Reflexión 302 – Doctrina Social Papa Francisco a Parlamento EuropeoDiciembre 4 2014

De San Juan XXIII al Papa Francisco

El programa anterior lo dedicamos a leer el discurso que el papa Francisco dirigió al Parlamento Europeo, el pasado 25 de noviembre, 2014, que muestra la coherencia de la DSI enseñada por los papas en sus diversos documentos. Interrumpimos el estudio de la encíclica M et magistra, de San Juan XXIII, para leer el mencionado discurso del papa Francisco. Habíamos leído antes el N° 157 de la encíclica M et m, en el cual el papa Juan habla de la obligación que a las naciones que disfrutan de abundante riqueza económica, esa riqueza les impone de no permanecer indiferentes ante los países cuyos miembros, oprimidos por innumerables dificultades interiores, se ven extenuados por la miseria y el hambre y no disfrutan, como es debido, de los derechos fundamentales del hombre. Esta obligación se ve aumentada por el hecho de que, dada la interdependencia progresiva que actualmente sienten los pueblos, no es ya posible que reine entre ellos una paz duradera y fecunda si las diferencias económicas y sociales entre ellos resultan excesivas.

Voy citar algunas de las frases del discurso de papa Francisco que leímos hace una semana y terminaré luego la lectura de lo que nos faltó leer de ese discurso.

 

Una Europa un poco envejecida y reducida

 

Dijo el papa que la imagen de una Europa más amplia e influyente, que le ha dado la organización de la Unión Europea, parece ir acompañada de la imagen de una Europa un poco envejecida y reducida, que tiende a sentirse menos protagonista en un contexto que la contempla a menudo con distancia, desconfianza y, tal vez, con sospecha.

Al dirigirse el papa Francisco a esa Europa envejecida, menos protagonista, les dijo que desde su vocación de Pastor, deseaba enviar a todos los ciudadanos europeos un mensaje de esperanza y de aliento (…) Una esperanza basada en el Señor, que transforma el mal en bien y la muerte en vida.

En esas palabras de esperanza en Dios, se entiende muy bien que les habla un Pastor, que al mismo tiempo es un estadista. El papa es el pastor, hombre de fe, que sabe bien de su obligación de orientar al mundo para que siga los planes de Dios, y es el estadista que es consciente de la obligación que tiene de regir la ciudad terrena según los planes de Dios. Por eso más adelante les recuerda a los parlamentarios europeos, que los fundadores de esa organización confiaron en la capacidad de todos para la superar las divisiones, porque confiaban no solo en el hombre como un ciudadano económico sino en el hombre como persona dotada de una dignidad trascendente. Era algo así como recordarles que esos fundadores de la Unión Europea eran creyentes. Como entre los actuales parlamentarios hay sin duda otros no creyentes, les subraya a continuación el estrecho vínculo que existe entre (…) «dignidad» y «trascendente». Los creyentes sabemos bien que la dignidad de la persona humana nos viene de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios.

 

 El papa Francisco concreta la idea de la dignidad trascendente del ser humano

 

Continuó así su discurso al Parlamento Europeo:

…hablar de la dignidad trascendente del hombre, significa apelarse a su naturaleza, a su innata capacidad de distinguir el bien del mal, a esa «brújula» inscrita en nuestros corazones y que Dios ha impreso en el universo creado; significa sobre todo mirar al hombre no como un absoluto, sino como un ser relacional. Una de las enfermedades que veo más extendidas hoy en Europa es la soledad, propia de quien no tiene lazo alguno. Se ve particularmente en los ancianos, a menudo abandonados a su destino, como también en los jóvenes sin puntos de referencia y de oportunidades para el futuro; se ve igualmente en los numerosos pobres que pueblan nuestras ciudades y en los ojos perdidos de los inmigrantes que han venido aquí en busca de un futuro mejor.

Vuelvo ahora a leer uno de los párrafos del discurso del papa Francisco al Parlamento Europeo, que más llamaron la atención a los periodistas de todo el mundo. Dijo el papa Francisco:

(…) junto al proceso de ampliación de la Unión Europea, ha ido creciendo la desconfianza de los ciudadanos respecto a instituciones consideradas distantes, dedicadas a establecer reglas que se sienten lejanas de la sensibilidad de cada pueblo, e incluso dañinas. Desde muchas partes se recibe una impresión general de cansancio, de envejecimiento, de una Europa anciana que ya no es fértil ni vivaz. Por lo que los grandes ideales que han inspirado Europa parecen haber perdido fuerza de atracción, en favor de los tecnicismos burocráticos de sus instituciones.

 

Cuando predominan las cuestiones técnicas y económicas en los debates políticos

 

El papa se refiere luego a algunos estilos de vida egoístas que se caracterizan por la opulencia y un comportamiento indiferente respecto a los más pobres. Dice el papa que predominan las cuestiones técnicas y económicas en los debates políticos, en perjuicio del ser humano al que se reduce a un mero engranaje de un mecanismo, como si fuera un bien de consumo que se descarta sin muchos reparos como en el caso de los enfermos, los enfermos terminales, de los ancianos abandonados y sin atenciones, o de los niños asesinados antes de nacer.

Se absolutiza la técnica

 

El papa Francisco dice que esa conducta se debe a que se absolutiza la técnica. Es decir que se atribuye a la técnica un valor absoluto, sin límites, sin condiciones. Por eso se llega al extremo de realizar algo que sea técnicamente posible sin tener en cuenta si eso que se hace es moral, ético, o no. El papa Francisco dice que si se absolutiza la técnica se llega a confundir los fines con los medios. Es claro que la técnica nos puede proporcionar instrumentos, medios para conseguir un fin ético, pero la técnica no es un fin en sí misma.

 

La vocación parlamentaria a preocuparse de la fragilidad humana

 

Y leo el bello párrafo siguiente. Dijo el papa Francisco:

…afirmar la dignidad de la persona significa reconocer el valor de la vida humana, que se nos da gratuitamente y, por eso, no puede ser objeto de intercambio o de comercio. Ustedes, en su vocación de parlamentarios, están llamados también a una gran misión, aunque pueda parecer inútil: Preocuparse de la fragilidad, de la fragilidad de los pueblos y de las personas. Cuidar la fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad, en medio de un modelo funcionalista y privatista que conduce inexorablemente a la «cultura del descarte». Cuidar de la fragilidad de las personas y de los pueblos significa proteger la memoria y la esperanza; significa hacerse cargo del presente en su situación más marginal y angustiante, y ser capaz de dotarlo de dignidad.

El último párrafo que leímos la semana pasada del discurso del papa Francisco al Parlamento Europeo, se refiere a que el futuro de Europa depende de su regreso a Dios, a un encuentro del cielo y de la tierra, es decir de la realidad terrena con sus dificultades, y del cielo. De esos dos elementos: lo terrenal y lo trascendente dice el papa en el último párrafo que leí en el programa pasado:

 

El futuro de Europa depende del redescubrimiento de la dimensión trascendente

 

El futuro de Europa depende del redescubrimiento del nexo vital e inseparable entre estos dos elementos. Una Europa que no es capaz de abrirse a la dimensión trascendente de la vida es una Europa que corre el riesgo de perder lentamente la propia alma y también aquel «espíritu humanista» que, sin embargo, ama y defiende.

Continúo ahora con lo que nos faltó leer. Dice así:

Precisamente a partir  de la necesidad de una apertura a la trascendencia, deseo afirmar la centralidad de la persona humana, que de otro modo estaría en manos de las modas y poderes del momento. En este sentido, considero fundamental no sólo el patrimonio que el cristianismo ha dejado en el pasado para la formación cultural del continente, sino, sobre todo, la contribución que pretende dar hoy y en el futuro para su crecimiento. Dicha contribución no constituye un peligro para la laicidad de los Estados y para la independencia de las instituciones de la Unión, sino que es un enriquecimiento. Nos lo indican los ideales que la han formado desde el principio, como son: la paz, la subsidiariedad, la solidaridad recíproca y un humanismo centrado sobre el respeto de la dignidad de la persona.

La herencia cristiana innegable en la cultura de Europa

 

Como lo hizo Benedicto XVI, el papa Francisco recuerda a los parlamentarios europeos la herencia cristiana innegable en la cultura de Europa, el patrimonio cristiano de Europa. Y siguió así:

Por ello, quisiera renovar la disponibilidad de la Santa Sede y de la Iglesia Católica, a través de la Comisión de las Conferencias Episcopales Europeas (COMECE), para mantener un diálogo provechoso, abierto y trasparente con las instituciones de la Unión Europea. Estoy igualmente convencido de que una Europa capaz de apreciar las propias raíces religiosas, sabiendo aprovechar su riqueza y potencialidad, puede ser también más fácilmente inmune a tantos extremismos que se expanden en el mundo actual, también por el gran vacío en el ámbito de los ideales, como lo vemos en el así llamado Occidente, porque «es precisamente este olvido de Dios, en lugar de su glorificación, lo que engendra la violencia».

A este respecto, no podemos olvidar aquí las numerosas injusticias y persecuciones que sufren cotidianamente las minorías religiosas, y particularmente cristianas, en diversas partes del mundo. Comunidades y personas que son objeto de crueles violencias: expulsadas de sus propias casas y patrias; vendidas como esclavas; asesinadas, decapitadas, crucificadas y quemadas vivas, bajo el vergonzoso y cómplice silencio de tantos.

 

Lo que significa la unidad en la diversidad como lema de Europa

 

El lema de la Unión Europea es Unidad en la diversidad, pero la unidad no significa uniformidad política, económica, cultural, o de pensamiento. En realidad, toda auténtica unidad vive de la riqueza de la diversidad que la compone: como una familia, que está tanto más unida cuanto cada uno de sus miembros puede ser más plenamente sí mismo sin temor. En este sentido, considero que Europa es una familia de pueblos, que podrán sentir cercanas las instituciones de la Unión si estas saben conjugar sabiamente el anhelado ideal de la unidad, con la diversidad propia de cada uno, valorando todas las tradiciones; tomando conciencia de su historia y de sus raíces; liberándose de tantas manipulaciones y fobias. Poner en el centro la persona humana significa sobre todo dejar que muestre libremente el propio rostro y la propia creatividad, sea en el ámbito particular que como pueblo.

Por otra parte, las peculiaridades de cada uno constituyen una auténtica riqueza en la medida en que se ponen al servicio de todos. Es preciso recordar siempre la arquitectura propia de la Unión Europea, construida sobre los principios de solidaridad y subsidiariedad, de modo que prevalezca la ayuda mutua y se pueda caminar, animados por la confianza recíproca.

Voy a volver a leer este párrafo tan interesante.

…toda auténtica unidad vive de la riqueza de la diversidad que la compone: como una familia, que está tanto más unida cuanto cada uno de sus miembros puede ser más plenamente sí mismo sin temor. En este sentido, considero que Europa es una familia de pueblos, que podrán sentir cercanas las instituciones de la Unión si estas saben conjugar sabiamente el anhelado ideal de la unidad, con la diversidad propia de cada uno, valorando todas las tradiciones; tomando conciencia de su historia y de sus raíces; liberándose de tantas manipulaciones y fobias. Poner en el centro la persona humana significa sobre todo dejar que muestre libremente el propio rostro y la propia creatividad, sea en el ámbito particular que como pueblo.

Por otra parte, las peculiaridades de cada uno constituyen una auténtica riqueza en la medida en que se ponen al servicio de todos. Es preciso recordar siempre la arquitectura propia de la Unión Europea, construida sobre los principios de solidaridad y subsidiariedad, de modo que prevalezca la ayuda mutua y se pueda caminar, animados por la confianza recíproca.

 

Interpretar los signos de la presencia de Dios en medio de la pluriculturalidad, cambios permanentes e injusticias sociales

En el plan de evangelización de la arquidiócesis de Bogotá, se nos pide que aprendamos a ver la presencia de Dios en esta ciudad región en donde hay ahora una débil adhesión a la persona de Jesucristo, que impide leer e interpretar los signos de la presencia de Dios en medio de la pluriculturalidad, cambios permanentes e injusticias sociales. Y nos invita a trabajar en la evangelización con una actitud dialogante. Por el párrafo del papa Francisco que acabo de leer, podemos ver que el plan de evangelización de la arquidiócesis de Bogotá está en consonancia con los lineamientos propuestos por el papa, tanto en su discurso al Parlamento Europeo como desde antes, en su exhortación apostólica Evagelii gaudium, La alegría del evangelio. En una ciudad tan grande como Bogotá son más notorias esas características de pluriculturalidad, de cambio y de injusticias sociales, porque recibe a muchas personas de todas las regiones que vienen a buscar una vida más amable que la que viven en su región. Claro que la variedad de culturas en Europa es diferente. Pues esos países reciben refugiados de todo el mundo.

En el siguiente párrafo el papa Francisco plantea al Parlamento Europeo la exigencia de hacer la democracia una realidad y no de mera palabra. Dice así:

En esta dinámica de unidad-particularidad, se les plantea también, Señores y Señoras Eurodiputados, la exigencia de hacerse cargo de mantener viva la democracia, la democracia de los pueblos de Europa. No se nos oculta que una concepción uniformadora de la globalidad daña la vitalidad del sistema democrático, debilitando el contraste rico, fecundo y constructivo, de las organizaciones y de los partidos políticos entre sí. De esta manera se corre el riesgo de vivir en el reino de la idea, de la mera palabra, de la imagen, del sofisma… y se termina por confundir la realidad de la democracia con un nuevo nominalismo político. Mantener viva la democracia en Europa exige evitar tantas «maneras globalizantes» de diluir la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría.

Cuando las ideas se separan de la realidad y la retórica de la fe

 

Como vemos hay hoy muchos ismos: totalitarismos, fundamentalismos, etc, que reúnen las diversas ideologías y que por ser diversas propician la desunión y como dice el Papa diluyen la realidad. No bajan a resolver los problemas que sufre la gente, se quedan en las teorías de sus ideologías.

En la exhortación apostólica Evangelii gaudium, cuando trata este mismo asunto de la separación entre la idea y la realidad, en el N° 232 dice:

Hay políticos – incluso dirigentes religiosos – que se preguntan por qué el pueblo no los comprende y no los sigue, si sus propuestas son tan lógicas y tan claras. Posiblemente sea porque se instalaron en el reino de la pura idea y redujeron la política o la fe a la retórica. Otros olvidaron la sencillez e importaron desde fuera una racionalidad ajena a la gente.

Qué importante pensamiento que nos pone a reflexionar a quienes colaboramos en la evangelización. Que no nos parezca suficiente la retórica, el hablar bonito y con entusiasmo. Que encarnemos el mensaje en la realidad.

 

¿Qué significa dar esperanza a Europa?

 

Explica el papa más adelante qué significa dar esperanza a Europa, y qué realistas son sus observaciones. Esto dijo:

Dar esperanza a Europa no significa sólo reconocer la centralidad de la persona humana, sino que implica también favorecer sus cualidades. Se trata por eso de invertir en ella y en todos los ámbitos en los que sus talentos se forman y dan fruto. El primer ámbito es seguramente el de la educación, a partir de la familia, célula fundamental y elemento precioso de toda sociedad. La familia unida, fértil e indisoluble trae consigo los elementos fundamentales para dar esperanza al futuro. Sin esta solidez se acaba construyendo sobre arena, con graves consecuencias sociales. Por otra parte, subrayar la importancia de la familia, no sólo ayuda a dar prospectivas y esperanza a las nuevas generaciones, sino también a los numerosos ancianos, muchas veces obligados a vivir en condiciones de soledad y de abandono porque no existe el calor de un hogar familiar capaz de acompañarlos y sostenerlos.

Sobre la educación dijo el papa Francisco

Junto a la familia están las instituciones educativas: las escuelas y universidades. La educación no puede limitarse a ofrecer un conjunto de conocimientos técnicos, sino que debe favorecer un proceso más complejo de crecimiento de la persona humana en su totalidad. Los jóvenes de hoy piden poder tener una formación adecuada y completa para mirar al futuro con esperanza, y no con desilusión. Numerosas son las potencialidades creativas de Europa en varios campos de la investigación científica, algunos de los cuales no están explorados todavía completamente. Baste pensar, por ejemplo, en las fuentes alternativas de energía, cuyo desarrollo contribuiría mucho a la defensa del ambiente.

Voy a terminar hoy con el párrafo referente al cuidado del medio ambiente. Dice:

Europa ha estado siempre en primera línea de un loable compromiso en favor de la ecología. En efecto, esta tierra nuestra necesita de continuos cuidados y atenciones, y cada uno tiene una responsabilidad personal en la custodia de la creación, don precioso que Dios ha puesto en las manos de los hombres. Esto significa, por una parte, que la naturaleza está a nuestra disposición, podemos disfrutarla y hacer buen uso de ella; por otra parte, significa que no somos los dueños. Custodios, pero no dueños. Por eso la debemos amar y respetar. «Nosotros en cambio nos guiamos a menudo por la soberbia de dominar, de poseer, de manipular, de explotar; no la “custodiamos”, no la respetamos, no la consideramos como un don gratuito que hay que cuidar».