que tiene también una dimensión moral y espiritual, de manera que es indispensable un enfoque interdisciplinario.

En el N° 32, Caritas in veritate plantea que los nuevos retos al desarrollo demandan nuevas soluciones que tenemos que encontrar juntos, respetando las leyes propias de cada cosa y a la luz de una visión integral del hombre que refleje los diversos aspectos de la persona humana, considerada con la mirada purificada por la caridad.

No solo justicia, también generosidad y caridad

Nos dice Benedicto XVI que la dignidad de la persona y las exigencias de la justicia requieren, sobre todo hoy, que las opciones económicas no aumenten de manera excesiva y moralmente inaceptable las desigualdades.[11] Evoca aquí el Papa actual el pensamiento de Pablo VI, quien en Populorum progressio ( 33s) insta no sólo a la justicia sino también a la generosidad, a la caridad, cuando dice:

Entiéndasenos bien: la situación presente se tiene que afrontar valerosamente y se tiene que combatir y vencer las injusticias que trae consigo. El desarrollo exige transformaciones audaces, profundamente innovadoras. Hay que emprender, sin esperar más, reformas urgentes. Cada uno debe aceptar generosamente su papel, sobre todo los que por su educación, su situación y su poder tienen grandes posibilidades de acción. Que, dando ejemplo, empiecen con sus propios haberesEnseguida añade que la sola iniciativa individual no es suficiente e insta a los poderes públicos para que hagan lo que les corresponde:

La sola iniciativa individual y el simple juego de la competencia no serían suficientes para asegurar el éxito del desarrollo. No hay que arriesgarse a aumentar todavía más las riquezas de los ricos y la potencia de los fuertes, confirmando así la miseria de los pobres y añadiéndola a la servidumbre de los oprimidos.

Impacto de la pobreza en la economía

Pone Benedicto XVI como prioridad, que se siga buscando el acceso al trabajo o la conservación del mismo para los que ya lo tienen. Dice que esto es también por una “razón económica”. Y explica cómo el aumento de las desigualdades sociales, es decir el aumento de la pobreza, además de erosionar la cohesión social y poner así en peligro la democracia, tiene además un impacto económico progresivo por el desgaste del capital social. Llama capital social el conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables para la convivencia. Sabemos las implicaciones de la falta de trabajo y cómo cambia la vida si se puede conservar y cuando se logra conseguir.

Llama la atención Benedicto XVI al impacto que tiene en la economía la situación de inseguridad que siente el capital humano, es decir los trabajadores, porque los costos humanos se reflejan siempre en los costos económicos: el trabajador pierde creatividad e iniciativa y reduce su actividad a un trabajo puramente automático.

Necesidad de profunda reflexión sobre el sentido de la economía y de sus fines

Insta la encíclica Caritas in veritate a que no se busquen solo beneficios a corto plazo, y que

se han de valorar cuidadosamente las consecuencias que tienen sobre las personas las tendencias actuales hacia una economía de corto, a veces brevísimo plazo. Esto exige «una nueva y más profunda reflexión sobre el sentido de la economía y de sus fines»[12], además de una honda revisión con amplitud de miras del modelo de desarrollo, para corregir sus disfunciones y desviaciones. Lo exige, en realidad, el estado de salud ecológica del planeta; lo requiere sobre todo la crisis cultural y moral del hombre, cuyos síntomas son evidentes en todas las partes del mundo desde hace tiempo.

Recordemos que ya antes, en los N° 15 y 16 de esta misma encíclica Caritas in veritate, el Papa Benedicto había planteado la urgencia de una reorientación de la economía. Dice allí:

Puede que haya llegado el momento de una nueva y más profunda reflexión sobre el sentido de la economía y de sus fines. Con este propósito, parece urgente que vuelva a ser considerada la concepción misma del bienestar, de modo que no se vea dominada por una estrecha perspectiva utilitarista, que deja completamente al margen valores como el de la solidaridad y el altruismo.

¿Qué ha sucedido después de 40 años de Populorum progressio?

Terminemos hoy con la síntesis final del pensamiento de Benedicto XVI sobre lo que ha sucedido con el desarrollo de los pueblos, después de la encíclica Populorum progressio de Pablo VI: Dice en el N° 33, que Más de cuarenta años después de la Populorum progressio, su argumento de fondo, el progreso, sigue siendo aún un problema abierto, que se ha hecho más agudo y perentorio por la crisis económico-financiera que se está produciendo.

Señala el Papa que algunas naciones han salido de la pobreza, pero otras permanecen en una situación de pobreza comparable a la que había en tiempos de Pablo VI y en algún caso, peor. Algunas causas de la situación de pobreza de la que no logran salir algunos países, dice Benedicto XVI fueron ya señaladas por Pablo VI, por ejemplo los altos aranceles aduaneros impuestos por los países económicamente desarrollados. Y añade:

En cambio, otras causas que la Encíclica sólo esbozó, han adquirido después mayor relieve. Este es el caso de la valoración del proceso de descolonización, por entonces en pleno auge. Pablo VI deseaba un itinerario autónomo que se recorriera en paz y libertad. Después de más de cuarenta años, hemos de reconocer lo difícil que ha sido este recorrido, tanto por nuevas formas de colonialismo y dependencia de antiguos y nuevos países hegemónicos, como por graves irresponsabilidades internas en los propios países que se han independizado.

La gran novedad: la globalización

Sobre la globalización nos ofrece Benedicto XVI una opinión muy interesante, en la que reconoce lo bueno que ella tiene y los riesgos que lleva consigo. Dice:

La novedad principal ha sido el estallido de la interdependencia planetaria, ya comúnmente llamada globalización. Pablo VI lo había previsto parcialmente, pero es sorprendente el alcance y la impetuosidad de su auge. Surgido en los países económicamente desarrollados, este proceso ha implicado por su naturaleza a todas las economías. Ha sido el motor principal para que regiones enteras superaran el subdesarrollo y es, de por sí, una gran oportunidad. Sin embargo, sin la guía de la caridad en la verdad, este impulso planetario puede contribuir a crear riesgo de daños hasta ahora desconocidos y nuevas divisiones en la familia humana. Por eso, la caridad y la verdad nos plantean un compromiso inédito y creativo, ciertamente muy vasto y complejo. Se trata de ensanchar la razón y hacerla capaz de conocer y orientar estas nuevas e imponentes dinámicas, animándolas en la perspectiva de esa «civilización del amor», de la cual Dios ha puesto la semilla en cada pueblo y en cada cultura.

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2007, 5: L’Osservatore Romano, ed. En lengua española (15 diciembre 2006), p.5

[2] Cf. Gerald O’Collins, S.J. y Edward G. Farrugia, S.J., Diccionario abreviado de teología, Editorial Verbo Divino, 2002

[3] Cf www.faithdoingjustice.com.au

[4] Cf Compendio de la DSI, N° 160ss

[5] Ibidem, N° 22ss

[6] Cf Populorum progressio, 40.85

[7] Cf Ibid., 13

[8] Cf Juan Pablo II, Carta encic. Fides et ratio (14 sept. 1998) 85

[9] Cf Ibid., 83

[10] Discurso en la Universidad de Ratisbona (12 septiembre 2006): L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (22 septiembre 2006), pp. 11-13.

[11] Cf Populorum progressio, 33

[12] Cf Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2000, 15: AAS 92 (2000), 366.

Reflexión 193 – Caritas in veritate N° 21-28 (Charla 30)

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Impedimentos para el desarrollo humano en nuestro tiempo

Continuemos el resumen del capítulo segundo de Caritas in veritate, Caridad en la verdad, de la encíclica de Benedicto XVI; capítulo que dedica al tema de El desarrollo humano en nuestro tiempo. En la reflexión anterior llegamos hasta el N° 27, que terminó con la afirmación de que los derechos al alimento y al agua tienen que ser reconocidos como derechos de todos los seres humanos sin distingo ni discriminación junto con otros derechos, especialmente el mismo derecho a la vida. El tema del derecho a la vida lo sigue tratando en el N° 28.

Ve el Papa con preocupación la situación del desarrollo humano integral y la perspectiva de las crisis que se suceden en estos tiempos, y se pregunta hasta qué punto se han cumplido las expectativas de Pablo VI siguiendo el modelo de desarrollo que se ha adoptado en las últimas décadas. Afirma que era fundada la preocupación de la Iglesia por la capacidad del hombre meramente tecnológico para fijar objetivos realistas y poder gestionar constante y adecuadamente los instrumentos disponibles.

Como una de las causas de las crisis económicas es el afán de lucro, que se ha convertido en avaricia -uno de los pecados de nuestro tiempo, – ese afán incontrolado de tener siempre más, Benedicto XVI explica en el N° 21 de Caritas in veritate que El objetivo exclusivo del beneficio, (e.d. del lucro) cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza. De manera que el afán de lucro, cuando se convierte en avaricia, se transforma en un obstáculo para el desarrollo humano, porque destruye riqueza y crea pobreza.

Repasemos los problemas de nuestro tiempo que, según los expone Benedicto XVI en el capítulo segundo de Caritas in veritate, dificultan el desarrollo humano integral:

Efectos dañinos de los manejos financieros especulativos

-Señala como primer problema la inseguridad y los efectos dañinos que los manejos financieros especulativos producen en la industria, el comercio, la agricultura y demás actividades de la economía real. Este problema se refiere directamente a la crisis financiera con especiales consecuencias en los EE.UU. y Europa y que tiene aplicación en nuestro país, por las altas tarifas e intereses de los Bancos.

Las migraciones en gran escala

-El segundo problema que dificulta el desarrollo humano en nuestro tiempo es el de las migraciones en gran escala de gente que se ve obligada a buscar en otras regiones del mundo la atención que no recibe en sus países. En Colombia podríamos hablar de los desplazados por la violencia.

Una tercera dificultad para el desarrollo es la explotación inadecuada de los recursos naturales.

Los “nuevos pobres” y la economía del desperdicio

Añade el Papa otra circunstancia que no se suele mencionar: en los países ricos aparecen ahora grupos que no habían conocido antes las dificultades de la pobreza y ahora se suman a los necesitados de la solidaridad de los demás. Podríamos hablar de los nuevos pobres. Una minoría, en cambio, sigue gozando de la superabundancia de la economía del consumismo que patrocina el desperdicio; el consumismo es esa tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios.

La corrupción y la ilegalidad

-Otra causa que detiene el desarrollo integral, que menciona Benedicto XVI en su análisis de la situación actual es la corrupción y la ilegalidad. Sobre Colombia comentamos que ¿cómo aspirar a convertirnos en un país desarrollado, con educación y salud para todos y posibilidades de un trabajo digno si no empezamos por ser honrados, respetuosos de la ley y de la moral?

El irrespeto a los derechos de los trabajadores

Otro problema que impide el desarrollo humano integral y menciona el Papa en el N° 22 de Caritas in veritate, la Caridad en la verdad, es el irrespeto a los derechos de los trabajadores. ¿Cómo pueden los trabajadores progresar ellos y sus familias, si ni siquiera se les paga lo que establece la ley?

Cuando las ayudas no llegan a su legítimo destino

-Otra causa de que no se logre el desarrollo consiste en que la ayuda internacional con frecuencia se distrae de sus propios fines, por acciones irresponsables, tanto en la cadena de donantes como en la de los beneficiarios. No siempre se respeta la voluntad de los donantes, sean países o personas naturales. No se tiene en cuenta que muchos, con frecuencia, dejan de atender sus propias necesidades por solidaridad con sus hermanos más necesitados. No se debe cambiar el destino de su ayuda.

Celo excesivo de los países ricos en la protección de la propiedad intelectual, especialmente en el campo de la salud

– Una dificultad más para el desarrollo, mencionada por Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate, es el celo excesivo de los países ricos en la protección de la propiedad intelectual, especialmente en el campo de la salud. Esto se refleja en el alto costo de los medicamentos a los que no tienen acceso, con frecuencia ni siquiera los de la clase media.

El último problema que menciona El Santo Padre en Caritas in veritate, en el N°22, se refiere a normas culturales que impiden el desarrollo

Anota el Santo Padre que por esta variedad  de problemas la actual crisis mundial es compleja y nos llama a una renovación cultural profunda, a redescubrir los valores fundamentales sobre los cuales construir un futuro mejor.

Los adelantos técnicos solos no garantizan el desarrollo humano integral

Si observamos el origen de las dificultades que obstaculizan el desarrollo integral humano en nuestro tiempo, podemos darnos cuenta de que el principal componente de todas esas dificultades es ético y que los adelantos técnicos solos no garantizan el desarrollo humano integral. Mencionamos a este propósito los indudables adelantos técnicos y comerciales de países como China, la India, y más cercanos a nosotros, el Brasil. El progreso material de esos países es innegable, pero no han conseguido un desarrollo humano integral: en China no se respeta la libertad (el premio Nobel de la Paz está preso por disentir del gobierno marxista), en Brasil la recientemente elegida presidenta anunció que el objetivo de su gobierno será erradicar la pobreza, de manera que es una tarea pendiente, y algo parecido se puede afirmar de la India donde continúa la discriminación de las castas, la conocida pobreza de la cual la ciudad de Calcuta, donde se santificó la Beata Madre Teresa es testigo. Entristece la persecución a los cristianos en regiones de la India donde se incendian templos y asesinan a sacerdotes y fieles católicos.

La era de la globalización

Dice Benedicto XVI que, cuando Pablo VI escribió su encíclica sobre el desarrollo de los pueblos, la economía no se había globalizado hasta el grado en que se encuentra en nuestros días. En esa época, los gobiernos tenían suficientes instrumentos para manejar internamente su economía, hoy en cambio, lo que sucede en un país, sobre todo en los países con mayor intervención en los mercados, puede afectar a otros. Lo vemos en Colombia con el manejo de la tasa de cambio. Nuestra moneda se valoriza frente a la caída del dólar, con perjuicio de los exportadores, y las medidas que toma el Banco de la República no son suficientes para detener ese fenómeno global, que no tiene su origen sólo en el manejo de nuestra economía.

El nuevo contexto ha modificado el poder político de los estados

Benedicto XVI advierte en el N° 24 de Caritas in veritate, que en nuestra época el Estado tiene que enfrentar las limitaciones que le impone el nuevo contexto económico-comercial y financiero internacional. Este nuevo contexto, anota el Santo Padre, ha modificado el poder político de los estados. El Papa plantea la necesidad de reexaminar y evaluar las funciones y poderes de la autoridad pública para afrontar los desafíos del mundo actual y dice que cuando sus funciones estén más claramente definidas es previsible prever un papel más importante de la sociedad civil.

Los gremios, las organizaciones sindicales y en general la sociedad civil necesita un fortalecimiento de nuevas formas de participación en la política nacional e internacional. Hoy parece que solo se escucha el enorme poder de los medios de comunicación comercial que no siempre es objetivo, porque tienen sus particulares objetivos ideológicos y económicos.

La inseguridad laboral causa sufrimiento psicológico y espiritual

En el N° 25 de Caritas in veritate, vimos que Benedicto XVI trata sobre la crisis de la seguridad social, que también en Colombia nos toca en cuanto a las perspectivas de la pensión y atención en salud. El Papa cree que parte de la crisis de la seguridad social es agravada por los nuevos sistemas de contratación laboral.

También en Colombia sufrimos esa epidemia que viene de países supuestamente desarrollados. Los trabajadores solo consiguen empleo con contrato de prestación de servicios. Ese nuevo sistema de vinculación laboral hace caer en los trabajadores todo el costo de su seguridad social. Quizás es aún peor la incertidumbre en los trabajadores frente al mañana, porque fácilmente quedan desempleados con esos contratos a corto plazo y la angustia frente al mañana crea inestabilidad psicológica, dificultad para definir los caminos en la vida, incluido el matrimonio. Comentábamos que hoy con mayor frecuencia los jóvenes deciden retardar la formación de una familia ante la incertidumbre de tener los medios necesarios para sostenerla. El desempleo debilita la creatividad de la gente, las relaciones sociales y familiares y es causa de mucho sufrimiento psicológico y espiritual.

Esa nueva modalidad de vinculación laboral no fue inventada en nuestro país, pero la globalización, que trae beneficios, también difunde epidemias como esa.

Es interesante la posición de Caritas in veritate sobre la crisis de la seguridad social; el Papa afirma que esa crisis de los sistemas de seguridad social, que están debilitados, en parte se debe a las nuevas formas de competencia entre los estados para atraer la inversión; para atraerla, procuran ofrecer condiciones fiscales más favorables a quienes invierten y un sistema no formal de contratación que favorece las finanzas de las empresas, en perjuicio de los trabajadores.

Las empresas que no tienen en cuenta sus obligaciones sociales

Las empresas que se orientan sólo por el afán de lucro y se olvidan de su obligación social, son insaciables. En Colombia siguen luchando por deshacerse de su obligación de aportar una parte del pago de la seguridad social de sus trabajadores. Lo lograron en buena parte, con los nuevos contratos laborales, pero quisieran que se les quitaran los aportes al SENA, al ICBF y claro, a pensiones, salud y cesantías.

En todas partes somos egoístas y nos resistimos a ceder de nuestras comodidades en bien de los más necesitados. La única manera de tener un mundo justo es con la decisión de ganar menos, para que nuestros hermanos tengan por lo menos lo necesario para una vida digna.

El capital más valioso

Uno de los últimos comentarios del programa pasado fue que el Papa recuerda que el capital más importante que se ha de valorar y salvaguardar es la persona humana. Dice en el N° 25:

Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad: «Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social».

Podríamos añadir que la persona humana es el principal capital, no sólo de los gobiernos, sino de cada empresa, de cada organización; el principal capital no es sólo el financiero ni los equipos y la tecnología, por costosos que ellos sean. Para que todo eso funcione de manera adecuada, detrás de cada cosa y de todo hay una inteligencia y una voluntad humanas.

Terminemos el repaso del programa anterior con el énfasis de Benedicto XVI en el imperativo ético de responder al clamor de los países pobres, porque persiste el hambre en el mundo, y esta injusticia debe cesar si se quiere asegurar la paz y la estabilidad del planeta. Finalmente, nos dice Benedicto XVI que los derechos al alimento y al agua tienen que ser reconocidos como derechos de todos los seres humanos sin distingo ni discriminación junto con otros derechos, especialmente el mismo derecho a la vida.

La vida y su relación con el desarrollo

El N° 28 de Caritas in veritate lo dedica Benedicto XVI al tema de la vida y su relación con el desarrollo. En resumen, el Santo Padre dice que la pobreza provoca altos índices de mortalidad. En vez de promover y defender la vida en los países económicamente desarrollados, las legislaciones contrarias a la vida están muy extendidas, han condicionado las costumbres y la práctica, contribuyendo a difundir una mentalidad antinatalista que tratan de transmitir a otros estados como si fuera un progreso cultural.

Eso lo vivimos en el modo como exponen el aborto en nuestros medios de comunicación. A la Iglesia la presentan como retrógrada porque condena el asesinato de bebés no nacidos. La cultura anti vida es para muchos lo moderno, lo aceptado hoy.

Pensar que es real lo que sólo está en el deseo

En su columna el martes 10 de noviembre (10 de noviembre 2010, Pg 25), en El Tiempo, el señor Carlos Castillo Cardona, presenta la visita de Benedicto XVI a Barcelona, con el cínico título de Papa pasó por aquí…cate que no lo vi. Dice que el Papa pasó a cuatro cuadras de donde él está, pero no lo vio, porque, según él “vuela con su raudo papamóvil”. Sin embargo tiene el poco pudor de describir, no lo que vieron los miles de fieles que acompañaron al Papa por las calles de Barcelona, en la Basílica de Santiago de Compostela y en la consagración de la extraordinaria arquitectura de la obra de Gaudí, la ahora Basílica de la Sagrada Familia. Describió su interpretación de la respuesta del pueblo español a la visita del Sumo Pontífice. A esa actitud le tienen en inglés el nombre wishful thinking, que quiere decir pensar que es real lo que sólo está en el deseo. Describió el señor Castillo Cardona lo que él hubiera querido que fuera… Lo que imaginó a cuadro cuadras de distancia.

¿Es que esto tiene qué ver con el tema de la defensa de la vida y la cultura anti vida que se trata de vender? Estas frases del artículo del señor Castillo Cardona sobre la visita del Papa a España nos demuestra que sí. Dice el artículo entre otras perlas, después de informar que hubo manifestaciones a favor de laicismo, del matrimonio de homosexuales, del uso del condón y del aborto, que el Papa se mostró poco comprensivo con ellos porque

Reafirmó el principio del “matrimonio natural” y se opuso a que el Estado legisle algo distinto. Por el contrario, pidió apoyo estatal para la familia tal como la Iglesia la concibe. Mostró su oposición a la eutanasia y manifestó la necesidad de que “se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción”.

Cada vez me convenzo más de que al Papa Ratzinger lo mandó el Espíritu Santo en el momento en que el Evangelio necesita presentarse con valentía ante una sociedad cada vez más, no sólo indiferente, sino especialmente anticristiana.

Volviendo a Caritas in veritate, en el N° 28, el Santo padre afirma que promover la vida es importante para motivar el desarrollo; es esencial para promover una producción que sea moralmente sana y marcada por la solidaridad, respetuosa del derecho fundamental a la vida de cada persona y de cada individuo.[1]

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Cf Resumen de la encíclica Caritas in veritate, www.instituto-social-leonxiii.org

REFLEXIÓN 192 Caritas in veritate N° 21-27 (Charla 29)

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¿En nuestro tiempo qué impide el desarrollo humano integral?

En la reflexión anterior comenzamos una síntesis del capítulo segundo de la encíclica Caritas in veritate, Caridad en la verdad, que ocupa del N° 21 al 33. Vimos que Benedicto XVI, después de ofrecer sus comentarios sobre el mensaje social de Pablo VI en la encíclica Populorum progressio, sobre el desarrollo de los pueblos, en este segundo capítulo de Caritas in veritate identifica una serie de problemas de nuestro tiempo que dificultan el desarrollo humano integral. Recordémoslos:

La inseguridad y los efectos dañinos que los manejos financieros especulativos producen en la industria, el comercio, la agricultura y demás actividades de la economía real. A este respecto mencionamos los inconvenientes locales de los manejos de las entidades financieras en Colombia, que muestran una voracidad de lucro, a juzgar por las altas tarifas que cobran por cualquier servicio, las altas tasas de interés que cobran a sus clientes de crédito y las bajísimas con que pagan el esfuerzo de ahorro de sus clientes.

-El segundo problema que dificulta el desarrollo, mencionado por Benedicto XVI, son las migraciones en gran escala de gente que se ve obligada a buscar en otras regiones del mundo la atención que no recibe en sus países. En Colombia podríamos hablar de los desplazados por la violencia.

Una tercera dificultad para el desarrollo es la explotación inadecuada de los recursos naturales.

-Añade El Papa otra circunstancia que no se suele mencionar: en los países ricos aparecen ahora grupos que no habían conocido antes las dificultades de la pobreza y ahora se suman a los necesitados de la solidaridad de los demás; otros en cambio siguen gozando de la superabundancia de la economía del consumismo que patrocina el desperdicio; el consumismo es esa tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios (DRAE).

-Otra causa que detiene el desarrollo integral que menciona Benedicto XVI en su análisis de la situación actual es la corrupción y la ilegalidad. No sólo en Colombia se presente esta lacra de la corrupción; de los países de América Latina, el país mejor calificado es Chile, que ocupa el puesto 21, Colombia está en el 78, Argentina en el 105, Bolivia en el 110, Ecuador en el 127, igual a Nicaragua y, Venezuela está en el poco honroso último puesto en América Latina, el 164.

No somos buen ejemplo de respeto a la ley

En el respeto a la ley no somos buen ejemplo los colombianos; ni siquiera en el cumplimiento de normas de convivencia comunitaria ni de las normas de tránsito. Escandaliza el número de accidentes ocasionados por conductores ebrios. Es que tampoco hay suficientes agentes de tránsito que controlen a los infractores que se pasan los semáforos en rojo, utilizan el celular mientras conducen, etc. Ni qué decir del incumplimiento de otras leyes que tienen que ver con el comercio y, las extremas, de respeto a los bienes y a la vida de los demás. ¿Cómo aspirar a convertirnos en un país desarrollado, con educación y salud para todos y posibilidades de un trabajo digno si no empezamos por ser honrados, respetuosos de la ley y de la moral?

Otro problema que impide el desarrollo humano integral y menciona el Papa en el N° 22 de Caritas in veritate, la Caridad en la verdad, es el irrespeto a los derechos de los trabajadores. ¿Cómo pueden los trabajadores progresar ellos y sus familias, si ni siquiera se les paga lo que establece la ley?

-Otra causa de que no se logre el desarrollo consiste en que la ayuda internacional con frecuencia se distrae de sus propios fines, por acciones irresponsables, tanto en la cadena de donantes como en la de los beneficiarios. La voluntad de los donantes, sean países o personas naturales se debe respetar. Muchos con frecuencia dejan de atender sus propias necesidades por solidaridad con sus hermanos más necesitados.

– Una dificultad más para el desarrollo, mencionada por Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate, es el celo excesivo de los países ricos en la protección de la propiedad intelectual, especialmente en el campo de la salud. Los laboratorios farmacéuticos fijan a sus productos precios con frecuencia impagables para el ciudadano común y corriente  y con mayor razón por los pobres. Tiene que encontrarse una solución para que los adelantos de la medicina y de la química farmacéutica no sean discriminatorios  como lo son hoy.

El último problema que menciona El Santo Padre en Caritas in veritate, en el N°22, se refiere a normas culturales que impiden el desarrollo.

Nos dice el Papa que por esta variedad  de razones la actual crisis mundial es compleja, no es sencilla; y nos llama a una renovación cultural profunda, a redescubrir los valores fundamentales sobre los cuales construir un futuro mejor. Esta crisis es una “oportunidad” para el discernimiento sobre cómo dar forma a nueva visión para el futuro.

Hasta aquí la síntesis de los números 21 a 23. Continuemos el resumen del capítulo segundo de Caritas in veritate.

Los adelantos técnicos no garantizan el desarrollo humano integral

En el N° 23 Benedicto XVI reconoce que algunas naciones han progresado tecnológica y económicamente y algunas de ellas han conseguido formar parte de las grandes potencias mundiales. La mención frecuente del Brasil en los medios, parece indicar que se trata de un país que está fuera del contexto de pobreza de nuestros países de América Latina. El progreso material, industrial es indudable, pero la inequidad no ha terminado en ese inmenso país. La nueva presidenta ha dicho que el objetivo de su gobierno es erradicar la pobreza. Ojalá lo logre. También tiene que continuar la lucha contra la corrupción porque allí el gobierno de Lula sufrió de esa enfermedad. Un país que se convirtió en una potencia económica mundial es China. Sin embargo no se ha conseguido un desarrollo integral, porque se acusa a ese gobierno dictatorial de conseguir ventajas frente a otros países a costa de pagar salarios bajos y es público su irrespeto a la libertad. La India es otro ejemplo de progreso económico, sin que se haya erradicado la pobreza. Estamos pues, lejos de lograr el desarrollo integral global.

El papel de las autoridades públicas en el desarrollo ha cambiado con la globalización

En Populorum progressio se reconoce un papel muy importante a las autoridades públicas en el desarrollo de sus países; se trataba de un mundo que en tiempos de Pablo VI se movía  en una economía no globalizada hasta el grado que ha alcanzado en nuestro tiempo; por eso los gobiernos tenían suficientes instrumentos para manejar internamente su economía. El el N° 24 de Caritas in veritate Benedicto XVI advierte que en nuestra época el Estado tiene que enfrentar las limitaciones que le impone el nuevo contexto económico-comercial y financiero internacional. Este nuevo contexto, anota el Santo Padre, ha modificado el poder político de los estados.

¿A qué se refiere el Santo Padre? Como respuesta a la crisis económica y financiera mundial, dice el Papa, que los poderes públicos se ven llamados directamente a corregir errores y disfunciones de las entidades financieras. Los Estados habían adoptado la política del liberalismo económico, de dejar que el mercado se regulara a sí mismo, confiando en que lo haría automáticamente. Quiero anotar que en Colombia parece que el Estado tiene temor de que lo llamen intervencionista si llama la atención a los bancos al orden en sus exagerados cobros por los servicios que prestan. Parece que sí los controlan para evitar crisis como la que se presentó en los EE.UU. por un escandaloso y equivocado criterio en el manejo de los créditos de vivienda.

Necesidad de reexaminar y evaluar las funciones y poderes de la autoridad pública

El Papa plantea la necesidad de reexaminar y evaluar las funciones y poderes de la autoridad pública para afrontar los desafíos del mundo actual y dice que cuando sus funciones estén más claramente definidas es previsible prever un papel más importante de la sociedad civil. Pide así un fortalecimiento de nuevas formas de participación en la política nacional e internacional ejercida por medio de organizaciones de la sociedad civil. Ese número 24 termina con esta frase: es de desear que haya mayor atención y participación en la res pública[1] por parte de los ciudadanos.

La crisis de la seguridad social

En el número 25 de Caritas in veritate Benedicto XVI trata la situación de los sistemas de seguridad social en nuestro tiempo. Somos conscientes de las dificultades por los que atraviesan en nuestro país los sistemas de salud y de pensiones. Los jóvenes son pesimistas frente a las oscuras perspectivas de una vejez sin el soporte de una pensión, a pesar de haber cotizado cuotas elevadas por muchos años. El problema es mundial. El Papa afirma que esa crisis de los sistemas de seguridad social, que están debilitados, en parte se debe a las nuevas formas de competencia entre los estados para atraer la inversión; para atraerla, procuran ofrecer condiciones fiscales más favorables a quienes invierten y un sistema no formal de contratación que ha sido en perjuicio de los trabajadores.

La crisis también toca a los Estados Unidos

Los sistemas de salud también están en problemas. En los EE.UU. no son un país desarrollado en su seguridad social de la salud y Obama ha encontrado una gran resistencia en sus intentos por mejorarlo. El debate nacional sobre la necesidad de mejorar el sistema de seguridad social en la salud ha sido candente y no ha terminado. Con razón se ha planteado como un asunto moral. Para que veamos el enfoque que se ha dado a ese debate voy a traducir las conclusiones a que llegó el periodista T.R. Reid, muy respetado en los EE.UU. en el libro que escribió con el título The Healing of America: A Global Quest for Better, Cheaper, and Fairer Helth Care, que se podría traducir como La Curación de los EE.UU.: La búsqueda global de un cuidado de la salud mejor, más barato y más justo.

Éstas son sus conclusiones, después de realizar una investigación internacional en búsqueda de los mejores enfoques para un mejor cubrimiento de los servicios de salud.

Los estadounidenses que mueren o quiebran porque se enfermaron, representan una decisión moral fundamental que ha tomado nuestro país. A pesar de todos los derechos y privilegios de que nuestros ciudadanos gozan hoy día, nunca han tomado la decisión de proporcionar cuidado médico a todo el que lo necesite. En la nación más rica del mundo, toleramos un sistema de salud que conduce a muchas muertes evitables y quiebras económicas entre nuestros conciudadanos…

Todos los demás países desarrollados de la tierra han tomado una decisión diferente. Todos los demás países como el nuestro,- es decir ricos, avanzados tecnológicamente, democracias industrializadas – garantizan el cuidado médico a cualquiera que enferme. Países tan comprometidos como nosotros en conceder iguales oportunidades, comprometidos con la libertad y el libre mercado han concluido que todos tienen derecho al cuidado de la salud – y lo proporcionan. Nosotros también deberíamos hacerlo.[2]

La mejora del sistema de seguridad social de la salud, en los EE.UU. depende del Congreso que debe aprobar la ley que la otorgue como un derecho de todos. La resistencia viene de las aseguradoras y de los ciudadanos que tendrían que aportar más impuestos. En todas partes somos egoístas y nos resistimos a ceder de nuestras comodidades en bien de los más necesitados.

Sindicatos con menos poder

En el N° 25 Benedicto XVI observa también la mayor limitación que tienen en nuestro tiempo las organizaciones de los trabajadores para cumplir con sus tareas. Estas son las palabras del Papa, que volveremos a leer más adelante, pero oigámoslas ahora:

El conjunto de los cambios sociales y económicos hace que las organizaciones sindicales tengan mayores dificultades para desarrollar su tarea de representación de los intereses de los trabajadores, también porque los gobiernos, por razones de utilidad económica, limitan a menudo las libertades sindicales o la capacidad de negociación de los sindicatos mismos. Las redes de solidaridad tradicionales se ven obligadas a superar mayores obstáculos. Por tanto, la invitación de la doctrina social de la Iglesia, empezando por la Rerum novarum[60], a dar vida a asociaciones de trabajadores para defender sus propios derechos ha de ser respetada, hoy más que ayer, dando ante todo una respuesta pronta y de altas miras a la urgencia de establecer nuevas sinergias en el ámbito internacional y local.

Continuemos el recorrido por el capítulo segundo de Caritas in veritate, sobre El Desarrollo Humano en nuestro tiempo.

La nueva manera de vincularse al trabajo

El N° 25 es muy rico; tiene todavía más sobre las consecuencias de las decisiones que se han tomado sobre la seguridad social y sobre las modalidades de los nuevos contratos de trabajo que se supone deben ser beneficiosos porque así se deberían aumentar las ofertas de trabajo.

Sobre los cambios en las formas de vincularse al trabajo no niega el Papa que pueda ser un fenómeno importante porque lo que llaman movilidad laboral puede estimular la producción de nueva riqueza, sin embargo se origina la incertidumbre en los trabajadores sobre sus condiciones de trabajo, la angustia frente al mañana en que puede quedar desempleado crea inestabilidad psicológica, dificultad para definir los caminos en la vida, incluido el matrimonio. Hoy con mayor frecuencia los jóvenes deciden más tarde formar una familia ante la incertidumbre de tener los medios necesarios para sostenerla. El desempleo debilita la creatividad de la gente, las relaciones sociales y familiares y es causa de mucho sufrimiento psicológico y espiritual.

El capital humano es el más importante en las empresas

El Papa recuerda la Constitución pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II al urgir, como los Papas anteriores, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es la persona humana. Con estas palabras termina el N° 25:

Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad: «Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social»(Gaudium et spes, 63)

Los gerentes con frecuencia utilizan la expresión de que el personal es el capital más valioso de su empresa. Hay empresas en que eso es verdad. En no pocas es una frase solamente.

La crisis en el manejo de las culturas

Se refiere Benedicto XVI a continuación, en el N° 26, a las marcadas diferencias del manejo de las culturas de hoy y en el tiempo de Pablo VI. En síntesis se puede decir que las culturas estaban generalmente bien definidas y tenían más posibilidades de defenderse ante los intentos de hacerlas homogéneas. Hoy la progresiva mercantilización de los intercambios culturales aumenta un doble riesgo. Se nota en primer lugar, un ecleticismo cultural asumido con frecuencia de manera acrítica: se piensa en las culturas como superpuestas unas a otras, sustancialmente equivalentes e intercambiables. Eso induce a caer en un relativismo que en nada ayuda al verdadero diálogo intercultural; en el plano social, el relativismo cultural provoca que los grupos culturales estén juntos o convivan, pero separados, sin diálogo auténtico y, por lo tanto, sin verdadera integración. Existe, en segundo lugar, el peligro opuesto de rebajar la cultura y homologar los comportamientos y estilos de vida. De este modo, se pierde el sentido profundo de la cultura de las diferentes naciones, de las tradiciones de los diversos pueblos, en cuyo marco la persona se enfrenta a las cuestiones fundamentales de la existencia (Centesimus annus, 24). El eclecticismo y el bajo nivel cultural coinciden en separar la cultura de la naturaleza humana. Así, las culturas ya no saben encontrar su lugar en una naturaleza que las transciende (Vertatis splendor, 33)[3], terminando por reducir al hombre a mero dato cultural. Cuando esto ocurre, la humanidad corre nuevos riesgos de sometimiento y manipulación.

La persistencia del hambre en el mundo

En su presentación del El Desarrollo Humano en nuestro tiempo, Benedicto XVI dedica el N° 27 a la persistencia del hambre en el mundo. Hace énfasis en el imperativo ético de responder ante este clamor de los países pobres y su importancia para asegurar la paz y la estabilidad del planeta. Señala la importancia de la existencia de instituciones eficaces y de un enfoque a largo plazo de inversiones en infraestructura rural, sistemas de irrigación, transporte, organización de los mercados y la diseminación de tecnología agrícola. Señala que es crucial la participación de las comunidades locales en las decisiones.

Nos dice que los derechos al alimento y al agua tienen que ser reconocidos como derechos de todos los seres humanos sin distingo ni discriminación junto con otros derechos, especialmente el mismo derecho a la vida.

Fernando Díaz del Castillo Z.

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[1] Cf wikipedia: Res publica es una expresión del latín, que significa literalmente “cosa pública“. Etimológicamente, es el origen de la palabra castellana “república” y, conceptualmente, de la inglesa commonwealth. Su uso se vincula generalmente con los conceptos actuales de sector público y Estado, y con los conceptos tradicionales de bien común y procomún.

[2] Cf www.sojourners o también www.sojo.net

[3] Carta enc. Veritatis splendor (6 agosto 1993), 33. 46. 51: AAS 85 (1993), 1160. 1169-1171. 1174-1175; Id., Discurso a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (5 octubre 1995), 3: L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (13 octubre 1995), p. 7.

Reflexión 191- Caritas in veritate, N° 20-21 (Charla 28)

Octubre 28-2010

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Actuar con valor y sin demora

En la reflexión anterior terminamos de estudiar el N° 19 de Caritas in veritate, Caridad en la verdad, el N° 19 del capítulo segundo que Benedicto XVI dedica al mensaje de la Populorum progressio, la encíclica de Pablo VI sobre el desarrollo de los pueblos. Vamos a leer ahora el N° 20, el último de ese capítulo:

 

20. Estas perspectivas abiertas por la Populorum progressio siguen siendo fundamentales para dar vida y orientación a nuestro compromiso por el desarrollo de los pueblos. Además, la Populorum progressio subraya reiteradamente la urgencia de las reformas (nn 3. 29. 32)[1] y pide que, ante los grandes problemas de la injusticia en el desarrollo de los pueblos, se actúe con valor y sin demora. Esta urgencia viene impuesta también por la caridad en la verdad. Es la caridad de Cristo la que nos impulsa: «caritas Christi urget nos» (2 Co 5,14). Esta urgencia no se debe sólo al estado de cosas, no se deriva solamente de la avalancha de los acontecimientos y problemas, sino de lo que está en juego: la necesidad de alcanzar una auténtica fraternidad. Lograr esta meta es tan importante que exige tomarla en consideración para comprenderla a fondo y movilizarse concretamente con el «corazón», con el fin de hacer cambiar los procesos económicos y sociales actuales hacia metas plenamente humanas.

 

Vemos a los demás como extraños

 

Así termina el capítulo 2° de Caritas in veritate, dedicado a explicarnos el mensaje de Pablo VI en su encíclica Populorum progressio, sobre el Desarrollo de los peblos. Nos llama la atención Benedicto XVI sobre la urgencia de actuar con valor y sin demora para resolver los problemas  de la injusticia en el mundo. A actuar con valor y sin demora nos impulsa no sólo la avalancha de acontecimientos y problemas que en todo el mundo agravan la situación de  pobreza y de injusticia, – que es una razón poderosa.  El Papa va a la causa de la pobreza y la injusticia, que no es otra que la falta de caridad, el no reconocernos todos como hermanos. Por eso falta solidaridad. Vemos a los demás como extraños a quienes no nos liga ninguna responsabilidad.

 

Los nuevos pobres

 

La pobreza extrema disminuye tan lentamente, que la mejoría es casi imperceptible y en los últimos años han aparecido fenómenos hasta hace poco impensables en los países llamados desarrollados: el desempleo en los EE.UU., se acerca al de los países considerados subdesarrollados. Antes nuestros compatriotas emigraban a España y a los EE.UU. en busca de trabajo. La situación ha cambiado y en consecuencia algunos han optado por regresar y otros, que tenían las maletas listas para emigrar, ahora lo piensan dos veces antes de dejar lo que tienen en su tierra.

 

 

No basta sacudir el cerebro; hay que apretar el corazón

 

 

¿Qué pasa con el mundo? Siguen estudiando las causas de la crisis y siguen buscando soluciones técnicas para que una crisis como ésta no se vuelva presentar. Está bien que eso  haga, pero no se piensa mucho en esos ambientes dominados por la tecnología, que no basta sacudir el cerebro, que es necesario apretar el corazón.  El Papa se refiere a la necesidad de alcanzar una auténtica fraternidad y  movilizarse concretamente con el «corazón», con el fin de hacer cambiar los procesos económicos y sociales actuales hacia metas plenamente humanas.

 

Aceptar que se puede vivir bien con menos

 

Nosotros podemos preguntarnos si en el caso de Colombia, los Bancos, por ejemplo,  están dispuestos a movilizarse con el corazón y disminuir los altos costos que supone para sus usuarios el excesivo cobro por los créditos y los servicios. Esa decisión supondría modificar sus metas de ganar cada vez más. Ganar, pero aceptar que se puede vivir con menos.  Antes de los progresos en la tecnología informática no cobraban por muchos de los servicios que se consideraban parte normal de la relación Banco-cliente. Ahora sólo falta que nos cobren por entrar a sus oficinas.

 

En la prensa del martes 19 de octubre (2010) y en varias emisoras entrevistaron al nuevo Superintendente financiero.[2] Le hicieron la obligada pregunta sobre su opinión acerca de poner topes a las tarifas que cobran los Bancos. Como era de esperar, es contrario a tomar esa medida, porque según dijo “La imposición de límites genera dificultades (…) y se pueden causar efectos contrarios”. Las personas que llegan a esos cargos siguen creyendo que el mercado se puede auto-regular, aunque la crisis financiera en los Bancos norteamericanos probó lo contrario.

 

¿Escoger entre Bancos cuando todos son caros?

 

Aquí las autoridades, por lo menos es el caso del superfinanciero, creen que el remedio a las altas tarifas es informar cuáles son las tarifas de todos los Bancos para que el cliente decida con cuál trabaja. Eso es creer que las cosas son más sencillas de lo que son para el ciudadano corriente, en la relación con las entidades financieras. Trate usted de cancelar una tarjeta de crédito y se encontrará con que, para finalmente lograrlo, tiene que efectuar una serie de trámites que desestimulan el retiro. Y otra cosa: ¿cómo escoger, cuando, como es el caso en Colombia, todos los Bancos cobran tarifas altas? La única solución es  escoger al menos  carero.

 

Cuando en la década de los años 90  empezaron a llegar nuevos Bancos extranjeros que compraron Bancos nacionales, yo pensé que sería bueno para todos, porque no cobrarían ni intereses ni tarifas tan altos como los bancos nacionales y así los obligarían a bajar tarifas. No señor, como vinieron precisamente porque les pareció una buena oportunidad de ganar más, lo que hicieron fue acomodarse a los altos intereses y tarifas existentes  entre los bancos locales. La competencia no funciona cuando hay un pacto, por lo menos tácito, de mantener tarifas e intereses altos y el deseo de todos es el mayor lucro.

 

¿Cuándo es el lucro útil a la sociedad?

 

¿Cómo lograr que la verdadera fraternidad sea un motivador de los banqueros y negociantes? Está bien que quieran ganar, pero ¿querer ganar debe ser su único motivador, como claramente se ve que es ahora? Más adelante,  en el N° 20 el Papa aclara los criterios para que la ganancia que se busca sea útil a la sociedad: La ganancia es útil – dice, – si, como medio, se orienta a un fin que le dé un sentido, tanto en el modo de adquirirla como de utilizarla. El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza.

 

La necesidad del cambio la enuncia Benedicto XVI en el N° 20 de Caritas in veritate: la necesidad de alcanzar una auténtica fraternidad y  movilizarse concretamente con el «corazón», con el fin de hacer cambiar los procesos económicos y sociales actuales hacia metas plenamente humanas.

 

Mientras se piense sólo con la cabeza y no también con el corazón, y mientras se manejen los procesos económicos y sociales sólo como procesos técnicos, sin tener en cuenta que afectan al ser humano total, y que hay que buscar un desarrollo integral, material y espiritual, con la mirada en el mundo terreno en que vivimos, sí, – pero también en la vida futura que vamos preparando, será imposible conseguir un mundo de verdadera fraternidad. Como nos dijo antes el Papa, la globalización ha acercado a la sociedad pero no nos ha mejorado el trato, que debería ser de familia humana: en el N° de Caritas in veritate escribió Benedicto XVI: La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos. Estamos más cerca físicamente, pero espiritualmente, afectivamente, no escuchamos la angustia de nuestros vecinos y a veces ni siquiera la de nuestros parientes.

 

El segundo capítulo de Caritas in veritate, que empezaremos a estudiar ahora, lleva por título “El Desarrollo Humano en nuestro tiempo”. Vamos a presentar primero una rápida síntesis de todo el capítulo y luego iremos leyendo por partes el texto de la encíclica.[3] No es un capitulo corto, pues ocupa del N° 21 al 33.

 

La visión de Pablo VI

 

La visión del desarrollo presentado por Pablo VI en Populorum progressio se enfoca en la necesidad de rescatar a la gente del hambre, de la pobreza, de las enfermedades endémicas,[4] del analfabetismo, por medio de una activa participación en los procesos económicos mundiales, en la evolución de la sociedad marcada por la solidaridad y la consolidación de regímenes democráticos  que aseguren la paz y la libertad.

 

Visión de Benedicto XVI sobre los problemas que dificultan el desarrollo humano integral

 

Benedicto XVI identifica una serie de problemas de nuestro tiempo, frente al desarrollo humano integral: en el ° 21 menciona los efectos dañinos que producen en la economía real  los manejos financieros especulativos. Recordemos la diferencia entre la economía real y la financiera y el papel de la economía financiera en la crisis económica mundial. En Gerencie.com  encontré una buena explicación: 

 

Economía financiera frente a economía real

La economía financiera es aquella economía basada en el sistema financiero, en los papeles comerciales, en bonos y títulos valores, acciones, inversiones, etc.

La economía financiera es especulativa, de allí la actual crisis, puesto que todo se basa en valores subjetivos. Hoy una acción puede valer un dólar y mañana por simple manejo especulativo puede valer 20 dólares o no valer nada. La economía financiera fácilmente se evapora, sube o baja como por arte de magia. Un rumor basta para que el desastre se haga presente sin avisar.

La economía real es la economía (…) de las industrias, las fábricas, el comercio, la agricultura, la explotación de materias primas, la de trabajo  (físico) duro.

La economía real es mucho más estable puesto que está fundamentada en un cúmulo de trabajo y capital ciertos, nada es ficticio.

La economía real requiere años de esfuerzo y grandes capitales para surgir. La economía financiera puede crecer de un momento a otro sin que sea necesario un enorme esfuerzo. El estado de ánimo de los participantes de economía financiera es suficiente para que de un día para otro todo sea prosperidad. Lo mismo para que todo sea un fracaso.

Lo que ha pasado con la crisis actual, es que durante años se presentó una enorme especulación en la economía financiera, acciones e inversiones multiplicaron su valor en muy poco tiempo, hasta el momento en que se descubrió que todo no había sido más que una especulación, un espejismo.

Al presentarse crisis en la economía financiera, se afectó también la economía real, puesto que esta se quedó sin liquidez y sin clientes, ya que la crisis financiera destruyó empleos y capital, y lo peor de todo, destruyo la confianza de inversionistas y de consumidores, y la economía real precisamente necesita de consumidores y de inversionistas.

Sigamos con el resumen del capítulo tercero de Caritas in veritate que enumera los problemas que dificultan el logro del desarrollo humano integral. El primer problema, entonces, es la inseguridad del mundo financiero, que afecta también a la industria, al campo, al comercio…

El segundo problema son las migraciones en gran escala de gente que se ve obligada a buscar en otras regiones del mundo la atención que no recibe en sus países. En Colombia podríamos hablar de los desplazados por la violencia.

Una tercera dificultad para el desarrollo es la explotación inadecuada de los recursos naturales.

En el N° 22 de Caritas in veritate se enumeran otros problemas que impiden el desarrollo integral:

En los países ricos aparecen ahora nuevos grupos que no habían conocido antes las dificultades de la pobreza y ahora se suman a los necesitados de la solidaridad de los demás; otros en cambio gozan de la superabundancia de la economía del consumismo que patrocina la desperdicio; el consumismo es esa tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios (DRAE).

La corrupción y la ilegalidad

El siguiente problema que menciona el Santo Padre y que en nuestros países vivimos plenamente, es el de la corrupción y la ilegalidad, que son cada vez más evidentes tanto en los países ricos como también en los países pobres. Según el dato publicado por la prensa el miércoles 27 de octubre (2010)[5], los 5  países mejor calificados en cuanto a corrupción son en su orden Dinamarca, Nueva Zelanda, Singapur, Finlandia y Suecia. Entre los países de América Latina el mejor calificado es Chile, que ocupa el puesto 21, Colombia está en el 78, Argentina en el 105, Bolivia en el 110, Ecuador en el 127, igual a Nicaragua y, Venezuela está en el poco honroso último puesto en América Latina, el 164.  Esa es una estadística de la percepción de la corrupción que publica la ONG Transparencia Internacional.

 

El Papa nombra en su encíclica la corrupción y la ilegalidad como problemas que impiden el desarrollo. Dicen los entendidos, con razón, que mientras haya impunidad no se puede derrotar a  la corrupción. Sí, infortunadamente, los corruptos no se corrigen si no ven el inminente peligro de parar en la cárcel.

 

La honestidad y el respeto a la ley se aprenden en la casa

 

El respeto a la ley se aprende en la casa, con el respeto a las normas sencillas de convivencia, luego, cuando uno ve que sus papás observan las normas de tránsito, las reglas de las organizaciones en donde trabajan, las normas de convivencia en el barrio donde viven, etc.

 

En estos días tuve una experiencia molesta. En un supermercado fui a una caja rápida donde reciben hasta máximo 10 artículos. La persona que iba delante de mí llevaba en un carro cerca de 40 artículos. Le pregunté a la cajera si esa no era una caja rápida… El cliente infractor  me dijo que estaba allí porque estaba de afán. Creo que fui algo agresivo, porque le reconvení que eso era un irrespeto con los demás. Me añadió que a él no le importaban los demás… Mi “regaño” se fundamenta en que los infractores de las normas de convivencia deben recibir una sanción social. Una sanción social consiste en que los demás les manifestemos que no estamos de acerdo con su comportamiento.

 

Otro problema que impide el desarrollo humano integral y menciona el Papa en el N° 22 de Caritas in veritate, la Caridad en la verdad, es que grandes empresas multinacionales y también nacionales, a veces fallan en el respeto de los derechos de los trabajadores.

 

Respeto a la voluntad de los donantes

 

Otra causa de que no se logre el desarrollo consiste en que la ayuda internacional con frecuencia se distrae de sus propios fines, por acciones irresponsables, tanto en la cadena de donantes como en la de los beneficiarios. Por eso es tan importante que las donaciones con motivo de los desastres naturales sean manejadas por manos pulcras, que cumplen la voluntad de los países y personas particulares, que con frecuencia dejan de atender sus propias necesidades por solidaridad con sus hermanos más necesitados.

 

Celo excesivo por proteger la propiedad intelectual

 

Una dificultad más, mencionada por Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate, es el celo excesivo de los países ricos en la protección de la propiedad intelectual, especialmente en el campo de la salud. Se refiere el Papa a los laboratorios farmaceúticos que, apoyados en los costos en que incurren para realizar  las investigaciones que conduzcan al descubrimiento de nuevas moléculas para nuevos medicamentos, fijan precios con frecuencia impagables para el ciudadano común y corriente  y con mayor razón para los pobres. Claro está que tienen derecho a ganancias para esos gastos y para un obtener un lucro razonable, pero tiene que encontrarse una solución para que los adelantos de la medicina y de la química farmacéutica no sean discriminatorios  como lo son hoy.

 

El último problema que menciona El Santo Padre en Caritas in veritate, en el N°22, se refiere a normas culturales que impiden el desarrollo.

 

Por esta variedad  de razones nos dice el Papa que la actual crisis mundial es compleja, no es sencilla; y nos llama a una renovación cultural profunda, a redescubrir los valores fundamentales sobre los cuales construir un futuro mejor. Esta crisis es una “oportunidad” para el discernimiento sobre cómo dar forma a nueva visión para el futuro.

 

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Y Cf  l.c. 258.272.273

[2] Cf El Tiempo, Bogotá, martes 19 de octubre de 2010, sección “Debes saber”, Pg. 12

[3] Esta síntesis la tomo de dos fuentes: de Faith doing Justice, www.faithdoingjustice.com.au y del resumen de Center of Concern, traducido por el Instituto Social León XIII, www.instituto-social-leonxiii.org

[4] Endemia: Enfermedad que reina habitualmente, o en épocas fijas, en un país o comarca. (DRAE)

[5] Cf El Tiempo de Bogotá, 27-10-2010, sección debes saber,  5

Reflexión 190 Caritas in veritate N° 19 (Charla 27)

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Repasemos lo que es el desarrollo humano integral

 

Vamos a terminar  hoy el N° 19, del capítulo 1° de Caritas in veritate que Benedicto XVI dedica al mensaje de Pablo VI en Populorum progressio, la encíclica  sobre el desarrollo  de los  pueblos.

 

Dedicamos algunas reflexiones anteriores a profundizar en  lo que significa el desarrollo humano integral. Comprendimos que cuando en la DSI se sostiene que la sociedad tiene que trabajar  por conseguir un desarrollo humano integral, no se trata de conseguir sólo un crecimiento económico, un crecimiento de los bienes materiales, sino un desarrollo de todo el ser humano, en todas sus dimensiones, -digamos, con todos sus componentes – como lo entiende la antropología cristiana.

 

Recordemos que la antropología cristiana es la manera de entender, de concebir al ser humano, como se entiende desde la fe; es decir, como Dios nos lo ha revelado en su Palabra. Según la concepción cristiana del ser  humano, para que su desarrollo y el desarrollo de la sociedad sea completo, es decir, integral, tiene que ser un desarrollo de la persona humana tanto en sus dimensiones naturales como en sus dimensiones sobrenaturales.

 

Naturales son las propiedades de las que todas las personas humanas han sido dotadas por Dios al ser creadas; naturales son las virtudes o cualidades que se pueden adquirir con las fuerzas normales de la naturaleza, como las que adquirimos con el estudio, con el ejercicio o entrenamiento;  mientras que virtudes sobrenaturales son aquellas que Dios nos comunica, gratuitamente, como la fe, la esperanza y la caridad. El ser humano alcanza su pleno desarrollo cuando llegue a vivir la vida plena en Dios. Eso seá en la eternidad, cuando vivamos la vida de Dios.

  

No es suficiente buscar el crecimiento del ser humano concebido sólo como alguien transitorio, no permanente, que está algunos años en la tierra y al final de su vida desaparece en la nada. El ser humano tiene como principio y como meta final a Dios su Creador y ha sido dotado por Él de dones naturales y sobrenaturales. Tenemos como centro de nuestra existencia a Dios. En Él vivimos, nos movemos y existimos (Hch, 17,28). De Dios hemos recibido el ser, por Él subsistimos, a Él tendemos, Porque de él, por él y para él son todas las cosas (Rom 11,36).

 

Cuando el ser humano pierde su centro, que es Dios, y en cambio se centra en sí mismo, se precipita en el caos. Como si nuestro planeta tierra  se desprendiera de su órbita y saliera disparada dando  vueltas sobre sí misma y tumbos por el espacio.

 

El desarrollo tiene que alcanzar a todos

 

Para que el desarrollo sea integral, además de cubrir al ser humano en todas sus dimensiones, – naturales y sobrenaturales, – hay que buscar que ese desarrollo alcance a todos los seres humanos. No se puede tener la pretensión de creer que un país ya ha adquirido un desarrollo integral aceptable si un número grande de sus habitantes padece hambre todavía. El mundo está lejos de alcanzar el desarrollo porque, como sucede actualmente, 925 millones de personas padecen hambre.[1]

 

Dios quiere nuestro pleno desarrollo y nos encomendó esa tarea

 

Aprendimos también que Dios quiere nuestro pleno desarrollo; que desde el instante en que nos llamó a la vida nos dio la vocación a la plenitud que tenemos que buscar con la ayuda de su gracia. No se puede separar a Dios de los planes de desarrollo. Cuando la sociedad se aleja de los designios de Dios; cuando pretende ignorar a Dios, provoca un desorden que tiene repercusiones destructivas inevitables. Lo estamos viviendo en lo local, en la situación nacional y mundial. Los noticieros son ahora muestrarios de un mundo sin Dios. Si sacamos a Dios (nuestro Padre), de la escena del mundo,  quedamos huérfanos, nos sentimos solos, desamparados. No podemos matar a Dios, pero sí podemos vivir como si lo hubiéramos expulsado de nuestra vida y no existiera.

 

Dios y los mineros de Chile

 

Por cierto, en los momentos más difíciles de la vida, normalmente todos miramos al cielo. Fue alentador escuchar la confesión de fe del presidente de Chile, cuando agradeció a quienes hicieron posible el rescate de los mineros y empezó por agradecer a Dios, sin cuya intervención esa hazaña no hubiera sido posible. Los mineros salían de la profudidad de la mina con una camiseta que tenía estampada la frase: Gracias, Señor. Uno de los mineros rescatados dijo que había estado con Dios y con el diablo, pero que él se había agarrado de la mano de Dios. El diablo era la tristeza y desesperación; Dios es siempre la esperanza.

 

La visión del desarrollo como vocación comporta que su centro sea la caridad

 

Después de exponer lo que significa el desarrollo humano integral, en el N° 19 de Caritas in veritate, y cómo todos tenemos la vocación al pleno desarrollo desde  el instante en que Dios nos llamó a la existencia, Benedicto XVI expone el papel de la caridad en el desarrollo. Nos dice que la visión del desarrollo como vocación comporta que su centro sea la caridad.

 

Nos viene bien repasar lo que ya vimos sobre el papel de la caridad en el desarrollo. Leamos lo que dice el Papa al comienzo del N° 19 de Caritas in veritate:

 

19. Finalmente, la visión del desarrollo como vocación comporta que su centro sea la caridad. En la Encíclica Populorum progressio, Pablo VI señaló que las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material. Nos invitó a buscarlas en otras dimensiones del hombre. Ante todo, en la voluntad, que con frecuencia se desentiende  de los deberes de la solidaridad. Después, en el pensamiento, que no siempre sabe orientar adecuadamente el deseo. Por eso, para alcanzar el desarrollo hacen falta «pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, el cual permita al hombre moderno hallarse a sí mismo»[2]. Pero eso no es todo. El subdesarrollo tiene una causa más importante aún que la falta de pensamiento: es «la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos»[3].

 

Destaquemos algunas ideas de este  N° 19 de Caritas in veritate:

 

El amor fraterno motor del desarrollo

 

      Ante  todo,  la visión del desarrollo como vocación comporta que su centro sea la caridad. Si entendemos el desarrollo con la visión cristiana del ser humano, la  actitud de amor hacia los demás es necesariamente el centro y el motor del desarrollo.

 

 

Observemos que la caridad o el amor al que el Papa se refiere como centro del desarrollo es el amor que nos enseña  el Evangelio. Para que de verdad funcione el desarrollo integral, de todo el ser humano y de todos los seres humanos, no es suficiente la filantropía ni una solidaridad, – llamémosla, cívica, – la que responde al llamado de las autoridades y organizaciones, que surge en momentos de calamidad pública y luego todos vuelven a la rutina. La caridad es permanente, está alerta siempre a las necesidades de los hermanos y se incrementa con la mayor  necesidad.

El Papa nos habla del desarrollo como vocación a la que todos estamos llamados. Llamados ¿por quién? Por  Dios. Antes Benedicto XVI, en concordancia con el Vaticano II en Gaudium et spes, con Pablo VI en Populorum progressio (N°15)  y Juan Pablo II, en Laborem exercens (N° 9), nos había enseñado que todos estamos llamados por Dios a trabajar por nuestro propio desarrollo como personas y a trabajar por el desarrollo de la sociedad. Tenemos la vocación al desarrollo. Nuestro trabajo, cualquier él sea, es una colaboración nuestra en el desarrollo de la obra de Dios. Toda vida es una vocación y esa vocación viene de Dios: en el momento en que nos llamó a la vida, Dios nos llamó a realizarnos plenamente, a terminar la obra que Él diseñó, con su inteligencia de artista inigualable.

    Tenemos el reto del desarrollo. Es nuestra tarea. Aquí en la tierra,  el trabajo que desempeñemos debe ser el trabajo de Dios, nuestra contribución pequeña o grande a continuar su obra. Cuando las cifras de hambre y desigualdad en el mundo nos horroricen, no pensemos sólo en que los gobiernos y los ricos no están haciendo su tarea. Preguntémonos igualmente  ¿cuál es nuestra parte y qué calificación merecemos?

    

Las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material

    También las debemos buscar en otras dimensiones del ser humano, como en  la falta de voluntad por ser solidario. Podríamos decir que una causa del subdesarrollo es el egoísmo, porque nos fijamos sólo en nuestro interés y no nos conmueve el sufrimiento de nuestros hermanos que tienen un menor acceso al desarrollo. Los países desarrollados podrían hacer mucho más por los países pobres, pero no están dispuestos a hacerlo, si ese esfuerzo les merma su nivel de comodidad. ¿No nos sucede a todos lo mismo? ¿No damos  sólo de lo que nos sobra?

Personalmente ¿no obramos como los países ricos?

Hemos visto que el desarrollo es una vocación a la que todos los seres humanos estamos llamados por Dios desde el momento en que nos dio la existencia. Dios quiere que nos realicemos plenamente; nos llamó a continuar la obra que Él diseñó, con su inteligencia de artista inigualable. Nos fijó Dios, a todos los seres humanos, una meta muy exigente, porque nos creó a su imagen y semejanza. Como sus colaboradores, no sólo tenemos que esforzarnos por conseguir nuestro desarrollo personal, sino que nuestro esfuerzo debe ser activo en la ayuda para que nuestros hermanos y nuestra sociedad avancen también por su  camino del desarrollo.

Como vemos, la tarea que puso Dios a los gobernantes,  a los padres de familia, a los maestros, a todos los que tienen que ver con la formación  de los demás es bellísima: es colaborar con la obra del Creador. Con mayor razón se puede aplicar la misma idea a los evangelizadores y formadores espirituales.

Si buscamos las causas del subdesarrollo o del mal desarrollo, nos dice el Papa que no son sólo de orden  material y sugiere algunas:

Las causas del subdesarrollo

 

Las causas del subdesarrollo se encuentran también en un pensamiento equivocado. La razón nos debería orientar por el camino correcto, buscando el verdadero bien del hombre, pero con frecuencia nos orientamos sólo por lo que aconseja la técnica y olvidamos que la técnica sola es fría, y no tiene en cuenta si su aplicación hace daño a otros. Es el caso de la economía, por ejemplo, cuando no se utiliza para el bien común ni tiene en cuenta las necesidades de los más débiles. Nos dice el Papa que las causas de la actual crisis económica mundial hay que buscarlas en fallas éticas; no sólo en fallas tenicas.

 

Las decisiones en la actividad económica tienen consecuencias morales

 

La actividad económica es una actividad humana muy importante porque puede ayudar o entorpecer el desarrollo integral de la sociedad. Son seres humanos los que toman las decisiones que encauzan las actividades económicas del gobierno y de los particulares (el comercio, las finanzas, la agricultura y ganadería, la industria, las obras públicas, etc), y sus decisiones y las de los que toman las suyas en cada campo, tienen consecuencias morales  (Caritas in veritate, 37).

Las decisiones de quienes orientan los caminos del desarrollo se basan en sus conocimientos, en su orientación filosófica e ideológica, en sus propios criterios y es difícil que no influyan también sus propios intereses. Si se analiza el estado del desarrollo de una sociedad, hay que tener cuenta los valores de quienes la dirigen. Las escuelas económicas, por ejemplo, no aparecen automáticamente, por generación espontánea. Se originan en el pensamiento humano.

En un programa anterior leímos algunas de las conclusiones que la Academia Pontificia de Ciencias Sociales presentó el 5 de mayo de 2010, como contribución en la búsqueda de la verdad de la crisis económica mundial.[4] Nos dice esa Academia que

Es evidente que el hombre vive hoy inmerso en un materialismo que le impide ver el horizonte de la trascendencia que forma parte integrante de él (…). El corto plazo se ha convertido en la única dimensión aceptable, y el beneficio inmediato en gran cantidad prevalece sobre la penalización de un futuro incierto (…). Lo cuantitativo ha sustituido a lo cualitativo, y cualquier elemento material que pueda ser medido, ponderado y valorado en términos monetarios, cancela toda consideración o referencia de carácter espiritual, referencias que se encuentran en el corazón del hombre. (…)

(…) el sujeto renuncia a su propio ser para convertirse en un eslabón más en la cadena de la actividad económica. Al mismo tiempo que el trabajador, el productor, el consumidor, el ahorrador, inversor, etc aparecen en el escenario, el hombre de trabajo, el hombre de la producción, el sujeto de consumo, etc desaparece. Esta es la abstracción que en última instancia, hace del hombre un esclavo de la economía, el servidor de un principio que no constituye la esencia de su verdadero ser; hablamos de la presentación de un mandamiento nuevo: la ética de la eficiencia o, si lo prefieren, del beneficio, como el principio que rige cada una de las actividades humanas. Tal es así que, que cualquier medio es válido si conduce finalmente a la meta deseada. El engaño, el fraude, la coacción, todos ellos son instrumentos útiles para, volviendo a la moral, para conseguir el objetivo establecido: el mayor beneficio y el mayor poder.

¿Se puede llegar al desarrollo integral, si no está impulsado   por el amor cristiano?

 

Es difícil imaginar cómo se puede llegar al desarrollo integral, si no está impulsado por la fraternidad, por el amor cristiano. Se requiere un esfuerzo sacrificado, dispuesto a renunciar de lo propio a favor de otros. El Papa continúa así, en el  N° 19 de Caritas in veritate:

 

El subdesarrollo tiene una causa más importante aún que la falta de pensamiento: es «la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos» (Populorum progressio, 66). Esta fraternidad, ¿podrán lograrla alguna vez los hombres por sí solos? La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos. La razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad. Ésta nace de una vocación transcendente de Dios Padre, el primero que nos ha amado, y que nos ha enseñado mediante el Hijo lo que es la caridad fraterna. Pablo VI, presentando los diversos niveles del proceso de desarrollo del hombre, puso en lo más alto, después de haber mencionado la fe, «la unidad de la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar, como hijos, en la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres »(Populorum progressio 21)


[1] Dato e la FAO, 15 Sept. 2010

[2] Cf Populorum progressio, 20

[3] Ibid., 66

[4] ZENIT.org, jueves 6 de mayo, 2010

Reflexión 189 – La objeción de conciencia

 La Objeción de Conciencia

 

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Defendamos el derecho a la objeción de conciencia

 

Dada su importancia en este momento, vamos a dedicar esta reflexión a comentar sobre el proyecto de ley que  presentará el señor Procurador General de la Nación, doctor Alejandro Ordóñez Maldonado, en defensa de la objeción de conciencia que, a pesar de estar consagrada en nuestra Constitución Política[1], la Corte Constitucional la desconoce a los médicos y hospitales que se nieguen a practicar abortos en los casos en que esa Corte despenalizó.

 

Como era de esperar, los abortistas la han emprendido contra el Procurador.  Ya nos advirtió, creo que el mismo Papa, que en nuestro tiempo, en la persecución a los cristianos están cambiando los tormentos físicos del martirio, por los tormentos de las palabras con que ridiculizan y pretenden descalificar a los creyentes. Afortunadamente se han encontrado ahora en Colombia con un Procurador recto y valiente, que cumple con su deber de acuerdo con la ley, con la razón, por lo tanto con la sana lógica y con sus valores cristianos, sin  miedo al qué dirán.

 

Llama la atención que los que suelen aparecer en otras oportunidades como defensores de la libertad en todos los ámbitos, cuando se trata de la obligación que pretenden imponer a los médicos, hospitales y clínicas de practicar abortos, les desconozcan  el derecho fundamental de la objeción de conciencia. En este caso no son defensores de la libertad de conciencia.

 

Cada vez se defiende más abiertamente el delito del aborto, al que empezaron por disfrazar con el término interrupción del embarazo, para disminuir el impacto que tiene la realidad del aborto provocado, que no es otra  cosa que el asesinato de un ser indefenso; luego dieron un salto adelante en sus pretensiones y el delito del aborto lo califican ahora como un derecho de la mujer. De manera que según esos defensores del aborto, la madre tiene derecho a cometer el delito de exigir que maten antes de nacer, al bebé que lleva en  su vientre. Madres con  licencia para matar, con derecho de cometer un delito.

 

 Parece haber una clara corriente en el mundo en contra de la pena de muerte, pero no cuando se trata de niños no nacidos. ¿Habrá mayor incoherencia?

 

El  Tiempo contra la Ley de Dios

 

Me impactó mucho que el diario El Tiempo de Bogotá, en el segundo editorial del martes 28 de septiembre (2010),  al atacar la objeción de conciencia para el caso del aborto, se atreve a afirmar que (…) los hospitales y demás instituciones han de cumplir la ley de la República y no la ley de Dios. Son palabras textuales, del editorialista de El Tiempo; no es interpretación mía. El editorial dice, palabra por palabra: los hospitales y demás instituciones han de cumplir la ley de la República y no la ley de Dios.  

                                                                                       

La Ley de Dios sobre las leyes de los hombres

 

Los cristianos tenemos en la Palabra de Dios el precepto contrario: narran los Hechos de los Apóstoles que, cuando los jefes judíos prohibieron a los apóstoles predicar el nombre de Jesús, San Pedro y los otros apóstoles contestaron: Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios (Hch 4,18). Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch5,29).  La Constitución Lumen Gentium (Luz de las gentes), del Concilio Vaticano II, cuando trata sobre el papel de los laicos en la Iglesia, en el N° 36, nos dice que, en cualquier asunto temporal debemos guiarnos por la conciencia cristiana, dado que ninguna actividad humana, ni siquiera en el dominio temporal, puede sustraerse al imperio de Dios.

 

¿Pretende el editorialista de El Tiempo tener más autoridad que la palabra de Dios? No había visto yo en la línea editorial de ningún periódico colombiano, – y el editorial refleja la posición oficial del periódico, – una incitación tan clara y directa a desobedecer la ley de Dios. Quedamos notificados: ya sabemos cuál es la orientación oficial del periódico de mayor circulación de Colombia: hay que cumplir las leyes humanas, así sean injustas o inmorales, y no las leyes de Dios, según el pensamiento oficial de El Tiempo.

 

El patrono de los políticos, fiel a su conciencia, eligió servir primero a Dios

 

En el discurso de Benedicto XVI, en Londres,  ante representantes de la sociedad civil, del mundo cultural, académico y empresarial, además del cuerpo diplomático y de líderes religiosos, en la Westminster Hall, la sala más antigua del  palacio de  Westminster, construida en 1099, donde han tenido lugar celebraciones de relevancia nacional e internacional, el Santo Padre recordó con estas palabras la figura de  Santo Tomás Moro, quien es por cierto el Patrono de los políticos católicos:

quisiera recordar la figura de Santo Tomás Moro, “el gran erudito inglés y hombre de Estado (condenado a muerte en esta sala en 1535), quien es admirado por creyentes y no creyentes por la integridad con la que fue fiel a su conciencia, incluso a costa de contrariar al soberano de quien era un “buen servidor”, pues eligió servir primero a Dios. El dilema que afrontó Moro en aquellos tiempos difíciles, la perenne cuestión de la relación entre lo que se debe al César y lo que se debe a Dios, me ofrece la oportunidad de reflexionar brevemente con ustedes sobre el lugar apropiado de las creencias religiosas en el proceso político”.

El verdadero desafío para la democracia

 

“Las cuestiones fundamentales en juego en el proceso a Tomás Moro continúan presentándose hoy en términos que varían según las nuevas condiciones sociales. Cada generación, al tratar de progresar en el bien común, debe replantearse: ¿Qué exigencias pueden imponer los gobiernos a los ciudadanos de manera razonable? Y ¿qué alcance pueden tener? ¿En nombre de qué autoridad pueden resolverse los dilemas morales? Estas cuestiones nos conducen directamente a la fundamentación ética de la vida civil. Si los principios éticos que sostienen el proceso democrático no se rigen por nada más sólido que el mero consenso social, entonces este proceso se presenta evidentemente frágil. Aquí reside el verdadero desafío para la democracia”.

Algunos desean que la voz de la religión se silencie

Más adelante añadió Benedicto XVI:

no puedo menos que manifestar mi preocupación por la creciente marginación de la religión, especialmente del cristianismo, en algunas partes, incluso en naciones que otorgan un gran énfasis a la tolerancia. Hay algunos que desean que la voz de la religión se silencie, o al menos que se relegue a la esfera meramente privada (…) hay otros que sostienen -paradójicamente con la intención de suprimir las discriminaciones- que a los cristianos que desempeñan un papel público se les debería pedir a veces que actuaran contra su conciencia. Éstos son signos preocupantes de un fracaso en el aprecio no sólo de los derechos de los creyentes a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa, sino también del legítimo papel de la religión en la vida pública. Quisiera invitar a todos ustedes, por tanto, en sus respectivos campos de influencia, a buscar medios de promoción y fomento del diálogo entre fe y razón en todos los ámbitos de la vida nacional”.

El Procurador General de la Nación, basado en la Constitución, pide al Congreso con su proyecto de ley, que haya coherencia en las exigencias de la Constitución y las Leyes. En palabras del Doctor Alejandro Ordóñez Maldonado, tomadas de la página de Procuraduría en internet  

el proyecto es apenas una solicitud de coherencia de la misma estructura constitucional, que establece claramente: “nadie será molestado en razón de sus convicciones”. “Al respecto manifestó: “si se dice que el Estado se justifica modernamente para proteger la conciencia, hay millones de colombianos, de padres de familia, de profesores, que están inmersos en un conflicto entre la hermenéutica de la libertad y la hermenéutica del deber legal [2](…) Se trata de defender un derecho fundamental: el derecho de la libertad de la conciencia”.

El Título Primero del proyecto de ley que propone el Procurador, ”por la cual se reglamenta el artículo 18 de la Constitución Política y se establecen algunos ámbitos, sujetos y materias en los cuales el derecho fundamental de la objeción de conciencia siempre será procedente (…) El Título Segundo hace referencia, entre otros aspectos, a las áreas y actividades en que se aplica el derecho de la objeción de conciencia: en el ámbito médico sanitario, en el ámbito educativo y en el ámbito del ejercicio de las funciones públicas.

El Procurador planteó la dualidad a la que se ven enfrentadas las instituciones, a las que se exige contar con códigos de ética y a su vez se les exige actuar contra sus valores. “No entiendo la lógica macarrónica,  que utilizan para restringir el derecho a la objeción de la conciencia de las personas jurídicas”, puntualizó el jefe del Ministerio Público.[3]   

Es que la Corte no permite que los hospitales  y clínicas apelen a la objeción de conciencia para negarse a practicar el aborto, con el “macarrónico” argumento de que la objeción de conciencia la pueden alegar las personas naturales y no las personas jurídicas. Como si los responsables de esas instituciones no fueran personas naturales. Los responsables, si se permite una acción inmoral o ilegal en una institución, son sus directivas, que son personas naturales que las representan .

La lógica “macarrónica” de magistrados de la Corte Constitucional

 El adjetivo “macarrónico” se utiliza para señalar que el idioma utilizado por alguien es incorrecto, poco académico. De manera que si nada menos que a los Magistrados de la Corte Constitucional que niegan el derecho a la objeción de conciencia, el Procurador les dice que no entiende la lógica “macarrónica” que  utilizan para restringir el derecho a la objeción de la conciencia de las personas jurídicas, parece decir que tan altos juristas utilizan una lógica chapucera, incomprensible. Es inaceptable que personas con tan alta investidura en la rama de la justicia, dicten sentencia sin atenerse a la más estricta lógica.

Hemos aprendido en la DSI, que la misión del laico es ordenar lo creado al verdadero bien del hombre (Christifideles laici, 14), que a la conciencia bien formada del seglar toca lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena.

Liberémonos del falso complejo de inferioridad frente al mundo laico

 

El  Cardenal Estanislao Rylko, Presidente del Consejo  Pontificio para los laicos, el 14 de noviembre de 2008 nos exhortaba a liberarnos del falso complejo de inferioridad frente al mundo laico y ser valientes testigos de Cristo. Analizó el Cardenal la situación actual de las sociedades occidentales, caracterizadas por la “dictadura del relativismo” y denunció la aparición de un “nuevo anticristianismo” que “hace pasar por políticamente correcto atacar a los cristianos, y en particular a los católicos”.

Hoy,- advirtió el Cardenal Rylko, – “quien quiere vivir y actuar según el Evangelio de Cristo debe pagar un precio, incluso en las sumamente liberales sociedades occidentales.” Está ganando terreno la pretensión de crear un hombre nuevo completamente desarraigado de la tradición judeocristiana, un nuevo orden mundial, añadió. Lo que preenden imponernos: un nuevo orden mundial sin Dios.

Como se habla mucho en los medios de que no pocos católicos abandonan a la Iglesia, a la que encuentran demasiado estricta, – anticuada la llaman algunos, – el Cardenal añadió que el problema no es “el de ser una minoría, sino el de habernos vuelto nosotros mismos marginales, irrelevantes, por falta de valor, para que nos dejen en paz, por mediocridad”.

En estos momentos, explicó el Cardenal Rylko, presidente  del Consejo para los laicos, es la hora del laicado, de su responsabilidad en los diversos ámbitos de la vida pública, desde la política a la promoción de la vida y la familia, del trabajo a la economía, de la educación a la formación de los jóvenes.” (ZENIT.org, 14 nov. 2008)

En su reciente visita  a Inglaterra, en la homilía  de la misa que celebró ante más de 60.000 personas en Glasglow,  en Escocia, el Papa Benedicto XVI dijo algo que nos viene muy bien en este momento:

Invitación a  ser no sólo ejemplo de fe en público, sino también a plantear en el foro público los argumentos promovidos por la sabiduría y la visión de la fe

Hoy en día, algunos buscan excluir de la esfera pública las creencias religiosas, relegarlas a lo privado, objetando que son una amenaza para la igualdad y la libertad. Sin embargo, la religión es en realidad garantía de auténtica libertad y respeto, que nos mueve a ver a cada persona como un hermano o hermana. Por este motivo, os invito particularmente a vosotros, fieles laicos, en virtud de vuestra vocación y misión bautismal, a ser no sólo ejemplo de fe en público, sino también a plantear en el foro público los argumentos promovidos por la sabiduría y la visión de la fe. La sociedad actual necesita voces claras que propongan nuestro derecho a vivir, no en una selva de libertades autodestructivas y arbitrarias, sino en una sociedad que trabaje por el verdadero bienestar de sus ciudadanos y les ofrezca guía y protección en su debilidad y fragilidad. No tengáis miedo de ofrecer este servicio a vuestros hermanos y hermanas, y al futuro de vuestra amada nación.

 

No dejemos solo al Procurador

 

El señor Procurador General de la Nación está dando ejemplo a muchos políticos y funcionarios públicos que no se atreven a asumir su misión como católicos. No lo dejemos solo, ante los permanentes ataques de que es objeto.

Un grupo de padres de familia en Colombia está promoviendo un masivo respaldo al Procurador General de la Nación para acompañarlo en su campaña a favor de la vida y en contra de la tesis de que el aborto es un derecho que debe enseñarse desde la escuela.

Para facilitar la difusión de esta manifestación de respaldo al Procurador, una publicación en internet, llamada www. estoesconmigo.org está invitando a enviar al Procurador una carta de respaldo que ya está redactada y uno puede suscribirla o incluso modificarla si quiere manifestarse con sus propias palabras. Dice la organización estoesconmigo.org:

 

Los animamos a difundir ampliamente entre sus familiares, amigos y conocidos esta iniciativa para que quienes quieran hacerlo, adhieran a ella. Como se ingresa desde Internet, se puede contar con el apoyo de colombianos residentes en el exterior. Hay que moverse con agilidad para lograr el mayor número de firmas posible en un corto tiempo.

Quien desee apoyar esta iniciativa puede hacerlo ingresando a la siguiente dirección de internet:

 

http://www.estoesconmigo.org/index.php?option=com_articulos&idArticulo=184

 

Por favor, reenvíen ese correo a todas las personas que estimen conveniente, haciéndolo mediante copia oculta CCO y cuidando que el mensaje quede limpio,  sin saltos de línea ni repetición de imágenes o textos.

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] CF Constitución Política de Colombia, Art. 18: Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia.

[2] Hermenéutica de la libertad y del deber legal: la interpretación de lo que es libertad y deber legal.

[3] (Cf http://www.procuraduria.gov.co/html/noticias_2010/noticias_678.htm)

 

Reflexión 188 – Caritas in veritate N° 19 (Charla 26)

 

  

Escuche estas Reflexiones sobre la Doctrina Social de la Iglesia en Radio María  los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes   frecuencias en A.M.: 

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Para que se pueda hablar de un verdadero desarrollo, éste  tiene que alcanzar a todos

 

En las páginas anteriores hemos continuado el estudio la  presentación que en su encíclica Caritas in veritate hace Benedicto XVI sobre  las enseñanzas de Pablo  VI en Populorum progressio, la encíclica sobre el desarrollo de los pueblos.

 

Hemos estado reflexionando sobre lo  que significa desarrollo integral porque, como estos dos Papas  explican, el verdadero desarrollo tiene que ser integral o no se estaría hablando  de verdadero desarrollo. Y claro, surge la pregunta: ¿qué quiere decir que el desarrollo debe ser integral? Pablo VI y Benedicto XVI nos dicen que desarrollo integral significa que el desarrollo debe ser de todo el hombre y de todos los hombres. Mientras haya un número tan grande de personas sin posibilidades de progresar: de alimentarse, de vivir en una vivienda digna, de acceder a planes adecuados de salud, de educación, de trabajo, no se puede pensar que se ha alcanzado el desarrollo integral. Para que se pueda hablar de un verdadero desarrollo, éste  tiene que alcanzar a todos. No es lo que sucede en el mundo en este momento, a pesar de los avances tecnológicos .

 

925 millones de personas padecen hambre

 

El miércoles 15 de septiembre (2010) salieron los últimos datos sobre el hambre en el mundo (Cf El Tiempo, Bogotá, 15 Sept. 2010, 1-8). Según la noticia que se origina en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y a Alimentación (FAO), por primera vez en 15 años, el número de personas que padecen hambre en el mundo descendió a 925 millones, cifra que se considera de todos modos inadmisible. El director general de la FAO comentó que el descenso de 1023 millones el año 2009 a  925 millones no es para alegrarse, porque cada diez segundos un niño muere debida a desnutrición. “El hambre es la mayor tragedia de la humanidad, dijo.

No se puede hablar de un mundo desarrollado, frente a esas cifras escalofriantes.

 

Y, ¿qué quiere decir  que el desarrollo integral debe ser de todo el hombre? Benedicto  XVI afirma que el mensaje central de Populorum progressio, válido hoy y siempre, es una respuesta a la vocación a que estamos llamados por Dios Creador, que abarca el desarrollo del ser humano tanto en su dimensión natural como en la sobrenatural. 

 

El  ser humano vacío de Dios queda así: vacío, hueco, así tenga sus arcas llenas de dinero y su cerebro atiborrado de conocimientos naturales. Por  eso  el desarrollo integral no se puede reducir a solo el progreso material, porque se limitaría, se achicaría al ser humano al dejar por fuera de él nada menos que su dimensión espiritual y sobrenatural, que son lo que hace al ser humano imagen de Dios, realmente grande y digno.

 

El reto de Dios  al crearnos a su imagen

 

Recordemos la reflexión que hacíamos la semana pasada: al crearnos Dios a su imagen y semejanza, nos presenta al mismo tiempo un reto; nos presenta el ideal de perfección al que nos llama, la vocación a la perfección, al desarrollo al que el Creador nos invita cuando nos llama a la vida.  En la encíclica Redemptor hominis, Juan Pablo II nos recuerda que en Cristo Dios se ha revelado plenamente a la humanidad y se ha acercado definitivamente a ella y, al mismo tiempo, en Cristo y por Cristo, el hombre ha conseguido plena conciencia de su dignidad, de su elevación, del valor transcendental de la propia humanidad, del sentido de su existencia.

 

Dios  quiere que busquemos nuestra mayor plenitud

 

Dice Benedicto XVI en Caritas in veritate, que el mensaje central de la Populorum progressio, válido hoy y siempre, es el desarrollo humano integral como llamamiento de Dios y nuestra respuesta a esa vocación de Dios creador. Un sí nuestro, que consiste en buscar nuestra mayor plenitud, que abarca tanto el plano natural como el sobrenatural; ésta es la finalidad suprema del desarrollo personal». Éste es el motivo por el que, «cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el “bien”, empieza a disiparse»[1], en palabras de Benedicto XVI a los jóvenes asistentes a la Jornada de la Juventud en Australia, en julio de 2008.No es posible, entonces, alcanzar el desarrollo integral ignorando a Dios; «cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el “bien”, empieza a disiparse».

Refiriéndose a cómo la visión secularizada del mundo intenta explicar la vida humana y plasmar la sociedad con pocas o ninguna referencia al Creador, dijo Benedicto XVI a los jóvenes que,

 

 

Si Dios es irrelevante en la vida pública, la sociedad podrá plasmarse según una perspectiva carente de Dios. Sin embargo, la experiencia enseña que el alejamiento del designio de Dios creador provoca un desorden que tiene repercusiones inevitables sobre el resto de la creación (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1990, 5). Cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el «bien», empieza a disiparse. Lo que se ha promovido ostentosamente como ingeniosidad humana se ha manifestado bien pronto como locura, avidez y explotación egoísta. Y así nos damos cuenta cada vez más de lo necesaria que es la humildad ante la delicada complejidad del mundo de Dios.

 

Los  no creyentes no tienen  la  capacidad de reconocer la dimensión sobrenatural

 

El físico Stephen Hawking sostiene ahora la teoría de que no es necesario acudir a un Dios Creador para explicar el origen del universo. A ese físico inglés se le disipa la capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el bien porque  pasa por un eclipse de Dios. En esa oscuridad los no creyentes no pueden comprender lo que es el desarrollo integral. No reconocen las dimensiones espiritual y sobrenatural de la persona humana.

 

La admiración que hoy despierta  el físico inglés se cambiará  algún día porel reconocimiento de que Hawking presentaba  no una verdad probada, sino sólo una teoría más, que se descartará por una nueva teoría, que de nuevo causará admiración antes de que se descarte para intentar otra nueva teoría.

 

¿Qué sucede a la sociedad, cuando Dios se eclipsa ante el aparente brillo del ingenio humano?

 

El domingo 5 de septiembre en su columna de opinión “Un alto en el camino”, (El Tiempo, Bogotá), el P. Alfonso Llano escribió su interesante “Radiografía de la sociedad” que nos muestra el vacío de nuestra era. Cita el P. Llano al sociólogo francés Gilles Lipovetski, quien en una conferencia en la pasada Feria del Libro de Bogotá presentó su obra “La era del vacío” y en ella una realista radiografía de la sociedad. Nos dice el P. Llano que a esa conferencia asistieron unas tres mil personas y el libro de ese autor francés se agotó.

 

La circunstancia de tantas personas interesadas en temas como el vacío de nuestra sociedad, me hace pensar que a pesar de la impresión que los medios de comunicación puedan dejar, de que a la gente, hoy solo le interesa lo banal, muchas personas empiezan a darse cuenta de que el vacío de nuestra sociedad no es bueno, que hay que buscar remedio a esta pandemia que tiene consecuencias destructoras en todo el organismo social.

 

¿Qué síntomas de enfermedad grave presenta nuestra sociedad? ¿qué datos preocupantes ofrece la radiografía?

Estas líneas las cita el P.Llano del mencionado sociólogo autor francés:

 

¿Quién cree hoy en la familia, cuando los índices de divorcios no paran de aumentar, cuando los ancianos son expulsados a los asilos, cuando los padres quieren permanecer  ‘ jóvenes’ y reclaman la ayuda de las terapias, cuando las parejas se vuelven ‘libres’, cuando la  eutanasia, el aborto, la anticoncepción y la esterilización son legalizados…

 

Sigue a continuación el P. Llano:

 

A todo esto, él quiso añadir la inconstancia en los propósitos, la deserción en los compromisos, el adiós a la grandeza de miras, el hundimiento de los ideales, el culto a la personalidad y al cuerpo, el ansia desmedida de autonomía, la obsesión por las marcas de las modas, la obsesión por la música, la carencia de utopías y de sueños, entre otros.

 

Todo esto conduce a la insatisfacción, a la ansiedad, a la soledad y al vacío. Aquí brotan, fácilmente, las tendencias al suicidio, en personas mayores pero, también, en menores, en adolescentes, cosa que no se daba en generaciones anteriores. Cunde por todas partes, el miedo al mañana y la angustia, sin encontrar cómo calmarla, fuera de un falso recurso a una dosis cada vez mayor de éxtasis sexual, de licor y de droga, falso recurso, ya que, en vez de calmar la angustia, la refuerza y la agudiza, en dolorosa escalada. En resumen, el diagnóstico dice: hemos (matado) a Dios de la escena y estamos huérfanos.  Lipovetski se contenta con el diagnóstico.

 

Y anota el P. Llano: Tenemos que buscar la causa de semejante situación para tratar de encontrarles una salida. Claro, ante síntomas tan graves no es suficiente el diagnóstico.

 

 

El “Dios ha muerto”, de Nietzsche

 

 

Dice luego el P. Llano que el filósofo alemán Nietzsche, hace más de cien años había pronosticado lo que sucedería con el deicidio, con la muerte de Dios perpetrada por todos nosotros. ¿A qué muerte de Dios se refería Nietzsche? , porque sabemos bien que Dios es eterno, no puede morir jamás, pero sí podemos, para mal nuestro, tratar de vivir como si Dios no existiera. Es lo que sucede en nuestro tiempo.

 

Nietzsche en su obra “La gaya ciencia”, escribió uno de sus textos más citados,  bajo el título de El Loco. El P. Llano lo cita y es bueno que lo conozcamos. Leamos una traducción de Nietzsche. Por cierto, el mercado del que escribe Nietzsche, por el comportamiento de la gente, se parece a nuestro mundo. El desconcierto ante el vacío parece que también se parece a nuestro desconcierto:

 

¿No habéis oído hablar de ese loco que encendió un farol en pleno día y corrió al mercado gritando sin cesar: “¡Busco a Dios!, ¡Busco a Dios!?”. Como precisamente estaban allí reunidos muchos que no creían en dios, sus gritos provocaron enormes risotadas. ¿Es que se te ha perdido?, decía uno. ¿Se ha perdido como un niño pequeño?, decía otro. ¿O se ha escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se habrá embarcado? ¿Habrá emigrado? – así gritaban y reían alborozadamente.

 

El loco saltó en medio de ellos y los traspasó con su mirada. “¿Qué a dónde se ha ido Dios? -exclamó-, os lo voy a decir. Lo hemos matado: ¡vosotros y yo! Todos somos su asesino. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo hemos podido bebernos el mar? ¿Quién nos prestó la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hicimos cuando desencadenamos la tierra de su sol? ¿Hacia dónde caminará ahora? ¿Hacia dónde iremos nosotros? ¿Lejos de todos los soles? ¿No nos caemos continuamente? ¿Hacia delante, hacia atrás, hacia los lados, hacia todas partes? ¿Acaso hay todavía un arriba y un abajo? ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No nos roza el soplo del espacio vacío? ¿No hace más frío? ¿No viene de continuo la noche y cada vez más noche? ¿No tenemos que encender faroles a mediodía? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿No nos llega todavía ningún olor de la putrefacción divina? ¡También los dioses se pudren! ¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo podremos consolarnos, asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado y poderoso que poseía hasta ahora el mundo se ha desangrado bajo nuestros cuchillos. ¿Quién nos lavará esa sangre? ¿Con qué agua podremos purificarnos? ¿Qué ritos expiatorios, qué juegos sagrados tendremos que inventar? [2]

El siguientes es el  comentario del P. Llano luego de la lectura de El loco, de Nietzsche y anotar que no es el Papa quien habla, sino:

 

Nietzsche, el vidente alemán, y predice lo que sucedería con el correr de los tiempos, que ya se está cumpliendo: perdido el ‘centro de gravedad espiritual’, Dios, quedamos a la deriva, al vaivén de los deseos, vagando por la vida sin sentido, con la terrible sensación de caer en el vacío sin nunca tocar fondo. Flotamos en una nada infinita. Nos persigue el vacío. Se acerca de continuo la noche, cada vez más cerrada, la ausencia de Dios.

 

El diagnóstico no pudo ser más cruel y descarnado. La explicación no pudo ser más acertada. Tenemos a la mano buena materia de meditación.

 

El papel de la caridad en el desarrollo

 

 

Continuemos ahora con el N° 19 de Caritas in veritate. Después de enseñarnos lo que la visión cristiana del ser humano entiende por desarrollo integral, como vocación a la que estamos llamados por el Creador, nos enseña el papel de la caridad en el desarrollo. Dice el Papa:

 

 

19. Finalmente, la visión del desarrollo como vocación comporta que su centro sea la caridad. En la Encíclica Populorum progressio, Pablo VI señaló que las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material. Nos invitó a buscarlas en otras dimensiones del hombre. Ante todo, en la voluntad, que con frecuencia se desentiende  de los deberes de la solidaridad. Después, en el pensamiento, que no siempre sabe orientar adecuadamente el deseo. Por eso, para alcanzar el desarrollo hacen falta «pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, el cual permita al hombre moderno hallarse a sí mismo»[3]. Pero eso no es todo. El subdesarrollo tiene una causa más importante aún que la falta de pensamiento: es «la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos»[4]. Esta fraternidad, ¿podrán lograrla alguna vez los hombres por sí solos? La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos. La razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad. Ésta nace de una vocación transcendente de Dios Padre, el primero que nos ha amado, y que nos ha enseñado mediante el Hijo lo que es la caridad fraterna. Pablo VI, presentando los diversos niveles del proceso de desarrollo del hombre, puso en lo más alto, después de haber mencionado la fe, «la unidad de la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar, como hijos, en la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres»[5].

 

Destaquemos algunas ideas de este  N° 19 de Caritas in veritate:

 

      Ante  todo,  la visión del desarrollo como vocación comporta que su centro sea la caridad. Si entendemos el desarrollo con la visión cristiana del ser humano, la  actitud de amor hacia los demás es necesariamente el centro y el motor del desarrollo.

 

      Las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material. Las debemos buscar en otras dimensiones del ser humano, como en  la falta de voluntad por ser solidario. Podríamos decir en el egoísmo, porque nos fijamos sólo en nuestro interés y no nos conmueve el sufrimiento de nuestros hermanos que tienen un menor acceso al desarrollo.

 

       Las causas del subdesarrollo se encuentran también en un pensamiento equivocado. La razón nos debería orientar por el camino correcto, buscando el verdadero bien del hombre, pero con frecuencia nos orientamos sólo por lo que aconseja la técnica y olvidamos que la técnica sola es fría, y no tiene en cuenta si su aplicación hace daño a otros. Es el caso de la economía, cuando no se utiliza para el bien común ni tiene en cuenta las necesidades de los más débiles. Las causas de la actual crisis económica mundial hay que buscarlas en fallas éticas.

 

En búsqueda desinteresada de la verdad científica que, como tal, coincide con la verdad del hombre

 

Es oportuno citar  algunas palabras de las conclusiones de la XVI Sesión Plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales,  presentadas en la plenaria del  miércoles 5 de mayo (2010). La Academia se reunió con el fin de que, ante la crisis económica mundial, teólogos y moralistas, sociólogos y politólogos, abogados y economistas de todo el mundo  pusieran sus conocimientos al servicio de la comunidad, al servicio de la familia humana, en la búsqueda desinteresada de la verdad científica que, como tal, coincide con la verdad del hombre.[6]  Se trata de un  documento muy interesante y  claro,  en  el que nos explican que la economía sola no es la solución a la crisis  de los mercados mundiales. Terminemos hoy con algunas de sus reflexiones:

Es evidente que la actividad económica es un aspecto de la actividad humana y que, por esta razón, está condicionada por los criterios, evaluaciones y objetivos de la persona que, a diario, toma decisiones que causan efectos económicos, tanto para él como para la sociedad en su conjunto. No debemos olvidar las palabras de Benedicto XVI: “… toda decisión económica tiene una consecuencia moral …” (Caritas in veritate,37). Por lo tanto, el análisis económico de la crisis también se ha centrado en la consideración del hombre y los valores presentes en su comportamiento.

Es evidente que el hombre vive hoy inmerso en un materialismo que le impide ver el horizonte de la trascendencia que forma parte integrante de él,(…). El corto plazo se ha convertido en la única dimensión aceptable, y el beneficio inmediato en gran cantidad prevalece sobre la penalización de un futuro incierto, debido a que la tasa de descuento para estimar el valor actual de ambos es extraordinariamente alta. Lo cuantitativo ha sustituido a lo cualitativo, y cualquier elemento material que pueda ser medido, ponderado y valorado en términos monetarios, cancela toda consideración o referencia de carácter espiritual, referencias que se encuentran en el corazón del hombre. (…)

(…) el sujeto renuncia a su propio ser para convertirse en un eslabón más en la cadena de la actividad económica. Al mismo tiempo que el trabajador, el productor, el consumidor, el ahorrador, inversor, etc aparecen en el escenario, el hombre de trabajo, el hombre de la producción, el sujeto de consumo, etc desaparece. Esta es la abstracción que en última instancia, hace del hombre un esclavo de la economía, el servidor de un principio que no constituye la esencia de su verdadero ser; hablamos de la presentación de un mandamiento nuevo: la ética de la eficiencia o, si lo prefieren, del beneficio, como el principio que rige cada una de las actividades humanas. Tal es así que, que cualquier medio es válido si conduce finalmente a la meta deseada. El engaño, el fraude, la coacción, todos ellos son instrumentos útiles para, volviendo a la moral, para conseguir el objetivo establecido: el mayor beneficio y el mayor poder.

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Discurso en la ceremonia de acogida de los jóvenes (17 julio 2008): L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (25 julio 2008), pp. 4-5.

[2] WEB la gaya ciencia, 125 El Loco

[3] Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 20: l.c., 267.

[4] Ibíd., 66: l.c., 289-290.

[5] Ibíd., 21: l.c., 267-268.

[6] Cf ZENIT.org, WEB, jueves 6 de mayo 2010

Reflexión 187 – Caritas in veritate N° 18 (Charla 25)

 

  

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Llamados por Dios a nuestro desarrollo personal

 

En nuestro estudio de la DSI vamos a continuar  hoy con el final del capítulo 1° de la encíclica Caritas in veritate, Caridad en la verdad, de Benedicto XVI. Este primer capítulo lo dedica el Santo Padre a presentar, de manera condensada, el mensaje de Pablo VI sobre el desarrollo, en su encíclica Populorum progressio.

 

Vimos en el programa anterior, que Pablo VI nos enseña que todos estamos llamados por Dios a trabajar por nuestro propio desarrollo como personas y a trabajar por el desarrollo de la sociedad. Tenemos la vocación al desarrollo. Nuestro trabajo, cualquier él sea, es una colaboración nuestra en el desarrollo de la obra de Dios. Bellamente nos enseñó el significado del trabajo el Papa Juan Pablo II en su encíclica Laborem exercens, sobre la dignidad de  la persona y el trabajo humano. Volvamos a leer sus maravillosas palabras.

 

El trabajo es un bien del hombre – es un bien de la humanidad -, porque, mediante el trabajo, el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre; es más en un cierto sentido, <se hace más hombre>.[1]

 

Y sobre el trabajo como participación en la obra del Creador, afirma en la misma encíclica:

 

En la palabra de la divina Revelación está inscrita muy profundamente esta verdad fundamental: que el hombre, creado a imagen de Dios, mediante su trabajo, participa en la obra del Creador, y según la medida de sus propias posibilidades, en cierto sentido, continúa desarrollándola y la completa, avanzando cada vez más en el descubrimiento de los recursos y de los valores encerrados en todo lo creado.

 

El desarrollo es nuestra vocación desde el momento en que Dios nos llamó a la vida. Nadie puede pretender quitarnos ese derecho que Dios nos dio. Sólo Él es el dueño de la vida. Nuestra vocación es al crecimiento armónico, a caminar hacia la perfección a que estamos llamados como hijos de Dios.

 

Benedicto XVI tomó esta enseñanza de Pablo VI en Populorum progressio, en el N° 15, donde dice:

 

En los designios de Dios, cada hombre está llamado a desarrollarse, porque toda vida es una vocación. Desde su nacimiento, ha sido dado a todos como un germen, un conjunto de aptitudes y de cualidades para hacerlas fructificar (…)

 

Toda vida es una vocación y esa vocación viene de Dios

 

Repasemos lo que vimos ya sobre la vocación del ser humano a su propio progreso o desarrollo en los números 16 y 17 de Caritas in veritate:

 

En primer lugar,  como lo afirmó Pablo VI, toda vida es una vocación y esa vocación viene de Dios: al llamarnos a la vida, Dios nos llamó a realizarnos plenamente, a terminar la obra que Él diseñó, con su inteligencia de artista inigualable. Esa obra se consumará cuando lleguemos a encontrarnos con Él en la eternidad. En esta vida,  con nuestra labor humana hacemos el camino hacia la perfecta felicidad.

 

Nuestra obra en la tierra es la obra de Dios

 

Nuestra respuesta a la llamada de Dios debe ser  una respuesta libre y responsable. Requiere un sí de cada uno de nosotros y de la sociedad. Está en nuestras manos ir haciendo, con la ayuda de la gracia, la obra de Dios, que es en la tierra nuestra obra. A este propósito recordamos las palabras de Kennedy en su discurso de posesión:

 

“Con la única recompensa segura, que es nuestra buena conciencia, con la historia como  último juez  de nuestros actos, llevemos adelante la tierra que amamos, pidiendo la bendición y la ayuda de Dios, pero sabiendo que aquí en la tierra el trabajo de Dios debe ser el nuestro.”  (“knowing that here on earth God’s work must truly be our own.”)

 

Ser colaboradores en la obra creadora de Dios es una fuente de inmenso gozo

 

Citamos también, a este propósito, en un programa anterior, las palabras del P. Teilhard de Chardin, que nos ayudan a comprender que el ser colaboradores en la obra creadora de Dios es una fuente de inmenso gozo. Dice el P. Teilhard de Chardin:

 

“Podemos imaginar quizás, que la creación terminó hace tiempos. Pero eso no es así. La creación continúa y todavía con mayor magnificencia, y en los niveles más altos del mundo… Y nosotros servimos para completarla, aun con el trabajo más humilde de nuestras manos. Ese es en últimas, el sentido y el valor de nuestros actos.”[2] [3]

 

Es oportuno repetir  en estos días las palabras de un científico creyente, como el P. Teilhard de Chardin, cuando los medios de comunicación difunden la noticia de que el físico inglés Stephen Hawking sostiene la teoría de que no es necesario acudir a un Dios Creador para explicar el origen del universo. Según los informes de prensa, No es necesario invocar a Dios para encender la mecha y poner en marcha el universo.

 

Continuemos con la reflexión sobre nuestra vocación de ser colaboradores de Dios Creador.

 

Primero, toda vida es una vocación y esa vocación viene de Dios: al llamarnos a la vida. Segundo: Nuestra respuesta a la llamada de Dios requiere una respuesta libre y responsable. En tercer lugar, podemos dar una respuesta libre y responsable a nuestra llamada al desarrollo, porque Dios nos dotó de inteligencia y de libertad y nos acompaña siempre con su gracia. Sin la gracia de Dios no podemos nada.  El hombre es responsable de su crecimiento, lo mismo que de su salvación. Necesitamos la gracia de Dios y nuestro esfuerzo: el que te creó a ti sin ti, no te salvará a ti, sin ti, decía San Agustín.

 

La sociedad y las instituciones que la conforman están llamadas a progresar en beneficio del bien común

 

No sólo cada persona está llamada por Dios a progresar sino también están llamadas la sociedad y las instituciones que la conforman. Las organizaciones no sólo existen para beneficiar a sus dueños sino a la sociedad, al bien común. Estamos llamados a asumir una responsabilidad común. No nos podemos desentender de lo que sucede en nuestra comunidad, en nuestro país, especialmente lo que sucede a los que tienen menos acceso a su desarrollo.

 

El desarrollo humano integral como vocación exige también que se respete la verdad

 

En el N° 18 de Caritas in veritate, Benedicto XVI continúa su explicación de lo que significa la vocación al desarrollo integral; dice que Además de la libertad, el desarrollo humano integral como vocación exige también que se respete la verdad.

 

El N° 18 de Caritas in veritate, recoge la doctrina sobre el desarrollo integral de documentos muy importantes de Pablo VI, de Juan Pablo II y de la constitución Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II. Aunque nos detengamos algo más en este punto, se justifica que lo hagamos. Les sugiero que cuando lean la encíclica Caritas in veritate, si les es posible lean las citas de los documentos que se mencionan al pie de página. Comprendemos así mejor las enseñanzas sociales de la Iglesia. Uno puede con algún provecho leer las encíclicas de corrido, pero si queremos profundizar en ellas, no tengamos miedo a ir despacio y degustarlas. Así las aprovechamos mejor para crecer espiritualmente.

 

Refiriéndose de nuevo a las palabras de Pablo VI en Populorum progressio sobre lo que significa el desarrollo humano integral, dice Benedicto XVI in Caritas in veritate:

 

Además de la libertad, el desarrollo humano integral como vocación exige también que se respete la verdad. La vocación al progreso impulsa a los hombres a «hacer, conocer y tener más para ser más»[4]. Pero la cuestión es: ¿qué significa «ser más»? A esta pregunta, Pablo VI responde indicando lo que comporta esencialmente el «auténtico desarrollo»: «debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre»[5].

 

No temamos presentar la visión cristiana del desarrollo

 

Aunque algunas de estas citas que menciona Caritas in veritate las hemos leído y comentado antes, lo vamos a volver a hacer para reafirmar nuestro conocimiento de la DSI. Empecemos por repetir que el desarrollo humano integral como vocación exige que se respete la verdad. Entiendo que el Papa nos pide que no nos dé temor de presentar la visión cristiana del desarrollo, que es el verdadero desarrollo, y no nos limitemos a hablar de un desarrollo sólo   material, del que se jactan muchos. Esa clase de desarrollo no es suficiente. Para conseguir el verdadero desarrollo nos sentimos todos impulsados a  «hacer, conocer y tener más para ser más».  Estamos dispuestos a hacer más, a esforzarnos más para conocer y tener más, porque de esa manera  no nos quedamos sólo en la satisfacción de ampliar nuestros conocimientos y poseer más bienes, sino que así podemos llegar a SER más.

 

¿Qué significa «ser más»?

 

Benedicto XVI añade con toda razón: Pero la cuestión es: ¿qué significa «ser más»? A esta pregunta, dice el Papa actual, Pablo VI responde indicando lo que comporta esencialmente el «auténtico desarrollo»: «debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre».

 

Según esto, el ser humano es más si consigue su propio desarrollo integral y el de los demás que conforman la comunidad. Un desarrollo de todo lo que hace al ser humano: cuerpo, espíritu, habilidades intelectuales, corporales, virtudes naturales y sobrenaturales. Y no sólo se trata de conseguir el desarrollo de cada uno, sino el de todos; es decir, el del Cuerpo Místico de Cristo. Con estas palabras lo expresa el Papa Benedicto, basándose en sus predecesores:

 

En la concurrencia entre las diferentes visiones del hombre que, más aún que en la sociedad de Pablo VI, se proponen también en la de hoy, la visión cristiana tiene la peculiaridad de afirmar y justificar el valor incondicional de la persona humana y el sentido de su crecimiento. La vocación cristiana al desarrollo ayuda a buscar la promoción de todos los hombres y de todo el hombre. Pablo VI escribe: «Lo que cuenta para nosotros es el hombre, cada hombre, cada agrupación de hombres, hasta la humanidad entera»[6].

 

El hombre es la única criatura que Dios ha querido por sí misma y sobre la cual tiene su proyecto, es decir, la participación en la salvación eterna

 

Cita Benedicto XVI dos encíclicas de Juan Pablo II: Centesimus annus y Redemptor hominis. En Centesimus annus, el Santo Padre manifiesta por qué el interés de la Iglesia por el ser humano, la responsabilidad que del hombre tiene la Iglesia, confiado a ella por el mismo Cristo, este hombre, – dice,que, como el Concilio Vaticano II recuerda, es la única criatura que Dios ha querido por sí misma y sobre la cual tiene su proyecto, es decir, la participación en la salvación eterna. No se trata del hombre abstracto, sino del hombre real, concreto e histórico: se trata de cada hombre, porque a cada uno llega el misterio de la redención, y con cada uno se ha unido Cristo para siempre a través de este misterio

 

El desarrollo integral implica crecer en todas las dimensiones del ser humano. Es muy importante por eso la labor de los padres de familia, de los evangelizadores, de los catequistas, de los maestros, de los gobernantes y legisladores que orientan el desarrollo de sus pueblos. Cuánto bien pueden hacer y también cuánto mal…

 

Es muy importante la labor de los evangelizadores, porque a través del Evangelio nos podemos conocer como realmente somos, podemos comprender a lo que estamos llamados a ser y aprender cuál es el camino para llegar a ser.

 

Quizás no se piense con frecuencia en la relación que tiene la evangelización con el desarrollo integral. Son profundos estos pensamientos sobre lo que es el ser humano, llamado por Dios a la vida terrena sólo por un tiempo, porque está destinado a la vida eterna!

 

Las implicaciones de estas realidades para la educación integral no se pueden olvidar. Ahora se busca ante todo que el colegio para los hijos sea bilingüe y que tenga buenas instalaciones, dotadas de la tecnología que exige la vida moderna. Eso está bien; hay que buscar el desarrollo integral y los idiomas y la tecnología hacen parte de ella; pero eso hay que hacerlo sin omitir lo único que es realmente necesario.

 

Papel de la Iglesia en la formación humana:

 

En el N° 55 de Centesimus annus, la encíclica de Juan Pablo II escrita para conmemorar los 100 años de Rerum novarum, dice sobre el papel de la Iglesia en la formación humana:

 

La Iglesia conoce el «sentido del hombre» gracias a la Revelación divina. «Para conocer al hombre, el hombre verdadero, el hombre integral, hay que conocer a Dios», decía Pablo VI, citando a continuación a santa Catalina de Siena, que en una oración expresaba la misma idea: «En la naturaleza divina, Deidad eterna, conoceré la naturaleza mía». (Pablo VI, Homilía en la última sesión pública del Concilio Vaticano II (7 diciembre 1965): AAS 58 (1966), 58)

 

Cuando se nos enseña que la persona humana es creada a imagen y semejanza de Dios, al mismo tiempo se nos presenta el ideal de perfección al que estamos llamados. En la encíclica Redemptor hominis, Juan Pablo II nos recuerda que en Cristo Dios se ha revelado plenamente a la humanidad y se ha acercado definitivamente a ella y, al mismo tiempo, en Cristo y por Cristo, el hombre ha conseguido plena conciencia de su dignidad, de su elevación, del valor transcendental de la propia humanidad, del sentido de su existencia.

 

Para el cristiano, como vemos, la meta del desarrollo es un reto  grande. Creo que en nuestra época ni siquiera se piensa en ello, de manera que la misión del cristiano, la misión de la Iglesia, es especialmente difícil y como nunca, necesaria. Y no debemos desmayar frente a la misión que Dios nos ha encomendado, pues como nos dice Juan Pablo II, también en Redemptor hominis, no en vano en los planes de salvación, de Dios, están unidos

 

la salvación y la gracia con la Cruz. No en vano Jesucristo dijo que el «reino de los cielos está en tensión, y los esforzados lo arrebatan»; y además que «los hijos de este siglo son más avisados… que los hijos de la luz»  (Mt 11, 12, Lc 16, 8).

 

 

El Evangelio es un elemento fundamental del desarrollo

 

Volvamos al N° 18 de Caritas in veritate, donde Benedicto XVI, después de afirmar que la vocación al progreso, es decir al desarrollo, impulsa a los hombres a “hacer, conocer y tener más para ser más”, pregunta:”¿qué es ser más?” Así continúa el Papa Benedicto XVI:

 

 La fe cristiana se ocupa del desarrollo, no apoyándose en privilegios o posiciones de poder, ni tampoco en los méritos de los cristianos, que ciertamente se han dado y también hoy se dan, junto con sus naturales limitaciones[7], sino sólo en Cristo, al cual debe remitirse toda vocación auténtica al desarrollo humano integral. El Evangelio es un elemento fundamental del desarrollo porque, en él, Cristo, «en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre» [8]. Con las enseñanzas de su Señor, la Iglesia escruta los signos de los tiempos, los interpreta y ofrece al mundo «lo que ella posee como propio: una visión global del hombre y de la humanidad»[9]. Precisamente porque Dios pronuncia el «sí» más grande al hombre[10], el hombre no puede dejar de abrirse a la vocación divina para realizar el propio desarrollo. La verdad del desarrollo consiste en su totalidad: si no es de todo el hombre y de todos los hombres, no es verdadero desarrollo.

 

Éste es el mensaje central de la Populorum progressio, válido hoy y siempre. El desarrollo humano integral en el plano natural, al ser respuesta a una vocación de Dios creador[11], requiere su autentificación en «un humanismo trascendental, que da [al hombre] su mayor plenitud; ésta es la finalidad suprema del desarrollo personal»[12]. Por tanto, la vocación cristiana a dicho desarrollo abarca tanto el plano natural como el sobrenatural; éste es el motivo por el que, «cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el “bien”, empieza a disiparse».[13]

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com

 


[1] Juan Pablo II, Laborem Exercens, Nº 9

[2] Teilhard de Chardin, “The Divine Milieu”,  An Essay on the Interior Life, Harper & Row, Publishers, New York , página  62 Th, de Ch. escribió “El Medio Divino” en 1927, mientras trabajaba como miembro de un equipo de paleotólogos en China. El escenario para la visión mística y profunda de Dios del P. Th de Ch era el mundo material en que se hallaba inmerso por su trabajo. Según Th. De Ch. el mundo mismo, como lo ven los ojos de la ciencia, es donde son más claras las obras de Dios. (Comentario en “Toward a Science Charged of Faith”, Chapter 5 of God and Science, by Charles P. Henderson, tomado de internet.

[3] El P. Th. De Ch. sostiene que las ciencias naturales validan las afirmaciones fundamentales de la fe cristiana. Afirma que la única manera de salvar a la ciencia de su autodestrucción es volver a poner a Dios en el centro, en el corazón de la ciencia. Los científicos ateos, en cambio, pretenden mantener a Dios lejos de la ciencia.

[4] Populorum progressio, 6: l.c., 260.

[5] Ibíd., 14: l.c., 264.

[6] Ibíd.; cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 53-62: l.c., 859-867; Id., Carta enc. Redemptor hominis (4 marzo 1979), 1314: AAS 71 (1979), 282-286.

[7] Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 12: l.c., 262-263.

[8] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 22.

[9] Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 13: l.c., 263-264.

[10] Cf. Discurso a los participantes en la IV Asamblea Eclesial Nacional Italiana (19 octubre 2006): L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (27 octubre 2006), pp. 8-10.

[11] Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 16: l.c., 265.

[12] Ibíd.

[13] Discurso en la ceremonia de acogida de los jóvenes (17 julio 2008): L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (25 julio 2008), pp. 4-5.

Reflexión 186 – Caritas in veritate N° 16-17 (Charla 24)

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La introducción y el capítulo 1° de Caritas in veritate

 

Benedicto XVI dedicó la Introducción de su encíclica, del N° 1 al 10, a aclarar algunos términos fundamentales, teológicos y éticos para que podamos comprender el contenido de la encíclica. Del N° 10 al 20, lo titula el Papa: El Mensaje de la Populorum progressio,  la encíclica de Pablo VI sobre el desarrollo de los pueblos. Benedicto XVI hace una síntesis del contenido de la encíclica de Pablo VI sobre el desarrollo. Comprendemos así la continuidad, al mismo tiempo que la novedad de la DSI, que es siempre antigua y siempre nueva; que hunde sus raíces en lo eterno de la Palabra de Dios y nos ilumina en los caminos nuevos por donde debemos continuar.

 

Pablo VI y Benedicto XVI nos instruyen sobre el desarrollo

 

¿Cuál es el desarrollo de los pueblos del que nos habla Pablo VI y en el cual profundiza  Benedicto XVI? Las dos encíclicas son muy claras al respecto: se trata del desarrollo integral,  el que abarca al ser humano en todas sus dimensiones; no se trata de sólo el desarrollo material, el que se refiere únicamente al avance de la ciencia y de la tecnología, que ayuda al mayor y más eficiente uso de los bienes materiales; no se trata  sólo del crecimiento de la economía y el mejoramiento general de todas las realidades terrenas, sino también del desarrollo de la persona en sus dimensiones más elevadas: la espiritual, la intelectual, la social…

Si se tratara sólo del crecimiento económico, sólo del desarrollo material de los pueblos, la Iglesia no tendría todo el interés con el que se compromete en sus permanentes intervenciones. Hablando del desarrollo de la persona humana como de una vocación de todos, Benedicto XVI nos dice en el N° 16 de Caritas in veritate, que lo que legitima la intervención de la Iglesia en la problemática del desarrollo  es que, cuando se habla del desarrollo se trata también del destino eterno del ser humano y de su seguro caminar en la historia junto con sus otros hermanos, hacia la meta a la que está destinado. Podríamos decir que trabajar por el desarrollo integral es el caminar del ser humano y de sus hermanos en la historia, es hacer el camino hacia la eternidad.

 

Un desarrollo que aliena

 

Si se orientara el desarrollo a sólo la dimensión material y temporal de la persona humana, se recortaría su grandeza, se limitarían sus posibilidades espirituales… A trabajar sólo por el desarrollo material de la persona humana, ignorando toda la riqueza espiritual e intelectual se le podría llamar con toda razón “alienarse”. Recordemos que alienarse es lo mismo que perder la propia identidad; alienarnos es perder nuestra manera natural de ser.[1]

A la Iglesia le interesa que la persona humana crezca, se desarrolle, según  el diseñó del Creador. La Evangelización nos indica el camino de Dios, como Jesús nos lo enseñó. El Evangelio nos enseña a ser más humanos, con la perfección posible de la naturaleza humana como Dios la diseñó. Apartarnos del plan concebido por Dios para las personas, para las familias, para la sociedad, no sería conseguir seres humanos mejores sino más imperfectos, familias y sociedad lejanas a lo que el Creador pretende. ¿Cómo intentar siquiera, mejorar lo que Dios ha ideado en su infinita sabiduría.

Hay mucha soberbia cuando se pretende mejorar una plana escrita por Dios. Eso fue lo que quisieron hacer los ángeles caídos. Lo que pretendieron nuestros primeros padres en el paraíso. Lo que, por ejemplo, pretenden crear ahora los partidarios de matrimonios entre homosexuales.

No tiene lógica la presentación del desarrollo humano que hacen los promotores del libre desarrollo de la personalidad que defienden la libertad de consumir drogas porque la Constitución establece en su artículo 16, que Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico. ¿Por qué no piensan también en las limitaciones que les impone Dios a través de la ley natural?

La defensa del consumo de estupefacientes basada en el libre desarrollo de la personalidad es contradictoria, pues con ese argumento no se defiende  el desarrollo de la persona sino su deterioro.

 

Derecho a limitar o hacer daño al propio desarrollo

 

Pretenden que la Constitución garantice no sólo el libre desarrollo de la personalidad, sino el derecho a recortarlo, o peor aún, el derecho a hacer daño al propio desarrollo. De manera que, tras el maquillaje del libre  desarrollo de la personalidad,  lo que realmente se busca es que se garantice el libre no desarrollo de la personalidad. No es extraño que se pretenda garantizar también el derecho a quitarse la vida, el derecho a la propia destrucción, por medio de la eutanasia.

Es doloroso, pero entre los juristas y legisladores de nuestro país hay personas con ideologías claramente anticristianas, cuya visión de lo que es el ser humano se aparta mucho de lo que nos enseña la antropología cristiana, es decir lo que es el ser humano según el diseño de Dios. En esa ideología se fundamentan algunos de sus fallos o sus proyectos de ley, que apartan a nuestra sociedad de los caminos del ser humano según el Evangelio.

 

Nuestra vocación al desarrollo

 

Dicen Pablo VI y  Benedicto XVI que nuestro propio desarrollo es una vocación a la que todos estamos llamados. No podemos hacernos los sordos a la llamada a nuestro propio desarrollo. Volvamos a leer las palabras de Populorum progressio con las que terminamos la reflexión anterior:

15. En los designios de Dios, cada hombre está llamado a desarrollarse, porque toda vida es una vocación. Desde su nacimiento, ha sido dado a todos como un germen, un conjunto de aptitudes y de cualidades para hacerlas fructificar: su floración, fruto de la educación recibida en el propio ambiente y del esfuerzo personal, permitirá a cada uno orientarse hacia el destino, que le ha sido propuesto por el Creador. Dotado de inteligencia y de libertad, el hombre es responsable de su crecimiento, lo mismo que de su salvación. Ayudado, y a veces es trabado, por los que lo educan y lo rodean, cada uno permanece siempre, sean los que sean los influjos que sobre él se ejercen, el artífice principal de su éxito o de su fracaso: por sólo el esfuerzo de su inteligencia y de su voluntad, cada hombre puede crecer en humanidad, valer más, ser más.

De manera que todos estamos llamados a desarrollarnos, a crecer como personas, y es ése un deber personal: Dotado de inteligencia y de libertad, el hombre es responsable de su crecimiento, lo mismo que de su salvación. Aclara a continuación Pablo VI:

16. Por otra parte este crecimiento no es facultativo. De la misma manera que la creación entera está ordenada a su Creador, la creatura espiritual está obligada a orientar espontáneamente su vida hacia Dios, verdad primera y bien soberano. Resulta así que el crecimiento humano constituye como un resumen de nuestros deberes. Más aun, esta armonía de la naturaleza, enriquecida por el esfuerzo personal y responsable, está llamada a superarse a sí misma. Por su inserción en el Cristo vivo, el hombre tiene el camino abierto hacia un progreso nuevo, hacia un humanismo trascendental, que le da su mayor plenitud; tal es la finalidad suprema del desarrollo personal.

Trabajar por nuestro propio desarrollo es, entonces, un deber personal; que es el resumen de nuestros deberes, dice Pablo VI, como lo acabamos de leer. Repitamos algunas  frases de Pablo VI:

– En los designios de Dios, cada hombre está llamado a desarrollarse, porque toda vida es una vocación.

Desde su nacimiento, ha sido dado a todos como un germen, un conjunto de aptitudes y de cualidades para hacerlas fructificar.

Dotado de inteligencia y de libertad, el hombre es responsable de su crecimiento, lo mismo que de su salvación.

– Cada uno permanece siempre, sean los que sean los influjos que sobre él se ejercen, el artífice principal de su éxito o de su fracaso

Cada hombre puede crecer en humanidad, valer más, ser más.

– Por su inserción en el Cristo vivo, el hombre tiene el camino abierto hacia un progreso nuevo, hacia un humanismo trascendental, que le da su mayor plenitud; tal es la finalidad suprema del desarrollo personal.

 

Desarrollo y Parábola de los talentos

 

Después de escuchar estas enseñanzas no podemos ignorar la advertencia de la parábola de los talentos porque Desde nuestro nacimiento,  nos ha sido dado a todos como un germen, un conjunto de aptitudes y de cualidades para hacerlas fructificar. Un día nos pedirán cuentas.  De nosotros espera el Señor que hayamos hecho fructificar las cualidades y aptitudes que nos fueron dadas (Mt 25 14-30).

Esas aptitudes y cualidades de distinto orden nos han sido dadas paras que las hagamos crecer. El día de la cuenta final no podemos llegar siendo más imperfectos… Estamos llamados a orientar nuestra vida hacia Dios, verdad primera y bien soberano.

La vocación de la persona humana al desarrollo comienza en el momento en que de Dios la llama a la vida. Cuando Dios infunde su espíritu a ese minúsculo ser, lo está dotando del poder de crecer, de desarrollarse; primero al cuidado del amor materno que le presta el refugio de su vientre y los medios para irse convirtiendo, hasta su nacimiento, en un hijo de Dios completo, con la capacidad de un ser humano independiente.

 

Aborto y desarrollo

 

Hay personas que, por medio del aborto, pretenden impedir que ese ser llamado a la vida vea la luz, llegue a ser, como está destinado a ser, una persona humana que desarrolle libremente su camino hacia la eternidad y preste su inteligencia, su voz, sus manos, para el desarrollo del mundo, según los planes del Creador. 

En el N° 17 de Caritas in veritate Benedicto XVI nos explica lo que significa la vocación al desarrollo a que  estamos llamados. Como Dios nos creó libres, su llamada al desarrollo implica una respuesta libre de nuestra parte. Dice así el Santo Padre:

17. La vocación es una llamada que requiere una respuesta libre y responsable.

Uno responde libremente cuando no lo hace obligado por otras personas o porque las circunstancias no le permiten otra salida. Nuestra respuesta es “responsable”, cuando somos conscientes de que debemos dar cuenta de nuestra acción.

 

El desarrollo humano integral supone la libertad responsable de la persona y de los pueblos: ninguna estructura puede garantizar dicho desarrollo desde fuera y por encima de la responsabilidad humana. Los «mesianismos prometedores, pero forjadores de ilusiones»[2] basan siempre sus propias propuestas en la negación de la dimensión trascendente del desarrollo, seguros de tenerlo todo a su disposición. Esta falsa seguridad se convierte en debilidad, porque comporta el sometimiento del hombre, reducido a un medio para el desarrollo, mientras que la humildad de quien acoge una vocación se transforma en verdadera autonomía, porque hace libre a la persona.

 

Los falsos mesías, forjadores de falsas ilusiones

El comienzo de este número 17 de Caritas in veritate evoca claramente la advertencia de Pablo VI sobre el peligro de los falsos mesianismos, “forjadores de ilusiones”. Cuando el mesianismo comunista que prometía un paraíso terreno se derrumbó, pensamos que ese peligro había pasado; sin embargo vemos hoy que aparecen nuevas dictaduras que vuelven a ofrecer un aparente desarrollo, que para conseguirlo exige que se le empeñe el don de la libertad y  surgen rebaños de personas obnubiladas por las promesas que a la postre resultan engaños.

No podemos aceptar un desarrollo aparente que, a cambio, obliga a renunciar al verdadero, propio desarrollo. No promete  un desarrollo humano integral, si recorta la libertad.

En Venezuela anuncian ya que están creando una especie de cartilla de racionamiento, a la cual tendrán acceso los que se sometan al nuevo movimiento. Están cerca de las elecciones, de manera que parece claro el intercambio que se propondrá: “tienes derecho a la cartilla para conseguir alimentos a precios especiales, si adhieres a la revolución”… Se ofrece el trueque de calmar el hambre, a cambio de la libertad.

Leamos las palabras de Pablo VI en Populorum progressio en los N° 6 y 11 a las cuales se refiere Caritas in veritate. Pablo VI presenta primero cuáles son las aspiraciones del ser humano.

¿A qué aspiran  los hombres de hoy?

 

6. Verse libres de la miseria, hallar con más seguridad la propia subsistencia, la salud, una ocupación estable; participar todavía más en las responsabilidades, fuera de toda opresión y al abrigo de situaciones que ofenden su dignidad de hombres; ser más instruidos; en una palabra, hacer, conocer y tener más para ser más: tal es la aspiración de los hombres de hoy, mientras que un gran número de ellos se ven condenados a vivir en condiciones, que hacen ilusorio este legítimo deseo. Por otra parte, los pueblos llegados recientemente a la independencia nacional sienten la necesidad de añadir a esta libertad política un crecimiento autónomo y digno, social no menos que económico, a fin de asegurar a sus ciudadanos su pleno desarrollo humano y ocupar el puesto que les corresponde en el concierto de las naciones.

Para crecer es necesaria la libertad política, es decir la libertad de la que gozan  los pueblos independientes. Y no es suficiente sólo el crecimiento económico; se requiere también un crecimiento social, que no es posible sin libertad individual. No basta tener más; lo que la persona humana quiere para sí es SER más.  La búsqueda de satisfacción del hondo deseo de ser más, de mayor desarrollo, puede conducir por caminos equivocados, que lleven sólo a TENER más y la consecuencia puede ser tener más pero SER menos. Leamos la advertencia de Pablo VI sobre los falsos mesianismos, en el N° 11 de Populorum progressio:

En este desarrollo, la tentación se hace tan violenta, que amenaza arrastrar hacia los mesianismos prometedores, pero forjados de ilusiones. ¿Quién no ve los peligros que hay en ello de reacciones populares y de deslizamientos hacia las ideologías totalitarias? Estos son los datos del problema, cuya gravedad no puede escapar a nadie.

 

Artífices de de nuestro éxito o de nuestro fracaso

Sobre estas reflexiones de Pablo VI dice Caritas in veritate en el N° 17 que estamos estudiando:

 

Pablo VI no tiene duda de que hay obstáculos y condicionamientos que frenan el desarrollo, pero tiene también la certeza de que «cada uno permanece siempre, sean los que sean los influjos que sobre él se ejercen, el artífice principal de su éxito o de su fracaso»[3]. Esta libertad se refiere al desarrollo que tenemos ante nosotros pero, al mismo tiempo, también a las situaciones de subdesarrollo, que no son fruto de la casualidad o de una necesidad histórica, sino que dependen de la responsabilidad humana. Por eso, «los pueblos hambrientos interpelan hoy, con acento dramático, a los pueblos opulentos»[4]. También esto es vocación, en cuanto llamada de hombres libres a hombres libres para asumir una responsabilidad común. Pablo VI percibía netamente la importancia de las estructuras económicas y de las instituciones, pero se daba cuenta con igual claridad de que la naturaleza de éstas era ser instrumentos de la libertad humana. Sólo si es libre, el desarrollo puede ser integralmente humano; sólo en un régimen de libertad responsable puede crecer de manera adecuada.

Oigamos una vez más, de labios del Papa, el clamor de los hambrientos,  que es para cada uno de nosotros, una llamada, una vocación: «los pueblos hambrientos interpelan hoy, con acento dramático, a los pueblos opulentos»[5]. También esto es vocación, en cuanto llamada de hombres libres a hombres libres para asumir una responsabilidad común.

Los seres humanos tenemos una vocación a trabajar por el desarrollo de los más pobres. A eso nos llama Dios. Tienen también una vocación las estructuras económicas y las instituciones: no existen los gremios económicos ni las instituciones del gobierno nacional ni las organizaciones internacionales para beneficio de unos pocos, su vocación es el bien común, no sólo su bien particular.

 

Nuestra banca nacional no parece entender que su vocación, su razón de ser, deba ser el bien común. Llama la atención que con sus inmensas ganancias, no comprendan que no existirían si sus clientes se les apartaran. A pesar de sus inmensas utilidades, los bancos acaban de pedir al gobierno que quiten la tasa de usura, con el curioso argumento de que la razón por la cual los pobres no tienen acceso a los servicios bancarios, es que esas entidades no les pueden prestar a intereses bajos. Como si estuvieran prestando a pérdida, para querer aumentar las tasas que ya son muy altas.[6]

 

Dice Benedicto XVI, que Pablo VI percibía netamente la importancia de las estructuras económicas y de las instituciones, pero se daba cuenta con igual claridad de que la naturaleza de éstas era ser instrumentos de la libertad humana. Sólo si es libre, el desarrollo puede ser integralmente humano; sólo en un régimen de libertad responsable puede crecer de manera adecuada.

¿Será que comprenden los banqueros que la naturaleza de las instituciones, – también de las financieras, – es ser instrumentos del desarrollo de la persona humana y no sólo del crecimiento económico de sus dueños? ¿Será que no comprenden que son parte del libre mercado, pero que esa libertad tiene que ser responsable frente al bien común?

 

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

 

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com

 


[1] Cr Relexión 49 jueves 1 de marzo 2007.

[2] Cf. Carta enc. Populorum progressio 11: l.c., 262; Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 25: l.c., 822-824.

[3] Carta enc. Populorum progressio, 15: l.c., 265.

[4] Ibíd., 3: l.c., 258.

[5] Ibíd., 3: l.c., 258.

[6] Según El Tiempo, Bogotá, 01 septiembre 2010,  en Colombia el desempleo continúa en 12.6%, mientras el subempleo crece. En julio 21010, los subempleados llegaron a 7.34 millones. El sector financiero, por otra parte ganó $ 5.3 billones (millones de millones de pesos) en siete meses. ¿De dónde obtienen tan generosas ganancia?

Reflexión 185 – Caritas in veritate N° 15-20 (Charla 23)

Caritas in veritate N° 15-20 (Charla 23)

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¿De qué tratan estas reflexiones?

El tema de este blog es la DSI, como se nos enseña en los documentos del magisterio. Nuestro texto es el libro Compendio de la DSI, preparado por  el Pontificio Consejo Justicia y Paz. Juan Pablo II  le  encargó su preparación. En este libro se recogió la DSI con base, en primer lugar, en la Sagrada Biblia. Un lugar principalísimo ocupan en la formación de la DSI los documentos de los Concilios, de los Sínodos y muy especialmente las enseñanzas de los Sumos Pontífices.

Estamos ahora estudiando la encíclica Caritas in veritate, Caridad en la verdad, de Benedicto XVI, publicada para conmemorar los 40 años de la publicación de Populorum progressio, sobre el desarrollo de los pueblos, de Pablo VI.

La importancia del estudio de la DSI la hemos aprendido guiados en particular por Benedicto XVI y por sus antecesores Juan Pablo II y Pablo VI; de ellos hemos aprendido que la DSI es un elemento esencial de la evangelización; es la DSI anuncio y testimonio de la fe, instrumento y fuente imprescindible para educarse en la fe.

¿Tiene que ver la evangelización con el desarrollo?

Terminamos la reflexión anterior con las consideraciones que nos hace Benedicto XVI sobre la conexión que la evangelización tiene con la promoción humana, es decir con el desarrollo integral de la persona, como lo encontramos en el N° 31 de la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi.

La evangelización es una contribución muy importante en el desarrollo integral de la persona humana, y como la DSI es una parte importante de nuestra formación en la fe, si no conocemos y practicamos la DSI nuestra formación en la fe queda incompleta.

Antropología cristiana y desarrollo

Aprendimos que los vínculos muy fuertes que la evangelización tiene con la promoción humana son de índole antropológico y teológico ,y que tiene sus raíces en el Evangelio mismo. Que el lazo que une a la evangelización con el desarrollo de la persona humana se origine en la antropología cristiana quiere decir que, el mensaje de salvación que se predica tiene que estar de acuerdo con la naturaleza humana como Dios la diseñó; que el ser humano que hay que salvar, el que hay que evangelizar, es un ser humano como Dios lo creó: un ser de carne y hueso, con necesidades materiales y también espirituales, una creatura de naturaleza social, que tiene necesidad de desarrollar sus capacidades intelectuales, por lo tanto necesita acceder a la educación, al cuidado de su salud, de progresar en su vida sobrenatural, de vivir una vida digna en su trabajo, de tener también una vivienda digna y una alimentación adecuada.

La naturaleza humana como Dios la diseñó

El ser humano está dotado también de virtudes sobrenaturales, porque es creado a imagen de Dios y, redimido por su misericordia, está destinado a compartir la vida divina. Ese es el ser humano que hay que evangelizar, el que hay que salvar; un ser humano capaz de progresar, de crecer, porque tiene un origen divino como es creado a imagen de su Creador, está dotado de dones y medios que le hacen posible llegar a su destino que es la eternidad.

En la concepción del ser humano desde la óptica de la antropología cristiana, el papel de Dios en nuestra existencia es esencial

Podríamos decir que la explicación sobre el vínculo antropológico del desarrollo humano con la evangelización es suficiente para entender que, además de un vínculo antropológico, existe también un vínculo teológico, pues en la concepción del ser humano desde la óptica de la antropología cristiana, el papel de Dios en nuestra existencia es esencial. Un vínculo teológico de la promoción humana con la evangelización quiere decir que ese vínculo se origina en Dios. Eso parece obvio, sin embargo, Evangelii nuntiandi profundiza y amplía su explicación sobre los vínculos del desarrollo humano con la evangelización al enseñarnos que el vínculo de orden teológico entre el desarrollo humano y la evangelización tiene su origen en el sentido de la redención.

La persona humana no sólo fue creada por Dios a su imagen, pero abandonada luego al azar. Como el ser humano cayó,- con arrogancia se separó de su Creador, – el Padre misericordioso no lo abandonó, antes le tendió la mano e ideó un plan de redención como sólo a su amor infinito se le podía ocurrir: de tal manera ama el Padre a su creatura, que entregó a su Hijo Unigénito para redimirlo y encaminarlo de nuevo a su destino (Jn 3,16).

Papel de la evangelización en la promoción de la justicia

Como consecuencia de su caída, el ser humano vive en situaciones de pecado y de injusticia y es papel de la evangelización combatir la injusticia y restaurar la justicia. Recordemos el papel de la caridad, virtud eminentemente evangélica, en la restauración y promoción de la justicia.

Para completar el repaso de los tres fuertes vínculos de la evangelización con la promoción humana, – vínculos antropológico, teológico y evangélico, volvamos a leer las palabras textuales de Evangelii nuntiandi (31), sobre la necesaria conexión de la evangelización misma con la promoción humana.

Entre evangelización y promoción humana (desarrollo, liberación) existen efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden eminentemente evangélico como es el de la caridad: en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre? Nos mismo lo indicamos, al recordar que no es posible aceptar “que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor al prójimo que sufre o padece necesidad”[1].

El testimonio y el anuncio de Jesucristo son complementarios

Recordemos, antes de continuar con el texto de Caritas in veritate, que dos elementos indispensables en la evangelización son el testimonio de vida y el anuncio claro, explícito, de la Buena Nueva; el anuncio claro e inequívoco de Jesucristo. Como dice Evangelii nuntiandi (21),

La Buena Nueva debe ser proclamada en primer lugar, mediante el testimonio (…) Este testimonio constituye ya de por sí una proclamación silenciosa, pero también muy clara y eficaz, de la Buena Nueva. Hay en ello un gesto inicial de evangelización (…) (22) Y, sin embargo, esto sigue siendo insuficiente, pues el más hermoso testimonio se revelará a la larga impotente si no es esclarecido, justificado —lo que Pedro llamaba dar “razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3,15), explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús. La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios.

Si eres cristiano dínoslo abiertamente y da testimonio de ello

En la reflexión anterior decíamos que sobre la necesidad del testimonio y de la proclamación de palabra, de la Buena Nueva, en el proceso de evangelización, nos puede ayudar recordar palabras y hechos que encontramos en el Evangelio. Jesús decía a sus discípulos que miraran más allá de las palabras, el testimonio de su vida. Cuando le pidieron que si era el Mesías se lo dijera claramente, Él respondió: “Yo se lo he dicho, pero ustedes no me creen. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí.”(Jn, 10, 24s). Cuando los seguidores del Bautista le hicieron una pregunta parecida sobre su identidad, Jesús les respondió: “Regresen y digan a Juan lo que ven y oyen.” (Mt, 11,4). No les pidió que dijeran al Bautista sólo lo que veían o sólo lo que oían, sino las dos cosas: lo que ven y lo que oyen. Sus actos de amor con los pobres, con los pecadores, con los enfermos. Lo que oyen: su predicación del Reino, las bienaventuranzas. Jesús quiere que miremos nuestra propia vida y seamos palabra y obra…

El desarrollo, una vocación a la que Dios nos llama

En los N° 16 a 20 de Caritas in veritate Benedicto XVI avanza en su explicación de Populorum progressio, la encíclica de Pablo VI sobre el desarrollo de los pueblos y trata algo nuevo de sumo interés; nos dice que Pablo VI presenta el progreso, el desarrollo, como una vocación a la que Dios nos llama. Dice el Santo Padre que en su fuente y en su esencia, el progreso es una vocación. Dios nos llama; es su voluntad que todos progresemos. El desarrollo es una llamada que Dios nos hace y requiere una respuesta libre y responsable. Dice también el Papa que el desarrollo humano integral, como vocación exige que se respete la verdad y, la visión del desarrollo como vocación, comporta que su centro sea la caridad.

Así termina Benedicto XVI su presentación del mensaje de Pablo VI en Populorum progressio. Leamos el N° 16 de Caritas in veritate:

16. En la Populorum progressio, Pablo VI nos ha querido decir, ante todo, que el progreso, en su fuente y en su esencia, es una vocación: «En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio progreso, porque la vida de todo hombre es una vocación»[2]. Esto es precisamente lo que legitima la intervención de la Iglesia en la problemática del desarrollo. Si éste afectase sólo a los aspectos técnicos de la vida del hombre, y no al sentido de su caminar en la historia junto con sus otros hermanos, ni al descubrimiento de la meta de este camino, la Iglesia no tendría por qué hablar de él. Pablo VI, como ya León XIII en la Rerum novarum[3], era consciente de cumplir un deber propio de su ministerio al proyectar la luz del Evangelio sobre las cuestiones sociales de su tiempo.[4]

El desarrollo humano lo quiere Dios y sólo en Él tiene pleno significado

Decir que el desarrollo es vocación equivale a reconocer, por un lado, que éste nace de una llamada trascendente y, por otro, que es incapaz de darse su significado último por sí mismo. Con buenos motivos, la palabra «vocación» aparece de nuevo en otro pasaje de la Encíclica (Populorum progressio), donde se afirma: «No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre al Absoluto en el reconocimiento de una vocación que da la idea verdadera de la vida humana»[5]. Esta visión del progreso es el corazón de la Populorum progressio y motiva todas las reflexiones de Pablo VI sobre la libertad, la verdad y la caridad en el desarrollo. Es también la razón principal por lo que aquella Encíclica todavía es actual en nuestros días.

El origen y fuente de la vocación al desarrollo es Dios

Detengámonos en estas ideas: nos enseña la Iglesia que el progreso, el desarrollo, en su origen y en su esencia es una vocación. No es una vocación a la que están llamados sólo algunas personas; todos los seres humanos estamos llamados a trabajar por nuestro propio desarrollo y el de la sociedad. Nos dice el Papa que, en su fuente, el progreso es una vocación ¿Cuál es la fuente u origen de esa llamada al progreso? Esa fuente es Dios. En Dios se origina la llamada: En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio progreso, porque la vida de todo hombre es una vocación. Estas últimas palabras están tomadas del N° 15 de Populorum progressio.

El trabajo humano instrumento de perfección

Es oportuno recordar ahora, que el trabajo que todos estamos llamados a desempeñar es una colaboración con Dios en el mantenimiento y la perfección de la creación. Dios quiere que seamos sus colaboradores. En los programas que dedicamos al trabajo, ya hace algunos años, estudiamos el tema de la dignidad y alegría de trabajar. Juan Pablo II en su encíclica Laboren exercens, sobre el trabajo humano, trata ampliamente este asunto. El capítulo II, N° 4ss, de esa encíclica, lleva como título EL TRABAJO Y EL HOMBRE. Allí dice: El hombre es la imagen de Dios, entre otros motivos, por el mandato recibido de su Creador de someter y dominar la tierra. En la realización de este mandato, el hombre, todo ser humano, hace que la acción misma del Creador del universo se refleje en él.

Continuadores de la obra de la creación

En uno de los programas sobre La Alegría de Trabajar decíamos:

Un pensamiento que nos debe llenar de gozo es que vivimos en la tierra que Dios nos entregó, para que entre todos, y con Él, continuemos la obra de la creación. Para eso tenemos que utilizar bien los medios inventados por el hombre, gracias a la inteligencia que Dios nos dio. El campo donde tenemos que conseguir la perfección es el trabajo. ¿Cómo? pues haciéndolo bien. El trabajo que sea. Hay una inmensa variedad de trabajos, y como allí pasamos la mayor parte de nuestra vida, tenemos que conocerlo, volverlo la fuente de nuestro gozo y el medio donde podemos conseguir la perfección.

El tema del trabajo, como la manera de realizar nuestra vocación a nuestro propio desarrollo, nos llena de optimismo. Tenemos todos una vocación maravillosa. Voy a repetir algo de la reflexión que hicimos en La Alegría de trabajar.

Somos partícipes de la capacidad creadora de Dios

Nuestra vida de trabajo puede y debe ser una fuente de perfección y de alegría. Somos partícipes de la capacidad creadora de Dios. Para ser buenos colaboradores tenemos que conocer el campo y los medios de trabajo, para que a imitación del Padre, cuando terminemos nuestra obra, podamos decir con satisfacción que quedó muy bien: la mesa que hice, la comida que preparé, la visita de ventas que realicé, la manera como atendí al comprador, como recibí al empleado que me buscó, como quedó la calle que barrí, la pared que pinté, el vestido que cosí, el trato al paciente que examiné, mi amabilidad con el pasajero que llevé, la clase que dicté, la Junta que presidí, la investigación que realicé, el arreglo de flores que entregué, la información que comuniqué… Sería una agradable sensación, si de todo lo que hagamos en el trabajo, pudiéramos decir al terminar el día, que nos quedó muy bien, como el Creador al fin de cada día de la semana de la creación y al terminar su obra: Vió Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. (Gen 1, 31)

Teilhard de Chardin y cómo nuestro trabajo puede ser fuente de inmenso gozo

A propósito de nuestra colaboración en la obra creadora de Dios, recordemos las palabras del reconocido antropólogo y paleontólogo, el jesuita Pierre Teilhard de Chardin; sus bellas palabras nos ayudan a entender la importancia de nuestro trabajo y cómo puede ser fuente de inmenso gozo. Dice el P. Teilhard de Chardin:

“Podemos imaginar quizás, que la creación terminó hace tiempos. Pero eso no es así. La creación continúa y todavía con mayor magnificencia, y en los niveles más altos del mundo… Y nosotros servimos para completarla, aun con el trabajo más humilde de nuestras manos. Ese es en últimas, el sentido y el valor de nuestros actos.”[6] [7]

Son unas refrescantes palabras: ayudar a completar la creación, aun con el trabajo más humilde de nuestras manos.

El presidente Kennedy y cómo aquí en la tierra el trabajo de Dios debe ser el nuestro

No sé si el presidente John F. Kennedy conocía este enfoque cristiano sobre el trabajo, pero terminó su discurso de posesión con estas palabras (traducidas del inglés):

“Con la única recompensa segura, que es nuestra buena conciencia, con la historia como último juez de nuestros actos, llevemos adelante la tierra que amamos, pidiendo la bendición y la ayuda de Dios, pero sabiendo que aquí en la tierra el trabajo de Dios debe ser el nuestro.” (“knowing that here on earth God’s work must truly be our own.”)

Juan Pablo II y cómo mediante el trabajo el hombre se hace más hombre

En su encíclica Laborem Exercens, Juan Pablo II afirma sobre la dignidad de la persona y el trabajo:

El trabajo es un bien del hombre – es un bien de la humanidad -, porque, mediante el trabajo, el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre; es más en un cierto sentido, <se hace más hombre>.[8]

Según Theilard De Chardin el mundo mismo, como lo ven los ojos de la ciencia, es donde son más claras las obras de Dios

Y sobre el trabajo como participación en la obra del Creador, afirma Juan Pablo II en la encíclica Laborem exercens:

En la palabra de la divina Revelación está inscrita muy profundamente esta verdad fundamental: que el hombre, creado a imagen de Dios, mediante su trabajo, participa en la obra del Creador, y según la medida de sus propias posibilidades, en cierto sentido, continúa desarrollándola y la completa, avanzando cada vez más en el descubrimiento de los recursos y de los valores encerrados en todo lo creado.

Las palabras de Populorum progressio que siguen, tomadas del N° 15 nos aclaran aún más por qué nuestro propio desarrollo es una vocación a la que todos estamos llamados:

15. En los designios de Dios, cada hombre está llamado a desarrollarse, porque toda vida es una vocación. Desde su nacimiento, ha sido dado a todos como un germen, un conjunto de aptitudes y de cualidades para hacerlas fructificar: su floración, fruto de la educación recibida en el propio ambiente y del esfuerzo personal, permitirá a cada uno orientarse hacia el destino, que le ha sido propuesto por el Creador. Dotado de inteligencia y de libertad, el hombre es responsable de su crecimiento, lo mismo que de su salvación. Ayudado, y a veces es trabado, por los que lo educan y lo rodean, cada uno permanece siempre, sean los que sean los influjos que sobre él se ejercen, el artífice principal de su éxito o de su fracaso: por sólo el esfuerzo de su inteligencia y de su voluntad, cada hombre puede crecer en humanidad, valer más, ser más.

Nuestro propio desarrollo es un deber personal

De manera que todos estamos llamados a desarrollarnos, a crecer como personas y es ése un deber personal, como aclara a continuación Pablo VI:

16. Por otra parte este crecimiento no es facultativo. De la misma manera que la creación entera está ordenada a su Creador, la creatura espiritual está obligada a orientar espontáneamente su vida hacia Dios, verdad primera y bien soberano. Resulta así que el crecimiento humano constituye como un resumen de nuestros deberes. Más aun, esta armonía de la naturaleza, enriquecida por el esfuerzo personal y responsable, está llamada a superarse a sí misma. Por su inserción en el Cristo vivo, el hombre tiene el camino abierto hacia un progreso nuevo, hacia un humanismo trascendental, que le da su mayor plenitud; tal es la finalidad suprema del desarrollo personal.

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Pablo VI, Discurso en la apertura de la III Asamblea General del Sínodo de los Obispos (27 setiembre 1974): AAS 66 (1974), p. 562.

[2] Populorum progressio, 15

[3] Cf. ibíd., 2: l.c., 258; León XIII, Carta enc. Rerum novarum (15 mayo 1891): Leonis XIII P.M. Acta, XI, Romae 1892, 97-144; Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 8: l.c., 519-520; Id., Carta enc. Centesimus annus, 5: l.c., 799.

[4] Cf. Carta enc. Populorum progressio, 2. 13: l.c., 258. 263-264.

[5] Ibíd., 42: l.c., 278.

[6] Teilhard de Chardin, “The Divine Milieu”, An Essay on the Interior Life, Harper & Row, Publishers, New York , página 62 Th, de Ch. escribió “El Medio Divino” en 1927, mientras trabajaba como miembro de un equipo de paleotólogos en China. El escenario para la visión mística y profunda de Dios del P. Th de Ch era el mundo material en que se hallaba inmerso por su trabajo. Según Th. De Ch. el mundo mismo, como lo ven los ojos de la ciencia, es donde son más claras las obras de Dios. (Comentario en “Toward a Science Charged of Faith”, Chapter 5 of God and Science, by Charles P. Henderson, tomado de internet.

[7] El P. Th. De Ch. sostiene que las ciencias naturales validan las afirmaciones fundamentales de la fe cristiana. Afirma que la única manera de salvar a la ciencia de su autodestrucción es volver a poner a Dios en el centro, en el corazón de la ciencia. Los científicos ateos, en cambio, pretenden mantener a Dios lejos de la ciencia.

[8] Juan Pablo II, Laborem Exercens, Nº 9