Reflexión 249 – La conciencia, la objeción de conciencia, Junio 13, 2013

 

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Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente, que es el contenido del último programa de esta serie, transmitido por Radio María de Colombia y preparado por Fernando Díaz del Castillo Z. En la columna de la derecha están las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro “Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.

 

Utilice los Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio, Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

 

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El doble origen de la ideología liberal

 

En la reflesión anterior terminamos de estudiar el papel fundamental de la encíclica Rerum novarum, de León XIII, en el desarrollo de la DSI y dijimos que antes de continuar con la encíclica Quadragesimo anno, que publicó el Papa Pío XI en el cuadragésimo aniversario de la Rerum novarum, trataríamos de otros aportes doctrinales muy importantes del Papa León XIII. Lo seguiremos haciendo. En el camino de nuestro estudio se nos van presentando temas que no podemos ignorar y nos debemos detener a tratarlos.

 

 

Debemos tener en cuenta que el manejo de la política es un asunto que concierne al campo de la doctrina social, porque la política se refiere a la administración del bien común, a la conducción de las naciones por el camino que conviene a la sociedad en su correcto desarrollo. Para el católico su intervención en la política activa implica una obligación, que consiste en contribuir a que se ordene lo creado al bien del hombre, es decir que la porción que corresponda al político, sea una región o el país,  se ordene al bien del hombre. Ese es el papel del laico, según Christifideles laici o como dice Gaudium et ses en el N° 43: la vocación del laico se extiende a ser testigo de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana. Es decir ser testigo de la verdad, y un testigo está presto a dar la cara, no se esconde.

 

 

Sin duda la cuestión política era más urgente que la cuestión social antes de 1891, año de publicación de la Rerum novarum,  pues (Cfr P. Ildefonso Camacho, obra citada, Pgs 56ss), en el siglo XIX y los comienzos del XX la Iglesia se vio enfrentada a unos modernos estados, inspirados en la ideología liberal, que tocaban en su misión a la Iglesia católica y le coartaban su libertad para desarrollar sus actividades.

 

 

Repitamos una vez más, que cuando hablamos de la ideología liberal o del capitalismo liberal, no nos referimos al actual partido liberal colombiano, sino a la ideología liberal, esa ideología que se originó en la revolución francesa. Esto debe quedar claro porque este blog no puede tener asomo de intervenir en política partidista. Nos referimos al pensamiento liberal fundado en principios filosóficos con implicaciones negativas en la vida religiosa, cultural y moral del país.

 

 

Si examinamos el comportamiento de los políticos activos en nuestros días en Colombia, podemos encontrar que hay defensores de las ideas liberales a las que nos referimos, que pertenecen a los dos partidos históricos colombianos. La ideología liberal a que se refiere León XIII y de la cual tratamos, es la que exalta  ante todo la libertad individual y tiene fuertes reservas frente a la autoridad, a la que, como vimos, no permite que controle al capital sino que lo deja que supuestamente él se auto controle, comportamiento permisivo también con el manejo de los mercados.

 

 

Hoy la Iglesia con el Papa Francisco, en sus permanentes pronunciamientos tiene que seguir llamando la atención sobre la necesidad de que la economía y las finanzas se conduzcan con ética. El pensamiento capitalista liberal está presente en muchos economistas y naturalmente en dirigentes gremiales y en sus representantes en el parlamento y demás instituciones públicas.

 

 

Recordemos que en su intervención del 25 de mayo (2013),  con motivo del congreso internacional sobre  la solidaridad, el Papa Francisco afirmó que la crisis del mundo no es solo económica y financiera sino que hunde sus raíces en una crisis ética y antropológica. Hoy se sigue como nos dijo el Papa, a los ídolos del poder, del lucro, del dinero, por encima del valor de la persona y esa es la norma, el criterio decisivo en la organización. ¿Qué tiene esto que ver con la ideología liberal? Pues que los gobiernos que se rigen por esa ideología no se atreven a intervenir para exigir a las entidades financieras un mayor respeto a las personas y que no se rijan solo por su interés del lucro. Tienen demasiado poder. Se inclinan ante el nuevo becerro de oro. Lo mismo sucede con el control de precios a los medicamentos que por sus altos precios no llegan a las personas más necesitadas. No se atreven a controlar esos precios.

 

 Lo positivo del marxismo y del liberalismo. Doble origen de ideología liberal

 

 Ya comentamos que, así como del marxismo es positivo su interés por los pobres, de la ideología liberal es positiva su promoción de una educación más abierta y su interés por la justicia social. Hay sin embargo un manejo contradictorio en ese interés, porque esa ideología, como ya vimos, es al mismo tiempo promotora del capitalismo.

 

 

Tratamos brevemente también ya sobre el doble origen de la ideología liberal, que es por una parte, religioso, pues se basa en el principio protestante del libre examen de la Biblia. Además, la ideología liberal se basa  en un principio filosófico. 

 

 

Recordemos que el principio protestante del libre examen sostiene que la sola palabra de Dios escrita, es decir solo la Biblia es la autoridad final en materias de fe y de moral y que cualquier creyente puede interpretar la palabra de Dios con la sola inspiración del Espíritu Santo. No aceptan los protestantes ninguna autoridad en la interpretación de la Sagrada Escritura. Este principio protestante está emparentado con el principio filosófico por su común rechazo de la autoridad. 

 

 

El libre examen como principio filosófico es el valor laico por excelencia. Según este principio, se afirma el derecho a una absoluta libertad de conciencia y el deber de no reconocer ningún dogma. Solo  se acepta como  verdad lo que admiten la razón y la experiencia, por lo tanto rechazan los argumentos de autoridad. 

 

 

Ustedes pueden juzgar qué tan lejos de la fe católica se encuentran los que profesan el libre examen como principio filosófico y como guía en la interpretación de la Biblia. En el libre examen sobre la interpretación de la Sagrada Escritura piensan los protestantes que no necesitan ninguna autoridad humana, porque el Espíritu Santo les inspira individualmente el significado del mensaje de la Palabra. La primera objeción que se le ocurre a un creyentes católico es, si no es precisamente la autoridad conferida por el Señor a San Pedro y a sus sucesores y a los obispos unidos a esa autoridad a través de los tiempos, una de las razones de la unidad de la Iglesia Católica en su doctrina; mientras que las comunidades protestantes se dispersan y cada pastor funda una nueva comunidad con creencias distintas…  Solo en los Estados Unidos calculan el número de las Iglesias cristianas no católicas en cerca de 40.000. No parece razonable que el Espíritu Santo se contradiga de manera tan manifiesta, inspirando una verdad a unos y otra distinta a otros.

 

 

Eso es suficiente sobre el libre examen desde el punto de vista religioso y que se refiere a la libre interpretación de la Biblia. Este pensamiento trasladado a principio filosófico, comparte su poca simpatía con la aceptación de la autoridad, se afirma el derecho de una absoluta libertad de conciencia y el deber de no reconocer ningún dogma. Si se tratara solo del rechazo a la autoridad dictatorial podríamos estar de acuerdo, pero van más allá. Solo  aceptan como  verdad lo que admiten la razón y la experiencia, por lo tanto rechazan los argumentos de autoridad.

 

 

Quizás ahora entendemos mejor las persecuciones que ha sufrido la Iglesia Católica a lo largo de la historia en países dominados por la ideología liberal. No es necesario entrar a recorrer nuestra historia republicana que es todavía joven.

 

 

Es suficiente para los objetivos de este programa esta referencia al libre examen. Seguiremos ahora estudiando el segundo asunto que dijimos trataríamos, es decir la objeción de conciencia. Es importante comprender bien este derecho de manera que tendremos que dedicarle más tiempo en otro programa.

 

 

Y ahora, la objeción de conciencia


 

 No parecería  tan importante, desde el punto de vista religioso, detenernos en cuál es el fundamento jurídico del derecho a la objeción de conciencia, pero como ciudadanos tenemos obligaciones que debemos reconocer. El objetivo que me propongo en este programa es que, como católicos, tengamos claridad sobre el derecho constitucional y legal a la objeción de conciencia que tenemos como ciudadanos. No defendemos algo ilegal y debemos estar preparados para defendernos cuando nos atacan. Cuando nos atacan pretenden utilizar argumentos legales y filosóficos.

 

 

¿Por qué trato este asunto en el programa sobre la DSI? Porque el manejo de la política concierne a la DSI, como ya lo he afirmado. La política se refiere a la administración del bien común. El Compendio de la DSI dedica el capítulo VIII de la segunda parte a la Comunidad Política. En los números 384 y siguientes, podemos estudiar lo que nos enseña sobre este importante tópico y en los números 399 a 401 en  trata sobre la objeción de conciencia.

 

 La conciencia

 

 

Procuremos comprender que es eso del derecho a la objeción de conciencia. Empecemos por comprender a qué se refiere ese derecho constitucional cuando menciona la conciencia. De conciencia se han dado diversas explicaciones según el campo al que se aplica. Limitémonos a lo que entendemos por conciencia cuando nos referimos a la objeción de conciencia; no se trata de la conciencia psicológica, esa capacidad de darnos cuenta de que algo está sucediendo.

 

 

La iglesia nos explica muy bien el significado de conciencia en el Catecismo, en los números 1776 y siguientes. Los invito a leerlos todos para tener claridad en este importante asunto. Aquí vayamos a lo esencial.

 

 

Describe así el Catecismo lo que es la conciencia moral, (1776), tomándolo de la Constitución Gaudium et spes (16):

 

 

“En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal […]. El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón […]. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella”

 

 

De manera que la conciencia moral es una voz interior, una orden que internamente sentimos de amar el bien, es decir de practicarlo y de evitar el mal. Esa voz aprueba nuestras acciones cuando son buenas y denuncia, nos hace sentir por lo menos incómodos con nosotros mismos, cuando no atendemos esa orden interior. Más adelante el Catecismo dice que la persona prudente, cuando escucha la voz de la conciencia puede oír a Dios que le habla. Es decir que después de obrar, cuando escogemos lo que está bien, Dios nos hace sentir la tranquilidad de quien obra bien. Quien por el contrario no evita el mal, o no hace el bien, va a sentir eso que llamamos remordimiento.

 

 

Nos aclara esta explicación el N° 1778:

 

 

“La conciencia moral es un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina”

 

 

De manera que la conciencia moral es un juicio que hacemos con la razón,  con el cual juicio reconocemos que un acto es bueno o es malo. Como con frecuencia las circunstancias parecen invitarnos a actuar impulsivamente, sin pensar si lo que vamos a decir o a hacer está bien, el Catecismo nos insta a prestar atención a esa voz interior de la conciencia, a escucharla, porque nos manifiesta la voz de Dios. Sin duda la práctica del examen de conciencia nos ayudará a estar siempre atentos a la voz de Dios. Me parece muy buena práctica dedicar siquiera unos minutos todos los días a pensar en qué cosas buenas me ocurrieron el día anterior para dar gracias a Dios por ellas y examinar por qué acciones nuestras debemos pedirle perdón.

 

 El proceso del juicio que hace la conciencia

 

En el N° 1780 el Catecismo nos describe el proceso como se llega a un juicio recto. En asuntos sencillos no encontraremos dificultad para decidir sobre el bien o el mal de una acción; en otros asuntos esa decisión implica unos pasos, que con frecuencia deben ser conscientes, para obrar con rectitud. Hay que ponderar las implicaciones de la acción que vamos a emprender, y juzgar si se fundamenta en principios morales. Nuestros principios se deben basar en Jesucristo. No nos equivocaríamos, si antes de tomar una decisión nos preguntáramos sinceramente: ¿está de acuerdo Dios con esta acción? El amor y la verdad, lo mismo que la justicia, son fundamentos basados en el Evangelio que si guían nuestras decisiones, no fallaremos.

 

 Los juicios erróneos por ignorancia

 

 

Finalmente, tengamos en cuenta que una decisión se puede también tomar erróneamente porque la conciencia está afectada por la ignorancia. Por ejemplo, no pocas veces nuestra sociedad está sometida a conductas violentas. Eso se puede deber a ignorancia. Hay ocasiones esa ignorancia se debe a que esas personas no se preocupan por buscar la verdad y el bien y poco a poco por los malos hábitos su conciencia queda apagada, ciega. En esos casos, ellos son responsables de sus actos. En otros casos esas personas pueden no haber tenido nunca la oportunidad de una educación por el camino recto y no son plenamente culpables de su ignorancia. De todos modos el mal que cometen sigue siendo un mal, un desorden y es preciso trabajar para corregir los errores de su conciencia moral. Es claro el caso de los sicarios que según dicen se encomiendan a la Virgen antes de cometer sus crímenes. La labor de sacerdotes y laicos en las cárceles y grupos de reinsertados es de gran importancia para el bien de esas personas y de la sociedad.

 

 

Antes de terminar, oigamos lo que la Iglesia nos dice en el Catecismo sobre la formación de la conciencia:

 

 

1783 Hay que formar la conciencia, y esclarecer el juicio moral. Una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula sus juicios según la razón, conforme al bien verdadero querido por la sabiduría del Creador. La educación de la conciencia es indispensable a seres humanos sometidos a influencias negativas y tentados por el pecado a preferir su propio juicio y a rechazar las enseñanzas autorizadas.

 

1784 La educación de la conciencia es una tarea de toda la vida. Desde los primeros años despierta al niño al conocimiento y la práctica de la ley interior reconocida por la conciencia moral. Una educación prudente enseña la virtud; preserva o sana del miedo, del egoísmo y del orgullo, de los insanos sentimientos de culpabilidad y de los movimientos de complacencia, nacidos de la debilidad y de las faltas humanas. La educación de la conciencia garantiza la libertad y engendra la paz del corazón.

 

1785 En la formación de la conciencia, la Palabra de Dios es la luz de nuestro caminar; es preciso que la asimilemos en la fe y la oración, y la pongamos en práctica. Es preciso también que examinemos nuestra conciencia atendiendo a la cruz del Señor. Estamos asistidos por los dones del Espíritu Santo, ayudados por el testimonio o los consejos de otros y guiados por la enseñanza autorizada de la Iglesia (cf DH 14, Dignitatis humanae).

 

Sin duda a los padres de familia y a los educadores les quedará la preocupación de cómo cumplir bien su papel de formar la conciencia. Se trata de transmisión de valores cristianos y cívicos y como nos dice el Catecismo, los padres, como educadores, deben enseñar la virtud. Las virtudes son todas valores. Valor es algo que consideramos valioso. Cómo es de valioso un comportamiento que practica la virtud de la templanza, de la prudencia al hablar y decidir. Que valioso es quien practica las virtudes que nos enseña el Evangelio. Como el asunto de la objeción de conciencia es muy importantes seguiremos en la próxima semana Es importante para nuestra vida en sociedad que nos quede claro.