Reflexión 253 , julio 11, 2013, Papel de la Iglesia y el estado

 

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La vocación del laico católico en el servicio público

 

Dedicamos las tres  reflexiones anteriores a explicar en qué consiste la objeción de conciencia, un derecho fundamental, declarado así por la Constitución política de Colombia en su artículo 18. Hoy vamos a continuar el estudio del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, que habíamos interrumpido por la importancia que en este momento tiene la claridad sobre la objeción de conciencia.

Antes de continuar recordemos que el manejo de la política es un asunto que concierne al campo de la doctrina social, porque la política se refiere a la administración del bien común, a la conducción de las naciones por el camino que conviene a la sociedad en su correcto desarrollo. Para el católico su intervención en la política activa implica una obligación, que consiste en contribuir a que se ordene lo creado al bien del hombre, es decir que la porción que corresponda al político, sea una región o el país,  se ordene al bien del hombre. Ese es el papel del laico, según Christifideles laici o como dice el concilio Vaticano II en Gaudium et spes en el N° 43: la vocación del laico se extiende a ser testigo de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana.

Ser testigos de Cristo es ser testigos de la verdad, y un testigo de la verdad está presto a dar la cara en todo momento, es decir siempre, en todas las actividades a que se dedique, nunca se esconde. Infortunadamente la falta de coherencia entre fe y vida hace olvidar a algunos católicos con vocación al servicio público, que en las decisiones que tome en esas actividades o en la vida empresarial, la posición indeclinable del católico debe estar del lado de la verdad y no desviarse para favorecer intereses ideológicos ni personales.

La Iglesia y el estado

 

Esta aclaración conviene hacerla antes de continuar tratando la intervención del papa León XIII en la vida de la Iglesia, que no fue únicamente en la cuestión social por medio de la encíclica Rerum novarumSin duda la cuestión política, que corresponde también a la DSI era más urgente que la cuestión social antes de 1891, año de publicación de la Rerum novarum, (Cfr P. Ildefonso Camacho, obra citada, Pgs 56ss), pues en el siglo XIX y los comienzos del XX la Iglesia se vio enfrentada a unos modernos estados, inspirados en la ideología liberal, que tocaban en su misión a la Iglesia católica y le coartaban su libertad para desarrollar sus actividades en la sociedad.

Recordemos que en tiempo de León XIII no se había resuelto todavía la situación de los Estados Pontificios, la llamada “Cuestión romana” y el papa era acosado para que dejara a Roma. Solo en los pontificados siguientes se puso punto final a ese difícil asunto de Italia y los Estados Pontificios, que terminó con la unificación de Italia, primero en una monarquía y luego en la república italiana, mientras que la Santa Sede reducía su poder temporal al pequeño Estado Vaticano, lo apenas necesario para conservar su independencia y libertad de acción.

En el ambiente actual la presentación de la situación parece ser distinta, pero no lo es del todo; se pretende aislar a la Iglesia, volver a la pretensión de reconocerle solo el derecho de intervenir en la sociedad en los aspectos puramente espirituales y reducida su acción al ámbito de los templos; como mucho se le quiere dejar colaborar en la asistencia social con obras de misericordia que considerarían altruismo. En este cambio de época del siglo XXI no todo es nuevo, las ideologías del siglo XIX siguen vivas de diversas maneras y se muestran en el rostro del laicismo, del relativismo, del agnosticismo que trata de imponerse.

Es importante por eso, que los católicos conozcamos mejor la doctrina social de la Iglesia sobre su papel en la sociedad y el papel del Estado. En el liberalismo filosófico, político se reduce al mínimo el papel del estado aun en las relaciones laborales, que considera asunto privado, por lo tanto son asuntos que deben quedar fuera de ámbito de su intervención. Claro que con el tiempo esta posición ha tenido que cambiar, obligados por las circunstancias y el estado interviene por medio de leyes laborales que, no siempre benefician a los trabajadores como lo hemos vivido en Colombia donde se sigue la orientación del mundo capitalista, que es la de favorecer más al capital que al trabajo. También hoy la Iglesia se distancia de la visión liberal del siglo XIX sobre el estado, al que esa ideología marginaba de la vida social.

Esta observación nos hace caer en la cuenta de la importancia del conocimiento de la historia de la Iglesia, que no se puede reducir a una simple narración de hechos, sin ahondar, por ejemplo, en las ideologías que motivaban los acontecimientos y moldeaban  la sociedad de cada época. Es necesario conocer el contexto para comprender la historia. Así se puede entender el desenfoque de quienes critican a la Iglesia por haber canonizado a San Ezequiel Moreno Díaz, agustino que fuera obispo de Pasto, y lo critican y rechazan por una frase suya que dice: “el liberalismo es pecado”. ¿Los críticos de la Iglesia han estudiado a qué liberalismo condenaba San Ezequiel? ¿Cuál era la ideología de ese liberalismo en relación con la Iglesia? En la vida de Santa Laura Montoya podemos encontrar algunos de los vicios de ese liberalismo que sufrió la Iglesia de su tiempo y con ella, su propia familia. No hace  falta recordar por  ej. el destierro del arzobispo de Bogotá Monseñor Mosquera por José Hilario López, la confiscación de bienes eclesiásticos, la expulsión de los jesuitas, para comprender el ambiente de la época.

Los ciudadanos católicos y sus obligaciones con el estado

 

¿Por qué dedicamos tiempo a estudiar nuestras obligaciones de católicos con el estado? ¿También esto es doctrina social católica? Sí, es parte importante. Como lo hemos afirmado, la política es parte y muy importante del manejo de la sociedad; de la orientación ideológica con que se la gobierne puede depender la libertad religiosa y el reconocimiento de nuestros derechos ciudadanos para vivir conforme nuestra fe nos exige. Tengamos presente que somos ciudadanos de nuestro país terreno y también ciudadanos que tenemos como misión colaborar en la construcción del reino de Dios. Somos ciudadanos de la ciudad terrena y de la ciudad de Dios y debemos armonizar las relaciones entre las dos.

Volvamos a la encíclica Rerum novarum. Esta encíclica hace frente a ideologías que pretendían dar forma a la sociedad según su pensamiento político. La encíclica Rerum novarum no trata solo de las injusticias cometidas por el capitalismo de la revolución industrial; como la Iglesia fue testigo, no solo de la visión liberal de la sociedad sino  también de las equivocadas respuestas marxistas a esas injusticias,  la Iglesia, por la Rerum novarum, se alejó de los dos extremos, del capitalismo liberal que pretendía un estado que no interviniera y del marxismo que con su poder invadía todos los ámbitos de la vida en sociedad. Presenta la encíclica, la visión cristiana de la sociedad.

Rerum novarum y función del estado en la sociedad

 

Si revisamos los números 23, 26, 32, 35 y 36 de la Rerum novarum, encontraremos la posición de la Iglesia en cuanto a la función del estado en la sociedad. La encíclica deja claro en primer lugar, que pocos estados de su tiempo podrían reclamar que su papel en la sociedad respondía a la doctrina social católica. La encíclica enumera en el n° 23 los deberes generales del estado y se refiere a una serie de tareas en las cuales el estado no debe reducir su intervención a vigilar que se obre de acuerdo con ciertos principios, como lo reclamaba el modelo liberal (al que algunos llamaban el estado gendarme), sino que el estado debe intervenir de tal manera, que los que gobiernan deben cooperar…con toda la fuerza de las leyes e instituciones …haciendo que de la ordenación y administración misma del estado brote espontáneamente la prosperidad tanto de la sociedad como de los individuos., ya que este es el cometido de la política y el deber inexcusable de los gobernantes.

La doctrina de la Iglesia deja claramente sentado entonces, que el cometido de la política y deber inexcusable de los gobernantes, es ordenar y administrar de tal manera que brote espontáneamente la prosperidad. Pocas líneas más adelante afirma que la misión propia del estado es velar por el bien común. Esa es por lo tanto la misión del político; no es buscar solo su propia prosperidad.

En el N° 26, León XIII se refiere al respeto que el estado debe observar por el individuo y la familia a quienes no debe absorber, sino dejar a cada uno la facultad de obrar con libertad, sin hacer daño a otros ni perjudicar el bien común, pues el estado debe defender a la comunidad y a sus miembros. La razón total del poder es la conservación de la comunidad, su salud, es decir su bienestar, nos enseña Rerum  novarum. El estado y los políticos deben cuidar,  no utilizar a quienes se le confían, es decir debe cuidar a los ciudadanos, no usarlos como herramientas para construir su personal bienestar.

Como vemos, desde la Rerum novarum quedó claro, en blanco y negro, lo que del evangelio y de la misma filosofía se establece como papel de los gobernantes. Al mismo tiempo la encíclica fija límites a la intervención del estado por el bien común, cuando dice que las leyes no deberán abarcar ni ir más allá de lo que requieren el remedio de los males o la evitación del peligro. La Iglesia defiende la libertad y no los abusos de estados dictatoriales. Presenta un equilibrio según las necesidades de la sociedad.

La visión que la Iglesia presenta del estado muestra claramente su preocupación por la cuestión social, la situación de los trabajadores, pero abarca los derechos de todos, a la sociedad completa. Si es verdad que reclama la iniciativa del estado para actuar en casos como el abuso contra los trabajadores en largos horarios de trabajo y en salarios insuficientes, también reclama que se defienda la propiedad privada, frente a abusos del marxismo (28), previniendo las huelgas, removiendo a tiempo las causas que las originan. Las relaciones que la encíclica Rerum novarum defiende entre patronos y trabajadores no son de confrontación sino de colaboración; lejos de apoyar la lucha de clases, que no puede estar de acuerdo con el Evangelio, que predica la armonía que solo se consigue con el amor fraterno.

Las encíclicas de León XIII sobre la función del estado


Si en la encíclica Rerum novarum encontramos doctrina sobre el estado, sobre los gobiernos, no es la única vez que la Iglesia ha abordado estos temas. Antes de esta encíclica, dirigida específicamente a responder a los problemas sociales originados en la revolución industrial, León XIII había publicado cinco encíclicas sobre cuestiones políticas, necesarias en el momento de ebullición de los gobiernos europeos y que tocaban directamente a la Iglesia. Esas cinco encíclicas fueron: Diuturnum illud en 1881, que empieza en español La prologada y terrible guerra contra la autoridad de la Iglesia, que trata sobre el origen del poder, Humanum genus (1884), La raza humana, sobre la fransmasonería, Immortale Dei (1885), (Obra inmortal de Dios misericordioso), sobre la constitución cristiana del estado, Libertas prestantissimum (1888,) La libertad , don excelente de la naturaleza…) sobre la libertad humana y el liberalismo,  y Sapientiae christianae (1890), sobre los deberes del ciudadano cristiano.

Solo la enumeración de esas encíclicas de León XIII me hace pensar que tenemos que admitir la limitación humana que no nos permite abarcar todo lo que quisiéramos. Qué temas tan interesantes y cómo debemos aprovechar el tiempo de que disponemos para no malgastarlo. Podríamos pasar por alto estos temas y seguir con el estudio de la encíclica Quadragesimum annum, de Pío XI, pero no sería apropiado. Dediquemos algún tiempo a conocer el pensamiento de la Iglesia sobre el manejo del estado; necesitamos este estudio en nuestra formación de ciudadanos católicos para actuar en armonía con nuestra fe.

Me parece que debemos hacer frente a estos asuntos, que algunos pueden considerar espinosos, con la intención de entender el pensamiento de la Iglesia y también entender el espíritu moderno, para no condenarlo sin más y tender puentes que nos den acceso a la comprensión de diferentes modos de pensar que encontramos en nuestra sociedad. Me ayudaré de la obra citada en otras oportunidades, Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, del jesuita español doctor en teología y licenciado en ciencias económicas, el P. Ildefonso Camacho.

Es imposible estudiar todos los documentos de León XIII sobre el asunto del estado y su relación con la religión y la Iglesia, pero tampoco podemos ignorarlos como si no fueran parte de la DSI.  Que no se hable mucho de estas encíclicas parece indicar que la Rerum novarum, por su oportunidad y su profundidad, hubiera eclipsado las otras. Intentemos una síntesis sin recorrer los documentos uno por uno.

La encíclica Immortale Dei

 

Empecemos por la encíclica Immortale Dei, de 1885, sobre la constitución cristiana del estado. Es el primer gran documento sobre este tema. En su estructura aparecen las dos concepciones de estado: la cristiana y la que llaman “del derecho nuevo”. Las dos primeras partes de la encíclica desarrollan la concepción cristiana y luego su contraparte, la llamada concepción moderna del estado. En la tercera parte se sacan algunas conclusiones prácticas y sobre los consiguientes deberes de los católicos. En la introducción de la Immortale Dei dice León XIII que confía en que la verdad expuesta disipará con su resplandor todos los motivos de error y de duda y podremos ver con facilidad las normas de vida que debemos seguir.

Hay que destacar la exposición de la encíclica Immortale Dei sobre el papel que la Iglesia ha desempeñado en bien de la sociedad, la seguridad en su exposición que muestra que  conoce bien su papel en esa oportunidad y en el futuro, lo mismo que el análisis y denuncia de las dificultades que encuentra la Iglesia en los obstáculos que presenta el estado moderno. El primer obstáculo es claramente, la concepción del papel que el estado moderno atribuye a la Iglesia.

Se llamaba estado moderno a ese nuevo estado concebido según la filosofía de la libertad, que empezó con el libre examen del protestantismo y que se trasladó de la libertad de conciencia a la falsa idea de una libertad absoluta, no reglada por ninguna autoridad sino solo por la propia razón y que rigió la revolución francesa.

La comunidad política ordenada por la naturalez y el “contrato social”

 

La Immortale Dei fija los cimientos de su presentación en el contraste entre la concepción cristiana de la sociedad y la concepción nueva. En el N° 2 afirma que el ser humano está ordenado naturalmente a vivir en comunidad política, a asociarse con sus semejantes. El derecho nuevo parte, no de un ordenamiento natural, sino de un acuerdo de voluntades entre los individuos, por el llamado “contrato social”. Recordemos este punto cuando nos hablan de “contrato social”; según esa concepción la persona humana no es naturalmente comunitaria, sino que resuelve serlo por su libre voluntad.

Dice Immortale Dei:

El hombre está ordenado por la Naturaleza a vivir en comunidad política. El hombre no puede procurarse en la soledad todo aquello que la necesidad y la utilidad de la vida corporal exigen, como tampoco lo conducente a la perfección de su espíritu. Por esto la providencia de Dios ha dispuesto que el hombre nazca inclinado a la unión y asociación con sus semejantes, tanto doméstica como civil, la cual es la única que puede proporcionarle la perfecta suficiencia para la vida.

La autoridad viene de Dios

El siguiente punto se refiere a la naturaleza y la función de la autoridad. “Para el cristiano la autoridad es necesaria a la sociedad y proviene de Dios, que es el verdadero Señor de todas las cosas”, mientas que según el derecho nuevo, la autoridad es la voluntad del pueblo que transmite una delegación para mandar. Ahora entendemos por qué en la Constitución del 91 se cambió su preámbulo que reconocía la suprema utoridad de Dios. Dice Immortale Dei  (Cfr 2 y 10):

Ahora bien: ninguna sociedad puede conservarse sin un jefe supremo que mueva a todos y cada uno con un mismo impulso eficaz, encaminado al bien común. Por consiguiente, es necesaria en toda sociedad humana una autoridad que la dirija. Autoridad que, como la misma sociedad, surge y deriva de la Naturaleza, y, por tanto, del mismo Dios, que es su autor. De donde se sigue que el poder público, en sí mismo considerado, no proviene sino de Dios. Sólo Dios es el verdadero y supremo Señor de las cosas. Todo lo existente ha de someterse y obedecer necesariamente a Dios. Hasta tal punto, que todos los que tienen el derecho de mandar, de ningún otro reciben este derecho si no es de Dios, Príncipe supremo de todos. «No hay autoridad sino pos Dios» (Rom 13,1).

Reflexión 252 , julio 4, 2013, Objeción de conciencia IV

 

DOCTRINA SOCIAL DE  LA IGLESIA

 

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 REPASEMOS LO VISTO SOBRE OBJECIÓN DE CONCIENCIA

 

Dedicamos los tres programas anteriores a estudiar la objeción de conciencia, un derecho que la Constitución política colombiana reconoce explícitamente en el artículo 18. Dedicamos el final del programa pasado a aclarar la diferencia entre objeción de conciencia y desobediencia civil, que algunos pueden erróneamente confundir. Recordemos lo que ya expusimos:

Decíamos que los dos conceptos: objeción de conciencia y desobediencia civil se asemejan en que las dos manifiestan una oposición a una obligación jurídica, pero se diferencian en  sujeto, contenido, procedimiento, objeto y el tratamiento jurídico de cada una (Falcón y Tella, María José, Objeción de conciencia y desobediencia civil: similitudes y diferencias. Anuario de Derechos Humanos. Nueva Época, Vol. 10, 2009, 171-182).

La primera diferencia entre objeción de conciencia y desobediencia civil es en referencia al sujeto, es decir en referencia a la persona que hace uso de ese derecho, que es el objetor de conciencia. La objeción de conciencia es un acto individual, no se requiere que lo presente una organización, no es necesario un acto colectivo, de un grupo de personas; la desobediencia civil en cambio sí es un acto colectivo, organizado. La segunda diferencia es en contenido, es decir en el fundamento de la objeción de conciencia que son razones éticas, religiosas, humanitarias o filosóficas las que motivan a esta objeción, mientras que la desobediencia civil tiene componentes de carácter político; en cuanto al procedimiento que se sigue en una y en otra, a la desobediencia civil se acude como último recurso, después de haber agotado todas las vías legales, mientras que la objeción de conciencia es ella misma una vía legal, reconocida por la Constitución de Colombia y de la mayoría de los regímenes democráticos; no necesita la objeción de conciencia haber agotado otros recursos. No es necesario, por ejemplo, haber presentado primero una demanda o una tutela.

Nos  falta por examinar  la diferencia entre la objeción de conciencia y la desobediencia civil en el objeto, es decir a qué se oponen una y otra. La objeción de conciencia  se opone a obligaciones “personales,” a “mandatos”, no a prohibiciones. Por ejemplo, el médico a quien se ordena practicar un aborto, puede oponer su objeción de conciencia, porque se le manda algo que su conciencia declara que sería algo malo que debe evitar, y si lo hiciera, la conciencia, la voz interior de Dios se lo reprocharía. La Constitución, al declarar que la objeción de conciencia es un derecho fundamental, concede la inmunidad al objetor de conciencia; de ahí que ninguna autoridad puede condenar a quien hace uso de la objeción de conciencia, porque hace algo autorizado expresamente por la Constitución.

A pesar de la claridad que para nosotros tiene la objeción de conciencia como derecho fundamental, así declarado por la Constitución colombiana, se ha tornado un asunto muy importante en nuestros días porque no podemos negar que nuestra sociedad está contagiada del pluralismo ético que ha creado un clima moral dominado por el relativismo, en el que cada quien se cree libre para vivir su vida según sus propios intereses y deseos sin ataduras a normas.

Tristemente este comportamiento no es exclusivo de países desde hace tiempo dominados por el relativismo, sino que nos ha llegado a países que eran respetuosos de la ética cristiana como Colombia y España. Han llegado librepensadores a los parlamentos y a las altas cortes, que se creen autorizados para modificar a su favor las normas que tocan a la bioética y a la familia y así trastornarían los valores tradicionales de asuntos tan importantes como la constitución de la familia. Como es claro, la aprobación de esas nuevas normas modificaría a la sociedad misma.

LOS CATÓLICOS QUE INCURSIONAN EL CAMPO DE LA POLÍTICA

 

Es de lamentar que no haya siempre parlamentarios y jueces que defiendan la posición ética católica, y no tengan presente su obligación como creyentes, de ser testigos de la verdad. Qué oportuno sería enviar a los parlamentarios y jueces que se consideran católicos, esta frase de la Constitución Lumen gentium del Concilio Vaticano II en el N° 43: A la conciencia bien formada del seglar toca lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena”, y como los laicos necesitamos la orientación de la Iglesia, recordar también a los sacerdotes la frase que sigue en ese mismo documento: “de los sacerdotes, los laicos pueden esperar orientación e impulso espiritual.”

En la Iglesia universal ha habido sacerdotes con vocación para orientar a los políticos. Yo creería que no tiene que ser una labor muy distinta al trabajo de evangelización que se desarrolla con los demás seglares. Todos necesitamos de la evangelización, creyentes y no creyentes; sin embargo hace falta acercarse a ellos y ofrecerles los servicios que la Iglesia presta, de manera oportuna y adecuada a su especial obligación.

 La falta de evangelizadores en nuestra sociedad

 Las necesidades de evangelización son tantas y tan variadas en nuestro tiempo, que no alcanzan los obreros para atender los campos listos para la siega, y la mies corre el peligro de ser ahogada por la maleza, por la cizaña.

El documento base para el plan de nueva evangelización en la arquidiócesis de Bogotá nos presenta la realidad de esta ciudad región y parece imposible de abarcar un campo tan vasto, no solo por su tamaño sino por la variedad de aspectos que hay que considerar; como evangelizadores, tenemos que considerar que Bogotá se caracteriza no por su homogeneidad sino porque camina una transición socio-cultural y religiosa; nadie puede negar que su identidad ha cambiado por la pluralidad cultural de sus habitantes que llegan de todas las regiones, y las desigualdades sociales no solo permanecen sino que crecen como una mancha en toda la gran ciudad. Si no nos ponemos todos a cumplir con nuestra misión de discípulos misioneros, – cada uno según sus posibilidades, – será imposible cumplir con  la responsabilidad de mantener en esta región la luz de Jesucristo, y esa es la vocación de los católicos que hacemos parte de la arquidiócesis de Bogotá. Y lo mismo se puede decir de las demás diócesis colombianas.

HACEN FALTA LÍDERES CATÓLICOS DE FUERTE PERSONALIDAD

Volviendo al papel de los católicos que se desempeñan en el  campo de la política, el documento final de Aparecida dedica el N° 501 y siguientes a los Discípulos y Misioneros en la Vida Pública. El N° 502 cita palabras de Benedicto XVI en el discurso inaugural de esa conferencia episcopal, que se refieren al tema de los católicos en la vida política: La realidad actual de nuestro continente pone de manifiesto que hay

una notable ausencia en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas.

Es claro Benedicto XVI: hacen falta líderes católicos de fuerte personalidad y no solo en la política sino en los medios de comunicación y en el medio universitario; católicos a quienes no dé temor ni vergüenza hablar como creyentes. Cuando uno escucha a los comunicadores de las grandes cadenas se pregunta ¿por qué todos parecen agnósticos? Lo mismo sucede con la mayoría de los que orientan la prensa escrita o escriben en ella. El martes 2 de julio (2013), un columnista de El Tiempo (Christian Valencia) afirmaba que el Procurador general de la nación tiene derecho a pensar como quiera pero no a convencernos a todos de sus creencias. Y añade que el Procurador no representa a la mayoría de los colombianos que son las minorías. Es una afirmación gratuita o ¿es que tiene datos fidedignos que demuestren su afirmación? Para esta clase de ataques tenemos que estar preparados los creyentes. Si ataca al Procurador porque es creyente, pero no se rebaten sus argumentos que son éticos, no religiosos.

SEÑALES DE PREOCUPACIÓN

 

El documento final de Aparecida es muy importante y no puedo resistirme a leer algunos números más que nos retratan el escenario en que nos corresponde actuar como discípulos y misioneros y que no podemos ignorar. El N°  503 se refiere a algunos asuntos de especial preocupación en la realidad de nuestro continente y señala:

Entre las señales de preocupación, se destaca como una de las más relevantes, la concepción del ser humano, hombre y mujer, que se ha ido plasmando. Agresiones a la vida, en todas sus instancias, especialmente contra los más inocentes y desvalidos, pobreza aguda y exclusión social, corrupción y relativismo ético, entre otros aspectos, tienen como referencia un ser humano, en la práctica cerrado a Dios y al otro.

Y así continúa el documento de Aparecida en el N° 504 esta radiografía de la realidad continental:

Sea un viejo laicismo exacerbado, sea un relativismo ético que se propone como fundamento de la democracia, animan a fuertes poderes que pretenden rechazar toda presencia  y contribución de la Iglesia en la vida pública de las naciones, y la presionan para que se repliegue en los templos y sus servicios “religiosos”. Consciente de la distinción entre comunidad política y comunidad, base de sana laicidad, la Iglesia no cejará de preocuparse por el bien común de los pueblos y, en especial, por la defensa de principios éticos no negociables porque están arraigados en la naturaleza humana.

 Cuando meditamos en nuestra misión como cristianos, que por una parte debemos mantener viva la propia llama de la fe que se nos entregó en el bautismo y debe contribuir a que esa gracia que Dios nos regaló se extienda en nuestro país y en el mundo, me recuerda lo que cuenta la vida de San Ignacio de Loyola que empezó su sueño de la Compañía de Jesús con menos de 10 compañeros y cuando en 1540, el rey de Portugal le pidió 10 para enviar de misioneros a las Indias,  le contestó: “Si de diez, van seis a las Indias (eran los que estaban en Roma), ¿Qué deja V.S. para el resto del mundo?” (José Ignacio Tellechea Idígoras, Ignacio de Loyola solo y a pie, Ediciones Sígueme, Pg 306). Sí, el campo de trabajo es inmenso y tenemos por eso que pedir luz al Espíritu Santo para que si queremos dedicarnos a extender el reino de Dios hagamos las tareas que convenga, que no escojamos las más fáciles, sino las que el Señor quiera que hagamos. Hay mucho campo sin manos que cultiven y quizás se dedica el esfuerzo a otros ya bien atendidos.

La tarea que tenemos hoy por delante parece imposible de cumplir, y lo sería si contáramos solo con nuestras fuerzas, pero contamos con la compañía del Señor que cuando ordenó difundir sus enseñanzas por el mundo añadió: “sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”, Mt 28,20.

El evangelio que leímos el martes pasado, de la tempestad que Jesús calmó, nos recuerda que Él es poderoso y camina con nosotros.

¿CUÁL ES NUESTRO PAPEL COMO LAICOS CATÓLICOS?


De cuál sea nuestro papel como laicos católicos nos instruye una vez más la Iglesia en el documento de Aparecida en el N° 505:

Son los laicos de nuestro continente, conscientes de su llamada a la santidad en virtud de su vocación bautismal, los que tienen que actuar a manera de fermento en la masa para construir una ciudad temporal que esté de acuerdo con el proyecto de Dios. La coherencia entre fe y vida en el ámbito político, económico y social exige la formación de la conciencia, que se traduce en un conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia. Para una adecuada formación en la misma, será de mucha utilidad el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. La V Conferencia se compromete a  llevar a cabo una catequesis social incisiva, porque “la vida cristiana no se expresa solamente con virtudes personales, sino en las virtudes sociales y políticas”.

Es triste, pero muchos de los laicos dedicados al campo de la política y de la economía, pareciera que no comprendieran que la coherencia entre fe y vida también se debe aplicar en esos campos, y obran como si su campo de trabajo le fuera vedado a la fe. Algunos viven esa tensión, por ejemplo, entre la formación que reciben de algunas universidades en economía y lo que conocen en la DSI, y les hace falta profundizar en la doctrina de la Iglesia que es la del evangelio. Se necesitan católicos, sacerdotes y laicos bien formados en esas disciplinas y con vocación para trabajar con empresarios, políticos y economistas, que sientan la llamada para ser obreros en ese campo de evangelización. ¿Llega allá el Evangelio? Es muy importante que comprendamos que no es suficiente que se hable de ellos, es necesario conversar con ellos, oírlos con respeto, entenderlos y hacerles entender el mensaje.

Aparecida continúa así en el N° 506:

El discípulo y misionero que se desempeña en los ámbitos de la política, de la economía y en los centros de decisiones sufre el influjo de una cultura frecuentemente dominada por el materialismo, los interés egoístas y una concepción del hombre contraria a la visión cristiana. Por eso, es imprescindible que el discípulo se cimiente en su seguimiento del Señor, que le dé la fuerza necesaria no solo para no sucumbir ante las insidias del materialismo y del egoísmo, sino para construir en torno a él un consenso moral sobre los valores fundamentales que hacen posible la construcción de una sociedad justa.

Dedica el documento de Aparecida el N° 507 a los problemas endémicos de la corrupción en nuestro continente. Para no alargarme hoy quisiera terminar con algunas frases del N° 508, en el cual los señores obispos reafirman su compromiso de acompañar a los que llama “constructores de la sociedad”, a formar las conciencias,  de ser la Iglesia abogada de la justicia y de la verdad y educar en las virtudes individuales y políticas.” Finalmente llama la atención de los laicos el sentido de responsabilidad para estar presentes en la vida pública y en concreto en la formación de los consensos necesarios y  en la oposición contra las injusticias.

A este campo hemos llegado en nuestras reflexiones sobre la objeción de conciencia, un asunto de la mayor importancia en la vida pública, un medio que nos reconoce la Constitución en nuestra participación en la construcción de una sociedad justa, según los planes de Dios.

Reflexión 251 La objeción de conciencia III, junio 27, 2013

 

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Repasemos la diferencia entre conciencia psicológica y conciencia moral

Hemos dedicado las últimas reflexiones a comprender en qué consiste el derecho a la objeción de conciencia, definido por la Constitución de Colombia como uno de los derechos fundamentales de que gozamos los ciudadanos. Nos dice el artículo 18 de la Constitución:

Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia.

Este es un derecho ciudadano muy importante y del cual los creyentes gozamos en teoría; sin embargo en este momento se buscan astutos argumentos para negar este derecho cuando se trata de defender el delito del aborto o el derecho de los notarios o de los jueces a negarse a dar el nombre de matrimonio a contratos de unión entre parejas del mismo sexo.

Como es muy importante que conozcamos bien este derecho constitucional de la libertad de conciencia, repasemos brevemente lo que ya hemos expuesto en los dos programas anteriores. Vimos que debemos empezar por entender a qué se llama conciencia en este caso y para eso empezamos por distinguir entre conciencia psicológica y conciencia moral. La conciencia de la que trata el artículo 18 de la Constitución es la conciencia moral.

Conciencia psicológica es el acto de darse uno cuenta; por eso decimos que una persona perdió la conciencia a consecuencia de un golpe en la cabeza o de una novedad de salud en el sistema nervioso. Se dice que alguien quedó inconsciente, por ejemplo, porque no se da cuenta de lo que pasa a su alrededor y no puede reaccionar frente a eso.  

También la conciencia psicológica es el acto de darse uno cuenta no solo del ambiente, de reconocer dónde uno está, de sino algo más profundo; la conciencia del ser humano es capaz de  conocerse a sí mismo, de saber quién es, de conocer sus atributos. Decíamos que esta es una propiedad de la persona humana. Esta propiedad, de la conciencia psicológica, no la tienen los animales.

 Yentonces,  a qué se refiere la Constitución cuando establece la libertad de conciencia?  Es claro queen este caso se trata de la conciencia moral y no de la conciencia psicológica. La conciencia moral es “el conocimiento interior del bien y del mal”.

Los católicos entendemos que la conciencia moral es una voz interior, una orden que internamente oímos y nos convoca a amar el bien, es decir, a practicarlo, y a evitar el mal. Esa voz aprueba nuestras acciones cuando son buenas, y denuncia, nos hace sentir  incómodos con nosotros mismos, cuando no atendemos esa orden interior. El Catecismo dice que la persona prudente, cuando escucha la voz de la conciencia puede oír a Dios que le habla. ¿En qué forma oímos la voz de Dios? Después de obrar, cuando escogemos lo que está bien, Dios nos hace sentir la tranquilidad de quien obra bien. Quien por el contrario hace el mal, contra lo que oye decir a su conciencia, va a sentir eso que llamamos remordimiento. El origen de la conciencia moral es entonces Dios que inscribió una ley en nuestro corazón. Esa voz interior nace con nosotros y es íntima, secreta; solo cada uno tiene acceso a ella.

Nos aclara el Catecismo esta explicación en el N° 1778; nos explica que

                                    

“La conciencia moral es un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina”.

 

En pocas palabras, vemos que la corta explicación del diccionario es acertada: la conciencia moral es el conocimiento interior del bien y del mal.

Como ciudadanos, la Constitución garantiza que nadie nos puede molestar en razón de nuestras creencias ni nos pueden obligar algo contra nuestra conciencia. No estamos obligados a actuar contra lo que nuestra conciencia nos hace entender que está bien o está mal. Lo cual significa que, si una ley nos ordenara  una acción que en conciencia juzgamos que sería una acción mala, no la debemos obedecer; no por capricho, ni pretendemos algo ilegal, sino que nos lo permite la Constitución, y debemos estar preparados para defendernos cuando nos atacan. Los que nos atacan pretenden utilizar argumentos legales y filosóficos.

Una vez comprendido lo que es la conciencia moral, que es en pocas palabras, el conocimiento del bien y del mal, y que defiende nuestra Constitución, entramos a estudiar la objeción de conciencia.

En la toma de decisiones personales en grupos a los que pertenezcamos, en las decisiones empresariales, en razón de los cargos que ocupemos o en los cargos políticos y de las corporaciones públicas a que alguien pertenezca, la conciencia debe estar en el corazón de sus decisiones. Nadie decide algo sin que se dé cuenta de que lo que va a hacer  está o no de acuerdo con lo que la conciencia le dice que está bien o está mal. Si una persona tiene su conciencia bien formada, su conducta  en general se ajustará a ese juicio: hará el bien y evitará el mal.

No hay duda de que la solidez de las convicciones religiosas es garantía de que la objeción de conciencia de los creyentes no obedece a simples caprichos ni arbitrariedades. Sobre la importancia de la fundamentación seria a la objeción de conciencia, comentábamos en el programa anterior, que la Corte Constitucional señala que las creencias o convicciones que son objeto de protección constitucional deben ser profundas, fijas y sinceras ( C 728 de 2009, Magistrado ponente Gabriel Eduardo Mendoza Martelo).

Cuándo proteger la objeción de conciencia


En este delicado asunto de la objeción de conciencia, no siempre las decisiones se toman sobre asuntos completamente claros, por eso la Corte deja campo para que el legislador o el juez, según de qué se trate, pondere con cuidado en qué casos debe proteger la objeción a cumplir una orden de la ley por motivos de conciencia y cuándo no.
Como vimos ya, existen diversas objeciones de conciencia y no todas son iguales. Por ejemplo, mencionamos dos casos, el de la negativa a prestar el servicio militar por razones religiosas y el negarse a recibir transfusiones de sangre por razones parecidas. En esos casos puede la autoridad considerar si la aceptación de esa objeción de conciencia está limitada por los derechos de otras personas que se vulnerarían por aceptar la negativa del objetor de conciencia como podrían ser las necesidades del orden público, la salubridad, la seguridad de la comunidad, etc. Los médicos tienen a veces que tomar la decisión de ordenar o no una transfusión sanguínea a personas que por razones religiosas se nieguen a ese procedimiento.
Pidamos por nuestros jueces, por los legisladores, por los médicos y directores de hospitales para que en situaciones de responsabilidad como las que hemos visto, tengan la luz y la fuerza de la gracia que les ayude a tomar decisiones justas.

Veíamos también en la reflexión anterior que como somos libres, las personas humanas tenemos siempre la posibilidad de actuar contra lo que la conciencia nos señale como bueno o como malo. Así mismo es claro también que quien actúa contra los dictámenes de su conciencia tiene que asumir al mismo tiempo el remordimiento por obrar de manera irracional.

Diversas explicaciones se pueden dar de una decisión equivocada  de un juez, que claramente contraviene lo que la ley moral general establece; la explicación puede ser su posición de no creyente, para quien no existe la ley natural, tampoco acepta la existencia de Dios, y se cree libre para seguir su ley personal y su propia moral, de manera que cree que puede justificar algo que para los demás es moralmente injustificable. Los que se llaman a sí mismos librepensadores, defensores ante todo de la libertad del ser humano para definir el bien y el mal solo por lo que le dicte la razón, pueden caer en esa categoría. Puede tratarse en otros, de una debilidad de carácter frente a posibles amenazas u ofrecimientos económicos.

La persona que actúa contra los dictados de su conciencia renuncia a actuar con la libertad que como ser humano tiene. En Colombia hemos visto cómo algunos políticos y jueces han preferido sacrificar su vida por seguir el dictamen de su conciencia, antes que doblegarse a amenazas de criminales.

Hoy se buscan resquicios legales para violar la libertad constitucional de la objeción de conciencia. Se le ocurrió a algún jurista constitucional que las objeción de conciencia es aplicable a las personas pero no a las instituciones. Esto, con el fin de obligar a los hospitales a practicar abortos. Lo he dicho otras veces en este programa: no son las instituciones como los hospitales con su estructura material, sus edificios, sus equipos, sus laboratorios, los que toman las decisiones sobre la moralidad de los actos médicos que allí se realizan, sino las personas que fundaron esas instituciones con unos objetivos, basados en ciertos principios y las personas que ejercen allí su profesión médica. No se puede violentar la conciencia de las personas en esa forma.

Querer imponer una ley que obligue a practicar abortos o la eutanasia a personas que en conciencia han tomado la decisión de oponerse a ella es un contrasentido, es  buscar caminos tortuosos para desobedecer a la Constitución que declara derecho fundamental el de la objeción de conciencia; fingiendo cumplirla, con interpretaciones gratuitas la desconocen, la hacen inútil.

Con esa conducta de algunos juristas se está creando un clima que se opone al clima de libertad de la democracia. Con esta posición aparentemente legal pero propia de las dictaduras, se puede llevar a los médicos a renunciar a la práctica de su profesión para no pasar por la angustia de verse obligados a realizar actos que en conciencia consideran inmorales. A esa situación se vieron sometidos los médicos en la Alemania nazi, cuando esa dictadura los obligaba a esterilizar a pacientes con epilepsia o esquizofrenia y la eutanasia a ancianos, inválidos y en tratamientos muy difíciles. El juez Lothar Kreyssing fue obligado a renunciar por haber declarado ilegales esos programas de eutanasia (Preparing the Ground for Constitutionalisation through Reconciliation Work, Legerer, Anton; German Law Journal, Vol 6, 2, 1 de febrero, 2005) .  En el juicio por los crímenes nazis 24 médicos fueron acusados de crímenes contra la humanidad precisamente por no haberse apartado de la ley (Museo del holocausto, Washington) ¿Llegaremos en Colombia a situaciones parecidas?

 

En Colombia navegamos por aguas peligrosas


Cuando uno escucha los pronunciamientos de algunos funcionarios judiciales y ahora, de algunos notarios, uno podría pensar que en Colombia estamos empezando a navegar por aguas peligrosas. Se defiende el asesinato de inocentes en el aborto provocado y se ridiculiza sin rubor a los objetores de conciencia, en algunos medios de comunicación; se pretende equiparar la unión de personas del mismo sexo con el matrimonio, se afirma que “las creencias no deben afectar el cumplimiento de la ley”, y que “las normas se deben aplicar, de forma independiente de las creencias”, como lo afirmó la magistrada María Mercedes López (El Tiempo, 2 de noviembre 2012) cuando era candidata a la Procuraduría.

Algunos defienden la posición de independencia absoluta de la fe, como el caso del notario Pablo Emilio Cruz quien se manifestó de acuerdo con que se reconozca el matrimonio de las parejas del mismo sexo y respondió a un periodista con esta perla sobre la posición del Cardenal Rubén Salazar en defensa del matrimonio:

“Lo primero que tengo que señalar es que la opinión de un alto jerarca de la Iglesia colombiana es intrascendente en tanto que (sic) las funciones de los notarios en Colombia son funciones regladas por la ley por lo tanto no estamos sometidos a los sacramentos ni a los mandamientos de ninguna religión sino que tenemos que cumplir la ley”…

El notario Cruz no se refirió a los argumentos utilizados por el Cardenal Salazar, que han sido argumentos basados, no en las creencias sino en la Constitución, de manera que no quedó bien… Parece que no conocía las declaraciones del Cardenal. Me alegré de escuchar el martes por la noche a algunos jueces que declararon públicamente que ellos no celebrarían “matrimonios” de personas del mismo sexo.

Gabriel Esteban Rodríguez sostiene que “históricamente la objeción de conciencia ha sido un símbolo de libertad y un testimonio de la supremacía de la conciencia sobre leyes positivas injustas” (apuntes privados).

Después de la  segunda guerra mundial, en 1947, la Comisión de Derecho Internacional, de la ONU, redactó los principios llamados Principios de Núremberg, y en ellos recoge las lecciones aprendidas por la humanidad de la barbarie nazi y uno de estos principios reafirma la responsabilidad de los seres humanos de enjuiciar las leyes desde el punto de vista moral (Gabriel Esteban Rodríguez, apuntes privados). Dice así el principio IV:

El hecho de que una persona actúe bajo las órdenes de su Gobierno o de un superior no le exime de la responsabilidad bajo las leyes internacionales, siempre que se demuestre que moralmente tenía posibilidad de actuar de otra forma.

De manera que el objetor de conciencia está protegido por negarse a cumplir una ley que en conciencia se considera injusta como lo es la del aborto.

La objeción de conciencia y la desobediencia civil

 

Antes de terminar aclaremos la diferencia que existe entre objeción de conciencia y desobediencia civil, para lo cual aprovecharé la ayuda de las notas de Gabriel Esteban Rodríguez Escandón quien ha profundizado en este tema. Recordemos que el doctor Moisés Wasserman, terminaba su  artículo publicado en El Tiempo (2 de junio, 2103), con la afirmación: Creo que el Procurador está confundiendo objeción de conciencia con desobediencia civil. La primera es un acto individual e íntimo; la segunda, un hecho político. Empiezo por decir que el Procurador ha demostrado en sus intervenciones, que es un profundo conocedor de la ley y de la Constitución, de manera que no deja de ser aventurado para un lego en la materia, acusarlo de estar confundido en esta materia que no parecería muy complicada. El mismo doctor Wasserman en el artículo que comento se califica de lego en la materia. Creo que el error de este benemérito ex rector de la U. Nacional es el desconocimiento de la persona del Procurador como jurista.

Algunos pueden confundir erróneamente la objeción de conciencia con una forma de desobediencia civil, y en realidad se asemejan en cuanto que las dos manifiestan una oposición a una obligación jurídica, pero, como vamos a ver, se diferencian en cuanto a sujeto, contenido, procedimiento, objeto y el tratamiento jurídico de cada una (Falcón y Tella, María José, Objeción de conciencia y desobediencia civil: similitudes y diferencias. Anuario de Derechos Humanos. Nueva Época, Vol. 10, 2009, 171-182). Vamos a explicarlo hasta donde alcancemos hoy y seguiremos en el próximo programa.

La primera diferencia es en cuanto al sujeto. La objeción de conciencia es individual, no requiere una organización, no es necesario un acto colectivo, de un grupo de personas; la desobediencia civil en cambio sí es un acto colectivo, organizado. La segunda diferencia es en cuanto al contenido; la objeción de conciencia está motivada por razones éticas, religiosas, humanitarias o filosóficas, mientras que la desobediencia civil tiene componentes de carácter político; en cuanto al procedimiento que se sigue en una y en otra, a la desobediencia civil se acude como último recurso, después de haber agotado todas las vías legales, mientras que la objeción de conciencia es ella misma una vía legal, reconocida por la Constitución de Colombia y de la mayoría de los regímenes democráticos; no necesita la objeción de conciencia haber agotado otros recursos.

En la próxima reflexión veremos la diferencia en cuanto al objeto de la objeción de conciencia y de la desobediencia civil. Espero terminar la semana entrante, la serie sobre la objeción de conciencia.

Reflexión 250 La objeción de conciencia II, junio 20, 2013

 

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Distinción entre conciencia psicológica y conciencia moral

 

La reflexión pasada la dedicamos a estudiar la objeción de conciencia. Comenzamos por comprender en qué consiste la conciencia, teniendo en cuenta lo que el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña sobre la conciencia moral. Aprendimos que hay que distinguir el término conciencia moral del de conciencia psicológica; este último es el acto de darse cuenta, como cuando uno dice que alguien está consciente o inconsciente o que se golpeó la cabeza y perdió la conciencia. También la conciencia psicológica es el acto de darse uno cuenta de quién es, de conocerse, de conocer sus atributos, que es una propiedad de la persona humana. Esta propiedad, de la conciencia psicológica, no la tienen los animales.


La conciencia moral es en cambio “el conocimiento interior del bien y del mal”, como la define el diccionario. El Catecismo ahonda en la explicación de conciencia moral. Volvamos a ver lo que nos dice este libro clave en nuestra doctrina católica.

Describe así el Catecismo lo que es la conciencia moral, (1776), tomándolo de la Constitución Gaudium et spes (16):

 

“En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal […]. El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón […]. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella”

 

De manera que la conciencia moral es una voz interior, una orden que internamente oímos y nos convoca a amar el bien, es decir, a practicarlo, y a evitar el mal. Esa voz aprueba nuestras acciones cuando son buenas, y denuncia, nos hace sentir  incómodos con nosotros mismos, cuando no atendemos esa orden interior. Más adelante el Catecismo dice que la persona prudente, cuando escucha la voz de la conciencia puede oír a Dios que le habla. Es decir que después de obrar, cuando escogemos lo que está bien, Dios nos hace sentir la tranquilidad de quien obra bien. Quien por el contrario hace el mal, contra lo que oye decir a su conciencia, va a sentir eso que llamamos remordimiento. El origen de la conciencia moral es entonces Dios que inscribió una ley en nuestro corazón. Esa voz interior nace con nosotros y es íntima, secreta; solo cada uno tiene acceso a ella.

 La conciencia moral: un juicio de la razón

 

Nos aclara el Catecismo esta explicación en el N° 1778; creo que leerlo nos ayuda a entender cómo se lleva a cabo ese proceso para llegar a juzgar si una acción es buena o es mala:

 

“La conciencia moral es un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina”.

 

En pocas palabras, vemos que la corta explicación del diccionario es acertada: la conciencia moral es el conocimiento interior del bien y del mal.

 

Entendido  lo que es la conciencia moral, lo que nos proponemos en esta reflexión es que, como católicos, tengamos claridad sobre el derecho constitucional y legal a la objeción de conciencia que tenemos como ciudadanos. Recordemos que este derecho se encuentra en el art. 18 de la Constitución, entre los derechos fundamentales, y dice: Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia.

De manera que, como ciudadanos, la Constitución garantiza que nadie nos puede molestar en razón de nuestras creencias ni nos pueden obligar algo contra nuestra conciencia. No estamos obligados a actuar contra nuestra conciencia. Lo cual significa que, si una ley nos ordenara  una acción que en conciencia juzgamos que sería una acción mala, no la debemos obedecer, y no por capricho, no pretendemos algo ilegal, nos lo permite la Constitución, y debemos estar preparados para defendernos cuando nos atacan. Los que nos atacan pretenden utilizar argumentos legales y filosóficos.

El artículo del doctor Moisés Wasserman, por ejemplo (El Tiempo, junio 2, 2013,Pg. 10), parece   pretender dejar sin piso los argumentos éticos del Procurador General de la nación. El doctor Wasserman termina su escrito con estas palabras: “Creo que el Procurador está confundiendo objeción de conciencia con desobediencia civil. La primera es un acto individual e íntimo; la segunda, un hecho político”.  Trataremos de comprender que el doctor Wasserman se equivoca en esta oportunidad; pues el Procurador ha dado muestras de saber muy bien de qué habla.

Agradezco la ayuda de Gabriel Esteban Rodríguez Escandón, abogado conocedor de este tema, defensor de la vida, quien ha ahondado en la comprensión de la objeción de conciencia y me dio acceso a su material personal.

 En el corazón de las decisiones, la conciencia

 

Una vez comprendido lo que es la conciencia moral, que es en pocas palabras, el conocimiento del bien y del mal, y que defiende nuestra Constitución, entremos a estudiar la objeción de conciencia.

La conciencia está en el corazón de las tomas de decisiones. Nadie decide algo sin que se dé cuenta de que lo que va a hacer  está o no de acuerdo con lo que la conciencia le dice que está bien o está mal. Si una persona tiene su conciencia bien formada, su conducta  en general se ajustará a ese juicio: hará el bien y evitará el mal.

Como ciudadanos nos podemos encontrar con que una norma, una ley, nos ordena hacer algo que nuestra conciencia nos dice que obedecer a esa norma sería cometer un acto malo; en ese caso, podemos juzgar que esa ley es injusta, puede ser por diversas razones, por ejemplo, porque el cumplirla no favorece al bien común o porque viola los valores de los ciudadanos a quienes se pretende imponer.

La fe, una luz y una fuerza formidable

 

Quienes han defendido, aun con su propia vida, su derecho a la objeción de conciencia, quienes se han resistido históricamente a obedecer leyes injustas, han sido en muchos casos los seguidores de una fe religiosa. La enseñanza la encontramos  para la tradición judía en el Libro II de los Macabeos (hacia el año 170 a.C., Cap. 7),  que presenta el martirio de siete hermanos y de su madre, que prefirieron morir antes que desobedecer a Dios.

Los hechos de los Apóstoles dejaron constancia de las valientes respuestas de los Apóstoles a las autoridades judías que les prohibieron hablar y enseñar en nombre de Jesús: Juzguen ustedes si es correcto a los ojos de Dios que les obedezcamos a ustedes antes que a él. Júzguenlo. Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído (4,19-20);   y Pedro y los apóstoles les replicaron en otra oportunidad (5.29): Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.

Esta reflexión la presentamos el 20 de junio,  el día de San Juan Fisher, mártir por defender la fe en la persecución del rey Enrique VIII de Inglaterra. Hombre muy importante, arzobispo y cardenal de la Iglesia, Juan Fisher fue además profesor y canciller de la universidad de Cambridge. ¿Por qué lo condenaron a muerte? Porque se negó a firmar el juramento al rey, quien pretendía declararse cabeza de la Iglesia en Inglaterra. Su respuesta a quienes trataron de convencerlo de prestar el juramento fue: “Mi respuesta es que, ya que mi propia conciencia no puede estar satisfecha, yo absolutamente rehúso el juramento. No condeno la conciencia de ningún otro. Sus conciencias podrán salvarles, y la mía debe salvarme”.

En Abril del 1534, después de 15 meses de prisión en la Torre de Londres fue llevado a juicio, lo acusaron de traición por negar la autoridad del rey sobre la Iglesia y lo declararon culpable. Era un hombre extraordinario, dicen que algunos jueces lloraban cuando lo condenaron a muerte el 17 de junio de 1535. Del momento de su ejecución escribieron:

Fue cortés con los guardias a quienes agradeció sus atenciones. Pedía a la gente que rezaran por él para que fuese valiente. Llevaba un pequeño Nuevo Testamento del cual leyó a la puerta de la Torre estas palabras: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese.” (Juan 17,3-5). Cerrando el libro dijo: “Aquí hay instrucción suficiente para el resto de mi vida”.

Junto al verdugo dijo: “Voy a morir por Jesucristo y por la Iglesia Católica. Con mi muerte quiero dar testimonio del Papa como jefe único de la Iglesia. Hasta el cielo… hijos…” Sus últimas palabras fueron del salmo 31: “En ti Señor, he puesto mi confianza”.  Con total dominio de sí mismo y con gran paz se dispuso al martirio. Fue decapitado con un hacha. Era el 22 de Junio de 1535. (www.corazones.org)

 

                                                                                                             Thomas More                                                                                                                  San Juan Fisher                                                      Santo Tomás Moro

        

 Ya hemos comentado antes el martirio de Santo Tomás Moro, canciller del reino, consejero de Enrique VIII, quien prefirió a Dios antes que seguir una ley injusta y fue otro mártir de la objeción de conciencia. Es el patrono de los católicos que se dedican a la política.

Hoy las autoridades no condenan a la muerte física a los defensores de la verdad como en otros tiempos y en otros países, pero se persigue y se pretende condenar a la muerte política o pública a quienes no aceptan algunas leyes como la del aborto. Es una moderna condena a muerte que ejecutan algunos poderosos medios de comunicación, autoridades y también jueces. 
 Los ejemplos de valientes defensores del derecho a la objeción de conciencia, inclusive con la ofrenda de su vida, nos enseñan que las personas de fe tienen una poderosa motivación y una fuerza superior para esa firmeza; sin embargo debe quedar claro que los fundamentos del derecho a la objeción de conciencia son de naturaleza ética y también se pueden comprender y sostener  por los no creyentes.

 

Sin embargo, no hay duda de que la solidez de las convicciones religiosas son garantía de que la objeción de conciencia de los creyentes no son simples caprichos ni arbitrariedades. Esto es importante, porque la Corte Constitucional señala que las creencias o convicciones que son objeto de protección constitucional, como sería el respetar la objeción de conciencia, deben ser profundas, fijas y sinceras y presenta como ejemplo de lo contrario, el caso de algún objetor de conciencia al servicio militar, que ponga como argumento el ser contrario a la violencia, cuando en su vida corriente muestra un comportamiento no pacífico (C-728 de 2009, MP Gabriel Eduardo Mendoza Martelo).

 

Si recordamos el caso del Beato Franz Jägerstätter, condenado a muerte por negarse a combatir en el ejército nazi, podemos comprender de qué se habla cuando se pide en el objetor de conciencia unas convicciones profundas, fijas y sinceras (Cfr en este blog, Reflexión 246).

 

Esta consideración me permite pensar que el médico católico que se niegue a practicar un aborto, cuando se lo exija un hospital, debe tener unas convicciones muy profundas y sinceras. De lo contrario se prestaría sin dificultad a ese acto. Una conciencia bien formada sin embargo, le cobraría esa debilidad. Naturalmente, un médico no creyente será firme en negarse a practicar un aborto si desde el punto de vista ético lo considera malo. De todos modos su convicción debe ser igualmente firme, para no ceder ante las presiones.

 

Las implicaciones de la posición de la Corte, deja campo para que el legislador o el juez, según de qué se trate, pondere con cuidado en qué casos negarse a cumplir con una orden de la ley se debe proteger por el derecho a la objeción de conciencia y cuándo no. Tengamos presente que existen diversas objeciones de conciencia y no todas son iguales. Por ejemplo, solo cito dos casos, la negativa a prestar el servicio militar por razones religiosas y el negarse a recibir transfusiones de sangre por razones parecidas. En esos casos puede la autoridad considerar si la aceptación de esa objeción de conciencia está limitada por los derechos de otras personas que se vulnerarían por aceptar la negativa del objetor de conciencia como las necesidades del orden público, que puede ser el bien común, la salubridad, la seguridad de la comunidad, etc.

 

Vemos que los jueces y legisladores tienen la tarea de resolver cada caso, pues hay variedad de fundamentos en que se basan los objetores de conciencia. Nosotros pensamos sobre todo en las objeciones de conciencia a practicar el aborto, la eutanasia; ahora surge la posible negativa de notarios o jueces a presenciar “matrimonios” entre personas del mismo sexo.

 

Dejemos claro que como seres libres, las personas humanas tienen la capacidad de actuar contra los dictados de su conciencia, pero no parece coherente, racional, reconocer cuando se analiza la situación cuál es el deber moral y sin embargo obrar en su contra. Los seres humanos fallamos por flojera, por temores, por ambición, por codicia, por falta de convicciones serias. Así a veces ofrecimientos económicos son causa de sentencias injustas.
Pidamos por nuestros jueces y legisladores para que en situaciones de responsabilidad como las que hemos visto, tengan la luz y la fuerza de la gracia que les ayude a tomar decisiones justas. En nuestro país tenemos ejemplos de valentía de personas que han seguido los dictados de su conciencia sin dejarse conquistar por halagos políticos o económicos, a sabiendas de que su rectitud les podría costar la vida. Todos conocemos ejemplos, por ejemplo, de víctimas del narcotráfico.
 
La fuerza de las razones éticas y morales es inmensa; para quien está claramente decidido a respetarlas, las justificaciones para obrar contra ellas son débiles, así seduzcan a otros fácilmente. Hoy puede darse el caso de amenazas de despojar del trabajo a médicos que se nieguen a practicar abortos y no es una amenaza cualquiera en situaciones de escasez de puestos de trabajo o amenazas de estancamiento en la carrera de jueces, de magistrados y ahora, quizás de notarios.  
Este tema da para largo; seguiremos dentro de una semana,  Dios mediante


 

Reflexión 249 – La conciencia, la objeción de conciencia, Junio 13, 2013

 

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El doble origen de la ideología liberal

 

En la reflesión anterior terminamos de estudiar el papel fundamental de la encíclica Rerum novarum, de León XIII, en el desarrollo de la DSI y dijimos que antes de continuar con la encíclica Quadragesimo anno, que publicó el Papa Pío XI en el cuadragésimo aniversario de la Rerum novarum, trataríamos de otros aportes doctrinales muy importantes del Papa León XIII. Lo seguiremos haciendo. En el camino de nuestro estudio se nos van presentando temas que no podemos ignorar y nos debemos detener a tratarlos.

 

 

Debemos tener en cuenta que el manejo de la política es un asunto que concierne al campo de la doctrina social, porque la política se refiere a la administración del bien común, a la conducción de las naciones por el camino que conviene a la sociedad en su correcto desarrollo. Para el católico su intervención en la política activa implica una obligación, que consiste en contribuir a que se ordene lo creado al bien del hombre, es decir que la porción que corresponda al político, sea una región o el país,  se ordene al bien del hombre. Ese es el papel del laico, según Christifideles laici o como dice Gaudium et ses en el N° 43: la vocación del laico se extiende a ser testigo de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana. Es decir ser testigo de la verdad, y un testigo está presto a dar la cara, no se esconde.

 

 

Sin duda la cuestión política era más urgente que la cuestión social antes de 1891, año de publicación de la Rerum novarum,  pues (Cfr P. Ildefonso Camacho, obra citada, Pgs 56ss), en el siglo XIX y los comienzos del XX la Iglesia se vio enfrentada a unos modernos estados, inspirados en la ideología liberal, que tocaban en su misión a la Iglesia católica y le coartaban su libertad para desarrollar sus actividades.

 

 

Repitamos una vez más, que cuando hablamos de la ideología liberal o del capitalismo liberal, no nos referimos al actual partido liberal colombiano, sino a la ideología liberal, esa ideología que se originó en la revolución francesa. Esto debe quedar claro porque este blog no puede tener asomo de intervenir en política partidista. Nos referimos al pensamiento liberal fundado en principios filosóficos con implicaciones negativas en la vida religiosa, cultural y moral del país.

 

 

Si examinamos el comportamiento de los políticos activos en nuestros días en Colombia, podemos encontrar que hay defensores de las ideas liberales a las que nos referimos, que pertenecen a los dos partidos históricos colombianos. La ideología liberal a que se refiere León XIII y de la cual tratamos, es la que exalta  ante todo la libertad individual y tiene fuertes reservas frente a la autoridad, a la que, como vimos, no permite que controle al capital sino que lo deja que supuestamente él se auto controle, comportamiento permisivo también con el manejo de los mercados.

 

 

Hoy la Iglesia con el Papa Francisco, en sus permanentes pronunciamientos tiene que seguir llamando la atención sobre la necesidad de que la economía y las finanzas se conduzcan con ética. El pensamiento capitalista liberal está presente en muchos economistas y naturalmente en dirigentes gremiales y en sus representantes en el parlamento y demás instituciones públicas.

 

 

Recordemos que en su intervención del 25 de mayo (2013),  con motivo del congreso internacional sobre  la solidaridad, el Papa Francisco afirmó que la crisis del mundo no es solo económica y financiera sino que hunde sus raíces en una crisis ética y antropológica. Hoy se sigue como nos dijo el Papa, a los ídolos del poder, del lucro, del dinero, por encima del valor de la persona y esa es la norma, el criterio decisivo en la organización. ¿Qué tiene esto que ver con la ideología liberal? Pues que los gobiernos que se rigen por esa ideología no se atreven a intervenir para exigir a las entidades financieras un mayor respeto a las personas y que no se rijan solo por su interés del lucro. Tienen demasiado poder. Se inclinan ante el nuevo becerro de oro. Lo mismo sucede con el control de precios a los medicamentos que por sus altos precios no llegan a las personas más necesitadas. No se atreven a controlar esos precios.

 

 Lo positivo del marxismo y del liberalismo. Doble origen de ideología liberal

 

 Ya comentamos que, así como del marxismo es positivo su interés por los pobres, de la ideología liberal es positiva su promoción de una educación más abierta y su interés por la justicia social. Hay sin embargo un manejo contradictorio en ese interés, porque esa ideología, como ya vimos, es al mismo tiempo promotora del capitalismo.

 

 

Tratamos brevemente también ya sobre el doble origen de la ideología liberal, que es por una parte, religioso, pues se basa en el principio protestante del libre examen de la Biblia. Además, la ideología liberal se basa  en un principio filosófico. 

 

 

Recordemos que el principio protestante del libre examen sostiene que la sola palabra de Dios escrita, es decir solo la Biblia es la autoridad final en materias de fe y de moral y que cualquier creyente puede interpretar la palabra de Dios con la sola inspiración del Espíritu Santo. No aceptan los protestantes ninguna autoridad en la interpretación de la Sagrada Escritura. Este principio protestante está emparentado con el principio filosófico por su común rechazo de la autoridad. 

 

 

El libre examen como principio filosófico es el valor laico por excelencia. Según este principio, se afirma el derecho a una absoluta libertad de conciencia y el deber de no reconocer ningún dogma. Solo  se acepta como  verdad lo que admiten la razón y la experiencia, por lo tanto rechazan los argumentos de autoridad. 

 

 

Ustedes pueden juzgar qué tan lejos de la fe católica se encuentran los que profesan el libre examen como principio filosófico y como guía en la interpretación de la Biblia. En el libre examen sobre la interpretación de la Sagrada Escritura piensan los protestantes que no necesitan ninguna autoridad humana, porque el Espíritu Santo les inspira individualmente el significado del mensaje de la Palabra. La primera objeción que se le ocurre a un creyentes católico es, si no es precisamente la autoridad conferida por el Señor a San Pedro y a sus sucesores y a los obispos unidos a esa autoridad a través de los tiempos, una de las razones de la unidad de la Iglesia Católica en su doctrina; mientras que las comunidades protestantes se dispersan y cada pastor funda una nueva comunidad con creencias distintas…  Solo en los Estados Unidos calculan el número de las Iglesias cristianas no católicas en cerca de 40.000. No parece razonable que el Espíritu Santo se contradiga de manera tan manifiesta, inspirando una verdad a unos y otra distinta a otros.

 

 

Eso es suficiente sobre el libre examen desde el punto de vista religioso y que se refiere a la libre interpretación de la Biblia. Este pensamiento trasladado a principio filosófico, comparte su poca simpatía con la aceptación de la autoridad, se afirma el derecho de una absoluta libertad de conciencia y el deber de no reconocer ningún dogma. Si se tratara solo del rechazo a la autoridad dictatorial podríamos estar de acuerdo, pero van más allá. Solo  aceptan como  verdad lo que admiten la razón y la experiencia, por lo tanto rechazan los argumentos de autoridad.

 

 

Quizás ahora entendemos mejor las persecuciones que ha sufrido la Iglesia Católica a lo largo de la historia en países dominados por la ideología liberal. No es necesario entrar a recorrer nuestra historia republicana que es todavía joven.

 

 

Es suficiente para los objetivos de este programa esta referencia al libre examen. Seguiremos ahora estudiando el segundo asunto que dijimos trataríamos, es decir la objeción de conciencia. Es importante comprender bien este derecho de manera que tendremos que dedicarle más tiempo en otro programa.

 

 

Y ahora, la objeción de conciencia


 

 No parecería  tan importante, desde el punto de vista religioso, detenernos en cuál es el fundamento jurídico del derecho a la objeción de conciencia, pero como ciudadanos tenemos obligaciones que debemos reconocer. El objetivo que me propongo en este programa es que, como católicos, tengamos claridad sobre el derecho constitucional y legal a la objeción de conciencia que tenemos como ciudadanos. No defendemos algo ilegal y debemos estar preparados para defendernos cuando nos atacan. Cuando nos atacan pretenden utilizar argumentos legales y filosóficos.

 

 

¿Por qué trato este asunto en el programa sobre la DSI? Porque el manejo de la política concierne a la DSI, como ya lo he afirmado. La política se refiere a la administración del bien común. El Compendio de la DSI dedica el capítulo VIII de la segunda parte a la Comunidad Política. En los números 384 y siguientes, podemos estudiar lo que nos enseña sobre este importante tópico y en los números 399 a 401 en  trata sobre la objeción de conciencia.

 

 La conciencia

 

 

Procuremos comprender que es eso del derecho a la objeción de conciencia. Empecemos por comprender a qué se refiere ese derecho constitucional cuando menciona la conciencia. De conciencia se han dado diversas explicaciones según el campo al que se aplica. Limitémonos a lo que entendemos por conciencia cuando nos referimos a la objeción de conciencia; no se trata de la conciencia psicológica, esa capacidad de darnos cuenta de que algo está sucediendo.

 

 

La iglesia nos explica muy bien el significado de conciencia en el Catecismo, en los números 1776 y siguientes. Los invito a leerlos todos para tener claridad en este importante asunto. Aquí vayamos a lo esencial.

 

 

Describe así el Catecismo lo que es la conciencia moral, (1776), tomándolo de la Constitución Gaudium et spes (16):

 

 

“En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal […]. El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón […]. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella”

 

 

De manera que la conciencia moral es una voz interior, una orden que internamente sentimos de amar el bien, es decir de practicarlo y de evitar el mal. Esa voz aprueba nuestras acciones cuando son buenas y denuncia, nos hace sentir por lo menos incómodos con nosotros mismos, cuando no atendemos esa orden interior. Más adelante el Catecismo dice que la persona prudente, cuando escucha la voz de la conciencia puede oír a Dios que le habla. Es decir que después de obrar, cuando escogemos lo que está bien, Dios nos hace sentir la tranquilidad de quien obra bien. Quien por el contrario no evita el mal, o no hace el bien, va a sentir eso que llamamos remordimiento.

 

 

Nos aclara esta explicación el N° 1778:

 

 

“La conciencia moral es un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina”

 

 

De manera que la conciencia moral es un juicio que hacemos con la razón,  con el cual juicio reconocemos que un acto es bueno o es malo. Como con frecuencia las circunstancias parecen invitarnos a actuar impulsivamente, sin pensar si lo que vamos a decir o a hacer está bien, el Catecismo nos insta a prestar atención a esa voz interior de la conciencia, a escucharla, porque nos manifiesta la voz de Dios. Sin duda la práctica del examen de conciencia nos ayudará a estar siempre atentos a la voz de Dios. Me parece muy buena práctica dedicar siquiera unos minutos todos los días a pensar en qué cosas buenas me ocurrieron el día anterior para dar gracias a Dios por ellas y examinar por qué acciones nuestras debemos pedirle perdón.

 

 El proceso del juicio que hace la conciencia

 

En el N° 1780 el Catecismo nos describe el proceso como se llega a un juicio recto. En asuntos sencillos no encontraremos dificultad para decidir sobre el bien o el mal de una acción; en otros asuntos esa decisión implica unos pasos, que con frecuencia deben ser conscientes, para obrar con rectitud. Hay que ponderar las implicaciones de la acción que vamos a emprender, y juzgar si se fundamenta en principios morales. Nuestros principios se deben basar en Jesucristo. No nos equivocaríamos, si antes de tomar una decisión nos preguntáramos sinceramente: ¿está de acuerdo Dios con esta acción? El amor y la verdad, lo mismo que la justicia, son fundamentos basados en el Evangelio que si guían nuestras decisiones, no fallaremos.

 

 Los juicios erróneos por ignorancia

 

 

Finalmente, tengamos en cuenta que una decisión se puede también tomar erróneamente porque la conciencia está afectada por la ignorancia. Por ejemplo, no pocas veces nuestra sociedad está sometida a conductas violentas. Eso se puede deber a ignorancia. Hay ocasiones esa ignorancia se debe a que esas personas no se preocupan por buscar la verdad y el bien y poco a poco por los malos hábitos su conciencia queda apagada, ciega. En esos casos, ellos son responsables de sus actos. En otros casos esas personas pueden no haber tenido nunca la oportunidad de una educación por el camino recto y no son plenamente culpables de su ignorancia. De todos modos el mal que cometen sigue siendo un mal, un desorden y es preciso trabajar para corregir los errores de su conciencia moral. Es claro el caso de los sicarios que según dicen se encomiendan a la Virgen antes de cometer sus crímenes. La labor de sacerdotes y laicos en las cárceles y grupos de reinsertados es de gran importancia para el bien de esas personas y de la sociedad.

 

 

Antes de terminar, oigamos lo que la Iglesia nos dice en el Catecismo sobre la formación de la conciencia:

 

 

1783 Hay que formar la conciencia, y esclarecer el juicio moral. Una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula sus juicios según la razón, conforme al bien verdadero querido por la sabiduría del Creador. La educación de la conciencia es indispensable a seres humanos sometidos a influencias negativas y tentados por el pecado a preferir su propio juicio y a rechazar las enseñanzas autorizadas.

 

1784 La educación de la conciencia es una tarea de toda la vida. Desde los primeros años despierta al niño al conocimiento y la práctica de la ley interior reconocida por la conciencia moral. Una educación prudente enseña la virtud; preserva o sana del miedo, del egoísmo y del orgullo, de los insanos sentimientos de culpabilidad y de los movimientos de complacencia, nacidos de la debilidad y de las faltas humanas. La educación de la conciencia garantiza la libertad y engendra la paz del corazón.

 

1785 En la formación de la conciencia, la Palabra de Dios es la luz de nuestro caminar; es preciso que la asimilemos en la fe y la oración, y la pongamos en práctica. Es preciso también que examinemos nuestra conciencia atendiendo a la cruz del Señor. Estamos asistidos por los dones del Espíritu Santo, ayudados por el testimonio o los consejos de otros y guiados por la enseñanza autorizada de la Iglesia (cf DH 14, Dignitatis humanae).

 

Sin duda a los padres de familia y a los educadores les quedará la preocupación de cómo cumplir bien su papel de formar la conciencia. Se trata de transmisión de valores cristianos y cívicos y como nos dice el Catecismo, los padres, como educadores, deben enseñar la virtud. Las virtudes son todas valores. Valor es algo que consideramos valioso. Cómo es de valioso un comportamiento que practica la virtud de la templanza, de la prudencia al hablar y decidir. Que valioso es quien practica las virtudes que nos enseña el Evangelio. Como el asunto de la objeción de conciencia es muy importantes seguiremos en la próxima semana Es importante para nuestra vida en sociedad que nos quede claro.

 

Reflexión 248 – Conclusión de Rerum novarum, el libre examen, junio 6, 2013

 

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La Rerum  novarum documento fundamental


En la reflexión pasada repasamos lo que la encíclica Rerum novarum nos enseña sobre la propiedad privada que es atacada por el socialismo marxista y que se defiende más allá de lo justo por el capitalismo liberal. Vimos que el Papa León XIII defiende el derecho a la propiedad privada; pone claro que los trabajadores serían perjudicados al abolirla, porque es natural que el trabajador aspire a conseguir un techo propio con su salario, y que necesita en previsión del futuro para su familia; añade la encíclica R.N. que el derecho a la propiedad privada se funda en la naturaleza. Un segundo argumento a favor de la propiedad se basa en que para ser fértil, la tierra necesita el trabajo del ser humano y con ese trabajo la persona humana deja en ella su huella indeleble.

Un tercer argumento de la encíclica Rerum novarum a favor de la propiedad privada se desarrolla a partir de la negación del poder que el estado pretende tener, para  anular los derechos de la familia o de la patria potestad. Nos dice León XIII que el Estado no puede asumir el papel de la familia. Finalmente afirma la Rerum novarum que abolir la propiedad privada perturba la paz, suscita conflictos, quita los estímulos para trabajar y genera miseria.

También dedicamos un tiempo a defender el derecho a la objeción de conciencia que hoy se niega a los hospitales que por sus principios éticos se rehúsan a practicar abortos en sus instalaciones. Recordamos la valentía de objetores de conciencia como Santo Tomás Moro, quien fue lord canciller de Inglaterra  y el Beato Franz Jäggerstätter, beatificado y declarado por Benedicto XVI patrono de los objetores de conciencia.

En la próxima entrega de estas reflexiones trataré de nuevo sobre la objeción de conciencia, porque el exrector de la Universidad Nacional doctor Moisés Wasserman, escribió sobre este tema en El Tiempo del domingo 2 de junio (2013), y en su columna pretende que el Procurador general de la nación cuando defiende la objeción de conciencia  la confunde con la desobediencia civil. Añade que la objeción de conciencia es un acto individual e íntimo y la desobediencia civil es un hecho político. Yo desearía que un jurista católico connotado, que los hay, le respondiera, porque quiere desvirtuar lo que afirma la Constitución para quitar autoridad al Procurador. Ojalá se presente alguno, de lo contrario lo intentaré hasta donde lo permitan mis conocimientos, en la próxima reflexión. 

Finalmente, en el programa pasado presentamos el parecer del Papa Francisco sobre el valor del trabajo, del que dice que “unge de dignidad a la persona”, y mencionamos su insistencia en estos días en la caus de la crisis financiera actual, de la cual afirma:

Una de las causas de esta situación, en mi opinión, radica en la relación que tenemos con el dinero, en aceptar su dominio sobre nosotros y nuestras sociedades. Así, la crisis financiera que estamos atravesando nos hace olvidar su origen primero, situado en una profunda crisis antropológica. ¡En la negación de la primacía del hombre! Hemos creado nuevos ídolos. El antiguo culto al becerro de oro ha encontrado una imagen nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro ni objetivo verdaderamente humano”.

La crisis económica y financiera tiene en su base una crisis antropológica

En estos días ha vuelto el Papa Francisco a insistir en la necesidad de la ética en el manejo de la economía y de las finanzas y cómo el desequilibrio económico se deriva de las ideologías que promueven la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, negando así a los Estados el derecho de controlar, aunque éstos sean los encargados del bien común. Como comentamos ese es un pensamiento del capitalismo liberal que se sigue aplicando en nuestros días cuando no interviene el estado ante los abusos de las entidades financieras que cobran por sus servicios sumas demasiado altas y reconocen a sus clientes unos intereses tan bajos que hacen imposible el ahorro en Colombia.

La ideología liberal sigue viva en el siglo XXI

Precisamente el miércoles 5 de junio (2013), publicó El Tiempo (Pg 2) una entrevista a la presidenta de Asobancaria, el gremio que congrega a las entidades financieras; en esa entrevista se queja ella de normas aprobadas o que se quieren aprobar en el congreso para controlar a los bancos. Al preguntarle qué normas le parecen nocivas a la banca, señala en particular la que prohíbe las multas de los bancos por el pago de las deudas por anticipado o la que impuso un tope a los cobros por usar un cajero electrónico distinto al de la entidad donde el cliente tiene la cuenta.  Consideraría muy nociva para los bancos si se aprobara una norma que prohíba el cobro por ciertos servicios. Ese espíritu del capitalismo liberal que niega a la autoridad el derecho de controlar a las entidades financieras está muy vivo en el siglo XXI. La queja de todos es que los bancos abusan con esos cobros por servicios.

En una reciente intervención, el Papa Francisco tocó temas que casan perfectamente con lo que estamos estudiando. El 25 de mayo (2013) en discurso a la Fundación Centesimus annus pro Pontifice, instituida por Juan Pablo II, con motivo de un congreso internacional dedicado al tema: “Replantearse la solidaridad para el trabajo: los retos del siglo XXI” les dijo, Francisco:

Replantearse la solidaridad  no significa poner en tela de juicio el magisterio reciente que, en cambio, demuestra cada vez más su amplitud de miras y su actualidad. Creo que “replantearse” significa dos cosas: en primer lugar conjugar el magisterio con la evolución socio-económica que, por ser constante y rápida, presenta siempre aspectos nuevos; en segundo lugar, significa, profundizar, reflexionar para que emerja todavía más la fecundidad de un valor – la solidaridad, en este caso- que procede del evangelio, es decir de Jesucristo y por lo tanto, tiene un potencial inagotable”.

La crisis económica y social hace “todavía más urgente este “replanteamiento” … El fenómeno del desempleo, de la falta y la pérdida del trabajo, se extiende como una mancha de aceite en vastas zonas de occidente y dilata las fronteras de la pobreza. Y no hay peor pobreza material, quiero subrayarlo, de la que no deja ganarse el pan y priva de la dignidad de trabajo. Y esto …ya no afecta sólo al sur del mundo, sino a todo el planeta. De ahí la necesidad de “replantearse la solidaridad”, no como una simple asistencia para los más pobres, sino como un replanteamiento global de todo el sistema, como búsqueda de caminos para reformarlo y corregirlo siendo coherentes con los derechos fundamentales de todos los seres humanos. A esta palabra “solidaridad”, que no está bien vista por el mundo económico – como si fuera una mala palabra -, hay que devolverle la ciudadanía social que se merece”.

El Santo Padre ha reiterado, al final de su discurso, que la crisis no es sólo económica o financiera, sino que hunde sus raíces en una crisis ética y antropológica. “Seguir a los ídolos del poder, del beneficio, del dinero, por encima del valor de la persona, se ha convertido en una norma fundamental de funcionamiento y en criterio decisivo de organización. Nos hemos olvidado y nos olvidamos todavía que, por encima de los negocios, de la lógica y de los parámetros de mercado, está el ser humano y que hay algo que se le debe en cuanto persona, en virtud de su dignidad profunda: darle la posibilidad de vivir dignamente y de participar en el bien común.”

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 ¿Qué significa la Rerum novarum en la DSI?

Enseguida vamos a leer lo que nos dice el Compendio de la DSI  sobre la Rerum novarm en los números 89 y 90. Ahora, después de lo que hemos venido estudiando, estamos más preparados para comprenderlos. Dice el N° 89:

 

Como respuesta a la primera gran cuestión social, León XIII promulga la primera encíclica social, la « Rerum novarum ». Esta examina la condición de los trabajadores asalariados, especialmente penosa para los obreros de la industria, afligidos por una indigna miseria. La cuestión obrera es tratada de acuerdo con su amplitud real: es estudiada en todas sus articulaciones sociales y políticas, para ser evaluada adecuadamente a la luz de los principios doctrinales fundados en la Revelación, en la ley y en la moral naturales.

La « Rerum novarum » enumera los errores que provocan el mal social, excluye el socialismo como remedio y expone, precisándola y actualizándola, « la doctrina social sobre el trabajo, sobre el derecho de propiedad, sobre el principio de colaboración contrapuesto a la lucha de clases como medio fundamental para el cambio social, sobre el derecho de los débiles, sobre la dignidad de los pobres y sobre las obligaciones de los ricos, sobre el perfeccionamiento de la justicia por la caridad, sobre el derecho a tener asociaciones profesionales ».

La «Rerum novarum» se ha convertido en el documento inspirador y de referencia de la actividad cristiana en el campo social. El tema central de la encíclica es la instauración de un orden social justo, en vista del cual se deben identificar los criterios de juicio que ayuden a valorar los ordenamientos socio-políticos existentes y a proyectar líneas de acción para su oportuna transformación.

Sigue así en el N° 90 el Compendio de la DSI:

90 La «Rerum novarum» afrontó la cuestión obrera con un método que se convertirá en un « paradigma permanente »  para el desarrollo sucesivo de la doctrina social. Los principios afirmados por León XIII serán retomados y profundizados por las encíclicas sociales sucesivas. Toda la doctrina social se podría entender como una actualización, una profundización y una expansión del núcleo originario de los principios expuestos en la « Rerum novarum ». Con este texto, valiente y clarividente, el Papa León XIII confirió «a la Iglesia una especie de “carta de ciudadanía” respecto a las realidades cambiantes de la vida pública» y «escribió unas palabras decisivas », que se convirtieron en «un elemento permanente de la doctrina social de la Iglesia», afirmando que los graves problemas sociales « podían ser resueltos solamente mediante la colaboración entre todas las fuerzas»  y añadiendo también que «por lo que se refiere a la Iglesia, nunca ni bajo ningún aspecto ella regateará su esfuerzo».

 

Como hemos podido comprender por las palabras del Compendio de la DSI, la encíclica Rerum novarum tiene una importancia inmensa para comprender las enseñanzas evangélicas sobre la vida en sociedad, y es imprescindible para enmarcar en unos principios permanentes la doctrina social católica, cuando se refiere a los que llama el Compendio las realidades cambiantes de la vida pública.

                               ¿Es solo la Rerum novarum la herencia doctrinal de León XIII?

 

Como el Compendio de la DSI trata en este capítulo del desarrollo histórico de las enseñanzas de la Iglesia en lo social, después de presentar la encíclica Rerum novarum, sigue con otra de gran importancia, la Quadragesimo anno, llamada así porque fue en conmemoración de los cuarenta años de la Rerum novarum, e.d. en el cuadragésimo año. Sin embargo, antes de pasar al aporte de otro Papa a la DSI, digamos algo más sobre León XIII, pues no fue solo su gran obra la Rerum novarum, su herencia doctrinal. Me basaré, como en otras oportunidades, en la opinión del P. Ildefonso Camacho en su libro Doctrina Social de la Iglesia, una aproximación histórica.

 

Tengamos en cuenta que el manejo de la política es un asunto que concierne al campo de la doctrina social, porque la política se refiere a la administración del bien común, a la conducción de las naciones por el camino que conviene a la sociedad. Sin duda la cuestión política era más urgente que la cuestión social antes de 1891. Según el P. Camacho (Pgs 56ss), en el siglo XIX y los comienzos del XX la Iglesia se vio enfrentada a unos modernos estados, inspirados en la ideología liberal .

 ¿A qué ideología liberal nos referimos?

Como ya lo observé en otras reflexiones, cuando hablamos de la ideología liberal o del capitalismo liberal, no nos referimos al partido liberal colombiano, sino a la ideología liberal. Si examinamos hoy el comportamiento de los políticos en Colombia podemos encontrar que hay defensores de las ideas liberales a las que nos referimos, que pertenecen a los dos partidos históricos colombianos. La ideología liberal a que se refiere León XIII es la que exalta  ante todo la libertad individual y tiene fuertes reservas frente a la autoridad, a la que, como vimos no permite que controle al capital sino que lo deja que supuestamente él se auto controle, lo mismo que a los mercados. Así como del marxismo es positivo su interés por los pobres, de la ideología liberal es positiva su promoción de una educación más abierta y su interés por la justicia social. Hay sin embargo un manejo contradictorio en ese interés, porque esa ideología, como ya vimos, es al mismo tiempo promotora del capitalismo. El origen de la ideología liberal era religioso, se basa en el principio protestante del libre examen de la Biblia, pero es también un principio filosófico.  

 

El libre examen como principio protestante y filosófico

 

El principio protestante del libre examen sostiene que la sola palabra de Dios escrita, es decir solo la Biblia es la autoridad final en materias de fe y de moral y que cualquier creyente puede interpretar la palabra de Dios con la sola inspiración del Espíritu Santo. No aceptan ninguna autoridad en la interpretación de la Sagrada Escritura. Este principio protestante está emparentado con el principio filosófico por su común rechazo de la autoridad. 

 

El libre examen como principio filosófico es el valor laico por excelencia. Según este principio, se afirma el derecho de una absoluta libertad de conciencia y el deber de no reconocer ningún dogma. Solo  se acepta como  verdad lo que admiten la razón y la experiencia, por lo tanto rechaza los argumentos de autoridad. 

 

Ustedes pueden juzgar qué tan lejos de la fe católica se encuentran los que profesan el libre examen como principio filosófico y como guía en la interpretación de la Biblia. Seguiremos con este tema en la próxima reflexión. 


 

REFLEXIÓN 247 Rerum novarum y propiedad privada, Mayo 23. 2013

 

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA


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Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente, que es el contenido del último programa de esta serie, transmitido por Radio María de Colombia y preparado por Fernando Díaz del Castillo Z. En la columna de la derecha están las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro “Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.

Utilice los Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio, Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

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Contra la objeción de conciencia aparentan fundarse en la ley

En la reflexión anterior dedicamos un espacio a relatar el ejemplo del Beato FranzJägerstätter, patrono de los objetores de conciencia y dijimos unas breves palabras sobre el martirio de Santo Tomás Moro, quien murió mártir por no doblegarse ante el deseo de su jefe el rey Enrique VIII de Inglaterra, quien pretendía que el Papa aprobara su divorcio de su legítima esposa para casarse con Ana Bolena.

Estas menciones son muy importantes en este momento, porque hoy, con subterfugios se niega el derecho a  la objeción de conciencia en Colombia, contra la Constitución que dice en el artículo 18: Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia.

En Colombia inventaron algunos magistrados de la Corte Constitucional, que la libertad de conciencia no se aplica a las instituciones, por ejemplo a los hospitales, como si no fueran personas las que toman las decisiones sobre la licitud de los actos médicos en esas instituciones. No pueden ser las instituciones, algo abstracto, sino las personas que las fundan, las que definen sus objetivos, su misión, sus principios, las  personas que las administran, quienes se encargan de hacer cumplir esos principios, objetivos, normas y por lo tanto esas personas tienen todo el derecho que les da la Constitución, de exigir que no se les obligue a actuar contra su conciencia, cuando se las quiere obligar a que autoricen la práctica del aborto en las instituciones de salud a su cargo.

Otro caso aberrante es el de algunos  comunicadores sociales. A la Constitución estamos obligados todos; entonces, me pregunto: ¿por qué en los medios de comunicación radiales y de TV se hostiga a los personajes públicos por sus creencias? Según la Constitución nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias. Sin embargo permanentemente oímos a miembros de las mesas de trabajo de las grandes cadenas, que ridiculizan a personas como el Procurador, porque se atreve a defender sus puntos de vista basados en la ética. Me da la impresión de que esos periodistas o comentaristas están furiosos porque el Procurador solo emplea argumentos jurídicos y éticos, para defender sus puntos de vista, sin embargo lo maltratan todo el tiempo. El Procurador es lo suficientemente inteligente para no caer en la trampa de poner argumentos religiosos y lo suficientemente valiente para no ocultar en su vida que profesa la fe católica.

Esa es la manera moderna de atacar la fe: aparentan fundarse enla ley que interpretan a su acomodo o la crean, o en el caso de los comunicadores, quienes aprovechan  para atacar a los creyentes una parte de la Constitución, el artículo 20, sobre la libertad de expresión, ignorando que el mismo artículo 20 advierte que los medios de comunicación tienen responsabilidad social. ¿No es un abuso contra la mayoría de los colombianos que somos creyentes? Tenemos que soportarlos porque las grandes cadenas tienen monopolizado el mercado de los medios radiales.

Después de la presentación de los dos mártires de la objeción    de  conciencia, volvimos a la encíclica Rerum novarum del Papa  León XIII, la carta magna de la DSI. Como me han comunicado algunos oyentes que ese día hubo algunos problemas en la transmisión, que nos les permitieron oír el programa completo, voy a hacer un resumen de lo esencial de lo que vimos en el programa anterior sobre la Rerum novarum. Si alguno quiere leer completa la reflexión sobre el Beato Franz Jägerstätter y la breve referencia a Santo Tomás Moro lo invito a leerlas en www.reflexionesdsi.org.

 

En la reflexión anterior resumimos los argumentos de la encíclica Rerum novarum  en defensa de la propiedad privada y contra su abolición, como pretende el socialismo marxista. Nos enseña León XIII que el trabajador tiene tener derecho a aspirar a una propiedad que puede conseguir con esfuerzo por medio de su salario, de manera que la abolición de la propiedad perjudicaría a los mismos obreros y sería una injusticia, porque el derecho a la propiedad privada se funda en la naturaleza. Un segundo argumento a favor de la propiedad se basa en que para ser fértil, la tierra necesita el trabajo del ser humano y con ese trabajo la persona humana deja en ella su huella indeleble.

Sigue la Rerum novarum demostrando la necesidad de la propiedad privada, si se piensa en la familia. El padre de familia tiene que velar por la conservación de los suyos y tiene que prever las necesidades del futuro. Eso no sería posible o muy difícil, si no se tiene derecho a una propiedad.

Un tercer argumento de la encíclica Rerum novarum a favor de la propiedad privada se desarrolla a partir de la negación del poder que el estado pretende tener, para  anular los derechos de la familia o de la patria potestad. Nos dice León XIII que el Estado no puede asumir el papel de la familia. Finalmente afirma la Rerum novarum que abolir la propiedad privada perturba la paz, suscita conflictos, quita los estímulos para trabajar y genera miseria.

Después de recorrer los argumentos de la encíclica Rerum novarum sobre la propiedad privada, se puede uno preguntar si la  Rerum novarum asume una posición muy liberal, en su defensa de la propiedad privada. Decíamos que debemos tener en cuenta que León XIII estaba enfrentando una coyuntura nueva, un cambio de época, y el tema de la propiedad privada a la que atacaba el socialismo marxista como causa de la crisis, solo entonces empezaba a considerarse como algo de especial importancia. León XIII estaba abriendo camino, y el papel de la propiedad privada sería necesario seguirlo clarificando como lo han hecho los Papas desde entonces.

Sin embargo, lo que afirma la encíclica Rerum novarum sobre la propiedad privada no ha cambiado en lo esencial; se ha profundizado en su significado y se ha ampliado, sin cambiar sus principios.

A los que piensan que el pensamiento de la Rerum novarum es complaciente con el pensamiento liberal sobre la propiedad, hay que observarles que es precisamente en esta encíclica donde la DSI toma distancia del pensamiento liberal sobre la propiedad privada, porque León XIII no se limita a fundamentar el derecho a la propiedad privada, sino que insiste claramente en los deberes de los propietarios, a quienes no les reconoce un derecho absoluto a ella como lo pretendía la ideología capitalista liberal. 

La doctrina sobre la propiedad privada en la RN se complementa con dos aspectos muy importantes que separan a la Iglesia de la ideología capitalista liberal: uno, con referencia a las obligaciones del propietario y otro en cuanto a las obligaciones del Estado. Estos dos asuntos se presentan en la segunda parte de la encíclica.

Claramente dice en el N° 16 que el hecho de ser la propiedad privada un derecho que da la naturaleza a la persona humana, no quiere decir que pueda “considerar las cosas externas como propias, sino como comunes”. Más adelante amplía la idea León XIII, diciendo que las riquezas son todo tipo de bienes, “sean estos del cuerpo o externos, o sean del espíritu”. De ellos dice la Rerum novarum que los ha recibido la persona humana “para perfeccionamiento propio y, al mismo tiempo, para que, como ministro de la providencia divina, los emplee en servicio de los demás”.  Ese punto, de habérnoslos dado Dios para nuestro perfeccionamiento y para el servicio de los demás, es decir para favorecer nuestro desarrollo como personas, y para cumplir con los demás el papel de administradores de bienes comunes, lo trató más adelante Pío XII y en una encíclica, la Laborem exercens, el Beato Juan Pablo II.

A este tema del trabajo como la oportunidad del ser humano para su desarrollo como persona le dedicamos una serie de algo más de 40 programas, a los que llamamos “La alegría de Trabajar”. Los oyentes antiguos de Radio María quizás lo recuerden.

Que el trabajo sea  un tema muy importante en la DSI lo demuestran las continuas intervenciones de los Papas en que piden a los gobiernos que mejoren las oportunidades de trabajo, que en nuestra época son críticas. A este propósito, en un libro de varios que salen a la luz en estos días sobre el Papa Francisco, estoy leyendo uno que se titula “El Jesuita”, la historia de Francisco, el Papa argentino, editado por  VERGARA . Lo publicaron por primera vez en 2010. Es tan aleccionador lo que cuenta en él sobre el trabajo, que no puedo dejar de leer algunos párrafos en este momento.

                                            ¿QUÉ OPINA SOBRE EL TRABAJO EL PAPA FRANCISCO?

 

En el capítulo dos de la biografía del cardenal Bergoglio, hoy el Papa Francisco (Pg. 33), se narra que cuando terminó la escuela primaria, su padre lo llamó y le dijo: “Mirá, como vas a empezar el secundario, conviene que también comiences a trabajar; en las vacaciones te voy a conseguir algo”. Cuenta que los dos primeros años realizó tareas de limpieza, el tercero le dieron trabajos administrativos y cuando ingresó a un colegio industrial, especializado en química de la alimentación, consiguió un trabajo en un laboratorio, en el que trabajaba entre las 7 de la mañana y la 1 de larde. Tenía una hora para almorzar y luego acudía a sus estudios hasta las 8 de la noche.

Lo más interesante es saber lo que dice el cardenal Bergoglio sobre esa experiencia joven de trabajo. Dice: “Le agradezco tanto a mi padre que me haya mandado a trabajar. El trabajo fue una de las cosas que mejor me hizo en la vida y, particularmente, en el laboratorio aprendí lo bueno y lo malo de toda tarea humana” (Pg.34)

Poco después preguntan a Francisco, entonces cardenal Bergoglio: “Seguramente, a lo largo de su vida sacerdotal lo habrá venido a ver mucha gente desocupada. ¿Cuál es su experiencia?” Responde Francisco:

-Claro, mucha. Son gente que no se siente persona. Y que, por más que sus familias y sus amigos los ayuden, quieren trabajar, quieren ganarse el pan con el sudor de su frente. Es que en última instancia, el trabajo unge de dignidad a una persona. La unción de dignidad no la otorga ni el abolengo, ni la formación familiar, ni la educación. La dignidad como tal solo viene por el trabajo. Comemos lo que ganamos, mantenemos a nuestra familia con lo que ganamos. No interesa si es mucho o poco. Si es más, mejor. Podemos tener una fortuna, pero si no trabajamos, la dignidad se viene abajo (Pg 35).

Luego, el entonces cardenal Bergoglio hace esta observación sobre el fruto del trabajo: “El trabajo abre una puerta de realismo y constituye un claro mandato de Dios: ‘Crezcan, multiplíquense y dominen la tierra…’ O sea, sean señores de la tierra: trabajen.”

Y los entrevistadores observan al cardenal Bergoglio: Pero la peor parte la llevan los que quieren trabajar y no pueden.

– Lo que pasa  es que el desocupado en sus horas de soledad, se siente miserable, porque ‘no se gana la vida’. Por eso, es muy importante que los gobiernos de los diferentes países, a través de los ministerios competentes, fomenten una cultura del trabajo, no de dádiva. Es verdad que en momentos de crisis hay que recurrir a la dádiva para salir de la emergencia… Pero después hay que ir fomentando fuentes de trabajo porque, yo no me canso de repetirlo, el trabajo otorga dignidad” (Pg 36).

Hacia el final de esta interesante entrevista el cardenal Bergoglio observa: “No olvidemos  que la primera encíclica social (Rerum novarum) nació a la sombra de la Revolución Industrial, cuando comenzaron los conflictos y no surgieron dirigentes con la capacidad para crear alternativas”.

                                                                   Ministros de la Providencia Divina

 

Terminemos esta reflexión con este complemento. En la Rerum novarum se presenta la doctrina social como la enseña el Evangelio. Al enseñarnos que los bienes nos han sido dados “para que como ministros de la providencia divina”, los empleemos en beneficio de los demás, se está presentando la idea cristiana de que somos administradores de los bienes de Dios, no dueños absolutos. Podemos recordar la parábola de los talentos: el dueño nos pedirá cuentas del uso que hagamos de los talentos, sean materiales, sean espirituales que Dios nos ha dado. Si Dios nos los dio para que los administremos en bien de todos, los dueños y administradores de los grandes negocios, cuando toman decisiones sobre precios, ganancias, control de gastos, para lo cual emplean sin dudar como primer recurso,  el despido, a veces de centenares de trabajadores, debieran pensar que no solo tendrán que dar cuentas de su administración a los dueños del capital, sino al supremo dueño, Dios.

                                        Ética en la economía y centralidad del ser humano


Hoy hemos tenido la oportunidad de conocer también algo más de la DSI como la entiende y nos la enseña ahora el Papa Francisco, y nos damos cuenta de que es la confirmación de la doctrina de siempre. Es interesante que el 16 de mayo (2013), en reunión con algunos nuevos embajadores para recibir sus cartas credenciales, El Papa Francisco los exhortó a no olvidar el predominio de la ética en la economía y la vida social y subrayó el valor de la solidaridad y la centralidad del ser humano.  Es obvio que sus palabras no iban dirigidas solo a esos embajadores presentes, porque el Papa proclamó el pensamiento social de la Iglesia sobre el uso de los bienes. Veamos: 

Las palabras del Santo Padre Francisco se refieren al tema que venimos tratando en nuestro programa, de manera que son un complemento mandado por el Espíritu Santo en estos días de Pentecostés. Con la lectura de ese texto vamos a terminar por hoy.

 

El Papa Francisco y la crisis económica y financiera

 

Dijo Francisco a los embajadores:

 

“La humanidad vive en este momento como una curvatura de su historia, teniendo en cuenta los avances en diversas áreas. Hemos de alabar los resultados positivos que contribuyen al verdadero bien del ser humano, por ejemplo en los campos de la salud, la educación y la comunicación. Sin embargo, también hay que reconocer que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo siguen viviendo en una precariedad diaria, con consecuencias desastrosas. Algunas patologías aumentan con sus consecuencias psicológicas; el miedo y la desesperación se adueñan del corazón de muchas personas, incluso en los llamados países ricos; la alegría de vivir disminuye; la indecencia y la violencia van en aumento, la pobreza se hace más evidente. Hay que luchar para vivir y, con frecuencia, para vivir de una forma que no es digna.

 

Una de las causas de esta situación, en mi opinión, radica en la relación que tenemos con el dinero, en aceptar su dominio sobre nosotros y nuestras sociedades. Así, la crisis financiera que estamos atravesando nos hace olvidar su origen primero, situado en una profunda crisis antropológica. ¡En la negación de la primacía del hombre! Hemos creado nuevos ídolos. El antiguo culto al becerro de oro ha encontrado una imagen nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro ni objetivo verdaderamente humano”.

 

“La crisis global que afecta a las finanzas y la economía parece poner de relieve sus deformidades y, especialmente, la grave carencia de su perspectiva antropológica, que reduce al hombre solamente a una de sus exigencias: el consumo. Y lo que es peor, el mismo ser humano es considerado hoy como un producto que se puede usar y luego tirar. Hemos puesto en marcha la cultura del deshecho. Esta deriva atañe al nivel individual y social, ¡y se favorece! En este contexto, la solidaridad, que es la riqueza de los pobres, a menudo se considera contraproducente, en contra de la racionalidad económica y financiera. Mientras el rédito de una minoría crece de manera exponencial, el de la mayoría se debilita.

 

Este desequilibrio se deriva de las ideologías que promueven la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, negando así a los Estados el derecho de controlar, aunque éstos sean los encargados del bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral y sin remedio posible sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y el crédito alejan a los países de su economía real y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A esto hay que añadir, una corrupción tentacular y una evasión fiscal egoísta que han asumido proporciones mundiales. La voluntad de poder y posesión ha pasado a ser ilimitada”.

 

“Detrás de esta actitud se encuentra el rechazo de la ética, el rechazo de Dios. ¡La ética, al igual que la solidaridad, molesta! Se considera contraproducente, demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder; se la ve como una amenaza, porque rechaza la manipulación y la sumisión de la persona. Porque la ética lleva a Dios, que está más allá de las categorías del mercado. Dios es considerado por estos financieros, economistas y políticos, como algo incontrolable. Dios incontrolable, incluso peligroso, porque llama al hombre a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud. La ética -una ética naturalmente no ideológica – permite, en mi opinión, crear un equilibrio y un orden social más humanos. En este sentido, animo a los expertos financieros y a los líderes gubernamentales de vuestros países a considerar las palabras de San Juan Crisóstomo: “No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son los nuestros, los bienes que poseemos; son los suyos”.

 

El Papa ha afirmado que “sería deseable llevar a cabo una reforma financiera que sea ética y produzca, a su vez, una reforma económica saludable para todos. Sin embargo, esto requeriría un cambio audaz de actitud de los dirigentes políticos. Les exhorto a que se enfrenten a este reto con determinación y visión de futuro, teniendo en cuenta, por supuesto, la naturaleza específica de sus contextos. ¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero el Papa tiene la obligación, en el nombre de Cristo, de recordar al rico que debe ayudar al pobre, respetarlo, promoverlo. El Papa exhorta a la solidaridad desinteresada y a un retorno de la ética en favor del hombre en la realidad económica y financiera”.

 

“La Iglesia, por su parte – ha reiterado- trabaja siempre para el desarrollo integral de cada persona. En este sentido, señala que el bien común no debe ser un simple añadido, un simple esquema conceptual de calidad inferior añadido a la agenda política. La Iglesia anima a los gobernantes a estar verdaderamente al servicio del bien común de sus pueblos. Exhorta a los administradores de las realidades financieras a tomar en consideración la ética y la solidaridad. Y ¿por qué no acudir a Dios para inspirar sus propios diseños? Se crearía entonces una nueva mentalidad política y económica que contribuiría a transformar la dicotomía absoluta entre la esfera económica y la social en una sana convivencia”.

REFLEXIÓN 246, La objeción de conciencia y Rerum Novarum, Mayo 16,2013

 

 

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

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Ni socialismo marxista ni capitalismo liberal

 

Vamos a continuar hoy el estudio de la DSI. En nuestro estudio, seguimos el libro Compendio de la DSI, preparado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz por encargo del Beato Juan Pablo II.

Estamos ahora estudiando la encíclica Rerum novarum, del Papa León XIII, el documento que se considera la carta magna de la DSI. En la reflexión anterior repasamos el rechazo que la R.N. hace tanto de la solución del socialismo marxista ante la crisis por la revolución industrial como de la orientación del capitalismo liberal en esa misma coyuntura.   Del capitalismo liberal denunció  la encíclica, en particular su concepción de la propiedad, a la que esa ideología consideraba un derecho absoluto e ignoraba las obligaciones del propietario. Igualmente de la ideología del capitalismo liberal  denuncia la encíclica R.N. la visión unilateral y simplista sobre la autoridad del Estado para controlar al capital, al que deja con las manos libres para ponerse límites sin intervención del Estado. La experiencia ha demostrado que el capital no necesariamente se controla a sí mismo y de allí han venido fracasos y quiebras con perjuicio de los usuarios de las entidades manejadas por el capital.

Vimos que León XIII deplora también la actitud frente a la Iglesia, tanto del socialismo marxista como del capitalismo liberal. Las dos ideologías consideraban a la Iglesia como retrógrada. Basándose en la filosofía de la revolución francesa extendieron una libertad sin límites a todos los ámbitos, sin tener en cuenta los derechos de los demás. La Sagrada Escritura nos enseña que la libertad nos hará libres, pero no el abuso de la libertad.

Si examinamos las consecuencias de esa libertad mal entendida comprenderemos por qué se ha perseguido a la Iglesia con saña y se sigue persiguiendo en nuestros días, aunque ahora con estrategias sofisticadas, aprovechando los modernos medios de comunicación. Se utilizan otros medios, distintos al fusilamiento, como el aislamiento de la Iglesia, ignorando en los medios escritos y hablados la información positiva que pueda favorecer a la fe católica, o mezclando la información que la favorezca con críticas y ridiculizando y hostigando a quienes se atreven a defender con valentía su fe católica si ocupan posiciones públicas importantes. La libertad la defienden en todos los ámbitos: político, social, económico, sexual, pero no la libertad de conciencia, así esté consagrada en la constitución, si se utiliza como fundamento para defender criterios o principios cristianos. Lo vemos en Colombia en el caso del aborto.

Antes de continuar con el estudio de la encíclica Rerum novarum voy ahora a cumplir con un ofrecimiento que hice hace una semana; voy a presentar una breve biografía de un mártir austríaco, beatificado por Benedicto XVI y declarado patrono de los objetores de conciencia. Hoy es difícil encontrar personas con la entereza de este mártir. No es frecuente que en nuestro tiempo, en nuestro país, se corra peligro de muerte por defender la fe, pero sí se enfrenta todos los días la amenaza del ridículo en los medios de comunicación.

Esta es la historia del Beato Franz Jägerstätter.

 El hombre que rehusó pelear por Hitler

 

Hijo de una madre soltera, Franz Jägerstätter nació en un pueblo de Austria en 1917. Su madre se llamaba Rosalía. Su padre Franz murió en la primera guerra mundial. Su madre contrajo entonces matrimonio con Heinrich Jägerstätter quien adoptó al beato de quien hablamos y le dio su apellido.

El beato Franz fue una persona humilde, un católico común y corriente. En 1936 se casó con Franzisca y fueron de luna de miel a Roma; de allá regresó con una fe fortalecida aunque no por eso se distinguió especialmente por su práctica. Quiero destacar este aspecto porque Dios se fijó en él sin ser una persona especial.

Recordemos que en esa época, el nazismo empezó a tender sus redes para apoderarse de Austria. Los que vieron la película “La Novicia Rebelde” recordarán que el capitán von Trapp y su familia, huyeron de su país, porque el capitán iba a ser enviado a la armada nazi. En la película presentan cómo había austríacos que simpatizaban con la idea de que Austria llegara a ser parte de Alemania y por eso adherían también al nazismo. El comportamiento del beato Franz fue por el contrario de fidelidad a la fe y como el de la familia von Trapp, de fidelidad a Austria. No le dio temor a Franz,  de ser el único de su pueblo que votó contra la anexión de Austria de parte de Alemania. Sus vecinos trataron de convencerlo de lo contrario por temor de que su esposa e hijas sufrieran las consecuencias de represalias. Pero Franz  se apoyó en su fe católica y en su convencimiento de que se debía obedecer a la autoridad legítima y a Dios y dicen que al mismo tiempo meditaba sobre el valor de la vida eterna en contraposición con la vida terrena mortal. En 1936, siendo sacristán en su parroquia empezó a recibir la eucaristía diariamente.

Franz estaba convencido de que tomar parte en la guerra era un serio pecado. Dos veces lo llamaron a filas, pero gracias a la intervención del alcalde de su pueblo, consiguió que lo dejaran volver a trabajar a su granja.  Tomó la decisión Franz, de que, si lo volvían a llamar al servicio militar, pondría de presente su negativa a pelear.


Franz escribió en esa época: “Es muy triste oír una y otra vez a los católicos que sostienen que esta guerra de Alemania quizás no sea tan injusta, porque acabará con el bolchevismo…(es decir, con el comunismo). Pero entonces, decía, surge la pregunta: en nuestro país ¿a quién está combatiendo Alemania, a los bolcheviques o al pueblo ruso?  

Y añadió esta observación: “Cuando nuestros misioneros católicos fueron a naciones paganas a predicarles la fe cristiana, acaso avanzaron con ametralladoras y bombas para convertirlas y llevarles progreso?… Si una nación declara la guerra a otra,  generalmente no lo hace en provecho de ese pueblo o para darle algo, sino para conseguir algo para ellos mismos. Si estuviéramos simplemente combatiendo a los bolcheviques, esas otras cosas como los minerales, los pozos de petróleo o la buena tierra cultivable no sería un factor influyente.”

Franz Jägestätter estaba en paz consigo mismo a pesar de la alarma que pudo sentir al presenciar la capitulación de las masas ante Hitler. Hipnotizadas por la propaganda nacional socialista, mucha gente se inclinó ante Hitler en su entrada a Viena. A los templos católicos los obligaron a ondear la bandera nazi y los sometieron a otras leyes abusivas.

En febrero de 1943 llamaron a Franz al servicio militar. Se presentó y anunció que se negaba a pelear, pero dejó claro que estaba dispuesto a prestar servicios no violentos. Se le negó esta condición y fue enviado a Berlín, sometido a juicio y condenado a muerte por sedición. Al capellán de la prisión le llamó mucho la atención la serenidad de Franz: le ofreció la lectura del Nuevo Testamento, pero en ese momento supremo quería concentrarse en su meditación interior y le dijo: “En mi interior estoy completamente unido con el Señor, y cualquier lectura solamente interrumpiría mi comunicación con mi Dios”.

El 9 de agosto, antes de que lo ejecutaran, Franz escribió: “Si debo escribir con mis manos encadenadas, encuentro que eso es mejor que si mi voluntad fuera la encadenada. Ni la prisión ni las cadenas ni la sentencia de muerte pueden robar a un hombre de fe su voluntad libre. Dios da tanta fortaleza que es posible soportar cualquier sufrimiento… La gente se preocupa por las obligaciones  que en conciencia tengo con mi esposa y mis hijas, pero yo no puedo creer que porque uno tenga esposa e hijos, sea libre de ofender a Dios.”

Franz fue beatificado el 26 de octubre de 2007 y Benedicto XVI lo declaró patrono de los objetores de conciencia. Su fiesta es el 21 de mayo, conmemoración del día de su bautismo. Su esposa Franzisca asistió a la beatificación con sus tres hijas, dos semanas antes de celebrar sus 100 años.

Esa es la conmovedora historia del patrono de los valientes que defienden su fe ante el mundo.

No sobra recordar que Santo Tomás Moro, quien fuera lord canciller de Inglaterra, fue condenado a muerte por no doblegarse a  la voluntad del rey Enrique VIII, quien pretendió que el Papa  aprobara la separación de su esposa legítima Catalina de Aragón y le permitiera casarse con Ana Bolena. Lo hizo, separó a Inglaterra  de la Iglesia católica y fundó la llamada Iglesia Anglicana. Tomás Moro fue canonizado por Pío XI en 1935 y el Beato Juan Pablo II lo declaró patrono de los estadistas católicos y de los políticos.

Me he detenido en estos dos personajes de la Iglesia porque en nuestra época, deberían ser mejor conocidos por los católicos que ejercen cargos públicos. Da pena oír a varios de ellos afirmar  que son católicos y sin embargo, con ligereza defienden posiciones anticatólicas para la aprobación de leyes ofensivas contra Dios. Qué poca formación religiosa perecen tener.

Ahora sí, volvamos a la encíclica Rerum novarum

 

En la reflexión anterior alcanzamos a ver que según la encíclica, la abolición de la propiedad privada, como pretende el socialismo marxista, perjudica  a los mismos obreros que aspiran a tener algo propio con el fruto de su trabajo, y sería una injusticia porque el derecho a la propiedad privada se funda en la naturaleza. Un segundo argumento se basa en el trabajo del ser humano que la tierra necesita para ser fértil y con ese trabajo la persona humana deja allí su huella indeleble.

Sigue la Rerum novarum demostrando la necesidad de la propiedad privada, si se piensa en la familia. El padre de familia tiene que velar por la conservación de los suyos.

Un tercer argumento de la encíclica Rerum novarum a favor de la propiedad privada se desarrolla a partir de la negación del poder que el estado pretende tener, para  anular los derechos de la familia o de la patria potestad. Nos dice León XIII que el Estado no puede asumir el papel de la familia. Finalmente afirma la Rerum novarum que abolir la propiedad privada perturba la paz, suscita conflictos, quita los estímulos para trabajar y genera miseria.

¿Tiene la Rerum novarum una posición liberal?

 

Quien no lee la encíclica Rerum novarum con cuidado, puede pensar  que el Papa asume una posición muy liberal, porque defiende la propiedad privada. Es bueno detenernos en eso: León XIII estaba enfrentando una coyuntura nueva, un cambio de época, como habíamos antes observado, y el tema de la propiedad privada que atacaba el socialismo marxista como causa de la crisis, empezaba entonces a exponerse como algo de especial importancia. León XIII estaba, diríamos, abriendo camino, y el papel de la propiedad privada sería necesario seguirlo clarificando como lo han hecho los Papas desde entonces.

Sin embargo, lo que afirma la encíclica Rerum novarum sobre la propiedad privada no ha cambiado en lo esencial; se ha profundizado en su significado y se ha ampliado, sin cambiar sus principios.

A los que piensan que el pensamiento de la Rerum novarum es complaciente con el pensamiento liberal sobre la propiedad hay que observarles que es precisamente en esta encíclica donde la DSI toma distancia del pensamiento liberal sobre la propiedad privada, porque León XIII no se limita a fundamentar el derecho a la propiedad privada, sino que insiste en los deberes de los propietarios, a quienes no les reconoce un derecho absoluto a ella como lo pretendía la ideología capitalista liberal.  La doctrina sobre la propiedad privada en la RN se complementa con dos aspectos muy importantes que separan a la Iglesia de la ideología capitalista liberal: uno, con referencia a las obligaciones del propietario y otro en cuanto a las obligaciones del Estado. Estos dos asuntos se presentan en la segunda parte de la encíclica.

Claramente dice en el N° 16 que el hecho de ser la propiedad privada un derecho que da la naturaleza a la persona humana, no quiere decir que pueda “considerar las cosas externas como propias, sino como comunes”. Más adelante amplía la idea León XIII, diciendo que las riquezas son todo tipo de bienes, “sean estos del cuerpo o externos, o sean del espíritu”. De ellos dice la Rerum novarum que los ha recibido la persona humana “para perfeccionamiento propio y, al mismo tiempo, para que, como ministro de la providencia divina, los emplee en servicio de los demás”.

Terminemos esta reflexión con este complemento. En la Rerum novarum se presenta la doctrina social como la enseña el Evangelio. Al enseñarnos que los bienes nos han sido dados “para que como ministros de la providencia divina”, los empleemos en beneficio de los demás, se está presentando la idea cristiana de que somos administradores de los bienes de Dios, no dueños absolutos. Podemos recordar la parábola de los talentos: El dueño nos pedirá cuentas del uso que hagamos de los talentos, sean materiales, sean espirituales que Dios nos ha dado.

 

REFLEXIÓN 245, Esquema general de la Rerum Novarum, Mayo 9,2013

 

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¿UNA REVOLUCIÓN MAL MANEJADA?

 

Estamos ahora en la parte del Compendio que  hace un recorrido por la historia y nos muestra cómo con la encíclica Rerum novarum, el Papa León XIII  orientó al mundo en las difíciles circunstancias que vivía la sociedad, por la injusticias que se cometían contra los trabajadores en la mal manejada revolución industrial y así dio un nuevo impulso al desarrollo de la DSI.

Quizás algunos se pregunten por qué califico de mal manejada la revolución industrial. Lo explico: el cambio del trabajo, de manual a ayudado por máquinas no es en sí mismo malo. Las máquinas pueden ser una excelente ayuda. Lo malo fue el uso egoísta que hizo de las máquinas, solo para el beneficio de los dueños, el modo como se trató a los trabajadores, las injusticias por los malos salarios, los horarios inhumanos, inclusive de los niños. Algo semejante podríamos decir en nuestro tiempo, de la globalización: en sí misma no es mala, puede ser bueno aprovechar los modernos medios de comunicación y de transporte, para extender la riqueza de la  variedad de productos y de servicios, a todos los pueblos. Depende del uso que de la globalización se haga. De la equidad en los tratados, de las medidas que se tomen para que la globalización no se convierta en una herramienta a favor solo de los países poderosos.

La encíclica Rerum novarum, del Papa León XIII, se considera la “carta magna” de la DSI. Repasamos lo que nos enseña esta encíclica Rerum novarum sobre la ideología del capitalismo liberal en el manejo de la revolución industrial y el socialismo marxista como reacción a las injusticias con los trabajadores.

Vimos que la encíclica Rerum novarum rechaza tanto al socialismo marxista como al capitalismo liberal, que tenía mucha responsabilidad en la orientación equivocada de la sociedad en esa época de la revolución.

Recordemos que del liberalismo económico, la encíclica Rerum novarum denunció su concepción de la propiedad, a la que esa ideología consideraba un derecho absoluto e ignoraba las obligaciones del propietario. La Iglesia considera al propietario, no  dueño absoluto, sino administrador de los bienes que Dios ha creado para el bien de todos. Seguiremos viendo a lo largo de nuestro estudio de la DSI, que el Magisterio siguió defendiendo y clarificando este criterio sobre la propiedad (Véase en los Papas desde Pío XII, en particular).

La encíclica Rerum novarum denunció también la visión simplista del liberalismo económico sobre la autoridad del Estado para controlar al capital. Esa ideología consideraba y así lo sigue haciendo, que el Estado debe dejar en libertad a los dueños del capital para regularse sin intervención del poder público, y esa actitud se ha prestado para abusos de los dueños del capital. Que eso persiste lo experimentamos aún hoy, cuando a los bancos se los deja en libertad de cobrar altos intereses y altos cobros por el servicio del manejo del dinero que han captado de sus clientes, y el Estado no se atreve a “meterlos en cintura”. Esa actitud aplicada a los mercados, que se pensó se regularían a sí mismos, ha tenido consecuencias ingratas en los últimos tiempos.

¿Retrógrada la Iglesia, porque defiende la libertad, pero respetuosa de la vida?


La encíclica Rerum novarum deplora también la actitud de las dos ideologías, del liberalismo económico y del socialismo marxista sobre la Iglesia. Los dos pensamientos filosófico-políticos consideraban a la Iglesia como retrógrada. La idea de la libertad que se propagó con la revolución francesa seguía con fuerza, y se defendía una libertad mal entendida: se defendía una libertad sin límites y sin tener en cuenta los derechos de los demás; ese concepto de libertad se utilizaba para escudarse detrás de ella en defensa de los propios intereses. Aún hoy, cuando se defienden en Colombia ciertos derechos, como el “matrimonio” entre personas del mismo sexo y el aborto, se pretende hacerlo en ejercicio de la libertad. La Sagrada Escritura nos enseña que la libertad nos hará libres, pero no el abuso de la libertad.

¿Quién decide sobre la ética de los actos médicos?

 

Llama la atención que no se defiende la libertad sino que se la ataque, cuando se trata de la libertad de conciencia para no obrar contra la conciencia, por ejemplo, cuando se exige el cumplimiento de la sentencia equivocada de la Corte Constitucional sobre el aborto. Pretenden que las personas tienen derecho a la libertad de conciencia pero niegan esa libertad a las instituciones como los hospitales. Pretenden ignorar que las instituciones abstractas no toman las decisiones sobre lo ético o lo no ético en su funcionamiento, son que son las personas que las administran quienes deciden.

En esas actitudes seguimos gobernados por la ideología del siglo XIX, en cuanto a la libertad. Y además escuchamos permanentemente en los medios de comunicación que se niega la libertad de defender los principios éticos cristianos de parte de los católicos que ocupen cargos públicos, como los parlamentarios, jueces, notarios, gobernantes. ¿No serán retrógrados más bien los que siguen defendiendo el derecho al asesinato de inocentes como en el caso de los que están por nacer?  ¿Eso no es más propio de tiempos caducos de  dictaduras como el nazismo?

Resumen del contenido general de la Rerum novarum

 

Recordemos que esta encíclica está compuesta por una introducción y tres partes. La introducción presenta un resumen de la lamentable situación de la clase trabajadora, consecuencia de la industrialización, manejada con criterios equivocados por los dueños del capital. Igualmente en la introducción se analiza y se rechaza la solución que proponía el socialismo marxista por ser injusta e impracticable. La encíclica defiende también la necesidad de la intervención de la Iglesia en esa injusta situación.

En el N° 2, la encíclica Rerum novarum presenta brevemente la solución que ofrece el socialismo marxista quien se enfoca, no al cambio de la conducta de los patronos injustos sino al cambio de las estructuras de la sociedad. El socialismo marxista pretende acabar con la propiedad  privada. Los bienes que se quitaran a los dueños no pasarían a los pobres sino a ser administrados por los gobiernos municipales o por el gobierno nacional.

Repitamos la exposición esquemática de esta parte de la encíclica como lo hace el P. Ildefonso Camacho sobre los inconvenientes de abolir la propiedad privada que empezamos al final de la reflexión anterior.

Primer inconveniente: perjudica a los mismos obreros. Ellos aspiran a conseguir su propia propiedad con el fruto de su trabajo, a disponer libremente de su salario que a través del ahorro lo pueden convertir en una propiedad inmueble, si lo desean (RN 3).

Segundo inconveniente: quitar a alguien su propiedad es una injusticia, porque el derecho a ella procede de la naturaleza.

Este argumento se examina primero a partir de la persona. Veamos:

Es connatural  al ser humano el carácter previsivo, a diferencia del animal, que se rige por sus instintos solamente y los instintos mueven al animal solo en el momento mismo en que sienten un deseo o necesidad. Por ejemplo el animal toma agua en el momento en que siente sed; en cambio la persona humana se puede regir también por la razón y por eso prevé necesidades futuras, se da cuenta de que necesita los bienes no solo para la satisfacción inmediata y comprende que es necesario poseerlos de manera estable. Por eso construye depósitos para conservar el agua (RN 4), siembra para tener alimentos más adelante, ahorra.

Por  razón parecida el ser humano requiere medios para asegurar el porvenir, por eso necesita como propia la tierra con su capacidad permanente de producir. (RN 5)

A dos objeciones responde la R.N. en el N° 6: la primera dice que se podría objetar que si los bienes pasaran de ser privados a ser públicos, el Estado podría administrar todos los bienes y encargarse de ser previsivo  para el futuro de sus nacionales; la encíclica responde que ese no es papel del estado, pues la persona humana  es anterior al estado.

El estado no puede quitar a las personas el derecho de poseer bienes y encargarse él de su administración, puesto que el individuo puede hacerlo y mejor que el estado, según sus necesidades.

Hoy la experiencia mundial nos autoriza a preguntar además, quién confiaría con seguridad en que el estado va a tener cuidado de él en el futuro y no va a resultar desamparado… Se habla todos los días de corrupción. La experiencia mundial lo demuestra: si las personas no se afilian a un fondo de pensiones, van a pasar dificultades en la vejez. El estado encuentra esos casos todos los días y trata de atenderlos, pero logra hacerlo solo con algunos y de manera precaria. Los que han conocido países gobernados por el socialismo marxista dan testimonio de la escasez de alimentos y vestuario de sus habitantes. Y en el socialismo marxista también hay corrupción.

Cuando desapareció el socialismo marxista en la Unión Soviética, allí todos deberían haber quedado en igualdad de condiciones económicas. Se podría suponer que en la Unión Soviética, la comunista, no había ricos; sin embargo, apenas pasado ese gobierno aparecieron personas multimillonarias: dueños de petroleras, propietarios de poderosos equipos de fútbol en Inglaterra, por ejemplo. ¿Cómo hicieron esa riqueza durante el comunismo?

El segundo argumento de la encíclica Rerum novarum en contra de la abolición de la propiedad privada (N° 7) se basa en el trabajo mismo: dice que la tierra necesita ser cultivada, porque puede producir con largueza lo que el ser humano necesita para su subsistencia pero  no puede hacerlo por sí sola; necesita la intervención humana; al aplicar la persona humana su inteligencia y sus fuerzas corporales a la naturaleza, imprime en ella una huella que la invita a ser su dueña.

Ese argumento responde a los que aceptan el uso del suelo pero no su propiedad estable.

La mejor manera de comprender bien estos argumentos de la  Rerum novarum sobre el socialismo agrario es leer el N° 8 de la encíclica. Leámoslo :


8. Es tan clara la fuerza de estos argumentos, que sorprende ver disentir de ellos a algunos restauradores de desusadas opiniones, los cuales conceden, es cierto, el uso del suelo y los diversos productos del campo al individuo, pero le niegan de plano la existencia del derecho a poseer como dueño el suelo sobre que ha edificado o el campo que cultivó. No ven que, al negar esto, el hombre se vería privado de cosas producidas con su trabajo. En efecto, el campo cultivado por la mano e industria del agricultor cambia por completo su fisonomía: de silvestre, se hace fructífero; de infecundo, feraz. Ahora bien: todas esas obras de mejora se adhieren de tal manera y se funden con el suelo, que, por lo general, no hay modo de separarlas del mismo. ¿Y va a admitir la justicia que venga nadie a apropiarse de lo que otro regó con sus sudores? Igual que los efectos siguen a la causa que los produce, es justo que el fruto del trabajo sea de aquellos que pusieron el trabajo.

Con razón, por consiguiente, la totalidad del género humano, sin preocuparse en absoluto de las opiniones de unos pocos en desacuerdo, con la mirada firme en la naturaleza, encontró en la ley de la misma naturaleza el fundamento de la división de los bienes y consagró, con la práctica de los siglos, la propiedad privada como la más conforme con la naturaleza del hombre y con la pacífica y tranquila convivencia. Y las leyes civiles, que, cuando son justas, deducen su vigor de esa misma ley natural, confirman y amparan incluso con la fuerza este derecho de que hablamos. Y lo mismo sancionó la autoridad de las leyes divinas, que prohíben gravísimamente hasta el deseo de lo ajeno: «No desearás la mujer de tu prójimo; ni la casa, ni el campo, ni la esclava, ni el buey, ni el asno, ni nada de lo que es suyo»

La encíclica Rerum novarum abrió un surco y sembró ideas fundamentales sobre la DSI; enfrentó una situación nueva que se manejaba con ideas nuevas. Por eso no podemos esperar que esta encíclica abarque todos los problemas que se fueron presentando más tarde. Quedaron puntos en los que era necesario profundizar y ampliar. De eso diremos algo en la próxima reflexión luego de terminar de presentar un resumen del contenido completo de la Rerum novarum.

Reflexión 244 – Rerum novarum y Carlos Marx

 

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Reflexión 244, Jueves 2 de mayo 2013

 

Usted encuentra en este blog los programas sobre la Doctrina social de la Iglesia que se transmiten por Radio María de Colombia los jueves a las 9:00 a.m., hora de Colombia, en las siguientes frecuencias en A.M.:     Bogotá: 1220; Barranquilla: 1580; Cali: 1260; Manizales: 1500; Medellín: 1320; Turbo: 1460; Urrao: 1450.

Por internet, también en vivo, en http://www.radiomariacol.org/

Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente, que es el contenido del último programa de esta serie, transmitido por Radio María de Colombia y preparado por Fernando Díaz del Castillo Z. En la columna de la derecha están las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro “Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.

Utilice los Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio, Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

Haga clic a continuación para orar todos los días 10 minutos siguiendo la Palabra de Dios paso a paso: Orar frente al computador, con método preparado en 20 idiomas por los jesuitas irlandeses. Lo encuentra aquí también entre los enlaces.

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Repasemos: capitalismo liberal y socialismo marxista en

la revolución industrial

 

Vamos a continuar hoy el estudio de la DSI. En nuestro estudio, seguimos el libro Compendio de la DSI, preparado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz por encargo del Beato Juan Pablo II. El Compendio de la DSI es una obra que,  junto con la Biblia y el Catecismo nos ofrece una orientación segura en el seguimiento de las enseñanzas de Jesucristo; en este caso, nos enseña sobre cómo vivir  en sociedad de acuerdo con los planes de Dios. Todos los temas importantes sobre la sociedad y sus instituciones están allí, expuestos desde la perspectiva de las enseñanzas de Jesucristo en el Evangelio. Los temas sobre la dignidad de la persona humana, sobre la familia, sobre el valor de la vida, principios, como la verdad, la libertad, la justicia. El Compendio de la DSI es un libro guía que no debería faltar en nuestros hogares.

En la reflexión aterior continuamos la presentación del momento histórico que inspiró al Papa León XIII su encíclica Rerum novarum, con la cual la doctrina social de la Iglesia recibió un nuevo impulso, al presentar al mundo las enseñanzas del Evangelio sobre la dignidad humana y las relaciones de respeto y amor alrededor de los cuales los miembros de la sociedad se deben organizar, como comunidad solidaria.

 

Vimos que ese momento histórico era de cambio, era un cambio de época: estamos en 1891 y el siglo 19 fue el siglo de inventos como el de la bombilla eléctrica y de la locomotora de vapor. Se empezaban a inventar nuevas máquinas, como aplicación de las ciencias a la vida práctica. De los vagones tirados por caballos se pasó entonces al tren y del trabajo artesanal que ejercían personas individuales se pasó al trabajo en fábricas. Hubo en consecuencia un cambio grande en las relaciones sociales: de la relación entre personas individuales, se pasó a una relación de grupos, en los cuales, un grupo, el de los dueños de las máquinas, motivado por la codicia, empezó a utilizar a las personas sin tener en cuenta sus necesidades como seres humanos; ese grupo no tuvo miramientos en el maltrato a los operarios, quienes dependían de ellos para su subsistencia.

 

La vida en sociedad se empezó a regir por el egoísmo; era el propio interés el que alentaba a los patronos a imponer trabajos inhumanos por sus exigencias de horarios, bajos salarios, maltrato que alcanzaba inclusive a los niños. El deseo de producir más para conseguir mayores ganancias fue en muchos su norma de vida.

Estos comportamientos fueron consecuencia del descubrimiento del uso de la riqueza como capaz de producir más riqueza, es decir descubrieron el valor del lucro, y sin tener en cuenta las enseñanzas del Evangelio, las actividades se enfocaron con el objetivo de aumentar las ganancias para invertirlas en actividades que produjeran más ganancias. La norma de vida no fue para muchos el mandamiento nuevo de amor a los demás.

 

Otro asunto de tener en cuenta es que la filosofía que imperaba desde la revolución francesa era la prioridad de la libertad; la libertad es un regalo de Dios, pero para que la usemos para el bien, no una libertad solo para defender los propios intereses. Cuando reinan la codicia y el individualismo, los límites de la libertad no los impone propiamente la generosidad. Se fortaleció en esa época el criterio de ante todo el propio interés; el de primero yo, el de poca o ninguna solidaridad. En ese ambiente la libertad que se predicaba era una libertad sin límites en propio beneficio, aun por encima de los derechos de los demás.

 

Con los ingredientes de ese ambiente se produjo la llamada revolución industrial, llamada revolución porque los adelantos de la ciencia aplicados a la industria cambiaron a la sociedad; y no la cambiaron solo en bien.  Entonces,  ante las arbitrariedades del llamado capitalismo liberal, que se caracterizaba por el dominio del capital, es decir del dinero: capital y libertad, ambos alimentados por el individualismo, empezaron a surgir reacciones en defensa de los trabajadores. Algunos buscaban acercamiento entre las partes para mejorar sus relaciones y eso daría más tarde lugar a promover el trabajo solidario con la formación de cooperativas; otros no creyeron que el remedio podría ser el cambio de comportamiento y resolvieron buscar más bien las causas de las injusticias en las estructuras de la sociedad.

 

Una de esas reacciones fue la del alemán Carlos Marx, quien con su amigo Engels, pusieron los cimientos del llamado socialismo marxista. Más adelante, en la revolución rusa, el socialismo marxista recibió una inyección de radicalismo más violento con Lenin y luego con Stalin.

 

Con la  introducción que he resumido y presentamos en las reflexiones anteriores, estamos más preparados para comprender la encíclica Rerum novarum y las encíclicas que fueron surgiendo en adelante.

 

Además del libro Doctrina Social de la Iglesia, una aproximación histórica, del jesuita español P. Ildefonso Camacho, me he valido de otras publicaciones y entre ellas del manual de la doctrina social de la Iglesia, publicado por la Biblioteca de Autores Cristianos, BAC, Fundación Pablo VI. Vayamos ya a la encíclica.

 

León XIII en la Rerum novarum quiere tratar la cuestión social completa, de manera que resplandezcan los principios que puedan dirimir la contienda que se presentaba entonces. Como pretende presentar la doctrina de la Iglesia, se basa en los principios evangélicos de la verdad, la justicia y el amor. Se considera a esta carta encíclica como la carta magna del pensamiento social católico. Los papas que sucedieron a León XIII, como iremos viendo, han seguido hasta nuestros días, poniendo al día la doctrina social católica, como respuesta al cambiante pensamiento social de nuevos movimientos y de los cambios políticos en la sociedad. 

¿La Doctrina social católica rechaza solo el socialismo marxista?

 

Sería equivocado pensar que la  encíclica Rerum novarum rechazara solo el socialismo; si lo enfrenta directamente, pero también rechaza el liberalismo que tenía mucha responsabilidad en la orientación equivocada de la sociedad.  En el resumen que acabamos de hacer se condensan esas ideas. Si desean pueden con provecho volver a los programas anteriores en que estudiamos ese punto.

 

Del liberalismo económico, la encíclica Rerum novarum critica su concepción de la propiedad, que consideraba un derecho absoluto, desconociendo las obligaciones del propietario, porque como hemos visto, según la DSI, los propietarios son administradores, no dueños absolutos, de los bienes que Dios creó para todos. En esta orientación sobre la propiedad se insistió en ulteriores documentos y fue Pío XII quien aclaró el pensamiento sobre la propiedad  no absoluta, sino dependiente del plan de Dios sobre las cosas que creó para todos.

La encíclica Rerum novarum denunció también la visión simplista que el liberalismo económico tiene del estado, al que reduce su poder cuando se trata de controlar al capital. La Rerum novarum acepta también el derecho natural de asociación, principio importante en la creación de asociaciones de trabajadores y de gremios.

 Como aún pasa, la Rerum novarum considera deplorables, tanto la actitud del socialismo como la del liberalismo frente a la Iglesia.  Esos dos movimientos filosófico-políticos, consideraban a la Iglesia como si se tratara de una fuerza retrógrada. Parece que esas posiciones llevadas al extremo en la revolución francesa no se acabaran de superar. Es que cuando a la persona humana y a instituciones como la familia, no se les reconoce toda su dignidad y sus derechos, la Iglesia, como siempre, sale a la defensa de esos principios fundamentales.

 En Colombia es clara la campaña contra la manifestación de los principios católicos por los fieles laicos que participan en la vida pública y la posición de ciertos grupos políticos ante asuntos tan delicados como la familia y la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

 

Estructura de la encíclica Rerum novarum

 

Esta encíclica está compuesta por una  introducción, y  tres partes. La introducción presenta de manera resumida, la situación en que vivía la clase obrera, consecuencia de la industrialización, y se analiza y rechaza como injusta e inviable, es decir no posible de ejecutar, la solución que propone el socialismo, y se presenta en cambio la solución que propone la doctrina de la Iglesia. La encíclica propone que la situación deplorable de los trabajadores reclama una intervención de la Iglesia y analiza las causas de esa injusta situación.

 

La primera parte de la encíclica se refiere a la solución socialista. Sin embargo, en la presentación de la situación hay una clara crítica a la ideología liberal, a la que, sin nombrarla, se hace responsable de la situación social de la época. Los obreros habían quedado indefensos ante los patronos por la desaparición de las antiguas asociaciones de los artesanos. A esta falta de apoyo de sus organizaciones a los trabajadores, se sumaba el afán desmesurado de ganancias que orientó a las que eran una minoría de patronos,  a explotar a masas grandes de trabajadores.  Esos dos rasgos,  el de los trabajadores indefensos y el afán de ganancias, es decir, el afán de lucro, son rasgos propios del capitalismo liberal. Un tercer factor importante en el deterioro de la sociedad fue el que las instituciones públicas y las leyes, es decir el Estado, se desentendió de la religión. La ideología liberal no solo ignoró a la religión sino que pretendió eliminar la religión de la vida pública y se la privó de su papel de inspiradora de las leyes y de las instituciones.

 

Sin duda quedan no pocos rezagos de esa ideología hoy, cuando se pretende que el papel de la Iglesia está solo en la vida privada y se llega al ridículo de una de las Cortes, que llamó la atención a un funcionario público porque en un escrito había citado la Biblia. Eso no aparece en países adelantados donde es normal que la cabeza del estado invoque a Dios. Vemos más despacio el contenido de la primera parte de la encíclica Rerum novarum.

 

Primera parte: la solución socialista

 

La solución que propone el socialismo consiste en convertir la propiedad privada en propiedad común (RN 2). Dice la encíclica en el N° 2:

 

Para solucionar este mal, los socialistas, atizando el odio de los indigentes contra los ricos, tratan de acabar con la propiedad privada de los bienes, estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes y administrados por las personas que rigen el municipio o gobiernan la nación.

 

Es fácil ver que esa exposición breve de la solución socialistaalude al carácter revolucionario de ese movimiento (atizando el odio…) pero su rasgo determinante es la abolición de la propiedad privada. El paso de los bienes de los ricos no pasa a los pobres sino a las manos de los gobernantes. De ser propiedad privada pasaría a ser propiedad pública.

 

No especifica la encíclica que los bienes a que se refería originalmente Marx era a los bienes de producción, es decir la maquinaria, porque la situación a la que se había referido León XIII en la introducción era la de la sociedad industrial. No parecía necesario explicar que no se refería a la sociedad agraria, por ejemplo; sin embargo la evolución del socialismo lo llevó a aplicar la abolición de la propiedad también en el campo y en la práctica, en países socialistas como Cuba, se aplicaba a todos los bienes. Solo el año pasado se empezó a permitir la propiedad de pequeños bienes. Antes todo era propiedad del estado.

Veamos la exposición esquemática del P. Ildefonso Camacho sobre los inconvenientes de abolir la propiedad privada ( Pg. 73):

Primer inconveniente: perjudica a los mismos obreros. Ellos aspiran a conseguir su propia propiedad con el fruto de su trabajo, a disponer libremente de su salario que a través del ahorro lo pueden convertir en una propiedad inmueble, si lo desean (RN 3).

Segundo inconveniente: quitar a alguien su propiedad es una injusticia, porque el derecho a ella procede de la naturaleza.

Este argumento se examina primero a partir de la persona. Veamos:

Es connatural  el carácter previsivo del ser humano, a diferencia del animal. El animal se rige por sus instintos solamente y los instintos mueven solo en el momento mismo en que lo impulsa, en cambio la persona humana se puede regir también por la razón y por eso prevé necesidades futuras, se da cuenta de que necesita los bienes no solo para la satisfacción inmediata y le es necesario poseerlos de manera estable (RN 4).

Por razón parecida el ser humano requiere medios para asegurar el porvenir, por eso necesita la tierra con su capacidad permanente de producir. (RN 5)

A dos objeciones se responde en el N° 6: se podría objetar que el Estado se podría encargar de esa previsión para el futuro, y la encíclica responde que ese no es papel del estado, pues la persona humana  es anterior al estado. Hoy podríamos preguntar quién confiaría en que el estado vaya a tener cuidado de él en el futuro y no va a resultar desamparado…

Fernando Díaz del Castillo Z.

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