Reflexión 287 San Juan XXIII Doctrina Social Mayo 22 2014

Juan XXIII en una nueva época

En el programa anterior comenzamos a estudiar la DSI en San Juan XXIII. Su llegada a ocupar la sede de San Pedro fue en un momento de la historia que era de transición; ahora llaman a eso un cambio de época.  De una época de dos guerras mundiales pasaba el mundo a una época nueva, que se suponía sería de esperanza, de paz. Juan XXIII sucedió a Pío XII, quien debió conducir la barca de la Iglesia en medio de las tormentas de la segunda guerra mundial y enfrentar los cambios que durante la posguerra modificaron el marco geopolítico de Europa: nuevos límites, países nuevos que volvían a sus orígenes étnico-religiosos, avances del comunismo en el mundo, independencia de colonias de Asia y África, con el despertar de esos pueblos que reclamaban un tratamiento no inferior al de los países que habían sido sus colonizadores.

Los cambios no se produjeron solo en la geografía; con ellos, naturalmente se presentaron cambios en la formación de las nuevas sociedades, y los avances en la ciencia de la guerra habían traído como consecuencia, desarrollos científicos aplicables en tiempos de paz y que cambiarían enormemente el mundo con su nuevo enfoque de conquistador del espacio exterior.

Juan XXIII llegó a ese nuevo mundo como cabeza de la Iglesia; él había vivido la guerra como representante de la Santa Sede en países envueltos en el conflicto bélico y en el momento de su elección era el arzobispo, patriarca de Venecia, ciudad que había sido tan importante en siglos anteriores, protagonista en conflictos bélicos y en el desarrollo de las actividades comerciales por su situación frente al mar.

 Se encontraba pues el papa Juan XXIII en un mundo nuevo, como cabeza de una Iglesia universal, que debía responder a las necesidades espirituales de ese mundo nuevo en ebullición, en época de cambio. Decíamos que dos encíclicas marcaron la orientación de la DSI de San Juan XXIII, Mater et magistra, Madre y maestra y Pacem in terris, Paz en la tierra, además de la obra inmortal, liderada por el Papa Juan, el Concilio Vaticano II.

Enfoque general de Mater et magistra

 

Veamos el enfoque general y el contenido de la encíclica Mater et magistra. La ocasión para esta encíclica se presentó en la conmemoración del septuagésimo aniversario de la Rerum novarum, y aunque lleva la fecha 15 de mayo, que coincide con la fecha de presentación de Rerum novarum, por León XIII, 70 años antes,  Mater et magistra se hizo pública dos meses después, el 15 de julio de 1961. El título mismo de la encíclica, Madre y maestra, nos indica la calidad del papel de la Iglesia, que el papa Juan dirigirá para enfrentar con espíritu maternal joven, los problemas sociales de la época; nuevos si se comparan con  las injusticias de la revolución industrial, a las cuales en su momento enfrentó León XIII con Rerum novarum. Injusticias que no habían desaparecido del todo; algunas se habían revestido de otro ropaje, pero seguían siendo injusticias.

Como en ocasiones anteriores, me apoyaré en el libro Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, del P. Ildefonso Camacho.

La estructura general de la encíclica la conforman cuatro partes: la primera se refiere al 70 aniversario de la Rerum novarum y ofrece un resumen de la doctrina social de los pontífices que lo precedieron; la segunda contiene una síntesis doctrinal que aclara, adapta y desarrolla la enseñanza anterior; la tercera aborda los nuevos aspectos de la cuestión social; la cuarta y última tiene un marcado acento pastoral y se centra en el papel que la Iglesia puede desempeñar ante estos problemas.

 

El cuádruple objetivo de Mater et magistra

 

Juan XXIII después de exponer el momento histórico de cambio en el mundo, declara así, en el N° 50, el cuádruple objetivo que se propone Mater et magistra, Madre y maestra:

… a la vista de lo anteriormente expuesto, sentimos el deber de mantener encendida la antorcha levantada por nuestros grandes predecesores y de exhortar a todos a que acepten como luz y estímulo las enseñanzas de sus encíclicas, si quieren resolver la cuestión social por los caminos más ajustados a las circunstancias de nuestro tiempo.

Juzgamos, por tanto, necesaria la publicación de esta nuestra encíclica, no ya sólo para conmemorar justamente la Rerum novarum, sino también para que, de acuerdo con los cambios de la época, subrayemos y aclaremos con mayor detalle, por una parte, las enseñanzas de nuestros predecesores, y por otra, expongamos con claridad el pensamiento de la Iglesia sobre los nuevos y más importantes problemas del momento.

Un enfoque inductivo

 

Esos nuevos y más importantes problemas del momento que señala Juan XXIII implican cambio en el lenguaje y en el estilo de sus antecesores. E P. Camacho anota que si hasta Pío XII había primado un discurso más bien filosófico y una argumentación basada en los principios de la razón, Juan XXIII utiliza un razonamiento más inductivo, que se apoya más en lo empírico y en lo sociológico.

 

Recordemos que el razonamiento inductivo parte de ejemplos particulares y llega a través de ellos a una conclusión general; eso quiere decir, que Juan XXIII se dirige no solo a la razón, sino también al corazón; no solo a la teoría sino muy especialmente a la experiencia. Parte de experiencias que vive el mundo en el momento para llegar a conclusiones doctrinales o pastorales. Esta circunstancia parecería que favoreciera más al hombre común y corriente, pero en ciertos asuntos es necesario recurrir a aspectos técnicos cuyo significado es necesario explicar.

 

De todos modos, la opción por los pobres, por ejemplo, es una orientación muy evangélica a la DSI que va tomando un impulso nuevo. El citado P. Camacho ve en Juan XXIII una cercanía a los problemas reales unida a una actitud de serena confianza en la realidad, aceptándola como es, pero buscando también en ella lo que esconde de más positivo. Por eso la Mater et magistra, Madre y maestra, es en conjunto, una encíclica optimista, abierta al futuro, sin nostalgias del pasado, que trasciende siempre la gravedad de los problemas que aborda porque confía que la humanidad dispone de recursos todavía para superarlos.

 

Esa observación nos viene muy bien en este tiempo nublado del mundo en que nos ha correspondido seguir al Señor. A veces nos podemos sentir pesimistas ante la corrupción, la avaricia reinante mientras la pobreza domina el mundo, la violencia en el campo y las ciudades, la indiferencia de una sociedad que piensa solo en lo trivial, el olvido y aun rechazo de Dios. El Espíritu Santo inspiró a la Iglesia y le mandó un sucesor de Pedro, el papa Francisco, cercano a la gente, que nos repite que Dios es misericordioso, que nos ama y es al mismo tiempo firme en el manejo del timón de la barca que el Señor le ha encomendado. Este obispo de Roma, nos ayuda a no dejarnos doblegar por el pesimismo, a no sentir nostalgia por el pasado, a ir más allá de los problemas y a confiar en que la humanidad dispone de recursos para superarlos. El recurso más importante, la gracia de Dios, el tenerlo siempre con nosotros, aunque a veces parezca que se ha escondido. Es quizás que no lo reconocemos en los signos que nos da, no que no esté, es que no lo vemos.

Introducción de Mater et magistra

 

Pasemos ahora a una rápida presentación las cuatro partes de Mater et magistra.

Veamos primero la introducción. Nos habla en ella de la doble misión de la Iglesia, pues la doctrina del evangelio considera al ser humano completo, integral, alma y cuerpo, inteligencia y voluntad y le ordena que eleve su mente desde las condiciones transitorias de la vida terrenal a las alturas de la vida eterna. Como dice el papa Juan XXIII: la doctrina de Cristo une la tierra con el cielo.

Se refiere luego a que la Iglesia se preocupa por el bien temporal de los pueblos y cumple así el mandato de Cristo al promover la caridad, que es fuente y raíz de la doctrina y de la acción social de la Iglesia.

La prueba de esta doctrina de acción es el testimonio de la encíclica Rerum novarum que tuvo una resonancia universal, abrió caminos nuevos y su influencia está todavía vigente.

 

La primera parte de Mater et magistra

 

La primera parte de Mater et magistra se refiere las enseñanzas de la Rerum novarum y su desarrollo posterior en el magisterio de la Iglesia. En particular a la encíclica Quadragesimo anno, – aniversario cuarenta, – de Pío XI, y al discurso de Pío XII La solennitá, en el quincuagésimo aniversario de Rerum novarum, el día de Pentecostés de 1941. Nos dice luego que los cambios en los terrenos científico, económico, social y político motivan la publicación de esta nueva encíclica.

Hace Mater et magistra una  enumeración de los principios fundamentales de Rerum novarum que nos viene muy bien repasar. Nombra los siguientes: dignidad del trabajo, su retribución justa, la propiedad privada y su función social, la intervención del estado en el orden económico, las bases de la nueva legislación social que abrió caminos al moderno derecho laboral, defensa del derecho de asociación de los trabajadores y ni liberalismo económico ni marxismo.

 

Aportes de Quadragesimo ano y La Solennitá

 

Después de ese interesante resumen de los aportes de la encíclica Rerum novarum de León XIII a la DSI, Juan XXIII continúa con una síntesis de los aportes de Quadragesimo anno, de Pío XI. Sobre su contenido menciona la propiedad, el trabajador asalariado y la incompatibilidad del socialismo con el cristianismo. Se refiere también a criterios prácticos para remediar lq decadencia de la vida pública provocada por el liberalismo económico. Como principios fundamentales de la encíclica Quadragesimo anno señala: a la justicia y a la caridad, como leyes supremas del orden social. Finalmente se refiere también al nuevo orden jurídico nacional e internacional.

Sobre el radiomensaje La solennitá, de Pío XII, que en este programa también estudiamos ya, León XIII señala como aportes fundamentales el uso de los bienes materiales, el trabajo y la familia.

Termina esta primera parte de la encíclica Madre y maestra mencionando los cambios recientes en los campos científico, técnico y económico, en la esfera social y en materia política y los motivos que justifican esta nueva encíclica.

La segunda, tercera y cuarte parte

 

No me detengo en detalle en el resumen de las partes segunda, tercera y cuarta. Solo diré el título de cada una. Creo que es mejor hacerlo cuando avancemos en su estudio.

La segunda parte de Mater et magistra se ocupa de señalar  el desarrollo de las enseñanzas sociales de los pontífices anteriores y ocupa del número 51 al 121. Los temas que trata son: La iniciativa privada y el poder público en el campo económico, la socialización, la remuneración del trabajo, la estructura económica y la propiedad.

La tercera parte se refiere a los aspectos recientes más importantes de la cuestión social. Ocupa del número 122 al 211 y los asuntos que señala son los siguientes: relación entre los distintos sectores de la economía, relación entre zonas de igual desarrollo del mismo país, relación entre países de desigual desarrollo económico, incremento demográfico y desarrollo económico y finalmente colaboración en el plano mundial.

La cuarta parte de la encíclica Mater et magistra trata sobre la reconstrucción de las relaciones de convivencia. Ocupa del N° 212 al 264. En particular se refiere a las ideologías defectuosas y erróneas, la eficacia perenne de la doctrina social de la Iglesia, la necesidad de la acción social católica y del número 258 al 264 concluye explicando que como miembros del Cuerpo místico de Cristo debemos tener clara conciencia de esta dignidad y de los deberes que esta dignidad implica. Y termina con la observación optimista de cómo la nueva época abre horizontes inmensos al apostolado de la Iglesia.

Después de este rápido recorrido podemos ver que tenemos mucho qué aprender, qué poco se conoce la DSI que ha aportado tanta sabiduría divina al manejo de la sociedad que se quiere apartar de Dios y no entiende que lo que el evangelio le aporta es todo ganancia y apartarse de él es en detrimento propio.

¿Qué vendrá en la próxima entrega?

Nuestro deber como ciudadanos creyentes en la elección de presidente

 

En el próximo programa empezaremos a estudiar la introducción y primera parte de esta maravillosa encíclica social de San Juan XXIII, la Mater et magistra, Madre y maestra. Estos últimos minutos los voy a dedicar a una corta reflexión sobre nuestro deber como cristianos y como ciudadanos, en la elección de presidente, el próximo domingo. No me inmiscuyo en política partidista. Como colaborador de Radio María mal haría en hacer propaganda política aprovechando sus micrófonos.

En la DSI hemos ido aprendiendo que al llamarnos el Señor a la fe en el bautismo, y encargarnos de evangelizar, de llevar sus enseñanzas al mundo, tenemos la tarea de procurar, desde el puesto que ocupemos, que la sociedad se rija de acuerdo con los planes de Dios. No tenemos la responsabilidad de los que desempeñan cargos públicos, pero somos nosotros, ciudadanos comunes y corrientes, libres,  los que les damos nuestro aval para que lleguen a gobernar a la república. Somos responsables de llevar a la presidencia a esas personas y debemos ser conscientes de su posición en asuntos tan cruciales para la sociedad como el respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, de la constitución de la familia, célula fundamental de la sociedad y de la justicia social. ¿Cómo queremos que sea nuestra sociedad? El presidente que elijamos cómo va a proceder en asuntos tan graves como estos del respeto a la vida y la constitución de la familia?

No podemos lavarnos las manos y dejar de votar y menos no podemos dar nuestro voto a defensores del aborto, de la eutanasia y del matrimonio entre homosexuales. Tenemos que ser coherentes con lo que decimos profesar como creyentes. Las consecuencias de nuestro voto duran cuatro años y sus consecuencias.