Reflexión 097

Mayo 15 2008

Compendio Doctrina Social de la Iglesia N° 72

Naturaleza de la D.S.I. (V)

¿Se puede decir que la Doctrina Social de la Iglesia es una ideología?

Cuando estudiamos la Doctrina Social de la Iglesia ¿a qué campo del conocimiento entramos? Es claro que la D.S.I. no es una ciencia como la física, las matemáticas o la biología, pero, ¿se trata de una ciencia social, como la economía, como la sociología o la ciencia política? ¿Se puede decir que la D.S. católica es una ideología?

Vamos a ver si al fin hoy, logramos claridad en este tema tan importante. Si no tenemos claro lo que es y lo que no es la D.S.I. nos podemos despistar al esperar de la D.S.I. lo que no nos puede dar.

Si usted quiere repasar el tema completo sobre la naturaleza de la D.S.I. le sugiero empezar en este ‘blog’ en la Reflexión 93.

Lo primero que nos aclara el Compendio de la D.S.I. sobre la naturaleza de la D.S. católica, – basándose en las encíclicas Laboren Exercens y Sollicitudo rei socialis, – ambas de Juan Pablo II, – es que la doctrina social de la Iglesia «NO pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teología y especialmente de la teología moral»[1] Es una afirmación categórica de Juan Pablo II.

De manera que la D.S.I. no es una ideología; como su nombre lo dice es ’doctrina’, es decir enseñanza de la Iglesia, basada en el Evangelio. La D.S.I. pertenece a un campo del conocimiento que requiere la fe. Para entender ciencias como la economía, la física, la filosofía, es suficiente la razón. Para comprender la D.S.I., como se trata de comprender el proyecto que Dios tiene para el ser humano y para el universo, y eso lo encontramos en la revelación, se necesita la luz de la fe. Ese es el primer punto clave: la D.S.I. no es ideología, porque se mueve en un campo del conocimiento, para el que no es suficiente la capacidad de la razón humana, porque la D.S.I. nos habla de Dios y su relación amorosa con el hombre. Si uno no tiene fe, no puede comprender, no puede aceptar el mensaje de la Escritura. Esto tiene especial importancia hoy, porque algunos teólogos están interpretando la Escritura como si se tratara de filosofía. Niegan la posibilidad de la acción de Dios en el mundo, con argumentos filosóficos. Se les escapa que la acción de Dios es de otra categoría.

Para entender y aceptar la D.S.I. se requiere la ayuda de la fe

De manera que nos movemos en un campo del conocimiento, en el cual no es suficiente la razón. Hay personas muy inteligentes, que no comprenden el mensaje de Jesucristo porque no tienen fe, o porque para interpretar la realidad social, dejan a un lado lo que conocen por la fe. Por eso asumen posiciones contra las enseñanzas de Jesucristo. Lo vemos en temas como la defensa de la vida frente al aborto y la eutanasia, y así sucede con principios y criterios de la D.S.I. sobre la familia, sobre el trabajo y sobre el uso de los bienes materiales.

¿Y es que hay distintas clases de conocimiento? Sí, inclusive en el campo del conocimiento puramente humano, hay distintas maneras de conocer las cosas. Un ejemplo interesante para comprender esto, puede ser el modo como los seres humanos podemos conocer el color. El artista, el físico, el químico, conocen el color desde su propio campo: el pintor conoce y utiliza el color desde el punto de vista del artista, que descubre la belleza en el color, en sus combinaciones, en sus tonalidades más suaves o más intensas. Tiene el artista una capacidad especial para captar el color, como generador de belleza, por eso es artista. Los que no somos artistas, a veces no vemos tantas tonalidades en un color como las encuentra el artista, y no vemos belleza en obras ante las cuales otros quedan arrobados.

El campo del conocimiento del físico es muy distinto; como científico, el físico puede abordar el tema del color desde el campo de la óptica, que es una parte de la física. Como los colores que el ojo humano puede ver, son parte de lo que llaman espectro electromagnético, – los colores son ondas de luz, – el físico estudia en el color el comportamiento de la luz como onda. Es un campo del conocimiento muy distinto al del arte. El campo del conocimiento del físico tiene que ver con la interacción de los electrones con la materia; porque el color se produce cuando la luz interactúa con la materia.

Podríamos seguir con el ejemplo del conocimiento del color, pero creo que es suficiente para comprender que hay diversos campos del conocimiento, y que el campo en el que se ubica la D.S.I. es un campo propio suyo; no se trata de un campo del conocimiento puramente humano, como el de la economía, la política o la filosofía, y para su estudio se necesita la ayuda de la fe.

La Doctrina Social nos enseña a encontrar el proyecto de Dios

La D.S.I. la abordamos los creyentes como lo hacemos con el Evangelio. No como enfocan su estudio de la sociedad los políticos y los economistas. Ellos ven la sociedad como el campo donde aplicar sus teorías económicas y políticas. En nuestro caso, tratamos de encontrar en la doctrina social católica, lo que Dios nos dice sobre cómo deben ser nuestras relaciones con nuestros semejantes y con el universo, de acuerdo con su proyecto. Buscamos cuál es el proyecto divino de la sociedad, para colaborar en su realización. La pregunta que nos podríamos hacer en nuestro estudio podría ser ¿cuál es el modelo de sociedad, como Dios la diseñó?

Por eso en la D.S.I. buscamos orientación sobre la familia; porque la familia es la célula vital de la sociedad. En la D.S.I. buscamos la respuesta a ¿cómo debe ser la familia según el proyecto de Dios? Buscamos también en la D.S.I. lo que Dios quiere del trabajo humano; porque el trabajo representa una dimensión fundamental de la existencia humana, no sólo como participación en la obra de la creación, sino también de la redención. Estas últimas son palabras del Compendio en el N° 263.

También en la D.S.I. buscamos principios y criterios para el recto manejo de la economía, que debe estar al servicio del hombre y de la sociedad y no al contrario. Y de la misma manera buscamos orientación para saber cómo debe ser nuestro comportamiento en la comunidad política, porque ella existe para obtener un fin de otra manera inalcanzable: el crecimiento más pleno de cada uno de los miembros de la sociedad, llamados a colaborar de manera estable, permanente, en la realización del bien común. Este tema sobre la comunidad política lo encontramos en la segunda parte del Compendio de la D.S.I., en los números 384 y siguientes.

La comunidad internacional en un enfoque de fe

Como vemos, el enfoque de todos estos temas fundamentales en el desarrollo de la sociedad, es un enfoque de fe: se trata de conseguir la realización de un mundo según Dios lo planeó.

También los temas de la comunidad internacional tienen que encontrar orientación en la D.S.I., porque el mensaje del Evangelio ofrece una visión universal de la vida de los hombres, mensaje que nos hace comprender la unidad de la familia humana.[2] Los temas de la comunidad internacional tienen que ver con la D.S.I. porque la vocación del cristianismo es universal; no puede descuidar lo que afecte a toda la familia humana. Dice bellamente la D.S.I. que la unidad de la familia humana no se construye con la fuerza de las armas, del terror o de la prepotencia; es más bien el resultado de aquel “supremo modelo de unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, Uno en tres personas… que los cristianos expresamos con la palabra ‘comunión’, y una conquista de la fuerza moral y cultural de la libertad. [3]

Estos enfoques no se entienden sin fe. Es un lenguaje inaccesible para los no creyentes. ¿Qué entenderían en la ONU, si se les dijera que la comunidad internacional debe tener como modelo la vida íntima de Dios, Uno en tres personas?

La ecología en la Doctrina Social

¿Qué decir de otros temas, como el de la ecología? ¿Es también un asunto en el que tenga algo que decir la D.S.I.? Sí, y mucho y con todo derecho. En algunas personas hay una completa desorientación a este respecto. En un interesante programa nocturno, con oyentes permanentes que lo llaman La Universidad de la noche, – programa que se transmite en la madrugada por una de las cadenas radiales, – hace unos días, un radioescucha echaba la culpa del deterioro del medio ambiente, al que la Biblia nos enseñe que el ser humano es el centro de la creación y a que según el Libro Santo, Dios creó el universo para el uso del hombre. Como si la idea de Dios al entregar la naturaleza a la familia humana, hubiera sido el uso y el abuso. En ninguna parte de la Biblia se otorga a la humanidad esa autorización de destruir la naturaleza. A veces se interpreta mal la Palabra de Dios porque no se conoce lo suficiente.

Dios creó la naturaleza, y leemos en el capítulo 1° del Génesis (1-31) que, después de cada cosa que fue creando, vio Dios que estaba muy bien. Al terminar el Creador su obra, dice el Génesis en el v. 31: Vio Dios todo cuanto había hecho, y he aquí que estaba muy bien. Todo le quedó muy bien. Según el relato bíblico, Dios creó al hombre y a la mujer después de haber creado todo lo demás, y a ellos el Señor confió la responsabilidad de toda la creación; la tarea de tutelar su armonía y desarrollo. En el 2° capítulo del Génesis, versículo 15 dice: El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara. No para que lo explotara.

Participante de la luz de la inteligencia divina

El problema del deterioro del medio ambiente no se origina en la posición privilegiada del ser humano en la creación. El ser humano es superior a los demás seres creados, porque tiene un vínculo especial con Dios; es la única criatura creada a imagen de Dios. El Concilio Vaticano II en la Gaudium et spes, 58, declara que tiene razón el hombre, participante de la luz de la inteligencia divina, cuando afirma que por virtud de su inteligencia es superior al universo material. No nos podemos quejar los seres humanos de haber sido preferidos por Dios, entre todas las demás criaturas. Pero Dios ama a todas sus criaturas, y nos encargó su cuidado.

De manera que no hay por qué echar la culpa a los expertos en Sagrada Escritura, por el deterioro del medio ambiente. Que el ser humano sea el centro de la creación, según el libro del Génesis, no es un invento de los biblistas. Así lo quiso Dios. Basta leer el texto sagrado. No se necesitan interpretaciones forzadas.

El Cardenal Ratzinger, en su libro Dios y el mundo dice que La grandeza de la persona (humana) es indiscutible…El ser humano puede mirar con sus ojos el universo y contemplar a su vez desde el universo los detalles de su vida. De este modo se ha internado, como quien dice, en las fuentes del ser, de manera que puede intentar desmontarlo o aprovecharlo y desarrollarlo con inteligencia. Más adelante, añade que la paradoja del ser humano es, que Está llamado a lo más grande, pero su libertad (lo) puede convertir en una verdadera amenaza…(que) puede provocar su caída y transformarlo en un demonio destructivo.[4]

La tendencia peligrosa de poner a la naturaleza por encima del ser humano

Hay dos aspectos que debemos tener en cuenta al leer la narración de la creación en el libro del Génesis; uno es el derecho que Dios concedió al ser humano de utilizar la naturaleza para su bien, y por otra parte el encargo que Dios le dio de cuidar la naturaleza. La puede usar para su bien, pero no le dio autorización de destruirla. Por otra parte, es también importante tener en cuenta, que hay hoy algunas tendencias peligrosas de poner a la naturaleza por encima del hombre. Los expertos en la Nueva Era lo saben bien.

A las personas especialmente interesadas en el medio ambiente, las invito a estudiar lo que nos enseña la doctrina católica en el Compendio de la D.S.I. en los N° 451 a 487. Estamos todavía lejos de llegar allá.

Nos dice la Iglesia en el N° 463 del Compendio, que una correcta concepción del medio ambiente es por una parte no

reducir utilitariamente la naturaleza / a un mero objeto de manipulación y explotación, por otra parte, tampoco debe absolutizarla y colocarla, en dignidad, por encima de la misma persona humana. En este último caso, se llega a divinizar la naturaleza o la tierra, como puede fácilmente verse en algunos movimientos ecologistas…[5]

Interpretar la realidad según el pensamiento de los hombres

Para comprender que la D.S.I. no pertenece al campo de la ideología sino de la teología, y especialmente de la teología moral, había que empezar por estudiar qué es eso de ideología. Ya lo hicimos en las reflexiones anteriores. En resumen, digamos que ideología es una interpretación de la realidad social, según ideas y criterios políticos. La ideología marxista interpreta la realidad social de acuerdo con las ideas marxistas; de allí obtienen los principios, los criterios que orientan su acción, para la estructuración y manejo de la sociedad. Quieren ellos una sociedad según la ideología marxista. Sus máximos orientadores: Marx, Lenin. El mayor problema de esa ideología es que es materialista; allí no cabe Dios. Quieren entonces una sociedad incompleta, sin Dios. Para ellos la religión es el opio del pueblo. Según ellos, la religión adormece a la gente, porque la pone a pensar en la otra vida, en vez de dedicarse a la vida y sus problemas en la tierra. Por eso a donde han llegado a dominar persiguen la religión. Hemos visto que eso de ser opio del pueblo, es una acusación contra la religión que no está de acuerdo con la verdad. El cristianismo tiene como misión la construcción del Reino de Dios, que llega a la plenitud en la eternidad, pero su construcción empieza aquí y ahora.

Capitalismo materialista

La ideología capitalista, por su parte, se orienta también hacia una sociedad igualmente materialista. Son el individuo, la economía y el mercado, los criterios básicos en el manejo de la sociedad. Si la economía y el mercado se orientan al bien común está bien, pero en el capitalismo como funciona ahora, es el dinero el que manda, y la sociedad se orienta, no hacia el bien integral del hombre y el bien común, sino sólo hacia el consumo, hacia el disfrute del individuo, de los bienes materiales. Son los que tienen éxito económico, los que determinan la estructura de la sociedad y la conducen según sus intereses. Se olvidan también, como los marxistas, de la finalidad trascendente del ser humano, que va más allá de este mundo material. Para el capitalismo neoliberal, el centro del mundo es el individuo; con tal de que yo tenga dinero, no importa si es a costa del prójimo. Los demás se convierten en instrumentos para satisfacer mis deseos. Ese individualismo, que es lo mismo que egoísmo, les hace pensar que son dueños absolutos de sus bienes y que pueden hacer con su dinero lo que quieran. No entienden el principio cristiano de que Los bienes, aun cuando sean poseídos legítimamente, conservan siempre un destino universal. Toda forma de acumulación indebida es inmoral, porque se halla en abierta contradicción con el destino universal que Dios creador asignó a todos los bienes.[6]

Decíamos que tanto la ideología marxista como la capitalista, en los territorios en que han dominado o dominan, han utilizado todos los medios, lícitos e ilícitos, para conseguir sus fines de construir sociedades según su ideología, y han fracasado. El comunismo en la Unión Soviética se acabó, después de muchos años de dominio absoluto y no consiguieron el paraíso que habían prometido a los trabajadores. Algunos lo quieren reencauchar ahora, en otros países. Serán años más de sufrimiento, de violencia, de limitación de la libertad, antes de un nuevo fracaso.

El capitalismo es el que domina ahora, y el mundo sigue siendo pobre, sigue habiendo hambre. Hay crecimiento económico pero no hay equidad. Los más ricos siguen siendo más ricos, y la pobreza disminuye apenas a pasos diminutos.

Transformar la sociedad según la idea del hombre

De manera que las ideologías interpretan la realidad social según sus ideas filosóficas y políticas, según su idea del hombre, y pretenden transformar la sociedad de acuerdo con esas ideas. Y ¿qué pasa con la D.S.I.? La respuesta nos la da el Papa Juan Pablo II, cuando nos dice en el N° 41 de la encíclica Sollicitudo rei socialis, que el objetivo principal de la D.S.I. es interpretar la realidad social examinando su conformidad o diferencia / con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia / la conducta cristiana.

De manera que mientras la ideología marxista busca construir una sociedad según las ideas de Marx, de Engels, de Lenin, y la ideología capitalista busca construir una sociedad según sus ideólogos Adam Smith, John Maynard Keynes, Milton Friedman y los nuevos que surgen permanentemente, la D.S.I. busca la creación de una sociedad según los designios de Dios para el hombre, que tiene una vocación terrena y a la vez trascendente, creado por Dios a su imagen y semejanza, llamado a amar al prójimo, su hermano, como a sí mismo.

La D.S.I. nos ofrece los criterios que deben formar nuestra conciencia, a la luz del Evangelio. Es de allí de donde sale la D.S.I.: del Evangelio. En esta época difícil, a veces confusa, para saber cómo vivir de acuerdo con la fe, la D.S.I. nos ofrece orientación que se basa en criterios extraídos del Evangelio. Y claro, tenemos que estar preparados, porque los criterios que a nosotros, católicos, nos deben guiar, no siempre coinciden con los que se promueven ahora en la cátedra y a través de los partidos y movimientos políticos y de los medios de comunicación, del cine, de la radio, de la TV; criterios que se venden como lo conveniente, como lo actual. Lo demás, nos dicen, es vivir en el pasado. Sabemos bien que lo fundamental no lo podemos quitar simplemente, porque es lo que ahora dice la palabra de los hombres, que es como la arena; no es firme, cambia, se la lleva el viento y el edificio construido sobre arena se cae…

Los principios de la D.S.I. y la verdad sobre el hombre

Los principios en que se basa la D.S.I. representan la verdad sobre el hombre, como la conocemos por la fe y la razón, y tienen su origen en el encuentro del mensaje evangélico y de sus exigencias, con los problemas que surgen en la vida de la sociedad.[7] En el corazón del mensaje evangélico se encuentra el mandamiento del amor. De manera que los principios de la D.S.I. brotan del encuentro de los problemas de la sociedad con el mensaje del Evangelio, con sus exigencias. El mensaje del Evangelio tiene las exigencias del amor, de un amor exigente. El modelo de amor, el de Jesús, llegó hasta dar la vida.

Ya estudiaremos en su momento los principios en que se basa la D.S.I., pero por lo menos enumerémoslos ahora. Son los siguientes:

La dignidad de la persona humana, el bien común, el destino universal de los bienes y la opción preferencial por los pobres, el principio de subsidiaridad, el de solidaridad, los principios fundamentales de la vida social, a saber: la verdad, la libertad, la justicia, el camino de la caridad, que se debe considerar el criterio supremo y universal de toda ética social.[8]

Los principios de la D.S.I. ocupan en el Compendio de la D.S.I. del N° 160 al 208. Los estudiaremos cuando lleguemos allá…

Las ideologías actuales, que hacen caso omiso de la fe, pretenden, entonces, interpretar la realidad según el pensamiento de los políticos, de los economistas, de los sociólogos que, según su filosofía del hombre, orientan su acción al desarrollo de una sociedad terrena, sin intervención de Dios. Y ¿cuál es la filosofía del hombre, de los orientadores de las actuales corrientes políticas? Conciben al ser humano como un producto de la evolución, sin intervención de Dios, sin un fin trascendente. Por eso la sociedad que quieren construir no respeta la vida de los débiles, ni la familia; tampoco, en la práctica, la libertad. ¿Para dónde quieren llevar a nuestra sociedad?

Antes de terminar, quisiera dejar esta pregunta para nuestra reflexión: si lo que pretende la D.S.I. es orientarnos para que construyamos una sociedad según el proyecto de Dios, ¿por qué el mundo no comprende o no aplica la D.S.I., si no se puede uno imaginar una sociedad más perfecta que la ideada por Dios?

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[1] Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 3, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 41

[2] Compendio de la D.S.I., 428ss

[3] Compendio D.S.I., 432

[4] Joseph Ratzinger, Dios y el mundo, Creer y vivir en nuestra época, Una conversación con Peter Seewald, Galaxia Gutemberg, Pg 111s

[5] Cf., por ejemplo, Consejo Pontificio de la Cultura – Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, Jesucristo, Portador del agua de la vida. Una reflexión cristiana sobre la ‘‘Nueva Era”, Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2003, p. 35

[6] Compendio de la D.S.I., 328

[7] Cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis conscientia, 72, AAS 79 (1987), Compendio N° 160

[8] Compendio de la D.S.I., N° 204