Reflexión 3. Jueves 26 de enero de 2006

Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Nº 8-9

Este año estamos siguiendo como guía de nuestro estudio, el Compendio de la D.S.I.,- que como hemos comentado, – fue preparado para toda la Iglesia, por el Pontificio Consejo Justicia y Paz. Terminamos el programa pasado, comentando el Nº 8 de la Introducción de este libro. Allí se nosexplica lo que es y se pretende con esta obra. De manera resumida, nos dice que Este documento pretende presentar, de manera completa y sistemática, aunque sintética, la enseñanza social. Y añade que esta doctrina es el resultado de la sabia reflexión del magisterio, que la Iglesia nos ha venido ofreciendo de manera constante, en su amorosa solicitud por la suerte dela humanidad.

En el Compendio de la D.S.I., podemos esperar encontrar la enseñanza social de manera completa y organizada. Vimos que las fuentesde las que se han valido en la preparación de esta obra, empiezan, como debe ser, con la Sagrada Escritura, siguen luego los Concilios Ecuménicos, los documentos pontificios, desde el Papa León XIII hasta Juan Pablo II, pasando por Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI. Otra fuente doctrinal son los documentos eclesiales, como, en particular, el Catecismo de la Iglesia Católica, lo mismo que instrucciones de las Congregaciones de la Sede Apostólica, el Derecho Canónico y los Consejos Pontificios. Naturalmente en la formación de la D.S.I. tienen mucha importancia también los escritores eclesiásticos, comenzando por los Padres de la Iglesia y los doctores como Santo Tomás de Aquino y Santa Teresita del Niño Jesús. Nos ofrece pues, esta obra, la reflexión de la Iglesia, a lo largo del tiempo, sobre el mensaje social que se encuentra en la Sagrada Escritura, sintetizada en un libro de un poco más de 500 páginas. Eso es el Compendio de la D.S.I.

Si alguien nos pregunta de dónde toma la Iglesia su doctrina social, podemos decirle que no la toma de sociólogos ni de políticos. La doctrina social de la Iglesia tiene su origen en la meditación de la Escritura; es decir en la consideración de los problemas del hombre en la sociedad, a la luz del Evangelio y de la tradición. De esa reflexión del hombre y sus problemas en la sociedad, a la luz del Evangelio, obtenemos los criterios que nos señalan cómo vivir en sociedad, de acuerdo con nuestra fe, de acuerdo con el Evangelio. Nuestra conciencia social se forma a la luz de esos criterios, emanados de la Escritura.

¿Cuál es la autoridad de este libro?

En el estudio del Compendio convendrá tener presente, que las citas de los textos del Magisterio, pertenecen a documentos de diversa autoridad. Porque junto a los documentos de los Concilios Ecuménicos y a las encíclicas, figuran también discursos de los Pontífices, o documentos elaborados por las Congregaciones de la Santa Sede. Es importante que tengamos esto en cuenta, pues alguien se puede preguntar cuál es la autoridad del Compendio.

A este respecto el Compendio mismo dice: Como es sabido, pero parece oportuno subrayarlo, el lector debe ser consciente que se trata de diferentes grados de enseñanza. El documento, que se limita a ofrecer una exposición de las líneas fundamentales de la doctrina social, deja a las Conferencias Episcopales  la responsabilidad de hacer las oportunas aplicaciones requeridas por las diversas situaciones locales.

De modo parecido el Catecismo de la Iglesia Católica,en los Nº 23 y 24 de esa obra, explica que el énfasis lo pone en la exposición doctrinal, y añade, que corresponden a los catecismos propios de cada lugar, las respuestas adaptadas a las exigencias que se originan en diferentes culturas, edades, vida espiritual, situaciones sociales de las personas a quienes se dirija la catequesis. De modo parecido, en el Compendio de la D.S.I. no podemos esperar encontrar respuestas concretas a situaciones sociales particulares de cada país. Por eso son tan importantes las instrucciones que nos ofrecen las Conferencias Episcopales.

Sigamos nuestro estudio en el Nº 9. Empieza este número explicando que el Compendio presenta un cuadro de conjunto de las líneas fundamentales del corpus doctrinal de la enseñanza social católica.

Formación del “corpus doctrinal”. Visión de conjunto

Recordemos que las enseñanzas sociales de la Iglesia se han ido concretando, han ido tomando forma, a lo largo del tiempo, hasta conformar un cuerpo doctrinal, –corpus doctrinal – como empezó a llamarlo Juan Pablo II en la encíclica Sollicitudo rei socialis(1).  Es decir, que la preocupación social de la Iglesia, se ha ido manifestando en la reflexión sobre las realidades de la vida del hombre en sociedad, a la luz de la fe y de la tradición. En esa reflexión se encuentran los problemas del hombre en la vida en sociedad, con el mensaje evangélico ysus exigencias.

La reflexión sobre la vida del hombre en sociedad, iluminada por la fe, es una reflexión que considera al hombre real, concreto, en su momento histórico. Por eso la doctrina social va respondiendo a las situaciones de cada momento histórico. Como hemos visto, vivimos en unas realidades cambiantes. Precisamente por esta circunstancia, el Papa Pablo VI habló deperseguir” nuestra realidad, en su rápido y continuo cambio, para analizarla y responder adecuadamente a ella. Porque vivimos en una sociedad cambiante, en la cual todos los días se dan elementos de juicio nuevos.

Para que nuestra realidad, es decir, para que las cuestiones sociales de nuestro tiempo, se afronten adecuadamente,  se deben considerar con una visión de conjunto, porque esos problemas sociales se caracterizan por estar interconectados, cada vez más, unos con otros; (…) se condicionan mutuamente, y conciernen cada vez más a toda la familia humana.

Eso quiere decir, que no se trata de ir respondiendo a problemitas aquí y allá. La Iglesia pretende con su doctrina social, sugerir un método orgánico, en la búsqueda de soluciones a los problemas, para que el discernimiento, el juicio y las opciones respondan a la realidad. Son palabras del Compendio. Es decir que, a una realidad compleja, como la que está viviendo el mundo, no le podemos encontrar soluciones a pedazos. Como hemos venido observando, en el centro de estas situaciones complicadas está el hombre, y las soluciones tienen que considerar al hombre integral. No caben, por ejemplo soluciones, que aparentemente arreglen un problema material de las personas, si esa solución va en deterioro de un aspecto espiritual o ético del mismo hombre. En últimas no se beneficiaría al hombre; se le haría daño. Por ejemplo, cuando se presentan soluciones que atentan contra la vida o la libertad, como es el caso del aborto o de la violencia política, no sólo se destruyen bienes materiales sino vidas humanas.

En las soluciones a los problemas del hombre, espera la Iglesia que la solidaridad y la esperanza puedan incidir eficazmente en las complejas situaciones actuales. Como veremos en su momento, los principios permanentes de la D.S.I., en que se fundamentan las soluciones, se exigen y se iluminan mutuamente. Es decir, no puede haber contradicción entre ellos, ya que son una expresión de la antropología cristiana, fruto de la Revelación del amor que Dios tiene por la persona humana. En esta afirmación el Compendio está recordando la encíclica Centesimus Annus, de Juan Pablo II.[2]

¿Qué es eso de la antropología cristiana?

Si buscamos en el diccionario el significado de antropología, encontramos sólo una definición general. Nos dice que es el estudio de la realidad humana y añade solamente, que trata de los aspectos biológicos y sociales del hombre. (DRAE). Sí, la antropología estudia la realidad humana, pero la realidad humana no es solamente biológica y social. Además de una antropología filosófica, que trata de comprender al hombre teniendo en cuenta no sólo su dimensión material, biológica, sino también otras dimensiones humanas como la intelectual, la social y la cultural, existe la antropología teológica o cristiana, que toma al hombre en su dimensión trascendente. En el Nº 55 de la encíclica Centesimus Annus, Juan Pablo II nos explica esto muy bien. Dice así el Papa:

La Iglesia conoce el «sentido del hombre» gracias a la Revelación divina. «Para conocer al hombre, el hombre verdadero, el hombre integral, hay que conocer a Dios», decía Pablo VI, citando luego a Santa Catalina de Siena, que en una oración expresaba la misma idea: «En la naturaleza divina, deidad eterna, conoceré la naturaleza mía». Esta cita de Pablo VI es de su Homilía en la última sesión pública del Concilio Vaticano II, el 7 de diciembre de 1969. De manera que no es posible llegar a una comprensión completa del hombre, si no se tiene en cuenta su origen en el Creador, su origen divino y no sólo material.

Continúa Juan Pablo II: Por eso la antropología cristiana es en realidad un capítulo de la teología, y por esa misma razón la doctrina social de la Iglesia, preocupándose del hombre, interesándose por él y por su modo de comportarse en el mundo, «pertenece […] al campo de la teología, especialmente de la teología moral.[3]

La D.S.I., se orienta, entonces, a la búsqueda de soluciones que tengan en cuenta al hombre integral. Vemos lo diferente que es el enfoque, por ejemplo de los que se llaman “agnósticos”. Para ellos, no tiene importancia la dignidad del hombre basada en su origen divino, el cual no reconocen. Las soluciones que buscan pueden ir contra la vida, como en el caso del aborto o la eutanasia. Se basan sólo en las dimensiones materiales del hombre, y bueno, les tiene que importar también la dimensión intelectual, pues se consideran intelectuales, profundos filósofos, a veces, pero se quedan cortos en su concepción del hombre, y por eso proponen soluciones inaceptables, para los que consideramos al hombre completo, en todas sus dimensiones, y por lo tanto también en su dimensión divina.

En algún programa citábamos a Francis Fukuyama[4], quien refiriéndose a la Europa secularizada de nuestros días, dice que, Aunque los europeos continúan utilizando términos como ´derechos humanos´ y ‘dignidad humana’ enraizados en los valores cristianos de su civilización, muy pocos podrían ofrecer una explicación coherente de por qué creen todavía en tales cosas.[5]

A nuestros agnósticos criollos, sería interesante preguntarles en qué basan ellos los derechos humanos y la dignidad de la persona. ¿Sólo en el derecho? ¿En las declaraciones de las Naciones Unidas? Esas normas las cambian de acuerdo con las creencias de los legisladores, como están haciendo con la aprobación del matrimonio de los homosexuales y del aborto. Pero la naturaleza del hombre no cambia.

Entonces, nos dice la D.S.I., que los principios en que se basa, son una expresión de la antropología cristiana, fruto de la Revelación del amor que Dios tiene a la persona humana. ¿Quiere eso decir que la D.S.I. es inmutable? Los principios sí, pero en sus aplicaciones, se debe tener en cuenta la realidad cambiante, como hemos visto. Por eso el Nº 9 termina con estas palabras: Considérese debidamente,…que el transcurso del tiempo y el cambio de los contextos sociales  requerirán una reflexión constante y actualizada sobre los diversos temas aquí expuestos, para interpretar los nuevos signos de los tiempos. Sobre este tema continúa el Nº 9.

Criterios para la interpretación de la Doctrina Social de la Iglesia

Es conveniente recordar algo de nuestro estudio previo. Al comenzar la serie anterior sobre la D.S.I., veíamos que la interpretación de un documento Social de la Iglesia exige tener en cuenta algunos criterios, necesarios para su correcta interpretación.Recordemos entonces, algunos criterios muy importantes en la interpretación de la D.S.I.

1. Hay que tener en cuenta el Contexto Histórico, lo cual significa que cuando estudiamos un documento, por ejemplo una encíclica, una carta apostólica o una carta pastoral, debemos tener presente que se trata de documentos escritos en circunstancias concretas, con el fin de orientar a los cristianos en su acción. Por lo tanto es esencial considerar el contexto histórico, para entender el significado y las implicaciones de las afirmaciones que se hacen en el documento que se estudia.

Como es muy importante tener claridad sobre lo que significa el criterio del contexto histórico, vamos a ver algunos ejemplos sobre cómo se ha ido desarrollando la D.S.I. La Rerum Novarum, la primera gran encíclica social, fue una respuesta de la Iglesia a la situación de injusticia en que vivían los trabajadores, después de la revolución industrial, y una demostración de que la solución propuesta por el socialismo comunista, estaba equivocada. Más adelante, Pío XI en la Quadragesimo Anno, debió enfrentar al fascismo, que surgió como reacción al comunismo. Los últimos Pontífices, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II, han escrito encíclicas para enseñarnos el recto camino frente al capitalismo salvaje, los problemas de la paz, el desarrollo económico, el trabajo. Todos problemas acuciantes de nuestra época.

Un ejemplo fresco es la primera encíclica de Benedicto XVI, que tiene como tema el amor, pues como lo dijo el Sumo Pontífice, la palabra «amor» está tan deslucida, tan ajada y se abusa tanto de ella, que casi da miedo pronunciarla…Y, sin embargo, es una palabra primordial, expresión de la realidad primordial; no podemos simplemente abandonarla, tenemos que retomarla, purificarla y volverle a dar su esplendor original para que pueda iluminar nuestra vida y llevarla por la senda recta.

Otro ejemplo de unas situación cercana a nosotros es la del caso chileno. Detengámonos en reflexionar sobre él. Miremos el contexto: la nueva presidenta de Chile, durante su campaña, se presentó como agnóstica y en el programa de gobierno propuso defender el aborto y legitimar jurídicamente los matrimonios entre personas del mismo sexo. Conocido el triunfo de la candidata socialista, el episcopado chileno creyó conveniente fijar su posición, antes de comenzar el nuevo gobierno. Leamos algunos apartes de la carta de Monseñor Juan Ignacio González Errázuriz, distribuida por la Conferencia Episcopal chilena. Comienza con una invitación a la unión por el bien común. Dice así:

La Iglesia, por medio de la palabra de sus pastores, expresó su voz manifestando los puntos esenciales que los católicos hemos de tener en cuenta a la hora de elegir a nuestros representantes y a quienes conducen a la nación. Cada uno es responsable ante Dios y ante sus hermanos de las decisiones que se hayan adoptado. Viene ahora el tiempo de mirar hacia el futuro y sobretodo de trabajar seriamente, cada uno desde el lugar que tiene en nuestra sociedad, dejando de lado divisiones, para buscar el bien común, es decir, aquella forma de organizar y relacionarnos en la sociedad para permitir así que todos puedan progresar no sólo en lo material, sino también en el desarrollo del espíritu, de la fraternidad entre los hijos de una misma tierra, con un destino común y herederos de un pasado común, teniendo en cuenta que los más desposeídos deben estar en el centro de nuestras preocupaciones.

Más adelante la carta fija las prioridades en el pensamiento de la Iglesia:

Los temas de fondo que interesan a la Iglesia, – son aquellos que tienen que ver con las concepciones del hombre, su visión de un desarrollo centrado en la persona que “es y debe ser principio, sujeto y fin de todas las instituciones sociales” (CCIC n. 401) y al que se le deben dar las condiciones para poder vivir la primera de todas sus obligaciones; reconocer a Dios como su creador y su vocación a la bienaventuranza divina, pues como enseña la Iglesia “todos los hombres están llamados a un idéntico fin, que es el mismo Dios”. “Una auténtica convivencia humana requiere respetar la justicia y la recta jerarquía de valores, así como subordinar las dimensiones materiales e instintivas a las interiores y espirituales”…

(… ) elegida democráticamente una de las opciones en juego, (es decir la opción socialista), es plenamente lícito hacer un juicio moral acerca de algunas de sus propuestas programáticas que en el futuro se pondrán en ejecución y que apuntan a aspectos medulares de la enseñanza moral de la Iglesia sobre la persona humana. Entre los temas ocupa un lugar esencial…el pleno respeto a la vida humana desde el momento de la concepción hasta la muerte, lo que implica que cualquier tipo de aborto es contrario a la dignidad de la persona humana, aun el mal llamado terapéutico, que actualmente está presentado como proyecto de ley en nuestro parlamento. Así mismo, la regulación de las llamadas uniones civiles – en imitación al matrimonio – de personas del mismo o distinto sexo, como explícitamente se señala en el programa de gobierno de la coalición electa…

Sobre las consecuencias de la aprobación del proyecto de ley, que considera equiparar la familia y las uniones de hecho, continúa la carta de la Iglesia chilena, luego de afirmar que el matrimonio es la columna vertebral de una sociedad verdaderamente respetuosa de la dignidad humana:

La eventual equiparación legislativa de la familia y las «uniones de hecho» se traduciría en un descrédito del modelo de la familia, porque resulta incongruente atribuir una realidad conyugal a uniones de personas del mismo sexo. (Cfr. Compendio de la D.S.I. Nº 228). Establecer- como se propone – que todas las políticas de no discriminación – de por sí necesarias y justas – tienen como base fundamental una visión de la persona fundada en el género, es decir, en que cada cual puede elegir ser heterosexual, homosexual, bisexual o lesbiana y equiparar dicha decisión dándole el mismo tratamiento jurídico y sociales contrario a la antropología y a la verdad sobre el hombre y la mujer, sin perjuicio del respeto irrestricto que siempre se debe a toda persona humana.

Si leemos los documentos de la Iglesia antes de esta fiebre del género, que es de nuestros días, no encontraremos alusiones a estas situaciones que se presentan sólo ahora. La Iglesia va respondiendo a la realidad cambiante, con principios permanentes que defienden la dignidad de la persona humana que no es cambiante. Las circunstancias en que tiene que defender su dignidad son las que cambian. 

(2) Un segundo criterio que se debe tener en cuenta en el estudio de la D.S.I. es el Contexto Global. La interpretación de un documento social de la Iglesia, debe tener en cuenta el conjunto completo de documentos sociales de la Iglesia, para no aplicar alguna frase fuera de contexto, a una situación particular. La ayuda del Compendio de la D.S.I. en este sentido es inmensa. Allí encontramos, como acabamos de ver, un cuadro de conjunto, de las líneas fundamentales del cuerpo doctrinal de la enseñanza social católica. Si leemos sólo un documento, no podemos esperar encontrar en él toda la doctrina, como es obvio.

3. Un tercer criterio es tener en cuenta el Contexto Evolutivo: la enseñanza social de la Iglesia no se reduce simplemente a un proceso acumulativo, es decir a añadir contenidos en el transcurrir del tiempo, sino que responde a un proceso evolutivo, que se basa en la lectura crítica de la realidad social, que va haciendo la Iglesia, a partir de las grandes verdades de la fe cristiana, que iluminan las situaciones que van surgiendo a lo largo del tiempo.

La enseñanza social de la Iglesia no es un cuerpo definitivo y cerrado, que estaría tanto más distante de la realidad social, cuanto más acelerado fuese el ritmo de evolución de esa realidad. A este respecto dice el P. Pierre Bigo, del Instituto Latinoamericano de Estudios Sociales en Santiago de Chile, que La Doctrina Social de la Iglesia es una secuencia siempre abierta, nunca definitivamente acabada, de concepciones que se refieren a lo social en toda la amplitud del término[6].

En la reflexión, en la meditación del mensaje evangélico en lo que se refiere a la vida social del hombre, va apareciendo la doctrina permanente, los principios que no cambian por las circunstancias, y se consideran parte del patrimonio aceptado por la conciencia de la humanidad. Esa doctrina social, con sus principios permanentes se incorpora al magisterio oficial de la Iglesia. En la primera parte del Compendio, el subtítulo IV se llama precisamente “Los principios de la D.S.I.”, que estudiaremos en su momento.

Repitamos lo que nos enseña el Compendio de la D.S.I. en su introducción, y que estamos ampliando dada su importancia: como vimos, los principios en que se basa la D.S.I., son una expresión de la antropología cristiana, fruto de la Revelación del amor que Dios tiene a la persona humana. Nos preguntábamos, hace un momento, si eso quiere eso decir que la D.S.I. es inmutable. Y respondíamos que los principios sí, pero en sus aplicaciones se debe tener en cuenta la realidad que cambia.

Autoridad del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia

Vimos que en el Nº 8, el Compendio nos advierte que convendrá tener presente que las citas de los textos del Magisterio, pertenecen a documentos de diversa autoridad. Junto a los documentos conciliares y a las encíclicas, figuran…por ejemplo, discursos de los Pontífices o documentos elaborados por las Congregaciones de la Santa Sede. Dice el Compendio: Como es sabido, pero parece oportuno subrayarlo, el lector debe ser consciente que se trata de diferentes grados de enseñanza. El documento, que se limita a ofrecer una exposición de las líneas fundamentales de la doctrina social, deja a las Conferencias Episcopales / la responsabilidad de hacer las oportunas aplicaciones requeridas por las diversas situaciones locales. Ya vimos a qué se refiere lo de las situaciones locales.

Para que no dejemos cabos sueltos, ampliemos el criterio sobre la autoridad de los diversos documentos de la D.S.I. Para esta explicación, he contado con la ayuda del P. Alberto Ramírez, teólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín:[7]

(…) en el caso de los documentos del Magisterio no todo tiene igual valor ni es vinculante (es decir obligatorio), en el mismo sentido. Los documentos que producen los organismos por medio de los cuales el Papa orienta a la comunidad cristiana, como es el caso del Compendio de la D.S.I. –que es nuestro guía en este programa,- aunque no son dogmáticos en un sentido estricto, constituyen el pensamiento oficial del Magisterio de la Iglesia. Podemos pues decir, que el Compendio de la D.S.I. contiene la doctrina oficial de la Iglesia. El criterio que tenemos para valorar estos documentos es que deben ser tenidos en cuenta como el criterio más seguro para formarse los juicios de conciencia.

A este respecto, me decía el P. Ramírez, que recordaba lo que sucedió con la llamada Nota Previa Explicativa que se añadió a la Constitución Lumen Gentium por voluntad del Papa Paulo VI, ante la pregunta por el valor de los documentos del Concilio  (Recordemos que Juan XXIII había decidido que no hubiera dogmas en el Concilio): según esa Nota Explicativa, aunque lo que se propone en la Constitución no son dogmas de fe, se trata de una doctrina que debe ser acogida con asentimiento sincero de inteligencia y de voluntad porque se trata de una doctrina que asegura la comunión de la Iglesia y es una orientación segura para la conciencia de los fieles (en el caso por ejemplo de comportamientos—morales).

Siempre es algo valioso que haya principios firmes y claros, lo que no significa que la orientación del Magisterio de la Iglesia tenga que ser excesivamente radical. Gracias P. Ramírez por su esclarecedora ayuda.

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[1] Nº 1 de la encíclica citada.

[2] Compendio, cita 8, Juan Pablo II, enc. Centesimus Annus, 55

[3] Enc. Sollicitudo rei socialis 41

[4]  Autor de El Fin de la Historia, profesor en John Hopkins School

[5]Artículo publicado en El Tiempo, Lecturas Fin de Semana, [5] y traducido de The New York Times por Diego Echeverri

[6] En su ponencia en el 1er Congreso Latinoamericano de la D.S.I., Santiago de Chile, octubre 14-19-1991, el P. Bigo, S.J. afirmó: (…) la Doctrina Social de la Iglesia en el campo social es una doctrina en situación. No digamos de situación, porque ninguna situación modifica los criterios cristianos. Pero sí, los acentos, las expresiones, las orientaciones pueden, deben ser distintos según los lugares y los momentos. Entonces la Doctrina Social no es sólo un conjunto de principios. Contiene principios permanentes, pero también afirmaciones provisorias e incluso caducas. Tiene que renovarse en forma continua según las épocas y regiones. Cfr. Memorias del Congreso, Pg. 727

[7] Respuesta del P. Ramírez, al autor de estos programas, vía internet