Reflexión 277 – Pío XII su Doctrina Social febrero 20 2014

Continuamos hoy con el estudio del magisterio social de Pío XII que empezamos en la reflexión  anterior. Para comprender las enseñanzas de la doctrina social de Pío XII es importante tener en cuenta que la DSI no cubre solo los aspectos socioeconómicos de la vida en sociedad, sino también los asuntos que se refieren a la política, entendida como el manejo de la sociedad y no como el tejemaneje de los partidos políticos. Las personas orientan el manejo de la sociedad e intervienen en la política a través de su militancia en un partido político. Su orientación será de acuerdo con su manera de ver la vida, en asuntos tan importantes como el valor y dignidad de la vida, la familia, el trabajo, las relaciones con los países vecinos, que pueden significar la paz o la guerra, es decir la vida o la muerte de muchos ciudadanos.

No es labor de la Iglesia intervenir en la política partidista, pero sí enseñar cuál es el camino correcto en el modo de gobernar, de acuerdo con el Evangelio.  

Por esto no es difícil comprender que el caos en que quedó Europa después de la segunda guerra mundial fue una circunstancia que hizo inevitable que el Papa dedicara especial atención a la política así entendida.

Recordábamos los hechos históricos que enmarcaron el pontificado de Pío XII. Hay que tener en cuenta las fechas que marcan el inicio y final de su tarea pastoral para comprender que a Pío XII le correspondió una tarea pastoral en una época de muchos retos difíciles. Pío XII fue elegido obispo de Roma el 2 de marzo de 1939, seis meses antes de la invasión nazi a Polonia, con la cual empezó la segunda guerra mundial, el 1 de septiembre de 1939. Este gravísimo hecho de la guerra mundial fue una marca del pontificado de Pío XII. Pío XII falleció el 9 de octubre de 1958, de manera que le tocó una época de postguerra con cambios en el mapa de Europa: hasta los países grandes como Alemania, Francia, Italia, cambiaron sus límites. De la antigua federación yugoslava surgirían de nuevo los países cuyos territorios había anexado Tito para componer ese nuevo país; Albania que había sido invadida por Italia empezó a ser parte del bloque comunista, lo mismo que Checoslovaquia, Hungría, Polonia. La historia de Europa evolucionaba dramáticamente.

Como vemos son puntos obligados de referencia imposibles de ignorar en el pontificado de Pío XII, tanto la guerra mundial como luego la guerra fría, entre los bloques comunista en el este y el del occidente, llamado el capitalismo o la burgesía por el oriente domiado por el comunismo.

La preocupación primordial de Pío XII en esa situación fue la instauración de la paz entre las naciones. Lo económico era y es importante, pero es un soporte para una paz con justicia. Sobre la paz se puede construir el desarrollo, la guerra es destrucción de vidas y de bienes.

El P.  Camacho en el libro que he citado mucho Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, opina que la doctrina social de Pío XII es casi inabarcable y opta el P. Camacho por una metodología de seguir el desarrollo histórico de sus enseñanzas según los hechos fueron ocurriendo. Dice que hay una diferencia indudable entre los documentos del tiempo de guerra y los posteriores (Cf P 188ss).

Los primeros cinco años del pontificado, 1939 a 1944, años de guerra, el problema central era la instauración de la paz. No logró Pío XII que la guerra no estallara, pero puso todo su esfuerzo en ello, como lo confirma su correspondencia con los obispos alemanes en esa época. (Cartas de Pío XII a los obispos alemanes 1939-1944, Nova Terra, Barcelona, PG 446ss). Para logra éxito en su papel de facilitador de la paz tenía que adoptar una postura muy difícil, de no mostrar preferencia por ninguno de los dos bandos, sino por el contrario adoptar una neutralidad que le permitiera actuar como mediador si se presentaba la oportunidad.

El sábado 15 de febrero (2014), publicó El Tiempo un artículo interesante escrito por el actual ministro de relaciones exteriores de Alemania, en el cual sostiene que en 1914 la crisis no necesariamente tenía que terminar en catástrofe y creo que lo mismo podría afirmar de la segunda guerra. Afirma: Una mirada desapasionada, no solo sobre los propios intereses sino sobre los de los vecinos y socios, una actuación responsable y una consideración objetiva de las consecuencias son irrenunciables para salvaguardar la paz. Evitar tomas de posición precipitadas y sondear tenazmente espacios de compromiso son dos principios básicos de una diplomacia prudente. El año 1914 nos ofrece abundantes muestras de adónde conduce ignorarlas (Pg 28).

Pío XII fue testigo de las dos guerras, dos fracasos de la diplomacia, porque sobre ella los gobiernos prefirieron el orgullo y la confianza extrema en la superioridad de las propias fuerzas. En el caso de la segunda guerra mundial, Hitler no estaba interesado en negociar la paz sino en lograr el dominio sobre el resto de Europa. La Santa Sede no era una de las partes beligerantes, al contrario tenía sobrados méritos para ser respetada, de modo que Pío XII se empeñó en ponerse al servicio de la paz.

Esa neutralidad no era fácil para la Iglesia. Pío XII fue  sometido a presiones de los dos contrincantes. De un lado se pedía que condenara al comunismo especialmente desde cuando la Unión Soviética se alió con los países del régimen democrático para combatir al nazismo. Por su parte el presidente Roosevelt presionó al papa para que condenara el nazismo. Se me parece la situación, guardadas las diferencias históricas, con la actitud de algunos que quisieran ver en el papa Francisco a una autoridad que condena y no a una que extiende la mano y predica la misericordia, la reconciliación y el amor.

A medida que avanzaba la segunda guerra mundial, Pío XII no podía evitar una creciente simpatía por los sistemas democráticos con que se gobernaban la mayoría de los países occidentales y que formaban el bloque contra la Alemania nazi. Más adelante confirmaremos esta afirmación, cuando estudiemos algunos de sus mensajes navideños, de los que se valía Pío XII para sus enseñanzas sociales.

Cuando la guerra terminó, el tono y el estilo de Pío XII cambiaron pues debía buscar respuestas a la reconstrucción de Europa. Distinguen tres etapas distintas en las enseñanzas de Pío XII: la primera comprende el magisterio en tiempos de la guerra, entre 1939 y 1945; la segunda etapa se centra en los temas de la reconstrucción, entre 1946 y 1949 y la tercera etapa entre 1950 y 1958, comprenden la época de la guerra fría y del progreso económico.

Veamos lo que nos dice el P. Camacho en su citado libro de una aproximación histórica a la DSI, en la Pg 190 y siguiente:

 En la segunda etapa (la época de la reconstrucción de Europa), las enseñanzas sociales de Pío XII tienen como objeto preferente los muchos problemas inmediatos y coyunturales de la posguerra, comenzando por los prisioneros de guerra, la situación de las familias divididas o incompletas, de los niños abandonados, etc. En cuanto a la construcción del orden socioeconómico, el Papa no elude pronunciarse sobre algunas cuestiones candentes del momento, tales como las nacionalizaciones, el sindicalismo, la cogestión (es decir, la participación de los trabajadores en la administración de las empresas), etc. Algunas están rodeadas de cierta polémica. Tendremos ocasión de estudiarlas más adelante.

Característica de esta época es también la preocupación por el comunismo, no solo por las condiciones tan precarias en que vive la Iglesia en los países bajo el régimen comunista de Europa oriental, sino también por el avance de socialistas y comunistas en Italia tras la caída del fascismo.

A este propósito el P. Camacho recuerda el decreto del Santo Oficio sobre el comunismo. El equivalente al Santo Oficio, es en nuestros días  la Congregación para la Doctrina de la Fe. En ese decreto se declara la ilicitud para los católicos de afiliarse a partidos comunistas o favorecerlos; también declara que no era lícito editar,  ni divulgar publicaciones que patrocinaran la doctrina o acción de los comunistas; inclusive prohibe admitir a los sacramentos a los católicos que incurran en los actos mencionados; se anunciaba la excomunión ipso facto, – es decir por el mismo hecho, – sin necesidad de una declaración de la Iglesia en tal sentido , de los católicos que profesaran o propagaran la doctrina comunista. Ese decreto consistió en directrices para los católicos frente al comunismo. Eran los días en que el comunismo soviético se apoderaba de Europa oriental y propagaba su doctrina y su política, apoyado por los partidos políticos afines a su pensamiento en los países de occidente.

Esta situación del mundo, con el peligro comunista hizo que el pontificado de Pío XII se pareciera al de la época de León XIII cuando este Papa defendió a los trabajadores de las injusticias de los capitalistas y solo aparecía como alternativa el comunismo. Era parecida la situación después de la guerra; desaparecieron los fascismos de Alemania e Italia como contrapeso del comunismo y la única contraparte fuerte del capitalismo era el comunismo.

Veía entonces Pio XII más aceptable y posible la reforma del capitalismo que  una transformación del comunismo. Entre esos dos males el menor parecía el capitalismo.

La tercera etapa en la doctrina social de Pío XII, que como decíamos, va desde 1950 a 1958, la época de la guerra fría, se caracterizó también por ser una época de progreso económico, ya superadas las dificultades de la guerra. En esta época se consolidó la economía de libre empresa, frente al estatismo de los países comunistas,  en los cuales todas las empresas pasaron a ser propiedad del Estado.

Esa fue una época en que en la economía de la libre empresa permitía una ágil cooperación entre los distintos sectores de la economía, mientras el papel del Estado era garantizar el bien común. Fue característica de esta época, que el capitalismo se viera como remedio frente a las nacionalizaciones, llamadas socializaciones de la propiedad, cuando se confiscaba la propiedad privada y se pasaba a control del Estado en los países comunistas.  Al mismo tiempo se veía el capitalismo así entendido como una vía media que no solo se oponía al estatismo comunista sino también a la posición dominante del capital privado. Era la posición de Pío XII en esa época de posguerra y que se ha calificado de postura realista (Camacho Pg.192s).

Después de esta mirada panorámica a la posición de Pío XII en su doctrina social, vamos a estudiar algunos de sus documentos más importantes, teniendo presente que la mayor preocupación de Pío XII en ese momento era la paz. Recordemos que a Pio XII correspondió el comienzo de la llamada guerra fría entre los dos bloques, el comunista y el liderado por los Estados Unidos y sus países aliados.

Para este recorrido empezamos el 1 de junio de 1941, con el discurso radial  de Pío XII en el solemne domingo de Pentecostés, y 50 aniversario de la encíclica Rerum novarum, de León XIII. Este mensaje, por las primeras palabras con que empieza se conoce como La solennità, La solemnidad de Pentecostés, glorioso nacimiento de la Iglesia de Cristo. Pío XII,a pesar de que la atención del mundo se concentraba en la guerra, quiso que no pasara inadvertido el aniversario de Rerum novarum,  con una exhortación eminentemente doctrinal, en contraste con la agitación propia del momento de guerra que experimentaba el mundo. Los temas del discurso fueron eminentemente de la doctrina social: en el número 5 de este discurso anunciaba el Papa el enfoque de su  intervención con estas palabras:

(…) a no dudarlo, (es) competencia de la Iglesia, allí donde el orden social se aproxima y llega a tocar el campo moral, juzgar si las bases de un orden social existente están de acuerdo con el orden inmutable que Dios Creador y Redentor ha promulgado por medio del derecho natural de la revelación; doble manifestación a que se refiere León XIII en su encíclica. Y con razón; porque los dictámenes del derecho natural y las verdades de la revelación nacen, por diversa vía como dos arroyos de agua no contrarios, sino concordes, de la misma fuente divina; y porque la Iglesia, guardiana del orden sobrenatural cristiano, a que convergen naturaleza y gracia, tiene que formar las conciencias, aun las de aquellos que están llamados a buscar soluciones para los problemas y deberes impuestos por la vida social. De la forma dada a la sociedad, conforme o no a las leyes divinas, depende y se insinúa también el bien o el mal en las almas, es decir, el que los hombres, llamados todos a ser vivificados por la gracia de ,Jesucristo, en los trances del curso de la vida terrena respiren el sano y vital.

En el número 11 nos anuncia Pío XII que su intervención versará sobre tres valores fundamentales que se entrelazan y se ayudan mutuamente: el uso de los bienes materiales, el trabajo y la familia.

El texto completo de este famoso discurso de Pío XII lo encuentran con un clic, entre los enlaces que se ofrecen en el blog www.reflexionesdsi.org

Este discurso en la solemnidad de Pentecostés se considera el texto más importante en la DS de Pío XII. ¿Por qué toma esos tres valores fundamentales lo explica en el mismo número 11. Se pregunta, en medio del conflicto bélico:

Qué problemas y qué asuntos particulares, tal vez completamente nuevos, presentará a la solicitud de la Iglesia la vida social después del conflicto que pone de frente tantos pueblos, la hora actual hace difícil señalarlos y preverlos. Sin embargo, si el futuro tiene raíces en el pasado, si la experiencia de los últimos años nos es maestra para lo por venir, pensamos aprovecharnos de la conmemoración del día de hoy para dar ulteriores principios directivos morales sobre tres valores fundamentales de la vida social y económica; y esto lo haremos animados del mismo espíritu de León XIII y desarrollando sus puntos de vista, verdaderamente más que proféticos, presagios del proceso social de los nuevos tiempos. Estos tres valores fundamentales que se entrelazan, se aseguran y se ayudan mutuamente son: el uso ele los bienes materiales, el trabajo, la familia.

La semana entrante continuaremos nuestro estudio de la DSI de Pío XII.