Reflexión 125 febrero 26 de 2009

Compedio de la D.S.I. N° 80

Reino de Dios y Doctrina Social

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.:

Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por nternet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como algunas encíclicas, la Constitución Gaudium et Spes, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en , Orar frente al computador, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

====================================================

¿Quién determina la dirección de la doctrina social?

Vamos a terminar hoy el tema sobre la formación y desarrollo de la D.S.I. ¿Quiénes son sus autores?, ¿cómo se va desarrollando la D.S.?, ¿qué autoridad tiene para que la aceptemos o no, como creyentes?

En el programa anterior terminamos el estudio de los números 79 y 80 del Compendio de la D.S.I. Vimos allí que la D.S. nos enseña cómo comprende la Iglesia a la Sociedad, a la luz del Evangelio. Eso significa que por la D.S. sabemos cómo deben ser la Sociedad y nuestra relación con los demás, según la Palabra de Dios. Nuestra idea de la familia, de las relaciones laborales, del manejo de la política, – que debe buscar el bien común, – de la economía, de la cultura, es decir, toda la concepción de la sociedad, para nosotros, que seguimos el Evangelio, se debe originar en las enseñanzas que el Señor nos dejó en su Palabra, fundamento de nuestra fe.

Vimos también que esta doctrina social no es inventada por sociólogos ni políticos; la llamamos Doctrina Social de la Iglesia, porque la Iglesia la elabora, la difunde y la enseña. Nos dice también allí nuestro libro de texto, el Compendio de la D.S.I. en el N° 79, que la Iglesia que elabora la D.S., es toda la comunidad eclesial —sacerdotes, religiosos y laicos – según la diversidad de tareas, carismas y ministerios que a cada uno corresponden. Es decir que, la D.S.I. no es solamente la obra de un grupo de expertos sociólogos, economistas o políticos. No es tampoco la D.S. una doctrina producto solamente de la inteligencia de técnicos expertos de la Iglesia, sino que es resultado del análisis que toda la comunidad de la Iglesia hace de la realidad de la sociedad, comparándola con lo que la sociedad debería ser, según lo que el Señor nos enseña en la Sagrada Escritura.

También aprendimos en los programas anteriores, la diferencia entre el aporte del Magisterio de la Iglesia a la formación de la D.S. y el papel de los especialistas que colaboran en ella. El papel del Magisterio es clave; lo que opinen los especialistas particulares sin duda puede ayudar mucho a comprender y a desarrollar la D.S., pero su pensamiento no es aún doctrina de la Iglesia, sino que sólo representa la opinión de los autores, hasta cuando sea asumido como doctrina, por el Magisterio. Tengamos presente que el Magisterio tiene la permanente asistencia del Espíritu Santo.

Recordemos que la primera autoridad en el Magisterio la conforman el Sumo Pontífice y el Concilio (en los Concilios se reúnen el Papa y los Obispos). Es este Magisterio, el del Papa y el Concilio, el que determina la dirección y señala el desarrollo de la doctrina social.

Vaticano II: nueva orientación para la doctrina social

Un ejemplo nos ayudará a comprender esta idea de que es el Magisterio el que señala la dirección de la D.S. Veamos como ejemplo, lo que sucedió con el Concilio Vaticano II, que se reunió en un momento histórico, que marcó también un cambio de época, después de la II Guerra mundial. En ese Concilio se pusieron las bases para una nueva orientación de la D.S.I. Entendamos bien esta afirmación; no fue que la Iglesia modificara sus principios ni los contenidos de la doctrina, sino la perspectiva desde la cual la Iglesia se aproxima a los problemas sociales.

El Vaticano II tuvo como eje central, primordial, el estudio y clarificación de lo que es la Iglesia. La Iglesia en su doble dimensión: la Iglesia hacia adentro, o sea cómo se entiende ella a sí misma en cuanto misterio de Cristo que vive en su cuerpo místico y tiene la misión de evangelizar y la Iglesia hacia fuera, es decir, qué puede decir ella al mundo actual que le plantea cuestiones de enorme gravedad, como las referentes a la vida humana, a la justicia social, a la evangelización de los pobres, a la familia, a la paz internacional, a la guerra, a los derechos humanos.[1] De manera que el Concilio Vaticano II tomó como tema central de sus deliberaciones la naturaleza de la Iglesia: qué es y qué hace la Iglesia.

Una Iglesia al servicio del hombre

El Santo Padre, Beato Juan XXIII, quien convocó el Concilio Vaticano II, vio que la situación del mundo pedía a la Iglesia una manera nueva de acercarse a él. Cómo entiende la Iglesia que se debe acercar al mundo de hoy, quedó plasmado en las primeras palabras de la Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual. Dicen así:

Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón (..) La Iglesia (…) se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia.

Después de leer esas primeras líneas de la Gaudium et spes comprendemos que la Iglesia quiere estar cerca del mundo y del hombre contemporáneos, con sus problemas sociales, desde una nueva perspectiva, como servidora.

El tema alrededor del cual debe girar el Concilio

Este nuevo enfoque del Concilio que recalca el papel de la Iglesia al servicio del hombre, marcó un cambio muy significativo. Ese cambio empezó desde cuando se determinaron los objetivos del Concilio.[2] En discusiones a fondo, se definió que el objetivo primordial del Concilio debía ser la Iglesia. El Cardenal Montini, que participaba entonces en el Concilio como Cardenal arzobispo de Milán, y quien luego lo continuó siendo el Papa Pablo VI, se pronunció así en la sesión en que se trató este punto de clarificar el objetivo del Concilio:

«(…)¿Qué es la Iglesia? ¿Qué hace la Iglesia? Éstos son los dos ejes en torno a los cuales deben moverse los temas del Concilio. El misterio de la Iglesia y la misión que le ha sido confiada y que ella tiene que realizar: he ahí el tema alrededor del cual debe girar el concilio»[3]

¿Una revisión de la Eclesiología?

Esto era nada menos que plantear la revisión de la Eclesiología. La Eclesiología es la rama de la teología que estudia el origen, la naturaleza, los rasgos distintivos y la misión de la Iglesia. El énfasis anterior, en la comprensión de la naturaleza de la Iglesia, había sido, como debía ser, de acuerdo con el momento histórico. Así por ejemplo, en el Concilio de Trento, la necesidad urgente de la Iglesia era hacer frente a la división protagonizada por el protestantismo. La Iglesia tenía que marcar claramente su identidad, poner las bases para una reforma interna y preservar su unidad.

El momento que vivía la Iglesia en los días del Vaticano II, como el momento que vive hoy, pedía que se aclarara el papel de la Iglesia frente a los problemas contemporáneos que vivía el mundo. Había que responder a preguntas como ¿qué puede ofrecer la Iglesia a este mundo de hoy y a los problemas que lo agobian? Sin restar en lo más mínimo, importancia a la misión de Evangelizar, que siempre será esencial, se vio la necesidad de ampliar esa visión al aporte que la Iglesia puede hacer a la solución de problemas como los que se presentan en el campo social, en el económico, en el político, en el cultural.

¿Presenta el Compendio de la D.S.I. la doctrina oficial?

Cuando comenzamos el estudio del Compendio de la D.S.I. dijimos que este libro nos enseña la doctrina social oficial de la Iglesia. Decimos que la doctrina social que presenta nuestro libro guía es el pensamiento oficial de la Iglesia, porque nos presenta la D.S. como la Iglesia la ha desarrollado y la enseña a través de los documentos del Magisterio universal, especialmente en los documentos de los Concilios, en las encíclicas y en las enseñanzas de las conferencias episcopales.[4] El Compendio de la D.S.I. fue preparado por el Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, por encargo de Juan Pablo II.

Como hemos visto, el Magisterio universal está integrado, además del Santo Padre y del Concilio, por los obispos que actúan en sus diócesis particulares, y se pronuncian para toda una región, a través de las Conferencias episcopales. Un ejemplo han sido las Conferencias episcopales de América Latina y el Caribe: las conferencias de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida.

Los obispos se manifiestan y nos enseñan, por medio de los documentos de su Conferencia episcopal, el pensamiento de la Iglesia en lo concerniente a asuntos de cada país. En Colombia estamos precisamente ahora a la espera del documento preparado en la Asamblea de nuestros obispos, reunida en días pasados. Nos comunicarán en ese documento el fruto de su reflexión y análisis en la situación particular de Colombia, y sabremos qué piensan y qué proponen concretamente ellos para responder a los desafíos que hoy nuestro país presenta a la Iglesia y a todas las personas de buena voluntad.

Es así cómo el papel del Magisterio episcopal se realiza en la formación y desarrollo de la D.S, interpretando, enseñando y aplicando la doctrina de la Iglesia universal a la situación local.

Una tarea de anuncio y de denuncia

Vamos ahora a seguir con el estudio de los N° 81 y 82, del Compendio de la D.S.I.., que llevan por título: Hacia una sociedad reconciliada en la justicia y en el amor. Vamos a ver cómo, el objeto de la D.S. es el mismo de la Iglesia, que realiza una tarea de anuncio y de denuncia. Profundizaremos también, en que la finalidad de la doctrina social es de orden religioso y moral. Empecemos por leer el N° 81. Luego lo estudiaremos por partes. El N° 81 dice:

El objeto de la doctrina social es esencialmente el mismo que constituye su razón de ser: el hombre llamado a la salvación y, como tal, confiado por Cristo al cuidado y a la responsabilidad de la Iglesia.[5] Con su doctrina social, la Iglesia se preocupa de la vida humana en la sociedad, con la conciencia (de) que de la calidad de la vida social, es decir, de las relaciones de justicia y de amor que la forman, depende en modo decisivo la tutela y la promoción de las personas que constituyen cada una de las comunidades. En la sociedad, en efecto, están en juego la dignidad y los derechos de la persona y la paz en las relaciones entre las personas y entre las comunidades. Estos bienes deben ser logrados y garantizados por la comunidad social.

Ya en el N° 49 del Compendio habíamos aprendido que la misión de la Iglesia es anunciar y comunicar la salvación realizada en Jesucristo. Nos enseña allí que la misión de la Iglesia es anunciar y comunicar la salvación realizada en Jesucristo, que Él llama “Reino de Dios”, es decir la comunión con Dios y entre los hombres.

¿En qué consiste el Reino de Dios?

Según las palabras que acabamos de leer, el Reino de Dios consiste en la comunión con Dios y entre los hombres y como dice el Concilio Vaticano II en la Constitución dogmática Lumen gentium, la Iglesia ha recibido la misión, además de anunciar el Reino, la de instaurarlo en todos los pueblos.[6] Instaurar algo es lo mismo que establecerlo, o restaurarlo, si se ha deteriorado.

Miremos tres ideas íntimamente relacionadas, como nos la acaba de presentar el Compendio de la D.S. 1) La misión de la Iglesia es anunciar y comunicar la salvación realizada en Jesucrito. 2) A la salvación la llama Jesucristo, Reino de Dios. 3) El Reino de Dios consiste en la comunión con Dios y entre los hombres. De acuerdo con esto, el anuncio y la práctica de la Doctrina Social están íntimamente ligados a la salvación, pues la manera de instaurar el Reino de Dios es su anuncio y la práctica de la comunión con Dios y entre los hombres.

Sólo este tema daría para muchas horas de reflexión. Es misión de la Iglesia, por lo tanto es misión de todos los bautizados, instaurar, establecer el Reino. No hablamos de reinos terrenales, sino del Reino de Dios que consiste en la comunión con Dios y entre los hombres. Si en la humanidad se llegara a realizar ese ideal, de estar en comunión con Dios y entre todas las personas humanas, el mundo sería el Reino de Dios. El Reino de la felicidad, del amor y de la paz. En el cielo se consumará definitivamente ese Reino. Mientras tanto, es deber de la Iglesia anunciar y comunicar el Reino, que es lo mismo que anunciar y comunicar la salvación.

Nuestra comunión con Dios

La comunión con Dios la estudiamos más a fondo en el Catecismo, donde aprendemos, por ejemplo, el valor de los sacramentos y de la oración. La unión con Dios empieza con los sacramentos de la iniciación: el bautismo, la confirmación y la Eucaristía. Por el bautismo nos hacemos, gratuitamente, hijos de Dios. En el bautismo se realiza un nuevo nacimiento, en el que participamos de la naturaleza divina. Nuestra comunión con Dios se fortalece con el sacramento de la Confirmación y de manera muy especial con la Eucaristía, en la que el mismo Dios se hace nuestro alimento, manjar de la vida eterna. El sacramento de la Reconciliación, que es el de la conversión, nos vuelve a la amistad con Dios, al sanar la ruptura nuestra con Dios por el pecado. Se realiza así la conversión, a la que somos llamados en el anuncio del Reino, como leemos en Mc 1,15: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva. Como vemos, son los sacramentos, tesoros de la vida eterna; por ellos avanzamos hacia el Reino de Dios[7] y hacemos realidad nuestra comunión con Dios.

La comunión entre los hombres

¿Qué decir del segundo elemento del Reino de Dios, la comunión entre los hombres?

El amor es el Nuevo Mandamiento que nos dio Jesucristo. Recordemos que el amor cristiano es un amor activo, no un amor de solas palabras. Tengamos presente una vez más la enseñanza del Evangelio sobre el examen que nos va a hacer el Señor en nuestro encuentro definitivo con Él; no nos va a hacer un examen de conocimientos, nos preguntará si vivimos de acuerdo con el Evangelio, en particular si vivimos según el Mandamiento del amor, si lo reconocimos a Él en la persona de nuestros hermanos, especialmente los más necesitados, y si los socorrimos.

Como vemos, la práctica de la D.S., como nos explica el N° 81 del Compendio, no es algo etéreo, filosófico, sino que es algo práctico, es preocuparse por la vida del hombre, por la calidad de su vida en la sociedad.

La Iglesia tiene la responsabilidad de cuidar del ser humano

Volvamos a leer el final del primer párrafo del N° 81 del Compendio de la D.S.I., sobre el cual estamos reflexionando. Nos explica allí que, el ser humano está confiado por Cristo al cuidado y a la responsabilidad de la Iglesia. Y nos da entender que con su D.S. responde la Iglesia a esa misión de cuidar de la persona humana, pues dice:

Con su doctrina social, la Iglesia se preocupa de la vida humana en la sociedad, con la conciencia (de) que / de la calidad de la vida social, es decir, de las relaciones de justicia y de amor que la forman, depende en modo decisivo la tutela y la promoción de las personas / que constituyen cada una de las comunidades. En la sociedad, en efecto, están en juego la dignidad y los derechos de la persona / y la paz en las relaciones entre las personas y entre las comunidades. Estos bienes deben ser logrados y garantizados por la comunidad social.

Detengámonos un momento en esas palabras. Nos dicen que la calidad de vida social depende de las relaciones de justicia y de amor. La calidad de vida no se juzga por lo mucho que uno pueda tener. Depende de las relaciones de justicia y de amor. Si no hay justicia, el amor se convierte en sólo palabras. En la sociedad están en juego la dignidad, los derechos de las personas y la paz. La D.S.I. nos orienta sobre cómo lograr esos bienes indispensables en la comunidad social. La dignidad y los derechos de las personas no se pueden garantizar si no hay justicia.

El valor cristiano del servicio

El cristianismo va aún más lejos. Uno de los valores cristianos más importantes es el servicio. Jesús dijo que no había venido a ser servido sino a servir. En la Última Cena, como podemos leer en Jn 13, después de lavar los pies a sus Apóstoles el Señor les dijo:

“¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
13 Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy.
14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
15 Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.
16 “En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía.
17 “Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís.”

Los voluntarios y las voluntarias que prestan labores de servicio en los hospitales y clínicas, los médicos que dan su tiempo y sus conocimientos para aliviar a los enfermos necesitados, las personas, religiosas y laicas de diversas profesiones y oficios, voluntarios en tantas otras obras comunitarias, han comprendido muy bien el mandamiento nuevo y el sentido del servicio. Ellos colaboran así en la construcción del Reino de Dios.

Estamos en la época del servicio

Terminemos con dos ejemplos: el 11 de octubre de 2009 será canonizado el sacerdote belga Beato Padre Damián, el Apóstol de los leprosos, de la Congregación de los Sagrados Corazones. El P. Damián consagró su vida a servir a los leprosos en la isla de Molokai, en Hawai. Como dice una publicación de su Congregación, El Padre Damián es un don de la bondad de Dios a la Congregación, a la Iglesia, a la humanidad entera. El P. Damián se entregó al servicio de sus hermanos los leprosos. Los amó hasta el extremo, hasta su muerte con ellos, siguiendo el ejemplo del Maestro.

Y el segundo ejemplo: el doctor Albert Schweitzer, premio Nobel de la Paz, pastor protestante, experto en Sagrada Escritura, músico y médico, fundó y sirvió en un hospital en Gabón, en África. En una conferencia a jóvenes, en los EE.UU les dijo: Yo no sé cual será el destino de ustedes, pero lo único que sé es que los únicos de ustedes que serán felices son los que han buscado y han encontrado cómo servir.[8]

La Generación S: la del Servicio

Nunca como hoy se necesita el servicio, como lo entiende Jesús: servicio desinteresado y basado en un amor de verdad, dispuesto a amar hasta el extremo. A los jóvenes que hayan leído esta reflexión los invito a que piensen cuál es su misión en esta vida, qué huella quieren dejar y qué tan dispuestos están a servir. Estamos en la época del servicio.


[1] Cf Ildefonso Camacho, doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, San Pablo, 3a edición, Pg 295. Es interesante leer todo el capítulo 10: Bases para una nueva orientación de la Doctrina Social de la Iglesia.

[2] Fue muy importante la intervención del cardenal Suenens, arzobispo de Brujas, Bélgica, quien antes de presentar sus ideas en público las había tratado con el Papa Juan XXIII y recibido su aprobación. Sus ideas fueron aprobadas con aplausos, según las Actas del Concilio. Luego Montini secundó las ideas de Suenens sobre la Iglesia como objetivo del Concilio. Véase Ildefonso Camacho, opus cit., 294s

[3] Citado por Ildefonso Camacho en la obra citada, Pg 295

[4] En carta al presidente de Justicia y Paz, el Cardenal Sodano, Secretario de Estado, con motivo de la presentación del Compendio, mencionó que el Papa había publicado tres grandes encíclicas sociales – Laborem exercens, Sollicitudo rei socialis y Centesimus annus, que constituyen etapas fundamentales del pensamiento católico sobre el argumento. Por su parte, numerosos Obispos, en todas las partes del mundo han contribuido en estos últimos años a profundizar la doctrina social de la Iglesia. Lo mismo han hecho muchos estudiosos, en todos los continentes.

[5] Cf Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 53: AAS 83 (1991) 859

[6] Concilio Vaticano II, Const. Dog. Lumen gentium, 5

[7] Cf Catecismo de la Iglesia Católica N° 1212 y 14-27ss

[8] Some years ago, the Nobel Prize-winner Albert Schweitzer, already famous as a Scripture scholar and musician, became a medical doctor and served in Gabon, West Africa. He once addressed a group of students in the United States: “I do not know what your destiny will be, but one thing I know; the only ones among you who will really be happy are those who have sought and found how to serve.” Revista America, Generation S, Can we build a culture of service? Marzo 2, 2009, Vol. 200 No.7,Whole No. 4847