Reflexión 149 Caritas in veritate (VII)

 

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Del Vaticano II al Sínodo de 1974

 

 

En el estudio de los antecedentes históricos de la encíclica social de Benedicto XVI Caritas in veritate, hemos recorrido ya el camino desde la constitución pastoral Gaudium et spes, del segundo Concilio Vaticano, hasta los documentos de los Sínodos de los Obispos de 1971 y 1974, en el pontificado de Pablo VI, a quien hemos reconocido como un Papa muy comprometido con los pobres, defensor y vocero de los pueblos sin voz en los grandes foros internacionales.

 

 

Vayamos ahora a Populorum progressio

 

 

Vayamos ahora a Populorum progressio, la encíclica de Pablo VI sobre el desarrollo de los pueblos. Precisamente en la celebración de los 40 años de la publicación de esta encíclica Benedicto XVI ha  entregado al mundo la encíclica Caridad en la verdad, que es una luz en medio de la oscuridad de la crisis económica y financiera del mundo.

 

Habíamos dicho que la orientación de Populorum progressio se puede resumir en tres palabras, que son: urgencia, acción y solidaridad. Las tres palabras se refieren a un desarrollo económico integral y solidario, que se requiere con urgencia y que hay que buscarlo de manera activa y solidaria: es urgente y requiere acción de todos, solidaria.

 

Encontramos también ya en la encíclica de Pablo VI una clara  decisión de optar por la defensa de los pueblos más atrasados de la tierra que como dijimos, convierte al Papa en su vocero y defensor. No es extraño que de allí en adelante la Iglesia declare repetidamente, como lo hizo en Aparecida y antes en Puebla y Santo Domingo, su opción preferencial por los pobres.

 

Tengamos presente que cuando Populorum progressio habla de solidaridad se refiere al desarrollo integral solidario. El contenido de esta encíclica se divide en dos partes, de acuerdo con las dos dimensiones del auténtico desarrollo, que debe ser: integral y solidario. Las dos dimensiones deben ir juntas. Por eso en los números 43-44, Pablo VI dice que el desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad.

 

En el desarrollo, la connotación integral se refiere al desarrollo que debe darse en la persona humana completa, no sólo en lo material, sino teniendo en cuenta su ser trascendente, y que el desarrollo debe ser solidario se refiere a un esfuerzo conjunto de toda la humanidad para garantizar el desarrollo a través de las relaciones (económicas y sociales) entre los pueblos, esfuerzo (…) donde la principal responsabilidad corresponde a los pueblos más favorecidos.

 

 

Pueblos de primera y de segunda categoría

 

Con solidaridad hay que trabajar para que termine esa discriminatoria clasificación en pueblos desarrollados y subdesarrollados, pueblos ricos y pueblos pobres, en una palabra, pueblos de primera y de segunda categoría. La globalización, tan mencionada ahora, debería orientarse hacia la consecución de una globalización, en el sentido de una comunidad universal, la unión de  todos los pueblos en igualdad de condiciones de desarrollo.

 

No podemos olvidar que Juan Pablo II celebró los 20 años de Populorum progressio con su encíclica Sollicitudo rei socialis (La preocupación social de la Iglesia). Si tratamos de poner en contexto la encíclica Caritas in veritate, sería imperdonable pasar por alto la encíclica de Juan Pablo II. Es un paso adelante en el desarrollo de la D.S.I. Si nos detenemos en Sollicitudo rei socialis, abarcamos igualmente a Populorum progressio, por eso vamos a pasar directamente a Sollicitudo rei socialis, de Juan Pablo II.

 

 

¿Cómo se preparó Sollicitudo rei socialis?

 

La encíclica Sollicitudo rei socialis fue objeto de un cuidadoso estudio previo y tuvo aportes de varios especialistas en los temas que trata. Se comenzó con una consulta del Pontificio Consejo Justicia y Paz a las Conferencias Episcopales de toda la Iglesia, con motivo del aniversario de la encíclica Populorum progressio. De las respuestas de los obispos se elaboró un catálogo de problemas del mundo y de su estudio se encargó a algunos expertos. Citan los historiadores de la encíclica, en particular al jesuita francés Jean-Ives Calvez y al sacerdote polaco Tadeusz Styczen.[1]

 

Debemos saber que un documento tan importante como una encíclica lo prepara la Iglesia con mucho esmero. El Papa cuenta con muy buenos asesores, conocedores de los temas que va a tratar. Es que el Espíritu Santo quiere que pongamos los seres humanos nuestra parte, que hagamos el esfuerzo. Él está allí para inspirar y apoyar, pero no es del modo de actuar Dios, asumir todo el trabajo. Para eso dotó al ser humano de inteligencia, de talentos que debe usar y de cuyo uso tendrá que dar cuenta.

 

 

San Ignacio de Loyola

Ingenuamente providencialista y concienzudamente racional

 

Sobre el papel de la persona humana en las obras apostólicas,  San Ignacio de Loyola proponía como norma la que él practicaba: confiar en Dios como si todo dependiera de Él  y poner los medios humanos como si todo dependiera de nosotros. De él dice un autor que era ingenuamente providencialista y concienzudamente racional.[2]

 

 

En la redacción de Sollicitudo rei socialis tomaron parte, además de Juan Pablo II, quien personalmente escribió algunas partes de su puño y letra y revisó y corrigió todo, el vicepresidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, – el argentino Monseñor Jorge Mejía, – los ya nombrados padres Calvez y Styczen, el dominico P. Carlos Soria y antes de su publicación revisaron el texto algunos cardenales, entre otros el entonces Cardenal Ratzinger. El proceso de la concienzuda  preparación de Sollicitudo rei socialis retrasó un poco su publicación, que se quería coincidiera con el vigésimo aniversario de Populorum progressio. Como recordamos, la encíclica de Pablo VI se publicó en 1967 y la de Juan Pablo II en 1988.

 

 

Recorranos, someramente, el contenido de Sollicitudo rei socialis. Esta presentación nos puede ser muy útil para comprender luego en su contexto la encíclica Caritas in veritate.

 

Continuidad y renovación de la D.S.I.=validez

 

Juan Pablo II empieza por explicar en la introducción, que su encíclica tiene dos objetivos: conmemorar el 20 aniversario de Populorum progressio y afirmar la continuidad y al mismo tiempo la renovación de la D.S.I., con lo cual se destaca su perenne validez.

 

El contenido de Sollicitudo rei socialis lo explica Juan Pablo II anotando que el mundo, que vive en perpetua aceleración, ha sufrido notables cambios desde Populorum progressio y por eso es necesario continuar la reflexión sobre la dimensión moral del desarrollo y el alcance mundial de sus problemas.  Podemos darnos cuenta de que estas anotaciones son aplicables también a Caritas in veritate: los continuos cambios en el mundo, con nuevos problemas, que hacen necesaria la necesidad de una nueva reflexión sobre la dimensión moral, ética, de los problemas del desarrollo.

 

Podemos ver en esta primera parte de Sollicitudo rei socialis (La preocupación social de la Iglesia) que se asume la metodología de VER-JUZGAR-ACTUAR: se presenta en los capítulo 3° a 6° una visión de la situación del mundo en el tema del desarrollo. En el capítulo 3° se trata, en particular, sobre las causas políticas de los problemas del desarrollo; recordemos que el mundo se encontraba entonces dividido en los bloques oriente-occidente. Después de la presentación del panorama mundial sigue en el proceso el paso llamado JUZGAR esa realidad con una reflexión ética y cristiana  (cc. 4° y 5°, hasta el N° 38). En el tercer paso, ACTUAR, se proponen las líneas de acción (capítulo 5° desde el N° 39 y el cap. 6°) El capítulo final (7°) termina con una breve conclusión.

 

En esta breve síntesis del orden de presentación de Sollicitudo rei socialis observamos que luego del comprender la realidad del mundo en el tema del desarrollo se hace un juicio moral de la solución, no un juicio sobre lo acertado de las soluciones técnicas. La orientación de toda la D.S.I. es ética y religiosa; se tratan los problemas del mundo desde la fe y desde  la moral natural. Ese es el juicio en el 2° paso, -JUZGAR,- después de VER. En ACTUAR, en esta encíclica Sollicitudo rei socialis no se pretende ofrecer soluciones de orden técnico, sino orientaciones sobre el camino por el que deben dirigirse los esfuerzos, de acuerdo con el Evangelio. Claro que al estudiar la situación del mundo es necesario tener en cuenta terrenos de la economía y de la política o se estaría fuera de la realidad de que se trata. En el caso de Juan Pablo II un elemento nuevo es la consideración de la dimensión internacional de la D.S.I. Las exigencias de la D.S.I. en el campo internacional. [3]

 

 

Los tres niveles de discurso en Sollicitudo rei socialis

 

En el desarrollo de esta encíclica se pueden observar tres niveles de discurso: el primero lo podemos llamar reflexión sociopolítica, en el primer paso, VER; en él se utilizan los métodos de las ciencias sociales para interpretar las crecientes diferencias entre naciones ricas y pobres. Esas interpretaciones fueron especialmente criticadas en los respectivos medios, cuando en la encíclica se rechazan el capitalismo liberal y el colectivismo marxista.

 

No es, sin embargo, el sociopolítico el tema esencial de la encíclica; es necesario tenerlo en cuenta para tener claridad sobre la situación del mundo, pero el objetivo esencial de Sollicitudo rei socialis es ofrecer una reflexión ética y cristiana sobre la realidad económica.

 

Miremos a qué se refiere esto de las reflexiones ética y cristiana que se pueden observar en la encíclica de Juan Pablo II. [4]

 

La reflexión ética pertenece al ámbito de la ética natural. Recordemos que la ética natural busca fundamentos no religiosos, para diferenciar lo bueno de lo malo. Pensaron los estudiosos de la ética, que es conveniente buscar razones para que, cada persona individualmente, pudiera encontrar razones no religiosas para obrar bien, pues esas razones o fundamentos, en la distinción entre el bien y el mal, deben ser útiles también a los no creyentes. Sucede sin embargo, que las personas vivimos en comunidad, en sociedad y

 

una persona puede obrar de forma impecable, con la mejor voluntad y la mejor intención, y encontrarse con que los resultados de su actuación son catastróficos. Y no sólo porque las consecuencias de nuestras acciones no siempre están en nuestras manos, sino también porque nuestras decisiones se unen a las de otros y el resultado final es el de la «acción colectiva», y no el de la acción individual.[5]

Un ejemplo claro de una decisión individual de la cual resultan consecuencias que afectan a la comunidad para bien o para mal, es la decisión del voto. En las elecciones cada ciudadano escoge libremente y según su conciencia por quién debe votar, pero ese voto individual se suma a los de todos los demás. Mi decisión permite la elección de buenos  o malos candidatos, que ayuden o pongan obstáculos al logro del bien común.

 

 

¿Conviene sustituir la ética individual por la ética social?

 

Sugieren algunos que se debería sustituir la ética individual por la ética social. Quizás que eso sea adecuado cuando se trata de comportamientos políticos, económicos, sociales, que tienen necesariamente implicaciones en las organizaciones de todo tipo y en la comunidad en general, pero la buena intención personal, la honradez, la lealtad y la credibilidad, en las personas individualmente consideradas, siguen siendo indispensables para vivir, todos, una vida verdaderamente humana.[6]  Nuestros principios, actitudes, valores, en fin, nuestra conducta personal, nuestro modo de vivir, deja una marca en la comunidad, que por nosotros es mejor o peor.

 

Al reflexionar sobre el desarrollo integral de los pueblos podemos concluir que la ética importante es la ética social, pues se trata de comportamientos que tienen implicaciones de inmensas consecuencias en la sociedad; por ejemplo nos podemos preguntar con toda razón ¿qué es una sociedad justa?, sin embargo el que una sociedad sea o no justa se fundamenta en las decisiones y comportamientos de personas individuales. Por eso la ética social no puede sustituir a la ética individual sino complementarla.

 

¿Por qué Juan Pablo II dedica un espacio en su encíclica Sollicitudo rei socialis, no sólo a una reflexión cristiana, desde la visión de la fe, sino también desde la ética natural?

 

 

La ética natural y la moral cristiana

 

Juan Pablo II distingue claramente los dos pensamientos, el de la ética natural y el de la moral cristiana, en su encíclica. Esto es claro en el N° 38ª, por ejemplo, en donde expone la necesidad de la “conversión” (concepto cristiano), y en los números  38f y 40ab el sentido de la solidaridad, como virtud cristiana que se entrega al bien común.

 

Juan Pablo II no dedicó esta encíclica solo a los católicos. Recordemos que se dirige también a todos los hombres de buena voluntad. El Papa quería que los cristianos conociéramos muy bien el punto de vista del Evangelio en estos temas sociales, para garantizar la presencia del pensamiento del Evangelio en la sociedad; veía Juan Pablo II la importancia de que los católicos tuviéramos elementos que nos permitieran dialogar con los no creyentes, para lo cual es muy importante conocer sus puntos de vista y sus principios éticos.

 

Juan Pablo II quería pronunciar una palabra claramente cristiana sobre la realidad del desarrollo injusto en los países pobres y al mismo tiempo presentar reflexiones de una ética natural. No es raro que en el mismo tema pase de la ética natural a una reflexión de carácter cristiano. Por ejemplo en el N° 36 pasa del análisis sociopolítico de una sociedad dividida en bloques, presididos por ideologías dominadas por distintas formas de imperialismo, a referirse a las estructuras de pecado; califica a ese mundo, dividido en bloques, de estar sometido a estructuras de pecado. 

 

Es muy interesante observar que la crisis mundial actual ya la preveía Juan Pablo II en su análisis de la situación de hace 20 años, en su análisis del subdesarrollo.

 

 

El objetivo último de  Sollicitudo rei socialis es ético y doctrinal

 

Es verdad que Juan Pablo II quería con su encíclica rendir un homenaje al “histórico” documento Populorum progressio, pero el objetivo último de ella es ético y doctrinal. Como decíamos antes, la orientación doctrinal y ética de Sollicitudo rei socialis, reafirma también la continuidad y constante renovación de la D.S.I. Este doble objetivo lo declara en el N° 4d:

 

La presente reflexión tiene la finalidad de subrayar, con la ayuda de la investigación teológica sobre la realidad contemporánea, la necesidad de una concepción más rica y más diferenciada del desarrollo, según las propuestas de la encíclica; y de indicar algunas formas de llevarla a la práctica.

Es necesario tener presente que el objetivo de la encíclica Sollicitudo rei socialis, de Juan Pablo II, es de carácter ético y doctrinal. ¿Por qué el Papa continúa esa reflexión, después del histórico documento Populorum progressio? Porque después de publicada la encíclica de Pablo VI, se puede verificar que la situación en vez de mejorar ha empeorado y conviene analizar las causas del deterioro. Algo parecido sucede ahora cuando Benedicto XVI escribe Caritas in veritate. Han cambiado algunas condiciones, pero no para mejorar el desarrollo. La encíclica de Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, ofrece este resultado del diagnóstico al que llega luego de estudiar la realidad contemporánea:

 

 

a-    Las diferencias entre los pobres y los ricos se han agravado

 

b-    Un hecho que se debe tener en cuenta en esta situación es la interdependencia de los pueblos. (Hoy diríamos las consecuencias de la globalización).

 

c-    Es necesario analizar las causas políticas, es decir la división del mundo en los dos bloques oriente-occidente. Juan Pablo II vivía esa situación con especial conocimiento de su país, Polonia, y la de sus vecinos dominados por dictaduras comunistas.

 

 

Diferencias, interdependencia y causas políticas del deterioro

 

Veamos cómo se tratan esos tres elementos en la encíclica de Juan Pablo II.

No hay dudas de que las distancias entre los países ricos y los pobres se han agravado. Los datos fríos, estadísticos y sociológicos, lo demuestran. Las diferencias crecientes son patentes no sólo entre los bloques oriente-occidente, sino entre el hemisferio norte y el sur. Ha habido esfuerzos de las Naciones Unidas por mejorar las cosas, pero no han sido suficientes. Las esperanzas de mejoría, que todavía se abrigaban en los años sesenta, se han perdido. Y es que no sólo los indicadores económicos y sociales  señalan el deterioro en el desarrollo de los pueblos, sino que se presentan otras formas de pobreza, como la limitación o negación de los derechos humanos. El subdesarrollo no es solamente económico sino también cultural, político y simplemente humano.

 

Estas consideraciones nos traen necesariamente a nuestra época, cuando en algunos países se pretende limitar, – luego llegarán a negar,- derechos humanos como la libertad religiosa, el derecho a participar libremente en la vida política, la libertad de expresión, de asociación y de participar en la creación de empresas en las actividades  económicas. Cuando Juan Pablo II hacía ese análisis se vivían las dictaduras. En nuestro mundo contemporáneo algunos países parecen empeñados en regresar al pasado que dejó tantas tristezas.

 

 

Es increíble que España, que nos trajera la fe, quiere volverse atea y los católicos se vean obligados a movilizar a sus connnacionales, por medido de Facebook, a la campaña Sí al Crucifijo“, en oposición al retiro de los símbolos religiosos de los colegios y edificios públicos, medida anunciada por el Ministro de Justicia, Francisco Caamaño.

 

 

Aunque al final del capítulo 3° de Sollicitudo rei socialis, se presentan algunos signos de esperanza, el panorama presentado en la encíclica es bastante pesimista.

 

Fernando Díaz del Castillo Z.

Escríbanos a: reflexionesdsi@gmail.com


[1] Cf Ildefonso Camacho, S,J., Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica, Pgs. 496ss

[2] Cf José Ignacio Tellechea Idígoras, Ignacio de Loyola, solo y a pie, Ediciones Sígueme, Pg. 403

[3] En toda esta reflexión he seguido las orientaciones del citado libro: Ildefonso Camacho, S,J., Doctrina social de la Iglesia, una aproximación histórica.

[4] Esta reflexión está basada en  Adela Cortina, El quehacer ético, guía para la educación moral, AULA XXI, Santillana. 

[5] Cf Adela Cortina, opus cit.

[6] Ibidem