Reflexión 150 – Caritas in veritate (VIII)

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¿Por qué han empeorado las diferencias entre pueblos ricos y pobres?

 

 

En la reflexión anterior comenzamos un rápido recorrido de Sollicitudo rei socialis, la encíclica de Juan Pablo II publicada como homenaje al “histórico” documento Populorum progressio, de Pablo VI. Este volver a la época de Juan Pablo II nos permitirá comprender mejor la D.S.I. en Caritas in veritate, la encíclica social de Benedicto XVI, que continúa la renovación de las enseñanzas sociales de la Iglesia según lo exigen las nuevas circunstancias.

 

Dijimos que el objetivo de la encíclica Sollicitudo rei socialis, de Juan Pablo II, es de carácter ético y doctrinal y que el Santo Padre continuó la reflexión de Pablo VI sobre el desarrollo, porque se podía verificar que la situación de grandes diferencias entre los pueblos ricos y los pobres, en vez de mejorar habían empeorado y era conveniente analizar las causas del deterioro. Algo parecido sucede ahora cuando Benedicto XVI escribe Caritas in veritate. La situación no es mejor; de hecho el mundo está en una crisis económica, como no se registraba desde los años 30. Son, sin embargo otras las circunstancias.

 

 

Hechos para tener en cuenta en el análisis de las diferencias

 

Recordemos el resultado del diagnóstico al que llega Juan Pablo II, luego de estudiar la realidad en el momento en que escribió Sollicitudo rei socialis:

 

a. Las diferencias entre los pobres y los ricos se han agravado.

 

b. Un hecho que se debe tener en cuenta en el análisis de esa situación es la interdependencia de los pueblos. (Hoy diríamos que un hecho de nuestro tiempo que hay que tener en cuenta es la globalización).

 

c. Es necesario analizar las causas políticas de las diferencias entre pueblos ricos y pobres: la división del mundo en dos bloques: oriente-occidente. Juan Pablo II vivió esa situación en su país, Polonia, y la de sus vecinos, dominados por dictaduras comunistas.

 

 

El subdesarrollo no es solamente económico

 

Anota el Papa que no sólo los indicadores económicos y sociales eran prueba del deterioro en el desarrollo de los pueblos, sino que se presentaban otras formas de pobreza, como la limitación o negación de los derechos humanos. El subdesarrollo no es solamente económico sino también simplemente humano, cultural, por ejemplo el analfabetismo y las limitaciones políticas, como la falta de libertad.

 

Entre los indicadores económicos negativos señala Juan Pablo II: la crisis de la vivienda, el desempleo y subempleo, la deuda externa, los millones de refugiados. Aunque al final del capítulo 3° de Sollicitudo rei socialis, se mencionan algunos signos de esperanza, el panorama presentado en la encíclica es bastante pesimista. Los signos positivos que se enumeran se refieren, no tanto a que se presenten mejores condiciones de vida, sino a una mejoría en la actitud de la gente: una viva preocupación por el respeto a los derechos humanos, el convencimiento de la necesidad de una radical interdependencia, acompañada de la solidaridad necesaria, pues la felicidad no se obtiene sin el esfuerzo y empeño de todos sin excepción. (N° 26 )

 

La situación actual del mundo nos indica que tenía razón Juan Pablo II: el panorama actual tampoco es alentador.

 

 

El Evangelio como criterio orientador en la administración del mundo

Es de particular interés recordar el análisis que Juan Pablo II hacía de la situación del desarrollo de los pueblos hace 20 años. Puede asombrar la claridad de la visión del Papa en el momento en que escribió Sollicitudo rei socialis, visión aplicable a su época y con los obvios cambios, visión también en alguna forma aplicable a nuestro tiempo. Al mismo tiempo es triste darnos cuenta de que la humanidad no parece querer aceptar el mensaje del Evangelio, para aplicarlo como criterio orientador en la administración del mundo que el Creador le entregó. La humanidad quiere seguir sus propios caminos, dominados por el egoísmo y la ambición, con resultados que siguen siendo negativos para el bien común. Hay hoy un perverso empeño en poner todos los obstáculos al Evangelio.

 

 

Violación de los derechos humanos de los grupos, pueblos y naciones

Vimos la semana pasada que de acuerdo con Juan Pablo II, no sólo los indicadores económicos y sociales señalaban el deterioro en el desarrollo de los pueblos, sino que se presentaban otras formas de pobreza, como la limitación o la negación de los derechos humanos. El Papa nos hacía caer en la cuenta de que el subdesarrollo no es solamente económico sino también cultural, político y simplemente humano. Se refería a la violación de los derechos humanos, no solo de las personas individualmente consideradas, sino violación a los derechos humanos de los grupos, de los pueblos y de las naciones (SRS 15c y 21c).

 

Se preguntaba Juan Pablo II si la triste realidad de hoy no será, al menos en parte, el resultado de una concepción demasiado limitada, es decir, prevalentemente económica, del desarrollo.

La Iglesia insiste,- lo vuelve a hacer Benedicto XVI en Caritas in veritate, – que el desarrollo no es auténtico desarrollo, si no es integral, es decir, si no tiene en cuenta al ser humano completo y limita sus aspiraciones de desarrollo a la acumulación de bienes materiales. El materialismo es inhumano: priva a la persona humana de su valor más precioso: el ser imagen de Dios.

 

 

Limitar al ser humano a lo material atenta contra la economía

El pretender como fin del desarrollo de las personas y de los pueblos, sólo la posesión y crecimiento de bienes materiales, ignorando al ser humano íntegral, que tiene como fin una vida superior, – no solo comer, beber, reproducirse y morir, -que por su naturaleza trascendente, también tiene necesidades y potencialidades de crecimiento intelectuales, espirituales, sobrenaturales, y que se debe orientar por valores morales, éticos,- esa concepción de un ser humano limitado a lo material, no sólo atenta contra la dignidad de la persona humana, que es más que materia deleznable,- sino que atenta contra la misma economía, como lo demuestran las sucesivas crisis del mundo.[1]

Pablo VI en Populorum progressio, en el N° 42 nos explica la concepción del humanismo desde la fe. Leamos unas líneas:

 

Es un humanismo pleno el que hay que promover. ¿Qué quiere decir esto/ sino el desarrollo integral de todo hombre y de todos los hombres? Un humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios, que es la fuente de ellos, podría aparentemente triunfar. Ciertamente el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero «al fin y al cabo, sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano». No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre a lo Absoluto, en el reconocimiento de una vocación, que da la idea verdadera de la vida humana. Lejos de ser norma última de los valores, el hombre no se realiza a sí mismo si no es superándose. Según la tan acertada expresión de Pascal: «el hombre supera infinitamente al hombre»

El amor corazón de la D.S.I.

Benedicto XVI en Caritas in veritate nos enseña que el amor es el corazón de la doctrina de la Iglesia sobre la justicia y la sociedad. Nuestro origen en Dios y nuestra unión como familia humana deben guiar tanto nuestras relaciones individuales con nuestra familia, amigos y grupos a los que pertenecemos, como nuestras relaciones consideradas en la sociedad y en las esferas económicas y políticas. En el N° 2 de Caritas in veritate dice Benedicto XVI:

La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40). Ella da verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. Para la Iglesia —aleccionada por el Evangelio—, la caridad es todo porque, como enseña San Juan (cf. 1 Jn 4,8.16) y como he recordado en mi primera Carta encíclica «Dios es caridad» (Deus caritas est): todo proviene de la caridad de Dios, todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza.

Un hecho condicionante: la interdependencia

Volvamos a Sollicitudo rei socialis. Juan Pablo II, como vimos, describe primero la oscura situación del mundo. En un segundo paso presenta como un hecho que condiciona ese proceso de deterioro del mundo, la interdependencia de los pueblos (SRS, 26). Esa interdependencia,- que continúa ahora en el proceso de globalización,- se manifiesta en las relaciones económicas internacionales, en la apertura económica hacia las demás naciones, la reducción de la distancias gracias a los modernos medios de transporte, la facilidad en las comunicaciones y la importancia que han tomado las organizaciones y estructuras supranacionales, como la Banca multilateral.

 

Recordemos que la Banca Multilateral está compuesta por todos los Bancos internacionalres de Desarrollo como el Banco Interamericano de Desarrollo-BID, el Banco Mundial, en nuestro medio, la Corporación Andina de Fomento, entre otros. Se supone que la función principal de esa banca es apoyar el desarrollo en países emergentes, mediante el otorgamiento de préstamos y la asistencia técnica.

 

Con interdependencia, un destino común

La interdependencia entre todas las naciones, debido a las relaciones estrechas entre ellas, no es que sea mala en sí misma, sino que, según Juan Pablo II, una de sus consecuencias es que el destino de la humanidad sea cada vez más común. Y añade que si esa interdependencia se separa de las exigencias éticas, las consecuencias son funestas para los más débiles. (SRS 17) Y es bien interesante la visión de Juan Pablo II, cuando añade en la misma encíclica Sollicitudo rei socialis:

Más aún: esta interdependencia, por una especie de dinámica interior, y bajo el empuje de mecanismos que no pueden dejar de ser calificados de perversos, provoca efectos negativos hasta en los países ricos. Precisamente dentro de estos países se encuentran, aunque en menor medida, las manifestaciones más específicas del subdesarrollo. De suerte que debería ser una cosa sabida/ que el desarrollo o se convierte en un hecho común a todas las partes del mundo, o sufre un proceso de retroceso aun en las zonas marcadas por un constante progreso. Fenómeno este particularmente indicador de la naturaleza del auténtico desarrollo: o participan de él todas las naciones del mundo / o no será tal ciertamente.

El desarrollo o es de todos o no es de ninguno

Entre los indicadores específicos del subdesarrollo, que afectan de modo creciente también a los países desarrollados, hay dos particularmente reveladores de una situación dramática. En primer lugar, la crisis de la vivienda. En el Año Internacional de las personas sin techo, querido por la Organización de las Naciones Unidas, la atención se dirigía a los millones de seres humanos carentes de una vivienda adecuada o hasta sin vivienda alguna, con el fin de despertar la conciencia de todos y de encontrar una solución a este grave problema, que comporta consecuencias negativas a nivel individual, familiar y social.[2]

La falta de viviendas se verifica a nivel universal y se debe, en parte, al fenómeno siempre creciente de la urbanización.[3] Hasta los mismos pueblos más desarrollados presentan el triste espectáculo de individuos y familias que se esfuerzan literalmente por sobrevivir, sin techo o con uno tan precario que es como si no se tuviera.

 

La falta de vivienda: síntesis de toda una serie de insuficiencias económicas

La falta de vivienda, que es un problema en sí mismo bastante grave, es digno de ser considerado como signo o síntesis de toda una serie de insuficiencias económicas, sociales, culturales o simplemente humanas; y, teniendo en cuenta la extensión del fenómeno, no debería ser difícil convencerse de cuan lejos estamos del auténtico desarrollo de los pueblos.

Tengamos presente que, una de las causas de la actual profunda crisis económica y financiera en los EE.UU. fue el manejo no ético de los préstamos de vivienda. El deseo imperioso de poseer un techo volcó a un inmenso número de familias a comprometerse con préstamos impagables, promovidos por las entidades de crédito. La falta de vivienda, si es más grave en los países en vías de desarrollo, tampoco se ha resuelto en los países ricos.

La actual crisis demuestra que Juan Pablo II tenía razón en su apreciación de que la interdependencia, – la globalización podemos decir hoy, – si se aparta de las exigencias éticas, atenta contra la misma economía mundial.

Ya se insinuaba en el análisis que de la situación hizo Sollicitudo rei socialis, el interrogante que en la crisis actual nos hacemos todos: si no se ha llegado ya al límite de los actuales sistemas económicos capitalista y socialista, y si no es necesaria una transformación desde los fundamentos mismos de esas teorías.[4] Juan Pablo II había intuído que a la larga, el desarrollo es para todos o no es para nadie, y es patente que no se ha conseguido ni bajo el marxismo ni bajo el capitalismo liberal.

La solidaridad consiste en que todos se sientan responsables de todos

 

 

Continuemos con el análisis de la situación que Juan Pablo II hace en Sollicitudo rei socialis. Una consecuencia de la interdependencia de las naciones es que hace indispensable la solidaridad. El llamamiento a la solidaridad es quizás el mensaje central de Juan Pablo II en Sollicitudo rei socialis. Benedicto XVI cuando, en el capítulo tercero de Caritas in veritate, trata sobre Fraternidad, Desarrollo Económico y Sociedad Civil, dice que La solidaridad consiste en primer lugar en que todos se sientan responsables de todos; por lo tanto no se la puede dejar solamente en manos del Estado (N° 38). Ya veremos cómo Benedicto XVI da importancia al sentido del don, de la gratuidad, concepto desconocido en el ambiente mercantil, en el cual el único principio es el lucro. Es común el dicho: “A uno no le regalan nada”, o también: “A mí nadie me ha regalado nada”.

Todos somos responsables de todos. Lo que importa y significa el concepto cristiano del don, del dar gratis. Pensamientos bien importantes que hay que desarrollar más adelante.

Los bloques político-militares oriente-occidente raíz de los males del hemisferio sur

Continuemos con Sollicitudo rei socialis. Después del análisis sobre la interdependencia de las naciones y de sus consecuencias, Juan Pablo II analiza las causas políticas de las diferencias entre pueblos ricos y pobres. El Papa señala que el cuadro político de los dos bloques: Oriente-Occidente, inspirado el uno en el sistema colectivista marxista y el otro en los principios del capitalismo liberal, – ese cuadro de la división en dos bloques -es la raíz última de los problemas del hemisferio sur.[5]

De manera que las diferencias políticas entre oriente y occidente tenían consecuencias negativas en el hemisferio sur, es decir en nuestras naciones. Y es que las naciones del sur quedamos bajo la influencia de uno de los dos bloques. Algunos gobiernos escogieron uno u otro bloque; a otros les tocó por su situación geográfica y todavía a otros, los obligaron por la fuerza. El dinero que se debería haber empleado en el desarrollo se empleó en la carrera armamentista, la propaganda, el adoctrinamiento.

Repetimos la triste historia

Pensemos en la situación de Colombia hoy, cuando sus vecinos se están devolviendo al socialismo, y el presidente de Venezuela trata de aislarnos con la manipulación del comercio entre los dos países. Los más perjudicados son los trabajadores que viven del comercio entre nuestros países.

Las consecuencias negativas de la contraposición de bloques políticos no se originan en que libremente se escoja uno u otro sistema de organización de la sociedad, sino en la pretensión de presentarse cada sistema como el único aceptable, y en tratar de imponer a los demás por la fuerza y a cualquier precio, la voluntad de sus dirigentes. SRS en el N° 37 explica esa posición como un mal moral, fruto de muchos pecados, como la sed de poder, que llevan a una estructura de pecado.

Diversas ideologías, diversas visiones del ser humano

Las posiciones políticas contradictorias (marxismo-capitalismo) no afectan solamente a los sistemas de gobierno; como se originan en ideologías diversas, que tienen visiones distintas del ser humano, de su libertad y de su misión en la sociedad,[6] afectan a toda la organización social.

Esas maneras diversas de entender al hombre y a la sociedad conducen no sólo a sistemas políticos distintos, sino también a modelos económicos diversos, que incluyen formas contrapuestas, entre otras, de la organización del trabajo y de las estructuras de la propiedad.

Se sacrifica a la persona en beneficio de la economía

Debemos tener en cuenta que los sistemas marxista y capitalista comparten en común su materialismo y la subordinación de la persona humana a la economía, al capital. La persona humana queda subordinada a las exigencias de la planificación económica, en el marxismo y al lucro, en el capitalismo. Un desarrollo orientado por esas ideologías no es un desarrollo integral, pues se tiene en cuenta solamente el desarrollo de la dimensión económica; en ellas el hombre queda al servicio de la economía y no la economía al servicio del hombre. Se sacrifica a la persona en beneficio de la economía. Se maltrata al ser humano, se le exigen sacrificios injustos, en favor de una economía que para nada lo favorece.

La carrera armamentista

Una consecuencia grave de la contraposición de ideologías, en los países del hemisferio norte, fue que el afán de dominio condujo a la escalada militar. El mundo vivió en ascuas, temiendo los horrores de una guerra nuclear. Cada uno de los bloques y de los países que los conformaban, trató de armarse mejor que el otro. Dice Juan Pablo II en el N° 20, de Sollicitudo rei socialis:

Es inevitable que la contraposición ideológica, al desarrollar sistemas y centros antagónicos de poder, con sus formas de propaganda y de doctrina, se convirtiera en una creciente contraposición militar, dando origen a dos bloques de potencias armadas, cada uno desconfiado y temeroso del prevalecer ajeno.

A su vez, las relaciones internacionales no podían dejar de resentir los efectos de esta «lógica de los bloques » y de sus respectivas « esferas de influencia». Nacida al final de la segunda guerra mundial, la tensión entre ambos bloques ha dominado los cuarenta años sucesivos, asumiendo unas veces el carácter de « guerra fría », otras de «guerra por poder» mediante la instrumentalización de conflictos locales, o bien teniendo el ánimo angustiado y en suspenso ante la amenaza de una guerra abierta y total.

Si en el momento actual tal peligro parece que es más remoto, aun sin haber desaparecido completamente, y si se ha llegado a un primer acuerdo sobre las destrucción de cierto tipo de armamento nuclear, la existencia y la contraposición de bloques no deja de ser todavía un hecho real y preocupante, que sigue condicionando el panorama mundial.

Los países pequeños repiten los errores de los grandes

Preocupa que la historia parece repetirse: la memoria del ser humano es frágil y tiende a repetir los mismos errores. Se vuelve a hablar ahora, también en nuestros países pobres, de potencias nucleares, de gastar en aviones, tanques y buques de guerra lo que se debería emplear en satisfacer el hambre, la falta de vivienda, la educación, la salud.[7]

Cuando Juan Pablo II escribió Sollicitudo rei socialis, aparecía una luz de esperanza: Gorbachov dejaba ver en su libro Perestroika. Un mensaje a Rusia y al mundo entero, que era posible un comienzo de distensión. La economía de Rusia, sofocada por los gastos militares y la ineficacia administrativa, llevó a ese país a una situación insostenible que cambió su historia. Voy a leer unas líneas del mencionado libro de Gorbachov, donde expone su cambio de actitud. Dice:

(…) me gustaría dejar bien claro que, aunque nosotros, los soviéticos, estamos a favor del socialismo ( y ya he explicado por qué), no pretendemos imponer nuestras opiniones a nadie. Que cada cual tome sus propias decisiones; ya se encargará la historia de ponerlo todo en su lugar (33-34)[8]


[1] Cf WEB Caritas in veritate, en el actual debate filosófico-social, entrevista con el filósofo Rodrigo Guerra López Véase también: “Visión cristiana del hombre y del desarrollo, http://www.instituto-social-leonxiii.org/articulos/pdf/2009TeresaCompte.pdf

[2] La Santa Sede se asoció a la celebración de ese Año Internacional con el documento de la Pontificia Comisión Justicia y Paz: ¿Qué has hecho tú de tu hermano sin techo? La Iglesia ante la crisis de la vivienda (27 de diciembre, 1987). En 1982 la ONU designó a 1987 como el Año Internacional de las personas sin hogar.

[3] Cf Pablo VI, Octogesima adveniens, 8-9

[4] Cf Ildefonso Camacho, opus cit Pg. 501

[5] Ildefonso Camacho, opus cit., Pg. 501ss

[6] Sobre estas ideas véase Sollicitudo rei socialis, 20f y Octogesima adveniens 26-36.

[7] En estos días,- septiembre 2009, – el presidente de Brasil, Lula da Silva, adelanta negociaciones con Francia, para adquirir aviones de combate, submarinos , helicópteros de transporte militar y el casco de un submarino que Brasil pretende transformar en nuclear. Las transacciones se calculan en 5.000 millones de euros, Portafolio, 8 de septiembre, 2009, 18. Chaves, presidente de Venezuela, visita a Rusia para continuar sus negociaciones armamantistas. Ya estuvo en Irán y Libia estrechando su amistad revolucionaria con esos líderes, que no son pacifistas.

[8] Citado por Ildefonso Camacho, opus cit., nota 18, Pg 504