Reflexiones Doctrina Social de la Iglesia N° 241, Abril 11, 2013

LA DOCTRINA SOCIAL EN NUESTRO TIEMPO:
APUNTES HISTÓRICOS,
a) El comienzo de un nuevo camino
 

Vamos a continuar hoy el estudio de la DSI, siguiendo el  Compendio de la DSI, libro preparado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz por encargo del Beato Juan Pablo II. Es una obra que,  junto con la Biblia y el Catecismo nos ofrece una orientación segura en el seguimiento de las enseñanzas de Jesucristo; en este caso, sobre cómo vivir  de acuerdo con los planes de Dios en nuestra vida en sociedad.

Habíamos estudiado hasta el N° 87 del Compendio de la DSI. Se trata allí del desarrollo de la DS a partir de la  Rerum novarum, encíclica del Papa León XIII, escrita en 1891, sobre la situación de los obreros en ese momento en que la tendencia económica liberal y el socialismo pretendían soluciones extremas y se necesitaba que la Iglesia expusiera el punto de vista del Evangelio según la verdad y la justicia.

Se suele hablar mucho sobre la encíclica Rerum novarum. Es muy importante que conozcamos por qué su importancia.

 

En los dos primeros párrafos del N° 87, se nos explica que el término “doctrina social” se empezó a utilizar por  Pío XI[1], como puede verse en en el N° 179 de su encíclica Quadragesimo anno (en el cuadragésimo aniversario de la Rerum novarum) y esa expresión, – Doctrina social, – designa el conjunto doctrinal que se refiere específicamente a temas de importancia  social. Como hemos explicado antes, la DSI no se refiere a los dogmas, como la Trinidad. Esa doctrina se estudia en la Teología Fundamental y en la Teología Dogmática. La DS se refiere concretamente a las enseñanzas de la Iglesia sobre cómo vivir en sociedad, de acuerdo con los planes de Dios. A partir del papa León XIII se ha desarrollado la DS con nuevo impulso en la Iglesia,  a través del Magisterio de los Romanos Pontífices y de los Obispos en comunión con ellos.

 Hay que entender que la solicitud social de la Iglesia no comenzó  con ese documento,- la Rerum novarum, – porque la Iglesia no se ha desinteresado jamás de la sociedad; sin embargo, nos explica el Compendio, que la encíclica « Rerum novarum » da inicio a un nuevo camino: siguiendo  una tradición de varios siglos, marca un nuevo inicio y un desarrollo sustancial de la enseñanza en el campo social. Así como ahora se ve la necesidad de una “nueva evangelización”, una manera nueva de llevar el Evangelio a estas nuevas generaciones, de modo parecido, las condiciones de la vida en sociedad en el siglo XIX, hicieron necesario que el Papa presentara cómo debía vivir la sociedad, según las enseñanzas de Jesucristo.

Continúa luego el Compendio explicándonos que

En su continua atención por el hombre en la sociedad, la Iglesia ha acumulado … un rico patrimonio doctrinal, que tiene sus raíces en la Sagrada Escritura, especialmente en el Evangelio y en los escritos apostólicos, y ha tomado forma y cuerpo a partir de los Padres de la Iglesia y de los grandes Doctores del Medioevo, constituyendo una doctrina en la cual, aun sin intervenciones explícitas y directas a nivel magisterial, la Iglesia se ha ido reconociendo progresivamente.

 

Momento histórico en que se promulgó la Rerum novarum

 

El N° 88 nos explica el significado de ese momento histórico en que la Rerum novarum marca un nuevo camino en la ya tradicional DSI. Leamos el N° 88:

“Los eventos de naturaleza económica que se produjeron en el siglo XIX tuvieron consecuencias sociales, políticas y culturales devastadoras. Los acontecimientos vinculados a la revolución industrial trastornaron estructuras sociales seculares, ocasionando graves problemas de justicia y dando lugar a la primera gran cuestión social, la cuestión obrera, causada por el conflicto entre capital y trabajo. Ante un cuadro semejante la Iglesia advirtió la necesidad de intervenir en modo nuevo: las « res novae », (las cosas nuevas) constituidas por aquellos eventos, representaban un desafío para su enseñanza y motivaban una especial solicitud pastoral hacia ingentes masas de hombres y mujeres. Era necesario un renovado discernimiento de la situación, capaz de delinear soluciones apropiadas a problemas inusitados e inexplorados.

Se presentaba una situación nueva que requería una aproximación nueva, un nuevo camino para comprender cómo aplicar el Evangelio en las relaciones entre todas las personas.

Sigue luego el Compendio de la DSI con una explicación más detallada de los diversos documentos sociales de la Iglesia, empezando por la Rerum novarum hasta su centenario, cuando Juan Pablo II ofreció al mundo su encíclica social, precisamente llamada Centesimus annus,  en conmemoración de los cien años de la Rerum novarum. Habrá que añadir, en una nueva edición del Compendio, las encíclicas de Benedicto XVI, especialmente Caritas in veritate, Caridad en la verdad. Y así en el futuro los nuevos documentos con los que la Iglesia presente el punto de vista del Evangelio en las nuevas situaciones de la sociedad.


 Como respuesta a la primera gran cuestión social, León XIII promulgó la primera encíclica social, la « Rerum novarum ». Esta examina la condición de los trabajadores asalariados, especialmente penosa para los obreros de la industria, afligidos por una indigna miseria. La cuestión obrera es tratada de acuerdo con su amplitud real: es estudiada en todas sus articulaciones sociales y políticas, para ser evaluada adecuadamente a la luz de los principios doctrinales fundados en la Revelación, en la ley y en la moral naturales.¿De qué temas trata la Rerum novarum? Enseguida lo explica el Compendio en el mismo N° 89:La « Rerum novarum » enumera los errores que provocan el mal social, excluye el socialismo como remedio y expone, precisándola y actualizándola, «la doctrina social sobre el trabajo, sobre el derecho de propiedad, sobre el principio de colaboración contrapuesto a la lucha de clases como medio fundamental para el cambio social, sobre el derecho de los débiles, sobre la dignidad de los pobres y sobre las obligaciones de los ricos, sobre el perfeccionamiento de la justicia por la caridad, sobre el derecho a tener asociaciones profesionales ».La « Rerum novarum » se ha convertido en el documento inspirador y de referencia de la actividad cristiana en el campo social. El tema central de la encíclica es la instauración de un orden social justo, en vista del cual se deben identificar los criterios de juicio que ayuden a valorar los ordenamientos socio-políticos existentes y a proyectar líneas de acción para su oportuna transformación.

 

                                                         Un inmenso cambio de organización social

 

Como podemos ver, con la encíclica Rerum novarum se abre un nuevo capítulo para la DSI. Se presentaba en ese momento el comienzo de una nueva organización de la sociedad con base en ideas nuevas como la del liberalismo burgués, las nuevas posibilidades que ofrecían las técnicas innovadoras de la llamada revolución industrial y la presencia clara de un capitalismo fuerte, fundado en el lucro privado. El papa León XIII como cabeza de la Iglesia, presenta el rumbo orientador por donde se debe seguir de acuerdo con la revelación y la moral natural.[2] La Iglesia presenta su punto de vista en un momento histórico crucial: se trataba del momento en que se consolidaba la sociedad industrial moderna.

De acuerdo con el libro Doctrina Social de la Iglesia, una aproximación histórica, del P. Ildefonso Camacho, para comprender lo que sucedió en el siglo XIX, es importante analizar por separado tres fenómenos que a veces se confunden: la industrialización, el liberalismo y el capitalismo propiamente dicho.  Vamos a intentarlo nosotros para una mejor comprensión del momento histórico en el que la DSI tomó un nuevo impulso.

                                                           ¿Fue la industrialización algo nuevo?

 

Comencemos por la industrialización. ¿De qué se trata? La industrialización es ante todo un fenómeno técnico. Se estaban produciendo entonces nuevos descubrimientos, gracias a las ciencias experimentales modernas que permitieron conocer mejor las leyes de la naturaleza y su utilización en beneficio del ser humano. Se habla por eso de una “revolución tecnológica”.

 

El mayor conocimiento de las leyes físicas impulsó la creatividad de los inventores de máquinas que se pudieran usar en los procesos de producción, es decir en la industria. Enseguida nos asalta la curiosidad; quisiéramos saber de qué descubrimientos se trataba. Bien, mencionemos solo algunos: en 1883, Tomas Alva Edison inventó la bombilla eléctrica. Cuánto ha servido este invento en la vida diaria y en la industria no hay necesidad de ponderarlo.

Los científicos se interesaron por conocer cada vez mejor la naturaleza y experimentaron las reacciones químicas de los elementos de que están compuestas las cosas. Así llegaron a descubrir el átomo y luego, que el átomo estaba compuesto de partículas como los electrones, los neutrones y el núcleo. Así llegaron más tarde a la llamada mecánica o física cuántica que ha conducido a inventos tan prácticos como los transistores que se utilizan en tantos equipos electrónicos, empezando por los pequeños receptores de radio. Los jóvenes no alcanzan a medir lo que eso significa de beneficio de la sociedad. Lo entendemos mejor los que alcanzamos a conocer los radios de tubos y que para usarse donde no hubiera energía electrica había que conseguir esas baterías o pilas grandes, mucho más costosas. Otros inventos basta con nombrarlos: la locomotora de vapor en 1804, el teléfono en 1854, el fonógrafo, es decir la grabadora, en 1878, el cinematógrafo en 1894.

Los esfuerzos para utilizar  los descubrimientos en la industria pronto produjeron sus frutos. Al encontrar que con las máquinas, el ser humano podía producir más en menos tiempo, se dinamizó la industria. Se podría pensar que todo esto fue en beneficio del trabajador que con menor esfuerzo podía producir mayor cantidad de bienes para vender, pero al mismo tiempo se podría pensar en la reducción de los puestos de trabajo, porque con menos mano de obra se podría producir lo mismo o más. Eso se repite hoy con los nuevos métodos sistematizados.

                                                             Entonces comenzó el afán por el lucro


Otro efecto de la industrialización fue que al vender más, no solo se produjeron más y mejores bienes para satisfacer las necesidades de las personas, sino que crecieron las ganancias de los productores. Hubo más dinero para invertir en la misma industria y hacerla crecer y para que los que recibían más dinero mejoraran su calidad de vida, pues podían gastar más en la adquisición de otros o de mejores bienes. Hubo pues, crecimiento económico, lo cual sería beneficioso si ese crecimiento beneficiara a todos; no si la mayor riqueza se concentrara en unos pocos. Ahora bien, ¿de dónde salió el dinero para conseguir los equipos necesarios para  esa mejoría en la producción? Vemos que hubo un cambio notable en lo técnico y ese cambio nos conduce a examinar qué efecto causó en el campo de la economía.

Veamos: para pasar del trabajo artesanal, manual, a la producción con máquinas se necesitaba dinero, más dinero. Si uno pasa del uso del serrucho a utilizar máquinas como una sinfín o una sierra circular, eso cuesta más que un simple serrucho. ¿De dónde salió el dinero para ese notable cambio? Según los historiadores, ya existía un capital acumulado de personas dedicadas al comercio.[3]Y es que el comercio se había ido desarrollando por la necesidad de un intercambio cada vez mayor de las ciudades y del campo: las ciudades crecían y por eso necesitaban más productos del campo. El campo proveía alimentos y  materias primas a las ciudades y éstas a los campesinos de bienes que producían los artesanos en las ciudades. Así se fueron creando fortunas grandes.

No solo este intercambio entre las ciudades y el campo fue importante. Acontecimientos como los descubrimientos geográficos de los siglos XV y XVI de parte de España y Portugal fueron desplazando el eje de la economía del mediterráneo hacia el Atlántico. Nuevos productos como el algodón, el tabaco, el azúcar y el descubrimiento de metales preciosos impulsó el intercambio comercial. Además las grandes expediciones necesitaron la producción de otros bienes y en mayor cantidad. Así se fueron formando nuevas y grandes fortunas, que quedaban  disponibles para fomentar la industria; así, con el desarrollo de la industria, se originó el capitalismo. El cambio más notable se originó en Inglaterra en el siglo XVI con la industria textil, la del cuero y la pequeña metalurgia. Si los productores dependían antes de los comerciantes que ponían a la venta sus productos, empezaron esos industriales, pequeños al principio, a utilizar sus recursos económicos en conseguir mejor maquinaria y a contratar a los campesinos que emigraban a las ciudades. De artesanos que producían directamente, se convirtieron en industriales, dueños de las máquinas productoras para cuyo manejo contrataban por un salario a otras personas. Empezó a distinguirse con claridad a quienes poseían el capital y a quienes trabajaban para ellos por un salario.De manera que se puede decir que el capitalismo se originó en las nuevas condiciones de la industrialización, en lo que se llama la revolución industrial. Hoy vemos con buenos ojos la industrialización porque crea puestos de trabajo. Sería impensable en esta época de tanta sofisticación técnica, que la sociedad, las familias o las personas individuales pudieran producir todos los bienes necesarios para la vida moderna. Algunas cosas sí, pero lo que requiere cantidad, calidad especial como tantas cosas hoy, es impensable la sola producción individual. El problema que se crea en el manejo de la economía no tiene que ver con la técnica sino con el uso que algunos pueden hacer de ella, solo para su enriquecimiento, sin considerar sus obligaciones con la sociedad.

 

                                 ¿Antes no había grandes riquezas? ¿Y las de los señores feudales?

 

Es conveniente aclarar que antes de la era industrial ya existían riquezas acumuladas en pocas manos, riquezas que eran símbolo del poder, pero entonces no surgió el capitalismo porque la mentalidad de los poderosos de esa época era distinta; antes de la era industrial  entendían la riqueza económica como símbolo de poder; no entendían el uso de la riqueza con la mentalidad de los nuevos poderosos; , mientras que los nuevos ricos nacidos de la industria entendieron sus riquezas como productoras de nuevas riquezas, los ricos anteriores gastaban su dinero en fortalezas, palacios, ejércitos. Para los nuevos poderosos económicos, como hoy, el motor de su atividad es el lucro, las ganancias, para invertirlas y producir más dinero. No es solo para satisfacer necesidades materiales, es para conseguir más. Por eso nunca están satisfechos.

Esta mentalidad de orientación de la vida hacia el lucro, es decir, hacia las ganancias, es uno de los elementos de la llamada ideología liberal. Para esta ideología, lo importante no es la comunidad, la sociedad, sino el individuo. Su prioridad es el individuo, la libertad individual es el gran valor de la persona. Por eso, imbuida la sociedad por ese individualismo, nuestra sociedad es menos solidaria. Lucha por la libertad de las personas, y se piden para ellas nuevos  “derechos” aunque esa concesión pueda hacer daño a la familia o a la sociedad. Lo importante es satisfacer los deseos del individuo. Es lo que pasa hoy, por ejemplo con la lucha por la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, aunque esa concesión sea en detrimento de la familia, así se haga daño a la sociedad. Los defensores de esa causa se escudan detrás de la libertad individual, de una sociedad liberal.

 En economía, el individualismo es una manera de pensar que impulsa al activismo, a trabajar incansablemente para conseguir más dinero, a arriesgarse si se cree que el riesgo le aporta más ganancias. Ese dinamismo pone a trabajar a todo el mundo más, para que el capital produzca más. No pone mucha atención en que el trabajo de otros se reconozca justamente. Hay gente que piensa que entre menos pueda pagarle al otro, mejor para él. Cuado esa ideología dirige la política de un país, se experimentan cambios como los que se han visto en Colombia y en otros países, en que las leyes laborales se orientan más a satisfacer los intereses de los empresarios, que las necesidades de los trabajadores. Por eso se flexibiliza la legislación laboral para que el empresario tenga facilidades para despedir a sus empleados; reducen las cargas tributarias a las empresas, como los aportes a la seguridad social, aunque los trabajadores vayan quedando solos; se les reducen los pagos de horas extras, con la disculpa de que al tener menos gastos laborales, las empresas crearán más empleos. La experiencia ha demostrado que los empresarios aprovechan esas oporetunidades para obtener mayores ganancias solamente.

La semana entrante continuaremos con este análisis del mundo al que León XIII debía aclarar el pensamiento del Evangelio. Debemos decir algo sobre la incidencia de la ideología liberal económica en la vida política. Es importante también separarla de politiquería. Los espero entonces.

 

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(1) Cf. Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 179; Pío XII, en el Radiomensaje por el 50º aniversario de la « Rerum novarum »: AAS 33 (1941) 197, habla de « doctrina social católica » y en la Exh. ap. Menti nostrae, del 23 de septiembre de 1950: AAS 42 (1950) 657, de « doctrina social de la Iglesia ». Juan XXIII conserva las expresiones « doctrina social de la Iglesia » (Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 [1961] 453; Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 [1963] 300-301) « doctrina social cristiana » (Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 [1961] 453), o « doctrina social católica » (Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 [1961] 454).

  (2) Cfr ldefonso Camacho, Doctrina Social de la Iglesia, una aproximación histórica, San Pablo, Cap. 2 El siglo XIX: la consolidación de la sociedad industrial moderna.

[3] Cfr Ildefonso Camacho, ibídem, Pg 42.