Reflexión 299 San Juan XXIII Doctrina Social

La equidad y la justicia entre los distintos sectores de la economía

 

En el recorrido de los documentos de los papas sobre la DSI, hemos estado estudiando la encíclica Mater et magistra, Madre y maestra, de San Juan XXIII. En la reflexión pasada comenzamos la tercera parte, que dedica a la relación entre los distintos sectores de la economía. La parte anterior de la encíclica se había dedicado especialmente a la relación entre los trabajadores y los empresarios, relaciones que deben estar reguladas por los preceptos de la equidad y la justicia. San Juan XXIII advierte ahora, que también los preceptos de la equidad y la justicia deben regular las relaciones entre los distintos sectores de la economía, entre las zonas de diverso nivel económico de cada nación y, dentro del plano mundial, entre los países que se encuentran en diferente grado de desarrollo económico y social.

Cómo se aplica ese criterio, de aplicar la justicia y la equidad en las relaciones en los diversos sectores de la economía, lo iremos viendo a medida que estudiemos lo que nos enseña la encíclica sobre esto.

Comienza con el sector de la agricultura, como sector deprimido. Veremos de cuánta estima de parte de San Juan XXIII gozaban los campesinos, los agricultores. Si el papa se refería a la agricultura como sector deprimido, en 1961, en Europa, podemos decir si duda, que una situación parecida vive el campo colombiano en nuestros días, cuando muchos agricultores campesinos abandonan el campo para buscar mejores condiciones de vida en las grandes ciudades o huyendo de la violencia. Si en esa época en que se escribió la encíclica M et m, en Europa disminuía la mano de obra dedicada a la agricultura y aumentaban en las ciudades las personas disponibles para trabajar en otras áreas de la economía, es lo mismo que vivimos hoy en nuestro país.

 

Soluciones para que los campesinos no abandonen el campo

 

Para que los campesinos no abandonaran el campo, el papa San Juan XXIII proponía en la encíclica algunas soluciones que contribuirían a reducir las diferencias entre el trabajo del campo y el trabajo en la industria, en el comercio y en los servicios. ¿Qué soluciones serían las adecuadas en nuestro país? Enseguida veremos las soluciones que el papa propone en M et m.

Afirma San Juan XXIII en M et m que hay que buscar (…) los medios más adecuados para que el nivel de vida de la población agrícola se distancie lo menos posible del nivel de vida de los ciudadanos que obtienen sus ingresos trabajando en los otros sectores aludidos.

Añade el papa Juan XXIII que hay que hacer algo para que los campesinos se persuadan de que también en el campo pueden consolidar y perfeccionar su propia personalidad mediante su trabajo y que pueden mirar tranquilamente el porvenir.

La emigración a las ciudades actualmente, no ofrece una vida urbana más digna que la vida en el campo, pero es un hecho que los campesinos que resuelven dejar su casa, sus fincas con sus animales, lo hacen porque, entre otras cosas, los atraen los beneficios que ofrece la vida urbana en salud, en educación, en entretenimiento…

 

Las mejoras necesarias en el campo

 

La semana pasada alcanzamos a estudiar hasta el N° 125 de M et m. Continuemos ahora en el N° 126 en donde Juan XXIII se refiere más concretamente a las mejoras necesarias en el campo. Leamos los números 126 y 127, en que introduce las condiciones que se deben tener en cuenta para aplicar los cambios que propone:

Nos parece, por lo mismo, muy oportuno indicar en esta materia algunas normas de valor permanente, a condición de que se apliquen, como es obvio, en consonancia con lo que las circunstancias concretas de tiempo y de lugar permitan, aconsejen o absolutamente exijan.

En primer lugar, es necesario que todos, y de modo especial las autoridades públicas, procuren con eficacia que en el campo adquieran el conveniente grado de desarrollo los servicios públicos más fundamentales, como, por ejemplo, caminos, transportes, comunicaciones, agua potable, vivienda, asistencia médica y farmacéutica, enseñanza elemental y enseñanza técnica y profesional, condiciones idóneas para la vida religiosa y para un sano esparcimiento y, finalmente, todo el conjunto de productos que permitan al hogar del agricultor estar acondicionado y funcionar de acuerdo con los progresos de la época moderna.

Cuando en los medios agrícolas faltan estos servicios, necesarios hoy para alcanzar un nivel de vida digno, el desarrollo económico y el progreso social vienen a ser en aquéllos o totalmente nulos o excesivamente lentos, lo que origina como consecuencia la imposibilidad de frenar el éxodo rural y la dificultad de controlar numéricamente la población que huye del campo.

Como podemos concluir del N° 127 de M et m, es indispensable una acción decidida, efectiva, del estado, para remediar el deterioro de la vida campesina y por lo tanto de loa agricultura, pues si los trabajadores del campo no encuentran soluciones para poder vivir una vida digna, seguirán buscando oportunidades en las ciudades. Se requiere en primer lugar el desarrollo de los servicios públicos para elevar el nivel de vida en el campo.

 

Conjugar el desarrollo del campo con el desarrollo gradual y armónico de todo el sistema económico

 

En el N° 128 a 130, San Juan XXIII conjuga el desarrollo del campo con el desarrollo gradual y armónico de todo el sistema económico. Leamos el N° 128:

128 Es indispensable, en segundo lugar, que el desarrollo económico de los Estados se verifique de manera gradual, observando la debida proporción entre los diversos sectores productivos. Hay que procurar así con especial insistencia que, en la medida permitida o exigida por el conjunto de la economía, tengan aplicación también en la agricultura los adelantos más recientes en lo que atañe a las técnicas de producción, la variedad de los cultivos y la estructura de la empresa agrícola, aplicación que ha de efectuarse manteniendo en lo posible la proporción adecuada con los sectores de la industria y de los servicios.

El papa propone entonces, una necesaria y decidida acción del estado, algo serio, programado. Más adelante propone dos objetivos y hasta seis líneas de acción. Qué se espera conseguir con la acción del estado, propuesta por el papa Juan XXIII lo dice en los números siguientes. Leamos el N° 129:

129 La agricultura, en consecuencia, no sólo consumirá una mayor cantidad de productos de la industria, sino que exigirá una más cualificada prestación de servicios generales. En justa reciprocidad, la agricultura ofrecerá a la industria, a los servicios y a toda la nación una serie de productos que en cantidad y calidad responderán mejor a las exigencias del consumo, contribuyendo así a la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda, la cual es uno de los elementos más valiosos para lograr un desarrollo ordenado de todo el conjunto de la economía.

Como vemos, se propone sumar el campo a la economía general del país, gozando de los mismos beneficios de la industria y del comercio en cuanto a tecnología, servicios y productos necesarios para la agricultura y la ganadería. En respuesta, el campo podrá ofrecer excelentes productos propios de su esfuerzo. Además la estabilidad de precios será una contribución más al desarrollo ordenado de la economía.

Se presenta pues, al campo como una organización que recibe aportes o insumos, como una inmensa fábrica, podríamos decir, que con los insumos que recibe, desarrolla el proceso de cultivar, cosechar y ofrecer los productos propios del campo. Es de tener en cuenta que no solo debe recibir el campo los insumos que necesita el cultivo de la tierra, sino que también son indispensables, los que el campesino necesita como persona, para mantener su salud, crecer intelectual y espiritualmente y vivir dignamente.

 

¿Qué se obtendría con la integración del campo a los demás sectores económicos?

 

130 Con estas medidas se obtendrá, entre otras, las siguientes ventajas: la primera, la de controlar con mayor facilidad, tanto en la zona de salida como en la de llegada, el movimiento de las fuerzas laborales que abandonan el campo, a consecuencia de la progresiva modernización de la agricultura; la segunda, la de proporcionarles una formación profesional adecuada para su provechosa incorporación a otros sectores productivos, y la tercera, la de brindarles ayuda económica y asistencia espiritual para su mejor integración en los nuevos grupos sociales.

De manera que al hacer la vida en el campo tan digna como la de las ciudades, ofrecer ventajas para un trabajo que goce de los beneficios de la tecnología, y donde se goce de oportunidades de educación, salud y vivienda, se autocontrolará la salida del campo y la llegada de fuerzas humanas a las ciudades que exigen servicios que no siempre les pueden bridar, por lo menos inmediatamente.

En el N° 131 habla M et m de una adecuada política económica agraria:

  1. Ahora bien, para conseguir un desarrollo proporcionado entre los distintos sectores de la economía es también absolutamente imprescindible una cuidadosa política económica en materia agrícola por parte de las autoridades públicas, política económica que ha de atender a los siguientes capítulos: Imposición fiscal, crédito, seguros sociales, precios, promoción de industrias complementarias y, por último, el perfeccionamiento de la estructura de la empresa agrícola.

Las políticas en materia de impuestos 

 

  1. Por los que se refiere a los impuestos, la exigencia fundamental de todo sistema tributario justo y equitativo es que las cargas se adapten a la capacidad económica de los ciudadanos.

  2. Ahora bien, en la regulación de los tributos de los agricultores, el bien común exige que las autoridades tengan muy presente el hecho de que los ingresos económicos del sector agrícola se realizan con mayor lentitud y mayores riesgos, y, por tanto, es más difícil obtener los capitales indispensables para el aumento de estos ingresos.

Es muy clara la razón de los menores impuestos que se deben cobrar a los agricultores. Y no es menos importante la razón para conceder a los agricultores, préstamos con intereses más bajos que los que se cobran a la industria. Los riesgos que corre el agricultor son muy elevados; no es sino que pensemos en el clima, que el agricultor no puede controlar. Leamos el N° 134:

  1. De lo dicho se deriva una consecuencia: la de que los propietarios del capital prefieren colocarlo en otros negocios antes que en la agricultura. Por esta razón., los agricultores no pueden pagar intereses elevados. Más aún, ni siquiera pueden pagar, por lo regular, los intereses normales del mercado para procurarse los capitales que necesitan el desarrollo y funcionamiento normal de sus empresas. Se precisa, por tanto, por razones de bien común, establecer una particular política crediticia para la agricultura y crear además instituciones de crédito que aseguren a los agricultores los capitales a un tipo de interés moderado (asequible).

    La seguridad social de los campesinos

Tuvo también en cuenta la seguridad social, el papa San Juan XXIII. Sin duda en 1961 la seguridad social en nuestros países no existía con la organización de hoy. Si algún oyente nos puede comentar sería muy bueno. Yo me imagino que la seguridad social en el campo corría por cuenta de cada familia en esa época, en los años 60.

Al respecto dice M et m:

  1. Por otra parte, como los sistemas de los seguros sociales y de seguridad social, pueden contribuir eficazmente a una justa y equitativa redistribución de la renta total de la comunidad política, deben, por ello mismo, considerarse como vía adecuada para reducir las diferencias entre las distintas categorías de los ciudadanos.

  2. Seguridad en los precios de los productos agrícolas

En los números 137 a 140 de M et m, el papa Juan XXIII trata sobre los precios de los productos agrícolas. Aboga porque se garantice seguridad en los precios de los productos agrícolas, para lo cual advierte la necesidad de que intervengan los economistas con sus múltiples recursos, los mismos interesados, es decir los agricultores y la acción moderadora de los poderes públicos. Es este un punto delicado y difícil, pues por una parte, como lo observa el mismo papa, el precio de los productos agrícolas es la retribución al trabajo de quienes los cultivan, cuando él agricultor es al mismo tiempo su patrón, y como los productos del campo están ordenados principalmente a satisfacer las necesidades humanas fundamentales, sus precios deberían ser tales que puedan acceder todos a esos productos.

 

También el transporte de productos agrícolas

 

Cuando se observa los detalles en que se fija esta encíclica de San Juan XXIII no hay duda de que además de mostrar su sensibilidad con las dificultades por las que atraviesa el campesino, las conocía bien y se asesoró de expertos en la preparación de Mater et m. Y, claro se ve que apreciaba mucho la dignidad del campesino.

M et m no olvidó temas tan importantes para el campo como la conservación y el transporte de los productos agrícolas, lo cual es crítico en países como el nuestro donde no son muy comunes las grandes bodegas o silos que se ven en países económicamente avanzados, y las redes de carreteras que comunican municipios y veredas tan deficientes en nuestros países. En el N° 141 dice la encíclica:

  1. Es oportuno también promover, en las zonas campesinas, las industrias y los servicios relacionados con la conservación, transformación y transporte de los productos agrícolas. A lo cual hay que añadir necesariamente en dichas zonas la creación de actividades relacionadas con otros sectores de la economía y de las profesiones. Con la implantación de estas medidas se da a la familia agrícola la posibilidad de completar sus ingresos en los mismos ambientes en que vive y trabaja.

La empresa agrícola

 

Sobre la empresa agrícola, generalmente conformada por familias, tiene observaciones que vamos a leer a continuación:

  1. Por último, nadie puede establecer en términos genéricos las líneas fundamentales a que debe ajustarse la empresa agrícola, dada la extremada variedad que en este sector de la economía presentan las distintas zonas agrarias de una misma nación y, sobre todo, los diversos países del mundo. Esto no obstante, quienes tienen una concepción natural y, sobre todo, cristiana de la dignidad del hombre y de la familia, consideran a la empresa agrícola, y principalmente a la familiar, como una comunidad de personas en la cual las relaciones internas de los diferentes miembros y la estructura funcional de la misma han de ajustarse a los criterios de la justicia y al espíritu cristiano, y procuran, por todos los medios, que esta concepción de la empresa agrícola llegue a ser pronto una realidad, según las circunstancias concretas de lugar y de tiempo.

  2. La firmeza y la estabilidad de la empresa familiar dependen, sin embargo, de que puedan obtenerse de ella ingresos suficientes para mantener un decoroso nivel de vida en la respectiva familia. Para lo cual es de todo punto preciso que los agricultores estén perfectamente instruidos en cuanto concierne a sus trabajos, puedan conocer los nuevos inventos y se hallen asistidos técnicamente en el ejercicio de su profesión. Es indispensable, además, que los hombres del campo establezcan una extensa red de empresas cooperativas, constituyan asociaciones profesionales e intervengan con eficacia en la vida pública, tanto en los organismos de naturaleza administrativa como en las actividades de carácter político.

Empecemos por preguntarnos: ¿Por qué conviene que los campesinos no emigren a las ciudades? ¿Ustedes qué opinan? Otras preguntas pueden ser:

¿Por qué los campesinos abandonan el campo y emigran a las ciudades? Si conviene que los campesinos no emigren a las grandes ciudades, ¿qué hay que hacer para que los campesinos permanezcan en el campo, y sientan que también en el campo pueden progresar como personas y mirar tranquilamente el futuro?