Reflexión 118 Crisis Financiera y Doctrina Social de la Iglesia

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Desarrollo para el hombre (IV)

Dedicamos algunos de las anteriores reflexiones a estudiar el desarrollo económico visto desde la perspectiva del Evangelio. Fue oportuno, por la coyuntura de crisis económica y financiera que preocupa en estos días al mundo. Si se trata de resolver esta situación sólo con argumentos técnicos de la economía y las finanzas la solución será incompleta. Las causas de esta crisis no han sido sólo técnicas; son también, en la raíz, de índole moral. Así lo anotaba en estos días, en declaraciones para Radio Vaticano monseñor Giampaolo Crepaldi, secretario del Consejo Pontificio “Justicia y Paz”.[1]

Esta crisis financiera, afirmó, “pone en evidencia lo que la Doctrina social de la Iglesia afirma desde hace mucho tiempo: cuando un sistema económico-financiero entra en crisis, nunca es por motivos económicos o financieros, sino porque en su origen ha habido una herida en el sistema moral global”.

Una crisis financiera con raíces en lo moral

Anotaba monseñor Crepaldi que para superar la crisis es necesario restablecer la confianza, y ese no es un elemento económico o financiero, sino una actitud ética y afirmó que “No se habría llegado al punto en que estamos si hubiéramos tratado al mercado como un medio y no como un fin”.

El dinero, las ganancias, el mercado, la economía, se tienen que tratar como medios en beneficio del hombre, – de todos los seres humanos, – y no como un fin en sí mismo, y tampoco sólo en beneficio de los más hábiles en el manejo de esos medios, con menoscabo de los más débiles, que están en estado de indefensión, ante las exigencias de las entidades financieras, por ejemplo. De manera que este tema está íntimamente relacionado con la D.ctrina.Social de la Iglesia. En la raíz de la actual crisis económica y financiera hay causas que no son técnicas.

En la misma línea observó el arzobispo Adrián Van Luyn, S.D.B., arzobispo de Rotterdam y presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea, que lo que se pone en duda hoy no es el modelo económico, sino el modelo de nuestra sociedad. Los obispos en su reunión del l2-14 de noviembre habían observado que Un modelo económico que se basa en el consumo continuado y sin límites de recursos limitados solo puede  terminar en lágrimas”. El obispo Van Luyn dijo que la crisis de los mercados mundiales había sacudido fuertemente la confianza pública en el orden económico y social y tendría consecuencias económicas, sociales y políticas que sólo podemos ahora imaginar. (Cf Revista “AMERICA”, Signs of the Times, from CNS and other sources, December 1, 2008)

Concluimos en el programa pasado, que de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, el desarrollo económico, – y podemos ampliar esta afirmación al manejo general de la economía, – debe ser integral y solidario; es decir, no puede orientarse sólo al desarrollo material, sino que debe considerar al ser humano completo: cuerpo y espíritu, con necesidades materiales, sí, pero también con necesidades espirituales, intelectuales y morales.

Tanto el capitalismo neoliberal como el comunismo, piensan en el desarrollo sólo como un proceso de progreso material, por lo tanto incompleto, y al ser humano lo deshumanizan, lo alienan, al considerarlo sólo como un instrumento de producción y de consumo. El ser humano, como imagen de Dios, es mucho más que eso, trasciende lo material. No puede el ser humano vivir una vida digna, si sólo se consideran sus necesidades materiales y su papel de productor o consumidor.

La planeación del desarrollo debería preferir a los pobres

El desarrollo considerado desde el punto de vista cristiano, debe ser integral y solidario, de manera que, si es integral, debe considerar al ser humano íntegro, completo, y como solidario, el desarrollo debe favorecer a todos los seres humanos, sin importar su raza o su ubicación geográfica. Siendo solidarios, si a alguien debieran preferir los que planifican y ejecutan los planes de desarrollo, debería ser a los que están más lejos de las condiciones necesarias para vivir una vida digna. El desarrollo debería preferir a los pobres. Por eso decíamos que el desarrollo económico nos presenta un desafío moral y no solamente un desafío económico y técnico. Por tener en cuenta sólo lo económico y lo técnico, los enfoques del capitalismo neoliberal del desarrollo favorecen primero a los que ya lo tienen todo y las necesidades de los pobres no son su prioridad.

¿Hay que hacer crecer la torta?

Se suele decir que primero hay que aumentar el tamaño de la torta para que haya qué repartir; eso parece lógico, porque ¿qué se reparte si no hay torta o si la torta es demasiado pequeña?, y eso estaría bien si con ese fin se hiciera crecer la torta y en el proceso se fuera repartiendo la disponible para reparto de manera equitativa.

Se requiere un cambio en la mentalidad de los que manejan la economía y los mercados. Necesitan ellos, primero, visión cristiana, y luego creatividad y conocimientos para encontrar los medios para cumplir bien su oficio, porque si hay que hacer un alto y desacelerar el crecimiento para solucionar antes el problema del hambre, se debería hacer. Lo que sucede es que el manejo de las políticas económicas mundiales no lo controla un solo país, y los países más poderosos no parecen dispuestos a renunciar a sus comodidades.

¿Qué significa modernizar el multilateralismo?

Con motivo de la crisis económica hablan ahora de modificaciones al banco mundial y al fondo financiero internacional. Robert B. Zoellick, presidente del Banco Mundial, afirmó que los acontecimientos nos indican que tenemos que modernizar el multilateralismo y los mercados globales para la nueva economía del siglo XXI”.[2] ¿Qué entienden por modernizar el multilateralismo, (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), y los mercados globales? Allí está el meollo de la cuestión: ¿qué habría que hacer para modernizar esos manejos de la economía? ¿Se trata sólo de utilizar técnicas modernas más sofisticadas?

Estas palabras del director gerente del fondo monetario internacional, señor Dominique Strauss-Kahn también aportan elementos para nuestra reflexión.[3] Dijo en una rueda de prensa:

“no deben olvidar las otras crisis, incluso cuando en estas reuniones se ha dedicado hasta un 95% de la atención a la crisis financiera”.

La atención se ha puesto en la solución de la crisis financiera, pero no se piensa mucho en solucionar la crisis ya larga del hambre en el mundo ni en la del deterioro del medio ambiente. El director del fondo monetario internacional, se refería seguramente a las crisis de los países pobres, que no se resuelven entregando dinero a los bancos de los Estados Unidos, Europa o el Japón, para que no quiebren. Por eso Zoellick añadió, que si la crisis se prolongaba, los países en desarrollo “se enfrentarán a graves retrocesos” en los avances logrados para mejorar la vida de sus poblaciones.

Esta es una catástrofe múltiple generada por el hombre

“Los daños en algunos casos pueden ser irreversibles”, afirmó. “Alrededor de 100 millones de personas ya han caído en la pobreza este año y el número crece”.

Dijo que el Banco y el FMI trabajarán en “una amplia variedad de recursos: financieros, analíticos y asesoría para ayudar a las naciones en desarrollo a reforzar sus economías, impulsar su sistema financiero, promover el crecimiento y proteger a los más vulnerables”.

“Esta es una catástrofe generada por el hombre”, dijo Zoellick. “Las respuestas y acciones para enfrentarlas están en nuestras manos”.

Sobre el deterioro del medio ambiente, Tony Blair, que fue primer ministro del Reino Unido, dijo en estos días, que algunas personas afirmarán que en una situación económica dura, como la actual, no se puede actuar sobre el problema de la contaminación, pero yo diría exactamente lo contrario, dijo. Hemos aprendido lo suficiente para saber que la seguridad energética, lo mismo que el clima nos indican que tenemos la obligación de actuar y la necesidad de estimular nuestra economía nos ofrece la oportunidad de acometer algunas de las soluciones críticas al reto de disminuir las emisiones contaminantes.[4]

Ante una crisis con raíces en lo moral no son suficientes la ciencia y la técnica

De manera que se trata de una múltiple catástrofe generada por el hombre y las respuestas y acciones están en manos de los hombres. Naturalmente, están en manos de los que conducen la economía mundial. Las soluciones de esta problemática definitivamente necesitan gente comprometida con la ética y con la ciencia. No son suficientes la ciencia y la técnica. ¿Será que los responsables de la conducción del desarrollo del mundo piensan en cambios estructurales, de fondo, en beneficio de todo el ser humano y de todos los seres humanos?

Por lo pronto hay algo claro, y es que no se piensa siquiera en que haya que tocar el capitalismo neolioberal para convertirlo en un capitalismo social. Eso parecen reflejar las declaraciones de los líderes mundiales.

Los presidentes de las principales potencias económicas del planeta, conocidos como el grupo G-20, se reunieron en Washington y acordaron tomar medidas conjuntas, para prevenir un mayor deterioro de la economía mundial y para asegurar que este tipo de crisis económicas “no se repitan”.

(…) los países integrantes del grupo G-20 se comprometieron a establecer un mayor nivel de cooperación para la reglamentación del sistema financiero internacional y respaldaron los planes gubernamentales ya en curso para salvar sus respectivas economías.

También llamaron a reformar el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el fin de darles mayor poder a los países con economías emergentes / en la dirección de estos organismos internacionales.

Sin embargo, se trata sobre todo de una lista de recomendaciones y principios y no de medidas específicas y concretas, ya que existen desacuerdos entre los países miembros. [5]

La posición de los EE.UU. se refleja en estas palabras del P. Busch en esa reunión del G-20:

“La mejor forma de solucionar nuestros problemas y solucionar los problemas de nuestros pueblos / es que exista crecimiento económico, y el mejor camino hacia ese crecimiento es el capitalismo y el libre comercio”, aseguró.

Ante la crisis financiera ¿qué nos dice la Iglesia?

Ahora demos una mirada a nuestro campo. ¿Qué nos dice la Iglesia?

Sobre el papel de la Iglesia en el desarrollo, vimos que la función del magisterio es formar nuestras conciencias, orientarnos para que sepamos VER y JUZGAR las situaciones con los ojos de la fe y ACTUAR en consecuencia. ACTUAR es definitivo. Las ideas solas no funcionan si no se llevan a la práctica.

En la lucha por el desarrollo, los seglares, que también somos Iglesia, tenemos una tarea de gran responsabilidad. Nos dijo Pablo VI que a los seglares nos corresponde penetrar de espíritu cristiano la mentalidad y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en que vivimos.[6] Aparecida, tomando palabras del documento de Puebla, dijo que los laicos somos o mejor, debemos ser, “hombres de la Iglesia en el corazón del mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia”. Nuestros obispos advirtieron que para cumplir nuestra misión, los laicos necesitamos algo que nuestros pastores nos deben ayudar a conseguir:

una sólida formación doctrinal, pastoral, espiritual y un adecuado acompañamiento para dar testimonio de Cristo y de los valores del Reino en el ámbito de la vida social, económica, política y cultural.[7]

¿Dónde están los católicos del Parlamento, de las Cortes, del Gobierno?

Hace falta un esfuerzo profundo y creativo de nuestros pastores y de las universidades católicas, para que la doctrina del Evangelio llegue a los formadores de opinión y a los que toman las grandes decisiones en la sociedad, de manera que con su actuación sean la Iglesia en el corazón del mundo. Personas así hacen falta en el gobierno, en las Cortes, en el Parlamento, en las empresas, naturalmente en los bancos, en los medios de comunicación, en los sindicatos y en los gremios; personas con una sólida formación doctrinal, pastoral, espiritual y un adecuado acompañamiento para dar testimonio de Cristo y de los valores del Reino.

¿Dónde están los parlamentarios católicos cuando se aprueban leyes abiertamente contra las enseñanzas del Evangelio, en materias como la defensa de la vida, la familia, la justicia social? Han aparecido, gracias a Dios, algunos que confiesan su fe, pero son una minoría, valiente, pero no hacen mayoría.

Acompañamiento pastoral de una nueva generación de católicos comprometidos en la política

Es éste, la participación de los laicos en política, un tema de permanente preocupación en la Iglesia. En estos días, el lunes 17 de noviembre pasado, Benedicto XVI recibió en audiencia a los participantes en la XXIII asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para los Laicos, con motivo del vigésimo aniversario de la exhortación apostólica Christifideles Laici, de Juan Pablo II, que se considera la Carta Magna del laicado católico.[8] Mostró el Santo Padre su preocupación por la participación de los laicos en la vida pública, especialmente “la urgencia de la formación evangélica y del acompañamiento pastoral de una nueva generación de católicos comprometidos en la política”.

Repitió una vez más el Santo Padre, que los políticos cristianos deben ser “coherentes con la fe profesada, tener rigor moral, capacidad de juicio cultural, competencia profesional y pasión de servicio hacia el bien común”.

Hemos dedicado bastante tiempo a reflexionar sobre el desarrollo económico, y también sobre la crisis financiera mundial, viendo estos temas con ojos cristianos, es decir, desde la perspectiva del Evangelio.

Por allá en el mes julio dedicamos más de una reflexión a la virtud del desprendimiento, y ante la crisis económica mundial es bueno recordarlo. Decíamos que el estar apegados a los bienes materiales nos impide muchas veces ser compasivos, ser solidarios. Viene bien recordar ahora que el individualismo, que es propio del capitalismo, no es solidario. Según el individualismo, cada uno se tiene que salvar con sus propios recursos. El individualismo debilita los lazos que nos unen, y niega la importancia esencial de las relaciones con los demás para vivir una vida feliz. En uno de esos programas citábamos a un jesuita irlandés, el P. McVerry, que hacía este planteamiento:

Para que el crecimiento económico de nuestro mundo sea tal que haga posible que todo el mundo goce del estándar de vida del mundo occidental, tendríamos que destruir el planeta con la contaminación. Simplemente no es posible que los que viven en pobreza extrema eleven su estándar de vida a uno como el nuestro, sin que el occidente reduzca su propio estándar. La espiritualidad del desprendimiento es la de aquellos que luchan por construir un mundo más justo.[9]

Renunciar a parte de nuestra comodidad

Decíamos entonces, en alguno de esos programas, que nos puede parecer extraño ese planteamiento: no es posible que los que viven en pobreza extrema eleven su estándar de vida,- su nivel de vida, – a uno como el nuestro, sin que el occidente reduzca su propio estándar, su propio nivel de vida. De manera que para que construyamos un mundo solidario, en vez de éste mundo en el cual la mitad de su población vive con menos de 5 mil pesos diarios, hay que hacer una pausa en el progreso material.

Tenemos que estar dispuestos a renunciar por lo menos a una parte de nuestra propia comodidad. La dificultad es que no parece que quienes manejan la economía mundial piensen así, en cristiano. De palabra se promete ayudar a los países pobres, pero para construir un mundo más justo se necesita la espiritualidad del desprendimiento. No es esa espiritualidad la que llene al mundo en que nos ha tocado vivir, en el cual más bien se busca la máxima comodidad, el máximo placer; un mundo en el cual se combate lo espiritual y se pretende desterrar a Dios.

Parece tonto renunciar a nuestra comodidad

Nos preguntábamos hace unos meses, cómo sería el mundo, si cumpliéramos lo que Dios quiere, y veíamos que la visión cristiana del mundo, que es como Dios lo quiere, es la de una comunidad, el Pueblo de Dios, y añadíamos que muchos pensarán que este pensamiento de un mundo solidario, comunitario, donde nos tratemos todos como hermanos, es completamente utópico. Repito las mismas palabras de ese programa: pretender un mundo solidario, donde cedamos de nuestra comodidad para que otros tengan una vida digna parecerá tonto. Dirán que es vivir en las nubes, que es un sueño imposible. Ahora, cerca de la Navidad, podemos afirmar como el P. McVerry, a quien citamos entonces, que eso es verdad; que pensar en un mundo así es un ideal inalcanzable, absurdo. Tan absurdo, como ver a un niño en un pesebre, un niño que no puede valerse por sí mismo, completamente dependiente de sus papás, y a ese niño llamarlo Dios. Es tan absurdo, como ver a un condenado a muerte en la cruz como a un criminal y a Él llamarlo Dios, Bondad Infinita. El cristianismo es de locos, dirán algunos. Así se ha calificado a los santos.

Pero el mundo no tiene salvación si no es en Jesucristo, aunque haya quienes se atrevan a afirmar que la religión es un producto de la ignorancia…Afortunadamente hay todavía muchos seguidores del Evangelio. Si procuramos seguir la doctrina de Jesucristo, ayudaremos a construir el Reino, el de la justicia y el amor y en consecuencia, el de la paz.

Volvamos a la Naturaleza de la Doctrina Social

Regresemos ahora, en estos pocos minutos, al estudio del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, ese estupendo libro preparado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz, que reúne de modo organizado, la doctrina social católica.

Debo aceptar que no es un libro fácil, porque es denso. Cada página contiene la síntesis de mucha doctrina, por eso aquí le dedicamos bastante tiempo, lo estudiamos con calma.

Antes de acometer el tema del desarrollo económico visto con ojos cristianos, estábamos estudiando la naturaleza de la Doctrina Social; es decir, qué es la doctrina social de la Iglesia. Como vamos a ver, el tiempo que dedicamos al estudio del desarrollo económico desde el punto de vista del Evangelio no nos distrajo mucho del camino que llevábamos. Es la aplicación de la doctrina a un caso concreto, práctico, porque lo estamos viviendo en estos días. Repasemos lo que vimos ya, sobre la naturaleza de la D.S.I.

Hemos aprendido que la D.S.I. es un conocimiento iluminado por la fe; que por lo tanto, por estar en ella implicada la fe, por el papel indispensable de Dios en la D.S.I., ésta es una doctrina de naturaleza teológica. La teología trata sobre Dios.

La teología moral: una reflexión sobre la conducta a partir de la Sagrada Escritura

La D.S.I. pertenece al campo de la teología moral, porque la teología moral es el área de la teología que estudia y enseña cómo debemos vivir, de acuerdo con los designios de Dios; la teología moral es una reflexión sistemática sobre la conducta cristiana, a partir de la Sagrada Escritura. La doctrina social halla su fundamento en la Revelación bíblica y en la Tradición de la Iglesia.

Como se trata de conocer cómo quiere Dios que funcionen la sociedad y el mundo, el contenido de la D.S.I. se tiene que basar ante todo, en su Palabra, que es el medio que Él nos ha dado de conocer sus proyectos para la humanidad.

El Sínodo de los obispos que se celebró hace pocos días en Roma nos dejó un bellísimo documento que nos explica “La Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia”.

La Palabra divina se encuentra en la raíz de la historia humana

Las palabras del Sínodo nos confirman que la D.S. se tiene que basar en la Sagrada Escritura, pues la Palabra divina se encuentra en la raíz de la historia humana. Allí en la Palabra encontramos los planes de Dios para el hombre, que tenemos que ayudar a hacer realidad. Vamos a leer algunas palabras del documento del Sínodo que nos enseñan que al entrar en la Palabra, en la Iglesia, que es su casa, entramos en diálogo con Dios. Escuchemos estas palabras del Sínodo:

El hombre y la mujer, que son “imagen y semejanza de Dios” (Gn 1,27) y que por lo tanto llevan en sí la huella divina, pueden entrar en diálogo con su Creador o pueden alejarse de él y rechazarlo por medio del pecado. Así pues, la Palabra de Dios salva y juzga, penetra en la trama de la historia con su tejido de situaciones y acontecimientos: «He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado el clamor … conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo de la mano de los egipcios y para sacarlo de esta tierra a una tierra buena y espaciosa …» (Ex 3, 7-8). Hay, por tanto, una presencia divina en las situaciones humanas que, mediante la acción del Señor de la historia, se insertan en un plan más elevado de salvación, para que «todos los hombres se salven  y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (1 Tm 2,4).

Tenemos que aprender a ver la presencia divina en las situaciones que nos ha tocado vivir. Tenemos que aprender a VER y JUZGAR los signos de los tiempos, que son signos de la presencia de Dios y hacer el esfuerzo de ACTUAR en consecuencia. Juan Pablo II nos explicó muy bien los objetivos de la Doctrina Social de la Iglesia, con estas palabras, en perfecta consonancia con lo que acabamos de ver. Dijo en la encíclica Sollicitudo rei socialis, en el N° 41, que el objetivo de la D.S.:

es interpretar las realidades de la vida del hombre en la sociedad  y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial…examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana.

Nuestro estudio de la D.S.I. no tendría sentido si nos redujéramos sólo a lo teórico, sin descender a su aplicación en nuestra vida, porque su objetivo es orientar nuestra conducta, de acuerdo con los planes de Dios.

De una conferencia del P. Sergio Bernal, a quien seguimos en los programas anteriores sobre el desarrollo económico, leamos unas líneas sobre la D.S. como orientadora de la conducta cristiana:

El objeto principal de la DSI es interpretar la realidad / para descubrir la distancia del ideal evangélico. En este sentido se entienden las palabras de Juan Pablo II cuando nos dice que la DSI tiene el carácter de aplicación de la palabra de Dios a la vida de los hombres y de la sociedad así como a las realidades terrenas (SRS 8). Podemos decir que manifiesta (la D.S.) la preocupación de la Iglesia por proyectar la fe (la vida cristiana) sobre la vida, especialmente la vida social.[10]

Grabemos estas palabras: la D.S.I. tiene el carácter de aplicación de la Palabra de Dios a la vida de los hombres, de la sociedad, de las realidades terrenas. Ahora bien, la Palabra de Dios no es sólo el Libro, no la encontramos solo en las palabras escritas, que se encuentran en la Biblia. El Sínodo sobre La Palabra, nos explica el papel de la Tradición para comprender la Palabra de Dios. Continuaremos esto, si Dios quiere, la semana entrante.


[1] CIUDAD DEL VATICANO, viernes 14 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- “La crisis que el mundo actual está viviendo no es solo financiera, y por tanto la solución no puede ser solamente de carácter financiero”. Así lo afirmó ayer monseñor Giampaolo Crepaldi, secretario del Consejo Pontificio “Justicia y Paz”, en declaraciones a Radio Vaticano.

[2] The Associated Press, Oct. 12, 2008, 5:09PM, tomado de chron.com HoustonChronicle.com en español.

[3] Ibidem

[4] Cf página de Tony Blair en Internet, 19 de noviembre 2008: Tony Blair today addresses California Gov. Arnold Schwarzenegger’s Global Climate Summit, as part of his Breaking The Climate Deadlock campaign. You can watch the full speech on YouTube by clicking here or on the video image above.

[5] Información tomadea de BBC MUNDO.com, domingo 16 de noviembre 2008

[6] Cf Pablo VI, Populorum progressio, 81

[7] Documento conclusivo de Aparecida, 218

[8] CIUDAD DEL VATICANO, lunes 17 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).

[9] Cf Reflexión 104 en este blog: “El desprendimiento (“Letting go”) (II), 10 de julio 2008

[10] Memorias del Curso de Doctrina Social de la Iglesia, Seminario Mayor de Bogotá, Julio 8 al 12 de 1991, Visión de conjunto de la D.S.I., por Sergio Bernal, S.J., Pg 7