Reflexión 30.1 Septiembre 21 2006

Responsabilidad del Comunicador Católico

 

¿Debemos colaborar en medios abiertamente anticatólicos? Responsabilidad de los comunicadores sociales

 

Antes de avanzar en el estudio del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, y sin apartarnos del tema de nuestra responsabilidad con el prójimo, en particular la responsabilidad de los comunicadores sociales, vamos a dedicar esta corta reflexión a la pregunta: ¿Debemos colaborar en medios abiertamente anticatólicos? Es una pregunta que hace pensar y su respuesta no es fácil.

 

Carta del P. Rafael Merchán de Brigard al periodista Alberto Casas Santamaría

 

En el periódico El Nuevo Siglo, el P. Rafael de Brigard Merchán, en su columna de opinión, escribió una muy interesante carta al doctor Alberto Casas, conocido periodista, ex ministro de Estado, muy hábil comunicador. Las ideas del P. Merchán nos ayudan a responder a nuestra pregunta.

El doctor Casas colabora en la emisora llamada La W, que algunos llaman la emisora “Light” de Bogotá. Los invito a leer esa carta que reproducimos a continuación. La lectura de esa carta que merece una respuesta, no sólo de Alberto Casas, sino que la podrían tomar como dirigida también a ellos, otros periodistas católicos. No se supo si alguna vez el doctor Casas respondió la carta, que dice:

 

OPINIÓN

Por Rafael de Brigard Merchán, Pbro.

Carta a don Alberto Casas

Estimado doctor Casas:

No sé si usted sea consciente del papel que puede desempeñar en su actual oficio de periodista radial, en su condición de hombre mayor, de miembro de familia y de la Iglesia Católica. Lo veo como entre los palos, situado en un medio, en concreto la emisora llamada La W, que se ha convertido en la que orienta la vida, tal cual, de nuestra clase dirigente, de nuestros políticos, de la gente que toma las grandes decisiones en el orden nacional, de las amas de casa y de muchos ejecutivos. En mi humilde parecer, en ocasiones, lo que desde esa estaciónse dice y predica –porque los comunicadores han adquirido tonos de verdaderos predicadores- está avasallando con muchas de las creencias, convicciones y costumbres que para multitud de colombianos son fundamentales y merecedoras de respeto y delicadeza.

A veces lo siento, al escucharlo y escuchar a sus compañeros de cabina, incómodo y hasta arrinconado. Hasta hace un tiempo usted citaba, con fino humor, a sus hermanas como oyentes de La W para que sus colegas no se sobrepasaran en expresiones e ideas francamente salidas de tono. Pero con el pasar de los días veo que lo han arrinconado más y simplemente lo tienen allí haciendo el papel del bogotanazo que apenas se preocupa de lo que es de buen o mal gusto y eso, sin duda, está muy por debajo de lo que usted realmente puede hacer con un micrófono en frente de su boca. Quienes lo rodean en la emisora seguramente no tuvieron los privilegios religiosos, morales y éticos con los cuales usted se educó, se crió y convivió hasta ahora y de ahí que digan lo que dicen. Si se percibe en ellos una gran violencia, repetida, constante y hasta obsesiva y con blancos, personas e instituciones, muy bien definidos Usted (sic) no puede simplemente amalgamarse con ellos.

Doctor Casas: es precisamente en personas como usted en las cuales la gente de bien, los ciudadanos honorables, los creyentes sinceros, quisiéramos escuchar, no un beato aburridísimo, sino una persona valiente, serena, profunda en sus argumentos, preocupada de decir cosas no sólo interesantes sino importantes y todo con una altura que ciertamente a los Casas Santamaría no les es extraña y bien que la han llevado durante generaciones enteras. Mi llamado es a que siga desempeñando su vocación de comunicador con gran simpatía y seriedad, con espíritu de diálogo, pero también con horizontes altos y nobles. Que no tema, no sólo en nombre de sus queridas hermanas, sino de tantas personas que lo estimamos y le reconocemos sus capacidades, sentar posiciones claras, cristianas y civilistas cuando se traten temas de la mayor importancia. Y jamás acolite el mal trato que a veces se da a la gente por parte de algunos de sus colegas.

Este, mi querido doctor, es un pequeño sermón, fruto de recoger comentarios y preocupaciones de mucha gente, la suya y la mía, la de nuestra ciudad. Recíbalo con benevolencia y cuente conmigo para todo lo bueno, lo noble y lo justo.