Reflexión 285 Pío XII Doctrina Social Mayo 8 2014

Pío XII pensaba en la posguerra

 

Hemos venido estudiando la DSI en las enseñanzas del papa Pío XII. En el programa pasado continuamos el estudio de la alocución de Pío XII en la Navidad de 1944.  Pío XII en su discurso pensaba ya en la posguerra, época en la que habría que reconstruir gran parte de Europa y no solo en lo material sino también en  su organización política. El absolutismo reinante en países como Alemania e Italia, gobernada por esos personajes Hitler y Mussolini había llevado al mundo a una catástrofe, a millones de muertos, a sacrificios como el holocausto del pueblo judío, a  ciudades, pueblos y vías de comunicación destruidas por los bombardeos. Políticamente, los límites de algunos de los países se moverían, países como Yugoeslavia volvería a descomponerse en diversos estados de acuerdo con sus orígenes étnicos y religiosos, Checoselovaquia se convertiría en dos naciones, la República Checa y Eslovaquia. En la Unión Soviética, terminada la guerra seguiría mandando el absolutismo de Stalin que pretendió extender el comunismo por el mundo.. Todos esos movimientos necesitarían un organismo multinacional que interviniera para evitar los conflictos.

 

La democracia garantía de paz

 

Para Pío XII una democracia sana era una garantía para la construcción de la paz y por eso expuso en su alocución de Navidad lo que consideró las bases de la democracia. En lo que toca a los ciudadanos, las bases de la democracia consisten en su derecho a manifestar su parecer sobre los deberes y sacrificios que se le imponen. Una democracia sana y equilibrada, dijo Pío XII, se reconoce en la solidez y armonía entre los ciudadanos y el gobierno.

Otro aporte muy interesante de Pío XII a la idea de democracia en su discurso de la Navidad de 1944 fue su explicación de la diferencia entre pueblo y masa. La masa es según Pío XII, una aglomeración amorfa de individuos que no tiene vida propia y que puede ser juguete fácil en manos de cualquiera que explote sus instintos. La masa por eso cambia de bando, dependiendo de la habilidad de quien la maneje. En cambio el pueblo es consciente de sus propias responsabilidades, tiene sus propias convicciones y por eso no sería fácilmente manejable por cualquier hábil político capaz de explotar sus sentimientos y pasiones. En el pueblo digno de tal nombre, dijo Pío XII,  el ciudadano siente en sí mismo la conciencia de su personalidad, de sus deberes y de sus derechos, de su libertad unida al respeto de la libertad y de la dignidad de los demás.

Necesidad de una autoridad y la DSI y la política

 

Pío XII también afirmó la necesidad de la autoridad, de una autoridad verdadera y efectiva, sin la cual la sociedad no podría existir ni vivir, y nos recordó el origen de la autoridad legítima que es Dios, como ya nos lo había enseñado el papa León XIII. Este papa, en la encíclica Immortale Dei sobre la constitución cristiana del estado,  presenta las dos concepciones del estado: la cristiana y la que estaba en boga y se imponía en su tiempo, y que llamaban un “derecho nuevo”, porque presentaba una concepción nueva del estado. Esa nueva idea sobre el estado presentaba un obstáculo serio a la labor de la Iglesia en el mundo, porque le atribuía un papel muy limitante para la evangelización, que es su razón de existir.

Este es un asunto que tiene que ver con la DSI, porque se trata de la organización de la sociedad influida fuertemente por la idea que se tenga de lo que es el estado y de las funciones que le corresponden. Por eso se trata sobre la política, en la DSI.

La concepción del estado, que se abrió camino especialmente desde la revolución francesa, y se conocía con el nombre de “derecho nuevo”, tenía como fundamento la filosofía de la libertad absoluta que no aceptaba ninguna autoridad que la reglamentara fuera de su propia razón. Es la libertad que defendía el liberalismo radical y que todavía profesan los que se presentan como liberales radicales. Hoy existen diferentes matices de liberalismo y más que en la completa autonomía del ser humano que defendía el radicalismo, se diferencian de otros por sus ideas en el manejo de la economía.

Como ya vimos, en las consecuencias prácticas de la concepción del estado que desde el siglo XIX llaman el estado liberal, se aprecian diferencias con la doctrina católica, desde la comprensión misma de la comunidad formada por seres humanos, porque según la doctrina católica, estamos ordenados naturalmente a asociarnos con nuestros semejantes. Las razones nos las da León XIII con estas palabras en el N° 2 de Immortale Dei:

El hombre no puede procurarse en la soledad todo aquello que la necesidad y la utilidad de la vida corporal exigen, como tampoco lo conducente a la perfección de su espíritu. Por esto la providencia de Dios ha dispuesto que el hombre nazca inclinado a la unión y asociación con sus semejantes, tanto doméstica como civil, la cual es la única que puede proporcionarle la perfecta suficiencia para la vida.

Pío XII siguió el desarrollo de esta doctrina con la explicación de por qué la autoridad es necesaria, con estas palabras en la alocución de Navidad de 1944: si los hombres, valiéndose de su libertad personal, negasen toda dependencia de una autoridad superior provista del derecho de coacción, por el mismo hecho socavarían el fundamento de su propia dignidad y libertad, o lo que es lo mismo, aquel orden absoluto de los seres y de los fines.

Pío XII nos explicó la necesidad de la autoridad. Una sociedad organizada, no anárquica, necesita la guía de una autoridad legítima. La sociedad tiene como fundamento la dignidad de todas las personas que la conforman, pues fueron creadas a imagen de Dios. La autoridad viene de Dios quien la delega para que esa autoridad dirija una comunidad moral como la quiere el Creador de la persona humana.

Es muy importante que tengamos ideas claras sobre lo que es la política, como una labor de ordenar a la sociedad según los planes, los designios de Dios.

 

Católicos y las elecciones

 

Este mes de mayo vamos a elecciones presidenciales. Para decidir por quién votar, preguntemos a los candidatos su opinión sobre temas muy importantes  a favor o en contra de una sociedad como Dios la quiere: qué piensan ellos sobre la familia, constituida en el matrimonio de un hombre y una mujer, como aparece desde el primer capítulo de la Biblia. Cómo defenderían los candidatos la vida, bien sea de los niños todavía en el vientre de sus madres, de los enfermos o ancianos a quienes se pretende aplicar la eutanasia o ante la violencia y el asesinato que se practica todos los días en el campo y las ciudades.

Repitamos las palabras de Pío XII que leímos en el programa pasado:

Únicamente la clara inteligencia de los fines señalados por Dios a todas las sociedades humanas, unida al sentimiento profundo de los deberes sublimes de la labor social, puede poner a los que se les ha confiado el poder, en condición de cumplir sus propias obligaciones de orden legislativo, judicial o ejecutivo, con aquella conciencia de la propia responsabilidad, con aquella generosidad, con aquella incorruptibilidad, sin las que un gobierno democrático difícilmente lograría obtener el respeto, la confianza y la adhesión de la parte mejor del pueblo.

Vimos también en el programa anterior lo que nos enseña Pío XII sobre cuáles deberían ser las cualidades de los políticos a quienes elegimos en las democracias para que nos gobiernen. Recordemos sus palabras en la misma alocución del 24 de diciembre de 1944:

Una selección de hombres no limitada a una profesión o a una condición determinada, sino imagen de la múltiple vida de todo el pueblo. Una selección de hombres de sólidas convicciones cristianas, de juicio justo y seguro, de sentido práctico y ecuánime, coherente consigo mismo en todas las circunstancias; hombres de doctrina clara y sana, de designios firmes y rectilíneos; hombres, sobre todo, capaces, en virtud de la autoridad que emana de su conciencia pura y ampliamente se irradia y se extiende en su derredor, de ser guías y dirigentes, sobre todo en tiempos en que urgentes necesidades sobreexcitan la impresionabilidad del pueblo, y lo hacen propenso a la desorientación y extravío; hombres que en los periodos de transición, atormentados generalmente y lacerados por las pasiones, por opiniones divergentes y por opuestos programas, se sienten doblemente obligados a hacer circular por las venas del pueblo y del Estado, quemadas por mil fiebres, el antídoto espiritual de las visiones claras, de la bondad solícita, de la justicia que favorece a todos igualmente, y la tendencia de la voluntad hacia la unión y la concordia nacional en un espíritu de sincera fraternidad.

 

Necesidad de una organización internacional

 

Recordamos también en el programa anterior a qué se refirió Pío XII cuando expuso la necesidad de una organización internacional  a través de la cual las naciones puedan resolver sus disputas por medios pacíficos y evitar así una nueva guerra. Comentamos que la ONU reemplazó a la fracasada Sociedad de las naciones, pero que sus frutos tampoco han sido lo que se esperaba de ella. Conflictos como los actuales de Siria, y de Ucrania pasan por el Consejo de Seguridad de la ONU y allí se hunden en su ineficacia. El Secretario de Estado del Vaticano calificó a la ONU de un organismo meritorio pero que es necesaria una reforma para que sea una organización “fuerte pero democrática”, que no concentre “su poder en manos de unos pocos países” y mantenga “la paz en el mundo”.

El P. Ildefonso Camacho en su comentario de la alocución del la Navidad de 1944, que aparece en el libro que he citado varias veces y cuyo título es Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, dice que aunque estrictamente solo se podría hablar de régimen democrático en el ámbito  individual de los estados, Pío XII lo extiende al ámbito internacional y lo basa en la igualdad de todos los hombres y en la unidad del género humano; como esa igualdad es el fundamento de la democracia en la política de cada país, debe inspirar también a una organización internacional como es la ONU; sin embrago no se practica la doctrina de Pío XII en la actualidad.

En la ONU, el veto de los países más poderosos, sigue definiendo la acción o inacción de esa organización. Eso en la práctica significa que si a los Estados Unidos, a Rusia o a China no les conviene políticamente una posición firme frente a la agresión de alguno de sus aliados, la ONU se cruza de brazos o se limita a una amonestación que se convierte en palabras que se lleva el viento.

Estas fueron las palabras de Pío XII, que explican claramente su propuesta de la una organización mundial:

…la autoridad de una tal sociedad de los pueblos tendrá que ser verdadera y efectiva sobre los Estados que son miembros de ella, pero de modo que cada uno de ellos conserve igual derecho a su relativa soberanía. Únicamente así el espíritu de sana democracia podrá también entrar en el vasto y escabroso campo de la política exterior.

Y claro, una organización así solo es posible con el consentimiento de todos sus miembros y su principal función deberá ser el mantenimiento de la paz y deberá intervenir para frenar cualquier amenaza de agresión. Pío XII deseaba una organización internacional dedicada a evitar la guerra y por eso, una de sus tareas primordiales debería ser resolver los conflictos entre los pueblos que estarían comprometidos a reconocer su autoridad.

La guerra de agresión

 

La iglesia rechaza la guerra de agresión como la manera de resolver los conflictos. Esta doctrina guió a Juan Pablo II cuando expuso claramente su oposición a la guerra desatada en Irak por los EE.UU. Pío XII había expuesto así esta doctrina:

Nadie podría saludar con mayor gozo esta evolución que quien desde hace largo tiempo ha defendido el principio de que la teoría de la guerra como medio apto y proporcionado para resolver los conflictos internacionales está ya sobrepasada.

La doctrina de Pío XII sobre la guerra justa llamaba a la reflexión. Sería muy interesante leer también el discurso de Pío XII con ocasión de la Navidad de 1954, en plena guerra fría. En ese mensaje tocó temas tan interesantes como la paz y las armas nucleares y el control de los armamentos, además de otros temas de interés de todos los países. Creo que ya es suficiente lo que hemos visto para comprender la orientación que dio Pío XII a la DSI en cuanto se refiere a la política internacional y debemos pasar a la doctrina del sucesor de Pío XII, San Juan XXIII, con quien seguiremos en el próximo programa.

 

Un breve resumen de la alocución de Navidad de 1944

 

Hagamos un breve resumen de la trascendental alocución de Pío XII en la Navidad de 1944, quien al ver próximo el fin de la guerra, exponía la doctrina social católica sobre la paz, la política nacional e internacional.

Pío XII expone en esa alocución las razones para preferir la democracia frente al absolutismo. En esos criterios es claro que el papel del ciudadano está fundado en su dignidad y que por eso cada persona tiene derecho a que lo oigan y que pueda opinar sobre los deberes que se le exigen y los derechos que se le reconocen.

En cuanto a los gobernantes, se confirma la doctrina expuesta por León XIII sobre el fundamento de la autoridad, que es la autoridad de Dios que la delega en ellos para que hagan realidad los planes divinos con la sociedad. De ahí que cuando vamos a elegir a los que van a conducir a nuestra sociedad, nos debamos preguntar si esas personas son idóneas para ese cometido o si se apartan de los designios de Dios sobre temas tan importantes como la defensa de la vida, la justicia, la paz y la familia.

Pío XII extiende las bondades de la democracia también a la política internacional con la idea de   que esos sistemas de gobierno, los democráticos, dan garantías para la paz. Se fundamenta el derecho a la democracia también en la política internacional, en la unidad del género humano. El espíritu democrático, si reina en los países independientes, se debe extender a las relaciones entre las naciones.

Expone Pío XII la necesidad de un organismo que reemplace a la fracasada Sociedad de las naciones, un organismo internacional que debe prevenir nuevas guerras, procurando que los conflictos entre los países se resuelvan pacíficamente con su mediación. Una organización reconocida por todos y por eso con autoridad para dirimir eficazmente los conflictos entre países.

Desde el próximo programa entraremos a estudiar la Doctrina Social con los importantes aportes del papa San Juan XXIII y el Concilio Vaticano II.

Ha escuchado usted el programa de los domingos, llamado ¿Si vale la pena creer? Programa para creyentes y no creyentes. Como la duración de ese programa es de 25 minutos, en él no hay tiempo para abrir micrófonos a los oyentes. Les recuerdo que los 11 programas de la serie ¿Si vale la pena creer?, además del domingo a las 9:35 a.m. por Radio María, lo pueden escuchar a cualquier hora, cualquier día, en el blog www.reflexionesdsi.org