Reflexión 295 San Juan XXIII Doctrina Social (Oct.9 2014)

Repasemos lo estudiado hace una semana

 

En la reflexión anterior continuamos estudiando la encíclica Mater et Magistra, del papa San Juan XXIII. Repasemos brevemente los asuntos que estudiamos hace una semana. Expone esta encíclica los criterios generales que deben guiar la determinación de los salarios de los trabajadores. El primer criterio es que el salario debe permitir al trabajador vivir una vida digna, debe atender, igualmente, con dignidad, las obligaciones familiares. A este respecto comentamos que ese criterio se debería aplicar también para determinar las pensiones, pues quien dedicó al trabajo muchos de su vida, debería poder, en su vejez, llevar una vida digna.

Tiene también en cuenta Juan XXIII en Mater et magistra, otro criterio y es el del aporte del trabajador a la empresa, con la labor que desempeña. Un trabajo que aporte más a la compañía es correcto que se remunere mejor que uno que aporte menos, pero siempre el salario debe permitir llevar una vida digna. Un criterio más es que se debe tener en cuenta es la situación financiera de la empresa, lo mismo que las dificultades por las que puede estar pasando el patrono, y las exigencias del bien común, que se pueden derivar de la situación económica del país. Por ese último factor, en los países de un desarrollo mayor, los trabajadores suelen gozar de mejores salarios.

El desarrollo económico y el progreso social deben ir juntos

 

Y al mencionar el desarrollo, Juan XXIII abrió el camino para la correcta comprensión de ese término. Nos dice que el desarrollo económico y el progreso social deben ir juntos y acomodarse mutuamente de forma que todas las categorías sociales tengan participación adecuada en el aumento de la riqueza de la nación.

Recordábamos que Pablo VI dedicó más tarde su maravillosa encíclica Populorum progressio, El desarrollo de los pueblos, precisamente a ese tema, y él distinguió claramente que una cosa es el crecimiento económico y otra el desarrollo integral. Puede darse en un país un gran crecimiento económico, que se refleje en la abundancia de productos, en las ganancias de la industria y del comercio; pero si esa riqueza no llega a todos, incluyendo a los más necesitados, no se puede hablar de un desarrollo integral. En una sociedad que consiga un desarrollo integral, se debe asegurar que todas las categorías sociales tengan participación adecuada en el aumento de la riqueza de la nación de manera que todos sus miembros puedan desarrollar plenamente su vida individual (74).

Leo de nuevo este párrafo muy claro del N° 74 de Mater et magistra: De aquí se sigue que la prosperidad económica de un pueblo consiste, más que en el número total de los bienes disponibles, en la justa distribución de los mismos, de forma que quede garantizado el perfeccionamiento de los ciudadanos, fin al cual se ordena por su propia naturaleza todo el sistema de la economía nacional.

 

Participación de los trabajadores en las ganancias de la empresas

Otro asunto muy importante tratado por San Juan XXIII en los números 75 a 77 es el de la participación de los trabajadores en las ganancias de la empresas en las cuales trabajan. Si los trabajadores participaran de las ganancias de las empresas, mejoraría la distribución de las riquezas, que sería así más equitativa. El papa explica por qué propone que se haga a los trabajadores partícipes de las ganancias de las empresas. Dice en el N° 76 que no es correcto atribuir sólo al capital, o sólo al trabajo, lo que es resultado conjunto de la eficaz cooperación de ambos; y es totalmente injusto que el capital o el trabajo, negando todo derecho a la otra parte, se apropie la totalidad del beneficio económico».

El papa Juan XXIII, propone en el N° 77, como un modo de retribuir a los trabajadores su colaboración en los buenos resultados de la compañía, el método de irles dando participación en la propiedad de la compañía, por ejemplo, entregando acciones de la empresa a sus trabajadores, como algunas empresas lo hacen. Comentamos que, el cómo hacer partícipes a los trabajadores de las ganancias de las empresas, depende de los casos particulares. Quizás para algunos trabajadores puede ser más beneficioso recibir una bonificación especial, en un buen año o crear un fondo de vivienda para préstamos con bajos intereses, un fondo de becas para hijos de los trabajadores, en vez de recibir acciones de una compañía que, si no es muy próspera, el año siguiente puede tener pérdidas. Habría que tener en cuenta el tamaño de la empresa, su situación económica y también la situación de la economía del país.

 

 ¿Por qué la Iglesia trata de temas que parecen más bien propios de los economistas y de los políticos?

 

Dijimos que quizás algunas personas se pregunten por qué la Iglesia trata de temas que parecen más bien propios de los economistas y de los políticos. Es bueno tener claro que en asuntos que tocan al ser humano, que tienen que ver con la moral, con la ética, la DSI debe intervenir y dejar clara la doctrina católica. No se trata de solo economía o de solo política sino de defender la dignidad y los derechos de la persona humana.

El papa Francisco terminó su intervención en la reunión del Pontificio Consejo Justicia y Paz, el pasado 2 de octubre (2014), con estas palabras: La Iglesia está siempre en camino en busca de nuevas formas de anunciar el evangelio también en el ámbito social.

El evangelio es la mejor guía para desarrollar una economía y una política en el campo social. Es interesante darnos cuenta de que la Iglesia se preocupa siempre por defender la dignidad de la persona humana y de la familia, también en el aspecto económico que es requisito para que una familia pueda cumplir con sus fines. En la quinta congregación general del sínodo de los obispos que se celebra en estos días en Roma, cuyo tema central es la familia, se informa que ayer 8 de octubre (2014) un

  tema afrontado fue el de la precariedad laboral y el desempleo. La angustia por la falta de un trabajo seguro crea dificultad en las familias, así como la pobreza económica, que a menudo hace que sea imposible tener un hogar. No sólo la falta de dinero a veces hace que se le ‘’divinice’’ (el dinero) y que las familias se sacrifiquen en aras del beneficio. Es necesario, en cambio, insistir en que el dinero debe servir y no gobernar. (Pubblicato da VIS Archive 01 el miércoles, octubre 08, 2014 0 commenti)

 

“Caritas in veritate” un documento clave para la evangelización de lo social

 

El Papa Francisco recibió el 2 de octubre (2014) a los participantes en la asamblea plenaria del Pontificio Consejo Justicia y Paz, reunión que coincidió con el quinto aniversario de la publicación de la encíclica de Benedicto XVI ”Caritas in veritate”. A Caritas in veritate, Caridad en la verdad, la llamó el papa Francisco, un documento clave para la evangelización de lo social, que da valiosas orientaciones sobre la presencia de los católicos en la sociedad, las instituciones, la economía, las finanzas y la política” y que ”llamó la atención no sólo sobre los beneficios, sino también sobre los peligros de la globalización… que aunque haya aumentado en gran medida la riqueza… de varios estados individuales…también ha exacerbado las diferencias entre los distintos grupos sociales, creando desigualdades y nuevas pobreza en esos mismos países considerados más ricos”

Reflexionando sobre los aspectos del sistema económico actual el Papa hizo hincapié en la explotación del desequilibrio internacional de los costos laborales, que afecta a millones de personas que viven con menos de dos dólares al día y que además de no respetar la dignidad de los que suministran mano de obra barata, destruye empleo en aquellas regiones en las que está más protegido. ”Se plantea aquí- ha dicho- el problema de crear mecanismos de tutela de los derechos laborales y del medio ambiente, frente a una ideología consumista, que no se siente responsable ni de las ciudades ni de lo creado. Por otra parte, el crecimiento de la desigualdad y la pobreza ponen en peligro la democracia inclusiva y participativa, que siempre presupone una economía y un mercado que no excluya y que sea justo”. ”Se trata, pues, de superar las causas estructurales de la desigualdad y la pobreza”, recordando que en su exhortación apostólica Evangelii gaudium señaló tres instrumentos básicos para la inclusión social de los más necesitados, como la educación, el acceso a la atención sanitaria y el trabajo para todos.

 El santo padre Francisco explicó que el Estado de derecho social no debe ser desmantelado, en particular el derecho fundamental al trabajo. Esto no puede considerarse como una variable dependiente de los mercados financieros y monetarios. Es un bien fundamental por cuanto se refiere a la dignidad, a la formación de una familia, a la realización del bien común y de la paz. La educación y el empleo, el acceso al bienestar para todos son elementos clave para el desarrollo y la justa distribución de los bienes, tanto para lograr la justicia social, como para pertenecer a la sociedad y para participar libre y responsablemente en la vida política, entendida como la gestión de la ”res publica”. Las ideas que pretenden aumentar la rentabilidad a costa de la restricción del mercado del trabajo que crea nuevos excluidos, no son conformes con una economía al servicio de la humanidad y el bien común, ni con una democracia inclusiva y participativa”.

 Ese párrafo daría para una larga consideración frente al irrespeto actual al trabajador en cuanto al contrato de trabajo y las condiciones a que se somete en él. Me llamó la tención que con la tímida propuesta del actual gobierno, de considerar horario nocturno solamente desde las 8 de la noche, y no desde las 6 de la tarde, como era la norma antes del año 2002, las empresas manifestaron que no tendrían dinero para pagarlo. El gobierno, por su parte, no aceptó la petición de los pensionados, de reducir el aporte a salud al 4%, que es el de los demás colombianos, y no el 12%, como está establecido hoy.

 

Las empresas cooperativas y artesanales

 

Volvamos ahora al tema de las empresas cooperativas y artesanales que trata Mater et magistra en el N° 84 y que no alcancé a terminar en el programa anterior.

En el N° 84, Mater et magistra se refiere a la doctrina de Pío XII, el inmediato antecesor de Juan XXIII; en particular cita su radiomensaje del 1 de septiembre de 1944. Leamos el N° 84 de Mater et magistra:

  1. No es posible definir de manera genérica en materia económica las estructuras más acordes con la dignidad del hombre y más idóneas para estimular en el trabajador el sentido de su responsabilidad. Esto no obstante, nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío XII, trazó con acierto tales normas prácticas: «La pequeña y la mediana propiedad en la agricultura, en el artesanado, en el comercio y en la industria deben protegerse y fomentarse; las uniones cooperativas han de asegurar a estas formas de propiedad las ventajas de la gran empresa; y por lo que a las grandes empresas se refiere, ha de lograrse que el contrato de trabajo se suavice con algunos elementos del contrato de sociedad»

Mater et magistra dedica del N° 85 al 90 a las empresas artesanal y cooperativa, en las cuales no hay división entre el capital y los trabajadores, pues los mismos trabajadores son sus dueños; el papa las anima para que progresen utilizando el progreso técnico, dando a sus participantes una formación idónea. Sobre la promoción de esta clase de empresas, que corresponde al estado, dice en el N° 88:

Es asimismo indispensable que por parte del Estado se lleve a cabo una adecuada política económica en los capítulos referentes a la enseñanza, la imposición fiscal, el crédito, la seguridad y los seguros sociales.

De manera que el estado debe defender a estas empresas, la artesanal y las cooperativas, con políticas que las beneficien en cuanto a la enseñanza, con programas de capacitación, el crédito y otorgándoles beneficios tributarios. En el N° 87, Juan XXIII se refiere al papel de las mismas empresas artesanales y cooperativas:

. 87. Ante todo, hay que advertir que ambas empresas, si quieren alcanzar una situación económica próspera, han de ajustarse incesantemente, en su estructura, funcionamiento y métodos de producción, a las nuevas situaciones que el progreso de las ciencias y de la técnica y las mudables necesidades y preferencias de los consumidores plantean conjuntamente: acción de ajuste que principalmente han de realizar los propios artesanos y los miembros de las cooperativas.

San Juan XXIII aconseja a las cooperativas y a las empresas de artesanos, que si quieren tener éxito, aprovechen los avances de la ciencia y de la técnica, tanto en su estructura, es decir en el modo en que están organizadas, como en su funcionamiento y en sus métodos de trabajo. Llama la atención que el papa les sugiere que para tener éxito, funcionen técnicamente, diría yo, como lo hace la empresa moderna, y también, que así mismo deben tener en cuenta las necesidades y preferencias de los consumidores. Que funcionen bien, como lo hacen las empresas grandes bien manejadas.

Les aconseja también el papa Juan XXIII a las cooperativas y a las empresas de artesanos, que tengan en cuenta las necesidades y preferencias de los consumidores. Es un consejo propio del mercadeo bien entendido. Si una empresa ofrece a los consumidores productos o servicios que no estén orientados a satisfacer sus necesidades y preferencias, tiene el peligro de fracasar. De ahí la importancia de conocer las necesidades y preferencias de los posibles usuarios y no simplemente suponerlas o hasta imponerlas para satisfacer el gusto del dueño. Para eso son los estudios de mercados, para conocer las necesidades y las preferencias de los posibles consumidores.  

 

La empresa, auténtica comunidad humana

Volviendo a las empresas en las que los trabajadores no tienen participación en esa propiedad, – y esas son la mayoría, – el papa San Juan XXIII reconoce que para ellas no es posible fijar normas precisas sobre la participación de los trabajadores. Me parece que se refiere a que no es posible determinar un modo de participación económica en la propiedad que sea aplicable a todas, no parece referirse a otro tipo de participación en la marcha de la empresa, como sugiere en el número 91. Dice el papa que en esas empresas, la calidad de las relaciones entre todos sus miembros, debe hacer sentir que esa empresa es una auténtica comunidad humana. Dice en el N° 91:

  1. Además, siguiendo en esto la dirección trazada por nuestros predecesores, Nos estamos convencido de la razón que asiste a los trabajadores en la vida de las empresas donde trabajan. No es posible fijar con normas ciertas y definidas las características de esta participación, dado que han de establecerse, más bien, teniendo en cuenta la situación de cada empresa; situación que varía de unas a otras y que, aun dentro de cada una, está sujeta muchas veces a cambios radicales y rapidísimos.

No dudamos, sin embargo, en afirmar que a los trabajadores hay que darles una participación activa en los asuntos de la empresa donde trabajan, tanto en las privadas como en las públicas; participación que, en todo caso, debe tender a que la empresa sea una auténtica comunidad humana, cuya influencia bienhechora se deje sentir en las relaciones de todos sus miembros y en la variada gama de sus funciones y obligaciones.

Si una empresa llega a ser una auténtica comunidad humana, todos sus miembros participarán, de diversas maneras, para que esa compañía progrese. Y el éxito en la tarea de convertir a las empresas en auténticas comunidades humanas depende, en sumo grado, de la orientación de sus directivos y en la correcta selección de los supervisores. Me refiero a los supervisores de todos los niveles, empezando por el gerente general. La manera de entender los jefes su papel de jefes, es definitiva. Si los jefes más altos son humanos, marcarán el rumbo para los demás supervisores. No se trata de que los jefes sean flojos, sino de que sean humanos. Naturalmente los jefes deben ser ampliamente conocedores del trabajo que se les encarga; deben tener una clara orientación sobre el tipo de liderazgo que deben ejercer y poseer las habilidades que ese liderazgo exige. La abierta comunicación con sus colaboradores es un requisito de todo liderazgo. Este tema daría para una larga conversación.

Para lograr la formación de una comunidad humana no es suficiente llenar la empresa de publicidad que diga “Somos una comunidad” o “Somos una familia”, sino que se necesita que los miembros de esa organización se destaquen en sus relaciones interpersonales, por las cualidades que distinguen a una comunidad o a una familia. ¿Tienen claro en esa empresa, cuáles son las características de la comunidad o de la familia que quieren formar? ¿Son conscientes de ellas los jefes y los demás trabajadores? No hace falta decir que en eso deben ser modelos los jefes, como auténticos líderes. Las relaciones interpersonales abiertas y cálidas son característica indispensable en un buen líder.

Para saber lo que debe comunicar, el mismo jefe tiene que conocer claramente la misión de esa empresa en la sociedad, es decir, para qué la fundaron, cuáles sus objetivos, cómo desean los dueños que se consigan esos objetivos. Naturalmente el líder de una empresa debe conocer muy bien el contexto en que se mueve, háblese del país o de la región.

Dije que debe conocer claramente el jefe, para qué fundaron la empresa los dueños, porque me refiero al jefe que no es dueño sino un colaborador de los dueños, como suelen ser los gerentes. Él que no es dueño sino administrador, deberá estar supeditado a los objetivos de quienes lo contrataron o de lo contrario no debería aceptar el cargo. Y estoy suponiendo que los dueños le van a pedir que administre con ética, que no le van a pedir que haga nada ilegal ni antiético, porque una persona recta, en ese caso no aceptaría el cargo.

En el N° 92, el papa San Juan XXIII nos dice que en las empresas hay que garantizar la necesaria unidad de una dirección eficiente, que no debe considerarse incompatible con una efectiva participación. Aquí el papa nos habla de diálogo. Me atrevo a decir que una ayuda a la eficiencia de una empresa, de cualquier grupo humano, es la transparencia en las comunicaciones. Que no se de lugar a especulaciones, a chismes. Si los miembros de un grupo saben para donde van con la persona que los dirige, trabajarán con más entusiasmo y sentido de pertenencia.