Reflexión 210, Caritas in veritate N° 41, abril 14,2011

RADIO MARÍA DE COLOMBIA en su frecuencia de Bogotá, 1220 AM está temporalmente fuera del aire, pero puede escucharla por internet: www.radiomariacol.org

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Las inundaciones llegaron también a Radio María de Bogotá

Antes de abordar el tema de la DSI  hagamos una reflexión sobre las circunstancias difíciles por las que pasa Radio María desde el mes de noviembre. Esta obra, como todas las de apostolado de la Iglesia, debe recorrer el camino difícil que heredamos con el cristianismo. De esta obra se puede también decir que es cierta la frase, creo que es de Cicerón, “Nada que realmente valga la pena se consigue sin esfuerzo”. Radio María no nació grande. Como la semilla del Evangelio, se sembró pequeña. Muchas manos la han cuidado, la han regado y ya bastante crecida, llegó una inundación que, como a tantos hogares colombianos, le hizo daño, mucho daño. Así como a muchos campesinos las inundaciones los dejaron sin casa, sin tierra para cultivar, sin medios para vivir, a Radio María, en su frecuencia de Bogotá, 1220 AM, las inundaciones la dejaron sin herramientas para sembrar el Evangelio en el inmenso territorio cubierto desde ese transmisor y antena destruidos. Radio María de las demás ciudades no sufrió. Desde el estudio de Bogotá se sigue transmitiendo al satélite y por ese milagro de las comunicaciones, las demás estaciones propias y las comunitarias bajan desde el satélite la señal que retrasmiten para sus oyentes. En las demás ciudades tienen esa gracia especial. A los que vivimos en Bogotá nos ha tocado el sacrificio de no contar con la emisora de la Virgen María, que consideramos nuestra emisora. Cuando no aparece Radio María en el dial, no encontramos nada que nos satisfaga.

Esta inmensa ciudad de 8 millones de habitantes sufre la orfandad de Radio María, pero no será de manera definitiva. Con la asistencia de los técnicos de la Familia Mundial, Radio María de Colombia adelanta los trabajos para instalar una nueva antena y un nuevo transmisor que, esperamos, estará de nuevo al aire, según nos dicen, en el mes de junio. La voz de la Madre la podremos de nuevo escuchar más clara, más potente, los habitantes de esta vasta zona.

¿Esta reflexión a quiénes va dirigida? Naturalmente, a los de fuera de Bogotá, a quienes llegará sin ningún obstáculo. Son los especialmente beneficiados, los bendecidos. Va también dirigida a los habitantes de Bogotá que tienen la posibilidad de escucharlo por internet. Es un mensaje de esperanza: Radio María de Bogotá volverá al aire. Va dirigida a todos: Dios habla de mil maneras y sin duda algo nos está diciendo con este suceso: a los oyentes, a los programadores, a los técnicos, a los administradores, a los voluntarios, a todos. ¿Sería que no estaba el Señor satisfecho con la débil señal con que la voz de la Madre llegaba a los habitantes de Bogotá? O, ¿cuál será el mensaje?

Tenemos que cuidar este tesoro, mantenerlo, acrecentarlo, mejorarlo, con nuestras oraciones, nuestro trabajo, nuestra ayuda económica. La labor callada de cada oyente desde su hogar, desde su lecho de dolor, desde  su lugar de trabajo, ha mantenido la radio con inmenso amor. Este es un momento especial; que la Virgen vea a sus hijos, como nunca, devolviendo amor con amor; y el amor verdadero no es de solas palabras; si es de verdad es un amor actuante, activo. Démonos todos una mano, a través de Radio María.

Volvamos a la DSI, tema de este ‘blog’

En las entregas anteriores continuamos el estudio del capítulo III de la encíclica Caridad en la verdad, Caritas in veritate, de Benedicto XVI, capítulo que se refiere al papel de la sociedad civil en el desarrollo económico. A la sociedad civil pertenecemos todos los ciudadanos que no somos parte de una entidad del Estado. El título de este capítulo III es Fraternidad, Desarrollo Económico y Sociedad Civil. Ese título nos hace ver la importancia que la fraternidad, es decir, el tratarnos como hermanos, tiene en el Desarrollo Económico. No es necesario decir que sin caridad no es posible el trato de todos como hermanos. Por eso hemos insistido en la necesidad de la conversión para que el mundo llegue de verdad al desarrollo económico integral, es decir al desarrollo de todos los seres humanos, – no sólo al desarrollo de un grupo privilegiado, – y al mismo tiempo al desarrollo de todo el ser humano, no únicamente a la satisfacción de sus necesidades materiales sino el desarrollo de sus dimensiones intelectuales, morales, espirituales.

Nos podemos preguntar con todo derecho, si los países llamados desarrollados son desarrollados en todas las dimensiones humanas, cuando en ellos crecen los valores económicos, materiales, mientras descuidan cada vez más los valores espirituales del ser humano. Hay algunas personas en quienes mientras sus depósitos bancarios aumentan, su humanidad disminuye. Otros sí entienden el valor de compartir; eso se consigue si se comprende el valor de la fraternidad, que es superior al valor de crecer sólo materialmente.

Ya hemos insistido lo suficiente  en la importancia del reto que Benedicto XVI pone frente a los economistas y políticos del mundo, sobre la necesidad de pensar en una nueva orientación del manejo de la economía, porque el manejo actual no es satisfactorio si se juzga por sus resultados. Según los informes, media humanidad continúa en la pobreza y las consecuencias de una crisis mundial debida a la falta de ética de los grandes ejecutivos económicos y financieros afecta inclusive a las grandes potencias.

Necesidad  de pensar en una manera distinta de orientar la economía, porque pasada la era del socialismo comunista que fracasó, el capitalismo tampoco ha podido justificar su permanencia. Esta época de Cuaresma nos invita al cambio de mentalidad, a pensar distinto, a pensar según el Evangelio. Si no logramos llegar al pensamiento y al corazón de los economistas y políticos el mundo no va a cambiar.

En la revista Mirada Global el jesuita Rafael Velasco escribió un artículo  que quiero compartir con ustedes, porque viene muy bien en el tiempo de Cuaresma y al tema de cambio de mentalidad que necesitan los políticos y pensadores de la economía. El artículo lleva por título Cambiar nuestro modo de pensar y dice así:

Una llamada a cambiar la manera de pensar

Por estos días vivimos, como Iglesia, el tiempo de Cuaresma. Un tiempo especial de preparación para la Pascua. La Cuaresma se caracteriza por la llamada a la Conversión. Este término (del griego “metanoein”) significa “cambiar la mente”, cambiar el modo de pensar. Esto significa empezar a pensar como piensa Dios, más que como naturalmente nos sale pensar a los seres humanos.

Naturalmente nos suele surgir primero pensar en nuestra propia conveniencia, hacer cálculos de lo que nos va a hacer quedar bien, lo que no nos traerá problemas, lo que nos parece mejor para nuestros intereses. El modo de pensar de Dios es otro: primero los que sufren, los que necesitan, primero amar, decir la verdad y no mentir, primero no traicionar la propia conciencia.  El tiempo de Cuaresma entonces es un tiempo para volver a Dios, no porque a lo mejor nos hayamos alejado, sino porque necesitamos aprender cada vez más a pensar como Él, a sentir como Él, y a obrar como Él.

La Iglesia propone en este tiempo –para ayudarnos a la Conversión- tres medios: La Oración, el Ayuno y la Limosna

La Oración

 Por lo general la oración es concebida, solamente, como hablar con Dios. Rara vez se plantea como lo que es en primer lugar: Escuchar. Escuchar la Palabra de Dios que resuena en nuestras historias personales. La oración es fundamentalmente escucha. El primer mandamiento, según la versión hebrea, comienza diciendo “Escucha Israel”. Es decir que la cuaresma es un tiempo para escuchar a Dios, en el silencio del corazón, a través de la lectura de la palabra de Dios y fundamentalmente en el rostro de los hermanos y hermanas cercanos y lejanos, en los innumerables pobres de diversas pobrezas; escucharlo en el clamor de los que sufren.

 El Ayuno

La concepción más tradicional refiere a la privación material, en particular de alimentos. Sin embargo, esta interpretación tan literal puede ser inadecuada.

El ayuno es un medio para escuchar mejor. Si todas nuestras necesidades y deseos son satisfechos, entonces no hay posibilidad de escuchar, porque quedamos aturdidos consumiendo, adquiriendo, satisfaciendo nuestras necesidades. El ayuno nos ayuda a sentir lo que sienten los que no tienen todas las necesidades satisfechas. El ayuno nos ayuda a ponernos en el lugar de otros, de los que carecen, necesitan, y no tienen como saciar su hambre y su sed material, o espiritual.

El ayuno, es decir, la privación de algunas cosas legítimas, nos puede ayudar a ser más solidarios y compartir. Se priva uno de determinadas cosas, no por un ascetismo perfeccionista, o para ahorrar, sino para compartirlas. Si se come menos, es para ayudar a que otros coman un poco más; si se abstiene uno de determinadas cosas es para poder escuchar mejor las necesidades ajenas

Dejar de hablar tanto de los otros (un ejemplo posible de ayuno) puede ayudarnos a verlos un poco más como Dios los ve, y no como nos parece a nosotros; ayunar de los prejuicios puede ayudarnos a comprender más a los prójimos como los comprende y los quiere Dios.

A veces las compulsiones nos aprisionan: compulsión por tener, por no perder, por saciar, por conseguir, por estar a la altura. El ayuno de alguna de estas compulsiones puede ayudarnos a darnos cuenta de nuestras pequeñas esclavitudes y tal vez nos ayude a ser un poco más libres, como Dios nos hizo.

La Limosna

Ésta es consecuencia del ayuno y de la Escucha (oración). La limosna no es dar lo que nos sobra, sino ser capaces de dar a los otros de aquello que de verdad necesitan y yo puedo darles. La limosna está relacionada más bien con la justicia, con tratar de establecer relaciones más justas entre las personas, donde el amor tenga una palabra, donde el “don” sea nuestra propia persona. Darnos más en lo que hacemos y en lo que ofrecemos.

La limosna consiste en realidad en ser solidarios, con los que ayunan por necesidad, con los que no son escuchados. Solidaridad, amor y justicia, son términos emparentados con la limosna de la cuaresma.

Resumiendo: escucha a Dios y a los que sufren, y generosidad en la entrega a los demás, tres claves posibles para vivir esta cuaresma.

(miradaglobal.com, o8 de abril, 2011)

Una mirada atrás

Como el estudio del N°41 de Caridad en la verdad, Caritas in veritate lo habíamos comenzado hace casi un mes, es conveniente recordar lo que ya habíamos comenzado.

Después de plantear la necesidad de repensar la economía, ahora en este número Benedicto XVI se refiere directamente al papel de la política y también de la empresa, en el desarrollo integral.

Leamos la primera parte de este N° 41 y trataremos de comprenderlo por partes. Es una síntesis apretada de un pensamiento muy profundo sobre el papel del ser humano junto al capital, en las actividades empresariales. Dice  así:

41. A este respecto, es útil observar que la iniciativa empresarial tiene, y debe asumir cada vez más, un significado polivalente (polivalente: es decir que la empresa no debe existir solamente con el único objetivo de producir ganancias). El predominio persistente del binomio mercado-Estado nos ha acostumbrado a pensar exclusivamente en el empresario privado de tipo capitalista por un lado y en el directivo estatal por otro. En realidad, la iniciativa empresarial se ha de entender de modo articulado. Así lo revelan diversas motivaciones metaeconómicas (metaeconómicas: motivaciones que van más allá de las puramente económicas; las motivaciones metaeconómicas son las razones que mueven a actuar y que van más allá de lo puramente económico). El ser empresario, antes de tener un significado profesional, tiene un significado humano[1].

Ser profesional de cualquier área del conocimiento ante todo tiene un significado humano

Es una observación que no debemos pasar por alto. Hoy en varias profesiones, incluyendo a algunos médicos, se ha olvidado que antes de un significado científico, el ser profesional de cualquier área del conocimiento, y en particular el ser médico, tiene un significado humano. En este contexto, el Papa afirma que la actividad del empresario no debe tener lo económico como única razón de ser; su actividad no se debe orientar sólo al desarrollo material. está bien que los empresarios trabajen por el desarrollo económico, pero no sólo por él, sino por el desarrollo económico para el ser humano y no a costa del ser humano. No se puede crecer a costa del ser humano. Eso sucede cuando en la moderna economía de mercado se consigue el crecimiento económico utilizando instrumentos como la explotación de las personas que lo hacen posible. No se puede convertir a la medicina ni a la educación en un negocio más.

No son esos pensamientos puramente teóricos. Tratemos de comprender mejor esta idea viendo un ejemplo concreto. Un beneficio de la globalización es la posibilidad de compartir los avances tecnológicos que han alcanzado países desarrollados. Ha sido beneficioso, que la industria francesa,  la estadounidense y la japonesa, del automóvil, hayan instalado plantas para ensamblar vehículos en nuestro país, porque además de crear puestos de trabajo han impulsado el desarrollo de industrias como la de autopartes. No es sin embargo, una transferencia completa de tecnología, porque solamente armamos carros, pero es una experiencia positiva. Sin embargo, otros experimentos dejan dudas. Algunas industrias colombianas han desplazado la fabricación de algunos de sus productos a China. ¿No sería más conveniente que los siguieran fabricando aquí, donde tenemos un elevado nivel de desempleo?

A costa de trabajadores chinos mal pagados, competir con precios bajos

Un industrial de la marroquinería comentaba que iba a aumentar la capacidad de su planta de Bogotá y que para unos productos específicos había resuelto encargar su fabricación a China porque ellos tienen el material y la tecnología para hacer ese trabajo y acá, no. Parece aceptable la explicación. Sin embargo, en estos días publicaron en la  prensa los nombres de varias empresas colombianas que han desplazado a China la fabricación de algunos de sus productos porque allá es más económico. Esa sola razón deja dudas serias, porque se sabe que una de las causas de los bajos precios de los productos chinos es que allá pagan salarios bajos. Esa es una mala consecuencia de la globalización: dejar de crear puestos de trabajo en Colombia, país de origen de esas empresas, de su capital y de sus creadores,  y a costa de trabajadores chinos mal pagados, competir con precios bajos.

El lunes 11 de abril  (2011) mencionaba la prensa que otra industria colombiana, – ésta productora de plásticos, – inauguró su primera planta en los EE.UU. Esa empresa creará inicialmente 240 puestos de trabajo y en aproximadamente doce meses, generará 100  trabajos más. Por la información del periódico se trata de una industria de alta tecnología que producirá para vender en los EE.UU. Son beneficios de la globalización, que quizás no generan directamente puestos de trabajo en Colombia, pero sí podemos esperar que sus ganancias se reinviertan en nuestro país. Aquí se trata ya de una industria próspera, con varias plantas.[2]

No es el capital el factor predominante en el proceso productivo

Para comprender en profundidad este número de Caritas in veritate, nos conviene volver al pensamiento de Juan Pablo II en sus encíclicas Centesimus annus y Laborem exercens y de Pablo VI en Populorum progressio.  De modo magistral Juan Pablo II en el N° 32 de Centesimus annus aclara su pensamiento sobre el capitalismo y  el papel del ser humano en el desarrollo. No se puede aceptar que en el proceso productivo de las empresas sea el capital el factor considerado el predominante, relegando a un papel secundario, no muy importante, fácil de reemplazar, a la persona humana. Dice allí Juan Pablo II:

A lo largo de la historia, en los comienzos de toda sociedad humana, encontramos siempre estos dos factores, el trabajo y la tierra; en cambio, no siempre hay entre ellos la misma relación. En otros tiempos la natural fecundidad de la tierra aparecía, y era de hecho, como el factor principal de riqueza, mientras que el trabajo servía de ayuda y favorecía tal fecundidad. En nuestro tiempo es cada vez más importante el papel del trabajo humano en cuanto factor productivo de las riquezas inmateriales y materiales; por otra parte, es evidente que el trabajo de un hombre se conecta naturalmente con el de otros hombres. Hoy más que nunca, trabajar es trabajar con otros y trabajar para otros: es hacer algo para alguien. El trabajo es tanto más fecundo y productivo, cuanto el hombre se hace más capaz de conocer las potencialidades productivas de la tierra y ver en profundidad las necesidades de los otros hombres, para quienes se trabaja.

32. Existe otra forma de propiedad, (además de la propiedad de la tierra) concretamente en nuestro tiempo, que tiene una importancia no inferior a la de la tierra: es la propiedad del conocimiento, de la técnica y del saber. En este tipo de propiedad, mucho más que en los recursos naturales, se funda la riqueza de las naciones industrializadas.

Los invito a que lean la encíclica Laborem exercens, sobre el trabajo humano, de Juan Pablo II. El capital humano, el trabajo humano, es el más valioso activo de las empresas.

También los invito a leer el segundo volumen de Jesús de Nazaret, por Joseph Ratzinger, Benedicto XVI. Como el Papa dice en el prólogo, el objetivo de fondo de su libro es comprender  la figura de Jesús, su obra y su palabra. Lo que pretende el Papa con su libro, es que nos acerquemos a figura de Nuestro Señor de manera que nos sea útil para encontrarnos con Él y creerle.  


[1] Cf Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 32; Pablo VI; Populorum progressio, 25

[2] Se trata del Grupo Phoenix, que fabrica productos para la industria alimenticia, incluyendo el mercado de lácteos y café, mediante la utilización de tecnología para procesos de extrusión, termoformado, impresión y fabricación de empaques de alta barrera. Cf El Tiempo, lunes 11 de abril, 2011, Pg 11. También en internet.