Reflexión 181 – Caritas in veritate (19)

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La luz del Evangelio ilumina al mundo en conflicto

Continuamos estudiando el capítulo primero de Caritas in veritate. Benedicto XVI dedica este capítulo al mensaje de la encíclica Populorum progressio, de Pablo VI.

Explica el Santo Padre que Populorum progressio continúa la línea del Vaticano II como se expresa en la constitución pastoral Gaudium et spes, Gozo y esperanza, que manifiesta la decisión de la Iglesia de marchar al lado de sus hijos, participando de sus penas y alegrías e infundiéndoles siempre esperanza y consuelo.

 

En el acompañamiento y servicio de la Iglesia a sus hijos, juega un papel muy importante mantener viva la doctrina; cumple así con su misión de dar a conocer el Evangelio, que es luz y esperanza. Para la solución de crisis como la que vive el mundo en nuestro tiempo, la Iglesia presta su contribución al servicio de la humanidad llevándole la luz del Evangelio. En los momentos de gozo, lo mismo que en los momentos de tristeza, no hay mejor compañía que la Palabra, que el Evangelio que ilumina, que anima y conforta.

 

Dos grandes verdades de Populorum progressio

Nos dice Benedicto XVI, que Pablo VI en su encíclica Populorum progressio, sobre el desarrollo de los pueblos, nos enseña dos grandes verdades: La primera es que toda la Iglesia, en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre. La segunda verdad es que el auténtico desarrollo del hombre corresponde de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones.

Tengamos presentes esas dos verdades: cuando la Iglesia actúa en la caridad, cuando anuncia el Evangelio, lo hace en bien del ser humano: promueve el desarrollo integral de la persona humana y de todas las personas humanas. Si el desarrollo se limita sólo a una parte del ser humano, – a lo material de su ser, – o sólo a una parte de los seres humanos, – no a todos, sólo a algunos privilegiados, – no se da el auténtico desarrollo, que para calificarse de auténtico tiene que abarcar a todo el hombre y a todos los hombres.

 

 

El crecimiento económico no es necesariamente la solución de la pobreza

Esto que a los creyentes nos parece obvio, no se suele tener en cuenta cando se habla de conseguir el desarrollo de un pueblo. Se supone que el gran objetivo del desarrollo debe ser el crecimiento económico y que lo demás viene automáticamente. Vemos que eso no necesariamente sucede; que pueden presentarse índices altos de crecimiento económico en un país, en una región o en el mundo, sin que por eso disminuya la pobreza; no sólo no disminuye necesariamente la pobreza material porque se produzca un crecimiento económico, sino aún menos disminuye la que podemos llamar pobreza integral, la de la falta de alimento, de salud y de vivienda y además la falta de educación, de cultura, de libertad, en fin, la que impide condiciones de una vida integralmente digna. Es lo que sucede ahora.

No hay dos tipos de doctrina social, una preconciliar y otra postconciliar

También nos confirma Benedicto XVI en su presentación de la encíclica Populorum progressio que, cuando la DSI se pone al día para responder a las necesidades de la sociedad, no cambia en lo fundamental. En particular, no se puede afirmar, por ejemplo, que exista una doctrina social de la Iglesia antes del Vaticano II y otra después de ese concilio.[1] En el N° 12 de Caritas in veritate, Caridad en la verdad, o Amor en la verdad, dice el Papa:

 

No hay dos tipos de doctrina social, una preconciliar y otra postconciliar, diferentes entre sí, sino una única enseñanza, coherente y al mismo tiempo siempre nueva.

 

Explica el Papa que Es justo señalar las peculiaridades de una u otra Encíclica, de la enseñanza de uno u otro Pontífice, pero sin perder nunca de vista la coherencia de todo el corpus doctrinal en su conjunto.

La DSI no es un sistema cerrado, inflexible

 

 

 

Aclara el Papa que la coherencia que se afirma de la DSI no significa que se trate de un sistema cerrado, inflexible, sino que la doctrina de la Iglesia es fiel a la luz del Evangelio, una luz que no opacan ni distorsionan los problemas siempre nuevos que van surgiendo en la sociedad. El Evangelio, rectamente comprendido, es una luz poderosa que alcanza todos los rincones de la mente y la conducta de la sociedad. Todos los problemas que surgen en la sociedad encuentran una respuesta en la DSI, porque se basa en el Evangelio, en la Palabra de Dios. De ahí que podamos confiar en nuestro patrimonio doctrinal, construido sobre el fundamento transmitido por los Apóstoles a los Padres de la Iglesia y acogido y profundizado después por los grandes Doctores cristianos. Los Sumos Pontífices, en sus enseñanzas de la doctrina social, guían apostólicamente a la Iglesia y le ayudan a discernir las nuevas exigencias de la evangelización. Por estas razones, (dice Benedicto XVI en el N° 12 de Caritas in veritate), la Populorum progressio, insertada en la gran corriente de la Tradición, puede hablarnos todavía hoy a nosotros.

En los siguientes números de Caritas in veritate, (del N°13 al 15), nos muestra Benedicto XVI la coherencia de la encíclica Populorum progressio con toda la doctrina social de Pablo VI. En los siguientes números nos ampliará la explicación del desarrollo como se entiende según Pablo VI.

 

13. Además de su íntima unión con toda la doctrina social de la Iglesia, la Populorum progressio enlaza estrechamente con el conjunto de todo el magisterio de Pablo VI y, en particular, con su magisterio social. Sus enseñanzas sociales fueron de gran relevancia: reafirmó la importancia imprescindible del Evangelio para la construcción de la sociedad según libertad y justicia, en la perspectiva ideal e histórica de una civilización animada por el amor. Pablo VI entendió claramente que la cuestión social se había hecho mundial [2] y captó la relación recíproca entre el impulso hacia la unificación de la humanidad /y el ideal cristiano de una única familia de los pueblos, solidaria en la común hermandad. Indicó en el desarrollo, humana y cristianamente entendido, el corazón del mensaje social cristiano y propuso la caridad cristiana como principal fuerza al servicio del desarrollo. Movido por el deseo de hacer plenamente visible al hombre contemporáneo el amor de Cristo, Pablo VI afrontó con firmeza cuestiones éticas importantes, sin ceder a las debilidades culturales de su tiempo.

El Evangelio es imprescindible en la construcción de la sociedad en libertad y justicia

 

Pablo VI reafirmó la importancia imprescindible del Evangelio para la construcción de la sociedad según libertad y justicia. No se puede prescindir de las enseñanzas del Evangelio en la construcción de una sociedad justa. Que la cuestión social se había ya convertido en situación mundial, como lo entendió en su tiempo Pablo VI, nos indica que la cuestión social se había globalizado. ¿Y a qué se llama la cuestión social? En una pequeña cartilla llamada “Solución al Problema Social”, publicada hace muchos años, se da una respuesta sencilla y clara.

 

¿Qué se entiende por Cuestión Social?

La Cuestión Social es esa situación de malestar en que vive la sociedad, producida por la distribución desigual de la riqueza, la cual produce conflictos entre los capitalistas y los trabajadores.[3]Hay un pequeño número de ricos, de millonarios, y un gran número, que casi no tienen ni lo esencial para vivir.[4]

Estas son las palabras de Pablo VI en el N° 3 de Populorum progressio a las que a este respecto se refiere Benedicto XVI en Caritas in veritate:

Hoy el hecho más importante del que todos deben tomar conciencia es el de que la cuestión social ha tomado una dimensión mundial. Juan XXIII lo afirma sin ambages[5], y el Concilio se ha hecho eco de esta afirmación en su Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo de hoy[6]. Esta enseñanza es grave y su aplicación urgente. Los pueblos hambrientos interpelan hoy, con acento dramático, a los pueblos opulentos. La Iglesia sufre ante esta crisis de angustia, y llama a todos, para que respondan con amor al llamamiento de sus hermanos.

Pablo VI no cedió a las debilidades culturales de su tiempo

Tengamos presente esta otra afirmación de Benedicto XVI sobre Pablo VI y su valentía al presentar al mundo la doctrina del Evangelio, sin temor a la posición del mundo que se sigue oponiendo, aún hoy, a ciertas exigencias del Evangelio: Pablo VI afrontó con firmeza cuestiones éticas importantes, sin ceder a las debilidades culturales de su tiempo. Lo mismo sucede con Benedicto XVI y sucedió con Juan Pablo II: han respondido a críticas con valentía, con firmeza y con humildad, porque, según algunos, incluyendo católicos, el Papa no acepta cambios más de acuerdo con el mundo moderno.

 

 

No pasemos por alto tampoco a afirmación de Benedicto XVI sobre la importancia del desarrollo en las enseñanzas de la doctrina social expuesta por Pablo VI y el papel de la caridad en ese mismo desarrollo, pues afirma que es el desarrollo, humana y cristianamente entendido, es decir el desarrollo integral, el corazón del mensaje social cristiano y propuso la caridad cristiana como principal fuerza al servicio del desarrollo.

La doctrina social de Populorum progressio y Octogesima adveniens

En el N° 14 de Caritas in veritate Benedicto XVI comenta la relación de la DS, como la presenta Pablo VI en Populorum progressio y en su carta apostólica Octogesima adveniens, escrita con ocasión del octogésimo aniversario de la publicación de la encíclica Rerum novarum, del Papa León XIII:

Con la Carta apostólica Octogesima adveniens, de 1971, Pablo VI trató luego el tema del sentido de la política y el peligro que representaban las visiones utópicas e ideológicas que comprometían su cualidad ética y humana. Son argumentos estrechamente unidos con el desarrollo. Lamentablemente, las ideologías negativas surgen continuamente. Pablo VI ya puso en guardia sobre la ideología tecnocrática[7], hoy particularmente arraigada, consciente del gran riesgo de confiar todo el proceso del desarrollo sólo a la técnica, porque de este modo quedaría sin orientación. En sí misma considerada, la técnica es ambivalente. Si de un lado hay actualmente quien es propenso a confiar completamente a ella el proceso de desarrollo, de otro, se advierte el surgir de ideologías que niegan in toto (completamente) la utilidad misma del desarrollo, considerándolo radicalmente antihumano y que sólo comporta degradación. Así, se acaba a veces por condenar, no sólo el modo erróneo e injusto en que los hombres orientan el progreso, sino también los descubrimientos científicos mismos que, por el contrario, son una oportunidad de crecimiento para todos si se usan bien. La idea de un mundo sin desarrollo expresa desconfianza en el hombre y en Dios. Por tanto, es un grave error despreciar las capacidades humanas de controlar las desviaciones del desarrollo o ignorar incluso que el hombre tiende constitutivamente a «ser más». Considerar ideológicamente como absoluto el progreso técnico y soñar con la utopía de una humanidad que retorna a su estado de naturaleza originario, son dos modos opuestos para eximir al progreso de su valoración moral y, por tanto, de nuestra responsabilidad.

¿Son marxismo y liberalismo compatibles con la fe católica?

 

 

Benedicto XVI no pretende hacer, en este número de Caritas in veritate, un comentario completo de esta muy importante carta apostólica Octogesima adveniens, de Pablo VI. No podemos detenernos nosotros tampoco en este momento a estudiar en toda su extensión y profundidad este documento, aunque la importancia y novedad de los temas merece estudiarla despacio. Por ejemplo, no podemos dejar de estudiar lo que Pablo VI nos enseña sobre las ideologías marxista y liberal y su compatibilidad o no con la fe católica, sin acudir a esta carta apostólica (Cf al final de esta reflexión). Igualmente es indispensable acudir a la carta apostólica Octogesima adveniens para comprender en qué se fundamenta el desarrollo integral, – de toda la persona humana y de todas las personas humanas, – y comprender bien el papel que desempeña en la orientación del desarrollo, la llamada antropología cristiana, es decir, la visión cristiana del ser humano, que se basa en lo que sobre él nos ha comunicado la Palabra de Dios.

 

La economía un instrumento y no un fin en sí misma

Para que comprendamos la importancia de la visión cristiana del ser humano, en el tema del desarrollo integral y lo que piensa la DSI sobre la relación de la economía con el hombre, repitamos una vez más que, en el manejo de la economía, lo que se propone la Iglesia, no es conseguir que la economía se maneje muy bien desde el punto de vista técnico, de acuerdo con tal o cual escuela. La Iglesia no pretende ser experta en economía ni en política pero sí en humanidad. La economía la ve la Iglesia partiendo del pensamiento cristiano: la economía debe ser un medio, un instrumento para promover al hombre y no un fin en sí misma. Esa interpretación se basa en la verdad que hemos recibido de la Sagrada Escritura sobre el hombre y su mundo.

 

 

El ser humano no se puede conocer en toda su dimensión sin acudir a la fe; no podemos comprender al ser humano, sin tener en cuenta a Jesucristo, el Hijo de Dios que se hizo carne, igual en todo a nosotros, menos en el pecado. Jesús, el hijo del hombre, el Hijo de Dios. Hombre perfecto, Hijo de Dios que se encarnó para que el ser humano pudiera en Él conocer al Padre; divino del hombre Jesús, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre.

Este misterio de la trascendencia de la persona humana, es decir, que no es un ser solo material y transitorio, temporal, que un día, cuando muera, desaparecerá del todo, no lo comprenden los que no tienen fe. Y en consecuencia, tratan a la persona humana como si su dimensión fuera transitoria, con un horizonte estrecho, limitado por lo material y terreno.[8]

 

Coherencia del pensamiento de Pablo VI en el conjunto de su doctrina social

En este capítulo I de Caritas in veritate, Benedicto XVI nos lleva a reflexionar sobre la coherencia del pensamiento de Pablo VI en el conjunto de su doctrina social, y en particular la coherencia en la encíclica Populorum progressio y la carta apostólica Octogesima adveniens.

 

Volvamos a leer las primeras líneas del N° 14 de Caritas in veritate: Con la Carta apostólica Octogesima adveniens, de 1971, Pablo VI trató luego el tema del sentido de la política y el peligro que representaban las visiones utópicas e ideológicas que comprometían su cualidad ética y humana. Son argumentos estrechamente unidos con el desarrollo.

 

¿Por qué la orientación ideológica con que se maneje la sociedad va estrechamente unida al desarrollo? La orientación ideológica de la persona y de los movimientos políticos se basa en la concepción que se tenga de la persona humana y de la sociedad. Si quien gobierna tiene una concepción materialista del ser humano y de la sociedad, buscará un desarrollo que esté de acuerdo con sus “convicciones sobre la naturaleza, el origen y el fin del hombre y de la sociedad.”[9] Esa posición ante la realidad social implica un sistema de valores de acuerdo los cuales transmite y con los cuales vive la persona.

 

Respeto del pluralismo

Sobre el sentido de la política, Octogesima adveniens, carta que parece dirigirse especialmente a los seglares católicos, declara que los cristianos debemos respetar el pluralismo de las sociedades contemporáneas. Pablo VI afirma el derecho y el deber de los católicos, de respetar las opciones políticas de los demás católicos y el de aceptar la diversidad de decisiones políticas de los hijos de la Iglesia.

 

 

Sobre el cristiano y el valor de la acción política leamos unas líneas de la carta apostólica Octogesima adveniens, en el N° 46:

 

Este poder político, que constituye el vínculo natural y necesario para asegurar la cohesión del cuerpo social, debe tener como finalidad la realización del bien común. Respetando las legitimas libertades de las personas, de las familias y de los grupos subsidiarios, sirve para crear eficazmente y en provecho de todos las condiciones requeridas para conseguir el bien auténtico y completo de toda persona, incluido su destino espiritual. (….) Interviene siempre movido por el deseo de la justicia y la dedicación al bien común, del que tiene la responsabilidad última. No quita, pues, a la persona individual y a los cuerpos intermedios el campo de actividades y responsabilidades propias de ellos, los cuales les inducen a cooperar en la realización del bien común. En efecto, «el objeto de toda intervención en materia social es ayudar a los miembros del cuerpo social y no destruirlos ni absorberlos»

(…)

La política camino serio y difícil de servicio

La política ofrece un camino serio y difícil―aunque no el único―para cumplir el deber grave que cristianos y cristianas tienen de servir a los demás. Sin que pueda resolver ciertamente todos los problemas, se esfuerza por aportar soluciones a las relaciones de las personas entre sí. Su campo y sus fines, amplios y complejos, no son excluyentes. Una actitud invasora que tendiera a hacer de la política algo absoluto, se convertiría en un gravísimo peligro. Aun reconociendo la autonomía de la realidad política, mujeres y hombres cristianos dedicados a la acción política se esforzarán por salvaguardar la coherencia entre sus opciones y el Evangelio y por dar, dentro del legitimo pluralismo, un testimonio, personal y colectivo, de la seriedad de su fe mediante un servicio eficaz y desinteresado hacia la humanidad.

 

Sobre la ilicitud de la adhesión de los cristianos a las ideologías marxista y liberal, Pablo VI en Octogesima adveniens, N° 26, la rechaza: “a la ideología marxista por tres motivos: por su carácter ateo, por su dialéctica de la violencia y por la subordinación de la persona a la colectividad (…) A la ideología liberal se la rechaza por poner como valores supremos la libertad ilimitada y la búsqueda exclusiva del poder.”[10]

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] El P. Ildefonso Camacho en su libro Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, afirma que la lectura de Octogesima adveniens produce la impresión de que Pablo VI ha introducido importantes cambios en el enfoque de la DSI (Pg 399, 401 y 405). Véase especialmente (Pg 404s) su afirmación de que Pablo VI no concibe la “enseñanza” social de la Iglesia como “doctrina” sino como un proceso de análisis, juicio y discernimiento para la acción, en el cual no toma parte sólo la jerarquía sino toda la comunidad cristiana. “La jerarquía, según él, actúa como animadora y especialmente encargada de la dimensión doctrinal.” No afirma que haya un cambio en la doctrina sino en el enfoque.

[2] Cf. Carta enc. Populorum progressio, 3: l.c., 258.

[3] Francisco Javier Mejía, S.J., Cartilla de Doctrina Social Católica, Cruzada Social,

[4] Solución al Problema Social, 2ª. Ed. IRIS, Bogotá, 1962

[5] Cf. Enc. Mater et magistra, 15 de mayo de 1961 AAS 53 (1961) 440.

[6] Gaudium et spes n. 63-72 AAS. 58 (1966) 1084-1094.

[7] Cf. Populorum progressio, 34

[8] Cf en este blog, Reflexión 120, sobre la naturaleza de la DSI de diciembre 4 de 2008

[9] Cf Ildefonso Camacho, S.J., Doctrina Social de la Iglesia, una aproximación histórica, Cap. 13, Pablo VI y la sociedad moderna: la Octogesima adveniens, Pg. 409

[10] Cf Ildefonso Camacho, opus cit., Pag 412 Recuérdese la condena al capitalismo liberal en Populorum progressio, 26