Reflexión 209. Caritas in veritate N° 41 (Charla 40)

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Repasemos el mensaje sobre la necesidad de cambio en el mundo de la economía

Las pasadas reflexiones las dedicamos al planteamiento de Benedicto XVI en la encíclica Caritas in veritate, sobre la necesidad de repensar el mundo de la economía, de los mercados, de las empresas, porque con los esquemas actuales no se está consiguiendo el bien común, el desarrollo integral de todos. Y nos habla también el Santo Padre del papel de la sociedad civil, es decir de todos los ciudadanos que no somos parte de los organismos del Estado, porque todos tenemos tareas que cumplir.

En resumen, algunos títulos nos recuerdan los temas del programa anterior

–      Luego de la reflexión de Benedicto XVI nos preguntamos si se está consiguiendo el bien común con la organización económica actual, porque los resultados, – la mitad de los habitantes de la tierra sin salir de la pobreza, – parecen un fracaso y no un motivo de satisfacción.

La propuesta de Benedicto XVI, de repensar el mundo de la economía, de los mercados, de las empresas, es un reto a la inteligencia de los líderes mundiales.

 En estos días, una persona inteligente e ilustrada, pero no cercana a nuestra fe, criticaba al Papa. Me decía que Benedicto XVI habla siempre de lo mismo, que reduce su discurso a hablar de paz y de amarnos todos. Le conté que semanalmente, todos los miércoles, el Papa, en una audiencia general presenta  su catequesis en Roma y a ella asisten 7.000 personas, cuando la audiencia es bajo techo, en el Aula Pablo VI, y si la audiencia es en la Plaza de San Pedro, los asistentes pasan de 10.000. Benedicto XVI expone temas que desarrolla de modo consecutivo semanalmente. Nadie va a escuchar siempre lo mismo, aunque los temas de la paz y de la fraternidad son fundamentales y se deben repetir sin cansancio.

–      La encíclica Caridad en la verdad es una reflexión que ojalá llegara a  quienes dirigen la gran máquina del mundo material. Y se acaba de lanzar el segundo volumen del libro de Ratzinger, Jesús de Nazareth, que trata de la vida de Jesús desde la entrada a Jerusalén hasta la Resurrección. Dice el Papa en el prefacio de este volumen, que su deseo de escribir una parte dedicada a los Evangelios de la infancia de Jesús “no podía entrar directamente en la intención esencial de esta obra: que es comprender la figura de Jesús, su palabra y su actuar. Sin embargo -asegura- que quiere tratar de ser fiel a su promesa y presentará un pequeño libro sobre este tema, y añade: “si todavía me quedan fuerzas para ello”. Pidamos a Dios que le conserve las fuerzas, porque todas sus enseñanzas enriquecen nuestra fe.

–      A Benedicto XVI lo respetan los intelectuales por la sabiduría teológica que ha demostrado, antes como profesor universitario y ahora, cuando podemos gozar todos los fieles de sus enseñanzas como maestro de la Iglesia.

¿Para qué porción de la humanidad ha sido provechoso el manejo de la economía?

Volvamos al tema que nos propone el Papa en Caritas in veritate, sobre la necesidad de reflexionar si el manejo de la economía, de los mercados, de las empresas, ha sido adecuado a las necesidades de desarrollo de la humanidad.

–      A ese propósito nos preguntamos la semana pasada, ¿para qué porción de la humanidad ha sido provechoso el manejo de la economía? Porque tantos hermanos nuestros, la mitad de la población mundial, vive en pobreza y muchísimos pasan hambre. Se puede dar una buena calificación al manejo de la economía, que ha producido tan malos resultados?

Sin embargo, no podemos ser completamente pesimistas, porque hay un camino de esperanza: la DSI nos advierte que para sanar a este mundo débil, el camino es volver a los valores humanos, que son valores cristianos, no valores monetarios. Este no es un camino pesimista, al contrario, es un camino de esperanza, porque conduce a satisfacer los anhelos del ser humano de realizarse plenamente, no sólo en lo material, sino en el desarrollo integral, completo, de su ser, incluyendo lo material, lo espiritual y lo intelectual.

¿Qué tan difícil es este camino? Es difícil, requiere cambiar de modo de pensar y de vivir. Se requiere la conversión. Los resultados, si viviéramos de acuerdo con el Evangelio serían maravillosos: si en el mundo se practicaran la caridad y la verdad, ¿no cambiaría radicalmente?

Los creyentes tenemos un gran reto, en el que deberíamos pensar seriamente en esta Cuaresma. Uno de los cambios que urgentemente necesitamos, y al cual nos invita el Santo Padre, es el de aprender a vivir según un estilo de vida más sencillo y sobrio. Aprender a vivir dignamente, sin pretensiones de ricos.

Aprender a no ser compradores impulsivos

Ese cambio necesario implica aprender a no comprar impulsivamente, para gozar de la última innovación, para estar a la moda. Una de las estrategias de la economía capitalista es estimular a la gente a gastar más. Si el comercio se mueve, crece la industria, hay más dinero en el mercado, aumenta el número de puestos de trabajo, crece la economía. Por eso a los particulares nos estimulan a gastar más, mientras que, por el contrario, las empresas se esfuerzan por gastar  menos. ¿Por qué ese fenómeno y en qué forma economizan las empresas; ¿cuáles son sus estrategias?

Alguna medidas son útiles para todos: por ejemplo, procuran ahorros en energía, buscan materias primas menos costosas,  pero otras medidas son inquietantes: ¿por qué los puestos de trabajo que crean no son de trabajo formal,  bien remunerado? ¿Por qué los programas que benefician al personal encabezan la lista de los recortes?

¿No es un éxito mediocre el de la economía?

Es verdad que si  si crecen las ventas y el consumo, es decir, si se mueve la economía, las gráficas de las ganancias son ascendentes y se beneficia medio mundo, pero, ¿qué pasa con la otra mitad? Por eso es necesario repensar el modelo de manejo de la economía: para que el crecimiento llegue a todos y no sólo a medio mundo.

–      No solo los de la clase media tenemos que aprender a vivir sobriamente; también  los empresarios tendrían que aprender a vivir más sobriamente. Si lo aprendieran, aceptarían disminuir el nivel de ganancias de sus negocios. La conversión la necesitamos todos… Y hay personas que así lo entienden y aceptan y practican; de seguro que viven más felices.

Otro punto de nuestra reflexión, sobre el papel de la sociedad civil, es decir de los particulares que no pertenecemos a ninguna organización del gobierno, es que tenemos que aprender a no callar, cuando somos testigos de despilfarro, de corrupción, de desgreño administrativo o de abuso de autoridad lo mismo que  cuando somos testigos de ganancias exorbitantes en los negocios, como pasa con el sector financiero. Dios nos dio voz. Tenemos voz. Se hace uno partícipe del daño causado, cuando prefiere callar y, como dicen por ahí: Dejar así. A veces se hace silencio por temor y también por una lealtad política mal entendida.

Responsabilidad de llevar el Evangelio también a las altas esferas…

¿Cómo conseguir que surja una generación de empresarios, de políticos, de gobernantes, que no piensen sólo en ellos como si fueran el cetro del mundo o sólo en tener más? Porque sobre la Iglesia  pesa la responsabilidad innegable de llevar el Evangelio a todos, también a esas altas esferas. Así lo reconoció la Conferencia Episcopal de América Latina y el Caribe, que ante el posible planteamiento de que haya un rechazo a la doctrina del Evangelio, aclaró que en su concepto, no hay un rechazo a la doctrina, sino al modo de presentarla y se propuso que la pastoral con los líderes de opinión hay hacerla con esfuerzo y creatividad.

Un examen de conciencia para hacernos todos los que trabajamos en evangelización como discípulos y misioneros. ¿Cómo mejoramos en nuestro apostolado, para llegar con el Evangelio a todos, teniendo en cuenta las diferencias y necesidades de las distintas comunidades? Los laicos nos tenemos que preparar. La nueva Evangelización necesita modos nuevos para llevar la Palabra. También la Conferencia Episcopal de Aparecida lo reconoció. Dijo que hay que favorecer la preparación de un laicado capaz y competente interlocutor entre la Iglesia y la sociedad, y la sociedad y la Iglesia (Aparecida, 497).

Como el Evangelio toma al ser humano integral, la única manera de dar a conocer nuestra fe y de llevar a todos al conocimiento de Jesucristo no es sólo la enseñanza tradicional de la doctrina. Ayudémonos, dando a conocer la obra de Evangelización de la Iglesia con los líderes de opinión. También es muy importante la labor que se haga con los universitarios y los estudiantes de bachillerato. De ellos saldrán los líderes de opinión. Ayúdennos a encontrar caminos diferentes, en bien de la difusión del Evangelio.

Papel de la política y de la empresa en el desarrollo integral

Después de plantear la necesidad de repensar la economía, ahora en el número 41 de Caritas in veritate Benedicto XVI se refiere directamente al papel de la política y de la empresa, en el desarrollo integral.

A comienzos del N° 41, la encíclica nos sigue hablado de la empresa, a lo cual como ya vimos dedica el N° 40. Leamos la primera parte de este número y trataremos de comprenderlo por partes. Es una síntesis apretada de un pensamiento muy profundo sobre el papel del ser humano junto al capital, en las actividades empresariales. Dice  así:

41. A este respecto, es útil observar que la iniciativa empresarial tiene, y debe asumir cada vez más, un significado polivalente (Es decir que la actividad de la empresa no debe tener como único objetivo producir ganancias). El predominio persistente del binomio mercado-Estado nos ha acostumbrado a pensar exclusivamente en el empresario privado de tipo capitalista por un lado y en el directivo estatal por otro. En realidad, la iniciativa empresarial se ha de entender de modo articulado. Así lo revelan diversas motivaciones metaeconómicas (las razones que mueven a actuar y que van más allá de lo puramente económico). El ser empresario, antes de tener un significado profesional, tiene un significado humano[1].

Según ese planteamiento la actividad del empresario no debe tener lo económico como única razón de ser; no sólo el desarrollo material. Sí está bien que los empresarios trabajen por el desarrollo económico, pero no sólo por él, sino por el desarrollo económico para el ser humano y no a costa del ser humano. No se puede crecer a costa del ser humano. Eso sucede cuando en la moderna economía de mercado se consigue el crecimiento económico utilizando instrumentos como la explotación de las personas que lo hacen posible.

¿Por qué desplazar la fabricación a otros países si acá padecemos desempleo?

No son puros pensamientos teóricos. Tratemos de comprender mejor esta idea viendo un ejemplo concreto. Un beneficio de la globalización es la posibilidad de compartir los avances tecnológicos que han alcanzado países desarrollados. Ha sido beneficioso, que la industria francesa y estadounidense del automóvil hayan instalado plantas para ensamblar vehículos en nuestro país, porque además de crear puestos de trabajo y traer tecnologías nuevas administrativas y técnicas, han impulsado el desarrollo de industrias como la de autopartes. No es una transferencia completa de tecnología, porque solamente armamos carros, pero es una experiencia positiva. Sin embargo, otros experimentos dejan dudas. Algunas industrias colombianas han desplazado la fabricación de algunos de sus productos a China. ¿Por qué no los siguen fabricando aquí, siendo que tenemos un elevado nivel de desempleo?

Escuché a un industrial de la marroquinería que comentaba que iba a aumentar la capacidad de su planta de Bogotá y que para unos productos específicos había resuelto encargar su fabricación a China porque ellos tienen el material y la tecnología para hacer ese trabajo y acá, no. Parece aceptable la explicación. Sin embargo, en estos días publicaron en la  prensa los nombres de varias empresas colombianas que han desplazado a China la fabricación de algunos de sus productos porque allá es más económico. Esa razón deja dudas serias, porque se sabe que una de las razones de los bajos precios de los productos chinos es que allá pagan salarios bajos. Esa es una mala consecuencia de la globalización: dejar de crear puestos de trabajo en Colombia, país de origen de esas empresas, de su capital y de sus creadores,  para aumentar el número de trabajadores mal pagados al otro lado del mundo.

El lugar del trabajo en el proceso productivo

Para comprender en profundidad este número de Caritas in veritate, nos conviene volver al pensamiento de Juan Pablo II en su encíclica Centesimus annus y de Pablo VI en Populorum progressio.  De modo magistral Juan Pablo II en el N° 32 de Centesimus annus aclara su pensamiento sobre el capitalismo y  el papel del ser humano en el desarrollo. No se puede aceptar que en el proceso productivo de las empresas sea el capital el factor considerado el predominante, relegando a un papel secundario, no muy importante, fácil de reemplazar, a la persona humana. Dice allí Juan Pablo II:

A lo largo de la historia, en los comienzos de toda sociedad humana, encontramos siempre estos dos factores, el trabajo y la tierra; en cambio, no siempre hay entre ellos la misma relación. En otros tiempos la natural fecundidad de la tierra aparecía, y era de hecho, como el factor principal de riqueza, mientras que el trabajo servía de ayuda y favorecía tal fecundidad. En nuestro tiempo es cada vez más importante el papel del trabajo humano en cuanto factor productivo de las riquezas inmateriales y materiales; por otra parte, es evidente que el trabajo de un hombre se conecta naturalmente con el de otros hombres. Hoy más que nunca, trabajar es trabajar con otros y trabajar para otros: es hacer algo para alguien. El trabajo es tanto más fecundo y productivo, cuanto el hombre se hace más capaz de conocer las potencialidades productivas de la tierra y ver en profundidad las necesidades de los otros hombres, para quienes se trabaja.

32. Existe otra forma de propiedad, (además de la propiedad de la tierra) concretamente en nuestro tiempo, que tiene una importancia no inferior a la de la tierra: es la propiedad del conocimiento, de la técnica y del saber. En este tipo de propiedad, mucho más que en los recursos naturales, se funda la riqueza de las naciones industrializadas.


[1] Cf Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 32; Pablo VI; Populorum progressio, 25