Reflexión 276 – Pío XII su Doctrina Social febrero 13 2014

                ¿Cuál fue el énfasis de la doctrina de Pío XII y por qué?

 

Vamos a comenzar el estudio sobre los aportes del papa Pío XII a la DSI.Es necesario comprender la época en que se desarrolló el largo pontificado de Pío XII para entender por qué su énfasis doctrinal y pastoral se orientó a la aplicación concreta de la doctrina presentada antes por sus antecesores, sin muchas orientaciones que significaran novedad, con excepción de asuntos como la aclaración definitiva del derecho de propiedad, de lo cual hablaremos más adelante y que ha sido un muy significativo aporte de Pío XII. Este Papa debió ofrecer la orientación de la Iglesia a las naciones “recompuestas” después de la guerra. Sus límites ya no fueron los mismos, sus políticas con los vecinos se debieron definir.

 

Es muy importante aclarar, que la DSI no se puede reducir a solamente los aspectos socioeconómicos, pues a la doctrina social pertenecen también las orientaciones de la Iglesia sobre la política, es decir al esencial asunto del manejo de la sociedad, del bien común. No es difícil comprender que el caos en que quedó Europa después de la segunda guerra mundial, fue una circunstancia que hizo inevitable que el Papa dedicara especial atención a la política.

El marco histórico que marcó el pontificado de Pío XII

 

 

Es necedario recordar los hechos históricos que enmarcaron el pontificado de Pío XII. Solo las fechas que marcan el inicio y final de su tarea pastoral nos indican que fue una época de muchos retos difíciles.

 

Pío XII fue elegido obispo de Roma el 2 de marzo de 1939, seis meses antes de la invasión nazi a Polonia, con la cual empezó la segunda guerra mundial, el 1 de septiembre de 1939. Este gravísimo hecho de la guerra mundial fue una marca del pontificado de Pío XII.Falleció el 9 de octubre de 1958.
 

 

La guerra mundial no sucedió de improviso, se había preparado durante varios años. Pío XII vivió la evolución del nazismo en Alemania, pues fue nuncio de Pío XI en ese país y debió sufrir la persecución a la Iglesia, que motivó la encíclica Mit brennender sorge, Con honda preocupación, que puso al descubierto al mundo la enemistad del nazismo con la Iglesia católica y su condenación por el Sumo Pontífice. No se duda de la influencia del nuncio Eugenio Pacelli, luego secretario de estado de Pío XI, cargo del cual pasó al de Sumo Pontífice, con el nombre de Pío XII. Sería, por lo menos hasta hoy, hoy el último papa de ese nombre, Pío.

 

El estilo que más se acomodó a Pío XII para sus enseñanzas fue el de los discursos y radiomensajes. Cada discurso del papa a los grupos de peregrinos era una rica catequesis en que dejaba claramente sentada la doctrina católica sobre los más variados temas, según su auditorio estuviera compuesto  de médicos, de científicos, de gobernantes, de historiadores, de teólogos, de padres de familia o de maestros.

 

Oí a alguien que conocía el medio del Vaticano de esa época, contar que Pío XII tenía una memoria privilegiada. Dicen que preparaba sus discursos paseando en los jardines vaticanos; allí leía los textos y dicen que los memorizaba en dos leídas, de manera que se dirigía a su auditorio sin leer ningún texto. Y eran alocuciones que aclaraban o dejaban sentada la posición de la Iglesia en temas morales o doctrinales. 

Una nueva estrategia de guerra

 

 

La preparación de la guerra no fue solo de desarrollo y producción de armamento, buques, submarinos, tanques…, sino de avances en el estudio de la estrategia militar. Una de esas estrategias consistió en convertir la confrontación en una guerra total, es decir dirigida también a la población civil, para provocar  la desmoralización de la ciudadanía y forzar una pronta rendición. Así se entiende la destrucción de tantas poblaciones y ciudades.

 

Los dos bandos utilizaron la guerra total. En los documentales televisivos vemos cómo se cañoneaba y bombardeaban las ciudades y pueblos, de manera que cuando las tropas entraban a una población solo encontraban ruinas. En la mayor parte de la guerra se utilizaron armas conocidas ya. Al final se forzó la rendición del Japón con las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto de 1945, que produjeron pánico mundial y, si consiguieron el fin de la II guerra, cambiaron las esperanzas de paz mundial por la incertidumbre de una nueva hecatombe en cualquier momento de un ataque de insensatez de los gobernantes de alguno de los países poseedores de esa arma inhumana.

 

Del libro Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, del P. Ildefonso Camacho tomo el siguiente comentario:

 

Esta nueva estrategia, unida al perfeccionamiento del armamento empleado y al aumento de contendientes, explica que los efectos de la segunda guerra mundial fueron mucho más terribles que los de la primera. Los muertos alcanzaron la cifra de 15 millones; miles de familias tuvieron que emigrar más de una vez conforme los frentes se iban desplazando; determinadas minorías (judíos sobre todo) fueron sistemáticamente exterminadas; la infraestructura de viviendas, industria y vías de comunicación quedó prácticamente devastada en gran parte de Europa.(Pgs 185s).

 

 

 

Sobre las causas de la segunda guerra mundial los historiadores y los políticos pueden seguir discutiendo y en esa interpretación sin duda interviene la ideología. No se puede ignorar que un tratado de Versalles en el que se humilló a Alemania perdedora de la primera guerra, incidió profundamente en el descontento de la población alemana que acabó eligiendo a Hitler. Y este personaje, además del ánimo de venganza que alimentaba por la derrota y el maltrato, se había ilusionado con un imperio alemán y dominio mundial de la raza aria. Comenzó extendiendo el territorio alemán por la vecina Austria, luego Checoeslovaquia y la Invasión de Polonia conmovió a Inglaterra que junto con Francia habían permanecido indecisos. Es que no querían repetir los horrores que vivió su población con la primera guerra. Dicen que Inglaterra perdió una generación con su juventud muerta en  los campos de batalla. La invasión a Polonia precipitó la decisión de La Gran Bretaña y de Francia a declarar la guerra a Alemania.

Consecuencias de la segunda guerra mundial

 

Veamos cómo sigue el comentario del P. Ildefonso Camacho, después de afirmar que la infraestructura de viviendas, industria y vías de comunicación quedó destruida como consecuencia de la guerra:

 

La reconstrucción europea se llevaría a cabo (…) de forma mucho más eficiente que a partir de 1919. Se aprovechó para ello la experiencia de entonces. Ya en julio de 1944 los países aliados se habían reunido en Bretton Woods (gran Bretaña) y pusieron las bases del nuevo orden económico internacional para después de la guerra. Allí nacieron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que fueron creados como instrumentos para garantizar la estabilidad monetaria, facilitando así los intercambios comerciales y financieros.

 

Es interesante que comprendamos la evolución de la economía después de la guerra. Con los países devastados en Europa, había que emprender una enorme tarea de reconstrucción. Surgieron entonces los partidos demócratas cristianos que acometerían esa labor. Tomaron como camino el modelo intervencionista, que llaman capitalismo mixto, propuesto por el economista británico Keynes.

 

Como no podemos extendernos en presentar en detalle la obra de este economista, sí destaquemos lo que más nos interesa en este programa. En su obra principal que lleva por título Teoría general del empleo, el interés y el dinero escribió Keynes sus opiniones sobre el empleo, la teoría monetaria y el comercio, entre otros asuntos. Es interesante saber que Keynes se oponía a lo que los economistas habían enseñado. Afirmaba Keynes que la causa del desempleo era el insuficiente gasto en inversión. Fue aceptada su teoría que en otra época se hubiera rechazado como socializante. En los EE.UU., por ejemplo, el presidente Roosevelt adoptó la política de inversión del estado ante la crisis económica que se manifestó en tan altos índices de desempleo y la quiebra de bancos, entre otras cosas.

 

Varios países adoptaron la política de incrementar el gasto público en obras de infraestructura. A Colombia nos llegó más tarde esta política en la forma de inversión del ahorro privado en la construcción de vivienda; podemos recordar el auge de la construcción cuando se fundaron las corporaciones de ahorro y vivienda, que recibían ahorro de los clientes y se otorgaba crédito a los constructores de vivienda.

 

El P. Camacho observa que la teoría de Keynes daba al traste con la confianza del capitalismo liberal en el propio mercado como mecanismo suficiente para asegurar el pleno empleo. Se abría así el camino al intervencionismo estatal para corregir las deficiencias del mercado. Recordemos que el liberalismo capitalista es enemigo de la intervención estatal; confía en que el capital será capaz de regularse.

El Estado Bienestar

 

 

Las modificaciones en el mundo económico, como consecuencias de las teorías keynesianas van más lejos: abrieron camino al llamado Estado Bienestar o el Estado Providencia, según lo cual el Estado no solo marca las grandes líneas de desarrollo sino que se compromete a garantizar un nivel de vida mínimo a todos los ciudadanos, para que puedan cubrir necesidades comunes como la salud y la educación.

 

En los Estados Unidos y en algunos países de Europa fue posible el desarrollo del Estado Bienestar, que asumió prestaciones sociales nuevas, gracias a que el crecimiento económico después de la guerra aumentó considerablemente los ingresos del Estado sin afectar de modo ostensible a los ciudadanos con el aumento de los impuestos. Esa situación de bienestar duró mucho tiempo en Europa y al presidente Roosevelt le fue posible su política llamada el «new deal», que podríamos traducir como el pacto nuevo. El capitalismo fue así beneficiado después de la etapa crítica del mundo occidental en el principio del siglo XX.

 

 

El desarrollo progresivo de los llamados estados bienestar se extendió. Ya en 1970 todos los estados capitalistas de Europa habían adoptado esa política social y en Austria, Bélgica, Francia Alemania Federal, Italia y Holanda el gasto en bienestar social superaba el 60 por 100 del gasto público. Eso ha cambiado hoy y los ciudadanos de esos países, acostumbrados al estado benefactor, tienen que empezar a pagar mayores gastos en educación y salud.

 

Pocos años después de terminada la guerra esa era la situación de bonanza en el mundo occidental. Contribuyó a esa bonanza el comportamiento de los países de occidente: a Alemania no la castigaron como después de la primera guerra, con medidas económicas. Al contrario, Alemania Occidental y el Japón, recibieron la ayuda de sus antiguos enemigos para modernizar su industria y en el caso de Alemania, para reconstruir su infraestrucura y las viviendas derruidas durante la guerra.

 

¿Por qué esa actitud positiva con los antiguos contrincantes? Quizás encontremos una respuesta al estudiar lo que sucedió en la Europa del este, después de la guerra. Es verdad que la Unión Soviética sufrió severamente en la guerra. Recordemos que las tropas de Hitler penetraron en Rusia y los rusos se defendieron con fiereza. Ayudados por el extremo rigor del invierno, desalojaron a las diezmadas tropas nazis.

La Unión Soviética y el comunismo después de la guerra

 

 

Terminada la guerra, la Unión Soviética, que había sido afectada por la guerra, resultó políticamente beneficiada. Su dominación de los países de la Europa oriental, gracias a la intervención del ejército rojo, impuso gobiernos conformados por partidos políticos según el patrón político stalinista que impusieron  sistemas políticos de partidos únicos, autoritarios, una cultura impuesta oficialmente que pretendía ser poseedora de la única verdad a la que había que adherir.  Hasta el sistema de purgas, que consistía en remedos de juicios que se seguían y en las condenaba a las personas de las que el régimen desconfiaba, se copiaron del régimen soviético en los nuevos países comunistas. Podemos decir que las dictaduras se extendieron por el este.

 

Ese grupo de países comunistas, seguidores de la Unión Soviética de Stalin, formó un bloque sólido, y sus integrantes firmaron un pacto militar llamado el Pacto de Varsovia. Sin embargo, occidente trató de no calentar las tensiones y los dos bandos aceptaron los límites de su influencia política. Occidente fue un bloque y la Unión Soviética y sus satélites conformaron el otro. Se distanciaban pero con cuidado de no hacerse daño. Se diría que la motivación era el temor mutuo.

 

Aunque trataron de no hacerse daño los dos bloques, era innegable que se trataba de dos bloques ideológicamente contrapuestos y políticamente enfrentados. El uno desconfiaba del otro y por eso pronto comenzó una carrera armamentista. Querían que no los tomaran por sorpresa. Y así comenzó la llamada guerra fría, que tuvo brotes de guerra-guerra, como fue la de Corea. Luego sería Vietnam. Los países cabeza de los dos bloques peleaban pero fuera de su territorio…

 

Las Naciones Unidas fueron creadas en 1945; se firmó el acta de constitución en San Francisco, EE.UU. el 26 de junio de 1945. Las intenciones fueron positivas: se pretendía regular las relaciones entre los países para evitar la guerra. La carta fundamental fue originalmente firmada por 51 estados. En realidad, la ONU se ha convertido en un foro para debatir por vía pacífica los conflictos y pero no resuelve nada. Sus integrantes conforman comisiones que dictaminan según sus ideología; no son objetivas. Una de las serias limitaciones es que en las decisiones tienen veto los estados grandes que siguen aferrados a sus intereses políticos. Basta considerar la incapacidad de la ONU para poner fin a la guerra civil en Siria.

¿La Iglesia participando en política?

 

Como vemos, es un panorama complicado el que se vislumbra entre la guerra mundial y la guerra fría, y en que se enmarca el pontificado de Pío XII. Su más honda preocupación tendrá que ser la instauración de una paz estable. Un reto inmenso que requería una voluntad inquebrantable por aferrarse a la verdad del evangelio. ¿Cómo no intentar ayudar a los países con las orientaciones de la Iglesia?  Tengamos esto presente: no es conveniente mezclar la Iglesia y el Estado. Eso ha llevado en nuestra época a los estados islámicos, por ejemplo; pero la separación de la Iglesia de la política es inconcebible; las dos tienen que compartir el mismo espacio en la construcción del bien común. Lo que no es ni prudente ni necesario es que la Iglesia participe en política partidista.