Juan XXIII convoca el Vaticano II
Continuamos el estudio de la segunda parte de la encíclica Mater et magistra, Madre y maestra, del papa San Juan XXIII.
Es conveniente aclarar que al Papa San Juan XXIII debemos que haya convocado el Concilio Vaticano II; que este concilio nos dejó documentos muy importantes; entre otros la constitución dogmática Lumen gentium, Luz de los pueblos, sobre la Iglesia, que continuó un tema muy importante como era la identidad de la Iglesia que no había alcanzado a concluir el anterior concilio ecuménico, el Concilio Vaticano I. El concilio el Vaticano I fue convocado por el Papa Pío IX en 1869 y sesionó hasta septiembre de 1870, cuando debió interrumpirse por la toma de Roma por las tropas de Garibaldi, el 20 de septiembre. Ese concilio afrontó temas fundamentales de la fe y constitución de la Iglesia, precisó la potestad del Romano Pontífice en la Iglesia y definió su infalibilidad cuando el obispo de Roma, el papa, habla “ex cathedra”.
El Vaticano II retomó el tema de la Iglesia, y la constitución dogmática Lumen gentium, Luz de los pueblos, en palabras del papa Pablo VI, ilustró y proclamó la doctrina sobre el misterio de la Iglesia. De ese trabajo del concilio el papa dijo que esperaba una feliz repercusión en el corazón, ante todo, de los católicos. Así lo expresó Pablo VI en el solemne discurso de la sesión de clausura de la tercera etapa del Vaticano II. No me detengo en esta constitución porque este programa se dedica específicamente a la doctrina social de la Iglesia, pero los invito a estudiarla. Entre nosotros los católicos hay un deficiente conocimiento de la doctrina sobre la Iglesia. Les recomiendo leer la constitución, que consideran los expertos la más importante constitución emanada del Concilio Vaticano II, lo mismo que el libro que lleva por título La Iglesia del Concilio. Uno de los autores es el cardenal jesuita Jean Danielou, quien fue perito del concilio y más tarde elevado al cardenalato por Pablo VI. Es posible que este libro no lo consigan en las librerías, pero sí lo pueden consultar en las buenas bibliotecas.
De cuál fue la intención al escribir esa obra, dicen sus autores en el prólogo: La intención de nuestro comentario, ceñido estrictamente a la Constitución, ha sido explicar autorizadamente, con base en la documentación auténtica, el sentido y el contenido de cada número y aun de cada párrafo del texto; pero además proponer, aunque a veces brevemente, las razones teológicas de las doctrinas conciliares y la problemática que encierran. En particulares momentos añadimos la razón de los cambios que ha sufrido el texto. Será fácil ver la enorme derivación pastoral que está reservada a esta Constitución dogmática.
Para los laicos es especialmente importante el capítulo cuarto de la constitución dogmática Luz de los pueblos, Lumen gentium, que les dedica el concilio: qué se entiende por laico, su dignidad, participación en el sacerdocio de Jesucristo, en el oficio profético de Cristo, en el oficio regio de Cristo, en el apostolado profesional, influjo en las estructuras temporales, autonomía de la sociedad civil pero no laicismo, relaciones con la jerarquía, derechos de los laicos, los seglares en el mundo.
Desde el punto de vista de la DSI, la constitución pastoral Gaudium et spes, Gozo y esperanza, sobre la Iglesia en el mundo moderno es el documento que debemos estudiar en este programa. Ya lo hemos hecho pero lo volveremos hacer en su momento; ahora, sin embargo, estudiamos la encíclica Mater et magistra, Madre y maestra, que no es un documento del Concilio Vaticano II sino anterior a él. Es un documento del papa Juan XXIII quien lo escribió antes de convocar el concilio.
Esta encíclica Mater et magistra fue promulgada el 15 de mayo de 1961; Juan XXIII anunció su propósito de convocar el concilio, el 25 de enero de 1959; se preparó esta magna asamblea el año siguiente, se convocó el concilio por la constitución apostólica Humanae salutis, que comienza en español con las palabras El reparador de la salvación humana, Jesucristo, y fue firmada por el papa el 25 de diciembre de 1961. La ceremonia solemne de apertura del concilio se celebró el 11 de octubre de 1962.
El mundo después de la segunda guerra mundial
Volviendo a la Mater et magistra, veíamos que, terminada la guerra y gracias a los planes especiales desarrollados para la reconstrucción de Europa, el mundo industrializado volvió a gozar de una época de prosperidad. La industria dejó de tener como actividad principal la de producir armas y regresó a su actividad normal de producir bienes de consumo, vestuario, vehículos y la agricultura tuvo aportes por la nueva maquinaria y los desarrollos de la química.
Esa prosperidad se produjo sobre todo en los países industrializados; a los llamados países en vías de desarrollo, que habían sufrido también retrasos por causas de la guerra, la prosperidad le llegó en menor grado. En el mundo reinaba la sensación de que el bienestar les llegaba a todos, porque de ella gozaban los grandes; a los países pequeños, atrevámonos a decir que les llegaban migajas…
Juan XXIII conocía muy bien la situación del mundo y en particular de Europa. El vivió muy de cerca la guerra, no solo como italiano sino como funcionario internacional del papa Pío XII. Fue delegado apostólico en Bulgaria, en Turquía y la guerra lo sorprendió desempeñando esas funciones diplomáticas en Grecia. En este último país ayudó a muchos judíos a escapar de la persecución nazi, otorgándoles visas. El 6 de diciembre de 1944, en un momento muy delicado que exigía una especial habilidad diplomática, el Papa Pío XII lo nombró Nuncio apostólico en Francia, a donde llegó el 1 de enero de 1945. En enero de 1953 el Nuncio en París, cuando contaba ya 71 años, fue nombrado por el Papa Pío XII Cardenal y Patriarca de Venecia, ministerio pastoral que ejercía cuando fue elegido papa.
Mater et magistra e intervención del estado para regular la economía
Juan XXIII, como veíamos ya, en Mater et magistra, Madre y maestra, pone énfasis en la necesidad de que el estado, el poder público, intervenga en un sentido muy amplio en la economía, sin invadir campos ajenos. Recordemos que según la doctrina económica liberal, al sector privado hay que dejarlo actuar, que él sabrá regularse para no fallarle al mercado. Recordemos una vez más que en la práctica ese buen deseo ha resultado fallido; las empresas se dejan llevar de la ambición, de la codicia, cuando el poder público les deja las manos completamente libres. Esa experiencia negativa fue clara en la crisis económica y financiera mundial y aquí lo sufrimos también hoy con la codicia del sector financiero manifiesta en los excesivos intereses y cobros por sus servicios.
Mater et magistra se apoya en la realidad para esas afirmaciones, cuando entre las funciones que atribuye al estado señala la de ordenar la iniciativa privada. Ordenarla en el sentido de llamarla al orden, de regularla. También entre los papeles que debe desempeñar el estado señala Juan XXIII el de actuar eficazmente en la reducción de los desniveles entre regiones. Aquí en Colombia no vemos que los gobiernos hayan sido ni sea el actual muy eficaz, en la reducción de los desniveles entre las regiones de nuestro país. Hace mucho tiempo que, por ejemplo, el desnivel en desarrollo entre las regiones del pacífico y del centro debería haber desaparecido. Por nombrar solo una región olvidada. Sabemos que no es la única, pero sí la más mencionada. Basta viajar por nuestras subdesarrolladas vías de comunicación para demostrar la verdad de esta afirmación.
El estado tiene que estar atento para controlar las fluctuaciones de la actividad económica. Vemos ahora que en nuestro país las exportaciones han decrecido; no somos competitivos y se llenan nuestros comercios de productos importados. No crece ahora la agricultura, no crece la industria. Sin embargo las estadísticas oficiales nos hablan de crecimiento del empleo, Y, ¿dónde crece? En la construcción y en el comercio. ¿Cómo es la calidad de esos empleos? En el comercio muchos trabajos de medio tiempo, y de salarios bajos, como los que desempeñan los empacadores en los supermercados.
Ahora llaman nuevos puestos de trabajo a los que por no conseguir empleo los llaman independientes porque se dedican a trabajar por cuenta propia, sin remuneración, en lo que su creatividad les abre alguna posibilidad. Así las cifras de desempleo se reducen… ¿Contarán entre esos trabajadores por cuenta propia a los hábiles maromeros de los semáforos? En Mater et magistra no se pide al estado que coarte la libre iniciativa sino, que garantice su expansión; pero no creo que se refiera a patrocinar iniciativas de oficios menores que se emprenden por la necesidad de no pasar hambre. Claro, es lo mínimo que el ser humano puede hacer y debe hacerlo: emprender alguna actividad. No hay trabajo indigno mientras sea moral.
Equilibrio entre la iniciativa privada y la intervención del estado
57. La experiencia diaria, prueba (…), que cuando falta la actividad de la iniciativa particular surge la tiranía política. No sólo esto. Se produce, además, un estancamiento general en determinados campos de la economía, echándose de menos, en consecuencia, muchos bienes de consumo y múltiples servicios que se refieren no sólo a las necesidades materiales, sino también, y principalmente, a las exigencias del espíritu; bienes y servicios cuya obtención ejercita y estimula de modo extraordinario la capacidad creadora del individuo.
Pero cuando en la economía falta totalmente, o es defectuosa, la debida intervención del Estado, los pueblos caen inmediatamente en desórdenes irreparables y surgen al punto los abusos del débil por parte del fuerte moralmente despreocupado. Raza esta de hombres que, por desgracia, arraiga en todas las tierras y en todos los tiempos, como la cizaña entre el trigo.
Algunas personas hubieran querido más énfasis del papa en su condena del comunismo, que la mención de la tiranía política que surge cuando falta la iniciativa particular. Otros hubieran querido mayor énfasis en la condena del liberalismo económico que la mención de los desórdenes irreparables y los abusos del fuerte contra el débil, cuando la economía falla y no interviene el estado. San Juan XXIII, el llamado Papa Bueno, no era de permanentes condenas, pero su doctrina era clara. El papa no veía la necesidad de emplear tiempo en polémicas, sino que le parecía más útil presentar la doctrina de manera clara y positiva.
San Juan XXIII en su encíclica Madre y maestra, Mater et magistra, presenta claramente que la mejor opción para el desarrollo de una economía sana, es una economía mixta, en la cual no prevalezca ni el capitalismo salvaje ni el comunismo totalitario.
Lo que pasa cuando el estado interviene demasiado y se limita la actividad particular la vemos en los pocos países comunistas que quedan. En la prensa del miércoles 2 de junio (2014) hay una pequeña muestra de lo que pasa en Cuba. Después de 50 años de gobierno marxista, han resuelto abrir algo la economía: los particulares tienen autorización ahora para comprar automóviles. ¿El resultado?: solo han vendido 6 carros en seis meses. El precio es tan alto que un cubano, para comprar un carro nuevo tendría que ahorrar durante mil años y 300 años para comprar uno usado. Antes de la nueva autorización solo permitían comprar un carro a los médicos, músicos u otros profesionales que justificaran ingresos legales en divisas, obtenidos en el extranjero (El Tiempo, Pg 10).
El término”socialización” en Mater et magistra