Reflexión 205, Caritas in veritate, Cap. III, Valores cristianos en los negocios

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¿Cuál es la misión de las empresas? ¿Para qué, cómo?

 Hemos comentado antes la afirmación de Benedicto XVI en su encíclica Caridad en la verdad, Caritas in veritate N° 40), sobre los cambios profundos que se requieren en el modo de entender la empresa. Según el pensamiento del Santo Padre, la gestión de las empresas no puede orientarse únicamente al interés de sus propietarios, sino que debe procurar también el beneficio de todos los demás que contribuyen a la vida de cada compañía, es decir los intereses de sus trabajadores, sus clientes,  proveedores, en fin, los intereses de la comunidad donde la empresa desarrolla sus actividades. Se refiere el Papa a que la empresa, además de la responsabilidad por el interés de sus propietarios, tiene también una responsabilidad social.

Representantes muy importantes del capitalismo neoliberal no aceptan esa interpretación de la DSI, en el sentido de que las empresas tengan una responsabilidad social; por el contrario, la rechazan porque les parece que ese es un pensamiento izquierdista, colectivista, socialista. Según esos teóricos de la economía, la única responsabilidad de las empresas es la que tienen con sus propietarios. Sin embargo, la crisis financiera mundial, que no han superado todavía los países más ricos, ha puesto a pensar a no pocos economistas que, además del indispensable manejo ético de los negocios, es necesario que los empresarios reflexionen sobre la necesidad de revitalizar valores que han olvidado en sus actividades y que son necesarios para que el mundo no vuelva a sufrir otra crisis como la actual. No es suficiente la ética; los valores sobre los que se funde la empresa son muy importantes. La crisis económica y financiera no se presentó por fallas técnicas en el manejo del mundo de los negocios, sino más bien por fallas en la ética de sus conductores y por ignorar valores fundados en el cristianismo.

Si estamos de paso no echemos raíces

En los EE.UU. un movimiento ecuménico llamado Sojourners, -significa “peregrinos o viajeros” trabaja por la justicia social. Todos somos “sojourners”, e.d., viajeros, que estamos de paso. Si somos conscientes de nuestra condición de personas que estamos en el mundo “de paso”, no pretenderemos echar raíces; no nos apegaremos a lo que necesariamente tendremos que dejar para seguir de viaje…

El director de Sojourners se llama Jim Wallis y aprovecha muy bien  los medios de comunicación para divulgar los valores del Evangelio. Convencido de la necesidad de volver a descubrir los valores que se han olvidado en el manejo de la economía, para, no sólo salir de la crisis económica utilizando recursos técnicos, sino para que el mundo se recobre dentro de un marco ético, porque necesita una brújula moral que lo oriente, se ha propuesto aprovechar las oportunidades que se le presenten para llegar a los grandes. Escribe libros, tiene publicaciones en internet y es invitado a las cadenas de TV. Las encuentran en sojourners.com  y como se ha dado a conocer en todos los círculos, ha conseguido llegar a hablar a los magnates del mundo, no sólo por las grandes cadenas de TV.

Jim Wallis fue invitado al foro económico mundial en Davos, en enero de 2009 (como veremos, también estuvo en el foro de enero del 2011). Habíamos contado que durante ese foro mundial, la cadena de noticias CNN comenzaba el día entrevistando a los personajes que asistían, sobre cuándo pensaban que terminaría la crisis económica. Los jefes de estado y presidentes de grandes compañías que asistían al foro respondían en la TV como invitados al programa o desayunaban viéndolo.

En una poco usual sesión plenaria de ese foro económico mundial, en Davos, titulado “Los Valores detrás del Capitalismo de mercado”, Jim Wallis se atrevió a manifestar que la cadena CNN no estaba haciendo la pregunta correcta. Dijo Wallis que lo importante no era sólo saber cuándo terminaría la crisis económica, sino “¿Cómo nos cambiará a nosotros / la crisis?” Es que, si logramos salir de una crisis sin profundizar en lo que nos condujo a ella y no tomamos medidas para que no se vuelva a presentar, repetiremos los mismos o parecidos errores y tendremos una nueva crisis, quizás más perjudicial. Si no cambiamos nosotros, no cambiará el mundo.

 Necesidad de cambios, no sólo en lo técnico de los negocios, sino en los valores  detrás del pensar, actuar y tomar decisiones

La pregunta de Jim Wallis “¿Cómo nos cambiará la crisis a nosotros?” se refería a, si la crisis económica llevaría a las personas  dedicadas a los negocios a reflexionar si no tendrían que realizar cambios, no sólo en lo técnico de esos negocios, sino en su propia manera de pensar, de actuar y de tomar decisiones; si los llevaría la crisis a valorar si lo que consideran un éxito en sus actividades, es de verdad un éxito; la crisis, piensa Wallis, debe conducir a los hombres de empresa, no sólo a pensar como gente de negocios, cuya única preocupación es lo técnico, sino a pensar como individuos que conducen sus negocios como parte de sus propias vidas. Trató Wallis de hacer pensar a los hombres de negocios en su coherencia, porque, en su concepto, la crisis económica mundial  es una crisis estructural que pide, además de una regulación social, también unas nuevas reglas de conducta de las personas como individuos. Parece, dice Wallis, que hemos olvidado valores básicos. Los hombres de negocios no son coherentes si manejan dos vidas: su vida privada y su vida de empresarios. Los valores y la ética deben ser guías en la vida privada y en la pública.

Examen de conciencia para los empresarios

Para los católicos la invitación a reflexionar sobre nuestro comportamiento no debe parecer extraño; es el diario examen de conciencia al que los maestros espirituales nos invitan. Un examen dirigido al arrepentimiento, si hicimos algo mal; a la acción de gracias por lo que hayamos hecho bien, porque eso no hubiera sido posible sin la ayuda de la gracia, y a corregir el camino, si fuere necesario. Ese punto, de corregir el camino es indispensable para no volver a caer en el mismo error.

La DSI ve la crisis económica mundial como un fenómeno producido, no por fallas técnicas, sino por fallas éticas en el manejo de los negocios y sostiene que además del indispensable manejo ético de los negocios, es necesario que los empresarios reflexionen sobre la necesidad de revitalizar valores que han olvidado en sus actividades y que son necesarios para que el mundo no vuelva a sufrir otra crisis como la actual. Un valor muy importante señalado por Benedicto XVI es de la gratuidad. No todo lo que entregamos debe ser comprado. La disposición a donar es un valor cristiano.   

¿Por qué la Iglesia habla de temas de economía y de política?

Como los seres humanos que se dedican a los negocios o a la política manejan asuntos que tienen efectos buenos o malos para la sociedad, – se trata de comportamientos humanos, – el Evangelio tiene mucho qué decir y las personas que tienen la misión de llevarlo, no pueden callar. El Papa es el primero que no puede callar.

Jim Wallis habló de ética y de valores a los jefes de gobierno y presidentes de grandes compañías en Davos y demostró que es posible llegar a interesarlos en temas éticos y en la importancia de los valores. Cuenta Jim Wallis que en las reuniones de Davos en años anteriores también se había hablado de temas sociales, pero como algo de menor importancia, para grupos filantrópicos que se reunían en salas pequeñas. Fue necesaria la crisis económica mundial para que se aceptara escuchar a un líder religioso en una asamblea general.

Reflexionar seriamente sobre las causas de un desastre y tener la valentía de preguntarnos si ese desastre se habría podido evitar con una conducta nuestra distinta, puede evitar que se repita la amarga experiencia. Lo peor que puede suceder es que, una vez superada la crisis, volvamos a la vida normal como si no hubiera ocurrido nada.

En Colombia entidades como la Procuraduría General de la Nación, han cuestionado, luego de los desastres naturales que ha sufrido el país, si entidades como las corporaciones responsables de la gestión y protección de los recursos naturales cumplieron con su deber y previeron, como debieron hacerlo, la situación de las viviendas y cultivos a orillas de los ríos que inundaron grandes extensiones. Se trata de un examen de conciencia que debemos hacernos para corregir el camino antes de llegar a las crisis.

¿Quiénes escuchan y prestan atención a los mensajes de la Iglesia?

Uno se puede preguntar si las invitaciones a la reflexión como las del Santo Padre y los Obispos son escuchadas por los líderes de la comunidad internacional y por los de nuestro país. Es indispensable por eso que los mensajes del Evangelio utilicen los modernos medios de comunicación y que se busque la manera de llegar a ellos de manera que los toquen. En eso nos dan ejemplo los expertos en mercadeo y publicidad, que conocen la psicología de la gente y presentan sus mensajes publicitarios de manera que impacten a su público objetivo. Nosotros los católicos tenemos el más maravilloso mensaje, pero no siempre sabemos presentarlo.

Es un ejemplo para nosotros, la actividad del mencionado Jim Wallis. Ha sido él insistente y oportuno. Recién sacudido el mundo por la crisis económica y después de la encíclica Caridad en la verdad, empezó el señor Wallis a divulgar el pensamiento de Benedicto XVI. ¿Ha servido de algo este trabajo? Después de su presentación sobre la necesidad de cambio en el  modo de pensar, de actuar y de tomar decisiones de parte de las personas que manejan la economía, encontró que en el ambiente del foro mundial los temas de que se hablaba  incluían ya los de ética y valores no sólo los temas técnicos del manejo de la economía.

Volver a los valores olvidados

Escribió luego Wallis un libro con el título Descubriendo VALORES en Wall Street, en la Calle Principal y en su Calle, Una Brújula Moral para la Nueva Economía (Rediscovering Values On Wall Street, Main Street, and Your Street).

Con ese título expresaba que era necesario que redescubrieran los valores, no sólo las instituciones que manejan la economía desde la calle Wall Street, en Nueva York, sino también las de las demás ciudades del mundo, incluyendo las de nuestro propio barrio, es decir, nuestra casa.

Jim Wallis continúa en su lucha por la justicia social en muchos campos. Volvió al foro económico mundial de Davos el pasado mes de enero (2011). Allí retó a los gerentes defensores de los fondos de inversión, a los presidentes de empresas y jefes de estado a encontrar una nueva norma que se base en valores y no sólo en el lucro. Lo que sostiene Benedicto XVI en Caritas in veritate. Encontré, dice, que este tema sigue siendo oportuno ahora como nunca antes.

Algo interesante: cuenta Wallis que algunos líderes de los negocios fueron a hablar con él, como Nicodemos, por la noche (Recordemos que ese es el apunte de San Juan, en el capítulo 20, v. 39). Le comentaron esos personajes que estaban tratando de encontrar los valores que habían perdido en el camino. Escuchó también historias de estudiantes de Administración de Negocios, que están comprometidos con la responsabilidad social y de una funcionaria de un municipio que empezó una reunión para estudiar el presupuesto con la lectura de un pasaje de la Biblia. Estoy conmovido, dice, de ver cómo este mensaje está marcando la diferencia. (I’ve been moved by how this message is making a difference). Y añade: A los cristianos de todo el mundo, a los líderes de las empresas y en general a toda nuestra sociedad, los tiempos difíciles han traído una oportunidad para reflexionar y han ayudado a prender una discusión sobre cómo nuestros valores más hondos pueden guiar nuestras vidas y ayudar a nuestra economía a volver al camino recto.[1]

¿Existe algún movimiento católico que trabaje por la cristianización de las empresas?

Sí, una organización internacional llamada Unión Cristiana Internacional de Dirigentes de Empresa, su sigla es UNIAPAC.  Ya en 2006, en su congreso mundial celebrado en Bruselas habían llegado a conclusiones importantes sobre lo que debe ser la empresa. Destacó, entre otras cosas, UNIAPAC, la importancia que debe tener la formación de los empleados, teniendo en cuenta, no sólo su situación actual sino su posible situación futura. De manera que sostienen que las empresas tienen una responsabilidad social con sus empleados. Porque, afirmó su declaración, que la responsabilidad social de la empresa no sólo se refiere a los aspectos económico, social y ambiental, sino que debe tener en cuenta  la situación de cada persona y su realización personal. Y añade que la responsabilidad social no se puede reducir a bonitas palabras, sino que deben plantear proyectos precisos, a largo plazo y que se haga un seguimiento permanente de su progreso. No parece que haya muchas empresas que se comprometan así con la formación de sus empleados, aunque sí ha habido programas excelentes, en Colombia. Los conocí y tomé parte en algunos de ellos, pero son frágiles. Un cambio de cabeza de la empresa y si resuelve recortar costos, el desarrollo de personal y la capacitación son víctimas muy probables.

UNIAPAC instó a los empresarios cristianos a responder a su deber en el momento de la crisis económica mundial, evitando tanto el optimismo ciego como la resignación, y a asumir riesgos en el servicio de las personas, lanzando proyectos ejemplares e innovadores.

¿Dónde existe UNIAPAC?

UNIAPAC reúne a más de 26 asociaciones en otros tantos países y tiene más de 35.000 miembros.

En junio de 2010, un grupo de obispos, empresarios, sacerdotes y laicos, convocados por el Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM y por UNIAPAC latinoamericana, se reunieron en Bolivia para estudiar los desafíos de la empresa en los 200 años de la independencia de América Latina y el Caribe.

No fue esa una reunión como la de los dirigentes de Davos. Allí participaban los empresarios católicos con sus pastores. Durante esos días oraron y reflexionaron en un clima de fraternidad. Como guía y punto de referencia eligieron la encíclica Caritas in veritate, Caridad en la verdad. Como de estos sucesos pocas noticias nos suelen llegar, leamos algunas de las conclusiones a las que llegaron en su declaración final.

Para los participantes en la reunión de Cochabamba, Bolivia, ser empresario cristiano tiene un profundo significado humano; es un proyecto de vida que adquiere su sentido de la fe, la esperanza y la caridad. Compromete a vivir con autenticidad el sacerdocio bautismal.

Afirmaron que el hombre no será humano si no es hermano; que el capital humano es el primer capital de las empresas; que la empresa es sociedad de capitales y sobretodo, una sociedad de personas.

Algunos de los desafíos a los que manifestaron se enfrenta la empresa latinoamericana están claramente derivados de Caritas in veritate.

Las conclusiones de la reunión del CELAM:UNIAPAC en Cochabamba las encuentran en la página web de ZENIT: http://www.zenit.org/article-35842?=spanish


[1] Jim Wallis es el presidente de Sojourners y tiene un blog en www.godspolitics.com. Puede seguir a  Jim en Twitter @JimWallis.