Reflexión 133 N° 85-86 Continuidad y Renovación (II)

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En la reflexión anterior avanzamos en nuestro estudio sobre la naturaleza de la D.S.I. Ya vamos comprendiendo mejor qué es y qué no es la D.S., que a veces se confunde con la política o con la sociología.

Recordemos las principales características de la D.S.

1. La D.S.I. pertenece al campo de la teología moral, porque trata de comprender y de interpretar lo que la Sagrada Escritura nos enseña sobre el ser humano y la sociedad. Por eso es teología, porque trata sobre Dios y la relación del ser humano en sociedad, con el Creador; y es del campo de la moral, porque reflexiona sobre la conducta del cristiano en la sociedad a partir de las enseñanzas de la Sagrada Escritura.

2. La D.S. necesita otras ciencias (la filosofía, la sociología, la política y otras) como ayuda para comprender mejor conceptos básicos, como la persona humana, la sociedad, la libertad, la justicia, el bien común, el Estado, la solidaridad, la subsidiaridad.

3. A la D. S. católica la llamamos de la Iglesia, porque la Iglesia, por medio de su Magisterio Universal, la ha ido elaborando a lo largo del tiempo.

4. El objeto de la D.S.I. es el ser humano llamado a la salvación, confiado por Cristo al cuidado y responsabilidad de la Iglesia. Como el objeto de la D.S.I. es el ser humano llamado a la salvación, es decir, que tiene en cuenta al ser humano como hijo de Dios y destinado a la vida eterna, no se puede confundir a la D.S.I. con otras ciencias puramente humanas, que solo tienen en cuenta la vida terrenal.

5. Sobre la finalidad de la D.S.I. aprendimos, que la D.S. pretende hacernos reflexionar sobre la sociedad y sobre nuestro papel en ella. La D.S. traza los caminos para edificar una sociedad, que anticipe en la historia el Reino de Dios. Nosotros tenemos la responsabilidad de colaborar en la construcción del Reino.

6. La D.S.I. está destinada, en primer lugar a todos los miembros de la comunidad eclesial, porque todos tenemos responsabilidades sociales que asumir.

7. La D.S. católica está destinada también a todos los hombres de buena voluntad, así sean seguidores de otras tradiciones religiosas y aunque no pertenezcan a ningún grupo religioso. La razón de este destino universal de la D.S.I. es que todas las conciencias e inteligencias están en condiciones de comprender y acoger la profundidad humana, los valores expresados en la D.S.I. y están también en capacidad de aceptar sus normas de acción.

8. La octava cacterísitica de la D.S.I., es su continuidad y al mismo tiempo su capacidad de renovación. El N° 85 del Compendio de la D.S.I. nos la enseña con estas palabras:

Orientada por la luz perenne del Evangelio y constantemente atenta a la evolución de la sociedad, la doctrina social de la Iglesia se caracteriza por la continuidad y por la renovación.

Es muy importante esta caracterítica de la continuidad y al mismo tiempo la renovación de la D.S.I. porque

Esta doctrina manifiesta ante todo la continuidad de una enseñanza que se fundamenta en los valores universales que derivan de la Revelación y de la naturaleza humana.

Pedimos más agilidad, pero no a costa de lo fundamental

Algunas personas critican a la Iglesia porque les parece que no avanza con la velocidad que piden los nuevos tiempos. Probablemente en algunos asuntos quisiéramos ver más agilidad, pero lo fundamental no se puede cambiar, ni tampoco el desarrollo de lo fundamental puede orientarse, solo por agradar a algunos. Por eso es importante en nuestro estudio, que tengamos claros los crtiterios que rigen al Magisterio de la Iglesia en la renovación de la D.S. Voy a repetir sobre este punto algunas de las ideas que vimos al final de la reflexión anterior y que nos presenta la Iglesia en el Compendio de la D.S.I. Vamos a ampliar un poco estas ideas.

Habíamos visto que las enseñanzas de la D.S. tienen como fundamento

los valores universales que derivan de la Revelación y de la naturaleza humana. Por tal motivo, la doctrina social no depende de las diversas culturas, de las diferentes ideologías, de las distintas opiniones: es una enseñanza constante, que « se mantiene idéntica en su inspiración de fondo, en sus “principios de reflexión”, en sus fundamentales “directrices de acción”, sobre todo, en su unión vital con el Evangelio del Señor ». (Compendio de la D.S.I., 85)

El párrafo anterior se inspiró en las enseñanzas de Juan Pablo II en su encíclica Sollicitudo rei socialis (N° 3) y nos ayuda a entender en qué forma la D.S. responde a las nuevas situaciones, sin dejarse contaminar por ellas.

¿Qué es lo que no cambia en las nuevas situaciones?

La doctrina social no depende de las diversas culturas, de las diferentes ideologías, de las distintas opiniones. ¿Qué es lo que no cambia? No cambia su inspiración de fondo ni sus principios de reflexión ni sus fundamentales directrices de acción, sobre todo, no renuncia a su unión vital con el Evangelio. Esto último nos explica por qué no podemos, por seguir una ideología, aceptar la violencia para superar la injusticia y construir una nueva sociedad; porque la violencia es anti evangélica, como nos enseña Puebla en el N° 532. Es una cotradicción afirmar que se trabaja por la paz utilizando la violencia.

Violencia y paz se contradicen

El documento de Puebla cita las siguientes palabras de Pablo VI, pronunciadas en Bogotá el 23 de agosto de 1968:

Debemos decir y reafirmar que la violencia no es cristiana ni evangélica y que los cambios bruscos y violentos de las estructuras serán engañosos, ineficaces en sí mismos y ciertamente no conformes con la dignidad del pueblo.

Si se aceptara la violencia como medio para conseguir la justicia y la paz, se iría en contra de algo fundamental del Evangelio, que nos enseña el respeto de la vida humana, aun la de nuestros enemigos y que el primer mandamiento para el cristiano es el amor.

La D.S.I. no está condicionada, en lo esencial, por los acontecimientos a lo largo de la historia

En el N° 85 del Compendio de la D.S. se afirma que la doctrina social de la Iglesia, firme en lo fundamental, recorre la historia sin sufrir sus condicionamientos ni correr el riesgo de la disolución.

La doctrina social no está condicionada en lo esencial, por los acontecimientos a lo largo de la historia; pero sí ofrece respuestas válidas, de acuerdo con el Evangelio, a las nuevas situaciones en la sociedad. Respuestas que pueden ser nuevas, pero fundadas en el Evangelio. En ese sentido se renueva, sin abandonar sus fundamentos. Sigue así, el mismo N° 85 del Compendio que nos aclara estas ideas:

Por otra parte, en su constante atención a la historia, dejándose interpelar por los eventos que en ella se producen, la doctrina social de la Iglesia manifiesta una capacidad de renovación continua. La firmeza en los principios no la convierte en un sistema rígido de enseñanzas, es, más bien, un Magisterio en condiciones de abrirse a las cosas nuevas, sin diluirse en ellas:[1] una enseñanza « sometida a las necesarias y oportunas adaptaciónes sugeridas por la variación de las condiciones históricas así como por el constante flujo de los acontecimientos en que se mueve la vida de los hombres y de las sociedades » (Sollicitudo rei socialis, 3).

La Doctrina Social un taller del conocimiento

Vamos a continuar ahora con el estudio del N° 86, del Compendio de la D.S.I., que profundiza en la característica de la renovación de la doctrina y la vamos a comprender mejor. Leamos el primer párrafo:

86 La doctrina social de la Iglesia se presenta como un « taller » siempre abierto, en el que la verdad perenne penetra y permea la novedad contingente, trazando caminos de justicia y de paz.

Es interesante esta figura de la doctrina social como un taller. ¿Cómo desmenuzar esta comparación de la D.S.I. con un taller? Ensayemos…

Pensemos en un taller del conocimiento, en donde se trabajan, se perfeccionan y se aprenden conocimientos y comportamientos. El taller de la D.S.I. está lleno de la luz del Evangelio, que es perenne, es decir no cambia, y enseña el camino correcto por donde debemos andar. Cuando llegan situaciones nuevas en la vida de la sociedad, la D.S.I. las recibe, las ilumina, las interpreta a la luz de la verdad del Evangelio y nos ofrece respuestas a las inquietudes y tranquilidad ante las angustias.

Cuando miembros de la sociedad se niegan a ver los acontecimientos a la luz del Evangelio, se confunden y toman caminos equivocados, como vemos que sucede con los planteamientos sobre la violencia como medio para consegur la justicia, sobre el aborto o sobre la eutanasia. Lo que debemos hacer en situaciones dolorosas sólo lo comprendemos a la luz del Evangelio. Para mayor claridad, pensemos por ejemplo, en el valor del sufrimiento, que sólo podemos entender a la luz de Jesús crucificado. Si llevamos nuestras dudas, nuestras angustias al pie de la cruz, la vida se ilumina.

Continuemos con el N° 86 del Compendio.

La fe es fermento de novedad y creatividad

La fe no pretende aprisionar en un esquema cerrado la cambiante realidad socio-política.[2] Más bien es verdad lo contrario: la fe es fermento de novedad y creatividad. La enseñanza que de ella continuamente surge «se desarrolla por medio de la reflexión madurada al contacto con situaciones cambiantes de este mundo, bajo el impulso del Evangelio como fuente de renovación ».[3]

Veamos algo más sobre la respuesta de la Iglesia en las situaciones cambiantes del mundo.

El tema del desarrollo de la D.S.I. se seguirá tratando más adelante, de manera que no vamos ahondar ahora en la parte histórica, pero para ilustración, – porque la historia, maestra de la vida, nos enseña mucho, – citemos a Pío XII, en su mensaje radiofónico del día de Pentecostés, el 1 de junio de 1941, en el cincuentenario de la Rerum novarum. Ese famoso mensaje se conoce con el nombre de La solemnidad, porque empieza con esas palabras y se refiere a la solemnidad de Pentecostés. Algunos entendidos opinan que este mensaje es el texto más importante publicado por Pío XII en materias sociales.[4]

Para comprender las circunstancias de ese famoso radiomensaje de Pío XII, recordemos que el mundo se encontraba en el furor de la Segunda Guerra Mundial. Por eso el Santo Padre dice estas palabras que nos pueden parecer curiosas:

De otras antenas parlantes vuelan acentos preñados de exasperación, de acrimonia, de escisión y de lucha.

¿De qué hablaba el Papa cuando mencionaba las antenas parlantes? Se refería a las antenas de la Radio Vaticano desde donde se dirigía a la Iglesia de todo el mundo. Es interesante dedicar un momento a estas circunstancias mencionadas por Pío XII. También aquí es aplicable lo que leímos en el N° 86 del Compendio, que la fe es fermento de novedad y creatividad.

La fe también ha llevado a la Iglesia a inventar nuevas maneras, para comunicar el mensaje perenne y siempre nuevo del Evangelio. Uno de esos modos es la radio. Resaltemos las palabras del Compendio, que acabamos de leer y que afirma que la fe es fermento de novedad y creatividad y que el Evangelio es fuente de renovación.

Misteriosas fuerzas de la naturaleza que Dios pone a disposición de la humanidad

Para hacer algo de historia, recordemos que Radio Vaticano fue instalada por el mismo Guillermo Marconi, inventor del telégrafo inalámbico, de la radio, y también de la antena.

El 12 de febrero de 1931 Pío XI pronunciaba el primer radiomensaje al mundo, en presencia de Guillermo Marconi, quien lo presentó con estas palabras:

“Tengo el altísimo honor de anunciar que dentro de pocos instantes el Sumo Pontífice Pío XI inaugurará la Estación de Radio del Estado de la Ciudad del Vaticano. Las ondas eléctricas transportarán a todo el mundo a través del espacio su palabra de paz y bendición. Con la ayuda de Dios, que tantas misteriosas fuerzas de la naturaleza pone a disposición de la humanidad, he podido preparar este instrumento que dará a los fieles de todo el mundo el consuelo de oír la voz del Santo Padre. La obra que Vuestra Santidad se dignó confiarme, hoy os la presento: dignaos Santo Padre hacer sentir vuestra Augusta palabra al mundo”.

Eran las 4 de la tarde y 49 minutos…

Eran las 4 de la tarde y 49 minutos del 12 de febrero de 1931, cuando, con el discurso del Papa Pío XI, presentado por el inventor de la radio y premio nobel de física Guillermo Marconi, nació Radio Vaticano.[5]

Diez años más tarde, en 1941, la radio seguía siendo una novedad y una necesidad. Tanto la BBC de Londres como la Voz de Alemania, transmitían las noticias de la guerra por sus estaciones de onda corta, cada una, claro está, desde sus puntos de vista políticos. Mientras esas estaciones transmitían noticias que estremecían, la voz de Pío XII, desde Radio Vaticano, dijo en su mensaje de Pentecostés:

Os hablamos en un momento en que todas las energías y fuerzas físicas e intelectuales de una porción de la humanidad, siempre creciente, están, en medida y ardor jamás conocidos hasta ahora, tirantes bajo la férrea e inexorable ley de la guerra. De otras antenas parlantes / vuelan acentos preñados de exasperación, de acrimonia, de escisión y de lucha.

2. Mas las antenas de la Colina del Vaticano, de la tierra consagrada a centro incontaminado de la Buena Nueva / y de su benéfica difusión en el mundo por el martirio y el sepulcro del primer Pedro, no pueden transmitir sino palabras informadas y animadas del espíritu consolador de la predicación, que en el primer día de Pentecostés a la voz de Pedro resonó en Jerusalén (…)

Estos comentarios, a propósito del uso de la radio en la evangelización, nos muestran a la Iglesia antigua, pero siempre nueva, en los medios que utiliza para llevar el Evangelio; pero en el contenido del mensaje de Pío XII, ¿qué hay que nos sirva de ejemplo de que en su constante atención a la historia, la doctrina social de la Iglesia manifiesta una capacidad de renovación continua? (Compendio de la D.S. en el N° 85)

Cuando el orden social toca el campo moral…

Empecemos por mencionar algunos aspectos permanentes de la D.S. tratados por Pío XII:

Es (…), a no dudarlo, competencia de la Iglesia, allí donde el orden social se aproxima y llega a tocar el campo moral, juzgar si las bases de un orden social existente están de acuerdo con el orden inmutable que Dios Creador y Redentor ha promulgado por medio del derecho natural de la revelación;

Como aún hoy se sigue cuestionando si la Iglesia puede dar sus orientaciones en el campo de la política, esa frase de Pío XII cobra especial actualidad.

La ley natural y las verdades reveladas nacen de la misma fuente: Dios

Pío XII explica por qué la Iglesia tiene competencia para juzgar si las bases del orden social están o no de acuerdo con los planes de Dios, como se manifiestan en la ley natural. Continuó así Pío XII:

(…) porque los dictámenes del derecho natural y las verdades de la revelación nacen, por diversa vía como dos arroyos de agua no contrarios, sino concordes, de la misma fuente divina; (de modo que la ley natural y las verdades de la Revelación, se originan en la misma fuente, en Dios) y porque la Iglesia, guardiana del orden sobrenatural cristiano, a que convergen naturaleza y gracia, tiene que formar las conciencias, aun las de aquellos que están llamados a buscar soluciones para los problemas y deberes impuestos por la vida social.

De la forma dada a la sociedad, conforme o no a las leyes divinas, depende y se insinúa también el bien o el mal en las almas, es decir, el que los hombres, llamados todos a ser vivificados por la gracia de ,Jesucristo, en los trances del curso de la vida terrena respiren el sano y vital aliento de la verdad y de la virtud moral o el bacilo morboso y muchas veces mortal del error y de la depravación. Ante tales consideraciones y previsiones, ¿cómo podría ser lícito a la Iglesia, Madre tan amorosa y solícita del bien de sus hijos, permanecer indiferente espectadora de sus peligros, callar o fingir que no ve condiciones sociales que, a sabiendas o no, hacen difícil o prácticamente imposible una conducta de vida cristiana, guiada por los preceptos del Sumo Legislador?

¿Qué asuntos nuevos presentará a la Iglesia la vida social después de la Guerra?

En el N° 11 de su mensaje de Pentecostés, se pregunta el Papa Pío XII:

¿Qué problemas y qué asuntos particulares, tal vez completamente nuevos, presentará a la solicitud de la Iglesia la vida social después del conflicto que pone de frente a tantos pueblos?, la hora actual hace difícil señalarlos y preverlos. Sin embargo, si el futuro tiene raíces en el pasado, si la experiencia de los últimos años nos es maestra para lo por venir, pensamos aprovecharnos de la conmemoración del día de hoy para dar ulteriores principios directivos morales sobre tres valores fundamentales de la vida social y económica; y esto lo haremos animados del mismo espíritu de León XIII y desarrollando sus puntos de vista, verdaderamente más que proféticos, presagios del proceso social de los nuevos tiempos. Estos tres valores fundamentales que se entrelazan, se aseguran y se ayudan mutuamente son: el uso de los bienes materiales, el trabajo, la familia.

Los Papas han tenido en cuenta la permanencia y la necesidad de actualización de la D.S. Nos dice Pío XII, que va a dar ulteriores principios directivos morales, desarrollando los puntos de vista de León XIII. Menciona los tres valores fundamentales sobre los que nos va a instruir: el uso de los bienes materiales, el trabajo y la familia.

No nos vamos a detener en estos tres principios porque más adelante deberemos tratarlos en profundidad, pero sí digamos que sobre el uso de los bienes materiales, Pío XII hizo progresar de manera notable la doctrina social de la Iglesia.

Es inviolable el derecho a la propiedad privada

En la Rerum novarum, León XIII expuso la doctrina de la Iglesia sobre la propiedad privada. El tema de la propiedad privada era central en la polémica con el socialismo. En la primera parte de la Rerum novarum León XIII defiende como inviolable el derecho a la propiedad privada. En la segunda parte trata sobre los deberes de la propiedad, de manera que ya desde León XIII se entendió el derecho a la propiedad privada como un derecho sujeto a limitaciones, no como un derecho absoluto. Parece que a esta segunda parte no se le puso mucha atención. El individualismo liberal tiene un concepto distinto al de la Iglesia sobre el derecho de propiedad. El individualista pretende que sobre los bienes materiales que ha conseguido tiene un dominio absoluto; León XIII en el N° 16 de la Rerum novarum afirma que los bienes han sido recibidos para perfeccionamiento propio y, al mismo tiempo, para que, como ministros de la providencia divina, los emplee en beneficio de los demás.[6]

Pero el destino universal de los bienes tiene prioridad absoluta

Pío XII, en el mensaje de Pentecostés que venimos comentando, va más alla. Se podría pensar que el deber de emplear los bienes en beneficio de los demás, se cumpliría con ayudar económicamente a alguna obra social o con dar algunas limosnas. El avance de Pío XII en la doctrina expuesta por León XIII, radica en que el Papa afirma de manera inequívoca, la prioridad absoluta del destino común de todos los bienes creados. Reconoce que la propiedad privada pertenece también al orden natural, pero de forma subordinada, ya que nunca puede erigirse en obstáculo para «el derecho primero y fundamental» de que todos puedan usar de los bienes (…) a éste lo llama, (Pío XII), a «el derecho originario de los bienes materiales» (…)[7]

La Madre y Maestra

Terminemos hoy con la lectura del último párrafo del N° 86 del Compendio, con el que se da por terminado el tema de la continuidad y renovación de la D.S.I.

Madre y Maestra, la Iglesia no se encierra ni se retrae en sí misma, sino que continuamente se manifiesta, tiende y se dirige hacia el hombre, cuyo destino de salvación es su razón de ser. La Iglesia es entre los hombres el icono viviente del Buen Pastor, que busca y encuentra al hombre allí donde está, en la condición existencial e histórica de su vida. Es ahí donde la Iglesia lo encuentra con el Evangelio, mensaje de liberación y de reconciliación, de justicia y de paz.

Si Dios quiere, en la próxima reflexión comenzaremos un nuevo tema, muy interesante: una presentación histórica de la D.S. Con esa parte termina el estudio de la Misión de la Iglesia y la Doctrina Social. Luego comenzaremos el tratado sobre la Persona Humana y sus Derechos.

Fernando Díaz del Castillo Z.


[1] Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis conscientia, 72: AAS 79 (1987) 585-586.

[2] Cf Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 46

[3] Cf. Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 179; Pío XII, en el Radiomensaje por el 50º aniversario de la « Rerum novarum »: AAS 33 (1941) 197, habla de « doctrina social católica » y en la Exh. ap. Menti nostrae, del 23 de septiembre de 1950: AAS 42 (1950) 657, de « doctrina social de la Iglesia ». Juan XXIII conserva las expresiones « doctrina social de la Iglesia » (Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 [1961] 453; Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 [1963] 300-301) « doctrina social cristiana » (Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 [1961] 453), o « doctrina social católica » (Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 [1961] 454).

[4] Cf Ildefonso Camacho, doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, 3ª ed. San Pablo, Pg.193

[5] WEB, Radio Vaticano, 12.02.2009, bajada de Internet el 28-04-2009

[6] En desarrollo de este tema sobre la propiedad privada véase Ildefonso Camacho, doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, 3ª edición, San Pablo

[7] Cf Ildefonso Camacho, opus cit., Pg 195