Reflexión 274 – Pío XI Quadragesimo anno enero 30 2014

 

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Socialismo y comunismo: lucha de clases y drecho de propiedad


En la reflexión pasada seguimos estudiando la encíclica Quadragesimo anno, de Pío XI y nos extendimos en la reflexión sobre la posición del Papa acerca del socialismo. Entendimos que aunque el socialismo  comparte algunos principios de la DSI, como la posición no violenta, sobre las clase sociales, que el socialismo  entiende como una sana discusión fundada en el amor a la justicia, sin odio, sin violencia, mientras que en el comunismo o socialismo marxista se defiende como una lucha de clases violenta y necesaria para imponerse en el mundo.

El otro principio que se entiende de manera distinta en el comunismo y en el socialismo y la DSI es la propiedad privada. El principio comunista es la necesidad de extinguir la propiedad privada que debe pasar al Estado, mientras que en el socialismo se plantea la reserva solo de ciertas propiedades al Estado. Poníamos de ejemplo el manejo que se puede dar a algunos bienes considerados como estratégicos para algún país. Es lo que sucede en Colombia con la propiedad del subsuelo y de los recursos naturales no renovables, que por la Constitución, pertenecen al Estado.

Vimos luego que ideas sobre la propiedad y la organización de la sociedad se han agitado desde la antigüedad. Basta recordar a pensadores como Platón con su obra La República, San Agustín con La Ciudad de Dios, Santo Tomás Moro, con Utopía, Francis Bacon con La Nueva Atlántida. Todos esos autores presentaron su ideal de sociedad. El pensamiento socialista moderno por su parte, se ha diversificado según distintas tendencias culturales y la evolución de las ideologías en los diversos países, desde el socialismo sueco que se distingue por un fuerte sistema de impuestos y amplia seguridad social, hasta el de algunos partidos en América Latina, que aunque afiliados a la II Internacional Socialista, que reúne a los socialismos no marxistas, en la práctica se acercan más al liberalismo capitalista. Es lo que sucede con el partido Acción Democrática, los llamados ADECOS, en Venezuela y el Partido Liberal Colombiano. Habría que añadir ahora a los socialismos que llaman del siglo XXI, más influenciados por el marxismo cubano.

 

Ideas políticas alejadas de la concepción cristiana de la realidad

 

Creo que lo más importante para los católicos es tener claridad sobre lo que hace a una ideología cercana o separada del pensamiento cristiano y por eso compatible o no con nuestra fe. El Papa Pío XI nos ofrece una guía muy clara. En el N° 117 de QA, Pío XI nos explica que no es aceptable una idea política que tiene una concepción de la realidad “opuesta a la verdad cristiana”. Me parece muy importante la claridad sobre este punto, ahora que se caldean los ánimos por la proximidad de  las elecciones.

¿A qué se refiere Pío XI cuando habla de concepción de la realidad? Pensemos en nuestra realidad: en lo que piensan los distintos partidos y candidatos de la vida, de la sociedad, con su célula primordial que es la familia. Pensemos en la persona humana misma, en el fin para el cual existe, en sus derechos fundamentales, en su dignidad inalienable, pensemos en sus valores, como la libertad, la justicia, la libertad religiosa. Sobre esas realidades, qué principios tiene un movimiento político, un partido, un dirigente, un candidato? Porque  los gobernantes, los parlamentarios, los jueces, van a orientarse por esos principios en sus decisiones, en la aprobación de las leyes, en la conducción del país.  Van a conducir el país a ese modelo de vida y de sociedad en los que creen.

Importancia de la concepción de la vida de los gobernantes y políticos

 

El político que tiene una concepción de la vida sin referencia a su origen, a Dios, el político que piensa que la persona humana puede disponer de su vida como dueño absoluto de ella, que no respeta la de los demás, desde la concepción hasta la muerte natural, el que no concibe la familia como la enseña el Evangelio, qué clase de sociedad va a defender y cuál va a ser su modelo de familia? ¿Qué leyes va a proponer y apoyar? ¿Esos partidos o candidatos creen que el ser humano tiene un fin trascendente y una misión que no consiste solo en  gozar de los bienes de la tierra, sino que tiene una misión que lo trasciende? ¿Qué papel ocupa la justicia social en su ideario? Porque si su ideal va por  caminos distintos a los que nos enseña el Evangelio, no coincide con la fe cristiana.

Como vemos, no nos deben bastar las palabras que ofrecen bienestar material, si no van acompañadas de posturas claras y confiables en que nos garanticen su trabajo por el verdadero bien de los ciudadanos. No podemos cambiar la verdad por una promesa de bienes que se esfuman cuando han llegado al poder, mientras dejan que la sociedad y la familia se degraden.

Reforma de las costumbres


Después de escuchar las palabras de Pío XI sobre la concepción de la realidad, de la vida y de la sociedad que distingue al cristianismo de los movimientos sociales materialistas, es perfectamente coherente que en la encíclica QA se insista en la necesidad de la reforma de las costumbres para que sea posible la restauración del orden social, para que la sociedad busque su ideal basado en los planes de Dios.

Pío XI denuncia la descristianización del orden social y económico y su consecuencia que no es otra que la apostasía de los ciudadanos. El origen de esta ruina nos dice Pío XI que son las pasiones del alma. ¿A qué pasiones se refiere el Papa Pío XI? Vamos a leer las palabras textuales de QA con las que se analizan las causas de la situación de la sociedad:  

132. Raíz y origen de esta descristianización del orden social y económico, así como de la apostasía de gran parte de los trabajadores que de ella se deriva, son las desordenadas pasiones del alma, triste consecuencia del pecado original, el cual ha perturbado de tal manera la admirable armonía de las facultades, que el hombre, fácilmente arrastrado por los perversos instintos, se siente vehementemente incitado a preferir los bienes de este mundo a los celestiales y permanentes.

De aquí esa sed insaciable de riquezas y de bienes temporales, que en todos los tiempos inclinó a los hombres a quebrantar las leyes de Dios y a conculcar los derechos del prójimo, pero que por medio de la actual organización de la economía tiende lazos mucho más numerosos a la fragilidad humana.

Como la inestabilidad de la economía y, sobre todo, su complejidad exigen, de quienes se consagran a ella, una máxima y constante tensión de ánimo, en algunos se han embotado de tal modo los estímulos de la conciencia, que han llegado a tener la persuasión de que les es lícito no sólo sus ganancias como quiera que sea, sino también defender unas riquezas ganadas con tanto empeño y trabajo, contra los reveses de la fortuna, sin reparar en medios.

Las fáciles ganancias que un mercado desamparado de toda ley ofrece a cualquiera, incitan a muchísimos al cambio y tráfico de mercancías, los cuales, sin otra mira que lograr pronto las mayores ganancias con el menor esfuerzo, es una especulación desenfrenada, tan pronto suben como bajan, según su capricho y codicia, los precios de las mercancías, desconcertando las prudentes previsiones de los fabricantes.

Las instituciones jurídicas destinadas a favorecer la colaboración de capitales, repartiendo o limitando los riesgos, han dado pie a las más condenables licencias. Vemos, en efecto, que los ánimos se dejan impresionar muy poco por esta débil obligación de rendición de cuentas; además, al amparo de un nombre colectivo se perpetran abominables injusticias y fraudes; por otra parte, los encargados de estas sociedades económicas, olvidados de su cometido, traicionan los derechos de aquellos cuyos ahorros recibieron en administración.

Y no debe olvidarse, por último, a esos astutos individuos que, bien poco cuidadosos del beneficio honesto de su negocio, no temen aguijonear las ambiciones de los demás y, cuando los ven lanzados, aprovecharse de ellos para su propio lucro.

133. Eliminar estos gravísimos peligros, o incluso prevenirlos, hubiera podido hacerlo una severa y firme disciplina moral, inflexiblemente aplicada por los gobernantes; pero, desdichadamente, ésta ha faltado con exceso de frecuencia.

Causas del desorden social


Después de escuchar las palabras de Pío XI sobre las causas de la descristianización le queda a uno la sensación de que en muchas cosas nuestra sociedad sigue muy distante de ese ideal de sociedad al que el Evangelio nos invita.

Si subrayamos algunas frases de lo que acabamos de leer, nos encontramos con que por la inclinación del ser humano al mal, se siguen prefiriendo los bienes terrenales a los duraderos y eternos. La Iglesia no condena que se busquen los bienes terrenales, pero sí que se prefieran a los eternos. ¿Cuándo se prefieren? Cuando se buscan los bienes terrenos sin importar los medios, así sean injustos y a costa de los demás, por ejemplo. Cuando no se repara en medios y se conculcan los derechos del prójimo. También en nuestra época se siguen buscando las mayores ganancias con el menor esfuerzo, lo cual se ve más clara en los traficantes de drogas. Ganan mucho a costa de la salud de los demás y sin reparar en medios y así se llega al asesinato y se construyen imperios de muerte. Las instituciones jurídicas están contaminadas y la justicia se aplica según los intereses de los jueces. Sigue habiendo una débil rendición de cuentas, la corrupción es un cáncer que invade las entidades públicas y privadas, y no se aplica una severa y firme disciplina moral por los gobernantes. A veces, los mismos gobernantes  compran adhesiones con la repartición de prebendas. Lo que ahora llaman repartir mermelada. Fue una frase de un ex ministro de hacienda que ha hecho carrera, cuando afirmó que en el presupuesto había mermelada para todos, refiriéndose, como lo ha aclarado, a que las regalías llegarían a todos los departamentos.

Ante la realidad de la búsqueda insaciable de ganancias, de lucro, una de las principales causas del desorden social, no hay otro remedio que volver a la doctrina evangélica, si se quiere una sociedad digna. Veamos lo que afirma QA en el N° 136:

136. A esta lamentable ruina de las almas, persistiendo la cual será vano todo intento de regeneración social, no puede aplicarse remedio alguno eficaz, como no sea haciendo volver a los hombres abierta y sinceramente a la doctrina evangélica, es decir, a los principios de Aquel que es el único que tiene palabras de vida eterna (cf. Jn 6,70), y palabras tales que, aun cuando pasen el cielo y la tierra, ellas jamás pasarán (cf. Mt 16,35).

No pocas veces oímos la afirmación de que el mundo sería un lugar muy agradable para vivir si todos nos comportáramos de acuerdo con la ley de Dios. Pío XI dice en el mismo N° 136 de QA:

Si estas normas fueran observadas por todos, en todas partes y siempre, pronto volverían a los límites de la equidad y de la justa distribución tanto la producción y adquisición de las cosas cuanto el uso de las riquezas, que ahora se nos muestra con frecuencia tan desordenado; a ese sórdido apego a lo propio, que es la afrenta y el gran pecado de nuestro siglo, se opondría en la práctica y en los hechos la suavísima y a la vez poderosísima ley de la templanza cristiana, que manda al hombre buscar primero el reino de Dios y su justicia, pues sabe ciertamente, por la segura promesa de la liberalidad divina, que los bienes temporales se le darán por añadidura en la medida que le fueren necesarios (cf. Mt 6,33).

 

Necesidad de la caridad

 

No son suficientes la moderación cristiana y la práctica de la justicia para arreglar a la sociedad; se necesita practicar la caridad cristiana, que une los ánimos para que los seres humanos se sientan miembros de la misma familia. No hay duda, el amor de hermanos tiene más alcance que el sentimiento de cercanía por compartir el origen de las mismas regiones o barrios, es más firme que la amistad que surge de diversas maneras. Los hermanos pueden con el tiempo gozar de diversas fortunas, mayores las de algunos, pero si hay amor de familia, eso no los llevará a una lucha de clases. Siempre habrá respeto y se considera desnaturalizado, al hermano que desprecia al hermano porque tiene más dinero.

Como vemos, la encíclica QA busca un cambio de mentalidad, unas actitudes humanas que encaucen el orden económico por caminos de paz, sin lucha de clases, en un marco que englobe a la sociedad como un pueblo regido por los planes amorosos de Dios. Más adelante, Benedicto XVI con su encíclica Deus caritas est, Dios es amor, profundizará en esta doctrina que nos muestra lo que la sociedad puede llegar a ser si se comporta como la familia de Dios.

Nos puede surgir la inquietud de si la Iglesia, con su doctrina social ha estado predicando en el desierto. Podemos tener esa triste inquietud, pero el remedio no es callar, es seguir llevando las verdades del Evangelio y como dijo el Señor: El que quiera oír, que oiga.Hay que sembrar, y algunas de esas semillas caerán en tierra fértil y el Señor las hará fructificar.

Voy a terminar estos comentarios a la QA con la lectura de palabras del Papa Francisco a los líderes mundiales de la reunión de Davos que acaba de terminar.

 

El papa Francisco a los líderes mundiales

 

Hace falta … un renovado, profundo y amplio sentido de responsabilidad por parte de todos. “La vocación de un empresario es una noble tarea, siempre que se deje interpelar por un sentido más amplio de la vida” (Evangelii Gaudium , 203). De este modo, los hombres y las mujeres pueden servir más eficazmente al bien común y hacer que los bienes del mundo sean más accesibles para todos. Sin embargo, el crecimiento de la igualdad requiere algo más que el crecimiento económico, aunque sí lo presupone. Se requiere, en primer lugar, “una visión trascendente de la persona” (Benedicto XVI , Caritas in Veritate, 11 ), porque “sin la perspectiva de una vida eterna, el progreso humano en este mundo se queda sin aliento”. (Ibid) . Además, necesita decisiones, mecanismos y procesos encaminados a una mejor distribución de la riqueza, la creación de fuentes de empleo y la promoción integral del pobre, que va más allá de una simple mentalidad de asistencia.

Estoy convencido de que una apertura tal a lo trascendente puede dar forma a una nueva mentalidad política y económica, capaz de reconducir toda la actividad económica y financiera dentro de un enfoque ético que sea verdaderamente humano. La comunidad económica internacional puede contar con muchos hombres y mujeres de gran honestidad e integridad personal, cuya labor se inspira y guía por nobles ideales de justicia, generosidad y atención por el auténtico desarrollo de la familia humana. Os exhorto a aprovechar estos grandes recursos humanos y morales, y a haceros cargo de este desafío con determinación y visión de futuro. Sin ignorar, por supuesto, los requisitos específicos, científicos y profesionales, de cada sector, os pido que os esforcéis para que la humanidad se sirva de la riqueza y no sea gobernada por ella.