Reflexión 130 abril 2 de 2009 N° 83

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La Doctrina Social de la Iglesia

Un mensaje para los hijos de la Iglesia y para toda la humanidad

En nuestro estudio seguimos el libro Compendio de la D.S.I., preparado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz. Este libro nos ofrece la doctrina social oficial, de la Iglesia.

Vamos a continuar el estudio de la naturaleza de la D.S.I. Estudiamos ya los números 81 y 82 del Compendio de la D.S. Aprendimos en ellos que la D.S.I. no es una ciencia social simplemente, como puede ser la sociología, sino que pertenece al campo de la teología moral; que es teología, quiere decir, que la D.S.I. busca entender e interpretar la verdad que nos enseña la revelación, la Sagrada Escritura, sobre el ser humano y la sociedad en que vive.

Que la D.S.I. es teología moral, significa que trata sobre el comportamiento del cristiano. La D.S.I. hace una reflexión sobre la conducta cristiana, – en nuestro caso sobre la conducta del cristiano en la sociedad, -a partir de las enseñanzas de la Sagrada Escritura. En otras palabras, la D.S.I. nos lleva a reflexionar sobre cómo debemos vivir en sociedad, de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio.

No se trata de estudiar teorías, sino de examinar cómo es nuestro comportamiento con los demás y compararlo con lo que debería ser si siguiéramos el Evangelio. – Cómo es nuestro comportamiento y cómo debería ser. – Jesucristo no es teoría, Jesucristo es el VERBO, de manera que es acción. Jesucristo es verdad, es vida y es camino: si en nuestro modo de vida seguimos sus pasos, con la ayuda de su gracia estaremos siguiendo la verdad e iremos colaborando así, en la construcción del reino que un día gozaremos en toda su plenitud. Jesucristo es la VERDAD vivida, – no teórica. En el Evangelio nos enseña cómo vivirla.

La D.S.I. es de orden religioso…

Comprendimos también en nuestro estudio, que, como la D.S.I. pertenece al campo de la teología moral, es de orden religioso y moral. La D.S.I. es de orden religioso porque en sus enseñanzas Dios está necesariamente presente. En la D.S.I. se busca que el ser humano, llamado a la salvación, viva en la sociedad, – es decir en sus relaciones con los demás, – de manera que la persona humana y la sociedad se vayan desarrollando según los planes de Dios; no sólo según los expertos sociólogos, economistas o políticos. Los planteamientos de esos expertos casi siempre van mezclados con intereses políticos y personales. Por eso los expertos católicos que vivan la D.S.I., tienen que preguntarse si sus propuestas o teorías contribuyen o no a la realización de los planes de Dios para toda la persona humana, – considerada de manera integral, – y para todos los seres humanos, sin discriminación.

…y es de orden moral

Como vemos la D.S.I. es religiosa y es moral porque promueve el desarrollo humano integral. No sólo el desarrollo material, porque el ser humano no es sólo materia. La persona humana tiene también necesidades espirituales e intelectuales. El humanismo que promueve la D.S.I. está penetrado de los valores del espíritu, y de Dios, que es la fuente de ellos. Un humanismo sin Dios es un contrasentido. Un desarrollo social sin Dios, lo hemos visto y lo seguimos viendo, acaba destruyendo al ser humano y a la sociedad.

¿A quiénes va dirigida la D.S.I.?

Vamos ahora a avanzar en nuestro estudio del Compendio de la D.S.I., con los números 83 y 84, que se refieren a los destinatarios de la D.S.I., es decir, a quiénes va dirigida la D.S.I. Aprenderemos que la D.S. es un mensaje para los hijos de la Iglesia y para toda la humanidad.

Leamos el primer párrafo del N° 83. Veremos que la D.S.I. debe empezar por casa, por la comunidad de la Iglesia. Dice así:

La primera destinataria de la doctrina social es la comunidad eclesial en todos sus miembros, porque todos tienen responsabilidades sociales que asumir. La enseñanza social interpela[1] la conciencia en orden a reconocer y cumplir los deberes de justicia y de caridad en la vida social. Esta enseñanza es luz de verdad moral, que suscita respuestas apropiadas según la vocación y el ministerio de cada cristiano. En las tareas de evangelización, es decir, de enseñanza, de catequesis, de formación, que la doctrina social de la Iglesia promueve, ésta se destina a todo cristiano, según las competencias, los carismas, los oficios y la misión de anuncio propios de cada uno.[2]

Ningún católico puede pensar que esta doctrina no es para él

Empieza por ilustrarnos sobre quiénes son los primeros destinatarios de la D.S. y afirma que, en primer lugar, la D.S.I. está destinada a la comunidad eclesial, es decir a todos los miembros de la Iglesia. Más adelante nos explicará que la doctrina social de la Iglesia tiene un destino universal, pero ante todo está destinada a los miembros de la Iglesia.

Entonces, el N°83 del Compendio de la D.S. menciona primero, que todos los miembros de la comunidad eclesial somos destinatarios de la D.S., de manera que toda la comunidad, como comunidad, debe recibir la D.S.I. Todos sus miembros tenemos responsabilidades sociales que asumir. Ningún católico puede pensar que esta doctrina no es para él.

Ahora bien, si es verdad que la comunidad como comunidad, tiene responsabilidades sociales, sus miembros individualmente considerados tenemos también nuestras propias responsabilidades sociales. Más adelante veremos esto de nuestras responsabilidades sociales personales. Vayamos primero a las comunidades y sus responsabilidades en lo social.

En las comunidades y organizaciones ¿quién asume las responsabilidades sociales?

Los que tienen la representación oficial de la comunidad, deben tener presente que, como representantes oficiales, asumen las responsabilidades sociales de la comunidad que representan. La comunidad grande, universal, es la Iglesia, y la Jerarquía Eclesiástica asume la responsabilidades sociales que le corresponden; pero la gran comunidad eclesial está conformada por innumerables comunidades, que a su vez están también conformadas por personas, miembros de la Iglesia.

Las organizaciones, llámense diócesis, parroquias, obras apostólicas manejadas por miembros de la Iglesia, lo mismo que empresas comerciales, sindicatos y todas las demás cuya dirección esté a cargo de católicos, asumen el cumplimiento de las responsabilidades sociales de esas comunidades. Como se trata de responsabilidades de justicia y de caridad cristiana, no todo el mundo lo comprende, porque infortunadamente, no se es coherente. La vida cristiana se deja sólo para la Misa del domingo, los matrimonios religiosos y las exequias.

De todas las comunidades son responsables seres humanos. Las empresas, por ejemplo, no son los edificios ni las plantas industriales; las parroquias no son los templos, Radio María no es el conjunto de transmisores, consolas y micrófonos. Los medios materiales que requieren las organizaciones para su funcionamiento son eso: medios para poder cumplir sus objetivos. La comunidad eclesial, apostólica, empresarial tiene que dar cuenta del cumplimiento de sus responsabilidades sociales en sus cabezas: los propietarios y sus administradores.

Son responsables los que orientan, definen, deciden y ejecutan

Ante Dios, el cumplimiento de las responsabilidades sociales de esas organizaciones o comunidades, son las personas que deciden, son quienes definen y ejecutan sus objetivos, sus políticas, sus normas, su orientación.

¿Qué servicio presta la D.S. a esas personas, que son cabeza de su comunidad? El N° 83 del Compendio, que estamos estudiando, nos dice que La enseñanza social interpela la conciencia en orden a reconocer y cumplir los deberes de justicia y de caridad en la vida social.

Interpelar la conciencia

Los que tienen a su cargo las diversas comunidades deben permitir que la D.S. interpele, pregunte a su conciencia, si en su desempeño tienen en cuenta y cumplen sus deberes de justicia y caridad en la vida social. La justicia y caridad en las organizaciones, tienen que ver con la justicia y caridad, no sólo de las personas que las conforman o que trabajan con ellas, sino que tienen que ver con todas las personas que de alguna forma se relacionan con ellas.

Reconocer y cumplir los deberes de justicia y de caridad en la vida social

En el caso de las organizaciones de la Iglesia, no sólo deben interpelarse sobre la justicia y caridad con los trabajadores y colaboradores, sino con la comunidad a la que sirven. Los dueños, directivos y administradores de las organizaciones con ánimo de lucro, tienen que interpelar su conciencia sobre el cumplimiento de la justicia y caridad con sus trabajadores y además, con sus clientes, con sus accionistas, con la comunidad dentro de la cual están instaladas, con las entidades gubernamentales cuyas normas deben cumplir.

De manera que la primera destinataria de la doctrina social es la comunidad eclesial en todos sus miembros, porque todos tienen responsabilidades sociales que asumir. Y sobre el papel de la D.S., añade que La enseñanza social interpela la conciencia en orden a reconocer y cumplir los deberes de justicia y de caridad en la vida social.

Nos preguntamos cómo se puede interpelar la conciencia de la comunidad, en cuanto al cumplimiento de las responsabilidades sociales. Nos respondimos que las responsabilidades están en cabeza de quienes dirigen una comunidad, la administran y si es el caso, como en una comunidad empresarial con ánimo de lucro, las responsabilidades sociales están de modo particular en cabeza de los propietarios. Son, entonces, las cabezas de las comunidades quienes deben preguntarse, en conciencia, si están cumpliendo sus deberes de justicia y caridad.

Si se da lugar a que nuestra conciencia se interpele sobre el cumplimiento de nuestros deberes de justicia y caridad, ¿qué respuesta se puede esperar? Dice la doctrina de la Iglesia que la respuesta será el reconocimiento de, si estamos cumpliendo o no esas responsabilidades y claro, la decisión de cumplirlas.

Después de explicarnos que la comunidad eclesial es la primera destinataria de la doctrina social de la Iglesia, el Compendio nos insinúa que descendamos a reflexionar sobre las responsabilidades sociales particulares.

La Iglesia, todos sus miembros, empezando por la Jerarquía y sus comunidades apostólicas, deben servir de ejemplo a todas las demás comunidades, en el cumplimiento de los deberes de justicia y caridad

No pasemos adelante sin mencionar que, si la comunidad eclesial es la primera destinataria de la D.S., la Iglesia, todos sus miembros, empezando por la Jerarquía y sus comunidades apostólicas, deben servir de ejemplo a todas las demás comunidades, en el cumplimiento de los deberes de justicia y caridad. No siempre es así, pero no nos escandalicemos. Es que, como lo dijo el Papa en su reciente viaje a África, ante la observación de un periodista,

Naturalmente, el pecado original está presente también en la Iglesia; no existe una sociedad perfecta y por tanto existen pecados y deficiencias en la Iglesia (en África), y en este sentido un examen de conciencia, una purificación interior siempre es necesaria (…)[3]

No nos escandalicemos de las fallas de miembros de la comunidad eclesial, pero, como un examen de conciencia, una purificación interior siempre es necesaria, interpelemos nuestra conciencia sobre el cumplimiento de nuestros deberes de justicia y caridad y propongámonos cumplirlos, con ayuda de la gracia. Tenemos que interpelarnos todos. Nadie se puede considerar una excepción. La primera destinataria de la doctrina social es la comunidad eclesial en todos sus miembros, porque todos tienen responsabilidades sociales que asumir, nos advierte la Iglesia.

Después de considerar a la comunidad eclesial como primera destinataria de la D.S. y por lo tanto la primera que debe examinar el cumplimiento de sus deberes de justicia y caridad, continuemos examinando a quiénes en particular se dirige la D.S.I.

Este es un tema que el Compendio había tratado en otro contexto, cuando nos explicó, no el significado de la D.S., sino el significado del libro, en los N° 10 y siguientes.

Responsabilidad de los Obispos

Cuando se explica el destino de la D.S., nos dice la Iglesia que está destinada en primer lugar a la comunidad eclesial. El libro Compendio de la D.S.I. se preparó como una ayuda para conocer y aplicar la D.S. ¿Cómo puede llegar esta doctrina a los fieles, para que no se quede sólo para los expertos?

Al comienzo del Compendio, nos explica la Iglesia quiénes son los destinatarios de esta obra, y dice que los primeros destinatarios (…) son los Obispos, que deben encontrar las formas más apropiadas para su difusión y su correcta interpretación, porque es propio de su deber de maestros, enseñar que

según el designio de Dios Creador, las mismas cosas terrenas y las instituciones humanas se ordenan también a la salvación de los hombres, y por ende, pueden contribuir no poco a la edificación del Cuerpo de Cristo.

Estas últimas palabras están tomadas del Decreto Christus Dominus, del Concilio Vaticano II, sobre el oficio pastoral de los obispos en la Iglesia.[4]

El Concilio enumera allí asuntos que tienen que ver mucho con la D.S.I. y sobre los cuales los Obispos deben exponer la doctrina cristiana. [5]Los laicos no nos detenemos mucho a pensar en lo que dice el Concilio sobre los temas que debe cubrir la enseñanza de los Obispos, y por eso a veces los criticamos sin razón. En estos días han surgido críticas a algunas ideas que el señor arzobispo de Barranquilla y presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Rubén Salazar Gómez, expresó en una entrevista publicada en El Tiempo del domingo 29 de marzo (2009). Dedicaremos unos minutos a examinar si se justifican esas críticas.

En el Nº 12 del Decreto Christus Dominus, el Concilio dice a los Obispos:

Enseñen…hasta qué punto, según la doctrina de la Iglesia, haya de ser estimada la persona humana con su libertad y la vida misma del cuerpo; la familia y su unidad y estabilidad y la procreación y educación de la prole; la sociedad civil con sus leyes y profesiones; el trabajo y el descanso, las artes e inventos técnicos; la pobreza y la abundancia de riquezas; expongan, finalmente, los modos como hayan de resolverse los gravísimos problemas acerca de la posesión, incremento y recta distribución de los bienes materiales, sobre la guerra y la paz y la fraterna convivencia de todos los pueblos.

Nada que tenga que ver con la vida en sociedad escapa al Evangelio

Podemos darnos cuenta allí, de que nada que tenga que ver con la vida en sociedad escapa al Evangelio, pues como acabamos de oír al Concilio, las mismas cosas terrenas y las instituciones humanas se ordenan también a la salvación de los hombres.

San Ignacio de Loyola en el Principio y Fundamento, en sus Ejercicios Espirituales, afirma que “las demás cosas sobre la haz de la tierra, fueron criadas para que ayuden al hombre en la prosecución del fin para el que es criado”. Luego San Ignacio nos pone a meditar en la consecuencia de ese principio, es decir, en cómo usar las demás cosas, para que nos ayuden a nuestra salvación. Entonces, la sociedad civil con sus leyes, la guerra y la paz y la fraterna convivencia, son asuntos o instituciones que según el designio de Dios Creador, (…) se ordenan también a la salvación de los hombres.

De modo, mis queridos lectores, que una de las labores de los obispos, su deber propio, es enseñar, es formar, es la catequesis, y por lo tanto deben encontrar las formas más apropiadas para la difusión y correcta interpretación de la D.S.I.

La segunda parte del N° 83 del Compendio de la D.S.I. enumera más en detalle algunas de las instituciones y cosas terrenas que deben estar ordenadas a la vida eterna. Enseguida lo leeremos.

La misión de anuncio propia de cada uno…

Volviendo al papel de maestros, que por su cargo corresponde de manera particular a los obispos, el Compendio, como lo vimos hace un momento, nos indica el papel de los demás miembros de la comunidad eclesial en la misión de anuncio, cuando dice:

En las tareas de evangelización, es decir, de enseñanza, de catequesis, de formación, que la doctrina social de la Iglesia promueve, ésta se destina a todo cristiano, según las competencias, los carismas, los oficios y la misión de anuncio propios de cada uno.

Entonces, la doctrina social es para todos, pero su enseñanza corresponde a todo cristiano, según sus competencias, carismas, oficios y misión de anuncio de cada uno. Ya vimos que entre la misión, el carisma, el oficio de los obispos, la enseñanza de la doctrina ocupa un lugar esencial.

En la salvación se incluye también a este mundo, donde vive y se desarrolla el ser humano

Conviene recordar una vez más, – porque es fundamental, – que Jesús vino a traer la salvación integral, que abarca al hombre entero y a todos los hombres; y cuando se habla de la salvación integral del ser humano, en la salvación se incluye también a este mundo, donde vive y se desarrolla; es decir, incluye a los ámbitos de la economía y del trabajo, de la técnica y de la comunicación, de la sociedad y de la política, de la comunidad internacional y de las relaciones entre las culturas y los pueblos. Esta afirmación la vimos ya en el número 1 del Compendio. El mundo y sus instituciones deben conducir a la salvación.

Nada humano escapa a Cristo, Cabeza del Universo

Insisto en este punto, porque con frecuencia se oyen comentarios contra la injerencia de la Iglesia en asuntos que supuestamente corresponden sólo al mundo civil, al mundo secular. Y resulta que nada humano escapa a Cristo, Cabeza del Universo. Decíamos que se oyen críticas de algunos a las declaraciones del señor arzobispo de Barranquilla al periodista Yamid Amat, en que expone sus puntos de vista sobre la paz y sobre la reelección y sus efectos en la democracia. El señor arzobispo no interviene en política partidista, pero sí da una orientación moral, sobre temas que se refieren a la vida en nuestra sociedad, en asuntos tan importantes como la paz y el respeto a la Constitución.

Voy a citar sólo algunos apartes de la entrevista a Monseñor Salazar Gómez, que me parecen especialmente pertinentes, y hasta donde el tiempo nos lo permita:[6]

Monseñor Salazar Gómez preside la Comisión de Conciliación. Informa que esta comisión está armando un acuerdo mínimo con todos los estamentos del país, sobre la base de que se requieren principios fundamentales, que permitan que todo programa electoral parta del principio de la noviolencia.

Sobre la solución del conflicto que vive el país dijo:

Estamos convencidos de que el conflicto no tiene solución por la vía armada. Este tipo de conflictos jamás se solucionan militarmente. No ha ocurrido en ningún lugar del mundo, menos aquí en Colombia, donde existen elementos como la presencia del narcotráfico, que hacen que el conflicto sea inacabable.

(…)

Solución exclusivamente militar no habrá. Hay que abrir la puerta del diálogo político si se quiere realmente terminar el conflicto, y el objetivo de nuestra convocatoria va en ese sentido: queremos que se logre un acuerdo mínimo para que, a través de un gran diálogo, se busque la solución del conflicto armado.

(…)

A la pregunta, entre quiénes sería el diálogo, el arzobispo respondió:

No solamente entre la guerrilla y el Gobierno, sino también entre toda la sociedad y el Gobierno, es decir, lograr que construyamos una paz sólida, integral, porque el conflicto armado no es sino un aspecto del problema social de Colombia.

Seguramente lo que menos ha gustado a los políticos, es el parecer de Mons. Salazar Gómez, sobre la reelección. Esto fue lo que respondió a la pregunta: ¿Y si el presidente Uribe aspira a una nueva reelección?

Es mejor que él no aspire a una nueva reelección, porque a un país le conviene el relevo. No es bueno afectar la democracia. Tenemos un régimen presidencial muy fuerte y por lo tanto no es conveniente una reelección indefinida del Presidente. Menos con la mentalidad centralista y autoritaria que tenemos en Colombia.

(…)

Estas reformas a la Constitución para permitir reelecciones no son convenientes. La Constitución debe ser sagrada y no podemos jugar a modificarla de acuerdo con las conveniencias personales del gobernante. Eso es muy peligroso.

Buscar el bien común es uno de los objetivos fundamentales de la Iglesia

Terminemos con esta última respuesta, a la pregunta de si esas declaraciones suyas, no rompen el principio de que la Iglesia no intervenga en política:

No estoy interviniendo en política. Estoy, simplemente, defendiendo la razón de ser de la democracia y expresando que para la democracia de nuestro país no es conveniente una nueva reelección. No olvide que uno de los objetivos fundamentales de la Iglesia es buscar el bien común. Buscar siempre el bien común por encima de cualquier bien particular, personal, de grupo o partido.


[1] Interpelar, en el sentido de requerir o simplemente preguntar a alguien para que dé explicaciones o descargos sobre un hecho cualquiera. DRAE 2

[2] Catecismo de la Iglesia Católica, 2039

[3] El diálogo con los periodistas a bordo del avión que condujo al Santo Padre a África está tomado de la agencia Zenit, ZS090323, 23 de marzo 2009.

[4] Concilio Vaticano II, Decr. Christus Dominus, 12: AAS 58 (1966) 678.

[5] Estas ideas las repito de la Reflexión correspondiente a los N° 10ss

[6] El Tiempo, Bogotá, domingo 29 de marzo 2009, 1-6