Reflexión 1. Jueves 12 de enero de 2006

Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Introducción, Nº 1

 

Vamos a comenzar el estudio de la doctrina social de la Iglesia, basados en un texto oficial, el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, presentado por la Santa Sede el 29 de junio de 2004, traducido al español y editado por el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, el año 2005.

¿Qué es el Compendio de la D.S.I.?

Para comprender lo que se puede esperar de este libro seguiremos la explicación de los Cardenales Ángelo Sodano, Secretario de Estado del Vaticano, y Rafaele Martino, Presidente del Pontificio Consejo “Justicia y Paz”.

La Iglesia ha presentado desde siempre su doctrina social, – la que se refiere a las relaciones entre los hombres, – teniendo como base, tanto las enseñanzas de la Palabra de Dios en el Antiguo Testamento, como el riquísimo horizonte doctrinal que su fundador, Jesucristo, abrió en la presentación del amor como el mandamiento fundamental, y la inagotable fuente de verdad y de vida que es su Evangelio. La piedra angular de la doctrina de la Iglesia en lo social, es el amor, que a su vez nace de la realidad de ser todos hijos de Dios, creados a su imagen, con todas sus implicaciones. Fuimos creados a imagen y semejanza del AMOR, porque Dios es AMOR.

Los Papas, especialmente desde León XIII, en cada momento histórico han venido aplicando en sus enseñanzas la Doctrina Social, a las nuevas circunstancias. Se suele hablar de los 11 grandes documentos sociales, entre Encíclicas y Constituciones, y a esos 11 habría que añadir muchos otros documentos, como por ejemplo los numerosos mensajes de Pío XII.

Los documentos más conocidos y sus autores son:

  1. Encíclica Rerum Novarum,León XIII, 1891

  2. Encíclica Quadragesimo Anno, Pío XI, 1931

  3. Encíclica Mater et Magistra, Juan XXIII, 1961

  4. Encíclica Pacem in Terris, Juan XXIII, 1963

  5. Encíclica Eccesiam Suam, Pablo VI, 1964

  6. Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Concilio Vaticano II, 1965

  7. Encíclica Populorum Progressio, Pablo VI, 1967

  8. Carta Apostólica Octogesima Adveniens, Pablo VI, 1971

  9. Encíclica Laborem Exercens, Juan Pablo II, 1981

  10. Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, Juan Pablo II, 1987

  11. Encíclica Centesimus Annus, Juan Pablo II, 1991

  12. Encíclica Deus Caritas Est, Benedicto XVI, 2005

  13. Encíclica Caritas in veritate, Benedicto XVI, 2009

Por su parte, los obispos han profundizado en la doctrina social de la Iglesia, aplicándola a las circunstancias particulares de sus diócesis y países, y la han dado a conocer por medio de sus mensajes y cartas pastorales.Nosotros estudiamos en este programa algunos de esos documentos. El año  (2005), estudiamos el mensaje del episcopado colombiano, llamado “Testigos de Esperanza”.

 

Objetivo del Compendio de la Doctrina Social de la iglesia

 

Como la Iglesia ha producido tantos documentos importantes, en una excelente decisión, Juan Pablo II encargó al Consejo Pontificio “Justicia y Paz”, la elaboración de un compendio de toda la materia, que presente de modo sistemático los puntos esenciales de la doctrina social católica. El libro que seguiremos es un compendio, una exposición breve, organizada, de los documentos más importantes que sobre la doctrina social católica se han presentado hasta el momento de la culminación de este libro. No es un resumen de los documentos, sino una exposición breve de toda la doctrina social, con base en los documentos. Tiene esta obra una gran ventaja: presenta el pensamiento oficial de la Iglesia, no simplemente las opiniones de algunos estudiosos del asunto.

El Compendio de la D.S.I. es también un instrumento de evangelización, porque pone en relación a la persona humana y a la sociedad con la luz del Evangelio. Los principios de la doctrina social de la Iglesia, que se apoyan en la ley natural, resultan (…) a su vez confirmados y valorizados en la fe de la Iglesia, por el Evangelio de Jesucristo.

Con esta luz del Evangelio se invita al hombre, ante todo, a descubrirse como ser trascendente, en todas las dimensiones de su vida, incluida la que se refiere a los ámbitos sociales, económicos y políticos. De manera que nos invita la Iglesia a descubrir nuestro ser trascendente: es decir, a ser conscientes de lo que somos, no seres temporales, destinados sólo a una vida temporal en la tierra y nada después…

Trata este compendio asuntos tan importantes como la familia: La fe lleva a su plenitud el significado de la familia que, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, constituye la célula primera y vital de la sociedad. En el tema del trabajo, nos muestra el Compendio que la fe ilumina (…) la dignidad (…) del trabajo, en cuanto actividad del hombre destinada a su realización (…) a su perfección.

Como vimos en la serie sobre La Alegría de trabajar, y nos lo enseña la Doctrina Social, el trabajo es la oportunidad que tenemos todos de crecer como personas. Leamos esas palabras de nuevo: la fe ilumina la dignidad del trabajo, en cuanto actividad del hombre destinada a su realización, a su perfección , y añade la Doctrina Social, que el trabajo tiene la prioridad sobre el capital y constituye un título de participación en los frutos que produce.

El párrafo que sigue es tomado textualmente de la presentación que hace del Compendio el Cardenal Sodano. Dice así:

El presente texto resalta (…) la importancia de los valores morales, fundados en la ley natural escrita en la conciencia de cada ser humano, que por ello está obligado a reconocerla y respetarla. La humanidad reclama actualmente una mayor justicia al afrontar el vasto fenómeno de la globalización; siente viva la preocupación por la ecología y por una correcta gestión de las funciones públicas; advierte la necesidad de salvaguardar la identidad nacional, [2] sin perder de vista el camino del derecho, y la conciencia de la unidad de la familia humana.

El mundo del trabajo, profundamente modificado por las modernas conquistas, ha alcanzado niveles extraordinarios de calidad, pero desafortunadamente registra también formas inéditas de precariedad, de explotación e incluso de esclavitud, en las mismas sociedades “opulentas”. En diversas áreas del planeta, el nivel de bienestar sigue creciendo, pero también aumenta peligrosamente el número de los nuevos pobres y se amplía, por diversas razones, la distancia entre los países menos desarrollados y los países ricos. El libre mercado, que es un proceso económico con aspectos positivos, manifiesta sin embargo sus limitaciones. Por otra parte, el amor preferencial por los pobres representa una opción fundamental de la Iglesia, y Ella la propone a todos los hombres de buena voluntad. Eran palabras del Cardenal Sodano.

De manera que podemos esperar mucho de este Compendio de la D.S.I.: como vemos por la rápida enumeración de algunos de los temas importantes que trata. Nos va a enseñar el pensamiento católico sobre los asuntos que más preocupan en nuestro tiempo. Y no lo hará una Iglesia contaminada por ideologías de partidos. Su fin es llevar el pensamiento del Evangelio a nuestro tiempo, con la invitación a que se trabaje por una civilización orientada a la búsqueda de un desarrollo humano integral y solidario.

Por eso la Doctrina Social de la Iglesia nos habla del fenómeno innegable de la globalización, de la cual reclama mayor justicia; nos orienta en la comprensión de ese fenómeno, que pareciera buscar la integración de la gran familia humana, pero que debe al mismo tiempo, salvaguardar los derechos de la identidad nacional. La Iglesia manifiesta la preocupación por la ecología, pues el hombre tiene a su cargo el cuidado de la creación; y ante la corrupción que parece invadirlo todo, nos llama la atención sobre la correcta gestión de las funciones públicas.

Trata el tema tan importante del trabajo, que se ha modificado profundamente por los avances tecnológicos, pero al mismo tiempo se ha degradado por la explotación a través de costumbres, permitidas con frecuencia por leyes injustas. Y nos volverá a repetir la Iglesia su permanente denuncia, de que así el bienestar crezca en algunas regiones, aumenta sin embargo la pobrezay la distancia entre los países menos desarrollados y los países ricos. Y nos hace claridad sobre el libre mercado, tan alabado ahora, porque tiene aspectos positivos, pero que es importante reconocer también sus limitaciones.

Sobre el papel de los laicos y la ayuda que podemos encontrar en este Compendio de la D.S.I. dice el Cardenal Secretario de Estado: Las actuales cuestiones culturales y sociales atañen sobre todo a los fieles laicos, llamados, como recuerda el Concilio Ecuménico Vaticano II, a ocuparse de las realidades temporales ordenándolas según Dios. (Lumen Gentium, 31). Se comprende así, la importancia fundamental de la formación de los laicos, para que con la santidad de su vida y con la fuerza de su testimonio, contribuyan al progreso de la humanidad. Este documento – (el Compendio)- quiere ayudarles en su misión cotidiana.

Hace notar el Cardenal Sodano, que este libro ha sido elaborado de manera que pueda ser aprovechado, no sólo por los católicos, sino también por los cristianos de otras confesiones y por todos los hombres de buena voluntad, que pueden encontrar allí inspiración para una reflexión profunda y un impulso común para el desarrollo de todos los hombres.

Hay algo más que es bueno resaltar al comenzar nuestro estudio de la D.S.I.: y es que tenemos la bendición de Juan Pablo II, pues al terminar su presentación del Compendio, dice el Cardenal Sodano: El Santo Padre confía que el presente documento ayude a la humanidad en la búsqueda diligente del bien común, e invoca las bendiciones de Dios sobre cuantos se detendrán a reflexionar en las enseñanzas de esta publicación. De modo que podemos acometer nuestro estudio con la seguridad de que Juan Pablo II nos bendice desde el cielo.

El Cardenal Martino, Presidente del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” nos cuenta que el Compendio tuvo la guía sabia, constante y clarividente del Cardenal Francisco Javier Nguyen Van Thuân, a quien sólo la enfermedad impidió concluir la publicación. De seguro que podemos contar también con la bendición de este santo Cardenal vietnamita, mártir de la fe.

Contenido y organización del Compendio de la D.S.I.

 

Este libro está compuesto por una Introducción de 9 páginas, que lleva por titulo Un Humanismo Integral Solidario y, por Tres partes. En la primera parte se tratan los fundamentos de la Doctrina Social y se subdivide en 4 temas:

El primero se llama El Designio de Amor de Dios para la Humanidad, el segundo Misión de la Iglesia y Doctrina Social, el tercero La Persona Humana y sus Derechos, y la cuarta Los Principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

La segunda parte del compendio comprende la reflexión sobre 7 temas de vital importancia en nuestra época, y siempre: El primero lleva por título La Familia, Célula Vital de la Sociedad, el segundo El Trabajo Humano, el tercero La Vida Económica, el cuarto La Comunidad Política, el quinto La Comunidad Internacional, el sexto Salvaguardar el Medio Ambiente y el séptimo La Promoción de la Paz.

La tercera parte se dirige a la acción pastoral en el ámbito social, al compromiso de los fieles laicos, tema que nos interesa pues nos pone a pensar en la espiritualidad del laico, en el servicio a la persona humana, a la cultura, a la economía y a la política.

Termina el Compendio con una conclusión que titula: Hacia una Civilización del Amor.

Como podemos ver, el Compendio de la D.S.I. debe ser un texto de consulta permanente de todos los católicos, y en particular de los que participan activamente en el manejo de nuestra sociedad. No hay excusa para que ignoremos nuestros derechos y obligaciones y en el Compendio tendremos suficiente ilustración al respecto. En esta obra encontraremos una guía luminosa, para que nuestra toma de decisiones en materia social, sea consecuente con lo que decimos creer como católicos. Yo creo que es un libro obligatorio para los comunicadores sociales católicos, quienes pueden encontrar una orientación clara y segura en temas sobre la D.S.I., y ni se diga la importancia que tiene para los profesionales del derecho y de la política, quienes no pueden desconocer esta obra.

Ofrece además el Compendio tres excelentes índices que ayudan mucho a encontrar la información que podamos necesitar: Un índice de referencias con las citas de la Sagrada Escritura, de los Concilios, de los documentos de los Papas desde León XIII hasta Juan Pablo II, de los Documentos de la Iglesia como el Catecismo, las Congregaciones de la Curia Romana, los Pontificios Consejos, como el de las Comunicaciones Sociales y Justicia y Paz, las Comisiones Pontificias, el Derecho Canónico, los Escritores Católicos, empezando por los Santos Padres y los Doctores de la Iglesia, y algunas referencias al Derecho Internacional. Las exposiciones de esta obra están basadas en fuentes muy sólidas.

Nos ofrece también el Compendio de la D.S.I. un completo índice analítico. Es decir una lista, en orden alfabético, de los temas tratados y la indicación de las páginas en que se encuentran. En este caso el índice analítico empieza con la palabra Aborto y termina con la palabra Vocación.

Finalmente está el Índice General, en el que se puede ver de un vistazo el contenido de cada parte y de cada capítulo. Es un libro de 557 páginas, en un formato parecido en su tamaño y presentación al Catecismo, con una numeración continua que facilita su estudio. Lo pueden conseguir en las librerías católicas. Considerando la importancia de este libro y la calidad de su edición, tiene un precio adecuado. Los invito a conseguirlo y estudiarlo.

INTRODUCCIÓN (Nº 1-6)

La Introducción comprende 4 partes. El título de la primera es Al alba del tercer milenio y va del número 1 al 6. Comienza situándonos en la nueva época que nos ha tocado inaugurar: el siglo XXI, el papel que nos toca desempeñar en él y nos explica por qué la Iglesia interviene en el campo social.

En el Nº 1 nos dice, que Juan Pablo II nos introdujo en el Tercer Milenio de la era cristiana, reafirmando que la Iglesia, pueblo peregrino, se adelanta guiada por Cristo, el “gran Pastor” (Hebr 13,20)… como lo dijo en su Carta Apostólica “Novo millenio ineunte” (Al comenzar el Nuevo Milenio). A Juan Pablo II le gustaba recordarnos que debemos estar en movimiento: la Iglesia, pueblo peregrino, se adelanta guiada por Cristo, el “gran Pastor”. Recordemos esa otra frase célebre suya, con la cual nos invitaba a “remar mar adentro”.

La explicación de por qué la Iglesia tiene qué decir en lo social es teológica y muy profunda. Dice el Compendio, que el Señor Jesús pagó un alto precio por nuestra salvación, y que los justos alcanzarán esa salvación después de la muerte, pero que Jesús vino a traer la salvación integral, que abarca al hombre entero y a todos los hombres, y cuando se habla de la salvación del hombre, así considerada la salvación, -de modo integral, – se incluye también la salvación de este mundo, donde vive y se desarrolla el hombre; en los ámbitos de la economía y del trabajo, de la técnica y de la comunicación, de la sociedad y de la política, de la comunidad internacional y de las relaciones entre las culturas y los pueblos. Fijémonos bien en esta explicación, que nos aclara por qué la Iglesia hace este esfuerzo de llevar el Evangelio a esos campos aparentemente neutros en materia de religión, como son la economía, la política y la cultura.

Es bien importante situarnos como nos toca, entre los peregrinos del Pueblo de Dios, sí, – pero comprendiendo bien, que, si es verdad que caminamos hacia nuestra patria en el cielo, tenemos también el encargo de colaborar en la construcción del Reino de Dios en la tierra. Porque, como acabamos de ver, Dios vino a salvar al hombre de manera integral, en esta tierra. Y como en el mundo en el que vivimos intervienen la economía y el trabajo, la técnica, las comunicaciones, la política, la comunidad internacional, la cultura, la familia, en fin, todo lo que constituye la vida de la sociedad, allí tiene que estar la Iglesia llevando a Jesucristo, a ese mundo, que sólo impregnado del Evangelio puede llegar a ser el mundo como Dios, su Creador, lo quiere, un mundo de justicia, de amor y de paz (En  el prefacio de la fiesta de Cristo Rey dice: un reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz). El plan de Dios, cuando creó el mundo, no fue hacer un mundo desgraciado. Nuestro encargo, nuestra vocación, de acuerdo con el plan de Dios, es ser instrumentos en la construcción del Reino, es decir de una Sociedad justa y fraterna, una sociedad que viva una vida lo más parecida a la vida de Dios.

No pensamos mucho en este aspecto de un mundo “divinizado”. No hemos entendido que el verdadero progreso del mundo está en seguir los planes de Dios. Que apartarnos de él, no es hacer un mundo mejor, sino al contrario, hacer las cosas al revés de lo que Dios quiere, sólo trae oscuridad, sufrimiento, destrucción, lágrimas…

Un mundo “divinizado”… ¿Qué quiere decir esto? La clave está en que la divinidad se metió en el mundo, en el hombre, al encarnarse en Jesucristo. Oigamos esta explicación del Santo Padre que espero nos aclare este punto.

En su primera audiencia del nuevo año 2006, el Papa comentó el himno cristológico contenido en la Carta de San Pablo a los Colosenses, y explicó que el Apóstol nos indica una cosa muy importante: que la historia tiene una meta, tiene una dirección, la historia va hacia la humanidad unida en Cristo, va así hacia el hombre perfecto, va hacia el humanismo perfecto, hacia la humanidad divinizada, y por lo tanto realmente humanizada.

Eran palabras textuales de Benedicto XVI, quien continuó así: (…) con otras palabras san Pablo nos dice que hay verdaderamente progreso en la historia, que hay una evolución en la historia. El progreso es todo lo que nos acerca a Cristo y nos acerca de esta manera a la humanidad unida al verdadero humanismo. Detrás de estas indicaciones se esconde además un imperativo para nosotros: trabajar por el progreso, cosa en la que creemos todos. Todos podemos trabajar por el acercamiento de los hombres a Cristo, podemos hacerlo conformándonos personalmente a Cristo y de esta manera caminar en la línea del verdadero progreso.

Cuando nos tachan de oscurantistas, de retrógrados, los que defienden la nueva sociedad sin moral, no han comprendido lo equivocados que están, que es al contrario: lo que la verdad de Cristo trajo al mundo fue el progreso, el ascenso de lo puramente humano a la participación de la vida divina. La sociedad va hacia el progreso, hacia la perfección, si va hacia Cristo.

Recordemos de nuevo lo que nos explicaron nuestros obispos en su mensaje “Testigos de esperanza: Los acontecimientos de la historia, además de tener significación humana, tienen también una significación divina. Dios va conduciendo con su sabiduría y su amor infinito la historia de los hombres, y su manifestación plena se ha dado en la persona y en la historia concreta de Jesús de Nazareth. Las leyes humanas, la conducta de violencia y de egoísmo de los hombres, no deja muchas veces que se manifieste la acción de Dios, que es de verdad, de amor, de justicia. Esas fuerzas de la violencia y el egoísmo son las que retrasan el progreso, que es la instauración del Reino.

La Doctrina Social de la Iglesia nos enseña que nosotros, como cristianos, tenemos que hacer que sea realidad la esperanza de un mundo justo, de amor y de paz. Eso es ser instrumentos de la construcción del reino. No se trata de que construyamos un reino político, de llegar al poder para dominar. El reino es interior, espiritual, y se manifiesta en el comportamiento justo, solidario, de amor. El papel de la Iglesia, nuestro compromiso como laicos, es poner en marcha el Reino de Dios en la historia humana. Es colaborar con Dios en la conducción del mundo. Nuestra tarea como creyentes, es enderezar el rumbo de la historia humana, cuando ella pierde su norte.

Este primer planteamiento del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia deja asentado firmemente, que cuando la Iglesia manifiesta su pensamiento en lo social, no se está inmiscuyendo en algo que está fuera de su competencia. Nada que sea humano, es ajeno a la Iglesia. Los que insisten en mandar a la Iglesia a la sacristía, y pretenden callarla, están errados: quieren callar el Evangelio, y llevar la verdad del Evangelio es la misión esencial de la Iglesia, para bien de la humanidad.

En ese maravilloso documento Testigos de Esperanza, los obispos nos recordaban que los cristianos tenemos que asumir el compromiso de tomar como propio el proyecto de Jesús: anunciar la buena noticia del Reino de Dios, y poner en marcha este mismo Reino en la historia humana. Nos decía ese mensaje que si se realizara el proyecto de Dios, el horizonte de la humanidad sería de una humanidad nueva, la utopía que comenzó, en cierto sentido, desde los orígenes de la historia, de la cual nos hablan los primeros capítulos del Génesis; la que habrá de encontrar su culminación, cuando toda la creación esté plenamente reconciliada en Cristo.

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com

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(1) Compendio de la D.S.I., Pg. 8, Nº 3

[2] Concepto muy importante cuando se trata la “globalización”

[3] Compendio, Pg. 9 Nº 4

[4] Cfr. Programa 72