REFLEXIÓN 91, Marzo 13 2008

Compendio de la D.S.I. Repaso Capítulo II (II)

Formar en la propia historia del género humano la familia de los hijos de Dios

La reflexión anterior la dedicamos a repasar el capítulo II del Compendio de la D.S.I. que trata sobre la misión de la Iglesia y la doctrina social. Hoy vamos a dedicar este espacio a terminar el repaso y en la semana de Pascua, si Dios quiere, comenzaremos un nuevo tema.

Hemos ido viendo cómo la Doctrina Social que nos presenta la Iglesia está de acuerdo, – como debe ser, – con el fin para el cual Jesucristo la fundó, que fue la salvación de todos los hombres por medio de la evangelización. No sería correcto convertir la evangelización en cátedra de ciencia política ni sociología. Eso no es la D.S.I.

Los temas que vimos ya son:

La Iglesia, morada de Dios con los hombres. Vimos allí que la Iglesia es el lugar, la tienda de encuentro de los hombres con Dios. Es una bella figura bíblica. En la Iglesia nos encontramos con Dios en su Palabra y también en la Eucaristía y en los demás sacramentos. En el caso particular que nos ocupa, de la Doctrina Social, en la Iglesia encontramos la Palabra de Dios, sobre cómo deben ser nuestras relaciones con los demás y cuál es nuestra misión en la construcción del Reino de Dios; allí en la D.S. aprendemos cuál debe ser nuestro aporte en la realización del proyecto de Dios para la persona humana, en cuanto persona en relación con los demás. Se trata de un proyecto de auténtica liberación y promoción humana, como lo llama el Compendio. A este propósito, nos enseña este libro que la Iglesia

tiene la vocación de formar en la propia historia del género humano la familia de los hijos de Dios (…). De esta forma, la Iglesia, “entidad social visible y comunidad espiritual”, avanza juntamente con toda la humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo, y su razón de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios.

Son bellas estas palabras sobre la razón de ser de la Iglesia: actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios.

Único e irrepetible pero no solitario

En la Iglesia, que es la tienda, la casa donde nos encontramos con Dios, nos reunimos también con nuestros hermanos, los demás seres humanos. Como nos enseña enseguida el Compendio, la persona humana, que busca su promoción, su desarrollo, su liberación y perfección es un ser que vive en relación con otros. En palabras textuales del Compendio: el ser humano es Único e irrepetible en su individualidad, y al mismo tiempo, todo hombre es un ser abierto a la relación con los demás en la sociedad. Tengamos esto muy presente: cada uno de nosotros es un individuo único e irrepetible, es decir todos somos distintos, tenemos nuestra propia personalidad, nuestra forma de pensar y hacer las cosas; pero tengamos también presente que, al mismo tiempo que únicos e irrepetibles, Dios nos creó abiertos a la relación con los demás en la sociedad. Nosotros no fuimos creados como seres solitarios; si nos aislamos es porque escogemos aislarnos, pero de todos modos existimos unidos en una red de relaciones; enlazados con la naturaleza, con las demás personas, y nada menos que con Dios. Unidos para formar una comunidad, garantía del bien personal, familiar, social. Sin los demás no podemos alcanzar nuestro propio desarrollo, ni el de la familia, ni el de la sociedad.

A esa red de relaciones hay que darle mantenimiento, porque si no, esos hilos que nos unen a unos con otros, se pueden romper y es difícil componerlos. Como en un tejido, si se rompe un hilo, hay que ser muy hábil para que no se quede notando luego el remiendo. Lo pudimos notar en los rostros de los presidentes de nuestros países vecinos en la reunión de Santo Domingo: el rostro de resentimiento del presidente Correa del Ecuador, especialmente. Rompió relaciones con Colombia y mientras Venezuela ya las restableció, el presidente ecuatoriano por lo visto sigue sin mucho ánimo de recomponer las relaciones con su pueblo hermano del norte. No lo ha hecho todavía.

¿Borrón y cuenta nueva?

Es cierto que hay que abonarle que no fingió, no representó el papel de comediante como lo hizo el otro vecino.[1] Después de todos los insultos al presidente de Colombia, luego, tan fácilmente ¿darse la mano y declarar borrón y cuenta nueva? Para hacerlo con sinceridad se requiere profunda humildad y anteponer el bien social al propio orgullo. Por eso es mejor no irrespetar a los demás, no herirlos, para no tener que dar por no dichas las palabras que sí se dijeron…

Volviendo a la D.S.I., en la red de relaciones de todos, aparece la Iglesia, que nos cubre con sus brazos de Madre, que extiende su tienda como morada de Dios entre los hombres. La Iglesia está allí para mostrarnos el camino que debemos seguir en nuestras relaciones con los demás. Es allí donde aparece la D.S.I., fundada en el Evangelio.

Se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas, y tiene como consecuencia el « compromiso» por la justicia, según la función, vocación y circunstancia de cada uno. Al ejercicio del ministerio de la evangelización, en el campo social, que es un aspecto de la función profética de la Iglesia, pertenece también la denuncia de los males y de las injusticias.[2]

Como hemos visto, la misión del profeta es anunciar y también denunciar. Decíamos que si debemos realizar el papel del sembrador de la buena semilla y el trabajo silencioso de la levadura, lo debemos complementar, según la vocación y circunstancias de cada uno, con la denuncia, con el hablar claro y en voz alta.

Fecundar y fermentar la sociedad con el Evangelio

Después de reflexionar sobre la Iglesia, morada de Dios con los hombres, y sobre nuestra naturaleza de seres en relación con los demás, el segundo tema que vimos en el capítulo II fue la función de la Iglesia de Fecundar y fermentar la sociedad con el Evangelio. Con su enseñanza social, la Iglesia quiere anunciar y actualizar el Evangelio en la compleja red de las relaciones sociales.

Nos dice la Iglesia que con su enseñanza social quiere anunciar el Evangelio y actualizarlo en la complicada red de las relaciones sociales. Las relaciones sociales se tienen que actualizar con el Evangelio; tienen que ponerse a tono con Él. Y también nos dice la Iglesia que hay que actualizar la presentación del Evangelio, hay que presentarlo de modo adecuado.

Evangelio para el hombre de hoy

Actualizar la presentación del Evangelio. La Iglesia en su predicación tiene que ir presentando el Evangelio al alcance del hombre de hoy y aplicándolo a las circunstancias de hoy. Fue lo que sucedió con la respuesta de monseñor Gianfranco Girotti, obispo del tribunal de la Penitenciaría Apostólica, a un periodista que le preguntó sobre los nuevos pecados de nuestra época, y el obispo se refirió a áreas que antes la gente no consideraba que tuvieran que ver con el pecado; el obispo mencionó el área de la bioética, con las experimentaciones genéticas con seres vivos; el área de las drogas que oscurecen la mente y alejan a los jóvenes de la Iglesia, las injusticias sociales, por las cuales los pobres se hacen cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos, y finalmente las conductas contra la ecología. Los medios, como suelen hacerlo, tomaron esos comentarios como si la Iglesia hubiera hecho una nueva lista de los pecados capitales. No hay ningún decreto ni documento de la Santa Sede sobre ese asunto, y los últimos Papas se han referido antes a esas conductas pecaminosas. Se sigue predicando el Evangelio al hombre de hoy.

La sociedad desconoce las soluciones completas, integrales de sus problemas, si desconoce lo que tiene que decir sobre ellos el Evangelio. Por nuestra parte, a veces fallamos en el cómo dar a conocer la Palabra del Señor. Es una falla humana muy común. Aparecida nos invitó a reflexionar sobre la necesidad de conversión de la pastoral. Esto es muy importante porque no es el Evangelio el que está guiando a nuestra sociedad; no hay coherencia entre fe y vida; los Discípulos Misioneros tenemos que comprender los cambios que debe haber en la pastoral, en la predicación, en la catequesis, en este cambio de época que nos ha tocado vivir, para llegar a la gente.

Necesitamos tener sensibilidad ante lo que el hombre de hoy vive. Todo eso es anunciar y actualizar el Evangelio en la compleja red de las relaciones sociales.

Nuestras vidas el único Evangelio que algunos leen

Cuando preparaba este programa, encontré una reflexión muy sabia y al mismo tiempo muy comprometedora, que viene al caso que compartamos hoy. Dicen que el obispo brasileño Helder Cámara, muy conocido por su apostolado con los pobres, decía a sus catequistas: “Hermanos y hermanas, examinen cómo viven. Sus vidas pueden ser el único Evangelio que sus vecinos lean.” Es un pensamiento para que meditemos y examinemos con sinceridad nuestra vida. Lo que lean en nuestro comportamiento puede ser el único Evangelio que lean nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, nuestros familiares… ¿Pueden leer en nuestra vida un Evangelio auténtico?

Continuando con nuestro repaso, el siguiente tema que estudiamos en el capítulo II del Compendio lleva por título Doctrina social, evangelización y promoción humana. La Iglesia nos ilustra allí sobre cómo la evangelización toca al hombre concreto; porque el Evangelio tiene que ver con todas las situaciones que la persona humana debe vivir en este mundo, con todas las situaciones que debe enfrentar. Nos dice el Compendio que todo lo que tiene que ver con la comunidad de los hombres tiene cabida en la evangelización. En las situaciones y problemas relacionados con la justicia, el desarrollo, las relaciones con los pueblos, la paz, el Evangelio, es decir la voz de Dios, no solo está en su derecho de pronunciarse, sino que los hombres necesitamos saber la opinión de Dios sobre esos asuntos. Y la opinión de Dios está en su Palabra.

La opinión de Dios está en su Palabra

Como hoy se quiere prescindir de Dios en todo, esto lo debemos tener claro y lo debemos defender. El derecho de Dios a hacerse escuchar. Hoy se toman decisiones para los pueblos, se toman decisiones personales con implicaciones para la familia, sin siquiera preguntarse si esas decisiones están de acuerdo con el proyecto de Dios sobre nosotros.

La Iglesia se pronuncia permanentemente, cumpliendo con el encargo del Señor. El Santo Padre, no sólo en sus encíclicas se refiere a los problemas de la humanidad. No pierde la oportunidad de referirse a las situaciones dolorosas por la injusticia, la violencia, los desastres naturales, cuando se dirige a la Iglesia en las audiencias generales de los miércoles y después del rezo del Ángelus, los domingos. En las audiencias particulares con los jefes de estado, deja clara la posición cristiana frente a los problemas que enfrenta cada nación. En las audiencias con grupos de intelectuales y científicos, igualmente fija la posición del Evangelio frente a la ciencia y la cultura.

La Iglesia y nuestro conflicto en las fronteras

Viniendo a nuestra región, El Papa vino a América a la quinta conferencia de nuestros obispos en Aparecida, y dio su orientación sobre la situación de América Latina y el Caribe, y la Conferencia a continuación, se dedicó a ver, a examinar la coyuntura en que se encuentra la Iglesia; a juzgar si la respuesta de la Iglesia es adecuada para el momento y de acuerdo con el Evangelio y a plantear acciones que nos conduzcan por el camino que Dios quiere de acuerdo con su proyecto. El documento de Aparecida se sigue estudiando por los obispos, los sacerdotes, los movimientos apostólicos, porque es muy amplio y profundo. Es verdad que todavía necesita que lo llevemos a la práctica, pero, por el entusiasmo que ha despertado, parece que es éste un documento que no va a quedar sólo para el estudio de los expertos y los historiadores de la Iglesia en América Latina.

Precisamente en estos días, hasta el pasado viernes 7 de marzo, se reunieron en Bogotá los Presidentes y Secretarios Generales de las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe; se reunieron para profundizar sobre la Misión Continental y reflexionar sobre los retos y desafíos que plantea Aparecida. Los Secretarios Generales presentaron un informe sobre la situación social, política y pastoral de sus países.

Es interesante observar, que la Misión Continental que se está preparando no se va por generalidades, no se va por las ramas. En el discurso inaugural de esta reunión de los presidentes y secretarios generales de las conferencias episcopales, monseñor Raymundo Damasceno, Arzobispo de Aparecida y actualmente presidente del CELAM, con estas palabras se refirió a los conflictos internos graves de nuestros países, a

“las tensiones provocadas por los intercambios comerciales, de emigrantes e intereses económicos, las desesperadas soluciones ideológicas que desestabilizan las instituciones y las democracias, y dijo que son apenas algunos de los factores que nos impiden alcanzar una fraternidad americana, pacífica y justa, para la vida de nuestros pueblos”. De este modo, la Misión Continental, busca aportar en “honda comunión en el Señor y a la luz del Evangelio, la unión continental para la vida, justa y pacífica, de todos nuestros pueblos”[3]

En esos días fueron testigos de la situación de conflicto con el Ecuador, Venezuela y Nicaragua, que entonces hacía crisis. Los obispos reunidos,

En una declaración conjunta, hicieron un llamado “a buscar con denuedo soluciones que favorezcan la paz y la concordia…

A su vez el Segundo Vicepresidente del CELAM, Mons. Andrés Stanovnik, aseguró que “la ruptura de relaciones nunca es una solución” y expresó su “temor” por una posible escalada de violencia.

Decíamos que todo lo que tiene que ver con la comunidad de los hombres, tiene cabida en la evangelización. En las situaciones y problemas relacionados con la justicia, con el desarrollo, las relaciones con los pueblos, la paz, el Evangelio, es decir la voz de Dios, no solo está en su derecho de pronunciarse, sino que los hombres necesitamos saber la opinión de Dios sobre esos asuntos. Y la opinión de Dios está en su Palabra. Como un ejemplo de la presencia de la Iglesia en todas las dificultades en que se encuentre la sociedad, veíamos la manifestación de los obispos de América Latina, en el reciente conflicto con nuestros países vecinos.

Leamos el comunicado de nuestros obispos del continente sobre el conflicto con nuestros países. Esto dijeron nuestros pastores:

Los Presidentes de las Conferencias Episcopales de los países de América Latina y El Caribe, convocados por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y reunidos en Bogotá para preparar la Misión Continental propuesta por la Quinta Conferencia General del Episcopado (Aparecida, Brasil), animados por el Espíritu Santo a contribuir en la construcción de la paz entre nuestros pueblos, suscribimos la presente declaración:

1. Constatamos la fraternidad de nuestros pueblos a lo largo de su historia y acompañamos con preocupación la situación de angustia y tensión, que a raíz de los acontecimientos conocidos, están viviendo los países de Colombia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua y que han originado la suspensión de las relaciones diplomáticas, la restricción de los intercambios y, por parte de los gobernantes, un clima de confrontación y de enemistad.

2. Hacemos un urgente llamado a los Jefes de Estado para que, basándose en la sabiduría ancestral y el rico patrimonio cristiano de sus pueblos, renuncien a opciones violentas y expresiones verbales que hieren y dividen/ y los exhortamos a buscar con denuedo soluciones que favorezcan la paz y la concordia.

3. Consideramos que la Paz de los pueblos pasa por el respeto de la soberanía territorial, la no injerencia en los asuntos propios de cada Estado, el cumplimiento de acuerdos y tratados y el recurso a las instancias y medios consagrados por la diplomacia / para dirimir los problemas que eventualmente surjan.

4. Todos, desde nuestras responsabilidades y funciones, debemos colaborar para que no prospere este conflicto, evitar que se agudice y afecte a Naciones urgidas de mayor integración y de justicia social y hermanadas, desde sus orígenes históricos, por estrechos lazos culturales, sociales, económicos y religiosos.

5. Invitamos a todas las comunidades cristianas, a los Organismos Estatales y comunitarios y a los hombres y mujeres de buena voluntad, a empeñarse en la construcción de sociedades más justas, conciliadoras y fraternas.

6. Exhortamos a todos/ a elevar oraciones y rogativas para que el Señor aleje para siempre de nuestros países el flagelo de la enemistad y de la violencia y consolide nuestra vocación de ser un Continente unido y fraterno.

Bogotá, 07 de marzo de 2008

Nuestro patrimonio cristiano

La Iglesia tiene el derecho y el deber de hacer conocer a nuestros gobernantes el punto de vista del Evangelio en situaciones como la que acabamos de vivir. Se exhorta a los mandatarios, basándose en la sabiduría ancestral y el rico patrimonio cristiano de sus pueblos, a renunciar a opciones violentas y expresiones verbales que hieren y dividen y los exhortaron a buscar con denuedo soluciones que favorezcan la paz y la concordia.

A todos nos invitaron también a empeñarnos en la construcción de sociedades más justas, conciliadoras y fraternas. Nos exhortaron a todos a elevar oraciones y rogativas para que el Señor aleje para siempre de nuestros países el flagelo de la enemistad y de la violencia y consolide nuestra vocación de ser un Continente unido y fraterno.

Siguiendo la orientación de nuestros pastores, todos estuvimos unidos en la oración. A través de Radio María se vivió la hermandad de nuestros pueblos, unidos en la plegaria. Y a las 12 del medio día, en el día crítico de la reunión de los Presidentes, invitados por el Señor Cardenal Arzobispo de Bogotá, nos unimos desde el sitio en que nos encontramos, rezando el Padre nuestro; pidiendo al Padre que sea bendito su nombre, que venga a nosotros su Reino; y su Reino es de justicia, de amor y de paz. Fue un momento en que vivimos de alguna manera, la D.S.I. Y el poder de la oración fue palpable.

Bueno, mis amables lectores, les deseo una Semana Santa llena de Dios. Es una oportunidad de acercarnos al Señor, de manera especial por los sacramentos de la reconciliación y de la Eucaristía y hacernos conscientes del amor de Jesucristo, que se entregó por nosotros hasta la muerte y una muerte de cruz. Y tengamos presente que seguimos a un Jesucristo vivo; pues resucitó y está en medio de nosotros hasta el fin del mundo. Es el amigo que nos acompaña en el camino, nos anima a seguir adelante a pesar de las dificultades.

Dios sabe cuándo es el momento de intervenir

Hay dos pasajes del Evangelio especialmente bellos, que nos presentan a Jesús Resucitado, compañero en los difíciles caminos de la vida. El uno es el de Emaús, cuando Jesús devuelve la esperanza a los discípulos que regresaban tristes, porque la habían perdido. El otro pasaje es el de la pesca milagrosa. Después del escándalo de la cruz, los apóstoles habían regresado a la vida ordinaria, a pescar, como lo hacían antes de conocer a Jesús. Cuando estaban confundidos, desconcertados, porque a pesar de la dura faena sus redes estaban vacías, Jesús les sale al encuentro.

A veces nos encontramos vacíos, con las redes vacías, a pesar de nuestro esfuerzo. Benedicto XVI comentaba en la Pascua del año pasado, en su homilía en visita a Vigévano, que

«Cuando el trabajo en la viña del Señor parece estéril, como el esfuerzo nocturno de los Apóstoles, no conviene olvidar que Jesús es capaz de cambiar la situación en un instante. […] En los misteriosos designios de su sabiduría, Dios sabe cuándo es tiempo—de–intervenir».[4]

Como en el caso de los apóstoles, es Jesús el que toma la iniciativa; es Él quien se hace presente. Nuestro esfuerzo puede parecer fatigoso y estéril, como padres de familia, como trabajadores, como evangelizadores. Es que nosotros solos, sin Jesús somos inútiles, somos ineficaces. Por eso, oremos unos por otros, siempre.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


 

[1] El presidente Chávez habló en un tono muy distinto al tono violento e insultante que utilizaba desde los medios de comunicación venezolanos. En la reunión de Santo Domingo hasta se tomó la libertad de cantar…Quería ser actor principal del show.

 

[2] Cf introducción a la encíclica en “11 Grandes Mensajes”, BAC Minor, 2, Pg. 639

 

[3] Lo que aparece en negrilla está tomado de la página del CELAM en internet.

 

[4] Cf “Jesús, el Resucitado, vive”, por don Giacomo Tantardini, 30Días, Abril 2007 y las citas de la visita del Papa a Vérgamo el 17 y 18, 2007