Reflexión 204- Caritas in veritate N° 40 (II)

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Continuemos con la responsabilidad social de la empresa

Según Caritas in veritate, la finalidad de las  empresas, para lo cual son fundadas por sus dueños y entregadas para su manejo a los administradores, no puede ser exclusivamente el conseguir ganancias; no pueden dedicarse las empresas solamente al lucro, pues tienen también obligaciones con la sociedad.

Benedicto XVI recalca que el mundo de la economía se tiene que manejar, no sólo dentro de un marco moral, ético, sino que además se debe dar cabida a lo que el Papa llama “el principio de gratuidad” y “la lógica del don, que es una disposición a dar gratuitamente, sin interés de que le paguen.  Estar dispuestos a dar es una actitud cristiana, un principio fundado en el Evangelio. Recordemos cómo se premiará  hasta el dar un vaso de agua al sediento, el dar de comer al que tiene hambre, el vestir al desnudo…

El mismo Papa Benedicto XVI, al día siguiente de la publicación de Caritas in veritate, presentó el pensamiento de su encíclica, en audiencia pública y dijo:

La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; necesita recuperar la importante contribución del principio de gratuidad y de la “lógica del don” en la economía de mercado, en el que la regla no puede ser el provecho propio. Pero esto  sólo es  posible gracias al compromiso de todos, economistas y políticos, productores y consumidores, y presupone una formación de las conciencias que dé fuerza a los criterios morales en la elaboración de los proyectos políticos y económicos.

En el N° 40 de Caritas in veritate el Papa invita a reflexionar sobre el modo de entender la empresa. En esa audiencia en que presentó la encíclica aclaró lo que deseaba resultara  de esa reflexión: que los hombres de negocios se pregunten si es correcto buscar sólo el lucro y se ignore la responsabilidad social. No está mal buscar el lucro, pero ¿ese debe ser el único objetivo de las empresas? Generalmente es ese el pensamiento del negociante: ganar dinero. Pero también hay empresarios con mentalidad cristiana, que sin dejar de ganar dinero, obran sólo como administradores de sus bienes y no como dueños absolutos; Dios dador de todo bien está presente en su pensamiento y en su vida y por eso dan espacio a la generosidad.

Hay empresarios cristianos que piensan en cristiano sobre su negocio

En una empresa muy grande, aquí en Colombia, propiedad de una familia, se reunieron los accionistas y resolvieron renunciar al 25% de la propiedad de esa empresa y donarlo a una fundación que ellos crearon, para dedicarse a obras en favor de la sociedad. Es una empresa con negocios también fuera del país. Entendieron ellos el significado del amor cristiano, dispuesto a dar sin poner precio al don.  De esa decisión hace años y la empresa sigue allí, con éxito.

Para que los empresarios piensen con esa generosidad hay que llegarles con el Evangelio, a tiempo hay que ayudarles a formar sus conciencias. Es indispensable que los colegios y universidades católicos cumplan con su misión de formar las conciencias de quienes habrán de liderar los proyectos económicos y políticos. Es necesario que se dé a conocer el pensamiento social de la Iglesia, para que la gente de buena voluntad corrija el camino si dedica su esfuerzo sólo al lucro y se ajuste a las exigencias del Evangelio. Si no se produce la conversión que significa pensar y actuar conforme al Evangelio, el mundo nunca va a encontrar la justicia.

El capitalismo neoliberal y la responsabilidad social

La concepción de la empresa, según la cual su objetivo no puede reducirse sólo a obtener ganancias, sino que debe orientarse también al beneficio de la sociedad, no es aceptado por los seguidores del capitalismo neoliberal. Mencionamos ya el artículo de Milton Friedman, premio Nobel de economía, quien consideraba que quienes sostienen que las empresas tienen un interés social estarían predicando puro socialismo si se los tomara en serio.

En cuanto a los administradores de las empresas, – diferentes a los dueños, – según ese importante economista, – su obligación es manejar los negocios de acuerdo con los deseos de los dueños, que serán, generalmente, hacer tanto dinero como sea posible, conformándose a la ley y a las costumbres éticas de la sociedad. Sea que los administradores manejen una empresa  con o sin ánimo de lucro, su obligación, dice Friedman, es con los propietarios de la institución. Podemos estar de acuerdo en que la primera obligación del administrador de una empresa, es cumplir con  las funciones para las cuales fue contratado. Pero, ¿sólo eso? ¿No hay campo para orientar a la empresa hacia el bien común?

El administrador puede gastar su propio dinero en causas sociales

Acepta Friedman, que el ejecutivo de una corporación es también una persona con sus propios derechos, y por lo tanto, además de cumplir con sus deberes como empleado, voluntariamente  puede tener y asumir otras responsabilidades con su familia, con su propia conciencia, con sus sentimientos caritativos, con su iglesia, con su club, su ciudad, su país. Movido por esas responsabilidades que asume, el administrador de una empresa puede dedicar parte de su propio dinero a esas causas que, si desea puede llamar “responsabilidades sociales”, pero en ese caso él gastaría su propio dinero, haría su propio esfuerzo, emplearía su tiempo, y no el dinero ni el tiempo ni las energías que se ha comprometido a emplear en beneficio de sus empleadores.

Podemos estar de acuerdo con Friedman en que el gerente, como empleado, no puede lícitamente utilizar, sin autorización de sus empleadores, tiempo del trabajo ni dinero de la empresa, en actividades distintas a aquellas para lo cual fue contratado. Sin embargo,  creo yo que, si una persona ocupa una posición en la cual tiene la posibilidad de influir en el pensamiento de su empleador, de dar su concepto sobre asuntos que tienen que ver con el bien o el perjuicio de los trabajadores o de la comunidad,  tiene la obligación ética de no callar. Hay presidentes dispuestos a escuchar, como también los hay con quienes no es posible hacerlo.

Recuerdo que cuando me nombraron gerente de recursos humanos en una empresa, le expuse al gerente general cuál era mi pensamiento sobre el cargo y le dije que si él me ordenaba hacer algo con lo cual yo no estuviera de acuerdo, le expondría mis propios argumentos y que, después de eso, si él insistía, ejecutaría su orden, porque suponía de antemano que él no me ordenaría nada contra la ley o la ética. Puede haber casos en que  a un gerente le ordenen hacer algo contra la ley o la moral; creo que si, luego de exponer sus argumentos para no cumplir con esa orden que implica faltar a la moral o a la ley, se le exigiera hacerlo, debería hacerse a un lado y si se requiere debería renunciar al cargo.

¿Obrar contra los interese de los empleadores?

El doctor Friedman no toca este punto sobre cumplir órdenes fuera de la ley o la ética. Se refiere él a los objetivos de la empresa y a las funciones de los administradores, quienes no se deben apartar de los objetivos de la empresa. Considera Friedman que, en el caso del  ejecutivo de una corporación,  si se acepta de verdad y no por pura retórica, que  la empresa tiene una “responsabilidad social”, a quienes la administran se les estaría autorizando a, en ciertos casos, obrar contra los intereses de sus empleadores.

Friedman ofrece algunos ejemplos de acciones de la gerencia en el manejo de la compañía, que podrían ir contra los intereses de los dueños por buscar el bien de la sociedad. Menciona como ejemplos, el no aumentar el precio de algunos artículos para contribuir al objetivo social de detener la inflación o de disminuir la pobreza o, emplear dinero en una cantidad superior a lo que sería beneficioso para la empresa o a lo que ordene la ley, en programas para disminuir la contaminación, con la idea de contribuir al objetivo social de mejorar el medio ambiente.

¿El administrador convertido en recaudador de impuestos?

La razón que Friedman expone para oponerse a esas actuaciones de la gerencia en favor de objetivos sociales, es que, en esos casos, la administración de la empresa estaría gastando el dinero de sus empleadores, – los dueños de la empresa, -en beneficio de otros, de la sociedad. En su concepto el ejecutivo empresarial estaría en esa forma asumiendo funciones que corresponden al gobierno, como sería la de decretar impuestos y a qué fines dedicarlos. Piensa Friedman que se convertiría el gerente que obrara así, en un agente del gobierno y no de los propietarios que lo nombraron para manejar su empresa. ¿De qué impuestos habla Friedman? Él asimila a los impuestos el dinero que dejarían de ganar los propietarios de la empresa por no subir precios a  algunos productos y al que se gastara, por ejemplo para reducir la contaminación. Ese gerente que gastara en esa forma el dinero de sus empleadores correría el riego de que lo despidieran, piensa Friedman.

¿Las ideas de la DSI son socialistas?

Continuemos desarrollando estas ideas que nos ayudan a comprender el origen de las críticas a las DSI, a la que tachan, a veces de socialista, cuando defiende ideas como ésta de la responsabilidad social de la empresa.

Ese famoso economista, Friedman, tampoco está de acuerdo con los empresarios que optan por aprovechar las deducciones de impuestos que algunas leyes conceden a contribuciones caritativas. Piensa él que hacer esas donaciones es una conducta hipócrita, que cubre los intereses propios bajo el manto de cumplir con la responsabilidad social y hace daño a los fundamentos de una sociedad libre. Se refiere el economista a que sería hipócrita pretender que se aporta una donación para cumplir con una obligación con la sociedad, cuando lo que se busca es la disminución de los impuestos. Le parece que esos hombres de negocios son miopes, confundidos mentalmente, que tienen un carácter esquizofrénico, que puede afectar la supervivencia de los negocios en general. Ese calificativo de miopes, mentalmente confundidos y esquizofrénicos, también lo aplica Friedman a los hombres de negocios que piden la intervención del gobierno con la expedición de lo que él llama guías (guidelines) de salarios y de precios (control de precios). Dice:

No hay nada que podría hacer más en poco tiempo para destruir un sistema de mercado y reemplazarlo por un sistema centralizado, que un control efectivo del gobierno de precios y salarios[1](There is nothing that could do more in a brief period to destroy a market system and replace it by a centrally controlled system than effective governmental control of prices and wages).

¿Por qué se acusa de socialista e inclinado al colectivismo comunista al pensamiento social de la Iglesia?

Cuando conocemos el pensamiento de Friedman, exponente muy importante del capitalismo neoliberal, comprendemos por qué se acusa de socialista e inclinado al colectivismo comunista al pensamiento social de la Iglesia, expuesto por algunos de los Papas, como Benedicto XVI, en el caso de Caritas in veritate.

Por otra parte, es verdad que Friedman defiende los valores de la democracia, que se funda en la libertad de los individuos y en el voto. Dice que mediante su voto el individuo puede defender su pensamiento y si pierde en las urnas se debe conformar con la decisión de la mayoría. Estamos de acuerdo, pero no en la aplicación de ese pensamiento para negar la responsabilidad social que tenemos los individuos y las empresas. El párrafo final del artículo de Friedman que hemos estado comentando es contundente. Lo leo:

(…) la doctrina de la “responsabilidad social” tomada seriamente / extendería el alcance de su mecanismo político a toda actividad humana. No se diferencia en filosofía de la más explícita doctrina colectivista. Solamente difiere por profesar la creencia de que los fines colectivistas se pueden alcanzar sin medios colectivistas. Por eso en mi libro Capitalismo y libertad, la he llamado una “doctrina fundamentalmente subversiva” en una sociedad libre, y he dicho que en esta clase de sociedad, “hay  una y sólo una responsabilidad social de los negocios—usar sus recursos y emprender actividades diseñadas para aumentar sus ganancias tanto, en cuanto permanezca dentro de las reglas del juego, es decir, mientras se empeñe en una competencia abierta y libre, sin engaño ni fraude.[2]

¿Comportamiento esquizofrénico de Benedicto XVI en Caritas in veritate?

También algunos católicos han disentido del pensamiento expuesto por el Papa Benedicto XVI en Caritas in veritate, entre otros George Weigel, conocido autor de una popular biografía de Juan Pablo II. Al  encontrar que Friedman tilda de esquizofrénicos a los empresarios que tienen sentido social, me pregunto si Weigel participa de esa dura posición de Friedman cuando afirma que en Caritas in veritate aparecen dos Ratzingers, uno fiel a su pensamiento teológico y otro que él califica de incomprensible y sentimentalmente confuso, que adjudica al Pontificio Consejo Justicia y Paz.

Parece que Weigel pretende que, de algunos temas tocados por Caridad en la verdad, no es Ratzinger el autor sino los miembros del Pontificio Consejo Justicia y Paz. Ya la semana pasada anotamos que la personalidad de Ratzinger no es la de quien se deja manipular; es firme en la defensa de lo que cree doctrinalmente correcto. Lo que aparece en la encíclica sin duda lo presenta como suyo, así en lo técnico haya aportes de miembros del Pontificio Consejo Justicia y Paz , que para eso existe: para colaborar con el Papa en el desarrollo y difusión de la DSI.

La DSI no es de derecha ni de izquierda

Como Weigel opina que Benedicto XVI se aparta en Caritas in veritate de la doctrina expuesta por Juan Pablo II en su encíclica Centesimus annus sobre el libre mercado, el secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz, el obispo Gianpaolo Crepaldi escribió en L’Osservatore Romano del 18 de julio de 2009, un artículo titulado La veritá del mercato, (La verdad del mercado). En ese artículo Mons. Crepaldi desmiente la tesis de Weigel, sin referirse explícitamente a él, pero destacando la continuidad de las enseñanzas de Juan Pablo II sobre el mercado, en Centesimus annus y las de Benedicto XVI en Caridad en la verdad.[3]

Es importante que conozcamos estas vicisitudes de la DSI para que tengamos fundamentos sólidos cuando hablamos de ella. Además de Mons. Crepaldi, el economista Edward Hadas escribió sobre el mismo tema y en defensa de la DSI en la revista inglesa FAITH Magazine. Voy a resumir parte de sus ideas que nos pueden ayudar mucho.[4]

Según ese autor inglés, muchos intelectuales católicos británicos y de los EE.UU. han creído, por muchos años, que la Iglesia, en asuntos políticos y económicos, debe estar alineada siempre con la derecha. Yo creo que eso no sucede sólo entre algunos intelectuales católicos norteamericanos y británicos; también en algunos de nuestros países sucede algo parecido. Sin embargo la realidad es que desde la aparición de la encíclica Rerum novarum, en 1891, la Iglesia ha defendido los derechos de los trabajadores, el valor de compartir los bienes, la inutilidad de las guerras y la necesidad de limitar las fuerzas del mercado. Inclusive en su discurso de 1979 sobre el marco  político marxista de la teología de la liberación, Juan Pablo II recordó a los obispos de América Latina que “la paz interna e internacional sólo estará garantizada cuando se haga efectivo un sistema social y económico basado en la justicia”.

Agreguemos que si al ubicar el pensamiento social de la Iglesia a la derecha o a la izquierda se pretende identificar a la DSI con ideologías capitalistas o marxistas, se ignora que es en el Evangelio y no en el pensamiento político de uno o de otro sistema, en el que se funda la doctrina social católica. En este sentido, Juan Pablo II fue claro en sus discursos con motivo de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Puebla, México, en 1979. Leamos sólo unas líneas del discurso inaugural:

(..) la acción de la Iglesia en terrenos como los de la promoción humana, del desarrollo, de la justicia, de los derechos de la persona, quiere estar siempre al servicio del hombre; y al hombre tal como ella lo ve en la visión cristiana de la antropología que adopta. Ella no necesita, pues, recurrir a sistemas e ideologías para amar, defender y colaborar en la liberación del hombre: en el centro del mensaje del cual es depositaria y pregonera, ella encuentra inspiración para actuar a favor de la fraternidad, de la justicia, de la paz, contra todas las dominaciones, esclavitudes, discriminaciones, violencias, atentados a la libertad religiosa, agresiones contra el hombre y cuanto atenta a la vida (Gaudium et spes, 26,27,29).

No es pues por oportunismo ni por afán de novedad que la Iglesia, “experta en humanidad” (Pablo VI, Discurso a la ONU, 5,10,1965), es defensora de los derechos humanos. Es por un auténtico compromiso evangélico, el cual, como sucedió con Cristo, es sobre todo, compromiso con los más necesitados.

Fiel a este compromiso, la Iglesia quiere mantenerse libre frente a los opuestos sistemas, para optar sólo por el hombre. Cualesquiera sean las miserias o sufrimientos que aflijan al hombre; no a través de la violencia, de los juegos de  poder, de los sistemas políticos, sino por medio de la verdad sobre el hombre, camino hacia un futuro mejor.

La DSI se funda en el pensamiento del Evangelio

No tratemos, entonces, de ubicar el pensamiento de la Iglesia a la derecha o a la izquierda. El pensamiento de la Iglesia adopta el pensamiento del Evangelio, adopta la antropología cristiana. No el pensamiento político marxista ni el capitalista. Tengamos siempre presente que la antropología cristiana es la manera de entender al ser humano según la Escritura, como nos enseña la Palabra de Jesús en el Evangelio.

Fernando Díaz del Castillo Z.

reflexionesdsi@gmail.com


[1] Friedman, “The Social Responsibility of Business is to increase its Profits”, The New York Times, septiembre 13 de 1970.

[2] Locus cit., The New York Times

[3] Cf ZENIT.org, 27 de junio de 2010.

[4] Cf ZENIT.org, 27 de junio de 2010.