Reflexión 221 Caritas in veritate N° 45b Julio 21 2011


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¿Por qué es necesaria la ética en la economía?

En el programa anterior comentamos la primera parte del N° 45 de Caridad en la verdad, Caritas in veritate, la encíclica social de Benedicto XVI, con la cual la Iglesia presenta su aporte a la sociedad en la actual, persistente, crisis económica y financiera por la que atraviesa el mundo.

La necesidad de la ética en la economía es el eje central de ese número 45 de Caridad en la verdad. La palabra ética se utiliza con frecuencia de manera equivocada y la ética necesaria en los negocios no consiste solamente en no robar ni en no engañar. Como lo entiende Jack Welch, expresidente de General Electric, considerado el mejor gerente del mundo en el siglo XX, la integridad es un requisito indispensable para entrar al juego de los negocios. En sus palabras, la integridad es sólo la boleta de entrada al partido, de modo que quien no sea íntegro no debe ser admitido al juego. Infortunadamente la crisis económica en los EE.UU. fue provocada por altos ejecutivos que nunca debieron ser admitidos al juego de los negocios, porque no eran íntegros; es decir, no les debieron dar boleta para entrar al juego.

La experiencia de la crisis financiera en los países más poderosos y la crisis de corrupción en todas partes y que infectó también de manera tan grave a nuestro país, demuestra que nuestra sociedad está enferma porque olvidó los valores tradicionales, los que practicaron y nos enseñaron nuestros padres y abuelos.

La falta de sinceridad para no incomodar al poderoso

Hay también elementos de la ética que no parecieran fundamentales y quizás por eso se ignoran, pero las consecuencias de su olvido causan daño; eso sucede por ejemplo con la falta de sinceridad. Se calla cuando se debiera hablar, no sólo con el fin de engañar, lo cual es claramente no ético, sino por temor a veces, y por comodidad, para no incomodar a los que tienen el poder; entonces éstos se sienten con las manos libres de hacer lo que les conviene a ellos, así sea en perjuicio del bien común.

Lo de fondo sobre el comportamiento ético radica en que debe ser, como lo dice Benedicto XVI, amigo de la persona. En la segunda parte del N° 45, que vamos a considerer ahora, el Papa amplía este pensamiento.

Los equívocos sobre lo que es ético

Terminó el Papa la primera parte del N° 45 con la advertencia sobre el uso incorrecto del término “ético”, cuando se lo hace abarcar también contenidos completamente distintos, hasta el punto de hacer pasar por éticas decisiones y opciones contrarias a la justicia y al verdadero bien del hombre (45). ¿Por qué esos equívocos? Responde el Papa que mucho depende del sistema moral de referencia. Es decir que, cuando el sistema moral sobre el que uno basa su comportamiento en los negocios no es el sistema moral cristiano que se  basa en el bien de las personas,  -no solo en mi propio bien individual,- sino que baso mi comportamiento, por ejemplo, en el sistema utilitarista individualista, entoces consideraré ético todo lo que sea en mi propio beneficio e ignoraré el bien común y el perjucio al vecino que pudiera ocasionar ese comportamiento.

Segunda parte del N° 45 de Caritas in veritate

En efecto, mucho depende del sistema moral de referencia. Sobre este aspecto, la doctrina social de la Iglesia ofrece una aportación específica, que se funda en la creación del hombre «a imagen de Dios» (Gn 1,27), algo que comporta la inviolable dignidad de la persona humana, así como el valor trascendente de las normas morales naturales. Una ética económica que prescinda de estos dos pilares correría el peligro de perder inevitablemente su propio significado y prestarse así a ser instrumentalizada; más concretamente, correría el riesgo de amoldarse a los sistemas económico-financieros existentes, en vez de corregir sus disfunciones. Además, podría acabar incluso justificando la financiación de proyectos no éticos. Es necesario, pues, no recurrir a la palabra «ética» de una manera ideológicamente discriminatoria, dando a entender que no serían éticas las iniciativas no etiquetadas formalmente con esa cualificación. Conviene esforzarse —la observación aquí es esencial— no sólo para que surjan sectores o segmentos «éticos» de la economía o de las finanzas, sino para que toda la economía y las finanzas sean éticas y lo sean no por una etiqueta externa, sino por el respeto de exigencias intrínsecas de su propia naturaleza. A este respecto, la doctrina social de la Iglesia habla con claridad, recordando que la economía, en todas sus ramas, es un sector de la actividad humana[1].

La dignidad de la persona humana

Tratemos de grabar algunas afirmaciones claves de la encíclica en lo que acabamos de leer, para que las tengamos en cuenta en nuestra vida.

Al sistema moral que nos debe guiar  a los cristianos, la doctrina social de la Iglesia le aporta un fundamento esencial: a la pregunta ¿por qué es digna de respeto la persona humana? los cristianos respondemos: porque es imagen de Dios. En eso se fundamenta su dignidad.

Su quisiéramos ahondar en esta verdad, en lo que significa ser hombre, ser persona humana, creada a imagen de Dios, ncesitaríamos una serie  programas, pero tampoco podemos pasar por encima sin una breve reflexión sobre la dignidad de la persona humana.

Nos dice el Papa que la DSI aporta al sistema moral, a la ética, un fundamento esencial: la creación del ser humano a imagen de Dios, como nos lo enseña la Palabra en el capítulo 1° del libro del Génesis.

Una manera sencilla de repasar lo que nos enseña la doctrina es acudir al Catecismo de la Iglesia Católica. En el primer artículo del Credo, que es el resumen de nuestra fe, en el N° 355 y siguientes del catecismo encontramos suficiente información. Veamos:

Nos explica el catecismo que la persona humana ocupa un lugar único en la creación. Está hecho a imagen de Dios; en su propia naturaleza humana une el mundo espiritual y el mundo material; es creado hombre y mujer y Dios lo estableció en la Amistad con Él. ¿Por qué nos creó Dios así, creaturas dotadas tan maravillosamente? Por amor, no hay más explicaciones. Como escogió a Israel como su pueblo. Así se lo dijo a Moisés, no los escogió porque fuera un pueblo que se distinguiera entre los demás. Lo escogió porque Él, Dios, lo amó. Dios se enamoró de Israel a pesar de todos sus defectos y lo escogió. En el caso del ser humano, lo hizo a semejanza del Amor, porque Dios es amor. Si el Creador es amor, nosotros somos, ¿qué podremos decir, unos amorcitos? Es común decir de algunas personas que se consideran buenas, especialmente buenas, que son un amor.

Santa Catalina de Siena dice:

«¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo della Divina providenza, 13).

Maravillas que ignoramos u olvidamos

El ser creados a imagen y semejanza de Dios nos dota de muchas cosas sovaliosas que tristeemente muchos olvidan o ignoran. En el N° 356 dice el Catecismo que de todas las creaturas visibles solo la persona humana es capaz de conocer y amar a su Creador (Gaudium et spes, 12,3), es laúnica criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma ( Gaudium et spes, 24,3). La única criatura sobre la tierra, capaz de conocer a Dios. Se envidia a los muy dotados intelectualmente, porque pueden saber muchas cosas. Nosotros,  los seres humanos, somos las únicas criaturas, además de los ángeles, que podemos conocer a Dios. 

¡Qué regalo grande recibimos los creyentes, ser capaces de conocer a Dios! Y además, lo podemos amar. Tenemos la capacidad de amarlo. Por esas dotes únicas, tenemos otro regalo maravilloso: estamos llamados a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin hemos sido creados los seres humanos y esta es la razón fundamental de nuestra dignidad.

En estos días mi familia vio partir a la casa del Padre a personas muy queridas, y el hijo y hermano de dos de ellas, – por cierto, es médico, – nos dijo en la clínica, “como creyentes nos deberíamos alegrar de que ellas hayan alcanzado la felicidad a donde todos queremos llegar”. Precisamente la gente más amada es la más llorada, no porque alcance ya la vida de Dios, sino porque no seguimos contando con su amor acá, en lo que llamamos el Valle de lágrimas. Un día volveremos a estar juntos en la vida de Dios.

El ser humano es alguien, una persona. No es algo, no es una cosa

Nos dedicamos a ahondar en el significado de que el ser creados a imagen de Dios nos confiere a los seres humanos una gran dignidad, superior a la dignidad de las demás criaturas sobre la tierra.

En el N° 357 el catecismo nos explica algo más; nos explica que

Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.

No nos detenemos mucho pensar en estas verdades y en lo mucho que significan: somos alguien, no algo. No somos cosas, no nos pueden tratar como si fuéramos cosas y tampoco nosotros podemos tratar a los demás como cosas. Tienen muchas implicaciones en la vida diaria estas verdades. En nuestro comportamiento no siempre somos coherentes con lo que creemos.

Más dones maravillosos

Más dones maravillosos: sólo los seres humanos pueden conocerse, sólo las personas podemos ser dueñas de nosotros, sólo nosotros tenemos voluntad, somos libres, a nosotros no nos gobiernan necesariamente los instintos. Sólo los seres humanos pueden conocerse: los animales no tienen capacidad para reflexionar, para conocerse.

La capacidad de entrar en comunión con los demás, de amarnos, de formar una familia y una comunidad son propias de los seres humanos. Y algo grandioso: somos llamados por la gracia, a una alianza con nuestro Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en lugar nuestro. Todo eso es por gracia, estos regalos maravillosos parten de Dios y con su ayuda estamos en capacidad de darle un sí, de recibirlos. El ser humano también puede decirle no, puede decirle que por ahora no. Ese don de la libertad existe, pero el Señor sigue a la puerta y llama, como dice en el Apocalipsis 3,20. Sigue diciendo que si alguien abre, él entra…

En palabras de San Juan Crisóstomo

En el N° 358 el catecismo trae esta bella consideración de San Juan Crisóstomo:

«¿Cuál es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su derecha» (San Juan Crisóstomo, Sermones in Genesim, 2,1: PG 54, 587D – 588A).

Sólo comprendemos al ser humano en la persona de Jesucristo

Podemos terminar esta consideración sobre la dignidad de la persona humana con esta afirmación de la Constitución Pastoral Gaudium et spes, que bien nos podría llevar varios programas:

“Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22,1)

El misterio de todo lo que es el hombre solo lo comprendemos en  Jesucristo. Él es la revelación del Amor de Dios que se hizo uno como nosotros, padeció, murió y resucitó para darnos nueva vida.

Trascendencia de las normas morales

Después de explicarnos Benedicto XVI en su encíclica Caridad en la verdad el aporte de la DSI a la concepción de la ética, de la moral, con la explicación de la dignidad de la persona humana,  que es algo que comporta la inviolabilidad de la persona humana, añade que además comporta el valor trascendente de las normas morales naturales. Aquí el valor trascendente de las normas morales significa que las normas morales deben extenderse, deben impregnar la vida social toda y por lo tanto también la economía, porque es una actividad humana. La trascendencia, la extension de las normas morales a toda la actividad humana se desprende de la dignidad de la persona humana. Son los pilares de todo sistema ético o moral.

Completa el Papa su idea con esta afirmación:

Una ética económica que prescinda de estos dos pilares correría el peligro de perder inevitablemente su propio significado y prestarse así a ser instrumentalizada; más concretamente, correría el riesgo de amoldarse a los sistemas económico-financieros existentes, en vez de corregir sus disfunciones.

Las actividades que el ser humano realice no pueden buscar el mal. La economía, que es una actividad humana, no la pueden convertir en un instrumento no ético. Si los sistemas económicos actuales tienen consecuencias negativas para una gran parte de la humanidad, quienes los manejan, los utilizan, los enseñan, deben buscar cómo corregir ese mal funcionamiento.

Terminemos el programa de hoy repitiendo la lectura de las últimas frases del N° 45:

Conviene esforzarse —la observación aquí es esencial— no sólo para que surjan sectores o segmentos «éticos» de la economía o de las finanzas, sino para que toda la economía y las finanzas sean éticas y lo sean no por una etiqueta externa, sino por el respeto de exigencias intrínsecas de su propia naturaleza. A este respecto, la doctrina social de la Iglesia habla con claridad, recordando que la economía, en todas sus ramas, es un sector de la actividad humana[4].


[1] Cf Pablo VI Populorum progressio, 14, Centesimus annus 32

[2] Cf Gaudium et spes, 12,3

[3] Ibidem 24,3

[4] Cf Pablo VI Populorum progressio,