DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
Usted encuentra en este blog los programas sobre la Doctrina social de la Iglesia que se transmiten por Radio María de Colombia los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.: Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.
Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/
Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente, que es el contenido del último programa de esta serie, transmitido por Radio María de Colombia y preparado por Fernando Díaz del Castillo Z. En la columna de la derecha están las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro “Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.
Utilice los Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio, Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.
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Contra la objeción de conciencia aparentan fundarse en la ley
En la reflexión anterior dedicamos un espacio a relatar el ejemplo del Beato FranzJägerstätter, patrono de los objetores de conciencia y dijimos unas breves palabras sobre el martirio de Santo Tomás Moro, quien murió mártir por no doblegarse ante el deseo de su jefe el rey Enrique VIII de Inglaterra, quien pretendía que el Papa aprobara su divorcio de su legítima esposa para casarse con Ana Bolena.
Estas menciones son muy importantes en este momento, porque hoy, con subterfugios se niega el derecho a la objeción de conciencia en Colombia, contra la Constitución que dice en el artículo 18: Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia.
En Colombia inventaron algunos magistrados de la Corte Constitucional, que la libertad de conciencia no se aplica a las instituciones, por ejemplo a los hospitales, como si no fueran personas las que toman las decisiones sobre la licitud de los actos médicos en esas instituciones. No pueden ser las instituciones, algo abstracto, sino las personas que las fundan, las que definen sus objetivos, su misión, sus principios, las personas que las administran, quienes se encargan de hacer cumplir esos principios, objetivos, normas y por lo tanto esas personas tienen todo el derecho que les da la Constitución, de exigir que no se les obligue a actuar contra su conciencia, cuando se las quiere obligar a que autoricen la práctica del aborto en las instituciones de salud a su cargo.
Otro caso aberrante es el de algunos comunicadores sociales. A la Constitución estamos obligados todos; entonces, me pregunto: ¿por qué en los medios de comunicación radiales y de TV se hostiga a los personajes públicos por sus creencias? Según la Constitución nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias. Sin embargo permanentemente oímos a miembros de las mesas de trabajo de las grandes cadenas, que ridiculizan a personas como el Procurador, porque se atreve a defender sus puntos de vista basados en la ética. Me da la impresión de que esos periodistas o comentaristas están furiosos porque el Procurador solo emplea argumentos jurídicos y éticos, para defender sus puntos de vista, sin embargo lo maltratan todo el tiempo. El Procurador es lo suficientemente inteligente para no caer en la trampa de poner argumentos religiosos y lo suficientemente valiente para no ocultar en su vida que profesa la fe católica.
Esa es la manera moderna de atacar la fe: aparentan fundarse enla ley que interpretan a su acomodo o la crean, o en el caso de los comunicadores, quienes aprovechan para atacar a los creyentes una parte de la Constitución, el artículo 20, sobre la libertad de expresión, ignorando que el mismo artículo 20 advierte que los medios de comunicación tienen responsabilidad social. ¿No es un abuso contra la mayoría de los colombianos que somos creyentes? Tenemos que soportarlos porque las grandes cadenas tienen monopolizado el mercado de los medios radiales.
Después de la presentación de los dos mártires de la objeción de conciencia, volvimos a la encíclica Rerum novarum del Papa León XIII, la carta magna de la DSI. Como me han comunicado algunos oyentes que ese día hubo algunos problemas en la transmisión, que nos les permitieron oír el programa completo, voy a hacer un resumen de lo esencial de lo que vimos en el programa anterior sobre la Rerum novarum. Si alguno quiere leer completa la reflexión sobre el Beato Franz Jägerstätter y la breve referencia a Santo Tomás Moro lo invito a leerlas en www.reflexionesdsi.org.
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En la reflexión anterior resumimos los argumentos de la encíclica Rerum novarum en defensa de la propiedad privada y contra su abolición, como pretende el socialismo marxista. Nos enseña León XIII que el trabajador tiene tener derecho a aspirar a una propiedad que puede conseguir con esfuerzo por medio de su salario, de manera que la abolición de la propiedad perjudicaría a los mismos obreros y sería una injusticia, porque el derecho a la propiedad privada se funda en la naturaleza. Un segundo argumento a favor de la propiedad se basa en que para ser fértil, la tierra necesita el trabajo del ser humano y con ese trabajo la persona humana deja en ella su huella indeleble.
Sigue la Rerum novarum demostrando la necesidad de la propiedad privada, si se piensa en la familia. El padre de familia tiene que velar por la conservación de los suyos y tiene que prever las necesidades del futuro. Eso no sería posible o muy difícil, si no se tiene derecho a una propiedad.
Un tercer argumento de la encíclica Rerum novarum a favor de la propiedad privada se desarrolla a partir de la negación del poder que el estado pretende tener, para anular los derechos de la familia o de la patria potestad. Nos dice León XIII que el Estado no puede asumir el papel de la familia. Finalmente afirma la Rerum novarum que abolir la propiedad privada perturba la paz, suscita conflictos, quita los estímulos para trabajar y genera miseria.
Después de recorrer los argumentos de la encíclica Rerum novarum sobre la propiedad privada, se puede uno preguntar si la Rerum novarum asume una posición muy liberal, en su defensa de la propiedad privada. Decíamos que debemos tener en cuenta que León XIII estaba enfrentando una coyuntura nueva, un cambio de época, y el tema de la propiedad privada a la que atacaba el socialismo marxista como causa de la crisis, solo entonces empezaba a considerarse como algo de especial importancia. León XIII estaba abriendo camino, y el papel de la propiedad privada sería necesario seguirlo clarificando como lo han hecho los Papas desde entonces.
Sin embargo, lo que afirma la encíclica Rerum novarum sobre la propiedad privada no ha cambiado en lo esencial; se ha profundizado en su significado y se ha ampliado, sin cambiar sus principios.
A los que piensan que el pensamiento de la Rerum novarum es complaciente con el pensamiento liberal sobre la propiedad, hay que observarles que es precisamente en esta encíclica donde la DSI toma distancia del pensamiento liberal sobre la propiedad privada, porque León XIII no se limita a fundamentar el derecho a la propiedad privada, sino que insiste claramente en los deberes de los propietarios, a quienes no les reconoce un derecho absoluto a ella como lo pretendía la ideología capitalista liberal.
La doctrina sobre la propiedad privada en la RN se complementa con dos aspectos muy importantes que separan a la Iglesia de la ideología capitalista liberal: uno, con referencia a las obligaciones del propietario y otro en cuanto a las obligaciones del Estado. Estos dos asuntos se presentan en la segunda parte de la encíclica.
Claramente dice en el N° 16 que el hecho de ser la propiedad privada un derecho que da la naturaleza a la persona humana, no quiere decir que pueda “considerar las cosas externas como propias, sino como comunes”. Más adelante amplía la idea León XIII, diciendo que las riquezas son todo tipo de bienes, “sean estos del cuerpo o externos, o sean del espíritu”. De ellos dice la Rerum novarum que los ha recibido la persona humana “para perfeccionamiento propio y, al mismo tiempo, para que, como ministro de la providencia divina, los emplee en servicio de los demás”. Ese punto, de habérnoslos dado Dios para nuestro perfeccionamiento y para el servicio de los demás, es decir para favorecer nuestro desarrollo como personas, y para cumplir con los demás el papel de administradores de bienes comunes, lo trató más adelante Pío XII y en una encíclica, la Laborem exercens, el Beato Juan Pablo II.
A este tema del trabajo como la oportunidad del ser humano para su desarrollo como persona le dedicamos una serie de algo más de 40 programas, a los que llamamos “La alegría de Trabajar”. Los oyentes antiguos de Radio María quizás lo recuerden.
Que el trabajo sea un tema muy importante en la DSI lo demuestran las continuas intervenciones de los Papas en que piden a los gobiernos que mejoren las oportunidades de trabajo, que en nuestra época son críticas. A este propósito, en un libro de varios que salen a la luz en estos días sobre el Papa Francisco, estoy leyendo uno que se titula “El Jesuita”, la historia de Francisco, el Papa argentino, editado por VERGARA . Lo publicaron por primera vez en 2010. Es tan aleccionador lo que cuenta en él sobre el trabajo, que no puedo dejar de leer algunos párrafos en este momento.
¿QUÉ OPINA SOBRE EL TRABAJO EL PAPA FRANCISCO?
En el capítulo dos de la biografía del cardenal Bergoglio, hoy el Papa Francisco (Pg. 33), se narra que cuando terminó la escuela primaria, su padre lo llamó y le dijo: “Mirá, como vas a empezar el secundario, conviene que también comiences a trabajar; en las vacaciones te voy a conseguir algo”. Cuenta que los dos primeros años realizó tareas de limpieza, el tercero le dieron trabajos administrativos y cuando ingresó a un colegio industrial, especializado en química de la alimentación, consiguió un trabajo en un laboratorio, en el que trabajaba entre las 7 de la mañana y la 1 de larde. Tenía una hora para almorzar y luego acudía a sus estudios hasta las 8 de la noche.
Lo más interesante es saber lo que dice el cardenal Bergoglio sobre esa experiencia joven de trabajo. Dice: “Le agradezco tanto a mi padre que me haya mandado a trabajar. El trabajo fue una de las cosas que mejor me hizo en la vida y, particularmente, en el laboratorio aprendí lo bueno y lo malo de toda tarea humana” (Pg.34)
Poco después preguntan a Francisco, entonces cardenal Bergoglio: “Seguramente, a lo largo de su vida sacerdotal lo habrá venido a ver mucha gente desocupada. ¿Cuál es su experiencia?” Responde Francisco:
-Claro, mucha. Son gente que no se siente persona. Y que, por más que sus familias y sus amigos los ayuden, quieren trabajar, quieren ganarse el pan con el sudor de su frente. Es que en última instancia, el trabajo unge de dignidad a una persona. La unción de dignidad no la otorga ni el abolengo, ni la formación familiar, ni la educación. La dignidad como tal solo viene por el trabajo. Comemos lo que ganamos, mantenemos a nuestra familia con lo que ganamos. No interesa si es mucho o poco. Si es más, mejor. Podemos tener una fortuna, pero si no trabajamos, la dignidad se viene abajo (Pg 35).
Luego, el entonces cardenal Bergoglio hace esta observación sobre el fruto del trabajo: “El trabajo abre una puerta de realismo y constituye un claro mandato de Dios: ‘Crezcan, multiplíquense y dominen la tierra…’ O sea, sean señores de la tierra: trabajen.”
Y los entrevistadores observan al cardenal Bergoglio: Pero la peor parte la llevan los que quieren trabajar y no pueden.
– Lo que pasa es que el desocupado en sus horas de soledad, se siente miserable, porque ‘no se gana la vida’. Por eso, es muy importante que los gobiernos de los diferentes países, a través de los ministerios competentes, fomenten una cultura del trabajo, no de dádiva. Es verdad que en momentos de crisis hay que recurrir a la dádiva para salir de la emergencia… Pero después hay que ir fomentando fuentes de trabajo porque, yo no me canso de repetirlo, el trabajo otorga dignidad” (Pg 36).
Hacia el final de esta interesante entrevista el cardenal Bergoglio observa: “No olvidemos que la primera encíclica social (Rerum novarum) nació a la sombra de la Revolución Industrial, cuando comenzaron los conflictos y no surgieron dirigentes con la capacidad para crear alternativas”.
Ministros de la Providencia Divina
Terminemos esta reflexión con este complemento. En la Rerum novarum se presenta la doctrina social como la enseña el Evangelio. Al enseñarnos que los bienes nos han sido dados “para que como ministros de la providencia divina”, los empleemos en beneficio de los demás, se está presentando la idea cristiana de que somos administradores de los bienes de Dios, no dueños absolutos. Podemos recordar la parábola de los talentos: el dueño nos pedirá cuentas del uso que hagamos de los talentos, sean materiales, sean espirituales que Dios nos ha dado. Si Dios nos los dio para que los administremos en bien de todos, los dueños y administradores de los grandes negocios, cuando toman decisiones sobre precios, ganancias, control de gastos, para lo cual emplean sin dudar como primer recurso, el despido, a veces de centenares de trabajadores, debieran pensar que no solo tendrán que dar cuentas de su administración a los dueños del capital, sino al supremo dueño, Dios.
Ética en la economía y centralidad del ser humano
Hoy hemos tenido la oportunidad de conocer también algo más de la DSI como la entiende y nos la enseña ahora el Papa Francisco, y nos damos cuenta de que es la confirmación de la doctrina de siempre. Es interesante que el 16 de mayo (2013), en reunión con algunos nuevos embajadores para recibir sus cartas credenciales, El Papa Francisco los exhortó a no olvidar el predominio de la ética en la economía y la vida social y subrayó el valor de la solidaridad y la centralidad del ser humano. Es obvio que sus palabras no iban dirigidas solo a esos embajadores presentes, porque el Papa proclamó el pensamiento social de la Iglesia sobre el uso de los bienes. Veamos:
Las palabras del Santo Padre Francisco se refieren al tema que venimos tratando en nuestro programa, de manera que son un complemento mandado por el Espíritu Santo en estos días de Pentecostés. Con la lectura de ese texto vamos a terminar por hoy.
El Papa Francisco y la crisis económica y financiera
Dijo Francisco a los embajadores:
“La humanidad vive en este momento como una curvatura de su historia, teniendo en cuenta los avances en diversas áreas. Hemos de alabar los resultados positivos que contribuyen al verdadero bien del ser humano, por ejemplo en los campos de la salud, la educación y la comunicación. Sin embargo, también hay que reconocer que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo siguen viviendo en una precariedad diaria, con consecuencias desastrosas. Algunas patologías aumentan con sus consecuencias psicológicas; el miedo y la desesperación se adueñan del corazón de muchas personas, incluso en los llamados países ricos; la alegría de vivir disminuye; la indecencia y la violencia van en aumento, la pobreza se hace más evidente. Hay que luchar para vivir y, con frecuencia, para vivir de una forma que no es digna.
Una de las causas de esta situación, en mi opinión, radica en la relación que tenemos con el dinero, en aceptar su dominio sobre nosotros y nuestras sociedades. Así, la crisis financiera que estamos atravesando nos hace olvidar su origen primero, situado en una profunda crisis antropológica. ¡En la negación de la primacía del hombre! Hemos creado nuevos ídolos. El antiguo culto al becerro de oro ha encontrado una imagen nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro ni objetivo verdaderamente humano”.
“La crisis global que afecta a las finanzas y la economía parece poner de relieve sus deformidades y, especialmente, la grave carencia de su perspectiva antropológica, que reduce al hombre solamente a una de sus exigencias: el consumo. Y lo que es peor, el mismo ser humano es considerado hoy como un producto que se puede usar y luego tirar. Hemos puesto en marcha la cultura del deshecho. Esta deriva atañe al nivel individual y social, ¡y se favorece! En este contexto, la solidaridad, que es la riqueza de los pobres, a menudo se considera contraproducente, en contra de la racionalidad económica y financiera. Mientras el rédito de una minoría crece de manera exponencial, el de la mayoría se debilita.
Este desequilibrio se deriva de las ideologías que promueven la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, negando así a los Estados el derecho de controlar, aunque éstos sean los encargados del bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral y sin remedio posible sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y el crédito alejan a los países de su economía real y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A esto hay que añadir, una corrupción tentacular y una evasión fiscal egoísta que han asumido proporciones mundiales. La voluntad de poder y posesión ha pasado a ser ilimitada”.
“Detrás de esta actitud se encuentra el rechazo de la ética, el rechazo de Dios. ¡La ética, al igual que la solidaridad, molesta! Se considera contraproducente, demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder; se la ve como una amenaza, porque rechaza la manipulación y la sumisión de la persona. Porque la ética lleva a Dios, que está más allá de las categorías del mercado. Dios es considerado por estos financieros, economistas y políticos, como algo incontrolable. Dios incontrolable, incluso peligroso, porque llama al hombre a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud. La ética -una ética naturalmente no ideológica – permite, en mi opinión, crear un equilibrio y un orden social más humanos. En este sentido, animo a los expertos financieros y a los líderes gubernamentales de vuestros países a considerar las palabras de San Juan Crisóstomo: “No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son los nuestros, los bienes que poseemos; son los suyos”.
El Papa ha afirmado que “sería deseable llevar a cabo una reforma financiera que sea ética y produzca, a su vez, una reforma económica saludable para todos. Sin embargo, esto requeriría un cambio audaz de actitud de los dirigentes políticos. Les exhorto a que se enfrenten a este reto con determinación y visión de futuro, teniendo en cuenta, por supuesto, la naturaleza específica de sus contextos. ¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero el Papa tiene la obligación, en el nombre de Cristo, de recordar al rico que debe ayudar al pobre, respetarlo, promoverlo. El Papa exhorta a la solidaridad desinteresada y a un retorno de la ética en favor del hombre en la realidad económica y financiera”.
“La Iglesia, por su parte – ha reiterado- trabaja siempre para el desarrollo integral de cada persona. En este sentido, señala que el bien común no debe ser un simple añadido, un simple esquema conceptual de calidad inferior añadido a la agenda política. La Iglesia anima a los gobernantes a estar verdaderamente al servicio del bien común de sus pueblos. Exhorta a los administradores de las realidades financieras a tomar en consideración la ética y la solidaridad. Y ¿por qué no acudir a Dios para inspirar sus propios diseños? Se crearía entonces una nueva mentalidad política y económica que contribuiría a transformar la dicotomía absoluta entre la esfera económica y la social en una sana convivencia”.