Reflexión 129 Finalidad Religiosa y Moral, N° 82


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Doctrina social, teología y teología moral

En nuestro estudio seguimos el Compendio de la D.S.I., el libro preparado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz, que nos ofrece la doctrina social oficial, de la Iglesia.

Revisemos el camino que hemos recorrido en las últimas reflexiones.

Hemos venido estudiando la Naturaleza de la D.S. católica, es decir qué es la D.S. católica. Hemos visto ya, que la doctrina social de la Iglesia es, un conocimiento iluminado por la fe; de manera que no son unas enseñanzas basadas solamente en las ciencias sociales. Como hemos visto, la D.S.I. pertenece al ámbito de la teología moral.[1] Recordemos que la teología es la ciencia que busca entender e interpretar la verdad de la revelación, y que la teología moral, es una reflexión sobre la conducta cristiana, a partir de las enseñanzas de la revelación, de lo que nos enseña la Palabra de Dios.[2] Entonces, la teología busca entender lo que se nos ha revelado en la Escritura y la teología moral reflexiona sobre la conducta del cristiano a partir de las enseñanzas de la Sagrada Escritura.

Así pues, ya tenemos claro que la D.S.I. no es un conocimiento que pertenezca al campo de la política o de la sociología, aunque la D.S.I. está en diálogo con esas ciencias. Esto quiere decir que la D.S. se vale de las contribuciones de la filosofía y de las ciencias humanas como la biología, la psicología, la sociología, la economía, que nos ayudan a comprender mejor los conceptos básicos de la doctrina social, tales como la persona humana, la libertad, la conciencia, la ética, el derecho, la justicia, el bien común, la solidaridad, la subsidiaridad, el Estado.[3]

¿Y las demás ciencias qué aportan?

Gracias a las contribuciones de las demás ciencias, la Iglesia puede comprender de forma más precisa al ser humano en la sociedad; puede hablarnos de manera más convincente y puede cumplir su tarea de enseñarnos cómo la doctrina social tiene como fundamentos la Palabra de Dios y la fe. Como dice el libro Compendio de la D.S.I. en el N° 78, La Iglesia es consciente de que un conocimiento profundo del hombre no se alcanza sólo con la teología, sin las aportaciones de otros muchos saberes, a los cuales la teología hace referencia.

Los autores de la Doctrina Social y su objeto

Hemos estudiado también, que la doctrina social, es de la Iglesia, porque la Iglesia la elabora, la difunde y la enseña. Vimos que la D.S. se ha ido elaborando en el tiempo, por el Magisterio Universal de la Iglesia: es decir el Papa, los Concilios, las conferencias episcopales, con los aportes de toda la comunidad eclesial: sacerdotes, religiosos y laicos, según la diversidad de las tareas, carismas y ministerios que a cada quien corresponden. (N° 79-80)

En los últimos programas hemos estado reflexionando sobre el objeto de la doctrina social, y hemos aprendido que el objeto de la D.S.I. es el ser humano llamado a la salvación, confiado por Cristo al cuidado y responsabilidad de la Iglesia.

Desde esta perspectiva del ser humano llamado a la salvación, confiado por Cristo al cuidado de la Iglesia, vimos que la Iglesia tiene la doble tarea de anuncio y de denuncia. Tiene la tarea de anunciar cuál es la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, y la de denunciar el pecado de injusticia y de violencia que afecta a las personas y por lo tanto a la sociedad. La semana pasada nos detuvimos a presentar algunos ejemplos de mártires de la justicia social; mártires, porque se atrevieron a anunciar la dignidad de las personas y a denunciar las injusticias contra ellas.

Doble finalidad de la Doctrina Social

Ahora vamos continuar nuestro estudio, con el N° 82 del Compendio de la D.S.I. Vamos a leer este número y nos detendremos luego, en algunas reflexiones.

La finalidad de la doctrina social es de orden religioso y moral.[4] Religioso, porque la misión evangelizadora y salvífica de la Iglesia alcanza al hombre « en la plena verdad de su existencia, de su ser personal y a la vez de su ser comunitario y social ».[5] Moral, porque la Iglesia mira hacia un « humanismo pleno »[6] es decir, a la « liberación de todo lo que oprime al hombre »[7] y al « desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres ».[8]La doctrina social traza los caminos que hay que recorrer / para edificar una sociedad reconciliada y armonizada en la justicia y en el amor, que anticipa en la historia, de modo incipiente y prefigurado, los « nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia » (2 P 3,13

Vamos ahora por partes. Recorramos algunas ideas de este número 82. Nos dice la Iglesia que La finalidad de la doctrina social es de orden religioso y moral. Religioso, porque la misión evangelizadora y salvífica de la Iglesia / alcanza al hombre «en la plena verdad de su existencia, de su ser personal y a la vez de su ser comunitario y social».

La finalidad de la doctrina social es de orden religioso

Detengámonos primero en la afirmación: La finalidad de la doctrina social es de orden religioso ¿Cómo debemos entender que la finalidad de la doctrina social es de orden religioso?

Habíamos visto ya en el N° 81, que el objeto de la doctrina social es el hombre llamado a la salvación. Es que la persona humana y la salvación van juntos. Al mismo tiempo que Dios creó al ser humano, lo llamó a la salvación. Creó al ser humano por pura bondad, para que comparta su vida.[9] Vimos también que salvación y Reino de Dios son lo mismo. El ser humano está destinado a la salvación, su fin es llegar al Reino de Dios, para eso nos creó Dios.

Sobre este tema del fin del hombre los invito a leer y meditar la carta de San Pablo a los Efesios, 1, 3-14, donde Pablo nos presenta el plan divino de salvación, de manera completa y fascinante. Nos indica allí el Apóstol el fin del hombre y de la historia, y la recapitulación de todas las cosas en Cristo. [10]

La doctrina social es sobre la persona humana y la sociedad en la cual vive. Mientras participamos en la vida de la sociedad, con nuestra actividad colaboramos, o no, en la construcción del Reino de Dios. El reino de Dios se empieza a construir desde acá. Lo que busca la doctrina social es hacernos reflexionar sobre la sociedad y sobre nuestro papel en ella. Debemos confrontar el funcionamiento de la sociedad, y de nosotros, que somos parte de ella, frente al proyecto de Dios, como Jesús nos lo presentó en el Evangelio. Si nosotros y la sociedad, no vamos por el camino que hay que recorrer para que se realice el proyecto de Dios, tenemos que convertirnos, tenemos que ordenar nuestra vida, cambiar de dirección y volver al camino que conduce al Reino.

La D.S.I. no la podemos separar de lo religioso

De manera que la finalidad de la doctrina social es de orden religioso. Es que la D.S.I. no la podemos separar de lo religioso. Allí está Dios, porque se trata de la construcción de su Reino, se trata del ser humano que tiene a Dios como principio y fin. Se trata de hacer la voluntad de Dios, de seguir sus caminos.

Si en nuestra vida en sociedad tratamos de realizar el proyecto divino, viviremos de tal manera, que nuestra sociedad se irá convirtiendo en un preanuncio de lo que será el Reino cuando esté definitivamente instaurado: un reino de justicia, de amor y de paz.

El Reino supone la conversión

El proyecto de Dios para la humanidad es perfecto, pero ponemos muchos obstáculos para que sea realidad. El Reino supone, por eso, la conversión. No esperemos solamente que los demás se conviertan; los que calificamos de violentos, de injustos. Nos tenemos que convertir todos. Tenemos que modificar nuestro modo de vivir, todos. Tenemos que ser solidarios, todos. No esperemos que los demás cambien. Empecemos por cambiar nosotros, cada uno de nosotros. No echemos la culpa al ambiente que nos rodea, a las estructuras económicas, políticas, sociales, que parecen dominar a la sociedad de nuestro tiempo.

Para que el ideal del Reino se lleve a cabo, tenemos que dejar que el Señor toque nuestro corazón; tenemos que luchar por no dejarnos vencer de nuestra soberbia y de nuestro egoísmo. Y, como aprendimos la semana pasada en la Constitución pastoral Gaudium et spes, (25), el único modo de vencer nuestras malas inclinaciones, es con un denodado esfuerzo nuestro, ayudado por la gracia. La Gracia de Dios nos llama, tenemos que responder nosotros, con nuestro esfuerzo.

A este propósito, en la reflexión anterior vimos que, como nos enseña la Gaudium et spes, hay circunstancias sociales, que pueden ser propicias para inclinarnos al mal; por ejemplo, las propias de las estructuras económicas, de las estructuras políticas y sociales; y como nos enseña la misma Constitución Gaudium et spes, las perturbaciones que agitan la realidad social proceden, sobre todo, de la soberbia y del egoísmo humanos.

Estructuras injustas en lo económico, en lo político, en lo social, como son la organización de lo económico; los bienes los posee una minoría y por su egoísmo y codicia las estructuras económicas actuales son responsables de la pobreza y del hambre en el mundo. Estructuras injustas en la vida política, cuando se niega la libertad a que tiene derecho todo ser humano y la participación en el manejo de lo público; injusta es la conducta social discriminatoria, que se convierte en norma social. Esas estructuras no son las que caracterizan el Reino de Dios. Si manejamos así al mundo, si esas son las normas según las cuales funciona la sociedad, no vamos por el camino que conduce al Reino de Dios.

La doctrina social es una invitación a la conversión

Quisiera insistir en que la doctrina social es una invitación a la conversión. Quizás pensemos que los injustos y los violentos son los demás, al ver las injusticias y la violencia de las que somos testigos, por lo menos a través de los medios de comunicación. Quizás pensemos que son otros los que se deben convertir y nosotros no nos miramos hacia adentro. Si miramos, quizás encontremos injusticias y violencias, no en grados superlativos, pero de todos modos injusticias y violencia nuestras, a los demás. ¿Por qué no examinar cómo es nuestra justicia y nuestro amor con las personas que tenemos cercanas?

Benedicto XVI, en su reciente viaje a África, respondió así a la pregunta de una periodista francesa, sobre la situación de la Iglesia en ese continente.[11] La periodista fue punzante. Estas fueron sus palabras y luego el comentario del Santo Padre:

A veces, los responsables de la Iglesia son considerados como un grupo de ricos privilegiados, y sus comportamientos no son coherentes con el anuncio del Evangelio. ¿Usted invitará a la Iglesia en África / a un empeño de examen de conciencia y de purificación de las estructuras?

Comentario de Benedicto XVI:

Naturalmente, el pecado original está presente también en la Iglesia; no existe una sociedad perfecta y por tanto existen pecados y deficiencias en la Iglesia en África, y en este sentido un examen de conciencia, una purificación interior siempre es necesaria, y yo apelaré también al sentido de la liturgia eucarística: ésta empieza siempre con una purificación de la conciencia, y un nuevo comienzo en la presencia del Señor. Y diría que más que una purificación de las estructuras, que siempre es necesaria, es necesaria una purificación de los corazones, porque las estructuras son un reflejo de los corazones, y haremos todo lo posible para dar una nueva fuerza a la espiritualidad, a la presencia de Dios en nuestro corazón, sea para la purificación de las estructuras de la Iglesia, sea para ayudar a la purificación de las estructuras de la sociedad.

Las estructuras son un reflejo de los corazones

Gaudium et spes nos había enseñado que las perturbaciones que agitan la realidad social, proceden sobre todo, de la soberbia y del egoísmo humanos. Las palabras de Benedicto XVI van en esa misma dirección: es necesaria una purificación de los corazones, porque las estructuras son un reflejo de los corazones. Es necesaria la presencia de Dios en nuestros corazones para ayudar a la purificación de las estructuras de la sociedad.

El Compendio de la D.S.I. nos enseña que la finalidad de la doctrina social, además de religiosa es también moral. Recordemos sus palabras: Moral, porque la Iglesia mira hacia un « humanismo pleno» es decir, a la «liberación de todo lo que oprime al hombre» y al «desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres ».

Renovar el sistema económico desde dentro

Para comprender lo que significa que la finalidad de la doctrina social es religiosa y es también moral, nos vienen muy bien otras palabras de Benedicto XVI, en la misma entrevista de periodistas en el vuelo a Camerún, en su reciente visita pastoral al continente africano. El periodista John Thavis le preguntó:

Santidad, usted viaja a África mientras está en curso una crisis económica mundial que tiene sus reflejos también en los países pobres. Por otro lado, África debe afrontar en este momento una crisis alimentaria. Quisiera preguntarle tres cosas: ¿esta situación encontrará eco en su viaje? Y usted, ¿se dirigirá a la comunidad internacional / para que se haga cargo de los problemas de África? Y la tercera, ¿se hablará de estos problemas en la encíclica que está preparando?

Esta fue la respuesta del Papa:

Gracias por la pregunta. Naturalmente, yo no voy a África con un programa político-económico, porque me faltarían las competencias. Voy con un programa religioso, de fe, de moral, pero precisamente ésta es también una contribución esencial al problema de la crisis económica que vivimos en este momento.

Todos sabemos que un elemento fundamental de la crisis es precisamente un déficit de ética en las estructuras económicas; se comprende que la ética no es algo “fuera” de la economía, sino “dentro”, y que la economía no funciona si no lleva consigo el elemento ético. Por ello, hablando de Dios y hablando de los grandes valores espirituales que constituyen la vida cristiana, intentaré contribuir también a superar esta crisis, para renovar el sistema económico desde dentro, donde está el verdadero centro de la crisis. Y naturalmente, apelaré a la solidaridad internacional: la Iglesia es católica, es decir universal, abierta a todas las culturas, a todos los continentes; está presente en todos los sistemas políticos / y así la solidaridad es un principio interno, fundamental para el catolicismo.

Quisiera dirigir naturalmente un llamamiento ante todo a la propia solidaridad católica, pero extendiéndolo también a la solidaridad de todos aquellos que ven su responsabilidad en la sociedad humana de hoy. Obviamente hablaré de esto también en la encíclica: éste es un motivo del retraso. Estábamos a punto de publicarla, cuando se desencadenó esta crisis y hemos retomado el texto para responder más adecuadamente, en el ámbito de nuestras competencias, en el ámbito de la Doctrina Social de la Iglesia, pero con referencias reales a la crisis actual. Así espero que la Encíclica pueda ser también un elemento, una fuerza para superar la difícil situación actual.

Esperamos con gran interés la nueva encíclica de Benedicto XVI., que será una encíclica social. Nos anuncia el Santo Padre que en ella no hablará como experto en economía. Sus palabras serán desde la fe y de la moral, como es su papel. Podemos de antemano esperar críticas, como sucedió con Populorum progressio, de parte del pensamiento capitalista. Es difícil tocar el corazón, cuando los propios intereses están de por medio. Se habla mucho de que el problema central de la actual crisis es la falta de confianza. Esa es una causa ética, es una causa moral.

El Papa dice al respecto, que hablando de Dios y hablando de los grandes valores espirituales, que constituyen la vida cristiana, intentará contribuir también a superar esta crisis, para renovar el sistema económico desde dentro, donde está el verdadero centro de la crisis. Ojalá el mundo poderoso en la economía, no se haga el sordo.

La Iglesia mira hacia un «humanismo pleno»

El N° 82 del Compendio de la D.S.I. nos dice que la finalidad de la D.S. no es sólo religioso sino también moral. Moral, porque la Iglesia mira hacia un «humanismo pleno» es decir, a la «liberación de todo lo que oprime al hombre» y al «desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres».

Recuerdan estas palabras del Compendio, las de Pablo VI en la encíclica Populorum progressio, en el N° 42. Dice allí el Papa:

Es un humanismo pleno el que hay que promover.[12] ¿Qué quiere decir esto sino el desarrollo integral de todo hombre y de todos los hombres? Un humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios, que es la fuente de ellos, podría aparentemente triunfar. Ciertamente el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero «al fin y al cabo, sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano». [13] No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre a lo Absoluto, en el reconocimiento de una vocación, que da la idea verdadera de la vida humana. Lejos de ser norma última de los valores, el hombre no se realiza a sí mismo si no es superándose. Según la tan acertada expresión de Pascal: «el hombre supera infinitamente al hombre»[14]

Nos enseña el Compendio, que la finalidad de la D.S.I. mira a la « liberación de todo lo que oprime al hombre ». El término liberación se utiliza de diversas maneras; se refiere aquí a la liberación de la que nos habla Pablo VI, en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, en el N° 9, con estas palabras:

Como núcleo y centro de su Buena Nueva, Jesús anuncia la salvación, ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, pero que es sobre todo liberación del pecado y del maligno, dentro de la alegría de conocer a Dios y de ser conocido por El, de verlo, de entregarse a El. Todo esto tiene su arranque durante la vida de Cristo, y se logra de manea definitiva por su muerte y resurrección; pero debe ser continuado pacientemente a través de la historia hasta ser plenamente realizado el día de la venida final del mismo Cristo, cosa que nadie sabe cuándo tendrá lugar, a excepción del Padre.

De modo que la D.S.I. mira hacia un «humanismo pleno» es decir, a la « liberación de todo lo que oprime al hombre », liberación, sobre todo del pecado y del maligno. Quisiera que volviéramos al pensamiento de que esa liberación, que empezó en la vida de Cristo y se logra de modo definitivo con su muerte y resurrección, debe ser continuada pacientemente, hasta que sea plenamente realizado en la venida final de Cristo.

¿Qué se entiende cuando hablamos de “liberación”?

Es interesante leer una cita sobre el significado de liberación, cita de la que infortunadamente no tengo la referencia, pero que es de un trabajo en la celebración de los 40 años de la Conferencia Episcopal de América Latina en Medellín. Dice:

¿Qué se entiende cuando hablamos de “liberación”? El concepto original es el de evangelización liberadora, pese a las graves reinterpretaciones y desviaciones posteriores. La palabra «liberación» se hizo problemática cuando se le empezó a dar un contenido predominantemente sociológico y hasta ideológico, muy diferente al que se le dio en Medellín.
Para los Obispos que propusieron el concepto y participaron en los debates, el término liberación tenía una carga pascual muy viva: se refería a la salvación, pero incluyendo la preocupación por toda la realidad de la persona. Sin excluir lo social, existe una liberación cristiana bien entendida en un sentido integral, muy en armonía con lo que es la dimensión reconciliadora. Debe quedar claro, sin embargo, que en Medellín no existe confusión.

Esta cita concuerda con las últimas líneas del N° 82 del Compendio, que hemos comentado. Termina así este número:

La doctrina social traza los caminos que hay que recorrer para edificar una sociedad reconciliada y armonizada en la justicia y en el amor, que anticipa en la historia, de modo incipiente y prefigurado, los «nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia» (2 P 3,13).

Así terminamos el estudio sobre el objeto y la finalidad de la D.S.I. Si Dios quiere, la semana entrante empezaremos a reflexionar sobre los destinatarios de la D.S.


[1] Cf Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 41: “La doctrina social (…) es de naturaleza teológica, y específicamente teológico-moral, ya que “se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas.” Véase en el Compendio de la D.S.I. el N° 73

[2] Cf Gerald O’Collins, S.J., Edgard G. Farrugia, S.J., Diccionario abreviado de teología, Editorial Verbo Divino, 2002

[3] Cf Compendio de la D.S.I. N° 78 y Reflexión 122, en este blog, sobre la Naturaleza de la D.S.

[4] Cf. Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 190; Pío XII, Radiomensaje en el 50º aniversario de la « Rerum novarum »: AAS 33 (1941) 196-197; Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 42: AAS 58 (1966) 1079; Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 41: AAS 80 (1988) 570-572; Id., Carta enc. Centesimus annus, 53: AAS 83 (1991) 859; Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis conscientia, 72: AAS 79 (1987) 585-586.

[5] Juan Pablo II, Carta enc. Redemptor hominis, 14: AAS 71 (1979) 284; cf. Id., Discurso a la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Puebla (28 de enero de 1979), III/2: AAS 71 (1979) 199.

[6] Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 42: AAS 59 (1967) 278.

[7] Pablo VI, Exh. ap. Evangelii nuntiandi, 9: AAS 68 (1976) 10.

[8] Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 42: AAS 59 (1967) 278.

[9] Cf Catecismo de la Iglesia Católica, 1:Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada.”

[10] Cf Carlo María Martini, Poner orden en la propia vida, Meditaciones sobre el texto de los Ejercicios de San Ignacio, San Pablo, Pg 28

[11] El diálogo con los periodistas a bordo del avión que condujo al Santo Padre a África está tomado de la agencia Zenit, ZS090323.

[12] Cf., p. e., J. Maritain, L’humanisme intégral. París, Aubier, 1936.

[13] H. de Lubac, S. I., Le drame de l’humanisme athée, 3a. ed., París, Spes, 1945, 10.

[14] Pensées, ed. Brunschvieg, n. 434. Cf. M. Zundel, L’homme passe l’homme. Le Caire, Editions du Lien. 1944.