Reflexión 115 Desarrollo para el hombre

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.:

Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente; en la columna de la derecha, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, algunas encíclicas, la Constitución Gaudium et Spes, agencias de noticias y publicaciones católicas.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en Orar frente al Computador”, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra en esta dirección: www.sacredspace.ie

==============================================================

Ética y Desarrollo: la Dimensión Humana

Desarrollo Económico y Solidaridad (II)

Continuemos nuestro estudio de la doctrina de la Iglesia sobre el desarrollo económico.

¿Nos enseña economía la doctrina social de la Iglesia?

Tengamos presente que la Iglesia no ofrece soluciones técnicas en los temas de economía o de política, sino que nos proporciona principios de reflexión, criterios de juicio y directrices de acción. Con esta ayuda formamos nuestra conciencia; tenemos así elementos para VER e interpretar la realidad con ojos de fe, de acuerdo con la doctrina social católica, podemos comprender los signos de los tiempos, – que es sentir la presencia de Dios en la vida del mundo, – JUZGAR la realidad según el Evangelio y emprender caminos apropiados para ACTUAR. [1]

¿Qué cuota de desempleo nos va a tocar?

La crisis financiera mundial que sacude al mundo en estos días tenemos que aprender a verla con ojos de fe. No la hemos sentido todavía con la intensidad con que la sienten ya en otros países, pero preocupa, en particular, la noticia de la OIT que anuncia que unos 20 millones de personas perderán en el mundo su empleo como consecuencia de la crisis económica que atraviesa el mundo. ¿Qué cuota de desempleo nos irá a tocar? La cifra global de desempleados el año que viene será de unos 210 millones de personas.[2]

A este propósito, en la meditación diaria del Evangelio que ofrecen en Internet los jesuitas irlandeses, en la página que se llama Espacio Sagrado,[3] nos invitan a orar con esta oración:

Alegrarse del mal ajeno está lejos de la caridad

Señor, toda esta turbulencia de la crisis financiera pareciera tocar mi oración de dos maneras. A veces siento una indignación moral por la codicia de los poderosos, cuya ambición de obtener cada vez más ganancias, ha explotado a los débiles. Espero que ellos se puedan mover desde la ceguera a una comprensión del mundo real de la gente – de la gente que sufre y darse cuenta de lo vano de su ambición que quiere más y más dinero. “Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?” – si pierde su alma (Mc 8,36). Pero sé que esa indignación no siempre viene del buen espíritu; puede estar mezclada con un placer por el mal ajeno y en eso hay poca caridad. Tengo que estar atento para no caer allí. Otras veces siento temor e inseguridad por lo que me pueda pasar a mí o a mis seres queridos. Esto me impulsa a mirar a mi interior.

Una pobreza generosa

¿Es que la inseguridad me hace más egoísta, al pensar sólo en mí y despreocuparme de las necesidades de los demás? ¿La inseguridad disminuye mi sensibilidad, nubla mi comprensión de que la gente es más importante que el dinero? O al contrario, ¿esta turbulencia mundial fortalece mi compasión? La pobreza no es buena en sí misma, pero cuando conduce a una más honda dependencia de Dios y es generosa, puede ser una rara gracia – Una pobreza generosa…- tengo que recordar cómo Jesús se maravilló de la generosidad de la viuda que dio, no de lo que le sobraba, sino de lo que necesitaba para vivir (Mc 12, 41-43)

Es demasiado ambicioso aquel a quien no le basta Dios.[4]

Luego de la reflexión sobre la crisis financiera en el mundo, vayamos al tema que nos ocupa: el desarrollo económico con visión cristiana, o dicho de otra manera, la dimensión humana del desarrollo.

La reflexión anterior la dedicamos a la característica de la solidaridad, que debe acompañar al desarrollo económico, visto con ojos cristianos. El desarrollo económico, según Pablo VI debe ser integral y solidario. Ya hemos dedicado tiempo a estudiar que el desarrollo económico debe ser integral. También hemos hablado de la solidaridad. En resumen, se debe trabajar por conseguir un desarrollo de todo el ser humano y para todos los seres humanos: eso significa integral y solidario.

En la reflexión anterior veíamos que después de la segunda guerra mundial, Europa se pudo reconstruir gracias a la solidaridad, especialmente de los EE.UU. con su plan Marshall y de la Organización de las Naciones Unidas, que ayudó a millones de refugiados entre 1944 y 1947, y se constituyó así en factor determinante en la fundación de las bases de la recuperación europea en la posguerra.

La solidaridad vale la pena

También hemos visto en estas semanas de crisis financiera, especialmente en los países desarrollados de Norteamérica, Europa y Asia, que se han unido las autoridades de esos países y han mostrado que en situaciones en que peligra la economía de todos ellos, los políticos están dispuestos a tomar las medidas más extraordinarias, aun desafiando las reglas que seguirían en tiempos normales y sin tener en cuenta las diferencias ideológicas. Y poco a poco, con medidas concertadas, pareciera que la crisis se empezara a superar. De manera que la solidaridad vale la pena.

Al ver todo ese movimiento nos hemos preguntado en estos días, ¿por qué no se reacciona con la misma rapidez y efectividad con que se ha reaccionado en estas semanas en Europa, Asia y los EE.UU. para solucionar la crisis financiera, para aliviar el hambre en el mundo, en África, en Asia y en América? Y al ver las cifras de pobreza e indigencia en el mundo comprendimos que no podemos seguir tranquilos ni menos ser indiferentes frente a esas cifras; que si hablamos de solidaridad, tenemos que detenernos unos minutos y pensar en nuestros hermanos que pasan hambre, y ver qué podemos hacer por ellos, así sea en algunos casos sólo orar o dar de nuestra pobreza.

Según la FAO, (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación),[5] hay una buena noticia y es que América Latina bajó en ocho millones el número de hambrientos (entre 1990-2005), pero la mala noticia es que, de continuar la tendencia al alza en los precios de los alimentos, empujada por los efectos del cambio climático, el 2008 cerrará con las mismas cifras de 1990.[6]

No puede ser que la solidaridad entre los gobiernos funcione para salvar las economías de los países desarrollados, pero no aparezca para salvar del hambre a 1.400 millones de personas afectadas por pobreza extrema, según datos del Banco Mundial para el año 2005.

Y nosotros los católicos no podemos enfocar nuestro interés por los tratados de libre comercio sólo a su aspecto de solidaridad comercial, que ayude al crecimiento económico de los que más tienen y no pensemos más allá, en la realización de una globalización en sentido cristiano, que debería significar la unidad del mundo como la casa de todos, de distintas razas y culturas, todos llamados a ser ciudadanos del mismo Reino, un Reino de justicia, de amor y de paz en donde los pobres sean los preferidos, como Dios lo quiere.

Un capitalismo con rostro humano

Con motivo de la actual crisis se ha empezado a hablar de la necesidad de un capitalismo con rostro humano.[7] Ojalá esta coyuntura traiga por lo menos este beneficio: que se reflexione que no funciona bien el sistema y hay que buscar reformas, que tengan en cuenta que el centro es el hombre, integral y solidario.[8]

Hemos venido siguiendo la conferencia del P. Sergio Bernal sobre la dimensión humana del desarrollo.[9] Comenta el P. Bernal, sobre el pensamiento de Pablo VI en su encíclica Populorum progressio acerca de un desarrollo integral y solidario, que el Papa era consciente de la dificultad de lograr esa meta, en un mundo dominado por la ley del mercado, que por sí sola no puede regular las relaciones de intercambio. En estos días hemos sentido que eso es verdad: la ley del mercado, sola, no regula automáticamente las relaciones de intercambio, es decir no regula los negocios. Dice el P. Bernal:

Nos enfrentamos a un problema moral. No es una simple cuestión técnica. La teoría económica afirma que los precios se forman casi automáticamente según la ley de la oferta y la demanda. Pero esta ley ignora, o finge ignorar, el hecho de las desigualdades que existen entre las partes y que terminan constituyendo un elemento determinante en el éxito de las transacciones en beneficio de las partes, la más fuerte ( y cita el P. Bernal la Populorum progressio en el N° 58, donde, refiriéndose al comercio entre naciones, dice):

cuando las condiciones son demasiado desiguales de país a país: los precios que se forman «libremente» en el mercado pueden llevar consigo resultados no equitativos. Es por consiguiente el principio fundamental del liberalismo, como regla de los intercambios comerciales, el que está en litigio (se refiere a la ley de la oferta y la demanda, que se presenta comúnmente como algo inapelable. Hoy se pone en duda).

León XIII, – sigue el P. Bernal, – había denunciado la injusticia de un contrato de trabajo hecho bajo la presión de las circunstancias. Con referencia a los intercambios internacionales Pablo VI advierte que “una economía de intercambio no puede seguir descansando sobre la sola ley de la libre concurrencia (competencia),[10] que engendra también demasiado a menudo la dictadura económica. El libre intercambio sólo es equitativo si está sometido a las exigencias de la justicia social” (59).

La ley fundamental del desarrollo es el servicio del hombre

Y continúa luego el P. Sergio Bernal:

El Concilio proclama que la ley fundamental del desarrollo es el servicio del hombre que es el autor, el centro y el fin de toda actividad social. Es necesario estimular la producción de bienes y servicios y el progreso de la ciencia y la tecnología, pero teniendo en cuenta que,

[l]a finalidad fundamental de esta producción no es el mero incremento de los productos, ni el beneficio, ni el poder, sino el servicio del hombre, del hombre integral, teniendo en cuenta sus necesidades materiales y sus exigencias intelectuales, morales, espirituales y religiosas; de todo hombre, decimos, de todo grupo de hombres, sin distinción de raza o continente. De esta forma, la actividad económica debe ejercerse siguiendo sus métodos y leyes propias, dentro del ámbito del orden moral, para que se cumplan así los designios de Dios sobre el hombre (GS 64).

Y así llegamos al año 1967, uno de los años de la década dedicada al desarrollo por las Naciones Unidas, cuando se imponía la teoría llamada por algunos “desarrollista”, dominada por la ideología liberal capitalista con su concepción errada de la persona humana reducida a la dimensión económica. Como respuesta y siguiendo las líneas trazadas por el Concilio, Pablo VI lanza la propuesta de un desarrollo integral y solidario.

El “creced” del libro del Génesis significa “perfeccionaos”

Aunque no aparece así en la encíclica, – me atrevería a hacer una lectura de estas dos dimensiones a partir de la Revelación y en línea con el nuevo modo de utilizar la Sagrada Escritura iniciado por el Vaticano II. Creo que podemos ver en esas dos dimensiones del auténtico desarrollo la expresión del mandato del Creador: “creced y multiplicaos” (creced, dice el Génesis a las personas humanas, es decir perfeccionaos como personas).

Evidentemente la voluntad de Dios al crear a un ser a su imagen y semejanza era la de un ser multidimensional cuyo crecimiento debería corresponder a todas las dimensiones del ser. Pero no se trataba de un crecimiento egoísta, sino que tenía que ser compartido con la humanidad en continuo crecimiento. De ahí, que no podía el Papa no proponer estas características del desarrollo en coherencia con la voluntad de Dios.

Como hemos visto, las características del desarrollo económico propuestas por Pablo VI son que el desarrollo sea integral y solidario; que beneficie a toda la persona, en todas sus dimensiones, y a todas las personas. Sigue el P. Bernal:

Pero, además, estas dos dimensiones quieren ser una respuesta a la problemática que el modelo económico presentaba y a las cuales ya se habían referido explícitamente Juan XXIII y el Concilio. Con el magisterio de Juan XXIII el discurso social de la Iglesia asume una actitud nueva / renunciando a la apologética y al ataque y condenación del adversario. Comienza un lenguaje propositivo que, además, busca comprender y potenciar los aspectos positivos de la realidad. Pablo VI sigue fiel a esta actitud / y así nos ofrece una encíclica dedicada al desarrollo / en la cual invita a los responsables de la economía a humanizar el proceso. El llamado del Papa está en perfecta coherencia / con aquello que la Iglesia tiene para ofrecer al mundo: su visión del hombre y de la humanidad (PP 13).

Subsidios en los países poderosos y liberación de los mercados de los países pobres

A propósito del TLC con los EE.UU., que sigue sobre el tapete, conviene escuchar estas reflexiones del P. Bernal:

La economía de mercado que domina la escena actualmente, muestra sus debilidades y la injusticia que la caracteriza. Mientras los países ricos pueden imponer controles al mercado, como es el caso de los subsidios dados a los productos agrícolas en los Estados Unidos y en los países de la Unión Europea se exige a los países pobres la liberación total de sus mercados y la abolición de cualquier medida proteccionista, en negociaciones como los famosos Tratados de Libre Comercio, los países pobres se ven obligados a aceptar condiciones injustas si quieren entrar en el mercado mundial. Por todo esto resulta bastante claro / que la justicia en las relaciones comerciales internacionales pasa necesariamente por la virtud de la solidaridad / que supone el respeto por la dignidad de cada nación.

Y así llegamos a las enseñanzas de Juan Pablo II cuyo magisterio estuvo caracterizado por un profundo sentido social, continúa el P. Sergio Bernal. Fijémonos en el fundamento bíblico del papel del ser humano, como actor en el desarrollo del mundo.

Para el Papa es claro que el desarrollo es la vocación de la humanidad y al mismo tiempo su grave responsabilidad. Pero todo él debe estar dirigido por el hombre como sujeto agente y orientado al hombre como destinatario del progreso y del desarrollo.

De manera que el ser humano debe ser actor del desarrollo y destinatario del mismo. Dios creó el mundo y nos lo entregó para que lo administremos. El Evangelio nos enseña que uno no recibe los talentos (los dones de Dios), para enterrarlos, sino para ponerlos a producir, y nos tomarán cuenta a ver si fuimos buenos administradores.

Cita a continuación el P. Bernal, el N° 30 de la encíclica Sollicitudo rei socialis (La preocupación social de la Iglesia), pero para su mejor comprensión vamos a leer antes unas líneas del número 28 y luego del 29, de la misma encíclica, que dicen:

28. Pero al mismo tiempo ha entrado en crisis la misma concepción « económica » o « economicista » vinculada a la palabra desarrollo. En efecto, hoy se comprende mejor que la mera acumulación de bienes y servicios, incluso en favor de una mayoría, no basta para proporcionar la felicidad humana. Ni, por consiguiente, la disponibilidad de múltiples beneficios reales, aportados en los tiempos recientes por la ciencia y la técnica, incluida la informática, traen consigo la liberación de cualquier forma de esclavitud. Al contrario, la experiencia de los últimos años demuestra que si toda esta considerable masa de recursos y potencialidades, puestas a disposición del hombre, no es regida por un objetivo moral y por una orientación que vaya dirigida al verdadero bien del género humano, se vuelve fácilmente contra él para oprimirlo.

La realidad del hombre fundamentalmente social

En el N° 29 leemos: El hombre, (…) al ser imagen de Dios, tiene una verdadera afinidad con El. Según esta enseñanza, el desarrollo no puede consistir solamente en el uso, dominio y posesión indiscriminada de las cosas creadas y de los productos de la industria humana, sino más bien en subordinar la posesión, el dominio y el uso a la semejanza divina del hombre y a su vocación a la inmortalidad. Esta es la realidad trascendente del ser humano, la cual desde el principio aparece participada por una pareja, hombre y mujer (cf. Gén 1, 27), y es por consiguiente fundamentalmente social.

El N° 30, de la Sollicitudo rei socialis, citado por el Bernal, dice:

“Según la Sagrada Escritura, pues, la noción de desarrollo no es solamente « laica » o « profana », sino que aparece también, aunque con una fuerte acentuación socioeconómica, como la expresión moderna de una dimensión esencial de la vocación del hombre”.[11]

El desarrollo inventado desde el Génesis

De manera que el desarrollo no es un invento moderno de las teorías económicas. Ya estaba inventado en el Génesis: Creced. Lo que hacen las ciencias económicas es presentar el desarrollo, que es propio de la vocación de la persona humana, con los ojos de las ciencias socioeconómicas.

En efecto, -continúa la encíclica SRS, – el hombre no ha sido creado, por así decir, inmóvil y estático. La primera presentación que de él ofrece la Biblia, lo describe ciertamente como criatura y como imagen, determinada en su realidad profunda por el origen y el parentesco que lo constituye. Pero esto mismo pone en el ser humano, hombre y mujer, el germen y la exigencia de una tarea originaria a realizar, cada uno por separado y también como pareja. La tarea es « dominar » las demás criaturas, « cultivar el jardín »; pero hay que hacerlo en el marco de obediencia a la ley divina y, por consiguiente, en el respeto de la imagen recibida, fundamento claro del poder de dominio, concedido en orden a su perfeccionamiento (cf. Gén 1, 26-30; 2, 15 s.; Sab 9, 2 -3)

Una visión de la naturaleza que no es un fin en sí misma

Más adelante añade el P. Bernal:

En el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz en 1987 decía el Papa (Juan Pablo II), que

Es el respeto a la vida y, en primer lugar, a la dignidad de la persona humana la norma fundamental inspiradora de un sano progreso económico, industrial y científico (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1990. n.7).

Ciertamente Juan Pablo II recogió las enseñanzas de sus predecesores, pero las enriqueció aún más con la reflexión teológica profunda y, concretamente, ofreció el criterio fundamental que debe servirnos para evaluar los procesos contemporáneos / y para orientarlos responsablemente. Coincidimos con muchas preocupaciones del mundo actual, pero nos distanciamos también mucho de ellas en el punto substancial de aproximación. En cuanto al desarrollo y la ecología, concretamente, tenemos una visión de la naturaleza que no es un fin en sí misma, sino que toda ella debe estar ordenada al bien del hombre y debe regirse por ese parámetro interior que es la vocación a su realización integral y trascendente.

No tanto «tener más» cuanto «ser más»

Ya desde la primera encíclica de su largo pontificado, dedicada al misterio de la Redención, Juan Pablo II, entre otros temas, toca el del desarrollo. Dice allí el Santo Padre, en el N° 16 de la Redemptor hominis:

Se trata del desarrollo de las personas y no solamente de la multiplicación de las cosas, de las que los hombres pueden servirse. Se trata —como ha dicho un filósofo contemporáneo y como ha afirmado el Concilio— no tanto de «tener más» cuanto de «ser más».[12] En efecto, existe ya un peligro real y perceptible de que, mientras avanza enormemente el dominio por parte del hombre sobre el mundo de las cosas; de que este dominio suyo pierda los hilos esenciales, y de diversos modos su humanidad esté sometida a ese mundo, y él mismo se haga objeto de múltiple manipulación, aunque a veces no directamente perceptible, a través de toda la organización de la vida comunitaria, a través del sistema de producción, a través de la presión de los medios de comunicación social (RH 16).

Hemos afirmado que para que el mundo cambie y se guíe en sus relaciones con los demás por la justicia social, que se fundamenta en el Evangelio, es necesaria una conversión de los políticos, de los economistas, de los empresarios, y también de los trabajadores. Terminemos hoy con estas líneas de la encíclica Redemptor hominis, de Juan Pablo II, en el N° 16:

No se avanzará en este camino difícil de las indispensables transformaciones de las estructuras de la vida económica, si no se realiza una verdadera conversión de las mentalidades y de los corazones.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, N° 7. Un ejemplo de la formación de las conciencias es el documento Forming Consciences for Faithful Citizenship, del episcopado de los EE.UU. Sobre el voto de los católicos en las elecciones presidenciales de los EE.UU., -McCain-Obama, la revista AMERICA escribió un editorial en su edición del 20 de octubre, 2008. Entre los enlaces de este blog está la revista AMERICA. De ese artículo es la siguiente cita: In their document Forming Consciences for Faithful Citizenship, published almost a year ago, the bishops called Catholic voters to prayerful reflection on the principles of Catholic moral and social teaching. First among these fundamental ethical principles is the dignity of the human person and his or her consequent right to life, “the most fundamental human good and the condition of all the others.” Issues that involve direct attacks on life itself, such as abortion or euthanasia or unjust war, therefore, should be the first concern of Catholic voters. Our duty to protect innocent human life, they wrote, “has a special claim on our consciences and our actions.” Cf http://www.americamagazine.org

[2] El Tiempo, Bogotá, martes 21 de octubre, 2008, 1-11

[3] La página en inglés lleva por título Sacred Space. Esta oración se encuentra en la versión en inglés, en la dirección www.sacredspace.ie
o entre los enlaces de este blog basta hacer clic en Orar frente al computador. La traducción de la oración que ofrezco hoy es una traducción libre.

[4] ‘Trop est avare à qui Dieu ne suffit’, You’re too greedy if God is not enough for you.

[5] Food and Agriculture Organization

[6] El Tiempo, Bogotá, miércoles 15 de octubre 2008, 1-8

[7] Cf Sergio Muñoz Bata, “Capitalismo con rostro humano”, El Tiempo, jueves 23 de octubre 2008, 1-19. Sin embargo su pensamiento parece ir por el lado del capitalismo asistencialista.

[8] Cf Cecilia López Montaño, “Nuestro cuarto de hora”, El Tiempo, jueves 23 de octubre 2008, 1-19, dice: “(…) aquellos seguidores del liberalismo económico ruegan, como The Economist, para que no se acabe el capitalismo sino para que se transforme”. Lástima que piensa más en un estado fuerte que controle, que en un estado que promueva una economía no sólo solidaria sino también integral.

[9] Cf Ponencia del P. Sergio Bernal, S.J., en el IV Congreso Nacional de Reconciliación, Conferencia Episcopal de Colombia, 2008

[10] El original latino no habla de “concurrencia”, que en portugués sí significa competencia, sino de “competencia”. Dice: nam negotiandarum rerum ratio et disciplina in sola lege liberae immoderataeque competitorum aemulationis iam nequit consistere, quippe quae oeconomicum imperium quam saepissime etiam pariat

[11] SRS, 30

[12] Cf. Conc. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 35: AAS (1966) 1053; Pablo VI, Discurso al Cuerpo diplomático, 7 enero 1965: AAS 57 (1965) 232; Enc. Populorum progressio, 14: AAS 59 (1967) 264.