Reflexión 231 Caritas in veritate, Ecología Humana (2)

La Ecología abarca el cuidado de los seres humanos

En el programa anterior terminamos nuestra reflexión sobre el capítulo cuarto de la encíclica  Caritas in veritate, Caridad en la verdad, de Benedicto XVI; el Santo Padre dedica ese capítulo cuarto a nuestros deberes y derechos con el medio ambiente. Quizás antes de que estudiáramos este capítulo, alguien se pudo preguntar si la ecología tenía algo que ver con la DSI. Ahora vemos que sí, y tiene mucho que ver. Comprendimos también que los alcances de la ecología van más allá de la defensa del aire, de los animales, de las plantas, del agua. Descubrimos que la ecología abarca también el cuidado de los seres humanos. Nos hicimos conscientes también, de que, como católicos, tenemos una grave responsabilidad de hacernos oír en defensa de la naturaleza y que en la defensa de la naturaleza se incluye el ser humano según los planes de Dios.

A este respecto recordamos las palabras del Papa en Caritas in veritate:

La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y la debe hacer valer en público. Y, al hacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos. Debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo. Es necesario que exista una especie de ecología del hombre bien entendida. En efecto, la degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana: cuando se respeta la «ecología humana» en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia.

Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas. El libro de la naturaleza es uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, la sexualidad, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el desarrollo humano integral. Los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos para con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros. No se pueden exigir unos y conculcar otros. Es una grave antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona, trastorna el ambiente y daña a la sociedad.

Juan Pablo II dijo que incluso el hombre es para sí mismo un don de Dios

Mientras nos preocupamos justamente, aunque mucho menos de lo necesario, de preservar los «habitat» naturales de las diversas especies animales amenazadas de extinción, porque nos damos cuenta de que cada una de ellas aporta su propia contribución al equilibrio general de la tierra, nos esforzamos muy poco por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica «ecología humana». No sólo la tierra ha sido dada por Dios al hombre, el cual debe usarla respetando la intención originaria de que es un bien, según la cual le ha sido dada; incluso el hombre es para sí mismo un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido dotado. Hay que mencionar en este contexto los graves problemas de la moderna urbanización, la necesidad de un urbanismo preocupado por la vida de las personas, así como la debida atención a una «ecología social» del trabajo.

Las enseñanzas de los pontífices son maravillosas. Pero, en materia de ecología, nos debe preocupar nuestra falta de coherencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Hay tantas encíclicas que desconocemos, aunque sabemos que existen; conocemos y tenemos conciencia de que la doctrina católica, que se basa en las Sagradas Escrituras, en la tradición y el Magisterio, es muy bien fundada y clara. Creemos que la doctrina católica abarca toda la vida y que necesitamos su guía en el recorrido que hacemos hasta llegar a la meta, que es la unión con Dios en la vida eterna.

Muchas veces sabemos lo que debemos hacer, pero no se nos ocurre el cómo

No siempre se obra contra las enseñanzas de la Iglesia por ignorancia; a veces sí, nuestra ignorancia en materia religiosa nos puede llevar por caminos equivocados; por eso es necesario que conozcamos nuestra fe, que la estudiemos. Sin embargo muchas veces sí sabemos lo que debemos hacer, pero no se nos ocurre el cómo, y permanecemos inactivos. Entonces, aunque hablemos maravillas sobre la fe, fallamos en la acción equivocada o en la inacción y la fe sin obras es muerta.

Por eso los directores espirituales recomiendan el examen de conciencia, si queremos avanzar en la vida espiritual. Y  la Iglesia recomienda el método VER-JUZGAR-ACTUAR para no equivocarnos en la acción apostólica. Debemos conocer la situación, las circunstancias; compararlas con lo que deberían ser de acuerdo con el Evangelio y actuar en consecuencia. No creo que examinemos con frecuencia nuestra conducta en lo que se refiere al cuidado de la naturaleza.

Hoy voy a presentar un ejemplo de las acciones que en materia de ecología realiza la Iglesia, en una orden religiosa,  de manera que podemos ver que la Iglesia hace más que enseñarnos la teoría  sobre nuestros derechos y nuestros deberes en el cuidado de la naturaleza. Esto nos puede ayudar a reflexionar sobre nuestra actitud y nuestra acción en el cuidado de la naturaleza, que no se debe quedar en palabras.

¿Les importa la ecología a los jesuitas?

La Iglesia no sólo nos enseña la doctrina social, sino también cómo se puede actuar en defensa de la naturaleza.

La Compañía de Jesús, una de las órdenes religiosas que se distingue por su apostolado social en todo el mundo, ha tomado la ecología como uno de los campos de apostolado de mayor importancia en el tiempo actual. La información que voy a presentar la he tomado en internet, de documentos que los jesuitas ofrecen al público libremente.

El año 2008, se reunió en Roma la 35 Congregación General, compuesta por 225 jesuitas delegados de todo el mundo. Su tarea consistía, primero en elegir al nuevo Superior General de la orden y luego se dedicaron a estudiar, a revisar, se puede decir, temas que tenían que ver con la identidad, la vida y la misión de los jesuitas, con el fin de orientar su trabajo apostólico. Antes de cumplir con su tarea, los delegados escucharon al Santo Padre Benedicto XVI, quien los recibió en audiencia. El Papa dibujó ate lo ojos de los presentes, con profundo afecto, una visión dinámica de la misión y servicio a la Iglesia, de parte de la Compañía de Jesús y los invitó a volver la mirada hacia el futuro, para, en sus palabras, “responder a las expectativas que la Iglesia tiene puestas en vosotros”.

El servicio a la fe y la promoción de la justicia no pueden ser para ellos un ministerio entre otros muchos, sino el factor integrador de todos sus ministerios

La Congregación General de los jesuitas, en las reflexiones sobre su identidad y su misión en la Iglesia, encontró con claridad que el servicio a la fe y la promoción de la justicia no pueden ser para ellos un ministerio entre otros muchos, sino el factor integrador de todos sus ministerios y de su vida personal y de comunidad extendida por el mundo.

En este panorama, ¿dónde aparece la ecología? El Papa Benedicto XVI en su alocución a los miembros de la Congregación General de los jesuitas, les dijo que estaban ellos reunidos en un momento de profundos cambios y problemas que constituyen un reto importante para la Iglesia católica y para su capacidad de anunciar a nuestros contemporáneos la Palabra de esperanza y de salvación.  Entre los problemas que constituyen un reto para la misión de la Iglesia, el Santo Padre señaló los “acuciantes problemas medioambientales”.

La respuesta de los jesuitas al llamado de la Iglesia la orientaron a trabajar, según se lee en el Decreto 3°, 18 “Como siervos de la misión de Cristo, invitados a trabajar con Él en el restablecimiento de nuestra relación con Dios, con los demás y con la creación” . Es una magnífica síntesis de la labor apostólica a la que son enviados: “Como siervos de la misión de Cristo, invitados a trabajar con Él en el restablecimiento de nuestra relación con Dios, con los demás y con la creación”. Los medios para cumplir esta misión la definieron también: por el ministerio de la Palabra, la celebración  y dispensación de la gracia por los sacramentos y el ejercicio del ministerio de la caridad. Esos medios pueden ser muy extensos y son múltiples en sus modalidades.

El mundo es el campo de acción

Son tareas universales, las de trabajar en el restablecimiento de la relación del mundo con Dios, con los demás y con la creación. El campo es el mundo. Sobre la reconciliación de unos con otros, afirman en el Decreto 3, 27: Nuestro compromiso de ayudar a establecer relaciones justas nos invita a mirar el mundo desde la perspectiva de los pobres y marginados, aprendiendo de ellos, actuando con ellos y a su favor.” Y tienen en cuenta  que el Santo Padre les recordó que, la opción preferencial por los pobres “está implícita en la fe cristológica en un Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza (2 Cor 8,9) y que el Santo Padre, Con una mirada profética, los invitó a renovar su misión entre los pobres y por los pobres” (discurso N° 8).

Si conocemos algo del enfoque que la Compañía de Jesús da a la ecología, podemos entender mejor su relación, la de la ecología, con la DSI y por lo tanto la necesidad de adherir como creyentes al trabajo por la reconciliación del mundo con la creación, es decir con la naturaleza.  Intentémoslo.

La reconciliación con la creación una dimensión apostólica

A propósito de la reconciliación con la creación,  los N° 31-36 del Decreto 3° de la Congregación 35 de la Compañía de Jesús, se dedican a esta dimensión apostólica. Voy a transcribir los N° 33 a 36 que nos pueden enriquecer la comprensión de la ecología en el contexto de la DSI. Dicen así:

33.- El modo de acceder y explotar las fuentes de energía y otros recursos naturales está rápidamente aumentando el daño al suelo, al aire, al agua y a todo el medioambiente hasta el punto de ser una amenaza para el futuro del planeta. Agua insalubre, aire contaminado, deforestación masiva, residuos atómicos y desechos tóxicos están causando muerte e indecible sufrimiento, particularmente a los pobres. Muchas comunidades pobres han sido desplazadas y los pueblos indígenas han sido los más afectados.

 34.- Para escuchar, una vez más, el llamamiento a promover relaciones justas con la creación, hemos sido movidos por el clamor de los que sufren las consecuencias de la destrucción medioambiental (por los numerosos postulados recibidos)[1] y por las recientes enseñanzas del Santo Padre y de muchas Conferencias Episcopales sobre este asunto.

Se urge a todos los jesuitas

 35.- Esta Congregación urge a todos los jesuitas y a quienes comparten la misma misión, en particular a las universidades y centros de investigación, a promover estudios y prácticas orientadas a enfrentar las causas de la pobreza y a mejorar el medio ambiente. Debemos encontrar caminos en los cuales nuestra experiencia con los refugiados y los desplazados por una parte, y con las personas que trabajan en la protección del medio ambiente por otra, interactúen con aquellas instituciones, de forma tal / que los resultados de la investigación y la incidencia política[2] consigan beneficios prácticos para la sociedad y el medio ambiente. Esta incidencia política e investigación deberían estar al servicio de los pobres y de quienes trabajan en la protección medioambiental. Con ello se daría una nueva luz a la llamada del Santo Padre a compartir de una forma justa los costos, “teniendo en cuenta el desarrollo de los diversos países”.

 Como respuesta a lo ordenado por la Congregación General, la Compañía de Jesús ha intensificado su apostolado en defensa de la naturaleza, o, como dice la Congregación General, el restablecimiento de la relación con la naturaleza, porque la relación del mundo con la naturaleza se ha deteriorado mucho. Una de las maneras de hacerlo esta orden religiosa, ha sido la creación de un Secretariado para la Justicia Social y la Ecología, con ramas en todos los continentes. Se puede encontrar información sobre sus actividades en internet.[3]

 Como ejemplo de la labor del Secretariado para la Justicia Social y Ecología, es interesante tener en cuenta el documento producido por el grupo de trabajo al que le encargaron la tarea de analizar la misión de la Compañía de Jesús y la ecología. En ese documento ofrecen la visión general, el análisis y las recomendaciones, siguiendo la metodología del VER-JUZGAR-ACTUAR. Profundiza por eso en las características del contexto actual del mundo, la Iglesia y la Compañía y en las relaciones existentes entre la ‘reconciliación’ con la creación‟, por un lado, y la fe, la justicia y el diálogo –tanto interreligioso como cultural- por otro; para terminar, el documento propone un conjunto de recomendaciones finales .[4]

 Miembro de ese grupo de trabajo fue el jesuita colombiano P. José Alejandro Aguilar, quien dirige el proyecto Susuyama, en el departamento de Nariño.

Este documento es la conclusión de un serio trabajo para definir la misión de la reconciliación con la naturaleza, de parte de una orden religiosa que aceptó con entusiasmo la misión a la que la llamó el Sumo Pontífice. Nosotros, católicos laicos podríamos hacer el esfuerzo de definir nuestra misión como creyentes, en el trabajo por la ecología, por la reconciliación con la naturaleza.

Ecología en ambiente espiritual

Es  interesante observar el ambiente espiritual con el que se trata en el documento, el tema de la ecología. Dice en su presentación:

El presente documento pretende ser una ayuda más en este largo camino, que necesita de un compromiso sincero de nuestra parte. El texto trata con rigor una temática compleja. Ayuda a comprender la situación actual, nos permite profundizar en nuestra misión y ofrece una serie de recomendaciones valiosas, ponderadas para que las consideremos en nuestras instituciones, comunidades y provincias.

 Sin embargo, el mensaje que nos lanza es de esperanza: estamos a tiempo de salvaguardar esta creación herida. A nosotros nos corresponde aportar nuestro pequeño granito de arena.

 Confío que la lectura y oración del texto y el diálogo sobre esta temática entre compañeros y en nuestras comunidades e instituciones, nos ayuden a seguir avanzando en nuestro camino de reconciliación con una creación herida.    

 El análisis que hace de las tendencias globales actuales, en el punto primero como corresponde en la metodología VER-JUZGAR-ACTUAR, concluye con estas observaciones, después de examinar la situación de África, Asia, Europa, América del Norte y del Sur:

 –      Hay una  presión continuada sobre los recursos naturales.

–      Se presenta una degradación creciente del medio ambiente debido a sistemas agrícolas inadecuados y a la explotación insostenible de los recursos naturales.

–      Hay grandes diferencias de ingresos entre ricos y pobres.

En segundo lugar la visión del estudio observa:

 –      Ausencia de acceso a servicios básicos, como educación, salud, etc.

–      Una rápida urbanización que genera un gran número de personas pobres y sin techo en las ciudades.

–      Un consumismo creciente dentro de un paradigma económico que no paga los costos del deterioro ecológico.

 Observa también el análisis que:

 -Los intereses corporativos (los intereses de los grandes grupos empresariales) se sitúan por encima de los intereses públicos, influyendo sobre las políticas del medioambiente.

-Aumento de conflictos interreligiosos e interétnicos debido al contexto socio-económico.

 En el paso JUZGAR, utilizan el modo ignaciano de mirar el mundo. Es decir los principios de San Ignacio de Loyola.

 Aceptan que el cuidado de la creación es una dimensión de su misión como orden religiosa. Esa dimensión de la misión la tratan con una reflexión bíblica sobre la Creación y el Misterio pascual. Ven que la respuesta de la Iglesia es la Doctrina Social y se adentran en la espiritualidad de su Fundador San Ignacio, en el cuidado de la creación.

 Vínculos entre reconciliación y justicia, los diferentes actores en la crisis ecológica, la mitigación, adaptación y contrato social

Se  detienen luego a estudiar la dimensión de justicia en su misión apostólica: los vínculos entre reconciliación y justicia, los diferentes actores en la crisis ecológica, la mitigación, adaptación y contrato social.

 Finalmente analizan la situación y el diálogo con las culturas y las religiones: el asunto de la cultura y la identidad, la sociedad civil y el movimiento verde, las religiones del mundo y la ecología, los pueblos indígenas y las sociedades tradicionales.

 La última parte del documento se refiere a ACTUAR y la titula Recomendaciones. Se trata de una invitación a actuar ofrecida a quienes se hayan sentido interpelados por los retos que se han descrito en VER y JUZGAR. Las recomendaciones se dirigen a los distintos apostolados de la comunidad religiosa y a los diferentes niveles de gobierno. Más adelante, en el capítulo 8, se pueden encontrar sugerencias prácticas para la vida cotidiana de las comunidades y de las instituciones. A modo de introducción del capítulo 5, se han añadido algunas orientaciones que guiaron la reflexión.

 Reflexión bíblica sobre la creación y el misterio pascual

 Quiero terminar con una consideración que este grupo de trabajo del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología, de la Compañía de Jesús, hace sobre la reconciliación con la creación y la dimensión de fe de nuestra misión. Se refiere a la reflexión bíblica sobre la creación y el misterio pascual. Leo sólo el primer párrafo:

         De acuerdo con la tradición del Antiguo Testamento, la creación es siempre un objeto de alabanza (Sal 104, 24), porque la naturaleza, la obra de la acción creadora de Dios, “era muy buena” (Gn 1, 4.10.12.18.21.25). La creación es el don de Dios a los seres humanos; pero, herido por el pecado, el mundo entero es llamado a experimentar una radical purificación (2 Pe 3, 10). El misterio de la encarnación, la entrada de Jesucristo en la historia del mundo, culmina en el misterio pascual, en el que Cristo renueva la relación entre Dios, los seres humanos y el mundo creado. Ni la “pretensión de ejercer un dominio incondicional sobre las cosas”, ni una ideología reduccionista y utilitarista que vea el mundo natural como un objeto de inacabable consumo, ni una concepción del medio ambiente basada en la supresión de “la diferencia ontológica y axiológica entre el hombre y otros seres vivos” pueden ser aceptadas.(Compendio DSI, 463)

 Lo que quiere decir, al final de lo leído, sobre que no se puede aceptar una concepción del medio ambiente basada en la supresión de “la diferencia ontológica y axiológica entre el hombre y otros seres vivos”, se refiere a que no se puede suprimir la diferencia ontológica, es decir en su mismo ser, entre el ser humano y los demás seres vivos. La diferencia axiológica se refiere a los valores que representa el ser humano en contraposición a los valores de los demás seres vivos. Esto lo encontramos en el Compendio de la DSI en el N° 463 y lo habíamos tratado en otro programa. No se puede equiparar la superior dignidad de ser humano con  la de los demás seres vivos.[5]

 El documento tiene 72 páginas.

 


[1] Se refiere la Congregación General a las solicitudes que le fueron enviadas por jesuitas de todo el mundo, sobre asuntos que pedían se trataran en la reunión. 

[2] Incidencia política: de acuerdo con el traductor de los decretos de la Congregación General 35, el término  inglés advocacy  se traduce como incidencia política, el cual significa los esfuerzos por influir y alterar las políticas de los estados y organismos internacionales de manera que favorezcan a las poblaciones  desfavorecidas.

[3] www.sjweb.info/sjs/PJnew

[4] Cf Introducción del documento

[5] Cfr . Cf., por ejemplo, Consejo Pontificio de la Cultura – Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, Jesucristo, Portador del agua de la vida. Una reflexión cristiana sobre la ‘‘Nueva Era”, Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2003, p. 35.

Juan Pablo II, Discurso a los participantes en un Congreso Internacional sobre « Ambiente y salud » (24 de marzo de 1997), 5: L’Osservatore Romano, edición española, 11 de abril de 1997, p. 7.