Reflexión 184 – Caritas in veritate N° 15-20

Caritas in veritate  N° 15-20 (Charla 22)

 

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Benedicto XVI y el pensamiento social de Pablo VI

 

 

Continuemos el estudio de la encíclica Caritas in veritate, Caridad en la verdad, de Benedicto VI. En la reflexión anterior seguimos la presentación del Santo Padre sobre la coherencia del pensamiento de Pablo VI  en el conjunto de sus documentos sociales, en particular en 4 muy importantes: la encíclica Populorum progressio, la carta apostólica Octogesima adveniens con ocasión de los ochenta años de publicación de la encíclica Rerum novarum, de León XIII, la encíclica Humanae vitae (de la vida humana) y la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, sobre la evangelización. A la presentación del pensamiento social de Pablo VI en los documentos que acabo de mencionar dedica Benedicto XVI el primer capítulo de Caritas in veritate, del N° 10 al 20. Allí podemos leer estas interesantes reflexiones de Benedicto XVI.

 

Como la encíclica Caritas in veritate la publicó el actual pontífice en la conmemoración de los 40 años de Populorum progressio, el Papa se refiere específicamente a esa encíclica cuyo tema central es el desarrollo de los pueblos. Estas enseñanzas nos hacen comprender por qué un tema aparentemente sólo económico como el desarrollo no es sólo técnico sino que tiene mucho qué ver con la doctrina social católica.

 

Después de ver la coherencia del pensamiento social de Pablo VI en Populorum  progressio, Octogesima adveniens y Humanae vitae,  consideramos lo que Benedicto XVI nos enseña sobre la relación de la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi con la DSI, en particular con la concepción del desarrollo según la visión católica.

 

Evangelii nuntiandi y el desarrollo

 

En palabras de Benedicto XVI en el N° 15 de Caritas in veritate,

La Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi guarda una relación muy estrecha con el desarrollo, en cuanto «la evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre». «Entre evangelización y promoción humana (desarrollo, liberación) existen efectivamente lazos muy fuertes»: partiendo de esta convicción, Pablo VI aclaró la relación entre el anuncio de Cristo y la promoción de la persona en la sociedad.

Según Pablo VI la evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta el diálogo que se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre».   El  Evangelio no es un mensaje abstracto, teórico, sino que va directo a nuestra vida; el Evangelio es para vivirlo, no sólo para citarlo de memoria. Por eso la Iglesia nos puede reclamar que seamos coherentes, cuando nos decimos cristianos, pero no obramos de acuerdo con lo que para la vida nos enseña el Evangelio. Si decimos que seguimos el Evangelio, ese seguimiento se debería ver en nuestro comportamiento. Nuestra vida debería ser un Evangelio abierto.

 

Para comprender el mensaje de Evangelii nuntiandi, sobre la evangelización, debemos tener en cuenta  los documentos finales de los Sínodos de los obispos de 1971 y 1974, porque fueron la base desde la cual Pablo VI construyó esa exhortación apostólica Evangelii nuntiandi.

 

El Sínodo de 1971 estudió el tema de la justicia y su documento final expone la misión de la Iglesia y la promoción de la justicia. Nos enseña Pablo VI con el Sínodo, que la acción a favor de la justicia es parte de la evangelización. La doctrina social y su práctica no se pueden desligar de la evangelización.

 

El parecer de todos los obispos del mundo

 

 

Un año después del Sínodo de 1974, Pablo VI publicó la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi. Recogió allí el Papa las reflexiones de los obispos, no sólo de los que participaron en el Sínodo sino de todos los obispos del mundo, porque a ellos se envío el documento conclusivo de esa reunión y ellos comunicaron a la Santa Sede sus consideraciones.

 

Según la doctrina católica expuesta en Evangelii nuntiandi, la evangelización y la promoción humana están íntimamente unidas por vínculos muy fuertes. Estos vínculos son de orden antropológico, teológico, y en particular de orden evangélico, como podemos encontrar en el N° 31 de Evangelii nuntiandi. Repasemos qué quiere decir esto de vínculos antropológico, teológico y evangélico con el desarrollo o promoción humana.

 

El desarrollo y la evangelización se enlazan por el origen, la naturaleza y el destino de la persona humana

 

 

El vínculo antropológico entre la evangelización y la promoción humana, es decir el desarrollo humano, se origina en que el ser humano que hay que salvar, el que hay que evangelizar, es un ser humano como Dios lo creó: que no es sólo un ente espiritual, sino un ser de carne y hueso, con necesidades espirituales y también materiales, que tiene necesidad de desarrollar sus capacidades intelectuales, por lo tanto de tener acceso a la educación, al trabajo, de cuidar su salud, de progresar en su vida sobrenatural, de vivir una vida digna en su trabajo, vivienda, alimentación. Por su naturaleza humana, dotado además de virtudes sobrenaturales como creado a imagen de Dios y redimido por su misericordia, está destinado a la vida eterna. Ese es el ser humano que hay que evangelizar, el que hay que salvar. Ese es el vínculo antropológico entre el desarrollo y la evangelización; se enlazan por el origen, la naturaleza y el destino de la persona humana.

 

El vínculo de orden teológico entre el desarrollo humano y la evangelización tiene su origen en el sentido de la redención

 

La persona humana no sólo fue creada por Dios y abandonada luego al azar. Como el ser humano cayó,- con arrogancia se separó de su Creador, – el Padre misericordioso le tendió la mano e ideó un plan de redención como sólo a su amor infinito se le podía ocurrir: de tal manera ama el Padre a su creatura, que entregó a su Hijo Unigénito para redimirlo y encaminarlo de nuevo a su destino. Como consecuencia de su caída, la vida del ser humano vive en situaciones de pecado, de injusticia que hay que combatir y de justicia que hay que restaurar, en palabras de Evangelii nuntiandi en el N° 31.

 

¿Por qué necesitamos ser evangelizados?

 

Son maneras profundas de explicarnos cómo Dios no puede estar ausente del mundo de la economía, del desarrollo, del Estado, por respeto al ser humano que no es un saco de materia, sino elevado por Dios a una dignidad sobrenatural. Por eso necesitamos ser evangelizados.

 

Es el amor el que hace crecer al ser humano

 

El tercer vínculo entre la evangelización y el desarrollo se origina precisamente en las enseñanzas del Evangelio. Es el mandamiento nuevo, es el amor, el que hace crecer al ser humano. Mediante la justicia y la paz el mundo puede crecer, se puede desarrollar; no por medio del odio, la violencia y la guerra, que son destrucción  de vidas y de bienes y no construcción y desarrollo.

 

El Sínodo de 1971 trató el tema de la salvación y el progreso humano, en el sentido de que todo el mensaje evangélico  va junto con el progreso del ser humano.  No debemos separar el progreso humano de la evangelización, como si no tuvieran nada qué ver.

 

No se puede pensar en un progreso humano que sea contrario al designio, al plan de Dios. El modelo perfecto de ejecución del plan de Dios se realizó en Jesucristo, Dios y hombre. En la tierra vivió como hombre: sintió hambre, sed, cansancio, trabajó para sostenerse y contribuir con su trabajo al bienestar de otros. Pensó en el hambre de los demás: por eso multiplicó los panes y los peces y preparó el pescado a los Apóstoles que regresaban luego de una dura faena de pesca, como narra San Juan en ese bello pasaje de Jesús Resucitado, a orillas del mar de Galilea (Jn 21). 

 

 

El plan de Dios realizado en Jesucristo

 

 

A Jesús lo vieron sus vecinos como un ser humano común y corriente casi toda su vida. Así quiso  que lo conocieran las personas que vivieron con él en su pueblo: simplemente como el hijo de María, como el hijo de José, como el carpintero. Por eso quedaron perplejos cuando, en el comienzo de su vida pública se presentó en la sinagoga de Nazaret, ya no más como otro de los habitantes del pueblo, sino como el Mesías anunciado (Lc 4, 16-23).

 

Terminemos este estudio de la relación de la evangelización con el desarrollo de los pueblos con la lectura de dos textos: las palabras finales del N° 15 de Caritas in veritate y del N° 31 de Evangelii nuntiandi. Así tendremos elementos suficientes para afianzar nuestro conocimiento sobre la vinculación de la DSI con la evangelización. Dice el N° 15 de Caritas in veritate:

 El testimonio de la caridad de Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo forma parte de la evangelización, porque a Jesucristo, que nos ama, le interesa todo el hombre. Sobre estas importantes enseñanzas se funda el aspecto misionero de la doctrina social de la Iglesia, como un elemento esencial de evangelización. Es anuncio y testimonio de la fe. Es instrumento y fuente imprescindible para educarse en ella.

Qué bueno que se nos grabaran estas palabras sobre la DSI: que es un elemento esencial de evangelización, es anuncio y testimonio de la fe, instrumento y fuente imprescindible para educarse en ella.

 Evangelio y promoción humana

Finalmente leamos las palabras textuales de Evangelii nuntiandi (31), sobre la necesaria conexión de la evangelización con la promoción humana. Después de explicar los vínculos antropológico y teológico dice sobre evangelización y promoción humana:

 Vínculos de orden eminentemente evangélico como es el de la caridad: en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre? Nos mismo lo indicamos, al recordar que no es posible aceptar “que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor al prójimo que sufre o padece necesidad”[1].

Dos elementos indispensables en la evangelización

 

Digamos solamente, antes de continuar con Caritas in veritate, que dos elementos indispensables en la evangelización son el testimonio de vida y la necesidad de un anuncio explícito, claro e inequívoco de Jesucristo. Como dice Evangelii nuntiandi (21),

 

La Buena Nueva debe ser proclamada en primer lugar, mediante el testimonio (…) Este testimonio constituye ya de por sí una proclamación silenciosa, pero también muy clara y eficaz, de la Buena Nueva. Hay en ello un gesto inicial de evangelización (…)  (22) Y, sin embargo, esto sigue siendo insuficiente, pues el más hermoso testimonio se revelará a la larga impotente si no es esclarecido, justificado —lo que Pedro llamaba dar “razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3,15),  explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús. La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios.

Sobre la necesidad del testimonio y de la proclamación de palabra, de la Buena Nueva, en el proceso de evangelización, nos puede ayudar recordar palabras y hechos que encontramos en el  Evangelio. Jesús decía a sus discípulos que miraran más allá de las palabras, el testimonio de su vida. Cuando le pidieron que si era el Mesías se lo dijera claramente, Él respondió: “Yo se lo  he dicho, pero ustedes no me creen. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí.(Jn, 10, 24s). Cuando los seguidores del Bautista le hicieron una pregunta parecida sobre su identidad, Jesús les respondió: “Regresen y digan a Juan lo que ven y oyen.” (Mt, 11,4). No sólo lo que ven o sólo lo que oyen, sino lo que ven y lo que oyen. Sus actos de amor con los pobres, con los pecadores, los enfermos. Lo que oyen: su predicación del Reino, las bienaventuranzas. Jesús quiere que miremos nuestra propia vida y seamos palabra y obra…

Sigamos con el estudio de Caritas in veritate. En los N° 16 a 20  Benedicto XVI avanza en su explicación de Populorum progressio y trata algo nuevo de sumo interés; nos dice que Pablo VI presenta el progreso, el desarrollo,  como una  vocación a la que Dios nos llama. Dice el Santo Padre que en su fuente y en su esencia, el progreso es una vocación. Es una llamada que Dios nos hace y requiere una respuesta libre y responsable. Dice también que el desarrollo humano integral, como vocación, exige que se respete la verdad, y  la visión del desarrollo como vocación, comporta que su centro sea la caridad.

 

Así termina Benedicto XVI su presentación del mensaje de Pablo VI en Populorum progressio. Leamos el N° 16 de Caritas in veritate:

16. En la Populorum progressio, Pablo VI nos ha querido decir, ante todo, que el progreso, en su fuente y en su esencia, es una vocación: «En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio progreso, porque la vida de todo hombre es una vocación»[2]. Esto es precisamente lo que legitima la intervención de la Iglesia en la problemática del desarrollo. Si éste afectase sólo a los aspectos técnicos de la vida del hombre, y no al sentido de su caminar en la historia junto con sus otros hermanos, ni al descubrimiento de la meta de este camino, la Iglesia no tendría por qué hablar de él. Pablo VI, como ya León XIII en la Rerum novarum[3], era consciente de cumplir un deber propio de su ministerio al proyectar la luz del Evangelio sobre las cuestiones sociales de su tiempo.[4]

 

Decir que el desarrollo es vocación equivale a reconocer, por un lado, que éste nace de una llamada trascendente y, por otro, que es incapaz de darse su significado último por sí mismo. Con buenos motivos, la palabra «vocación» aparece de nuevo en otro pasaje de la Encíclica, donde se afirma: «No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre al Absoluto en el reconocimiento de una vocación que da la idea verdadera de la vida humana»[5]. Esta visión del progreso es el corazón de la Populorum progressio y motiva todas las reflexiones de Pablo VI sobre la libertad, la verdad y la caridad en el desarrollo. Es también la razón principal por lo que aquella Encíclica todavía es actual en nuestros días.

 

Sobre el desarrollo humano como una vocación, Dios mediante continuaremos en el siguiente programa.

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

 

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Pablo VI, Discurso en la apertura de la III Asamblea General del Sínodo de los Obispos (27 setiembre 1974): AAS 66 (1974), p. 562.

[2] Populorum progressio,  15

[3] Cf. ibíd., 2: l.c., 258; León XIII, Carta enc. Rerum novarum (15 mayo 1891): Leonis XIII P.M. Acta, XI, Romae 1892, 97-144; Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 8: l.c., 519-520; Id., Carta enc. Centesimus annus, 5: l.c., 799.

[4] Cf. Carta enc. Populorum progressio, 2. 13: l.c., 258. 263-264.

[5] Ibíd., 42: l.c., 278.