Reflexión 105 – Julio 24 de 2008

Escuche estas Reflexiones en vivo en Radio María los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.:

Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por internet, también en vivo, en www.radiomariacol.org

Al abrir este “blog” encuentra a reflexión más reciente; en la columna de la derecha, en orden, las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.


Utilice los
Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, algunas encíclicas, la Constitución Gaudium et Spes, agencias de noticias y publicaciones católicas.

Ore todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso en Orar frente al Computador”, método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí entre los enlaces.

Compendio Doctrina Social de la Iglesia

Naturaleza de la Doctrina Social – N° 73-74 FE y RAZÓN

Hemos dedicado ya un buen espacio al estudio de la naturaleza de la D.S.I. Es muy importante comprender qué es, en qué consiste la doctrina social de la Iglesia, cuando decimos que nos enseña cómo deben ser nuestras relaciones con los demás, de acuerdo con el proyecto de Dios para la humanidad. Esto es parte de nuestra fe católica. Si nos queda claro en qué consiste la D.S.I. no la confundiremos con doctrinas sociopolíticas ni económicas.

Un conocimiento iluminado por la Fe

Hemos visto que la D.S. católica es un conocimiento iluminado por la fe; que la D.S.I. no pretende enseñarnos conocimientos técnicos, sino que es una materia religiosa, cuyas bases están en la Sagrada Escritura y la Tradición, con los aportes del Magisterio que nos la dan a entender y nos orientan para aplicarla en la vida práctica. Esto es fundamental; por eso necesitamos profundizar en esta materia y tenerla presente en nuestra memoria.

Como hemos visto, y nos seguirá aclarando la Iglesia, las soluciones técnicas no son propiamente de la competencia del Magisterio. Sí lo son de los economistas y políticos católicos, en cuanto economistas y políticos, que como católicos, deben estar atentos a la orientación de la Iglesia, para no ir contra los principios y criterios que nos enseña la fe. Veamos algunos ejemplos.

Es interesante fijarnos en la posición de Benedicto XVI en su viaje a Australia, a las Jornadas Mundiales de la Juventud, cuando respondió a una pregunta de los periodistas sobre el cambio climático que tanto preocupa hoy. Les dijo que afrontaría ese asunto con los jóvenes, en particular la cuestión de la responsabilidad ante la creación, ante el clima del planeta. Aclaró, eso sí, que no le corresponde entrar en detalles. Dijo el Papa que ésta es una tarea, más bien de los gobernantes o de los científicos.[1]

De manera que desde el punto de vista de la D.S.I., cuando se trata de temas como el cambio climático, la Iglesia nos orienta sobre nuestra responsabilidad con la creación; nos ofrece criterios, principios, que nos permitan actuar. Las soluciones técnicas las deben proponer los expertos en lo técnico, teniendo en cuenta que las soluciones que proponen no estén contra los principios y criterios que la fe nos enseña.

Otro ejemplo interesante es la posición de la Iglesia sobre temas que tienen que ver con leyes que se tramitan en el Congreso, y también sobre los tratados de libre comercio, como es el caso del TLC con los Estados Unidos y otros países. Veamos:

Monseñor Fabián Marulanda, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia, participó el jueves 12 de junio (2008) en el debate sobre el proyecto de ley 157, de 2007 del Senado, en cual se contemplan importantes avances en materia de reivindicación de derechos de las víctimas de la violencia.

En la página de Internet del Secretariado Nacional de Pastoral Social nos informan al respecto que

la posición de la Iglesia Católica es que el proyecto responda a las necesidades de las víctimas, que si bien requiere de algunos ajustes que garanticen la integración, restablecimiento y goce efectivo de los derechos de las mismas, (de las víctimas) se configura en un gran avance hacia la reconciliación de todos los actores y la sociedad en general, y propende por una política de Estado a favor de las víctimas.

“Invitamos a todos los aquí presentes / y en general a todos los colombianos, a que se continúe en la construcción de este importante consenso / que debe ser producto de la concertación entre la población afectada por el conflicto, las organizaciones que trabajan por los derechos humanos, los líderes políticos y el Gobierno Nacional, siempre pensando y actuando bajo los principios de la solidaridad y la responsabilidad, en busca de la unión y la reconciliación, como medios para alcanzar la paz”, expresó Monseñor Fabián Marulanda en la Plenaria del Senado.

PRECIOS DE LOS MEDICAMENTOS Y LOS TLC

Veamos otro caso concreto, éste sobre el TLC, en lo que se refiere a los precios de los medicamentos. El periódico El Tiempo, del martes 22 de julio (2008), informa que la Iglesia Católica vigilará la negociación de los países del área andina. La razón para que la Iglesia se inmiscuya en este tema, que aparentemente es sólo de política comercial, es su interés por defender a los pobres. La Iglesia no dice que va a vigilar que las negociaciones estén bien hechas de acuerdo con las normas técnicas. Dice el citado periódico El Tiempo:

A los prelados católicos les preocupa que el capítulo de propiedad intelectual de los TLC aumente la protección más allá de lo establecido por la Organización Mundial del Comercio (OMC), y que se restrinja así la producción de drogas genéricas, generalmente más baratas.

Por eso, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), celebró una alianza con organizaciones civiles de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) para vigilar las implicaciones de los TLC en el acceso a las medicinas.

Un documento del CELAM, que da cuenta de la alianza, afirma que los TLC entre países desarrollados y en vías de desarrollo han recibido múltiples críticas porque buscan consolidar las ventajas de “los inversionistas” de los países ricos a cambio de escasas concesiones a los países pobres para la venta de materias primas y algunos productos de regular valor agregado.”

La mayor protección a la propiedad intelectual (patentes, protección de datos, etc.,), advierte el CELAM, pueden significar restricciones al acceso a las medicinas, particularmente porque los precios tienden a ubicarse muy por encima de las posibilidades de las personas pobres y de los sistemas de seguridad social.”[2]

EQUIDAD Y SOLIDARIDAD EN LOS TLC

La posición de la Iglesia defiende la equidad en las negociaciones, de manera que los países ricos no abusen de su posición privilegiada en la negociación, – por una parte, – y pide, por otra, que se ponga en práctica la solidaridad con los pobres en el cuidado de su salud. Los laboratorios farmacéuticos defienden su derecho a poner precios a los medicamentos, – como lo hacen las demás industrias, – con los argumentos de que son un negocio privado con ánimo de lucro y que necesitan ingresos suficientes para continuar con las investigaciones que les permitirán ofrecer medicamentos nuevos.

Si eso fuera de verdad así, bien; pero se trata de una verdad a medias, pues, ¿cuántos años explotan comercialmente un producto? Un solo ejemplo: el Valium, tan conocido mundialmente, lleva en el mercado más de 40 años. ¿No habrá producido muchísimas veces el costo de su investigación? ¿Y, cuántos productos no ofrecen nada nuevo fuera del nombre o quizás una mayor concentración de la sustancia activa?

Al nombre de algunos de esos “nuevos” medicamentos les añaden la palabra Forte, y consisten simplemente en que cada tableta equivale a dos del medicamento anterior.

Los laboratorios generalmente no tienen en cuenta que sus productos no son bienes suntuarios, sino bienes necesarios. No le pasa nada a la persona que no puede comprar un producto suntuario, pero la imposibilidad de pagar el precio de un medicamento puede comprometer la calidad de vida, si no la vida misma.

EL EVANGELIO NO ES DE DERECHA NI DE IZQUIERDA

La Doctrina Social de la Iglesia no la inspiran los ideólogos de la derecha ni de la izquierda, sino el Evangelio. El Santo Padre en su mensaje al llegar a Australia reiteró que ante la pobreza y la injusticia, la negación de Dios y los daños al ambiente, debidos a la avidez humana, el Espíritu nos orienta hacia el camino que lleva a la vida, al amor y a la verdad, hacia Jesucristo.[3] Como vimos en los programas pasados sobre la compasión y el desprendimiento, los católicos recibimos del Evangelio, de Jesucristo, la orientación en cuanto a doctrina social. También en este campo de la doctrina social es Jesucristo el camino, la luz, la verdad, el amor.

El N° 72 del Compendio, el libro que seguimos en nuestro estudio, nos enseña que la doctrina social de la Iglesia « no pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teología y especialmente de la teología moral ».[4] De manera que la D.S.I. no se puede definir según parámetros socioeconómicos ni políticos. No es un sistema ideológico o pragmático, que tiende a definir y componer las relaciones económicas, políticas y sociales por consideraciones técnicas, sino que tiene una categoría propia, pues la D.S.I. presenta desde la fe, la visión de las realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional. La D.S.I. interpreta, a la luz de la fe y de la tradición eclesial, esas realidades de la vida, las examina para verificar si vivimos en conformidad o no con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana ».[5]

ESO SE PUEDE LLAMAR LIBERTAD DE ESPÍRITU

En los programas pasados examinamos nuestra conducta con parámetros del Evangelio: tomamos un ejemplo muy importante: la compasión, como puerta de entrada en el Reino de Dios. Examinamos también el desprendimiento de lo material, – que podemos llamar libertad de espíritu, – como un requisito para practicar la compasión, que nos abrirá la puerta del Reino. Una de las causas por la que no somos compasivos, es el temor a perder lo que tenemos; es el estar atados a lo material o quizás a nuestras propias ideas, a nuestros gustos e intereses; en fin, la causa por la cual no somos compasivos puede ser, simplemente, el no querer salir de nuestra zona de comodidad. Nos cuesta dar la mano al otro, si ese dar la mano lo sentimos incómodo para la clase de vida o de actividad a la que nos dedicamos. La cruz que el Señor nos pide llevar puede ser de esa clase: la renuncia a lo que estamos acostumbrados, a lo que nos gusta.

Niveles Fundante, Directivo y Deliberativo

Vamos ahora a avanzar al N° 73 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, que sigue desarrollando el tema de la naturaleza de la Doctrina Social. Los invito a leer todo el número y luego nos detendremos en las consideraciones que sean necesarias. Nos vamos a encontrar ahora con el vínculo que en la D.S.I. existe entre la fe y la razón. Dice el N° 73:

La doctrina social, por tanto, es de naturaleza teológica, y específicamente teológico-moral, ya que « se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas ».[6] « Se sitúa en el cruce de la vida y de la conciencia cristiana con las situaciones del mundo y se manifiesta en los esfuerzos que realizan los individuos, las familias, operadores culturales y sociales, políticos y hombres de Estado, para darles forma y aplicación en la historia ».[7] La doctrina social refleja, de hecho, los tres niveles de la enseñanza teológico-moral: el nivel fundante de las motivaciones; el nivel directivo de las normas de la vida social; el nivel deliberativo de la conciencia, llamada a mediar las normas objetivas y generales / en las situaciones sociales concretas y particulares. Estos tres niveles definen implícitamente también / el método propio y la estructura epistemológica específica / de la doctrina social de la Iglesia.

Este número 73 es una excelente síntesis de lo que hemos venido estudiando, y se sigue desarrollando el tema en el N° 74; de manera que lo mejor es continuar su lectura. No olvidemos esta frase que nos aclara mucho la naturaleza de la Doctrina Social: La doctrina social es de naturaleza teológica, y específicamente teológico-moral, porque « se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas.

También nos explica este N° 73 eso del nivel fundante, el nivel directivo y el nivel deliberativo de la enseñanza de la D.S. El nivel fundante es lo mismo que de los cimientos o fundamentos de la enseñanza de la Iglesia en lo social; dónde se basa la enseñanza de la Iglesia en lo social. El nivel directivo, o sea en el que encontramos la orientación, la dirección sobre cómo debe ser nuestra conducta, y el nivel deliberativo. Deliberar supone razonar, considerar con atención los pros y los contras. Para deliberar tenemos que utilizar la razón. De modo que nos explicará la Iglesia esa relación fe-razón, en la doctrina social.

Antes de continuar detengámonos un momento en algunas palabras que nos explican muy bien dónde se ubica la D.S.I.

Teología Moral: orientar la conducta cristiana, despertar nuestra conciencia

Dice que la doctrina social… es de naturaleza teológica, y que, específicamente pertenece a la teología moral. Explica el libro esto de la naturaleza teológico-moral, cuando añade que / « se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas ». Eso es lo que pretende la teología moral: orientar la conducta de las personas de acuerdo con lo que Dios quiere.

Las palabras que siguen están también muy bien escogidas; dice que la D.S.I. Se sitúa en el cruce de la vida y de la conciencia cristiana con las situaciones del mundo. En la vida, nuestra conciencia se cruza con las más variadas situaciones del mundo. Los cristianos no podemos ser indiferentes con lo que pasa en el mundo. No podemos quedarnos mirando indiferentes, como si se tratara de una película de ficción. Ni tampoco nuestro interés se puede limitar al ámbito parroquial ni nacional. Nuestros hermanos son nuestros hermanos, así vivan a miles de kilómetros en Asia o en África. Nos deben doler las injusticias y el dolor de los que sufren en nuestro país y también debemos sentir las injusticias y el dolor que sufren todos los días nuestros hermanos en otras latitudes. Nuestra vida y nuestra conciencia se tienen que encontrar con las realidades del hombre. Y ese encuentro de nuestra conciencia, digamos que, ese despertar de nuestra conciencia, se tiene que manifestar en esfuerzos para dar a la D.S. forma y aplicación en la historia. Es el despertar de nuestra conciencia; si no hacemos nada es como si continuara dormida.

Quizás nos preguntemos qué podemos hacer por los hermanos de África, de Asia, de los demás países. A veces, por ejemplo, cuando ocurren desastres naturales, nos piden una ayuda económica, y se espera que seamos generosos, pero lo que nunca podemos dejar de hacer es orar por ellos. Cuánto puede ayudar la oración…

Llamados a la comunión trinitaria

Ahora continuemos con las palabras del N° 74 del Compendio de la D.S.I. Dice:

La doctrina social halla su fundamento esencial en la Revelación bíblica y en la Tradición de la Iglesia. De esta fuente, que viene de lo alto, obtiene la inspiración y la luz para comprender, juzgar y orientar la experiencia humana y la historia. En primer lugar y por encima de todo está el proyecto de Dios sobre la creación y, en particular, sobre la vida y el destino del hombre, llamado a la comunión trinitaria.

No son muy difíciles de entender las palabras que acabamos de leer, y cuando hablemos de la D.S.I. las debemos tener presentes, casi que a flor de labio: el fundamento esencial de la doctrina social se encuentra en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia. No en Marx, ni en Lenin ni en Fidel Castro, como tampoco en Adam Smith ni Locke, padres del capitalismo. La D.S.I. se inspira en la Revelación y la Tradición y a su luz comprende y juzga la situaciones de la vida del hombre y lo orienta. La Iglesia VE-JUZGA y ACTÚA, según la luz y la inspiración de la Revelación bíblica.

¿Qué busca la Iglesia que se haga en el mundo? Que se siga el proyecto de Dios. Por sobre todas las cosas está el proyecto de Dios; un proyecto perfecto de la vida y el destino de la humanidad, que está llamada, según ese proyecto divino, a vivir una vida como la de la Trinidad, que es una vida de comunión, una vida de amor. De manera que la vida a la que estamos llamados no es a una vida de de egoísmo, de maltrato, de injusticia, de violencia. Si somos injustos con los demás, si los maltratamos, no estamos viviendo según la Doctrina Social de la Iglesia, que es inspirada en lo que Dios quiere que sea nuestra vida.

La fecunda relación de la fe y la razón

Continúa así el N° 74:

La fe, que acoge la palabra divina y la pone en práctica, interacciona eficazmente con la razón. La inteligencia de la fe, en particular de la fe orientada a la praxis, (a la práctica, a la conducta) es estructurada por la razón y se sirve de todas las aportaciones que ésta le ofrece. También la doctrina social, en cuanto saber aplicado a la contingencia y a la historicidad de la praxis, (aplicado a la contingencia, es decir a las cosas que pueden suceder, a la praxis, es decir a la vida práctica) conjuga a la vez « fides et ratio »[8] (fe y razón) y es expresión elocuente de su fecunda relación. La fecunda relación de la fe y la razón.

De manera que la fe acoge la palabra divina y la pone en práctica. No basta creer, sin actuar: no basta la fe sin obras. Entonces, primera cosa: la fe acoge la palabra divina. No hace falta insistir en que la fe nos llega por la gracia de Dios, no la podemos conseguir por nuestro esfuerzo humano, ni tampoco podemos actuar sin la gracia de Dios. Solos no podemos hacer nada. Y una vez más recordemos que la fe es un encuentro con Jesucristo, una experiencia radical, es decir profunda, hasta el fondo, que implica una adhesión absoluta a Dios. Esta adhesión a Dios no puede ser sólo de palabra, no se puede reducir a una declaración de nuestra creencia en Dios, en Jesucristo, en el Espíritu Santo.

Ya en el programa del 15 de mayo pasado, habíamos estudiado cómo, para entender la D.S.I. se requiere la fe. Si alguno desea repasar ese tema, que es muy importante e interesante, lo encuentra en la Reflexión 097, en este mismo ‘blog’.

Para comprender la Doctrina Social se necesita la luz de la Fe

Vimos allí que para comprender la D.S.I., como se trata de comprender el proyecto que Dios tiene para el ser humano y para el universo, y eso lo encontramos en la revelación, se necesita la luz de la fe. Decíamos entonces, que nos movemos en un campo del conocimiento, en el cual no es suficiente la razón, que por eso hay personas muy inteligentes, que no comprenden el mensaje de Jesucristo, porque no tienen fe, o porque para interpretar la realidad social dejan a un lado lo que conocen por la fe. Por eso asumen posiciones contra las enseñanzas de Jesucristo. Lo vemos en temas como la defensa de la vida frente al aborto y la eutanasia, y así sucede con principios y criterios de la D.S.I. sobre la familia, sobre el trabajo y sobre el uso de los bienes materiales.

Recordemos que los principios sobre los que se basa la D.S.I. representan la verdad sobre el hombre, como la conocemos por la fe y la razón, y tienen su origen en el encuentro del mensaje evangélico y de sus exigencias, con los problemas que surgen en la vida de la sociedad. Entonces, en la D.S.I. se encuentran la fe y la razón.

Si alguno quiere profundizar en esta materia, sobre la fe y la razón, encuentra el mejor material en la encíclica Fe y Razón, de Juan Pablo II. En esa encíclica el Santo Padre centra la atención sobre el tema de la verdad y su fundamento en relación con la fe. El tema sin duda merece un espacio para él solo. Aquí tratamos este punto únicamente en cuanto necesitamos comprender la D.S.I.

La teología: fe pensante y pensada que comprende de manera reflexiva

Como vimos en uno de los programas anteriores, una herramienta muy importante para comprender nuestra fe es la teología. En la teología se hace un esfuerzo racional para penetrar en las verdades de la fe. Se puede decir que la teología es la fe pensante y pensada, crítica y sistemática, es decir la fe que comprende de manera reflexiva, en palabras de los PP. Pierre Bigó y Fernando Bastos de Ávila, en el libro Fe Cristiana y Compromiso Social,[9] que hemos citado antes. La teología necesita ayudarse de la filosofía para aclarar de manera crítica sus conceptos, cuestiones y métodos. Juan Pablo II, en Fe y Razón explica esto de manera más clara aún. Dice en el N° 73:

…es decisivo que la razón del creyente emplee sus capacidades de reflexión en la búsqueda de la verdad dentro de un proceso en el que, partiendo de la palabra de Dios, se esfuerza por alcanzar su mejor comprensión.

Hemos visto que la D.S.I. pertenece al campo de la teología moral, porque se refiere a la conducta del cristiano en sus relaciones con los demás. Bien, Juan Pablo II en la misma carta encíclica Fe y Razón, en el N° 68, dice que

en la Nueva Alianza la vida humana está mucho menos reglamentada por prescripciones que en la Antigua. La vida en el Espíritu lleva a los creyentes a una libertad y responsabilidad que van más allá de la Ley misma. El Evangelio y los escritos apostólicos proponen tanto principios generales de conducta cristiana como enseñanzas y preceptos concretos. Para aplicarlos a las circunstancias particulares de la vida individual y social, el cristiano debe ser capaz de emplear a fondo su conciencia y la fuerza de su razonamiento. Con otras palabras, – esto significa que la teología moral debe acudir a una visión filosófica correcta tanto de la naturaleza humana y de la sociedad como de los principios generales de una decisión ética.

De manera que es necesario que nos ayudemos de la razón para comprender la naturaleza humana y la sociedad. La antropología teológica ve al hombre desde la visión de la fe; la antropología filosófica desde la pura filosofía natural. Las dos no se pueden contradecir, porque tienen finalmente el mismo origen: Dios Creador.

TRONO DE LA SABIDURÍA

Vamos a terminar hoy con algunas líneas más de la encíclica Fe y Razón de Juan Pablo II. Refiriéndose a la teología moral y por lo tanto a la conducta del creyente, en el N° 98, dice:

La recuperación de la filosofía es urgente asimismo para la comprensión de la fe, relativa a la actuación de los creyentes. Ante los retos contemporáneos en el campo social, económico, político y científico, la conciencia ética del hombre está desorientada.

……

En toda la Encíclica he subrayado claramente el papel fundamental que corresponde a la verdad en el campo moral. Esta verdad, respecto a la mayor parte de los problemas éticos más urgentes, exige, por parte de la teología moral, una atenta reflexión que ponga bien de relieve su arraigo en la palabra de Dios. Para cumplir esta misión propia, la teología moral debe recurrir a una ética filosófica orientada a la verdad del bien; a una ética, pues, que no sea subjetivista ni utilitarista. Esta ética implica y presupone una antropología filosófica y una metafísica del bien. Gracias a esta visión unitaria, vinculada necesariamente a la santidad cristiana y al ejercicio de las virtudes humanas y sobrenaturales, la teología moral será capaz de afrontar los diversos problemas de su competencia —como la paz, la justicia social, la familia, la defensa de la vida y del ambiente natural— del modo más adecuado y eficaz.

Al final, en las conclusiones de la encíclica, Juan Pablo II deja que salga su espíritu mariano y acude a la ayuda de quien mejor puede estar a nuestro lado. Dice en el N° 108:

Mi último pensamiento se dirige a Aquélla que la ORACIÓN de la Iglesia invoca como Trono de la Sabiduría. Su misma vida es una verdadera parábola capaz de iluminar las reflexiones que he expuesto. En efecto, se puede entrever una gran correlación entre la vocación de la Santísima Virgen y la de la auténtica filosofía. Igual que la Virgen fue llamada a ofrecer toda su humanidad y femineidad a fin de que el Verbo de Dios pudiera encarnarse y hacerse uno de nosotros, así la filosofía está llamada a prestar su aportación, racional y crítica, para que la teología, como comprensión de la fe, sea fecunda y eficaz. Al igual que María, en el consentimiento dado al anuncio de Gabriel, nada perdió de su verdadera humanidad y libertad, // así el pensamiento filosófico, cuando acoge el requerimiento que procede de la verdad del Evangelio, nada pierde de su autonomía, sino que siente cómo su búsqueda es impulsada hacia su más alta realización.

Que el Trono de la Sabiduría sea puerto seguro para quienes hacen de su vida la búsqueda de la sabiduría. Que el camino hacia ella, último y auténtico fin de todo verdadero saber, se vea libre de cualquier obstáculo por la intercesión de Aquella que, engendrando la Verdad y conservándola en su corazón, la ha compartido con toda la humanidad para siempre.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Cf ZENIT ZS08071307 – 13-07-2008

[2] El Tiempo, martes 22 de Julio, 2008, Pg. 1-11

[3] Cf Radio Vaticano, 13/07/2008 14.48.39

[4] Cf Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 41

[5] Ibidem

[6] Ibidem

[7] Cf Juan Pablo II Centesimus annus, 59

[8] Cf Juan Pablo II, FIDES et ratio, AAS 91 (1999) 5-88

[9] Fe Cristiana y compromiso social, editado bajo la supervisión de los Obispos de del departamento de Acción Social del CELAM y redactado por Pierre Bigó y Fernando Bastos de Ávila,, 2ª edición. Pgs. 167ss.