Reflexión 165 – Caritas in veritate 2010 (3)

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Busquemos la solución de la crisis más allá de las disciplinas económicas

 

Continuemos el estudio de Caritas in veritate, Caridad en la verdad, la nueva encíclica de Benedicto XVI.  La voz del Papa es la voz de la Iglesia, que se hace presente una vez más, para orientarnos en estos momentos de dificultad, en la crisis económica. El Santo Padre nos ofrece la mirada de la Iglesia a la situación, desde la perspectiva de la ética y de la fe.

 

La actual crisis económica mundial nos ha dado la oportunidad de descubrir que, bajo la superficie que encubre una crisis sólo técnica, se esconde una profunda crisis de valores, y por eso la solución a esa crisis no se encuentra sólo en la aplicación de las ciencias económicas.

 

En Caritas in veritate esperamos encontrar respuestas a las preguntas que en situaciones difíciles nos inquietan a los creyentes y también confiamos que encuentren, por lo menos motivos de reflexión, los no creyentes que están sintiendo también los efectos de esa crisis económica y de valores.

 

 La encíclica nos pone a pensar a todos. A veces nos acostumbramos a lanzar comentarios y preguntas sólo sobre lo que los demás deben hacer, como mirando a los toros desde la barrera o jugando a directores técnicos desde las graderías, en un partido de fútbol, donde somos simples espectadores.

 

 

Hay preguntas de orden técnico, pero también las hay de orden ético y de fe

 

 

Aceptemos que todos tenemos algo que ver con la situación del mundo; los creyentes tenemos la  responsabilidad de preguntarnos si desde la fe podemos ofrecer respuestas a esta crisis, que no se origina solamente en fallas técnicas. Es cierto que ante el fracaso de los sistemas hay preguntas de orden técnico, pero también las hay de orden ético y de fe.

 

Hay defectos en las leyes humanas que organizan el mundo de la economía y de los mercados, hay fallas en quienes administran la justicia, y también las hay, cuando en el desempeño de nuestras obligaciones, nuestra conducta no es coherente con lo que el Evangelio nos enseña y decimos creer. Un cuidadoso examen se deben hacer los legisladores, los gobernantes, los jueces, los empresarios y administradores que se confiesan cristianos, pero pareciera que se les olvidaran las exigencias del Evangelio cuando ejercen su oficio.

  

Los cristianos no nos podemos desentender del mundo en que vivimos, como si no fuera problema nuestro. Las dificultades de las personas sin trabajo, sin techo, de los pobres con hambre, de los enfermos sin acceso a los programas de salud, de los desplazados, deben ser también nuestros problemas. No es poca la ayuda que podemos ofrecerles con la oración y no pocas veces podemos también darles una mano. Algunas personas tienen el poder de solucionar no pocas de esas situaciones.

 

 

La indiferencia comienza a desaparecer cuando el peligro se acerca a nuestras familias

La indiferencia suele empezar a desaparecer cuando nosotros mismos nos sentimos en peligro; cuando una crisis ser acerca a nuestras familias nos ponemos alerta y entonces pedimos la ayude de Dios, oramos y si nos es posible, actuamos… Sintámonos miembros de la familia humana, pues todos somos hermanos, hijos del mismo Padre, nuestro Creador.

 

Continuemos el estudio de Caritas in veritate

 

Recordemos que la encíclica Caritas in veritate, Caridad en la verdad, consta de una introducción, 6 capítulos y la conclusión. Toda la encíclica está organizada en total en 79 números. 

 

Empecemos por la introducción, que tiene 9 números. Es una introducción más bien extensa; en ella el Papa explica el sentido de la carta y la relaciona con su encíclica Deus caritas est, Dios es amor. En la introducción Benedicto XVI pone los cimientos teológicos del documento. La primera frase de la nueva encíclica es una corta y apretada síntesis de toda la encíclica. La síntesis de toda la encíclica está resaltada en azul.  Leamos el N° 1 completo:

1.     La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad.  El amor —«caritas»— es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz.  Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta. Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre (cf. Jn 8,32). Por tanto, defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insus-ti-tui-bles de caridad. Ésta «goza con la verdad» (1 Co 13,6). Todos los hombres perciben el impulso interior de amar de manera auténtica; amor y verdad nunca los abandonan completamente, porque son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano. Jesucristo purifica y libera de nuestras limitaciones humanas la búsqueda del amor y la verdad, y nos desvela plenamente la iniciativa de amor y el proyecto de vida verdadera que Dios ha preparado para nosotros. En Cristo, la caridad en la verdad se convierte en el Rostro de su Persona, en una vocación a amar a nuestros hermanos en la verdad de su proyecto. En efecto, Él mismo es la Verdad (cf. Jn 14,6).

 

Esto tiene el sello Ratzinger

Dicen algunos comentaristas que en la profundidad teológica de este primer número de Caritas in veritate se reconoce la autoría personal de Benedicto XVI. Puede ser que cuando toque asuntos técnicos se note el cambio de estilo, pero en la introducción se identifica la pluma del Papa teólogo. Volvamos a leer la primera frase:

 

La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad.

 

 

Las características de la caridad

 

 

 Cómo es esa caridad, principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo, lo explica inmediatamente Benedicto XVI: es la caridad como Jesucristo la practicó, de la que dio testimonio con su vida terrenal, sobre todo con su muerte y resurrección. De manera que se trata de una caridad viva, actuante, no sólo de un sentimiento vacío, que puede ser útil para la convivencia social, pero sin substancia, como nos va a explicar enseguida. Se trata de una caridad en la verdad.

 

Las características de la caridad las sigue desarrollando el Papa. Nos dice que  El amor «caritas» es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz.

 

Eso quiere decir una caridad actuante, de verdad: es impulsora, mueve al compromiso valiente y generoso con la justicia y con la paz. La siguiente característica, fundamental, de la caridad, la describe el Papa con estas palabras:

 

Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta.

 

No se trata entonces de un sentimiento humano solamente. La caridad viene de Dios, que es Amor. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta.

 

Cómo conseguir amar con amor cristiano

 

Como la caridad, – el amor cristiano, – viene de Dios,  es un don de Dios, no lo alcanzamos por nuestra voluntad, se lo pedimos: “Señor, que te ame cada vez más y que ame a mis hermanos.”  El Cardenal Martini nos enseña que “La caridad nace de la fe, de la proclamación del amor de Dios para con nosotros; y la fe, a su vez, nace de la palabra de Dios, que la cultiva y la acrecienta. Es un medio maravilloso e importantísimo el leer y meditar los libros de la Escritura, leer y meditar los Evangelios, entender el gran amor  que Jesús nos ha mostrado en su vida, pasión y muerte”.[1]

 

De manera que el amor cristiano no lo conseguimos con nuestro esfuerzo, ni se origina en nuestra naturaleza humana; no es una característica o virtud de nuestra personalidad; el amor se origina en Dios. Entonces ¿cómo conseguir la virtud de la caridad, del amor, si es un don?  Nos dice Benedicto XVI en Caritas in veritate, que el amor Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta.  Dios, el Amor eterno, la comunica;  la caridad, el amor es un regalo de Dios. Estas no son palabras de adorno. Dios se nos comunica cuando por amor nos crea a su imagen y semejanza y de manera muy especial, además, se comunica a los que llama a participar de su vida divina por la gracia en el bautismo.

 

La dignidad de la persona humana tiene su origen en el amor

 

 

Dios se nos comunica cuando por amor nos crea a su imagen y semejanza y de manera muy especial, además, se comunica a los que llama a participar de su vida divina por la gracia en el bautismo. La dignidad de la persona humana tiene su origen, entonces, en el amor.

 

Cuando estudiamos la DSI nos damos cuenta de que ella gira en torno a la dignidad de la persona humana. Ahora comprendemos mejor que el origen y fundamento de la dignidad del ser humano es el amor; no un amor puramente humano, sino el amor sobrenatural, el que viene de Dios, el que nos comunicó el Creador cuando nos hizo a su imagen y semejanza. Como Dios, que es Amor, es además Verdad absoluta, el amor que nos debe mover es un amor de verdad, no sólo un sentimiento, no sólo palabras, sino también acción, como Dios.  No se habla de un amor mal entendido, como el  de las experiencias transitorias, posesivas de la otra persona, que proponen hoy por todas partes.

 

A medida que avancemos iremos aprendiendo más a cerca de la virtud cristiana por excelencia. Sobre el significado de la verdad en el nombre de la encíclica, Caridad en la verdad, ya habíamos reflexionado en programas anteriores. Los que siguen estas reflexiones en este ‘blog’ pueden volver, si les parece, a la Reflexión 144.

 

¿Por qué van juntas la caridad y la verdad?

 

Vamos a recordar algunas ideas sobre la verdad en el Evangelio, para que comprendamos por qué el Santo Padre une en su encíclica  la Caridad y la verdad. Tengamos presente que a su primera carta la tituló Dios es Amor. Vayamos entonces a la verdad. 

 

Los teólogos y los escrituristas estudian profundamente el significado de la verdad en el Evangelio, en particular en San Juan y en San Pablo. Según el P. Juan Leal, traductor y comentarista de San Juan, la verdad aplicada a las cosas, expresa que algo es real, mi carne es verdadera comida, mi sangre es verdadera bebida, como leemos en el capítulo 6° de San Juan, el capítulo eucarístico, allí, verdadero quiere decir real, no fingido, no figurativo.[2] De manera que ese sentido de verdad como algo real, no fingido, nos aclara el sentido de caridad en la verdad: es amar sin fingir que se ama, no de palabras, sino realmente, de verdad.

 

Nos dice el mismo comentarista, el P. Leal, que en San Juan y en San Pablo, la verdad tiene fundamentalmente un sentido vital y moral. ¿Qué significa que la palabra verdad tiene un sentido vital? Ese significado parece tener aún más qué ver con el nombre de la encíclica Caritas in veritate. Cuando Cristo se identifica con la verdad, lo hace también identificándose con la vida (Jn 14,6): “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Como la verdad es vida, es operante y activa. Caridad en la verdad significa que la caridad es viva, es activa. Si la caridad es de verdad no puede ser pasiva, como la de quienes esperan que otros hagan; la de los que se contentan con ser espectadores.

 

 Juan 3, 21 nos ayuda a entender el significado de la verdad, al lado de la caridad verdadera, que es necesariamente activa. Dice San Juan: …el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios. En el Evangelio encontramos frases en que las obras malas se identifican con la mentira, con el error, y el bien con la luz, con la verdad.[3]

 

Es oportuno recordar también la exhortación de San Juan en su primera carta  (3,18): Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad.

 

Como veremos, Benedicto XVI menciona en el N° 2 de Caritas in veritate, la necesidad de unir no sólo la caridad con la verdad, en el sentido señalado por San Pablo en Ef 4,15, de, verdad en la caridad,  sino también en el sentido complementario de Caridad en la verdad. Verdad en la caridad. Nos dice el Apóstol que vivamos sinceramente, según las normas de la verdad, oponiéndose así a la astucia y malas artes de los sembradores del error.[4] En la práctica de la caridad se debe practicar la verdad.

 

El proyecto de Dios para cada uno de nosotros

 

 

Después de afirmar que el amor Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta, Benedicto XVI continúa en su carta encíclica:

 

Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre (cf. Jn 8,32). Por tanto, defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de caridad. Ésta «goza con la verdad» (1 Co 13,6).

 

Vimos que el amor nos fue comunicado por Dios, que es Amor, al crearnos a su imagen y semejanza. Sentimos el impulso del amor que nos conduce a comprometernos con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz,  porque esa fuerza poderosa del amor fue infundida por Dios en nuestros corazones y en nuestra mente. Esto es obra de Dios, por el Espíritu Santo.

 

Continuemos nuestra reflexión del siguiente párrafo que acabamos de leer y comienza con esta frase: Cada uno encuentra su propio bien  asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre (cf. Jn 8,32).

 

 

Son personas humanas las que causan y las que sufren la crisis económica

 

Uno se podría preguntar por qué en una encíclica social, que es respuesta de la Iglesia a los interrogantes que despierta una crisis económica mundial, el Papa se detiene a hablar de caridad, de verdad y ahora del proyecto de Dios para cada individuo. Es que, como veíamos al comienzo, la crisis económica se puede considerar un problema de índole técnica, cuya solución está en disciplinas como las matemáticas, la economía, la mercadotecnia, si se considera solamente  su superficie. Sin embargo, en el fondo se esconde una crisis de principios y valores que se origina en  personas y afecta, no a un mundo compuesto sólo por estructuras materiales, sino al mundo de los seres humanos. Son personas humanas las que causan y las que sufren la crisis económica. Los seres humanos nos tenemos que hacer preguntas cuya respuesta no está en programas de computador.   

 

Qué interesante entonces, que Caritas in veritate nos ponga a pensar en el proyecto de Dios para cada uno de nosotros y para toda la humanidad, porque nuestro propio bien lo vamos a encontrar si asumimos y realizamos  ese proyecto de Dios, plenamente. En él podremos encontrar nuestra verdad y si la aceptamos seremos libres.

 

¿Cuál es nuestra verdad personal?

 

 

No es raro oír a personas que hablan de “su” verdad. La verdad de cada uno de nosotros, que se alcanza en nuestro pleno desarrollo, es el proyecto que Dios nos diseñó. Cuando se pretende ignorar a Dios, no se alcanza la plenitud sino la limitación humana, no se hace uno libre, sino esclavo de su propio invento. El verdadero desarrollo se contiene en los planes de la Divina Providencia; los planes humanos, por la carga del pecado original, encierran injusticia, egoísmo, codicia que se acompaña de violencia y por eso de autodestrucción. El Reino, del cual Jesucristo nos llama a ser parte se caracteriza por lo contrario: por justicia, por amor y por paz. Es ese el desarrollo que deberíamos ayudar a construir.

 

Preguntas que nos hacemos hoy

 

Les propongo que con las ideas de Caritas in veritate nos hagamos  preguntas. Preguntas, no para que respondan los demás, sino cada uno de nosotros, preguntas que nos ayudarán a profundizar nuestra reflexión, a medida que conozcamos más de Caritas in veritate.

 

Por ejemplo: vimos al principio que nuestra sociedad necesita un nuevo estilo de vida. Preguntémonos ¿qué principios, que valores, qué cultura deben regir a nuestra sociedad, para que hagamos posible el proyecto de Dios? Una segunda pregunta podría ser: ¿Cuál puede ser nuestra contribución personal para que se haga realidad el proyecto de Dios?

 

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

 

 

Escríbanos a:

 

reflexionesdsi@gmail.com


[1] Carlo María Martini, LAS VIRTUDES DEL CRISTIANO QUE VIGILA, EDICEP, Pg 115ss

[2] Cf La Sagrada Escritura, Texto y Comentario, Nuevo Testamento, I Evangelios, BAC 207, Pg 842ss

[3] Sería muy interesante profundizar en el significado de verdad en Jn 1,14: cuando dice del Verbo que viene del Padre, lleno de gracia y de verdad. La verdad, aquí, es propiedad del Logos. Cristo es vida y es verdad. Igualmente estudiar el significado de verdad en Jn 18,37,b: …para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, oye mi voz. Jesús es el gran testigo de la verdad, es decir del Padre, del amor de Dios, probado en su encarnación, vida, muerte y resurrección.

[4] Cf La Sagrada Escritura, Texto y Comentario, Nuevo Testamento I I, Cartas de San Pablo, BAC 211, Pg 709