REFLEXIÓN 246, La objeción de conciencia y Rerum Novarum, Mayo 16,2013

 

 

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

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Al abrir este “blog” encuentra la reflexión más reciente, que es el contenido del último programa de esta serie, transmitido por Radio María de Colombia y preparado por Fernando Díaz del Castillo Z. En la columna de la derecha están las Reflexiones anteriores que siguen la numeración del libro “Compendio de la D.S.I.” Con un clic usted elige.

Utilice los Enlaces a documentos muy importantes como la Sagrada Biblia, el Compendio de la Doctrina Social, el Catecismo y su Compendio, documentos del Magisterio de la Iglesia tales como la Constitución Gaudium et Spes, algunas encíclicas como: Populorum progressio, Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate, agencias de noticias y publicaciones católicas. Vea la lista en Enlaces.

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Ni socialismo marxista ni capitalismo liberal

 

Vamos a continuar hoy el estudio de la DSI. En nuestro estudio, seguimos el libro Compendio de la DSI, preparado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz por encargo del Beato Juan Pablo II.

Estamos ahora estudiando la encíclica Rerum novarum, del Papa León XIII, el documento que se considera la carta magna de la DSI. En la reflexión anterior repasamos el rechazo que la R.N. hace tanto de la solución del socialismo marxista ante la crisis por la revolución industrial como de la orientación del capitalismo liberal en esa misma coyuntura.   Del capitalismo liberal denunció  la encíclica, en particular su concepción de la propiedad, a la que esa ideología consideraba un derecho absoluto e ignoraba las obligaciones del propietario. Igualmente de la ideología del capitalismo liberal  denuncia la encíclica R.N. la visión unilateral y simplista sobre la autoridad del Estado para controlar al capital, al que deja con las manos libres para ponerse límites sin intervención del Estado. La experiencia ha demostrado que el capital no necesariamente se controla a sí mismo y de allí han venido fracasos y quiebras con perjuicio de los usuarios de las entidades manejadas por el capital.

Vimos que León XIII deplora también la actitud frente a la Iglesia, tanto del socialismo marxista como del capitalismo liberal. Las dos ideologías consideraban a la Iglesia como retrógrada. Basándose en la filosofía de la revolución francesa extendieron una libertad sin límites a todos los ámbitos, sin tener en cuenta los derechos de los demás. La Sagrada Escritura nos enseña que la libertad nos hará libres, pero no el abuso de la libertad.

Si examinamos las consecuencias de esa libertad mal entendida comprenderemos por qué se ha perseguido a la Iglesia con saña y se sigue persiguiendo en nuestros días, aunque ahora con estrategias sofisticadas, aprovechando los modernos medios de comunicación. Se utilizan otros medios, distintos al fusilamiento, como el aislamiento de la Iglesia, ignorando en los medios escritos y hablados la información positiva que pueda favorecer a la fe católica, o mezclando la información que la favorezca con críticas y ridiculizando y hostigando a quienes se atreven a defender con valentía su fe católica si ocupan posiciones públicas importantes. La libertad la defienden en todos los ámbitos: político, social, económico, sexual, pero no la libertad de conciencia, así esté consagrada en la constitución, si se utiliza como fundamento para defender criterios o principios cristianos. Lo vemos en Colombia en el caso del aborto.

Antes de continuar con el estudio de la encíclica Rerum novarum voy ahora a cumplir con un ofrecimiento que hice hace una semana; voy a presentar una breve biografía de un mártir austríaco, beatificado por Benedicto XVI y declarado patrono de los objetores de conciencia. Hoy es difícil encontrar personas con la entereza de este mártir. No es frecuente que en nuestro tiempo, en nuestro país, se corra peligro de muerte por defender la fe, pero sí se enfrenta todos los días la amenaza del ridículo en los medios de comunicación.

Esta es la historia del Beato Franz Jägerstätter.

 El hombre que rehusó pelear por Hitler

 

Hijo de una madre soltera, Franz Jägerstätter nació en un pueblo de Austria en 1917. Su madre se llamaba Rosalía. Su padre Franz murió en la primera guerra mundial. Su madre contrajo entonces matrimonio con Heinrich Jägerstätter quien adoptó al beato de quien hablamos y le dio su apellido.

El beato Franz fue una persona humilde, un católico común y corriente. En 1936 se casó con Franzisca y fueron de luna de miel a Roma; de allá regresó con una fe fortalecida aunque no por eso se distinguió especialmente por su práctica. Quiero destacar este aspecto porque Dios se fijó en él sin ser una persona especial.

Recordemos que en esa época, el nazismo empezó a tender sus redes para apoderarse de Austria. Los que vieron la película “La Novicia Rebelde” recordarán que el capitán von Trapp y su familia, huyeron de su país, porque el capitán iba a ser enviado a la armada nazi. En la película presentan cómo había austríacos que simpatizaban con la idea de que Austria llegara a ser parte de Alemania y por eso adherían también al nazismo. El comportamiento del beato Franz fue por el contrario de fidelidad a la fe y como el de la familia von Trapp, de fidelidad a Austria. No le dio temor a Franz,  de ser el único de su pueblo que votó contra la anexión de Austria de parte de Alemania. Sus vecinos trataron de convencerlo de lo contrario por temor de que su esposa e hijas sufrieran las consecuencias de represalias. Pero Franz  se apoyó en su fe católica y en su convencimiento de que se debía obedecer a la autoridad legítima y a Dios y dicen que al mismo tiempo meditaba sobre el valor de la vida eterna en contraposición con la vida terrena mortal. En 1936, siendo sacristán en su parroquia empezó a recibir la eucaristía diariamente.

Franz estaba convencido de que tomar parte en la guerra era un serio pecado. Dos veces lo llamaron a filas, pero gracias a la intervención del alcalde de su pueblo, consiguió que lo dejaran volver a trabajar a su granja.  Tomó la decisión Franz, de que, si lo volvían a llamar al servicio militar, pondría de presente su negativa a pelear.


Franz escribió en esa época: “Es muy triste oír una y otra vez a los católicos que sostienen que esta guerra de Alemania quizás no sea tan injusta, porque acabará con el bolchevismo…(es decir, con el comunismo). Pero entonces, decía, surge la pregunta: en nuestro país ¿a quién está combatiendo Alemania, a los bolcheviques o al pueblo ruso?  

Y añadió esta observación: “Cuando nuestros misioneros católicos fueron a naciones paganas a predicarles la fe cristiana, acaso avanzaron con ametralladoras y bombas para convertirlas y llevarles progreso?… Si una nación declara la guerra a otra,  generalmente no lo hace en provecho de ese pueblo o para darle algo, sino para conseguir algo para ellos mismos. Si estuviéramos simplemente combatiendo a los bolcheviques, esas otras cosas como los minerales, los pozos de petróleo o la buena tierra cultivable no sería un factor influyente.”

Franz Jägestätter estaba en paz consigo mismo a pesar de la alarma que pudo sentir al presenciar la capitulación de las masas ante Hitler. Hipnotizadas por la propaganda nacional socialista, mucha gente se inclinó ante Hitler en su entrada a Viena. A los templos católicos los obligaron a ondear la bandera nazi y los sometieron a otras leyes abusivas.

En febrero de 1943 llamaron a Franz al servicio militar. Se presentó y anunció que se negaba a pelear, pero dejó claro que estaba dispuesto a prestar servicios no violentos. Se le negó esta condición y fue enviado a Berlín, sometido a juicio y condenado a muerte por sedición. Al capellán de la prisión le llamó mucho la atención la serenidad de Franz: le ofreció la lectura del Nuevo Testamento, pero en ese momento supremo quería concentrarse en su meditación interior y le dijo: “En mi interior estoy completamente unido con el Señor, y cualquier lectura solamente interrumpiría mi comunicación con mi Dios”.

El 9 de agosto, antes de que lo ejecutaran, Franz escribió: “Si debo escribir con mis manos encadenadas, encuentro que eso es mejor que si mi voluntad fuera la encadenada. Ni la prisión ni las cadenas ni la sentencia de muerte pueden robar a un hombre de fe su voluntad libre. Dios da tanta fortaleza que es posible soportar cualquier sufrimiento… La gente se preocupa por las obligaciones  que en conciencia tengo con mi esposa y mis hijas, pero yo no puedo creer que porque uno tenga esposa e hijos, sea libre de ofender a Dios.”

Franz fue beatificado el 26 de octubre de 2007 y Benedicto XVI lo declaró patrono de los objetores de conciencia. Su fiesta es el 21 de mayo, conmemoración del día de su bautismo. Su esposa Franzisca asistió a la beatificación con sus tres hijas, dos semanas antes de celebrar sus 100 años.

Esa es la conmovedora historia del patrono de los valientes que defienden su fe ante el mundo.

No sobra recordar que Santo Tomás Moro, quien fuera lord canciller de Inglaterra, fue condenado a muerte por no doblegarse a  la voluntad del rey Enrique VIII, quien pretendió que el Papa  aprobara la separación de su esposa legítima Catalina de Aragón y le permitiera casarse con Ana Bolena. Lo hizo, separó a Inglaterra  de la Iglesia católica y fundó la llamada Iglesia Anglicana. Tomás Moro fue canonizado por Pío XI en 1935 y el Beato Juan Pablo II lo declaró patrono de los estadistas católicos y de los políticos.

Me he detenido en estos dos personajes de la Iglesia porque en nuestra época, deberían ser mejor conocidos por los católicos que ejercen cargos públicos. Da pena oír a varios de ellos afirmar  que son católicos y sin embargo, con ligereza defienden posiciones anticatólicas para la aprobación de leyes ofensivas contra Dios. Qué poca formación religiosa perecen tener.

Ahora sí, volvamos a la encíclica Rerum novarum

 

En la reflexión anterior alcanzamos a ver que según la encíclica, la abolición de la propiedad privada, como pretende el socialismo marxista, perjudica  a los mismos obreros que aspiran a tener algo propio con el fruto de su trabajo, y sería una injusticia porque el derecho a la propiedad privada se funda en la naturaleza. Un segundo argumento se basa en el trabajo del ser humano que la tierra necesita para ser fértil y con ese trabajo la persona humana deja allí su huella indeleble.

Sigue la Rerum novarum demostrando la necesidad de la propiedad privada, si se piensa en la familia. El padre de familia tiene que velar por la conservación de los suyos.

Un tercer argumento de la encíclica Rerum novarum a favor de la propiedad privada se desarrolla a partir de la negación del poder que el estado pretende tener, para  anular los derechos de la familia o de la patria potestad. Nos dice León XIII que el Estado no puede asumir el papel de la familia. Finalmente afirma la Rerum novarum que abolir la propiedad privada perturba la paz, suscita conflictos, quita los estímulos para trabajar y genera miseria.

¿Tiene la Rerum novarum una posición liberal?

 

Quien no lee la encíclica Rerum novarum con cuidado, puede pensar  que el Papa asume una posición muy liberal, porque defiende la propiedad privada. Es bueno detenernos en eso: León XIII estaba enfrentando una coyuntura nueva, un cambio de época, como habíamos antes observado, y el tema de la propiedad privada que atacaba el socialismo marxista como causa de la crisis, empezaba entonces a exponerse como algo de especial importancia. León XIII estaba, diríamos, abriendo camino, y el papel de la propiedad privada sería necesario seguirlo clarificando como lo han hecho los Papas desde entonces.

Sin embargo, lo que afirma la encíclica Rerum novarum sobre la propiedad privada no ha cambiado en lo esencial; se ha profundizado en su significado y se ha ampliado, sin cambiar sus principios.

A los que piensan que el pensamiento de la Rerum novarum es complaciente con el pensamiento liberal sobre la propiedad hay que observarles que es precisamente en esta encíclica donde la DSI toma distancia del pensamiento liberal sobre la propiedad privada, porque León XIII no se limita a fundamentar el derecho a la propiedad privada, sino que insiste en los deberes de los propietarios, a quienes no les reconoce un derecho absoluto a ella como lo pretendía la ideología capitalista liberal.  La doctrina sobre la propiedad privada en la RN se complementa con dos aspectos muy importantes que separan a la Iglesia de la ideología capitalista liberal: uno, con referencia a las obligaciones del propietario y otro en cuanto a las obligaciones del Estado. Estos dos asuntos se presentan en la segunda parte de la encíclica.

Claramente dice en el N° 16 que el hecho de ser la propiedad privada un derecho que da la naturaleza a la persona humana, no quiere decir que pueda “considerar las cosas externas como propias, sino como comunes”. Más adelante amplía la idea León XIII, diciendo que las riquezas son todo tipo de bienes, “sean estos del cuerpo o externos, o sean del espíritu”. De ellos dice la Rerum novarum que los ha recibido la persona humana “para perfeccionamiento propio y, al mismo tiempo, para que, como ministro de la providencia divina, los emplee en servicio de los demás”.

Terminemos esta reflexión con este complemento. En la Rerum novarum se presenta la doctrina social como la enseña el Evangelio. Al enseñarnos que los bienes nos han sido dados “para que como ministros de la providencia divina”, los empleemos en beneficio de los demás, se está presentando la idea cristiana de que somos administradores de los bienes de Dios, no dueños absolutos. Podemos recordar la parábola de los talentos: El dueño nos pedirá cuentas del uso que hagamos de los talentos, sean materiales, sean espirituales que Dios nos ha dado.