Reflexión 180 – Caritas in veritate (17)

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Populorum progressio hoy

 

Estamos estudiando el capítulo 1° de Caritas in veritate, Caridad en la verdad, de Benedicto XVI, que dedica el Papa al Mensaje de Populorum progressio, la encíclica de Pablo VI, sobre el desarrollo de los pueblos. Recordemos que Benedicto XVI preparó Caritas in veritate para conmemorar los 40 años de Populorum progressio.

Nos dice Benedicto XVI que Populorum progressio es un mensaje de caridad y de verdad. En esta carta, Pablo VI continúa la línea de la constitución pastoral Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II, que es una declaración de solidaridad de la Iglesia con los seres humanos, en sus gozos y sus esperanzas y de manera concreta con los pobres y con todos los que sufren. Pablo VI invita de manera particular a todos los países ricos a ser solidarios con Los pueblos hambrientos interpelan hoy, con acento dramático, a los pueblos opulentos. La Iglesia sufre ante esta crisis de angustia, y llama a todos para que respondan con amor al llamamiento de sus hermanos (P.P. 3).

Populorum progressio en el contexto general de la DSI

 

Nos invita Benedicto VI a considerar  la encíclica Populorum progressio en el contexto de todo el magisterio de Pablo VI y de la Tradición de la Iglesia. Nos indica así el Santo Padre que,  cuando estudiamos las enseñanzas de la Iglesia las debemos entender sabiendo que se basan en la tradición apostólica y los demás documentos del magisterio. Esto es una invitación a no tomar sólo algunos párrafos, por ejemplo, de una encíclica, sino a tener en cuenta la totalidad de la doctrina.

 

Como Populorum progressio es una encíclica social hay que entenderla  como doctrina, que por lo tanto tiene que ver con nuestra fe y no es sólo  materia de la sociología o de la economía. Otra cosa es que en sus enseñanzas sociales los Sumos Pontífices se valgan también de argumentos de la razón y de la moral natural, como también de argumentos basados en la Sagrada Escritura. Si las encíclicas sociales no se basaran en la tradición apostólica,  sino únicamente en datos propios de la sociología y de la economía, perderían su naturaleza teológico-moral, es decir sus raíces de fe.

 

También al considerar el mensaje de Populorum progressio invita Benedicto XVI a tener en cuenta las diferencias que puedan existir en los planteamientos que sobre el desarrollo se presentan hoy y los que se hacían cuando Pablo VI promulgó la encíclica  Populorum progressio. Los cambios permanentes en el mundo y en particular en América Latina, invitan a la Iglesia a vivir al día, porque, como dijo el Papa en Aparecida, refiriéndose a Gaudium et spes

 

La Iglesia, que participa de los gozos y esperanzas, de las penas y alegrías de sus hijos, quiere caminar a su lado en este período de tantos desafíos, para infundirles siempre esperanza y consuelo.[1]

 

La DSI en otros documentos de Pablo VI y ahora se pone al día

 

En este mismo capítuo 1° de Caritas in veritate,  Benedicto XVI se detiene a explicar estos temas sobre Populorum progressio, el Concilio Vaticano II y la doctrina social de Pablo VI como se presenta en otros de sus mensajes; en Sollicitudo rei socialis, Octogesima adveniens, Humanae vitae y Evangelii nuntiandi. Sobre los cambios en el mundo, después de Populorum progressio, que tengan incidencia en el concepto de desarrollo integral, Benedicto XVI había presentado su visión en la V Conferencia Episcopal de A.L. y el Caribe, en Aparecida. Allí, en su discurso de inauguración de la Conferencia, el Santo Padre se refirió al fenómeno de la globalización con estas palabras:

En el mundo de hoy se da el fenómeno de la globalización como un entramado de relaciones a nivel planetario. Aunque en ciertos aspectos es un logro de la gran familia humana y una señal de su profunda aspiración a la unidad, sin embargo comporta también el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo. Como en todos los campos de la actividad humana, la globalización debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios.

 

Lo positivo y lo negativo de la globalización

 

Tengamos en cuenta esta mención de la globalización en su lado  positivo, como señal de la aspiración que la familia humana tiene de conseguir la unidad, sin olvidar los peligros a que la globalización puede conducir, como son el llegar a convertir el lucro en valor supremo y que la unidad se consiga, pero por el dominio de los grandes monopolios. Cuando el Papa nos prevenía de esos peligros de la globalización, en la Conferencia de Aparecida, todavía el mundo no se había percatado de la crisis económica mundial que empezaba a manifestarse.

Algún cambio se deberá producir en el concepto de desarrollo, desde cuando Pablo VI nos ofreció su encíclica Populorum progressio, y el mundo no ha logrado superar  las consecuencias de la crisis económica y financiera. Si se pensó que para que hubiera desarrollo era suficiente el crecimiento económico, habrá que hacer un alto y rectificar conceptos, para encontrar las causas de la crisis, que se ha manifestado con particular persistencia, en los países considerados más desarrollados. Si el capitalismo quiere seguir vivo tiene que hacer un examen de conciencia serio, porque parece enfermo.

También en su discurso de inauguración  en Aparecida, Benedicto XVI recalcó que a pesar de avances hacia la democracia, la economía liberal debe tener en cuenta la necesidad de la equidad, pues siguen aumentando los sectores sociales que se ven probados cada vez más por una enorme pobreza o incluso expoliados de los propios bienes naturales.

 

Sólo los argumentos técnicos no pueden explicar las causas de la crisis económica mundial

Para el análisis de las causas de la crisis económica mundial no son suficientes los aportes de los técnicos de la economía y de las finanzas; se requiere escuchar a otros, expertos en otros campos de la actividad humana. Las causas de la crisis se extienden más allá del manejo técnico o matemático de la actividad humana. Escuchemos las interesantes palabras de las conclusiones de la XVI Sesión Plenaria de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales el 6 de mayo de 2010, que se reunió para estudiar desde una visión católica, integral, la crisis económica mundial.

Teólogos y moralistas, sociólogos y politólogos, abogados y economistas de todo el mundo se han reunido con el objetivo común de poner sus conocimientos al servicio de la comunidad, al servicio de la familia humana, en la búsqueda desinteresada de la verdad científica que, como tal, coincide con la verdad del hombre. Es este ambiente de diversidad científica y de compromiso con la tarea común el que confiere grandeza a nuestra misión de proporcionar, dentro de nuestras limitaciones, una contribución a la Iglesia y un servicio a la humanidad. (ZENIT.org)

El análisis de lo económico en el marco de lo ético tiene especial importancia, porque, como lo advierte Benedicto XVI en Caritas in veritate (N° 37), toda decisión económica tiene una consecuencia moral.

 En este contexto debemos comprender la contribución a la familia humana, de la encíclica Caritas in veritate, hoy, y de Populorum progressio en su momento.

Como hay personas que ignoran o rechazan que la Iglesia se pronuncie en asuntos como la crisis económica que sacude al mundo, personas que tienen una concepción unilateral de la vida y de la sociedad, que sólo aceptan ver el mundo tangible, material, y no el mucho más rico, el que comprende lo espiritual, lo trascendente, escuchemos estas otras palabras de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, al término de la misma sesión a que nos hemos referido:

Para desplazarse por la selva de la vida, es necesario conocer sus senderos, conocer el equipo necesario para el viaje, calcular la fuerza de la que uno dispone y entender que cualquier viajero podría ser de gran ayuda en un momento de necesidad. Es decir, que necesitamos gente de mente abierta, con la capacidad de integrarse en equipos de trabajo y con la capacidad de reflexión, apostamos por las personas que están convencidas de que el mundo es tan complejo que sólo con la cooperación de los demás vamos a lograr el fruto del trabajo y, además, que sólo con una visión de conjunto será posible encontrar una solución, a través de la interacción cooperativa de los que se comprometen en ella.

La Iglesia al servicio de la familia humana

Cuando la Iglesia interviene con su orientación sobre temas políticos o económicos, que con frecuencia son temas relacionados, lo hace en cumplimiento de su papel de servidora de la persona humana. Nos enseña Benedicto XVI en su presentación del mensaje de Populorum progressio que Pablo VI  parte precisamente de esa visión para decirnos dos grandes verdades: La primera es que toda la Iglesia, en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre. La segunda verdad es que el auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones.

Nos enseña entonces el Santo Padre que el desarrollo integral es el que comprende a la totalidad de la persona humana, en todas sus dimensiones. Cuando se piensa en el desarrollo como si consistiera sólo en el crecimiento económico, se actúa sólo para conseguir objetivos materiales, transitorios y perecederos, y las consecuencias limitantes o dañinas de ese enfoque se podrían comparar con un desarrollo de la persona humana que se dedicara exclusivamente al crecimiento de los músculos, al aumento de su fuerza, elasticidad, velocidad de respuesta a estímulos y se olvidara de su desarrollo psicológico en lo afectivo, lo intelectual y lo espiritual.

Esa comparación la podemos llevar más lejos: si se trabaja sólo en el desarrollo físico de alguien, se puede lograr una persona de gran capacidad para actividades que requieren fortaleza muscular o velocidad; pero si esa persona no ha desarrollado al mismo tiempo su personalidad psicológica, moral y espiritual ese individuo se podría dedicar a actividades delictivas, destructivas de otros y de sí mismo.

Algo así sucede cuando en la actividad económica se tiene como principal o único objetivo el lucro, el tener más y no también el llegar a ser más, sin importar el bien o el mal de los demás. En esos casos las personas se dejan arrastrar por la ambición, por la avaricia y no consideran los efectos negativos que a los demás pueden acarrear sus actividades, por ejemplo los intereses de usura que cobren, la mala calidad de los productos o servicios que ofrezcan y en los negocios internacionales, por ejemplo los efectos nocivos en terceros países por negocios como los que realizan con los activos llamados “tóxicos” o las condiciones denigrantes que pueden imponer para negociar, a países pobres. Se podría mencionar, aunque es obvio, el daño que acarrean los negocios de las armas y de narcóticos. Los que no han desarrollado un sentido ético de la vida, están dispuestos a negociar lo que sea con tal de obtener ganancias.

Entendemos ahora la necesidad de una perspectiva de la vida más allá de la terrenal, para no correr el riesgo de orientarla  sólo a tener, con perjuicio de lo que de verdad es de valor para uno mismo y para los demás.

Disponibles para bienes más altos

Fue emocionante ver a los oficiales rescatados del secuestro de las FARC, que no se dejaron doblegar después de 12 años de ultrajes, de permanecer día y noche con cadenas al cuello, los últimos 16 meses sin comunicación con el mundo exterior, obligados sólo a escuchar la voz humana de sus secuestradores. El canto de los pájaros y del agua sin duda les ayudaron a acudir a Dios, como lo hicieron al regresar y agradecerle la libertad y el don de la vida.[2] Los valores del amor a sus familias y a la patria indican sus valores humanos y espirituales. Son personas que han estado disponibles para bienes más altos,  para las iniciativas grandes y desinteresadas que la caridad universal exige. De esa clase de personas, disponibles para bienes más altos, habla Caritas in veritate en el N° 11.

Una visión real del ser humano

Nos explica Benedicto XVI, que el desarrollo integral requiere una visión trascendente de la persona, es decir una visión real del ser humano, que no va a vivir sólo una vida corta en la tierra, sino que está destinado a la eternidad. Nos dice también que este desarrollo integral no se puede dar desde fuera; comentábamos la semana pasada que esa afirmación del Papa quiere decir que, para que haya desarrollo integral es necesaria la libertad. No es posible desarrollar a nadie desde fuera, a la fuerza. Los demás pueden proporcionar los medios y ayudar a crear un clima propicio para el desarrollo, pero el desarrollo sólo se produce cuando se asume   como una vocación libre, dispuesta a asumir las responsabilidades que le corresponden en relación con los demás.

En palabras de Benedicto XVI, el desarrollo integral  también necesita a Dios. Si Dios está presente en la aventura del desarrollo, vamos a aprender a ver en los demás la imagen divina. Estos pensamientos son de Benedicto XVI en el N° 18 de la encíclica Dios es amor y con ellos nos hace comprender la profundidad del amor cristiano, que está dispuesto a ocuparnos de los demás, a tenerlos siempre en cuenta. Nos explica el Santo Padre que en nuestro encuentro íntimo con Dios aprendemos a mirar a los demás no sólo con los ojos y los sentimientos sino desde la perspectiva de Jesucristo, de manera que aprendemos que si Jesucristo ama a los demás también yo los amo y que les ayudo yo personalmente y no a través de las organizaciones encargadas de ellos. Dice textualmente:

Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita.

 

Continuemos ahora con el N° 12 de Caritas in veritate, Caridad en la verdad

En este número, Benedicto XVI nos habla de la relación de Populorum progressio con el Concilio Vaticano II y la DSI en conjunto.

Los que deseen profundizar en el estudio de Caritas in veritate, pueden con mucho provecho leer las citas de los documentos sociales anteriores en los que Benedicto XVI apoya sus afirmaciones. Esas citas se encuentran al final de cada una de estas reflexiones.

A modo de ejemplo, casi al final de este N° 12, El Santo Padre se refiere a los documentos de la DSI que forman parte  tanto (del) carácter permanente como histórico del (…) «patrimonio» doctrinal que, con sus características específicas, forma parte de la Tradición siempre viva de la Iglesia, y cita la encíclica Laborem exercens, sobre el trabajo humano, de Juan Pablo II. Leámoslo y se nos aclara la ventaja de tener en cuenta las citas:

 

La moral social elaborada según las necesidades de las distintas épocas

 

En medio de todos estos procesos —tanto del diagnóstico de la realidad social objetiva como también de las enseñanzas de la Iglesia en el ámbito de la compleja y variada cuestión social— el problema del trabajo humano aparece naturalmente muchas veces. Es, de alguna manera, un elemento fijo tanto de la vida social como de las enseñanzas de la Iglesia. En esta enseñanza, sin embargo, la atención al problema se remonta más allá de los últimos noventa años. En efecto, la doctrina social de la Iglesia tiene su fuente en la Sagrada Escritura, comenzando por el libro del Génesis y, en particular, en el Evangelio y en los escritos apostólicos. Esa doctrina perteneció desde el principio a la enseñanza de la Iglesia misma, a su concepción del hombre y de la vida social y, especialmente, a la moral social elaborada según las necesidades de las distintas épocas. Este patrimonio tradicional ha sido después heredado y desarrollado por las enseñanzas de los Pontífices sobre la moderna «cuestión social», empezando por la Encíclica Rerum Novarum. En el contexto de esta «cuestión», la profundización del problema del trabajo ha experimentado una continua puesta al día conservando siempre aquella base cristiana de verdad que podemos llamar perenne.

 

Es muy interesante confirmar la permanencia de la doctrina social, con las necesarias actualizaciones, sin apartarse de los fundamentos en la Sagrada Escritura y la tradición.

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

 

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Discurso inaugural de Aparecida

[2] Me refiero a los oficiales de la Policía Nacional General Luis H. Mendieta, los coroneles Enrique Murillo y William Donato y al Sargento de Ejército de Colombia Arbey Delgado, rescatados por las Fuerzas Armadas colombianas después de 12 años secuestrados  por la guerrila de las FARC.